Ashita, Boku wa Shinu. Kimi wa Ikikaeru Historias Cortas - Capítulo 4

CORTE 4 


MAÑANA YO MORIRÉ, TÚ REVIVIRÁS


Alguna vez lo odié.

Realmente, realmente, realmente lo odiaba.

Lo odiaba tanto que terminé pensando en ello.

Alguna vez lo odié.

Mientras crecía, estaba claro que mi cuerpo era diferente al de otros niños de mi edad.

Nací con parálisis cerebral.

Esta enfermedad trajo grandes molestias como un cuerpo lento, y un par de piernas que eran palos, incapaces de moverse.

Sin embargo, en ese entonces, no estaba intranquila con mi.

—Chiaki, ¿cómo estás? ¿Puedes desayunar?

—¡Sí, tengo hambre!

En aquel entonces, mis padres fueron muy amables conmigo. Pensando en ello, realmente me adoraban.

Mi hermana, tres años mayor que yo, se metía conmigo porque estaba celosa, pero supongo que es una hipérbole decir esto. Incluso yo me di cuenta de que crecí en un ambiente digno de envidia.

—Juguemos, Chiakin.

—¡Ya voy!

Y en ese entonces, tenía amigos.

Jugué con las chicas vecinas que tenían la misma edad que yo. Siempre venían y me empujaban en la silla de ruedas. Era una niña que realmente podía sonreír en ese entonces.

Pero...

—¡Oye! Vamos a jugar al fútbol. ¡Vete a otra parte!

—¡Wah! ¡Es Hayato!

—¡Qué! ¡Llegamos primero!

—¡Deberías ser tú el que se vaya a otra parte, Hayato!

Sólo hay una persona.

El único chico que nunca me ha caído bien.

—¡Cállate! ¡Voy a ser un jugador de fútbol profesional en el futuro! ¡Lárgate!

Hayato Hyuuga.

Mi némesis.

Es un compañero de juegos de mi infancia, que vive cerca.

Es un bajito, un bocón, y extremadamente arrogante.

Él, actuando como señor de los niños, era realmente odiado por nuestro grupo de niñas.

Por supuesto, ya que es tan arrogante, altivo, y hace lo que quiere. Más tarde, se convirtió en el blanco de la admiración de muchas chicas, pero en la primaria, no sabíamos nada sobre el romance, y siempre nos peleábamos por cosas tan pequeñas.

Siempre era a mí a quien dirigía sus intimidaciones.

—¡Hmph! ¡Esto es lo que haré si no haces lo que te digo!

—¡Woah! ¡Detente!

Los niños son crueles.

Pateó mi silla de ruedas con fuerza, la hizo girar y me hizo caer. Como no podía moverme, era la elección perfecta para él, un mocoso que no podía empatizar con los demás.

—¡Eres terrible, Hayato! ¡Discúlpate!

—¡Chiaki está enferma!

—¡Teehee! ¡Si te arrepientes, ven detrás de mí!

Así que...

Siempre me dejaban atrás mientras todos lo perseguían. Mis amigas siempre estaban resoplando, nunca pudieron atrapar a Hayato, porque siempre fue muy atlético desde joven.

—¡Oye! ¡desgraciado!

—¡Yucks! ¡Muérete ya!

—Uuu... alguien por favor que me levante ya...

Sólo podía oír los gritos de mis amigos a lo lejos, y siempre me dejaban atrás sollozando junto con la silla de ruedas que estaba a mi lado. A mis amigos se los llevó Hayato, y en ese día, simplemente declaró el color de mi ropa interior.

(¡No... nunca lo perdonaré!)

Lo juré mientras veía caer lágrimas.

Realmente lo odié.

Nuestra relación cambió durante el tercer grado de la primaria.

—Tsukimura, ¿puedes venir a la escuela hoy? Voy a ayudar a compensar el tiempo que estuviste hospitalizada.

—Sí, entendido.

Esta niña en silla de ruedas tenía nueve años.

Y no había nadie más a quien pudiera llamar amigo.

Vacié mis frustraciones, todo por razones estúpidas. Debido a la incomodidad, estuve hospitalizada durante mucho tiempo, hice berrinches a mi familia, e incluso a mis amigos por no visitarme. Volví a la escuela después de mucho tiempo, y me di cuenta de que no había espacio para mí.

—Tsukimura, eh... cambiando de tema. ¿Te llevas bien con tus amigos?

—Por favor, no se preocupe, maestra, estoy bien.

Supongo que fue por esta época que empecé a usar un lenguaje formal.

No sólo a los profesores, sino a mi familia, amigos, compañeros de clase.

Esta era mi forma de protesta contra esta realidad solitaria en la que estaba. Fue un acto de arrogancia hacia mi preocupada profesora mientras vivía en soledad.

Sin embargo-

—Muy bien, ♪ es muy cansado quedarse atrás y estudiar...

(...Ack)

Pero había una persona.

La única persona con la que nunca pude usar un lenguaje formal.

Fue en un cierto día, después de la escuela. Estaba sola en el aula, esperando a que la maestra pasara por allí.

—Oh, ¿así que tú también eres una de las idiotas, Chiaki?

—No me agrupes contigo. Además, ¿no te dije que no me llamaras por mi nombre?

Entró en el aula, y una vez que lo miré a los ojos, empezamos a discutir.

Hayato Hyuuga.

La única persona en este mundo que realmente odiaba, y como es el tipo más tonto del mundo, terminó teniendo lecciones suplementarias conmigo.

Incluso después de entrar en tercer grado, no cambió mucho.

Nunca podía callarse, siempre ladraba y corría por ahí.

Su cuerpo diminuto y su boca ruidosa lo hacían molesto para las chicas, y le gustaba levantar las faldas, como antes.

Pero había una cosa.

Sólo una cosa que era diferente.

—Oye Chiaki, ¿puedo ir a tu casa hoy? Vamos a jugar.

