Rakuin no Monshou Volumen 1 Capítulo 7

REINO DE ESPEJISMOS 



PARTE 1


— ¿Quién eres?— Preguntó nuevamente Ryucown. 

— Un gladiador. 

Con esa simple respuesta, el espadachín atacó al general rebelde a toda velocidad, empuñando una espada con ambas manos. 

El golpe llegó a una pulgada de la cara de Ryucown, y él respondió con un golpe de cabeza. El gladiador enmascarado se distanció rápidamente. 

El viento del intercambio de alta velocidad levantó un torbellino entre los dos duelistas. 

— ¿Un Mephiano? ¿Cómo llegaste aquí? 

— ¿Quién sabe? 

Durante ese breve intercambio, el pasillo frente a los dos estalló en caos. Guerreros ataviados con el mismo equipo que el gladiador se enfrentaban con las tropas de Ryucown. Cada miembro de este grupo era un luchador de élite, elegido especialmente por su capacidad para luchar en una situación caótica. 

Saltaron chispas y se intercambiaron maldiciones. Shique tenía dos espadas gemelas, decapitando a un enemigo tras otro, mientras el gladiador gigante Gilliam blandía su hacha con todas sus fuerzas, atravesando la carne del enemigo a pesar de que llevaban armadura completa. 

El gladiador enmascarado atacó de nuevo. Ryucown dio un paso al costado, luego bajó su espada en un corte vertical. 

El gladiador estabilizó su centro de gravedad al extender sus piernas e interceptó el golpe. Inmediatamente usó el rebote, el instante en que Ryucown fue empujado un paso atrás, para lanzar un ataque feroz. 

— Oh, no está mal. 


Hubo dos, tres, luego numerosos golpes con los dos llegados a un punto muerto. 

— Dime tu nombre. Con esa habilidad, debes ser famoso. 

— Quién sabe. 

Repitiendo las palabras que dijo antes, el gladiador enmascarado - Orba - arremetió con un golpe oscilante. 

El “regalo” que Orba había mencionado en el puente de Dhum antes era la Princesa Vileena. Había esperado que hubiera traidores dentro del campamento de Garbera y que, tan pronto como lanzaran su ataque, las fuerzas de Ryucown se coordinarían con ellos para un ataque de pinza. 

Y los espías dentro del campamento de Garbera habían hecho exactamente lo que se esperaba: acercarse a los soldados que custodiaban a la princesa. De esta manera, pudo leer los movimientos del enemigo. Y justo antes de que sacaran a la princesa de la nave, Orba se abalanzó sobre ellos para salvarla. 

Luego, durante la confusión causada por el ataque de Ryucown, Orba y sus fuerzas se vistieron con armaduras Garberanas, sacaron a la princesa inconsciente de la nave y condujeron un batallón de soldados entrenados hacia la Fortaleza Zaim. Naturalmente, cuando las fuerzas de Ryucown los vio venir, automáticamente pensaron que el plan de sus aliados había sido un éxito e incluso los acompañaron hasta la fortaleza. 

El corazón de Orba se llenó de emoción. Se sentía como si se hubiera convertido en un personaje principal en una de las novelas heroicas que había leído cuando era joven. Todo se movía de acuerdo con su plan, y ahora enfrentaba al general enemigo uno contra uno. 

Pero… 

¡Maldición! 

Un cuarto, un quinto golpe; los dos guerreros luchaban y chispas volaban con cada golpe. 

Las habilidades de Ryucown excedieron las expectativas de Orba. Prediciendo fácilmente los movimientos del joven, la espada de su oponente parecía venir de todas partes. Y mientras los ataques de Ryucown venían de izquierda, derecha, adelante y atrás con una agresión audaz, nunca dejó ninguna apertura para explotar. 

Gotas de sudor comenzaron a rodar por la espalda de Orba. No podía permitirse el lujo de perder el tiempo allí. Cuanto más dure esto, más enemigos podrán llegar al piso superior. Si seguían su estrategia, el buque insignia Dhum debería dirigirse hacia la fortaleza mientras terminaba con la fuerza rebelde principal, pero era difícil para un novato como Orba predecir cuánto tardaría eso. 

Lo único que podía hacer era utilizar cada minuto, cada segundo que tenía para acabar con Ryucown. Por lo tanto, todo lo que podía hacer era empuñar su espada, golpear, esquivar y fintar. 

Vileena contuvo la respiración mientras miraba la escena frente a ella. Por supuesto, no se dio cuenta de que el Príncipe Gil que ella conocía y el duelista enmascarado eran la misma persona. Y aunque la batalla parecía estar en igualdad de condiciones durante un tiempo, sus ojos comenzaron a ver las mínimas diferencias entre los dos luchadores. 

Durante sus numerosos intercambios, Ryucown siguió observando las técnicas de Orba. Las habilidades estaban ahí, pero había una extraña peculiaridad dentro de su técnica. Especialmente cuando hacía un ataque de larga distancia, dejaba su lado izquierdo sin protección, porque sus pies no estaban en sintonía. 

Ryucown dio una leve sonrisa. Luego dio un paso atrás. 

Orba cayó en la finta y lo siguió. En ese instante, Ryucown se levantó del suelo. La punta de su espada rozó la cara de Orba. Y cuando sus pies tocaron el suelo otra vez, Ryucown se colocó justo al lado de su oponente. Empujándose desde el suelo otra vez, levantó su espada sobre su cabeza, y muy pronto la punta de su espada tocó la máscara. 

— Ugh. 

Orba rápidamente puso toda su fuerza en su espalda, y giró su cuerpo para esquivarlo. Ryucown siguió presionando. Incapaz de recuperar su postura, Orba se dio cuenta de que estaba retrocediendo mientras trataba de bloquear la violenta sucesión de ataques. 

