Rakuin no Monshou Volumen 6 - Capítulo 1

TEMPESTAD 


PARTE 1 

Esmena, la hija del gobernador general de Taúlia, Ax Bazgan, estaba bajo un dosel que se colocó en la azotea de la sala. 

El amanecer estaba al alcance de la mano. 

—Princesa, ¿acaso no volvera pronto? 

La doncella que la acompañaba preguntó con cara de estar sofocando sus bostezos. No era de extrañar. Al despertar repentinamente a medianoche, su señora abandonó inmediatamente su habitación. Pensando que podría ser uno de sus ataques habituales, las doncellas la habían perseguido apresuradamente sin siquiera cambiarse de ropa. 

—No puedo dormir. Iré a tomar un soplo de aire fresco —había dicho Esmena, bastante confundida por el desconcierto de la situación. 

Al final, la acompañó la más joven de sus doncellas. 

Los aposentos interiores y el palacio estaban conectados por un largo pasillo vigilado día y noche. Como era costumbre desde hacía mucho tiempo, los accesos al palacio interior, a excepción del pasillo, estaban bloqueados por el foso, a cambio de lo cual se podía pasar por el pasillo hasta el palacio y llegar directamente a la sala del trono. Como reliquia de la época en que las habitaciones interiores todavía estaban vedadas a los hombres, cuando las mujeres llegaban al castillo, intentaban en la medida de lo posible permanecer fuera de la vista. 

En la azotea, al igual que Esmena y la doncella, había un solo guardia de servicio nocturno en cada uno de los parapetos a ambos lados. 

Nubes borrascosas vagaban por el cielo. Las estrellas que desaparecían detrás de la nebulosa luz del amanecer parpadeaban como si jadeasen para respirar. 

Los ojos de Esmena estaban fijos en el oeste. En ese momento, su padre estaba cabalgando más y más al oeste de Taúlia. Alrededor del atardecer de ayer, el interior del castillo había entrado en actividad súbitamente. Soldados con armadura completa, así como caballos y dragones alineados en filas fuera del castillo. Esta guerra estaba a punto de estallar, y además una en la que se decidiría el destino de su Casa. Había sido una completa sorpresa para Esmena. 

Según lo que había dicho su padre, primero las unidades más veloces irían hacia el oeste durante un día y una noche sin pausa. Sentado en su caballo, Ax abrazó a su esposa Jaina y a su hija Esmena a su izquierda y a su derecha, y simplemente les dijo: 

—Volveré pronto. 

Parecía que los preparativos para la organización de las tropas se habían llevado a cabo en secreto hasta ese momento. Incluso su madre Jaina no sabía de ellos. 

—Esperaremos su regreso, mi señor —Jaina se inclinó, su porte exactamente igual al de siempre cuando veía a Ax irse al frente de batalla­— Espero con ansias realizar una danza de la victoria para usted, mi señor. 

—Sí —dijo Ax con una sonrisa mientras se ponía el casco. 

Él también tenía la misma expresión de siempre. Se volteó para sonreír también a Esmena, luego tiró de las riendas y se fue al frente de las tropas. 

Más tarde, cuando ya era pasada la medianoche, las tropas de infantería y los artilleros también se alinearon y abandonaron el castillo. Las unidades se habían separado para dificultar que el enemigo sospechara de sus movimientos hasta que el grupo de avanzada ya estuviera sobre ellos. 

El enemigo. 

Esa siniestra palabra pasó por la mente de Esmena. Después de la partida de su padre, se enteró de que Cherik había establecido un campamento cerca de la frontera al oeste de Taúlia. Se decía que el objetivo de Cherik era contenerlos. Debido a ello, Taúlia no pudo ayudar al norte de Helio, que aparentemente había sido ocupado por las fuerzas de Garda. 

—Con la velocidad de la caballería, llegarán fácilmente al campamento de Cherik antes del amanecer— fue lo que dijeron los soldados que se quedaron en el castillo cuando les preguntó al respecto. 

—¿Habrá guerra? 

—Según el estratega Ravan, probablemente no llegará tan lejos como para la guerra. Por el momento, Cherik debería ponerlo todo en defensa. Mientras tanto, la unidad de vanguardia del Señor evitará que las cosas se conviertan en la guerra de asedio que Cherik espera. 

Esmena se mordió suavemente el labio inferior. Conocía el nombre de Garda. El terrorífico hechicero que a menudo aparecía en sus pesadillas y la atormentaba se llamaba a sí mismo nada menos que Garda. Sin embargo, su encuentro con el príncipe heredero de Mephius, Gil, y luego la notificación de su muerte, lo habían expulsado de su memoria. 

En este momento, la mayoría de las tropas se habían ido y el número de soldados que quedaban en Taúlia no llegaba a trescientos. Esmena no tenía la menor idea de que la situación se había vuelto tan urgente. 

Un profundo suspiro escapó de sus labios de color rosa. 

No sabía cuándo había empezado, pero en ese momento, Esmena se sintió como un ser humano terriblemente pequeño, totalmente ignorante y sin valor. La idea de lo verdaderamente vacía que estaba, la llenó de miedo y destrozó su sensible corazón. 

Era raro que Esmena Bazgan diera un paso fuera de esta ciudad-estado de Taúlia. Se podría decir que en su mayor parte, ni siquiera entendía a Taúlia en sí misma. Como resultado, y aunque lo pensó, no pudo captar la primera pista sobre cuál era el alcance total de la situación con Cherik, cuáles eran las posibilidades de victoria de Taúlia, o lo que ella, como hija de la Casa Bazgan, debía hacer en este castillo ahora que su Señor estaba ausente y la mayor parte de su poder militar se había ido. 

Nadie me dice nada. Se ríen de mí a mis espaldas. Es tan bueno como decir que incluso si esa princesa cree que está viviendo una vida satisfactoria, es sólo una muñeca cuya cabeza y corazón están vacíos. 

Incluso cuando se acostaba entre las sábanas, no podía dormir. En vez de preocuparse por todo ello, mientras estaba en su confortable y acogedora cama, quería salir al exterior donde al menos pudiera respirar el mismo aire que su padre mientras rezaba a los Dioses Dragón por su buena fortuna en la guerra. 

Esmena era famosa por ser la más bella de Taúlia y, de hecho, del oeste. Tenía los ojos cerrados y su aspecto, mientras dejaba que el viento acariciara sus suaves mejillas, recordaba el relieve esculpido que se representaba ampliamente en Tauran de la antigua princesa sacerdotisa Meuru ofreciéndose a los Dioses Dragón. Sin saber lo que pensaba, la doncella, que era más joven que ella, estaba admirando el hermoso rostro de su señora cuando: 

—¿Qué estás haciendo? A esta hora. 