—De ningún modo. ¿Por qué tengo que dejarte entrar a mi casa?

Por alguna razón...

Desde entonces, ha estado pegado a mí.

Supuse que era porque no tenía ningún amigo, tal vez no. No parecía ser del tipo que piensa demasiado en esas cosas, y simplemente actúa por su propia ingenuidad.

Tal vez esté pensando demasiado... pero recordándolo, probablemente pensó en mí como una niña. Tal vez estaba pensando demasiado.

—¿Sólo un rato? ¿Okie? Te invito algo.

—No significa "no". No me hables.

En aquel entonces, siempre estaba rechazando a los demás, así que le contesté con frialdad.

Porque ya lo había jurado.

Por todo lo que experimenté cuando era más joven, por todos los recuerdos de los que me arrepentí, por todas las lágrimas que derramé después de caerme.

Que sin importar lo que pasara, nunca lo perdonaría.

Pero mi determinación fue fácilmente superada.

—Ack, esto es aburrido. De todos modos, ¿no es tu falda demasiado larga, Chiaki? ¿No debería ser un poco más corta?

—Si tan sólo no hubiera un pervertido por aquí. Y deja de llamarme por mi nombre.

—Chichin♥.

—...Eso es asqueroso.

—Jejeje, puedes llamarme por mi nombre, ¿sabes?

—No quiero.

Nuestra conversación fue bastante aburrida.

Pero entonces, de repente dijo algo.

—¿Tus piernas no están curadas?

—¿-Eh?

Estas repentinas palabras suyas me tomaron desprevenida.

Parecía solitario, triste, arrepentido.

La habitual cara sonriente desapareció. En su lugar había una expresión y una voz que escuché por primera vez.

Y fue probablemente debido a este cambio repentino que entré en pánico, y dije tercamente,

—No se curarán. Sólo me quedaré en esta silla de ruedas para siempre, sin poder moverme.

La fría voz de mi parte era rencorosa.

Después de decir eso, me arrepentí.

—...Lo siento.

—¿Qué...?

Lloró mientras se disculpaba.

Dijo con tristeza, sus ojos se llenaron de lágrimas. Inmediatamente entendí que se estaba disculpando por lo que hizo cuando éramos más jóvenes. Pensé que se había olvidado de eso, y que nunca pensó mucho en ello. Eso era lo que yo pensaba.

—...Está bien. No estoy enojada en absoluto.

(¿-eh?)

Una vez que dije eso, me cuestioné a mí misma.

¿Qué pasó con mi determinación?

¿Qué pasó con mis arrepentimientos?

¿No estaba echando humo cuando juré que nunca lo perdonaría?

Pero todo esto parecía tan insignificante comparado con lo que pasó ante mí. Nunca pensé que habría alguien llorando por mi causa.

Eso me enseñó algo: que estar sola es algo triste.

—...Está bien.

—¿Eh?

—...Puedes venir a mi casa hoy.

—¡..! ¿¡De verdad!?

No pude evitar preguntarme si él estaba derramando lágrimas de cocodrilo.

Y recuperó su sonrisa habitual. 

—Muy bien, entonces vamos a irnos. Saltémonos las clases —Dijo eso mientras me sacaba de la clase.

—¡Oye, detente! ¡No podemos saltarnos las clases!

Protesté, pero me ignoró.

—¡Está bien, está bien! ¡Deberíamos hacer lo que nos gusta en la vida!

Dijo eso, y no tenía intención de parar. Viéndolo así, y mirándolo llevarme a casa, me quedé atónita.

Sin embargo-

Me sentí extrañamente conmovida de una manera que nunca antes había sentido.

—…

Estábamos de camino a casa y él me estaba empujando.

Recordé que fue al principio del verano.

El cielo sobre nosotros era azul y vasto.

Su espalda cubriendo el cielo, su cuerpo diminuto era más grande que nunca.

(Esto es...)

La cara sonriente de este chico, con los dientes al descubierto, parecía haberme conmovido.

Un suave sonido se mezclaba con los latidos de mi corazón.

Fue mucho más tarde cuando me di cuenta de lo que era este sentimiento.

—En serio, eres un idiota, Hayato.

—Ajá, pero yo nací así, Chiaki.

Esta fue la tan esperada reunión entre Hayato y yo.

Nuestra relación después de eso no fue particularmente buena.

Continuamos manteniendo nuestra relación como compañeros de clase normales.

Nos quedábamos atrás para las clases de recuperación.

Y yo le enseñaba a Hayato, ya que era malo para estudiar.

Pero después de cierta conversación inesperada, Hayato resultó ser mejor que yo en los estudios, y fue él quien me enseñó a mí entonces.

Pasábamos el recreo juntos, íbamos juntos a la escuela y volvíamos a casa juntos.

También... entrábamos en la casa del otro, y salíamos juntos durante las vacaciones.

Era una relación normal y corriente.

No nos llevábamos muy bien, sólo nos llamábamos amigos.

Pensando en eso.

¿Por qué...?

¿Por qué asumí que era una relación ordinaria?

—¿Estás saliendo con Hayato, Tsukimura?

—¿Eh?

Fue menos de un mes después de que entré en la secundaria.

No tenía ningún amigo, y no podía llevarme bien con la clase. Un día, después de clases, una compañera de otra escuela me habló. Ella es una destacada belleza, y parecía orgullosa. Podría describirla como la líder de la clase.

¿Salir con alguien? ¿Yo? ¿Hayato?

—No, no lo estamos.

—No puede ser. Hayato se jactó de haber ido al acuario contigo el domingo pasado, Tsukimura-

—¿Y qué?

—¿Qué... eso significa que están saliendo, verdad?

—¿Saliendo?

Entonces...

Finalmente me di cuenta. No, tuve que hacerlo.

Antes de darme cuenta, encontré a todas las chicas de la clase escuchando nuestra conversación. Mirando la atmósfera.

—Hey Chiakin, vamos a casa juntos ♪

—Ah.