— Tu plan para infiltrarte es increíble. 

Aunque su cara estaba cubierta de sudor, Ryucown aún respiraba regularmente. 

— Pero es imposible alcanzar la victoria si no terminas rápido. Aunque eres un excelente luchador, ya perdiste en el instante en que no pudiste matarme. 

Orba no tuvo el lujo de responder. Finalmente se dio cuenta de la verdad. La habilidad de su oponente era mayor que la suya, no había contado con eso. La habilidad de la espada, la fuerza, la técnica e incluso la experiencia del caballero superaban con creces las suyas. En comparación con el ileso Ryucown, el costado y las caderas de Orba estaban levemente heridos, y uno de los protectores de hombros de su armadura se había roto. Estaba sin aliento, y apenas podía agarrarse a su espada. 

En ese momento, las tropas de Ryucown comenzaron a reunirse en la sala principal. Los gladiadores también retrocedieron por su fuerza. Al no poder defender la puerta, fueron conducidos al centro del salón e inmediatamente rodeados por los soldados que entraban corriendo. 

— ¡Maldición!— Gilliam gruñó y levantó su hacha. 

Shique imitó su postura. Todavía había una intención asesina en sus ojos. Golpeando una lanza lanzada de los soldados que los rodeaban, Gilliam dijo: 

— No quiero decir esto, pero desearía que Orba estuviera aquí. El bastardo es molesto, pero puedes confiar en esa fuerza helada en una batalla. ¿Qué tiene de gracioso, Shique? 

— No, no, tienes razón. Aunque ese tipo enmascarado es bastante fuerte, está lejos de Orba, ¿verdad? Oh, realmente, si supiera que llegaría a esto, me habría esforzado mucho más por traerlo aquí. 

Cubiertos en la sangre de los enemigos y de ellos mismos, el dúo todavía podía bromear en un apuro tan desesperado, pero los otros gladiadores caían uno a uno -uno había sido atravesado por una lanza enemiga y a otro le habían cortado una pierna-. 

Ryucown estaba convencido de que la batalla había terminado. Pensó apuntar furtivamente al pecho de Orba y, en el momento en que el gladiador se apartara, hacer otro ataque. Las dos espadas se encontraron una vez más, y finalmente la espada de Orba fue enviada volando de sus manos. 

— ¿Qué? 

Fue Ryucown quien gritó sorprendido. 

Confiado en su victoria, el general rebelde había relajado su postura, y en ese caso, Orba sacó una daga de su cintura y atacó. Había elegido apostar en su arma un ataque desesperado. 

¡Lo tengo! 

Cargado de confianza, Orba se abalanzó sobre el cuerpo de Ryucown. Las tropas rebeldes levantaron gritos de sorpresa, y de repente la sala principal se llenó con sonido de metal chocando contra metal. 





En el lado sur de la colina, los ejércitos chocaban bajo el bombardeo de la artillería de ambos bandos. El campo de batalla ya se había convertido lucha de “sálvese quien pueda”. Las tropas de Mephius y Ryucown se mezclaban entre sí en una caótica lucha cuerpo a cuerpo, y un fuego naranja iluminaba el cielo sin luna. 

— ¡Fuego! ¡¡Fuego!! 

El viejo general Rogue Saian no podía contener su entusiasmo y sed de sangre, por lo que personalmente lideraba a sus tropas en la línea del frente. Descarga tras descarga se lanzaban disparos hacia las tropas. 

Aunque las tropas Mephianas tenían recursos y números superiores, era su enemigo quien actualmente poseía la ventaja. 

Al mismo tiempo, Gowen lideraba un equipo de diez hombres para flanquear al enemigo desde la derecha. Tenían a un Baian arrastrando dos cañones junto con ellos. Tenían la esperanza de usarlo para bombardear al enemigo, pero su posición fue rápidamente detectada por una nave patrulla. 

— ¡Abajo! 

Cuando Gowen se arrojó al suelo, dando la orden, una bala voló justo delante de sus ojos. Una nave de un solo asiento casi pasó a su lado y luego cambió de dirección, haciendo un fuerte ascenso hacia arriba. En el curso de esta acción, la nave perdió equilibrio. Uno de los gladiadores se había aferrado a la cola de la nave. Los otros gladiadores rápidamente se precipitaron, sacando al piloto de la nave. 

A pesar de que continuaron su avance, el corazón de Gowen se llenó de una sombra de impaciencia. 

Para las fuerzas de Ryucown, este asalto era una oportunidad tan buena como cualquiera. Probablemente provocado por los instigadores, parte del ejército de Garbera los había traicionado y atacó al ejército Mephiano, llenándolos de confusión. No necesitaban aniquilar por completo sus fuerzas, infligir de 20 a 30 por ciento de bajas era suficiente. Con eso el ejército Mephiano ya no vería el valor del territorio de otra nación y se retiraría. 

Era una oportunidad perfecta. Por eso, alguien como Ryucown, que no necesitaba pensar en retirarse, no necesitaba contenerse. Utilizaba todas sus fuerzas, y en realidad era tal como Orba había predicho. Abriéndose paso a través de esa apertura, Orba y un grupo de élite se infiltraron en la fortaleza para darle fin a Ryucown. Y después de rechazar a la fuerza principal del enemigo, Dhum se dirigiría hacia el fuerte al mismo tiempo y lo ocuparía. 

Esa era la idea, pero... 