Al oír una voz que se levantaba como un regaño, Esmena y la doncella se dieron la vuelta, sorprendidas. Allí estaba Raswan Bazgan, a quien los soldados en servicio saludaban de manera especial. Era el primogénito de Toún Bazgan, hermano menor del Gobernador General Ax y responsable de las Fuerzas de Defensa. En otras palabras, Raswan era el primo de Esmena. 

—Tú también, Lord Raswan. ¿Por qué estás...? 

—Estoy ayudando a papá —quizás porque era una especie de burla hacia sí mismo, la sonrisa de Raswan se volvió cruel—. Ahora que Su Señoría ya no está presente, debemos mantener una estricta guardia en todo momento. Tú también eres importante, princesa. Deberías volver a tu habitación ahora. 

—Gracias. Entonces lo haré. 

Aunque su lenguaje y modales eran corteses, a Esmena siempre le había resultado difícil tratar con su primo, que nunca escuchaba lo que nadie tenía que decir. Justo cuando estaba a punto de volver, 

—Princesa —Raswan se acercó bruscamente a ella a una distancia tan cercana que quiso gritar con fuerza. 

—¿Qué pasa? 

Mientras Esmena preguntaba eso, abriendo los ojos aún más de lo habitual, Raswan mostró una inusual vacilación ante la penetrante luz que había en esos ojos. 

—No.... La situación es como sabes. Cuídate. 

—Gracias. 

Esmena sonrió, pero Raswan no se distanció más como se haría al final de una conversación. Al mismo tiempo, tampoco dijo nada. Esmena sintió que era extraño ya que nunca habían tenido una relación cercana, y por eso ella fue la que abrió la distancia entre ellos y luego, con una reverencia, abandonó la terraza. La doncella corrió tras ella. 

—El Señor Raswan parecía como si quisiera hablar un poco más. 

—No es que me haya sentido en contra —Esmena se puso una mano en la mejilla—,sin embargo, no se puede negar que Raswan es en el fondo un guerrero y si permanecemos demasiado tiempo en el mismo lugar, es probable que la atmósfera se vuelva insoportablemente masculina. 

—Pero, princesa, ¿no es su padre también un verdadero guerrero taúliano? Y aunque el general Bouwen, con quien la princesa tiene una buena relación, suele ser una persona muy amable, en el fondo es claramente un duro guerrero. 

—¿En serio? Y sin embargo, ni siquiera ahora puedo imaginarme a Bouwen luchando con una espada en la mano. Pero en todo caso, creo que Lord Raswan tiene una manera más refinada y que no proyecta una atmósfera tan varonil. 

Y su apariencia también es buena, añadió en voz baja. Esmena se rió suavemente de su manera honesta de hablar. Esmena no tenía nada parecido a amigos cercanos de su edad, pero desde que se comprometió en un voto de hermandad con la princesa Ineli en Apta y también, aunque no estaba claro si la propia Esmena se daba cuenta de ello, ya que al encontrarse con el insolente mercenario enmascarado después de la muerte del príncipe Gil, su conexión con los que estaban cerca se había hecho más profunda que antes. 

Raswan, que se había quedado en la terraza, chasqueó la lengua. El sol se elevaba poco a poco y era el momento en que se empezaban a ver personas en los campos alrededor de las paredes exteriores. 

Originalmente, se suponía que Raswan también debía dirigirse a Cherik a la cabeza de la unidad de dragones. Ax había seleccionado quinientos jinetes de dragones para confiarle. Sin embargo, el propio Raswan había hecho una petición. 

—Esta vez, ayudaré a papá. Ya que espero que tarde o temprano, yo también cargue con el importante deber de defender el país. 

La apariencia de Raswan se asemejaba a la de un caballero Garberano y mostraba la figura de un noble, pero era conocido por luchar como un demonio en el campo de batalla. Por lo tanto, aunque a Ax le pareció un poco sorprendente, esta petición tenía otro significado. Al decir que sucederá a Toún Bazgan, también declaró que no participaría en la lucha por la sucesión para convertirse en el gobernador general de Taúlia. 

Reconociendo esa admirable intención, Ax dejó a Raswan como comandante de la guarnición de Taúlia. Naturalmente, nunca imaginó que una víbora estaba construyendo su nido dentro del corazón de este sobrino que estaba creciendo tan espléndidamente hasta la edad adulta. 

Una solitaria sombra se le acercó a Raswan, que miraba irritado en la dirección en que Esmena se había marchado. 

—Lord Raswan. 

Con un sobresalto, se giró para mirar y vio a un hombre bajito y anciano. Un hombre muy corriente vestido con el atuendo de un funcionario y sin nada que llamara la atención. Sin embargo, Raswan parecía nervioso y, bajo el pretexto de comprobar que los guardias que estaban de pie en los parapetos a ambos lados estaban lo suficientemente lejos, apartó la vista. 

—Ahora que las cosas están llegando a un punto crítico, es mejor que no hagas nada fuera de lo normal. La mayoría de los soldados que quedan en el castillo no son nuestros aliados. Aunque nadie aquí tiene buena intuición. 

—Lo sé —la expresión de Raswan se volvió más resentida. 

—La muchacha que es descendiente directa del linaje del gobernador general es necesaria para gobernar Taúlia pacíficamente. Ya que ella estará involucrada, lamentablemente siento que no podemos acabar con su vida y por eso he venido a comprobar un poco la situación —Sentía como si los ojos del viejo pudieran ver dentro de su corazón. Habiendo reunido su coraje, había hablado en un tono de voz deliberadamente severo. 

—Hay muy poco tiempo antes de que pasemos a la acción. Debes avisar a los soldados. 

En preparación para este día, Raswan había llegado a un acuerdo con los oficiales al mando y los funcionarios de alto rango que no estaban satisfechos con la alianza entre Ax y Mephius. Entre los soldados empleados por Toún Bazgan, también estaban los que habían indicado su apoyo. En cuanto a la pieza esencial que era su padre, sin embargo, actuó en secreto. Raswan conocía la tímida naturaleza de su padre. Arriesgarse a que el plan saliera a la luz debido a un intento fallido de persuasión era una locura que no cometería. Ya se había decidido. Y aunque fuera su propio padre. 

Si se interpone en mi camino, lo mataré. 

Sin embargo, Raswan no había revelado todo el plan a los que se habían unido a él. En otras palabras, tuvo que notificar formalmente a los soldados que, utilizando la invasión del ejército de Garda, tenía la intención de organizar el levantamiento ese mismo día. 

—Te dejaré el momento oportuno a ti. 

—Sí —asintió el viejo con la cabeza. 

La información sobre toda la remota región occidental parecía ser accesible para él sin que se moviera desde Taúlia. Ordinariamente, algo así sería completamente imposible de creer, pero Raswan había tenido muchas oportunidades de verificarlo. Fue porque creía en su poder que Raswan había decidido organizar un levantamiento armado dentro de Taúlia. Ahora no había lugar a dudas. 