En este momento aparece Hayato, y no nadie más (?).

Antes de que me diera cuenta, era más alto que yo, y tenía una sensación varonil en su apariencia; era un chico con un peinado particularmente moderno. Esa cara sonriente, con los dientes expuestos, dio como resultado una indescriptible sensación de calma en mi corazón.

Y la chica fuerte de antes bajó su cara sonrojada.

Todas las chicas se pusieron un poco nerviosas.

Esa atmósfera, esa situación.

Finalmente, me di cuenta.

—Hayato.

—¿Sí?

—Eres... muy guapo después de todo.

—...Chiakin, ¿te golpeaste la cabeza o algo así?

Seguro que no necesitaba su recordatorio.

Sentí que me habían golpeado la cabeza.

Después de ese incidente, mi vida en la secundaria se volvió difícil.

Como ya he dicho, no estaba acostumbrada a interactuar con la gente. De alguna manera terminé tomando al chico más popular del curso escolar. Causé esta situación sin darme cuenta, y por supuesto, mis compañeras de clase sintieron que era injusto.

Así que...

Aunque no fue un acoso total, cuando estaba en la secundaria, me atacaron de manera cercana a eso.

(...otra vez).

En un cierto día, después de la escuela.

Había vuelto del baño, y encontré mi mesa llena de basura.

Era probable que no se atrevieran a hacer nada a esta discapacitada. Sin embargo, fui maltratada psicológicamente, acosada así todos los días, rechazada, tratada con frialdad. Suspiré y recogí la basura de mi mesa.

Pero...

En aquel entonces, no presté especial atención a mis circunstancias.

Debido a que...

—¡Hola Chiaki! ¿Quieres pasar por la librería hoy después de la escuela?

—Ah, Hayato. Claro, tengo que comprar algunos libros.

La voz habitual llegó a la hora habitual.

Apareció con vigor mi amigo de la infancia Hayato. Naturalmente, él agarró mi silla de ruedas y me movió hacia adelante, 

—¡Adelante! ¡Adelante! ¡Adelante!

Esta escena...

Esta situación...

—Por qué... siempre Tsukimura.

—Qué agradable...

(...Bueno, no es mi culpa.)

Una vez más, me di cuenta de la popularidad de Hayato.

Para ser honesta, en ese entonces, estaba llena de un tremendo sentido de superioridad. Aunque más o menos me intimidaban, podía tener a Hayato para mí sola. Pensándolo bien, el acoso era sólo una expresión de envidia y celos. No es una forma apropiada de describirlo... pero ellas son la malvada madrastra y hermanastra, mientras que yo soy Cenicienta.

Sin embargo-

—El Príncipe... eh...

—¿Hm? ¿Qué dijiste, Chiaki?

—Nada —Respondí mientras volvía a mis pensamientos.

Si yo soy Cenicienta, Hayato es el Príncipe. Recordé las palabras cuando me matriculé.

—¿Estás saliendo con Hayato, Tsukimura?

(...¿Cuál es nuestra relación?)

Estábamos en el semáforo,

Giré la cabeza y la levanté hacia el chico con la espalda hacia el sol.

Al mirarlo, descubrí que tenía un aspecto muy lindo. Una cara de aspecto refrescante, adorable, una sonrisa hipnotizadora. Era vivaz, y amable, y golpeó mis instintos maternales.

Pero...

(No tenemos ese tipo de relación.)

Por lo menos, todavía podía...

Todavía puedo decirlo con confianza.

Esto no era amor. No estaba enamorada.

Era amable conmigo, pero podría ser demasiado íntimo para llamarlo amor. Lo más importante es que no entiendo nada de romance. Incluso cuando pensaba en él, sólo podía imaginarme su inmadurez y su carácter pícaro. Era arrogante, altivo, impetuoso, siempre hacía lo que quería...

—Supongo que todavía te odio.

—¡Ehh! ¿¡Por qué dices esto de repente!?

—Hmph. No importa.

Giré mi rostro hacia un lado infelizmente. Hayato estaba perturbado por mi repentino cambio de actitud, e intentó varios medios para apaciguarme. Pero no le recompensé en absoluto. No creí que estuviera equivocada, porque, porque...

—Sí, después de todo te odio. Sí.

—Oye, ¿de qué estás hablando?

Confié en un confundido Hayato.

Pero este pensamiento se desvaneció inmediatamente.

—Jiii...

—Supongo que te odio después de todo, Hayato.







En cierta tarde de un día festivo.

Estábamos paseando por las calles, y casualmente pasamos por una colina con vistas a la ciudad. La puesta de sol es demasiado deslumbrante, 

—Quiero disfrutar de este frente más lejano —y mi petición egoísta fue el comienzo de todo.

Esta pequeña colina con vistas a la ciudad tenía una valla poco fiable, y estaba muy inclinada, por lo que sería peligroso seguir adelante. Sin embargo, quería disfrutar de la puesta de sol más de cerca.

Así que el método ideal sería que el chico me llevara a una posición donde pudiera disfrutar del paisaje.

Así, Hayato me llevó...

—Ch-Chiaki... ¿no pesas demasiado?

—¡Para nada! ¡Tus brazos son demasiado delgados!

No había ninguna sensación de juventud en absoluto. Seguimos presionando la responsabilidad del uno al otro.

Podría jurar que no estaba engordando. Hayato es más grande que yo, pero obviamente es más pequeño entre los chicos, así que seguramente era su culpa. Me está echando la culpa a mí otra vez. Supongo que realmente lo odio.

(No estoy enamorada. No hay manera de que alguien se enamore de un tipo tan poco confiable).

Hayato me cargaba mientras me decía eso en voz baja.

Suponiendo que en un futuro lejano, haya un chico que sea capaz de levantarme fácilmente.

Si ese chico existiera, seguramente me gustará más que Hayato. Amable, gentil, alto, fuerte, no hay manera de que Hayato pueda compararse. En otras palabras, esto prueba que no estoy enamorada de Hayato...