Según el plan de Orba, el campamento de Garbera debería haberse unido inmediatamente a Mephius. Incluso si hubieran caído en confusión, tendrían suficientes fuerzas para contender y aplastar a las fuerzas enemigas, pero los Garberanos no habían hecho ningún movimiento. En una batalla confusa sus mensajes se mezclaron. Mentiría si dijera que sus predicciones no habían sido demasiado optimistas. 

En cualquier caso, la moral del enemigo era extraordinariamente alta. Si uno de ellos caía, otro pasaba por encima del cadáver, o incluso lo usaba como escudo. Paso a paso, lentamente avanzaban en su dirección. Además, las tropas mephianas ni siquiera sabían que su indispensable príncipe, aunque solo era un doble, y la princesa estaban dentro de la fortaleza. 

Los Mephianos no tienen el mismo espíritu de lucha. Si esto continua, su ejército pronto se desmoronará. ¡Debo darme prisa! 

Y entonces, Gowen reanudó su marcha. En el centro de la colina, desde un lugar con una buena vista, disparó su cañón justo en medio de los artilleros enemigos. Un disparo, dos disparos... Un pilar de llamas se levantó con cada impacto, pero tres disparos eran el límite. Una nueva unidad de aeronaves ya se dirigía hacia su posición. 

— ¡A un lado! ¡¡A un lado!! 

Este ataque definitivamente infligió serio daño, pero la línea enemiga no colapsó, ni siquiera por un momento. Lo único que Gowen podía hacer era abandonar su artillería y huir del lugar con los dragones. 

¡Orba! 

Si se trataba de esto, Orba solo tenía que apurarse y derrotar a Ryucown. Entonces, podían esperar que sus enemigos perdieran su voluntad de luchar. Se retiró, el sonido de los disparos gimió a su alrededor mientras las balas rozaban sus hombros. 





Ryucown abrió los ojos de par en par... luego los entrecerró nuevamente. 

Orba estaba inclinado hacia adelante con todo su peso contra él. No había salido sangre. Sin embargo, Ryucown apenas había podido bloquear el último ataque desesperado de Orba. Todavía llevaba una espada corta de 60 cm detrás de su espalda, que había sacado en el momento adecuado para defenderse. 

Orba intentó usar su fuerza para dar otro golpe, pero el empuje falló cuando Ryucown ya se había movido a su alrededor en un semicírculo, y todo lo que pudo hacer fue caer hacia adelante. En cuatro patas en el suelo, una cuchilla se colocó en su nuca. 

Perdí. 

El cuerpo de Orba se volvió frío al sentir el acero pinchando su piel. No había forma de cambiar el resultado. Orba había logrado engañar a su enemigo, pero el manejo de la espada de Ryucown, así como los movimientos del Garberano, habían sido una combinación fatal. 

Habiendo vivido incontables batallas, esta fue la primera vez que sintió la derrota. Para él, significaba que el corazón que había estado latiendo solo por venganza, dejaría de latir sin conseguir su objetivo. 

— Me gustan tus agallas. Si no hubieras nacido en Mephius, habría luchado felizmente a tu lado— dijo Ryucown, mientras se preparaba para cortarle la cabeza a Orba. 

— ¡Detén esto! 

El grito de Vileena sonó claramente dentro del pasillo. Ryucown intentó ignorarla al principio, pero: 

— ¡¡Detente ahora!! 

Sintiendo que el segundo grito llevaba la fuerza de la vida o la muerte, Ryucown miró en su dirección. Efectivamente, la princesa Garberana apuntaba con una pistola en su dirección. El soldado justo detrás de ella tenía una expresión de pánico en su rostro, por lo que probablemente le robó la pistola. 

Ryucown sonrió. 

— ¿Entonces qué va a hacer? ¿Dispararme? 

— No— dijo la princesa Vileena, sacudiendo la cabeza. 

Su rostro se iluminó con una encantadora sonrisa, haciendo que uno se preguntara qué estaba pensando, levantó la pistola. 

— Me pegaré un tiro. 

Apuntó a su sien. Las cejas de Ryucown se levantaron mientras la inquietud se elevaba entre los soldados. 

— ¿Cuál es el significado de esto? 

— ¿Tienes las agallas para repetir tus anteriores palabras frente a tus leales tropas? ¿Tus verdaderas intenciones? Si bien eres un caballero al servicio de la realeza, tus ideales se alejan de tu verdadero propósito. ¿Deseas que soporten la misma carga? 

Incluso mientras sostenía un arma en su cabeza, luz vibrante había regresado al par de ojos que antes habían tenido desesperanza. 

Ryucown se mordió la lengua. Estaba desconcertado por Vileena apostando su vida así. Mientras la joven de catorce años especulaba, Ryucown no podía permitir que Vileena muriera frente a sus tropas. Estos soldados compartían sus ideales de reconstruir el Reino de Garbera en un país de verdaderos caballeros. Sin embargo, también reverenciaban el linaje real de la princesa Vileena. Si perdían a su ídolo, su causa colapsaría. Alguien como él, que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para crear una nación ideal, era de alguna manera un innovador, pero por otro lado era del tipo de ser catalogado como malvado. 

Mientras Ryucown y Vileena estaban enfrascados en una batalla silenciosa, el derrotado Orba estaba agachado a un costado. Le dolía la espalda al respirar bruscamente, pero de ninguna manera había aceptado su muerte. 

Desde el interior de su máscara, miró la espada corta que había detenido su ataque anterior. 

Eso es… 

Había letras claramente grabadas en la cuchilla. No había duda de ello. 

O, R, B, A... 

No era más que su nombre. Los latidos del corazón de Orba, que habían estado a punto de detenerse, comenzaron a moverse firmemente a un ritmo constante otra vez. 



PARTE 2 

— Princesa. 