—Aquellos que no se sienten cómodos con la paz con Mephius son fundamentales. Naturalmente, una vez que obtengamos Taúlia, la próxima será la guerra con Mephius. No debemos cometer ningún error en nuestros preparativos en ese sentido. 

—Déjamelo a mí. 

—Tú —los ojos agudos de Raswan de repente se encendieron con curiosidad—, puedes “ver” el oeste, pero ¿qué pasa con Mephius? ¿Puedes ver lo que realmente está pasando allí? 

—Hasta cierto punto. Los vasallos están cada vez más insatisfechos con la evidente y obstinada arrogancia del actual emperador. Pero al mismo tiempo, nadie sabe qué tipo de tratamiento esperar si se oponen a él, por lo que el estado de ánimo es algo sombrío. Además, ahora que el príncipe heredero ha muerto, parece que hay un desacuerdo interno sobre qué posición adoptar con respecto a su prometida, la princesa Garberana. 

—Lo que significa que habrá muchas oportunidades para aprovechar. 

—En efecto —tanto la expresión como el tono de voz del anciano permanecieron igual que siempre. 

Raswan respiró hondo y miró al cielo, y luego bajó su mirada a las adormecidas calles de Taúlia. Era joven y vigoroso, y también orgulloso de ser descendiente de la Casa Bazgan. Pero debido a la paz que había venido de la guerra con Mephius, ese orgullo- 

Ha sido arrebatado. 

Estaba enojado. La juventud de Raswan no le permitió perdonar. Tanto su sangre violenta, que siempre buscaba una salida, como los consejos del anciano que actualmente estaba a su lado, lo impulsaron a la acción. 

Raswan tembló. 

No por miedo. Cuando leyó sobre Zer Tauran en los libros de historia, cuando recordó cómo Taúlia debe perseguir ese ideal en el futuro, cuando veía la ciudad de Taúlia ante sus ojos como lo hacía ahora, un cierto pensamiento siempre le venía a la mente a Raswan. 

Siempre, desde la infancia. Ese pensamiento finalmente tomó forma, sintió que estaba realmente a su alcance, y Raswan tembló. 



PARTE 2 

Más o menos al mismo tiempo que Raswan ardía de ambición en Taúlia, Moldorf, el Dragón Rojo de Kadyne, espoleaba a su caballo con furiosa energía. Las tropas que le seguían eran aproximadamente tres mil. Eran las fuerzas de Garda que habían partido de Helio. Mientras se abalanzaban sobre las gruesas nubes de polvo, por supuesto que ignoraban que ya en ese momento, el fuego se elevaba dentro de Helio. Instaron a sus caballos y dragones a seguir adelante, con la única intención de derribar a la fuerza principal de Taúlia mientras se dirigía hacia Cherik. 

No había forma de que el enemigo fuera consciente de sus movimientos. Incluso para Moldorf, era incomprensible cómo el hechicero del ejército de Garda entendía tan bien los movimientos de Taúlia. Por su cantidad, le cortarían la cabeza a Ax en un instante. Y luego, 

Si tomamos la cabeza de Ax, 

Aquellos que estaban siendo retenidos como rehenes en las distintas ciudades serían liberados, eso es lo que el hechicero había dicho. Era sólo una promesa verbal. No se sabía en qué medida se podía confiar, pero desde el principio Moldorf y los demás habían obedecido porque los amenazaban con matar a sus familiares y amigos. Sólo podían mover al ejército como se les había ordenado. 

Viniendo del norte de Cherik, su marcha los había llevado a una posición que daba directamente al lago Soma a su derecha. Por un momento, una columna de fuegos encendidos iluminó brillantemente el lago que yacía bajo las sombras de la noche. Esto fue para informar a Cherik que la ayuda estaba en camino. Todo se desperdiciaría si esa ciudad se atemorizara del gran ejército de Taúlia y se rindiera de inmediato. La señal era para decirles que sus fuerzas y las de Cherik prepararían un ataque de pinza. 

Sin embargo, cuando casi llegaban a su destino, Moldorf se fijó en el grupo de exploradores a un lado del camino. Estaban en posición antes de lo esperado. Deteniendo a su caballo, escuchó su informe. 

—Ho —gruñó brevemente y miró hacia el bosque que les esperaba. 

Estaban a algo menos de diez kilómetros de Cherik. Al parecer, en el centro del bosque había un embalse que extraía agua del lago Soma para las fincas circunvecinas. Como el espacio entre los árboles era estrecho, también tenía la intención de reducir la velocidad de los grandes ejércitos enemigos. Viniendo del este, las tropas de Taúlia habían dado la vuelta al sur del bosque y actualmente estaban acampando con los bosques a sus espaldas. 

Fue rápido. 

Idealmente, Moldorf había querido atacar al enemigo antes de que completara su formación de batalla. Las tropas debían dividirse en dos, con una unidad emboscando al enemigo desde el sur mientras que la otra atacaba desde el norte. Había pensado que tenían más que suficiente tiempo pero, 

Ese es Ax y se mueve bien. 

Parecía que las ágiles unidades montadas habían marchado primero, que habían establecido su formación y que planeaban esperar a los que les seguían. También mantenían una estricta vigilancia, por lo que el equipo de reconocimiento tampoco podía acercarse fácilmente. A la retaguardia del cuartel general de las tropas, quinientos soldados vigilaban el camino desde Taúlia. Tampoco se produjo ningún descuido. Aunque habían pasado la noche en una marcha agotadora, incluso los movimientos de los soldados de más baja jerarquía eran visiblemente enérgicos. Moldorf estaba asombrado. 

Realmente se mantuvieron unidos. Esa era la habilidad de Ax Bazgan y del famoso estratega Ravan Dol. 

El tiempo que Ax pasó aquí esperando a los que le seguían también le dio un indulto a Cherik. La evaluación de Moldorf fue que si Cherik se daba cuenta de que estaba en desventaja y se rendía, Taúlia tenía la intención de capturarlo sin esperar a unirse a las tropas que le seguían. 

Es una estrategia drástica. Sólo puedo decir que es digno del heredero del nombre Bazgan. 

Contrariamente al sentimiento que tenía de querer alabar al enemigo, Moldorf tenía un miedo y una repugnancia indecibles hacia el hechicero que actualmente se suponía que era su aliado. Todo iba como ellos querían. Y Moldorf no veía nada divertido en el hecho de que, sea cual fuera la estratagema, la disposición o la determinación, todo era completamente impotente ante el hechicero. 

En cualquier caso, sabiendo de los refuerzos aquí, Cherik pronto -probablemente al amanecer- enviaría sus tropas y saldría. Y Moldorf aprovecharía esa oportunidad para atacar al ejército de Taúlia por la retaguardia. 

—El rey de Cherik es Yamka Segundo, ¿no? 

—¿Sí? —El ayudante del equipo de Moldorf habló. 