—¡Woah! ¡Es realmente bonito!

—¡Woah...!

Justo cuando estaba pensando en eso.

Hayato me llevó al borde del mirador. El pueblo junto al mar brillaba bajo el atardecer, cubierto de un color cálido y melancólico.

Tan pacífico, tan sereno, y sin embargo con un persistente toque de tristeza.

El tiempo irreemplazable me envuelve, y el escenario me da una sensación de tristeza. Se sentía como si, como si, algo valiosísimo se escapara, poco a poco. Aun así, quería seguir disfrutando de ello. ¿Por qué, por qué el mundo es tan hermoso?

—Chiaki.

En ese momento.

—¿Qué? ¿Qué pasa...? ¡Ah!

—…

Fue demasiado repentino.

—¡Qu-qu-qué...!

—Jejeje, tú eres el que se está distrayendo...

Hayato-

Me besó en la mejilla.

Mi cuerpo se calentó. Mi mente no podía funcionar normalmente, y la sensación en mi cara nunca se desvaneció.

¿Qué... qué acabas de... qué?

—¿Qué acabas de hacer, idiota? ¡Idiota, idiota, idiota!

—¡Jejeje! Pero eres linda, ♪ Hagámoslo de nuevo, ¿de acuerdo?

—Hey-no... ¡detente! ¡Voy a pellizcarte!

¿Hacer qué? No pude entenderlo, pero... pero, pero... pero, pero...

Estaba firmemente convencida.

Convencida de que no era amor, de que no teníamos ese tipo de relación. Creía firmemente que lo odiaba.

Pero mi determinación fue fácilmente derribada por él.

No creía que quisiera ser besada por él otra vez. Fui cargada por un chico, besada por un chico, y aun así, tan feliz de ser una chica.

Nunca creeré esto.

—¡Yo... te odio después de todo!

……

...al día siguiente.

Por alguna razón, compré un reproductor de música y un juego de auriculares.

Una escena de un drama que me gustaba, mostraba a una pareja compartiendo auriculares, con sus caras apoyadas en el otro. En el clímax, el varón besaba a la mujer. Sabía que no era mi estilo, pero era mi imagen ideal de las parejas.

Así que tenía la necesidad de intentarlo.

En realidad no lo anhelaba.

Pero que si lo intentaba, lo entendería. Intentaba entender qué era ese molesto latido del corazón desde el tercer grado. Finalmente podría entender la verdad. No es amor, no me enamoré de él. Seguramente no sentiría nada. Porque...

Porque lo odiaba...

Pensando en ello, me di cuenta de lo deslumbrante que era mi vida en ese entonces.

Mi vida cayó en picada a partir de entonces, y me desmoroné en la desesperación.

Fue doloroso, fue un sufrimiento, fue insoportable.

Mi frágil corazón no pudo superar los dolores de la recuperación. Elegí rendirme y escapar de todo.

Mis padres me regañaron, tal vez porque descubrieron que tenían que disciplinarme estrictamente. Sin embargo, esto sólo causó la división entre nosotros. Mi relación con mi hermana mayor dio un giro para peor, y sólo podía culpar a mis piernas mezquinas.

Hayato se convirtió en mi única fuente de redención.

Lo que sea que hiciera, dependía de él.

Porque él me lo dijo.

No tienes que caminar. Seguiré empujando tu silla de ruedas.

Eso fue también lo que dijo.

No necesitas amigos. Siempre estaré contigo.

Si ese era el caso, eso era suficiente para mí. Incluso sin la comprensión de mis padres y mi hermana, aunque no tuviera amigos.

Incluso si continuaba por la eternidad, y continuara viviendo en un mundo sin amigos.

Todavía tenía a Hayato. Él siempre estaría conmigo.

En ese caso, no había ningún problema. Nunca desaparecería de mi lado.

El tiempo que pasamos entre nosotros continuó.

Y seguí confiando en Hayato.

Seguí confiando, seguí confiando.

Hasta que se convirtió en una bola de nieve.

Y de repente, un día...

El karma golpeó.

—Srta. Tsukimura... el chico que la visita todos los días se vio envuelto en un accidente automovilístico...

La joven conserje estaba realmente frenética ese día, apareciendo durante el trabajo para informarme de esto. No pude entender esas palabras, hasta que la llamaron a otro lugar.

—Estás mintiendo... estás mintiendo.

Murmuré para mí misma, pero en mi corazón, lo entendí.

La sirena de la ambulancia sonó, un accidente automovilístico.

Había algunas posibilidades.

—Hayato... espera... no me dejes sola...

La desesperación se abalanzó sobre mí, y no tenía a dónde ir. No podía alcanzar la silla de ruedas en un rincón del salón. Sabía que podía caminar, pero elegí huir...

—¡Tan-alguien! ¡Sal-Sálvame!

Mientras me desmoronaba y gritaba, la que me ayudó fue una abuela anciana en la misma sala.

¿Le di las gracias a la anciana cuando hizo eso por mí? Estaba tan ansiosa que no podía pensar en ello.

Finalmente llegué a mi silla de ruedas, y me dirigí directamente a las escaleras.

Estaba en el sexto nivel, y los quirófanos estaban en el primero y segundo. La sala de emergencias debería estar en el 1er piso. Así que pensé mientras esperaba frente al ascensor.

Pero justo en este momento.

El ascensor nunca llegó. No sabía la razón del retraso ya que se quedó en el último piso. Mi desesperación creció.

Si tan sólo pudiera subir las escaleras.

Si tan sólo mis piernas pudieran subir las escaleras.

Si tan sólo tuviera piernas que pudieran subir las escaleras.

Ni una sola vez me arrepentí mucho, me odié mucho por depender tanto de los demás.

—¡Deprisa! ¡Hayato va a morir!

Sólo grité, ignorando a todos los demás presentes. Pasó mucho tiempo para que pudiera entrar en el ascensor.