— ¡Su alteza, por favor, baje el arma! 

Mientras los soldados la llamaban, la princesa Vileena simplemente miró al frente y se encontró con los ojos de Ryucown. Quizás debido a su determinación, no había ni rastro de vacilación en su cara blanca como la nieve. 

— Princesa, ¿hasta dónde llegará con este espíritu militar?— Dijo Ryucown con un suspiro—. Si... sí, si muestro mi resolución frente a todos aquí, mi determinación, ¿qué hará? Podemos seguir las viejas costumbres y nunca cumplir nuestros ideales, y al final, incluso si salimos de esta batalla, las cosas seguirán siendo las mismas. ¿No es mejor si elige el resultado más beneficioso para los dos? 

— Entonces apúrate. Ya encontré mi resolución. 

— ¡Princesa! 

— ¡No se acerquen! 

Al darse cuenta de que los soldados estaban tratando de acercarse a ella, Vileena repentinamente retrocedió. No movió la pistola de su sien ni siquiera un poco, pero aun así avanzaron. 

— Por favor, su alteza. 

Ryucown señaló hacia los pilares del lado opuesto, detrás de los cuales continuaban las llamas de la guerra. 

— Mire a los ejércitos de esos imbéciles Mephianos y a los Garberanos en esos campos, quienes a pesar de su número abrumador, tienen problemas contra nuestros valientes hombres. ¿No comprende lo que esto representa, su alteza? Dejando de lado a los cobardes Mephianos, el ejército de Garbera ha caído en el caos. De hecho, vacilan porque no pueden decidir si me siguen o no. No siguen ciegamente a la familia real, y se preguntan si aquellos que siguen mi camino no son realmente los que protegen este país. Esta es la respuesta que la gente de Garbera ha encontrado. 

Siguiendo las palabras de Ryucown, sus hombres alzaron sus voces. 

— Princesa, reconozca nuestra causa. 

— Esta batalla es por el verdadero orgullo de Garbera. ¡Por favor, entienda! 

Al mirarlos, los ojos de Vileena no encontraron hostilidad. No había ninguna hostilidad en sus ojos cuando Vileena los miró. Sus ojos parecían estar tristes. Desde el principio, ella nunca pudo encontrar enemistad o mala voluntad por parte de ellos. Porque, en sus corazones, todos amaban a Garbera, y todos amaban a la flor de Garbera, la princesa Vileena. 

— ¡No quiero!— Gritó la princesa en ese instante, pero ¿para qué? 

Frunció el ceño, tenía lágrimas en los ojos y con la pistola todavía apuntando contra su cabeza, gritó como un niño que hace una rabieta. 

— ¡No quiero! ¡No quiero! ¡No quiero hacerlo! 

— ¡Vileena-sama! 

— ¡Este es el Garbera que ama el abuelo y que padre nutrió!— Dijo Vileena, con una lágrima derramándose por el rabillo del ojo— ¿Por qué? ¿Por qué...? 

— Deje de decir tonterías. 

Ryucown estaba respaldado por una creencia que no podía ser sacudida por nada, ni siquiera por las palabras de un oráculo de Dios, pero fue interrumpido por alguien inesperado. 

— ¡No las llames tonterías! 

Con una voz como salida del abismo, sus palabras hicieron que Ryucown y Vileena miraran hacia él. Ryucown, aunque se había olvidado por completo de Orba hasta el momento, dijo sardónicamente 

— No te muevas— y volvió a apuntar con la espada al gladiador. Sin embargo… 

— Esa espada, devuélvela. 

— ¿Devolverla? ¿De qué estás hablando? Esta es… 

— Hace seis años— dijo Orba. 

Por alguna razón, el general rebelde se sorprendió y tragó por completo sus palabras. Había ahora otra intensidad en su mirada mientras miraba al gladiador que se levantaba del suelo, mientras escuchaba las palabras. 

— Hace seis años... todavía aspirabas a ser caballero, pero ya lo eras mucho más que otros. Ahora es diferente. Para cumplir tus ideales, has levantado tu espada contra tu señora. Incluso trataste de amenazarla con la muerte. ¿Por qué te estás jugando la vida? Estás tan malditamente intoxicado que eres sordo a las palabras de tu señora y también estás jugando con su vida. Ryucown, ¡ni siquiera eres un caballero! 

Cuando Ryucown estaba a punto de preparar su espada para un ataque, y con la atención de todos centrada en la princesa, Shique aprovechó la oportunidad para romper su cerco. 

— ¡Tómala! 

En ese instante, Shique arrojó su espada y Orba la atrapó, como si los dos lo hubieran planeado de antemano. Entonces, Shique echó a correr y se movió detrás de la princesa, arrebatando el arma de su mano y empujándola contra su nuca. 

— ¿¡Princesa!? 

— ¡Su Alteza! 

— ¡No se muevan! 

Como si no hubiera escuchado las palabras de Shique, Ryucown se movió para atacar a Orba. Por reflejo, el gladiador detuvo el golpe y los dos comenzaron a cruzar las espadas de nuevo. 

— ¡¿Qué están haciendo?!— dijo Ryucown mientras tenía un ceño demoníaco en su rostro—. No podemos permitir que un Mephiano mate a la princesa. ¡Captúrenlo! 

Shique chasqueó la lengua. La mezcla de terror y confusión en las caras de los soldados comenzó a desvanecerse cuando se miraron el uno al otro. Era ahora o nunca. Si esperaba que el enemigo tomara una decisión, volvería a ser superado en número. 

Tenía que moverse... ¿pero a dónde? 

— Señor Gladiador. 

— ¿Eh?— Espetó Shique con voz sorprendida. 