El ejército era una agrupación desarticulada tanto en su origen como en su composición, pero Moldorf había reunido unidades de Kadyne a su alrededor. Los onocía lo suficiente como para recordar el rostro de todos y cada uno de los soldados. Tras un momento, el ayudante asintió. 

—Es un joven rey. Apenas unos treinta años. 

—¿Estaba soñando el tonto? 

El ayudante no contestó a la miserable voz de Moldorf. Cherik había pecado al unirse a Garda. A diferencia de Kadyne, que había sido asaltada por las fuerzas de Garda y que entonces tenía las vidas de su gente y de la princesa como garantía para asegurar la obediencia, en el caso de Cherik, se creía que el rey Yamka había cooperado con el hechicero por su propia voluntad. 



Aunque Cherik era comparativamente rico gracias a las bendiciones del lago Soma, seguía siendo un país pequeño. El conocido como Garda bien podría ser capaz de reescribir las relaciones de poder dentro de Occidente de un solo golpe, y el joven rey debe haber visto en ello una forma de hacer realidad sus ambiciones para Cherik. 

Yamka no debe saber qué esperar de ese hechicero. De la difícil situación en la que se encuentran Kadyne, Lakekish, Fugrum y Eimen. 

El país de Moldorf, Kadyne, sucumbió casi exactamente un mes antes de la caída de Eimen. Los oficiales y soldados no habían sido negligentes. Como en ese momento, Lakekish y Fugrum en el norte ya habían sido capturados, desde el principio reconocieron que el ejército de Garda no sería un oponente fácil. Todos los oficiales, incluido Moldorf, se habían esforzado por reforzar a fondo la defensa de la ciudad. Ni siquiera la hormiga más pequeña pudo haber pasado a través de las formaciones dispuestas a lo largo de las paredes exteriores de Kadyne. 

Y sin embargo, Kadyne cayó en un abrir y cerrar de ojos. Moldorf había confiado en que podrían repeler cada carga que el enemigo les lanzara, pero eso era porque no se había imaginado ni por un segundo que el enemigo estaba dentro de las puertas. 

Y además, ese enemigo– 

—Moldorf. 

Mientras Moldorf estaba profundamente absorto en sus pensamientos, un hombre a caballo se le acercó. Al estilo de un general de Lakekish, llevaba un casco con cuernos en forma de espadas. Con su cara estrecha y sus ojos sesgados, sus rasgos eran típicamente zerdianos. 

—¿Por qué te has detenido? ¿No deberíamos atacar? 

—Estoy esperando a que Cherik haga un movimiento. 

—Qué relajado de tu parte. Según los exploradores, hay un máximo de quinientos vigilando su ruta de escape alrededor del bosque. Si los abrumamos de un golpe, podemos atacar a la fuerza principal. 

¿Podemos abrumarlos? Moldorf se preguntó a sí mismo. Pensando en ello, estaba la moral alta del enemigo y la habilidad que había imaginado un momento antes, mientras que ellos por su parte no eran más que una mezcolanza desordenada. 

Se corría el riesgo de que si se encontraban con dificultades inesperadas, la fuerza principal del enemigo se moviera y este ataque sorpresa perdiera su efecto. Con el fin de proteger su camino de retirada, las tropas podrían salir corriendo de la fuerza principal y un gran número de soldados enemigos darían una pelea desesperada. Después de todo, Ax Bazgan estaba en ese campamento. 

Por otro lado, si hacemos un gran desvío alrededor de esos quinientos y avanzamos hacia los taúlianos, podríamos ser golpeados por los que están detrás. 

—No —tomando una decisión, Moldorf sacudió la cabeza—, Incluso si les cortamos la retirada, es mejor esperar a que Cherik haga un movimiento. A menos que se desvíe la atención del enemigo, sigue existiendo el riesgo de que se retire. Después de todo, tenemos que resolverlo con esta batalla. También está la preocupación de que si el enemigo nos atrae a Taúlia, su aliado Mephius podría entrometerse. 

—Hum. Pero si esperamos aquí tranquilamente, los que los siguen podrían llegar aquí. 

—Que se unan. Si Cherik los ataca al mismo tiempo, la cantidad no será un problema. 

—¿Has perdido el valor, Moldorf? Esta es una oportunidad de oro, podríamos fácilmente... 

—Me nombraron comandante en jefe. Si no puedes seguirme, es lo mismo que no estar de acuerdo con Garda. 

El hombre de Lakekish se puso pálido. Después de eso, frunció el ceño a Moldorf con los ojos entrecerrados, exactamente como si estuviera mirando al propio Garda y dio la vuelta a su caballo. Volvió con sus subordinados. Debe haber dicho algo sarcástico cuando los soldados de Lakekish se giraron hacia allí y se rieron. 

—Bastardos. 

—Está bien —Moldorf detuvo al ayudante que estaba lleno de ira. 

La naturaleza de Moldorf no era en absoluto paciente. Pero sintió que podía entender el celo de ese comandante, así como su miedo. Todo el mundo allí tenía mucho miedo de Garda. Les habían robado su casa. Nadie sabía dónde estaban los ojos y los oídos del hechicero. 

Yo también, ¿he cambiado? No, es imposible no hacerlo. Incluso ahora, no temo ni a las espadas ni a las balas, pero los caminos de ese hechicero son demasiado extraños. 

Estaban agrupados bajo el nombre de "ejército de la Garda", pero huelga decir que sus filas se habían engrosado por la absorción de soldados durante la ineludible marcha hacia adelante de Garda. Estaban los de las tribus de las montañas que rara vez se veían en el centro de Tauran, los soldados de Lakekish, la primera ciudad-estado que Garda atacó, y los soldados de las ciudades de Fugrum, Eimen y Kadyne, ciudades que habían caído de la misma manera. 

Cuando se trataba de luchar, blandían sus espadas por orden de Garda y se lanzaban a situaciones peligrosas, pero cuando terminaban los combates, y a pesar de la estricta disciplina militar, su moral era naturalmente muy baja. En el momento de la caída de Helio, se dice que hubo muchos que se unieron a los mercenarios de los Halcones Rojos para saquear a la gente del pueblo. 

Incluso en nuestro mundo de estados en guerra, eso no sucedía. 

A pesar de que peleaban constantemente, los zerdianos tenían un fuerte sentido de camaradería. No se puede decir que nunca hubo saqueos ni masacres, pero se sabía que si las tropas perdían su disciplina, traería desgracia a la gente del pueblo. Una y otra vez, Moldorf había sido testigo del ascenso y caída de países, pero siempre había creído en el control estricto sobre sí mismo y sus compañeros. 

Si incluso yo, que predicaba los caminos de un guerrero a mi hermano menor, cayera en la anarquía, ya no podría enfrentarme ni a mi hermano ni a mi país de origen. 

Y así, cuando luchó por Kadyne, había advertido severamente a sus subordinados contra tales acciones. Dicho de otra manera, ni siquiera la larga experiencia militar de Moldorf fue suficiente para reunir un ejército que se había hartado hasta ese punto. 