Y entonces...

—Ahh...

Llegué a la sala de operaciones y sus padres estaban de pie delante de ella.

Los padres que perdieron a su hijo estaban llorando.

Al ver esto, me di cuenta.

Él, Hayato, ese amigo de la infancia al que realmente odiaba.

Ya no estaba en este mundo...

—Ahh...ah... ¡ahhhhhhhhhhhh!

-Lo que pasó después, no lo puedo recordar.

Me recuperé, y me encontré sola en este frío pasillo.

Tan frío, tan oscuro, que quería morir.

La oscuridad llenó mi mundo.

—Hayato... aunque siga viviendo...

Cierto, justo cuando estaba a punto de tomar una decisión.

Cierto, justo cuando me estaba dando por vencida.

Esa persona apareció, aunque sería demasiado duro llamarlo una redención para mí.

—¿Le darás la mitad de tu vida?

—Eh-

¿Qué fue eso?

Ante mí apareció la esperanza, o tal vez fue la desesperación. Incluso hasta este día, a menudo tengo sueños que recuerdan este evento.

Era la segunda oportunidad de encontrarme con Hayato.

Y también, la oportunidad que me llevó a conocerlo a él y a ella.







—¿Conocerlo? ¿Yo?

Era un frío día de invierno.

Había pasado medio año desde ese día, cuando de repente empezamos a vivir una intrigante vida de dos personalidades en un solo cuerpo. Por alguna razón, el difunto Hayato se apoderaba de mi cuerpo cada día alterno, e interactuábamos a través de la grabadora de voz.

Durante ese tiempo, ocurrió un desarrollo inesperado.

Mientras estaba vibrando como de costumbre, la voz sigue siendo mía. Nunca pude acostumbrarme a esta extrañeza.

Hablando de eso... ¿eh? ¿Hay otros que comparten dos personalidades en un solo cuerpo como nosotros? ¿En serio?

"Chiaki, tengo algunas cosas serias de las que hablarte. Creo que necesitas amigos. Al menos, pensé que yo solo sería suficiente, pero es cuestión de tiempo. Como sabes, mi tiempo ha ido disminuyendo, así que esta es una oportunidad. Si están compartiendo el mismo dolor que nosotros, seguramente podrás ser su amiga. Chiaki, sé amiga de ese tipo."

—...Eso es...

Eso fue lo que dijo.

Después de escuchar el mensaje, suspiré por enésima vez en este día.

Estaba agradecida de que estas dos personalidades compartiendo un cuerpo me permitieran seguir en contacto con Hayato. No importaba cómo funcionara, todo lo que quería era vivir con él. Eso era lo que realmente me aliviaba. Si él seguía a mi lado, y estaba dispuesto a hacerlo, aunque no pudiéramos vernos, tenía que contactarlo por algún medio, y no importaba cuánto tuviera que sacrificar de mi vida, no me arrepentiría. Eso era lo que pensaba seriamente.

Pero al mismo tiempo tenía nuevos problemas.

Quedé atrapada en un cuerpo discapacitado, y debido a la muerte de Hayato, me rechazaron en la escuela, y me negué a ir a ella. Además... hubo un destino cruel, que uno de nosotros tendría que desaparecer. Como está escrito en el Atelier- Hayato y yo tendremos que despedirnos en un futuro próximo.

No, no quiero separarme de él.

Quería quedarme con él en el futuro. Sin embargo, esto nunca podría suceder.

No podría vivir en un mundo sin él. Sin embargo, no podría encerrarlo dentro de este cuerpo y desaparecer yo misma. Yo... ya no necesitaba amigos. No estaba dispuesta a hacer amigos y prepararme para perderte. Lo que realmente esperaba es...

—…

Sin embargo-

No pude desafiar a Hayato, y fui a encontrarme con la otra pareja que compartía el mismo cuerpo.

Ese día.

Llegué a la estación como acordamos, 30 minutos antes de la hora, y me escondí en un rincón, observando la situación.

Y a la hora indicada, mi teléfono recibió una notificación, indicando su llegada.

—Soy Sakamoto. Tengo una reunión contigo. Estoy en la estación ahora. ¿Dónde estás?

Sakamoto describió entonces la ropa que llevaba puesta. Vi el correo, y antes de responder, empecé a buscarlo.

Probablemente no era un tipo molesto. Viendo la descripción de su ropa, podría asumir que era un hombre, no del tipo coqueto. En cualquier caso, no sabía si éramos similares en edad.

Inquieta, miré a mí alrededor, esperando que mis preocupaciones fueran infundadas. Para mejor.

Y en medio de la multitud que pasaba, después de mirar alrededor durante diez segundos más o menos.

Finalmente encontré a Sakamoto.

(¿Eh-qué-que?)

-Me estremecí. La situación era terrible, totalmente desesperada.

Por supuesto, había una razón para esos pensamientos. Ese día, me reuniría, me vería obligada a reunirme con Sakamoto, de quien iba a ser amiga. Su apariencia...

¡Fue impactante! ¡Asustaba!

Era un delincuente de aspecto salvaje, que asustaría a cualquiera.

El largo flequillo cubría sus aterradores ojos.

Era mucho más alto que Hayato, y tenía la atmósfera de un delincuente. 

—Tengo... que... practicar mi sonrisa.

-Y miró de reojo.

Así que...

Sólo dio una sonrisa demoníaca, Audaz. No, no, absolutamente no. ¿Se supone que debo hablar con alguien como él a solas?

(Qué hago ahora... seré violada...)

Tenía ganas de llorar, y finalmente, en mi desesperación, hice algo realmente despreciable.

Le envié un mensaje, diciéndole a Sakamoto que yo era el chico guapo que estaba delante de la estación, y quería ver su reacción, si era capaz de permanecer a salvo.

Y entonces...

—W-wow, ¡eres tan lindo! ¡Eres justo mi tipo! ¡Jajaja!