La princesa que se suponía que debía tener como rehén fue la que tomó la iniciativa. 

— Por ahí— susurró en voz baja, usando su barbilla para señalar la nave que estaba guardada cerca. 

En un instante, los pensamientos de Shique fueron los mismos que los de ella. 

— Entiendo. Sin embargo, será un poco difícil. 

— Estoy acostumbrada. 

Inmediatamente después de su respuesta, Shique apuntó fríamente con su pistola y disparó. Antes de que el sonido amenazador se desvaneciera, agarró los delgados hombros de la princesa y comenzó a correr. Vileena abordó la nave. Mientras Shique se sentaba detrás de ella, inmediatamente encendió el motor. Emitiendo éter, la nave los levantó a los dos en el aire. 

— ¡Traeré refuerzos! ¡Espérame!— Gritó Shique. 

Sin embargo, en ese mismo momento, la princesa dudó. Dentro de la gran sala se encontraban los heroicos soldados mephianos y los seguidores leales de la familia real de Vileena, que deseaban restaurar a Garbera a sus ideales. Tuvieron el coraje de poner sus vidas en juego, y ahora Vileena tenía que abandonarlos. 

— ¡Princesa! 

Como era de esperar, el rostro de Ryucown palideció y comenzó a correr directamente hacia la aeronave. Sin embargo, la imagen de una cuchilla de acero brilló ante sus ojos. Espetando contra el suelo, se encontró con Orba que estaba cargando directamente contra él. 

— ¡Vete!— Rugió Orba. 

Bloqueó un golpe que le hubiera cortado la cabeza, seguido de dos, tres golpes fuertes. Luego volvió a gritar. 

— ¡Vileena, muévete! 

La princesa lo miró impactada. Luego, sacudiéndose a los soldados que trataban de alcanzarla, dirigió la nave hacia el cielo nocturno. Y, así como así, se fundió en la oscuridad de la noche y desapareció. 

— Si se trata de esto— dijo Ryucown, enseñando los dientes mientras cruzaban espadas— ¿Debería dar la orden de matar a la princesa junto con el ejército Mephiano? 

— ¿¡Qué!? 

La respiración de Orba se hizo más pesada. La sangre negra que había sido la corriente principal para mantener su fuerza, estaba a punto de agotarse. No sabía qué hacer, no sabía si podría terminar lo que había empezado, y no sabía si podía hacer algo más que ver cómo las cosas le eran arrebataban de sus manos como siempre. 

Pero, Orba tenía una espada, una encarnación de su sangre hirviente. 

— Alguien como tú- 

— ¡¡Maldito-!! 

Ambas voces se superpusieron junto con la oscilación de las espadas. Aunque sus puntos de vista eran diferentes, con sus corazones llevando las mismas emociones, después de todo no eran tan diferentes. 

¡No dejaré que me detengas! 

Bloqueando la espada de Ryucown mientras ajustaba su equilibrio, Orba se movió hacia la izquierda, hacia la derecha, lanzándose contra su enemigo, pero sus golpes fueron igualmente bloqueados. 

Tal vez solo necesito un poco más de fuerza. Es todo lo que me queda... 

Si algo estaba bloqueando su objetivo, ya fueran elevados ideales, deidades, dioses dragón, Orba probablemente lo desafiaría con solo una espada en la mano. 



Pero en este momento, Orba estaba volviendo a sus viejos hábitos. Tan pronto como su oponente pareció ir a la defensiva, Orba aprovechó la oportunidad para lanzarse hacia él. Pero, habiendo estado esperando ese ataque, Ryucown se giró inmediatamente para evitar el golpe, y balanceó su espada hacia Orba. 

Era como Orba lo había visto hace seis años. 

Inmediatamente después de que las chispas se dispersaran en el aire, 

— ¡Gahh...! 

Se escuchó el sonido de un gemido, junto con un chorro de sangre. 

La espada de Ryucown rebotó en la espada rápidamente desenvainada de Orba. Al final, él fue quien cayó. Esperando que Orba fuera a matar, el general rebelde había reunido todas sus fuerzas en este ataque, perdiendo por completo su postura. Orba había bloqueado el contraataque levantando la parte plana de su espada ante él. 

Aunque, tuvo que pagar un precio. Se perforó un agujero en la parte superior derecha de su máscara, creando una grieta limpia hacia el centro. 

— Espléndido. 

Mientras se derrumbaba, boca arriba en el piso y tosiendo sangre, Ryucown luchó por hablar 

— Hasta hace unos momentos, podía ver una nación de caballeros... ¿pero era este mi límite? Dime tu nombre. Yo, Ryucown, no descansaré en paz si soy derrotado por un hombre sin nombre. 

— Orba. 

Aparte de Ryucown, ninguno de los soldados presentes pudo escuchar su nombre. 

No estaba claro si le dio consuelo al hombre, porque Ryucown no podía pronunciar otra palabra ya que solo una tos llena de sangre escapó de sus labios antes de que cerrara los ojos. Orba solo lo miró en silencio. 

El hombre que se había infiltrado en el campamento enemigo con solo unas pocas personas selectas y había derrotado al rebelde Bateaux, ahora perdía su vida de la misma manera. La ironía de esto, que luego se describiría como los “últimos momentos de Ryucown”, sería la comidilla de las eras por venir. 

— ¡¡Milord!! 

— ¡Él mató a Lord Ryucown! ¡No dejen a ninguno de ellos con vida! 

El espíritu de lucha de los soldados estaba mezclado con furia. Los gladiadores que también corrieron al pasillo formaron un círculo alrededor de Orba. 