Nuestros números son altos. Y para salvar nuestros lugares de nacimiento y nuestras familias, nuestro ardor es feroz. Pero este ejército es frágil. Esa era la verdadera valoración de Moldorf. Por eso no podía autorizar un asalto tal como estaban las cosas. Podrían aplastar al ejército de Taúlia sólo si realizaban un ataque de pinza junto con Cherik. 

A través del bosque que había más adelante, las luces dentro del campamento se veían en movimiento. Se escuchó un gran número de voces gritando. Cherik lanzó su ofensiva. 





El ejército de Cherik salió por la puerta y, al recibir ese mensaje, Taúlia se posicionó naturalmente para contraatacar. Moldorf podía sentir un gran número de presencias susurrando por el bosque. 

Bien. Con esto, el enemigo también avanzará. Ahora es el momento de interrumpir su retirada. 

Detrás del hombre conocido como el Dragón Rojo de Kadyne, las tropas también habían adoptado un aire tenso. Varios comandantes alineaban sus caballos a ambos lados de Moldorf, pero él los obligó a retirarse con un gesto de su mano. 

Muchos de ellos eran famosos. Sus expresiones se volvieron hoscas. 

—Los de ese lado rodearán el bosque y atacarán a los quinientos soldados. Nosotros, las tropas Kadyne, esperaremos el momento adecuado para unirnos a Cherik, atravesar el bosque y actuar como vanguardia —anunció Moldorf. 

—¿Qué? —El comandante de Lakekish, que se había reído de él un poco antes, parecía a punto de cortarle el paso—, ¿Quieres decir que me llevaré la gloria? Entonces dime, ¿dónde está la gloria en una pelea como esta? 

—… 

—Amenazados por el hechicero, obligados a empuñar nuestras espadas como él nos dice en este tipo de campo de batalla, ¿cómo puede haber honor o gloria o incluso victoria? Aunque derrotemos al mismísimo Ax, ¿qué fama hay para nosotros? Más bien, seremos despreciados por la posteridad como los títeres del hechicero. 

—Moldorf. 

—En cualquier caso, un gran ejército no puede atravesar el bosque. Un pequeño número atravesará primero el bosque y causará disturbios entre el enemigo. Además, cortaremos su camino de retirada y con Cherik viniendo hacia ellos desde el frente, el enemigo no podrá moverse. 

Su voz era tranquila, pero era aún más poderosa por ello. La mayoría de los comandantes conocían el feroz estilo de lucha de Moldorf. Al final lo seguirían. 

Mientras varios oficiales y soldados alineaban sus caballos para tomar el sendero alrededor del bosque, Moldorf seleccionó a una docena de guerreros montados y los hizo esconderse en ese lado del bosque. Desde el principio, sus alrededores carecían de luz y las largas sombras de los árboles se extendían sobre el rostro de Moldorf. Bajo su casco en forma de dragón, una sombra oscura también cayó sobre sus ojos. 

Los hombres y las monturas del campamento de Taúlia estaban cada vez más activos. Tal vez como parte de un ataque de distracción, un disparo fue hecho y resonó por todo el cielo del amanecer. 

—¡General! —El ayudante gritó sorprendido. 

—¡Síganme! —Moldorf llamó a sus subordinados, pero aunque era una orden dada a toda la tropa, un jinete solitario de repente salió disparado hacia delante. 

Después de que su caballo entrara en el bosque, Moldorf cabalgó enérgicamente a través de los árboles. El sol naciente proyectaba una tenue luz esmeralda mientras se filtraba a través de las hojas. 

Yo terminaré con esto. 

La expresión bajo su casco era feroz mientras espoleaba a su caballo. Como le había dicho al comandante de Lakekish, esta batalla no tenía ni honor ni victoria. Por mucho que se enorgullecieran de ser rectos y tener principios, el ser forzados a luchar contra su voluntad mancharía las almas de los guerreros. 

Siendo así, la única manera era terminar las cosas lo antes posible. Si después de esto Garda no cumplía su promesa, si mantenía a la gente encarcelada, si continuaba coaccionando a los soldados y los obligaba a librar nuevas guerras.... 

Si llega ese momento, perdónenme, mi esposa, mi hijo, mi hija. Perdóname.... Princesa Lima. Llevaré a todo el ejército y marcharé sobre Zer Illias. Y juro que la barba del Dragón Rojo se teñirá de carmesí con la sangre de sus oponentes. Incluso si eso significa que serán sacrificados y que es su sangre la que correrá. 

Moldorf salió del bosque. Como era de esperar, la salida de Cherik había provocado que se derrumbara parte de la defensa. Por un momento, mientras avanzaba a toda velocidad, vio la cara de un joven que le dirigió una mirada vacía. Uno de los centinelas. Separó la cabeza de su cuello y la envió girando por el aire. Una vez más preparando la lanza que había probado la primera sangre, Moldorf continuó su ataque. 

Se encendieron varias luces en una colina ligeramente saliente. El estandarte de Taúlia revoloteaba en el centro. Su diseño era el mismo que el de Zer Tauran. 

Vio la figura de un hombre que sacaba un taburete plegable y se sentaba sobre él. 

—¡Ax Bazgan! 

Al gritar, al menos mostraba un poco de orgullo como guerrero. Al notar tardíamente que el jinete se acercaba ferozmente, los taúlianos trataron de alcanzar sus espadas y lanzas, pero fueron fácilmente derribados por la fuerza de la carrera de Moldorf. 

Aterrorizado, Ax se cayó del taburete plegable. Moldorf pateó bruscamente el flanco de su caballo y apuntó con su lanza. Se acercó constantemente a la figura enemiga. Ax ni siquiera pudo agarrar una espada. La sangre brotó. Cuando el caballo de Moldorf pareció atravesar la colina, la cabeza de Ax desapareció desde el cuello hacia arriba y se arrastró por el suelo. 

Pero - 

Mal. 

Moldorf sintió una intensa sensación de incongruencia. "Eso" no era Ax Bazgan. La atmósfera en el campamento enemigo cuando había establecido su objetivo y cuando había decapitado a su objetivo era claramente diferente de lo que había esperado. 

En ese caso, cuando Moldorf estaba a punto de girar la cabeza de su caballo a derecha e izquierda, una enorme sombra cayó repentinamente sobre él. 

Cuando levantó la vista, la gran figura de un dragón Sozos se reflejó en sus ojos. 





—Ho —el que habló desde arriba de la espalda de los Sozos fue el estratega Ravan Dol. Era un anciano cuyo cuerpo era tan delgado como un árbol muerto, pero manejaba a los dragones con admirable habilidad—. Seguramente ese es el Dragón Rojo de Kadyne. El pez que capturamos era mucho más grande de lo esperado y lo atrapamos, lo atrapamos. 