(Eh, ¿lo dijo? ¿De verdad?)

—¡Eh! ¿Qué le estás diciendo a mi novio?

—¡Espera! ¡Quería conocerte! Ya sabes lo mucho que yo...

(...Parece que va a llorar.)

—¡Eres repugnante! ¡Muere!

(Ah, está llorando.)

—……

Se dice que no hay que juzgar un libro por su portada. Ese desarrollo me hizo comprender de manera conmovedora lo preciso que era.

Está bien. Seguramente no hay necesidad de preocuparse por ser violada por él.

Porque esa persona... era sólo un virgen sin agallas.

(De todos modos, es hora de escucharlo.)

—No creí que realmente cumplieras con lo prometido. Esa imagen humorística de ti me divirtió bastante.

—¡----Qué!

No quería ser amigo de él. Ya había decidido no hacer amigos, aunque tuviera que vivir en un mundo sin Hayato.

Mi voz le sorprendió, su cara se congeló.

Inesperadamente para mí, cuando lo miré más de cerca, ese rostro sombrío era bastante guapo. Las manos que agarraban el calentador de manos daban una mirada gentil.

Pero nada de eso importaba.

No tenía intención de ser su amiga.

De ninguna manera sería capaz de caminar, y siempre estaría sola.

Ese era mi pensamiento cuando recordaba a Hayato.

—Encantada de conocerte, Sakamoto. Soy la Chiaki Tsukimura que ha concertado una reunión contigo hoy.

—¿Tú eres.........Chiaki........-chan?

Más tarde, me di cuenta de algo.

Que en este momento, en este instante.

Mientras los vientos fríos soplaban, las hojas marchitas revoloteaban.

Tuve un encuentro maravilloso.

Así fue nuestro encuentro con ellos.







Nunca olvidaría lo que pasó después.

Tanto él como ella hicieron todo lo posible para abrir la puerta de mi corazón.

La amabilidad de la señorita Yumesaki.

La fortaleza de Akitsuki.

Dos personalidades, un cuerpo, ambos opuestos.

Un complemento tan perfecto me atacó, y mi débil alma no pudo resistirse.

Mi corazón se fue erosionando poco a poco, y antes de darme cuenta, la forma en que me dirigía a ellos había cambiado. Incluso me dejé cargar. Y así, yo...

—...¿Está bien empezar como amigos?

—¿Hoi-?

En la oscura mañana.

Con el estímulo de la Srta. Yumesaki, y el apoyo de Akitsuki...

Y lo más importante, con el apoyo espiritual de Hayato, finalmente pude caminar esa mañana, y finalmente dije esas palabras.

Aunque sorprendido, Akitsuki sonrió amablemente. Nunca olvidaría esa sonrisa.

Finalmente tenía una razón para seguir viviendo.

Incluso en el mundo después de que Hayato hubiera desaparecido.

——


—Ah, señorita, gracias por la última vez.

—¿Eh?

En un cierto día...

Fue un día después del largo invierno, cuando el clima finalmente se calentó.

Estaba sentada en una silla de ruedas, y una abuela desconocida me llamó.

—¿No te acuerdas? Me ayudaste cuando me desplomé y no podía levantarme, ¿verdad? Recuerdo que fue una linda dama sentada en una silla de ruedas la que me ayudó.

—Eh-oh... ¡oh! ¡Esa vez! Por supuesto.

Inmediatamente fingí. No me acordaba.

Sin embargo, sólo había una respuesta. El otro yo, Hayato, se acercó para ayudar a la abuela.

Para ser sincera, no fue algo inesperado.

Hayato había hecho sonreír a muchos sin que yo lo supiera. Así, muchos sonreían y me lo agradecían. Siempre me gustó eso. Nunca hice nada, y no debería haber sido tan desvergonzada de aceptar las gracias, pero esos momentos me permitieron entender su amabilidad. Hubo muchos momentos conmovedores de interludios. Finalmente, fue después de que pude caminar que me di cuenta de lo maravilloso de estos eventos. Una vez estuve tan abatida que nunca me di cuenta de esto, y me sentí incómoda con mi pasado, mi débil yo.

(Bien, es hora de trabajar duro hoy.)

Dejando eso de lado, era hora de la rehabilitación habitual.

Después de eso, aprendí a caminar, me hice amiga de Akitsuki y la Srta. Yumesaki, me libré de mis remordimientos por Hayato, y habiendo aceptado el cruel destino que vendría, discutimos cómo pasaríamos el tiempo restante.

Parecía que Akitsuki y la Srta. Yumesaki habían decidido crear muchos recuerdos.

Akitsuki había dicho que dejaría muchos recuerdos, incontables, para no olvidar nunca que la Srta. Yumesaki existía. Parecía que ella también estaba de acuerdo, y les oí mencionarlo antes. Mientras Akitsuki era el que lo proponía, parecía que la Srta. Yumesaki lo hacía con entusiasmo. Parece que Akitsuki continuaría sufriendo.

Y por otro lado…

Decidimos pasar el resto del tiempo como es normal.

Nada especial, sin novedades.

Sólo la vida diaria habitual.

Tranquilamente-

Esperando el momento que iba a llegar.

Fue Hayato quien propuso esto. Este es el cuerpo que compartimos Hayato y yo. Para él, esta vida cotidiana era lo más maravilloso.

No tenía ninguna objeción, por supuesto.

Creía firmemente que no habría mejor momento que el tiempo que me quedaba con Hayato. Decidí aceptarlo.

No lloraría.

Juré no hacerlo, desde el fondo de mi corazón.

El centro de rehabilitación al que llegué fue el lugar donde aprendí a caminar.

Había un chico bajo y uno alto. Estos dos chicos me llevaron a este montículo en momentos separados. Sin embargo, estaba sola. Con muletas, me levanté de la silla de ruedas, y caminé hacia adelante.

Estaba empapada de sudor.

Jadeando.