En ese momento, alrededor de una docena de naves que habían ido a atacar a la división aérea Mephiana volvieron en busca de provisiones. Estos soldados se dieron cuenta de lo que estaba pasando, y todos sacaron espadas y pistolas y se lanzaron a la parte más alta de la fortaleza. 

Respirando pesadamente, Orba pensó, 

¿Esto es el final? 

Fue solo un pensamiento fugaz en el rincón de su mente. Durante sus dos años como gladiador luchando hasta el final, hubo múltiples ocasiones en que pensó lo mismo. Y cada vez... 

¡No dejaré que termine aquí! 

Cada vez se había animado a sí mismo. Y en este momento, con muchas espadas y armas apuntando hacia él, Orba apretó con más fuerza su espada. 

Lenta pero firmemente, los hombres de Ryucown se acercaron. Orba tenía la tentación de salir del cerco, pero los gladiadores permanecían en silencio con sus armas desenfundadas, protegiéndolo. Cualquiera de los dos bandos tenía la implacable necesidad de matar, y estaban listos para convertirse en balas incoloras que cargaban entre sí, chocaban y explotaban cuando... 

En ese instante, pudieron escuchar un grito de batalla que se alzaba como la ola de un tsunami. Visible desde el balcón superior, un ejército se lanzaba hacia ellos como un incendio en las llanuras extendidas. 

Los hombres de Ryucown apretujaron los dientes, sintiéndose desesperados, y aunque habría sido una decisión sombría. Estaban preparados para la muerte, dispuestos a luchar hasta el último hombre en pie. Y al menos querían vengarse de la persona que estaba delante de ellos que había matado a su general, Ryucown. 

Pero ahora, el ejército Mephiano se estaba acercando a ellos. 

— ¡Ah...! 

De repente, uno de los soldados gritó con la emoción de un niño. Iluminado por una línea de fuego, revoloteando a través del cielo nocturno, era el símbolo de su lugar de nacimiento, adonde deseaban regresar un día con la cabeza en alto, y de la nación que de la que con amargura se habían desconectado: la bandera de Garbera. 

Levantaron la vista con asombro, varios segundos después de escuchar el sonido de una única nave. 

— ¡Se acabó! ¡¡Se acabó!! 

Justo como cuando había despegado, ella saltó ágilmente de la aeronave hacia el balcón – la Princesa Vileena. 



PARTE 3 

¿Qué? 

Mientras volaba en la aeronave, el gladiador Shique estaba sudando demasiado apretando los puños. 

¿Qué clase de chica es esta? 

La aeronave que Vileena piloteaba, después de salir de la Fortaleza Zaim, solo aumentaba la velocidad mientras se dirigía hacia el campamento Garberano. Naturalmente, Shique fue tomado por sorpresa, porque esperaba ir con las fuerzas Mephianas. Estaba un poco preocupado de que ella estuviera considerando si regresar o no a Garbera. 

Justo como Ryucown había mencionado antes, el campamento de Garbera probablemente estaba en el caos total. Tenían las manos ocupadas lidiando con los traidores entre ellos y también vieron la aparición de fuego entre el ejército Mephiano. No era algo tan extraño que algunos soldados tuvieran fuertes sentimientos de huir y unirse a la causa de Ryucown. 

Peor aún, aunque no hacía falta decirlo, este era un campo de batalla. 

Después de la puesta del sol, muchas armas apuntaban a cualquiera de las naves que volaban hacia ellos en la oscuridad. Les dispararon sin pedirles que se identificaran. Las cosas estaban en un punto donde un hombre como Shique estaba gritando mientras Vileena inclinaba la nave hacia la izquierda y hacia la derecha. Cuando la nave descendió en altura, finalmente hubo algunos soldados que la reconocieron y gritaron 

— ¡Princesa! 

Y Vileena les gritó desde arriba. 

— ¡Vayan ya y ataquen a las fuerzas de Ryucown junto con los Mephianos!— Ordenó en voz alta. 

En el momento en que los disparos se extinguieron, parecía que el tiempo se hubiera detenido. En la distancia detrás de Vileena, el fuego de la guerra continuaba ardiendo y sus colores se reflejaron en los ojos de los soldados garberanos. En ese instante, Shique vio la comprensión correr a través de ellos como un rayo. Parecía que realmente eran caballeros levantando su espada al llamado de su señor. 

— ¿No es Garbera un país de caballeros? ¿Pueden llamarse caballeros si desechan la promesa de su país y vuelven su espada contra Mephius? ¿Cómo podrán mirar a los grandes antepasados de nuestra nación? ¡Vengan! ¡¡Síganme!! 

Como una guía caída del cielo, esto era lo que estos caballeros habían necesitado. 

Con pesar debido a que les tomado tanto tiempo ponerse en posición, el ejército de Garbera atacó. La fuerza militar se dividió en dos. Un lado iría hacia los Mephianos para cubrirlos, mientras que el otro avanzaría hacia Fortaleza Zaim. Podrían rodear fácilmente al ejército de Ryucown, cuyo objetivo principal era atacar a los mephianos, así que no pasó mucho tiempo antes de que la fuerza principal de Garbera se colocara delante de las puertas de la fortaleza. 




— ¡Se acabó! 

Vileena avanzó hacia la parte superior de la fortaleza entre espadas y armaduras relucientes. 

— El general Ryucown dirigió su espada contra mí. Naturalmente, no tengo ninguna duda de que él amaba a su país y a su gente, pero en lugar de Garbera o su título de caballero, llegó a amar solo a un país de caballeros formados según sus propios ideales. No tiene sentido continuar esta batalla. 