Golpeando un estrado de madera que había sido instalado en la espalda del dragón, Ravan no parecía tan alegre como sus palabras sugerían. Aunque "atraparlo" era bueno y todo eso, en realidad era una situación en la que habría sido mejor si "no hubieran tenido que atraparlo". 

Ravan estaba al mando de varios dragones y había hecho los preparativos para capturar a Cherik. Habían encendido fuegos a cierta distancia detrás de su campamento real y así crearon un "cuartel general" ficticio en preparación para un ataque sorpresa del enemigo. Pero aún así, eso sólo había sido por la improbable posibilidad de que algunas de las tropas de Cherik pasaran por el bosque. 

Pero aquí, bajo sus ojos, estaba Moldorf. 

Mierda. 

Un intenso arrepentimiento se apoderó de él. El oponente era el ejército de Garda que había partido de Helio. Ravan había calculado que podrían avanzar sobre Cherik si vaciaban Taúlia, pero de cualquier manera que él lo hubiera visto, no había creído que los refuerzos pudieran desplazarse hacia Cherik. Si se llega a esto, entonces no sería sólo una unidad militar la que atravesaría el bosque. El enemigo desplegaría una fuerza mucho mayor. 

Pero aún así... 

Sea como fuere, el enemigo se había movido rápido. Estaba seguro de que incluso si su objetivo era Taúlia, las noticias de su batalla con Cherik no llegarían a Helio hasta más tarde. Eso significaba que sus movimientos habían sido filtrados al enemigo, pero aún así, había un punto que seguía sin estar claro por mucho que pensara en ello. 

Fue demasiado rápido. 

Teniendo en cuenta sus posiciones relativas, más o menos al mismo tiempo que habían abandonado Taúlia, el enemigo debería haber estado en Helio. En cuanto a los preparativos de la marcha, se había mantenido vigilante hasta el punto de ser demasiado cauteloso. Había restringido severamente los movimientos de la gente de la ciudad-estado y había hecho sus arreglos en tal secreto que ni siquiera la gente de Taúlia se había dado cuenta de que pronto saldrían al campo de batalla. 

Así que, ¿por qué? Preocuparse por eso ahora no haría ninguna diferencia. 

Ravan envió tres dragones. En ese momento, la unidad de caballería Kadyne, siguiendo la orden de Moldorf, se acercaba al "cuartel general", pero los caballos se asustaron y dispersaron mientras los grandes dragones corrían hacia ellos con un vigor estremecedor. Sólo uno de ellos, el caballo de Moldorf, corría por entre los Sozos con un vigor sin obstáculos, casi como si estuviera poseído por el alma de su jinete. 

— Ax, ¿dónde estás? ¡Muéstrate! 

Moldorf gritó con una voz tan fuerte como el rugido de un dragón. Una flecha silbó junto a su mejilla pero no le prestó atención a algo tan trivial. 

—¡E-Enemigos! 

—¿Un ataque sorpresa de Cherik? 

—¡Es el Dragón Rojo - el Dragón Rojo de Kadyne! 

Al darse cuenta de los problemas, las tropas taúlianas alinearon sus lanzas y armas y tomaron posiciones defensivas. A partir de ese momento, no eran impostores, sino guardias que protegían su cuartel general. 

Pero, 

No podemos retirarnos. 

Tal vez atraída por el espíritu de Moldorf, la unidad Kadyne, que durante un momento estuvo a punto de dispersarse, mostró una vez más signos de ataque. 

Era un hecho que los ojos de Ravan no tardaron en detectar una oportunidad. Y que sus decisiones fueron rápidas. Si todo el ejército hubiera dejado Helio, la cantidad sería comparable a la de ellos. Además, las tropas de Cherik estaban en su frente. De cualquier forma que mirara, estaban en desventaja. En lugar de retorcerse las manos, Ravan protegía el cuartel general ahuyentando a los soldados. 

Envió una nueva señal para que sus aprendices abrieran las jaulas de los dragones y liberaran varios dragones Fey de pequeño tamaño. Al seguir utilizando los dragones para ganar tiempo, permitirían que la fuerza principal de Ax se moviera hacia el este y, con los dragones como retaguardia, también detendrían la persecución del enemigo. No pensó que eso desanimaría a enemigos, ya que ahora tenían a Ax cerca. Sin embargo, el gran ejército enemigo probablemente giraría para aplastar su camino de retirada. Ellos, la retaguardia, probablemente -no, casi con toda seguridad- serían aniquilados. 

En ese momento, Ravan se preparó para la muerte. Aunque incluso él ya había perdido la noción de su edad exacta, nunca se le había ocurrido preguntarse cuándo moriría. En lo que respecta a Ravan, hacerlo sería estar a medio camino de saludar a la muerte. Los sueños, ideales y metas que necesitaba alcanzar eran tan numerosos como las estrellas. 

Pero si Ax Bazgan era derrotado aquí, Taúlia, no, no sólo Taúlia, sino todas las tierras occidentales, caerían en manos de Garda. Más que todo lo demás, lo único que Ravan no podía perder era al propio Ax. Porque sus sueños, sus ideales y sus metas eran toda la legitimidad de la Casa Bazgan. 

—Humph —Ravan entrecerró sus ojos, que siempre se veían soñolientos—. Aunque todavía hay una montaña de cosas que necesito enseñarles, no se puede evitar. Tendré que dejar su entrenamiento en manos de otra persona. 

Sea como fuere, lo primero que había que hacer era acabar con el momentum de este ataque sorpresa. Ravan intentó enviar un mensajero, pero Moldorf, galopando sin miedo a los dragones, no dejaba pasar ni a un solo jinete. No era un comandante promedio. Por dentro, Ravan lanzó un odio violento contra el general enemigo, pero también, y sobre todo, lo alabó. 

Moldorf también estaba dispuesto a morir. Si pudieran tomar la cabeza de Ax, sería su victoria. En lugar de alejarse de aquí, se abrían paso a la fuerza. Calculó que si se hundían profundamente en la línea enemiga, Taúlia no podría usar los dragones que eran su activo más fuerte. 

Espoleando a los Sozos, Ravan envió señales continuas desde lo alto del estrado y guió a los Fey a perseguir a Moldorf. Pero mientras los Fey se acercaban y los Sozos avanzaban con pasos temblorosos, el hombre y el caballo, unidos como uno solo, galopaban imperturbables. 

Maldita sea. 

Incluso Ravan el estratega estaba empezando a sentirse impaciente. 

Con los Sozos persiguiéndole, Moldorf saltó por encima de los soldados que le disparaban, cortó las espadas y lanzas que se le acercaban por ambos lados y, entre la multitud que se movía confusamente, al otro lado de un soldado enemigo al que había atravesado longitudinalmente por el yelmo, por fin pudo ver a su presa. 

—Así que estabas allí, ¿no? Ax Bazgan. 