Dándolo todo, mi corazón palpitaba mientras mi cuerpo parecía chisporrotear.

Estoy viva, y seguiré viviendo.

Cierto, eso me dije a mí misma.

—Ah, lo encontré.

Después de algún tiempo, cuando el sol comenzó a ponerse.

Finalmente llegué al lugar con vista al pueblo, y encontré esa cosa.

—Hayato, he vuelto a trabajar duro.

Le dije a la tarjeta de memoria SD pegada en la valla. Estaba cuidadosamente envuelta en una bolsa de plástico para evitar que se mojara, decorada con una hermosa faja. Esta pequeña recompensa estaba aquí para premiarme por haber llegado hasta aquí, una recompensa del yo de ayer. Saqué la grabadora de voz de mi bolsillo e introduje la tarjeta.

Empecé a oír su voz.

Para mí, fue un momento irremplazable y dichoso.

"¡Buen trabajo Chiaki! ¡Hoy sí que has trabajado duro!"

Su voz sonó en mis oídos mientras escuchaba atentamente.

Hablaba de sus recuerdos pasados. Narraba felizmente sus recuerdos de la infancia, cómo muchos eventos ocurrieron. Cerré mis oídos, inmersa en los recuerdos. Entonces, algo inesperado sucedió.

Sentí como si estuviera a mi lado.

Muy cerca.

Luego me dijo.

Todavía podía recordar su cara, su voz. Pero tarde o temprano, se desvanecerían de mis recuerdos, y nunca lo recordaría de nuevo. En este mundo sin él, en este mundo, donde nunca podré encontrarme con mi ser más querido, nunca más.

Yo—

"...Chiaki."

En ese momento,..,

"Jejeje, Chiaki, ahora estás llorando, ¿verdad?"

—¡Eh!

No pude evitarlo, pero...

Grité en voz alta, aunque estuviera al aire libre.

Me quedé muy sorprendida, porque sentí como si estuviera hablando cara a cara con él. Me sorprendió que me comprendiera. Me... me sorprendió. ¿Por qué fue...?

"Jajaja", te preguntas cómo lo sé, ¿verdad? Por supuesto que lo sé... ¡porque somos amigos de la infancia! Hemos estado juntos todo este tiempo, y te comprendo mejor que nadie. Porque yo..."

Entonces...

Las siguientes palabras fueron una recompensa mucho más allá de mis expectativas.

"Porque te amo de verdad, Chiaki"

—¿-Eh?

……


La grabación se detuvo aquí, de forma poco natural. No fue como el habitual relajado que era, y por la forma en que terminó aquí, podría imaginarlo avergonzado. Esas palabras, esa repentina confesión, y yo me quedé sin poder responder, sólo quedé parada en el lugar.

—...Qué astuto de su parte.

Muy, muy astuto de su parte.

Así que sólo podía pensar. Era Hayato quien quería que no llorara, y que lo despidiera con una sonrisa.

Sin embargo, tan deliberadamente... tan deliberadamente...

Me hizo feliz.

—…

Soporté mis lágrimas mientras introducía cautelosamente la tarjeta SD en mi bolsillo. Este archivo de grabación probablemente será reproducido cientos de veces en este día. Por si acaso, debería guardar una copia de seguridad. Tal vez podría tenerlo como tono de llamada. En cualquier caso... voy a repetir esta grabación mientras hago tonterías en las sábanas.

—Muy bien...

Yo también me decidí.

Cambié la grabadora para registrar mi voz. Después de toser un poco, me preparé para enviar mi mensaje a Hayato.

Yo también... yo también...

Yo también tenía cosas que quería decir.

—Hayato, quiero decirte que yo también...

Dije que yo era la que mejor se entendía, pero no sabía nada de lo que era más importante. Hasta este día, no me di cuenta de los sentimientos que había albergado durante mucho tiempo.

— —

Ese día, pasé incontables horas grabando, y aún no había terminado ni siquiera en la noche.

Seguí grabando, borrando, grabando, borrando, y sin estar segura de lo que hacía, repitiendo los movimientos una y otra vez.

Pensando en ello...

Los recuerdos de la juventud, los recuerdos que nunca tendré, el período durante el cual creo que la felicidad permanecerá para siempre.

Dos de nosotros, compartiendo un par de auriculares, nuestras caras tan cerca que podíamos sentir la respiración del otro. Me hipnotizó su cara de reojo, esperando secretamente que nos pudiéramos besar.

En realidad, en ese entonces, realmente quería confesar mis verdaderos sentimientos.

—Yo—

Soy feliz.

Que nuestros corazones fueran capaces de conectarse, que fuera algo tan maravilloso.

Después de darme cuenta de esto, me sentí más sola, angustiada.

Así que…

Aun así, a Hayato, por quien desarrollé esos sentimientos.

Supuse que lo odiaba de verdad.

Inmerso en la felicidad, le hablé de mi amor.

Nuestros momentos finales pasaron.

Hayato desapareció sin dejar rastro.

Era como si odiara los lloriqueos al irse, "¡Voy a ser un jugador de fútbol profesional en el otro mundo!", me dijo. En cualquier caso, ya lo había dicho antes. Tuve que reírme.

Mi vida volvió a la normalidad.

Ya no era mi vida cada día alterno, sino semanas completas.

Lo perdí a él, que siempre me cubría las espaldas, y vivir cada día solitario me entristeció. Una vez que me sentía triste, quería llorar. Pero no lo hacía, porque se lo prometí a Hayato.

Este tipo con el que me dejó...

Amigos irremplazables, y recuerdos maravillosos.

Y lo más importante, me dejó con un "corazón decidido" que se enfrentaría a cualquier adversidad.

En ese caso,

En ese caso, yo...

—... Cierto.

Fortaleciendo mi determinación, apreté los puños.

Levanté la cabeza, sin dejar caer mis lágrimas.

En ese caso, yo...

—Sólo puedo trabajar duro.