Rodeados por las tropas de Garbera que nacieron en las mismas tierras, habiendo perdido a su líder, y siendo persuadidos por su querida princesa, las fuerzas de Ryucown habían sido completamente despojadas de su fuerza y ​​propósito. 

De hecho, la fortaleza ya había caído. Los soldados arrojaron sus armas y se dejaron caer al suelo, lágrimas brotaban de sus ojos mientras lloraban a un caído Ryucown. 

Era un completo cambio en comparación con el salvaje campo de batalla, la fortaleza estaba llena de sollozos trágicos y llanto como en un funeral. Vileena miró a su alrededor cuando, caminando sin rumbo, tropezó con sus pies. 

— ¡Princesa! 

Gilliam, que estaba cerca, la sostuvo rápidamente. 

Mirándola a la cara, estaba tan blanca como la cera, pero era solo porque su rostro estaba cubierto por el brillo del sudor y sus labios eran de un rojo intenso. 

— ¡G-Gilliam, bastardo! ¿No deberías soltar a la princesa? 

— ¿Qué te tiene tan conmocionado, Shique? Si la suelto ahora, caerá al suelo, ¿no? 

— Entonces, dámela... 

— Estoy bien. Gracias— dijo una avergonzada Vileena, soltando a Gilliam—. Shique y Gilliam, ¿no es así? 

— ¡S-sí! 

— Han sido excelentes desde el Valle Seirin. No solo me han salvado, sino también a Mephius y Garbera. Representando a la gente de ambas naciones, les agradezco desde el fondo de mi corazón. 

— No, yo- — dijo Gilliam. 

— Tiene razón, princesa. No hay necesidad de darle a este hombre palabras tan dulces. Es solo un patán ignorante cuya única satisfacción es blandir su hacha en batallas e incursiones... 

— ¡Eres un perro intrigante! Escuche, princesa, si no es por amor o besos de los nobles o- arggg, ¡probablemente no entienda nada de esto! 

Vileena sonrió a los dos que estaban empezando a intercambiar palabras. Naturalmente, Vileena también sufrió muchos problemas. Sin embargo, como parte de la familia real de Garbera, tenía que soportarlo, especialmente si quería lograr algo después de convertirse en la emperatriz de Mephius en el futuro cercano. 

Luego vio a otra figura entre la multitud que merecía un crédito especial. El espadachín enmascarado ya estaba a punto de abandonar el gran salón. Ella corrió hacia su espalda que se alejaba. 

— Tú eres el que derrotó a Ryucown, ¿verdad? Eso es increíble. Cómo te llamas gladiador, ¿eso significa que también eres parte de la guardia personal del príncipe? 

— Sí… 

— Gracias a ti he desechado mis dudas. Te doy las gracias por ello. 

Vileena decía en serio cada palabra. Esa vez, después de haber abordado la nave y haber sido incapaz de volar al principio, estaba dividida entre dos países e incapaz de elegir. 

Por esas palabras 

Ella era débil. Había sentido que estaba dejando que los soldados de Ryucown y los compañeros de este hombre murieran. 

Pero debido a eso... 

Tenía que volverse más fuerte. La base de la realeza era convertirse en una persona tal que todos en la nación pudieran descubrir las mismas virtudes. Ese era el deber de aquellos privilegiados. ¿No era eso algo que habría dicho su abuelo, Jeorg? 

El espadachín giró la cabeza arrogantemente para mirar a Vileena. Sus ojos eran visibles a través de los agujeros y la grieta en la máscara, y por un momento Vileena pensó que se parecían a los de otra persona. 





Orba salió de la fortaleza solo, caminó a través de las llanuras con cicatrices de la batalla. Aunque era la noche, había fuegos y braseros por doquier, y no tenía dificultades para atravesar los campos sin una linterna. 

Había un constante ruido de armaduras al pasar junto a muchos soldados mephianos. Sus caras estaban llenas de emoción y entusiasmo, y probablemente estaban planeando saquear la fortaleza. Por el momento, las fuerzas de Garbera habían acampado fuera de las puertas, pero no se acercaron más. Como se esperaba, todavía había algo de desconfianza. No solo porque una parte de las fuerzas de Garbera los había traicionado y atacado, sino también porque el cabecilla de esta rebelión, Ryucown, había sido derrotado por Mephius. 

Orba, sin embargo, no pensó que valiera la pena preocuparse. 

Las emociones intensas de la batalla ya lo habían abandonado, y ahora solo quedaba el agotamiento, el dolor y el desaliento. 

¿Por quién he luchado? ¿Y contra quien he peleado? 

Parecía que Ryucown había estado preparado para su muerte. No solo cuando había sido derrotado, sino que desde el momento en que se conocieron, la muerte había estado visible en sus ojos. Aunque era difícil decir hasta qué punto habría reformado seriamente a Garbera, no había forma de que su nombre no fuera recordado por su gente. Por ahora, parecía que las llamas de la rebelión se habían extinguido, pero el nombre de Ryucown probablemente seguiría ardiendo en los corazones de los hombres. 

Un espejismo. 

Más allá de los temblorosos reflejos del aire caliente, había una vívida ilusión. Era un recuerdo de los días de infancia de Orba, y sin embargo, ¿no había seguido Ryucown sus sueños hasta el final? En cambio, habiendo sido maltratado por el destino, Orba había dejado de lado gradualmente el sentimentalismo de un niño. 

Pero Ryucown había sido diferente. 

Incluso si solo pudo tomar un poco de ese espejismo en sus manos, creía sinceramente que tendría éxito, que lucharía o moriría. 

Y si se preguntaba si ese era el tipo de hombre en el que quería convertirse, la única respuesta era tomar el desafío de frente y con confianza. 