Levantó la mano en la que sostenía su espada hacia el gran hombre al que había llamado. Aunque a su alrededor no había más que brillantes lanzas tan numerosas como las de los soldados enemigos que las blandían, siguió adelante con un vigor incesante. Moldorf rugió con una voz lo suficientemente fuerte como para cruzar el campo de batalla e inclinó su postura hacia delante. 

—¡Mi Señor! 

Ravan iba a perseguirle cuando de repente, sangre negruzca brotó de la nuca del Sozos. A pesar de la infinitesimal probabilidad de hacerlo, una bala enemiga había alcanzado el punto en el que sus escamas eran más débiles. 

El cuerpo gigante del dragón se tambaleó de lado y Ravan fue lanzado del estrado. 

—¡Lo tengo! 

La creencia en la victoria brillaba en los ojos de Moldorf. Él mismo sabía que también era el heraldo de la destrucción. Si Ax moría, Taúlia también caería y nadie podría detener la invasión de Garda. 

Esto es - 

Más de doscientos años después de Zer Tauran. 

Este era el fin de las tierras occidentales. 





PARTE 3 

Mientras cargaba, Moldorf atravesó el viento, la brillante luz del sol, la multitud y los gritos. 

Ax también sacó su espada, pero ya era demasiado tarde. La lanza preparada de Moldorf ya estaba en posición de perforarle el cuello. 

El golpe final estaba a punto de llegar. Entonces, justo antes de hacerlo, un sonido inesperado golpeó sus oídos. 

Disparos. 

Desde luego, eso no era inesperado en un campo de batalla. Además, venían de una posición lejos de Moldorf. No creía que las balas fueran a impactar, pero los disparos que resonaron fueron tan ordenados que se sintieron incongruentes. 

Era demasiado pronto para que sus tropas aliadas estuvieran a la vista de los centinelas enemigos. En cuyo caso, 

¿Una emboscada enemiga? 

Después de todo, habían colocado un falso Ax en el ejército de señuelos que habían construido en su retaguardia. Por un segundo, Moldorf sospechó que cada movimiento que habían hecho allí podría haber sido provocado por el enemigo. El Ax ante sus ojos podría ser otro doble. 

En cierto modo, Moldorf estaba demasiado tranquilo. Como general que había dirigido a innumerables soldados durante muchos años, mantuvo sus ojos y oídos sobre sus alrededores incluso en medio de un asalto, y debido a eso, en ese momento, la fuerza de su lanza se debilitó ligeramente. 

Y en ese mismo momento, la robusta espada de Ax se elevó. 

Las chispas volaron entre Moldorf, que estaba a caballo, y Ax, que estaba de pie en el suelo. 

Al mismo tiempo, una gran parte del ejército de Garda estaba dando un rodeo alrededor del bosque cuando de repente fueron atacados desde su flanco. 

Los mismos disparos que Moldorf había escuchado hacer eco causaron que muchos de los guerreros montados fueran lanzados desde los caballos con un estruendo. Los otros caballos salieron corriendo y mientras los soldados estaban confundidos, lo que oyeron a continuación fue la reverberación de las pezuñas de los caballos que avanzaban hacia ellos. 

—¡E-Enemigos! 

Una caballería desconocida estaba atacando desde su lado. Su impulso era como una flecha suelta y sólo hubo tiempo para un simple grito de "Enemigo" antes de que los soldados que galopaban hubieran atravesado con sus lanzas el pecho de dos, y luego el de tres de los soldados de Garda. 

Aunque el ejército de Garda era numeroso, los soldados de los distintos países no podían moverse juntos. Su reacción ante el inesperado acontecimiento fue torpe y, tal como Moldorf había evaluado, el ejército era frágil. Algunos giraron su caballo hacia el bosque e intentaron escapar por él; otros quedaron atrapados en la carga y cayeron de su caballo, o terminaron sus vidas atravesados por una lanza; otros perdieron el juicio e intentaron huir mientras los soldados enemigos pasaban por su flanco, y así fueron decapitados por detrás por las espadas enemigas. 

El que dirigía la fuerza de asalto era Lasvius, el comandante de los dragones de Helio. Unos quinientos le seguían. 

Era un hombre cuyo fuerte consistía principalmente en dirigir operaciones en las que participaban dragones pequeños o medianos. Actualmente no quedaban dragones en Helio, por lo que tuvo que montar un caballo en batalla, pero aún así, su habilidad era muy superior a la de un jinete promedio. 

Cuando Lasvius, que había liderado un profundo ataque a las filas enemigas, de repente se dio la vuelta para encontrarse de nuevo con el ejército de Garda, la nube de polvo que voló hacia arriba estaba llena de sangre. 

—¡Cálmate, cálmate! —El general de Lakekish gritó enfadado mientras tranquilizaba a su caballo que había salido corriendo—. Los enemigos son pocos en número. ¡Síganme! 

Aunque la moral de las tropas no era para nada alta, había muchos comandantes muy famosos de cada país. Estaban a punto de reunir a las distintas unidades en un ataque coordinado contra las tropas de Lasvius, 

—¡Guah! 

El soldado que estaba junto al comandante de Lakekishan recibió un disparo en la cabeza y se desplomó boca abajo a lomos de su caballo. El comandante gritó sorprendido mientras un chorro de sangre le bañaba la cara. 

—¡Qué.... qué! 

Esta vez, había venido por detrás. 

Sus ropas blancas ondeando en el viento, un grupo de la tribu de los Pinepey apareció. La mayoría de ellos tenían un arma en el hombro mientras cabalgaban hacia adelante. Eran nómadas que sobresalían en el tiro a caballo. Junto con los innumerables disparos, la parte superior de sus hombros fue envuelta momentáneamente en el humo de la pólvora blanca. Era casi gracioso cómo los soldados del ejército de Garda se dispersaron, incapaces de mantener su formación de batalla. 

A medida que los Pinepey se acercaban y se extendían a ambos lados, detrás de ellos apareció un nuevo grupo de jinetes blandiendo espadas y lanzas. 

Al frente de ellos había un espadachín con la cara medio cubierta por una máscara. 

Su ímpetu los llevó a atravesar el centro de las fuerzas de Garda que habían caído a tiros. Espadas, lanzas y mazas brillaban a la luz del amanecer. Los soldados de Garda fueron asesinados sin poder reaccionar y fueron pisoteados por los caballos. El sonido de los gritos y los cascos de los caballos se alzaron al mismo tiempo, y el campo de batalla se llenó de un bramido que recordaba los rugidos de un dragón. 

—Bien, nosotros también vamos. ¡Síganme! 

Lasvius blandió su lanza e instó a sus hombres a atacar una vez más. Los jinetes que estaban detrás de él gritaron en respuesta y él sonrió interiormente mientras subía y bajaba sobre su caballo. 

Ese Orba, pensó. 