——


—Ah-

—Buenos días. A partir de hoy, no me ausentaré. No te preocupes.

-Al día siguiente.

Fui a la escuela.

Entré en mi último año, y sentada a mi lado estaba la chica con la que tuve una discusión.

Era la chica que estaba enamorada de Hayato, y desahogó sus dolores en mí, culpándome de la muerte de Hayato... incluso yendo a mi casa para arremeter contra mí. Fue la chica que me hizo confesar todo a Akitsuki. El destino tiene sus propios planes. Sintiendo que tenía que ser amiga de ella, finalmente vine a la escuela, y terminé sentada a su lado.

Pero pensé en ello.

—Hmph...¿estás diciendo eso? Es por ti que Hayato...

—Sí, puede ser mi culpa. Así que voy a seguir viviendo con fuerza, por su bien. ¿Te importaría compartir tu amor por Hayato conmigo?

—¿Qué...?

La clase se congeló.

Me di cuenta de que estaba enfadada, y que dije algunas palabras burlonas.

Pero no bajé la cabeza y no me escapé. Si aceptara mi debilidad, nadie me querría, y nadie estaría dispuesto a ser mi amigo.

En ese caso, primero tenía que hacerme más fuerte, así lo pensé.

No importaba lo que pasara, no lloraría; no importaba lo que pasara, no huiría.

Como Hayato y la señorita Yumesaki.

Como esos dos indomables...

—Por favor, sigue cuidando de mí.

—¡Ugh...!

Me la imagino intentando meterse conmigo.

Pero no me rendiría.

Si me molestaban, me enfrentaría a ello de frente. Seguramente no debo llorar, y luchar contra mi pasado.

¿Cómo sonreiría Hayato si lo enfrentara de frente?

¿Cómo sonreiría la señorita Yumesaki si la enfrentara de frente?

Y...

Recordé a ese chico de voluntad débil con cara de salvaje, un simplón que por alguna razón no se escapó.

Akitsuki, imaginé cómo lo enfrentaría.

—¡Por favor, deja de intimidarme! Si tienes tiempo, ¿podrías ser mi amiga en vez de eso?

—¡Qu-qué pasa contigo, Tsukimura! ¡Ya entiendo! ¡No volveré a molestarte!

Y así...

Durante el resto de mi vida en la preparatoria, no hice ningún amigo.

La vida no es tan simple, y una vez más lo reconocí.

Extraje sigilosamente la memoria SD, que contenía el mensaje dejado por Hayato.

Lo reproduje, escuché su voz, e intenté animarme.

Y parecía que gracias a ello...

Esa noche, soñé con Hayato.

Seguía recurriendo a él, y él seguía consolándome.

Así que Hayato dijo,

Has trabajado duro. Esta experiencia seguramente será útil la próxima vez.

Mientras sigas viviendo, habrá una próxima vez.

Esas palabras suenan verdaderas.

Quizás era porque mi preparatoria fue un campo de batalla, que las personas que conocí después eran todas amables, ángeles a mis ojos.

A medida que el tiempo pasaba, las estaciones pasaban,

Entré en la universidad.

—Oye Chiaki, ¿estás escuchando?

—Eh-oh, lo siento. ¿Qué decías?

—En serio, ¡se trata de la reunión! Si estás dispuesta a unirte, podremos conseguir chicos, ¡argh! Deja de actuar tan fuera de lugar sólo porque tú misma eres una belleza.

Era invierno.

Pasaron dos años desde entonces, desde el momento en que conocí a Akitsuki.

Estaba en la sala de reuniones de la universidad.

Algunos de mis amigos estaban reunidos alrededor de una simple mesa, sonriendo y charlando.

Es una escena muy ordinaria para cualquier transeúnte. Para mí, hace dos años, esto habría sido increíble.

Terminé charlando con otras personas además de Hayato.

Tenía amigos con los que podía relacionarme por mi nombre.

Para otros podría ser una exageración, pero para mí, fueron dos años milagrosos.

Durante los dos años, experimenté el placer de los encuentros, y la angustia de las despedidas.

Las despedidas son tristes, dolorosas, y hasta ahora, cuando pensaba en Hayato, todavía pensaba en llorar por la noche.

Pero tenía innumerables recuerdos con él. No importaba cuánto tiempo pasara, ninguno de ellos se desvanecía. En este día, todavía recuerdo vívidamente nuestros encuentros, una vez compartí el mismo cuerpo, el mismo corazón con él. Traté de imaginar una despedida, y seguramente él estaría sonriendo y diciendo adiós. Es esa sonrisa la que me hace seguir adelante.

La gente vive para los encuentros, para las despedidas.

Si ese es el caso, seguramente habrá más encuentros.

Gente nueva por conocer, por recordar, y esto es lo más querido por él.

Mientras yo siga viva, no habrá día en que los encuentros terminen.

Y seguramente, de ahora en adelante...

—¿…?

En la entrada del salón.

Hay una chica linda, impropia de este ambiente universitario.

Lleva un calentador de manos, y este gesto me recuerda al Akitsuki de hace dos años.

El rostro amargado era algo parecido a él también.

Entonces, ella caminó hacia mí...

-¿Eh?

—Hay una fiesta de Navidad.

—¿Eh?

—Mi hermano me pidió que viniera aquí. Esperaba que aparecieras.

—¿Hermano?

—...¿Eh? ¿Quién eres tú?

—Soy la hermana menor de Akitsuki Sakamoto, Yukiko Sakamoto.

—¡—!

Un nuevo encuentro.

Su linda cara gruñona me dio esta premonición.

A medida que las estaciones pasaban, y el año terminaba.

Fue un año y medio desde la despedida de Hayato.

Justo antes de Navidad.












1 comentario:

  1. Simplemente hermoso, jamás pensé que una novela me haría llorar y eso que soy una persona que no demuestra mucha empatía hacia historias como esta, me gustó mucho.

    ResponderBorrar