— ¡Eh, tú! ¿Eres de la guardia personal del príncipe? 

Orba abrió los ojos sorprendido. Oubary estaba caminando hacia él. Como el comandante de un ejército victorioso, caminaba con soldados a los lados, acompañado a su izquierda y derecha por dos soldados que portaban una espada y una pistola. 

— Sí— respondió Orba cortante, deteniéndose en seco. 

Oubary retorció amargamente los labios. 

— Que hayamos tomado prestada la fuerza de gente como los gladiadores para obtener la victoria avergonzará al ejército de Mephius. Finalmente, el príncipe tendrá que defenderse ante su padre. 

Estaba a punto de irse después de refunfuñar su queja, pero Orba lo llamó. 

— General— dijo. 

— ¿Qué? 

Oubary se dio la vuelta, adquiriendo un aire de importancia, pero Orba miró hacia abajo y no dijo nada. Él no podía decir nada. Ni siquiera había imaginado que lo desafiaría. 

— Te pregunté algo. 

Si lo hago ahora... 

Él estaba casi solo. Al mirar a los hombres a su izquierda y derecha, no causaban gran impresión. 

Si lo hago ahora... entonces tal vez... 

— ¡Bastardo engreído!— Dijo Oubary, irritado, mientras daba un paso adelante. 

— No. Es solo que todavía quedan algunos enemigos. Por favor tenga cuidado. 

— Hmph. 

Oubary le lanzó una mueca de desprecio. Luego, escupió en el suelo y le dio la espalda. 

— No te dejes llevar, esclavo. Un perro que no escucha a su amo no tiene a dónde ir. 

Una vez más, alzando los hombros, se dirigió en dirección a la fortaleza. Durante un largo tiempo, Orba miró su espalda hasta que desapareció dentro de la fortaleza. Luego se aseguró de que se dirigirse en su dirección original. 

No ahora. 

Agarró su espada con fuerza y la soltó de nuevo. Por el momento, él era solo el gladiador Orba y solo podía atacar al amparo de la oscuridad. Incluso si terminara con éxito la vida de Oubary en este momento, no tendría ningún lugar al que regresar. 

Cuando se quitara la máscara y se convirtiera en el “Príncipe Gil”, lo más probable es que tuviera mejores alternativas que como Orba, el gladiador. 

El siguiente en llamarlo fue Fedom. Prestando atención a los soldados en los alrededores, se acercó con una sonrisa como para felicitarlo por su victoria. 

— ¿Espero que estés satisfecho?— Susurró venenosamente. 

— ¿Qué quieres decir? 

— Jugar como un soldado real, en una nave real, en una guerra real- ¿estás satisfecho? Entonces es suficiente. No te permitiré hacer más. 

Suficiente, no más, ¿cuántas veces le había dicho Fedom esas palabras? Al pensarlo, Orba sonrió de repente. 

— ¿Qué es tan gracioso? Escucha, todavía no has terminado con tus deberes. El príncipe seguirá en peligro hasta que la boda con la princesa esté completa. No puedo permitir que vayas solo a la capital. Voy a hacer que te vigilen con soldados armados todos los días. 

Aunque sonreía por fuera, susurró sus amenazas llenas de veneno. Orba pensó que el tipo era bastante talentoso para poder hacer eso. 

— Ahí hay muchas más personas que conocen al príncipe que las que hay en Birac. Tienes que ser más cuidadoso. Si eres expuesto, te cortarán la cabeza inmediatamente. 

¿Oh? 

Había algo mal con esas palabras. 

Ya veo... es lo que pensaba... 

Había tenido sus dudas hasta ahora. Sin embargo, ahora estaba convencido. 

No había nadie más que supiera que Orba estaba actuando como el doble del príncipe. Al menos no entre las personas que gobiernan el estado. No sabía el motivo, pero lo más probable era para que Fedom pudiera mover los hilos de Mephius. Aparte de eso, había otras cosas en las que Orba podía pensar. 

Sin embargo, no mostró su repentina comprensión en su rostro. Solo asintió con la cabeza. 

Orba regresó a la nave insignia después de eso, se dirigió a su habitación para cambiar armadura con el “doble del príncipe” Kain, y subió a la cubierta como el príncipe. Había muchas personas reunidas que gritaban el nombre del príncipe, levantaban voces jubilosas y agitaban las manos con alegría. 

Allí, se mezcló con Gowen y Shique. Todos estaban contentos de ver a los otros seguros, y caminó en la dirección de los otros gladiadores. 

— Ryucown incluso intentó tomar la mano de la princesa— dijo Shique por el camino—. Pero, ¿no era Ryucown quien había planeado el asesinato en el Valle Seirin? 

— Había anunciado que él fue quien atacó a Mephius— dijo Gowen—. Pero no es descabellado pensar que los delegados de otros países trataron de asesinar a la princesa. Aun así, es un gran misterio. 

— No. 

Cuando Orba habló, ambos miraron al “príncipe”. Tal vez se estaba acostumbrando, o tal vez algo de talento comenzaba a brotar en su interior, pero cada vez que los soldados lo aclamaban cuando miraban hacia él, sentía una sensación de orgullo dentro de él que nunca antes había sentido. 

— También lo he pensado mucho. Pero, ¿quién se hubiera beneficiado más si el príncipe Gil y la princesa Vileena murieran en ese momento? 

— Bien, ¿quién? 

— Eso es… 

La luna blanca brillaba en la oscuridad de la noche. 

Orba tocó la espada en su cintura, que era diferente de la que solía llevar. Era la espada corta que había recuperado de Ryucown. La hoja brillaba como si todavía fuera nueva y había sido grabada con el nombre de Orba.





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