El ataque sorpresa de dos etapas fue un plan sugerido por el líder enmascarado del otro grupo de jinetes, Orba. Antes de dejar Helio, habían previsto con exactitud que serían muchos menos que el enemigo. Sin embargo, Orba presentó un plan para dividir intencionalmente sus tropas en unidades aún más pequeñas. Al hacerlo, por el contrario, sería difícil calcular su número y el enemigo no podría predecir cuántos ataques más se avecinaban. 

En realidad, se les estaban acabando las balas en este asalto de dos etapas y las tropas de Helio no eran ni siquiera setecientas. Como Helio acababa de luchar contra el rey usurpador Greygun y la ciudad seguía en caos, esta era la mayor cantidad de soldados que habían podido reunir. Además, no hubo tiempo para reorganizar las tropas, por lo que su defensa era frágil. 

Pero el ejército dirigido por Moldorf tenía la misma debilidad y, además, tenía la desgracia añadida de que Moldorf, a quien en efecto se le había confiado su mando, se había ido con la vanguardia. Las órdenes circulaban por todas partes en cada acento local y era imposible saber quién estaba transmitiendo las decisiones a quién. La unidad de Lasvius cargó una vez más y la unidad de Orba cercenó sin esfuerzo el ejército de Garda y se sumergió en el bosque. 

A su cabeza, Orba galopó suavemente su caballo para deslizarse entre los árboles. Un soldado de Kadyne le arrojó una lanza por un costado, pero Orba fácilmente cortó la punta y la envió volando. 

—¡Adelante, adelante! 

Mientras tomaba el mando de atravesar el bosque, el líder del ejército de Garda, Moldorf tenía a Ax en la mira, pero acababa de perderlo. Ax cayó de espaldas e iba a seguir con otro ataque, pero los soldados taúlianos se apiñaron para detenerlo. 

—¡No se interpongan en mi camino! —Movió su lanza desde encima de su caballo. 

Con una energía salvaje derribó a otro y otro, rociando sangre, mientras la figura de Orba a caballo se acercaba por detrás. 

Clang - las chispas volaron. Moldorf logró detener la espada de Orba gracias a su intuición animal y se volvió para mirarlo con una expresión feroz. Abrió la boca tan ampliamente que se podían ver sus profundidades rojas. 

—¿Así que sigues vivo, mocoso enmascarado? 

—Por desgracia, sí. 

Orba y Moldorf daban vueltas uno alrededor del otro a caballo, golpeándose repetidamente. A la luz del sol, el arma favorita de cada uno de ellos brillaba y chocaba con la del otro. 



En una confrontación frontal, Moldorf, que era un experto en la lucha a caballo, tenía una gran ventaja. Pero a su alrededor había soldados taúlianos que le apuntaban con lanzas desde el suelo y le impedían aplastar a Orba. 

Además, 

—¿Cuánto tiempo más un hombre como el Dragón Rojo de Kadyne planea hacer de cómplice del hechicero? —Orba le gritó a Moldorf mientras las chispas volaban de nuevo. 

—¿Qué? 

—Ahora mismo, deberías estar reuniendo a las potencias occidentales para destruir a Garda. No lo entiendo, ¿cuánto tiempo vas a estar contento de ser el esclavo de Garda? 

—¡Bastardo! 

Orba retorció ágilmente el cuello justo cuando la lanza de Moldorf se abrió paso por el aire ante él. Si hubiese sido un poco más lento, la fuerza de ese golpe le habría arrancado fácilmente la cabeza. 

—¿Qué es lo que entenderías? 

—Lo que entiendo es algo que tú también deberías saber —Orba continuó ridiculizándolo—. Lleva tus tropas de vuelta a Kadyne. Están faltos de personal allí. Puedes volver a tomarla. 

—¡Cállate, muchacho! ¿No entienden que eso sólo hará que las personas que han sido tomadas como rehenes resulten heridas en vano? Y además, no es sólo la gente de Kadyne, nuestra princesa, Lima Khadein, está en Zer Illias. Pero sigues moviendo esa boca como si lo supieras todo. 

—¿Y qué pasa si sigo moviéndola? Tu lanza no ha cortado nada más que aire desde hace tiempo. No serías capaz de derribar a un pájaro con eso. 

Gracias a esas palabras, Orba pudo comprender las circunstancias de Moldorf, así como las de los soldados que servían en el ejército de Garda. Naturalmente, desde el principio, no tenía forma alguna de conocer la situación de Kadyne. Era sólo una actuación para sacar a la luz el verdadero motivo. 

La punta de una lanza voló sobre su hombro con un silbido. Estaban rodeados por diez o veinte soldados y sería fácil perder una extremidad si relajara la atención. 

—Si se trata de tu princesa, entonces con más razón. 

—¡Qué! 

Uno de los golpes de Moldorf estaba a punto de perforar la máscara de Orba. Justo antes de que eso ocurriera, una reluciente espada se elevó y la desvió. 

—No hay manera de que una princesa no se lamente de que su país natal se haya sometido al hechicero porque fue tomada como rehén. Muestra verdadera lealtad, Moldorf. Demuéstrale a tu princesa que Kadyne no se inclinará ante gente como Garda. 

—T-Tú. ¡Bastardo! 

La cara de Moldorf se volvió roja como la sangre ante las descaradas palabras del espadachín enmascarado. Ya no tenía como objetivo derrotar a Ax. Su objetivo ahora era sólo Orba y, manejando hábilmente a su caballo, redujo la distancia entre ellos. 

Aunque Orba fue forzado a adoptar una posición defensiva, al mismo tiempo, sus tropas salieron del bosque en fila e inmediatamente cruzaron lanzas con las fuerzas de Garda. El ejército taúliano también estaba alerta. Además, el grueso de las tropas de la Garda seguía siendo retenido por la unidad de Lasvius. 

Maldita sea, Moldorf se vio obligado a tomar una nueva decisión. 

Por muy grande que fuera su ventaja numérica, sería difícil recuperar el ímpetu que había pasado a manos de sus enemigos. 

Lo que era especialmente problemático era que tan pronto como el ejército de Cherik, que originalmente había sido el que necesitaba los refuerzos, vio que esos refuerzos estaban en dificultades, perdieron el vigor con el que habían abierto las puertas de la ciudad y salido volando, y en vez de eso, se detuvieron indecisamente antes de incluso haber cruzado espadas con las tropas taulianas. 

—¡Bah! 

Con una silenciosa oración, lanzó su lanza por última vez y destrozó la espada de Orba. Con eso, sus remordimientos se hicieron aún más amargos y miró fijamente a los ojos de Orba antes de tirar de las riendas con todas sus fuerzas. 

—Retirada. ¡Retirada, retirada! —Gritó mientras pateaba el flanco de su caballo, e incluso su voz sonaba manchada de sangre. 











1 comentario:

  1. Gracias por el capítulo, hubo mucha tensión, pobre Moldorf esta entre la espada y la pared

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