EN EL VALLE SEIRIN
PARTE 1
En lo que a Simon Rodloom se refería, Fedom, el Señor de Birac, no mostraba signos de cambiar de idea.
A pesar de que el concilio se había convertido en una existencia más nominal debido al fortalecimiento de la autoridad de la Casa imperial, Simon todavía era un aristócrata destacado. Captó los movimientos de los otros nobles hasta cierto punto, sus principios y afirmaciones, y también intentó comprender su situación.
De acuerdo con las ideas de Simon, Fedom era claramente una de las facciones antiimperiales.
Había persuadido al emperador, que en realidad quería continuar la guerra con Garbera, y como el líder del grupo que promovía las negociaciones de paz, había acumulado apoyo para sí mismo entre la Corte Imperial. Aunque sus habilidades como líder, así como su sabiduría, eran algo deficientes, era mucho mejor en comparación con el otro grupo de nobles corruptos.
Sin embargo, ese Fedom definitivamente actuaba extraño. Desde la fiesta de la noche anterior, no, desde que se dirigieron al Valle Seirin, por algún motivo se había mantenido cerca del Príncipe Gil, como una nodriza metiéndose en los asuntos de la gente.
¿Dijo que instruiría al príncipe, para convertirlo en un títere que haga su voluntad?
Ese pensamiento pasó por su mente, pero ¿no era demasiado tarde para tomar esas acciones ahora?
Por cierto, también estaba relacionado con el príncipe. Por lo que él sabía, el Príncipe Gil y Fedom apenas habían intercambiado palabras. Cuando el príncipe se paseaba con sus jóvenes amigos, Simon siempre había escuchado que llamaba a ese hombre “ese cerdo falso y manipulador” a sus espaldas.
¿Cómo es que parecía aceptar generosamente la repentina intimidad de Fedom o, peor aún, parecía confiar en él?
Además de asegurarse de reunirse con el príncipe en privado, le quedaba mucho trabajo a Simon. Una delegación del Principado de Ende también se había apresurado a felicitarlos, aunque era inusual que decidieran hacerlo hace apenas una semana. Al principio, también se había hablado de que Ende y Garbera formaron un vínculo al comprometer a la realeza, pero probablemente había sido solo una de las muchas cosas que Ende y Garbera tenían en mente. Simón fue presionado a darles la bienvenida.
Pero en otro lado,
— ¡Ese bastardo ingrato, Orba!
Era Tarkas, bufando groseramente y merodeando por la habitación.
Cuando pensó en la repentina visita del noble mephiano Fedom, incluso si fue tan abrupto, se preguntó por qué el hombre había comprado a Orba sin pedirle permiso.
— ¡El que lo crió fui yo! ¡Mierda, estaba a punto de ganarse su sueldo como espadachín trabajador, ¡y todo tenía que ser arrebatado por algún noble!
— Tampoco lo entendemos.
Había convocado a Shique, Gowen y Gilliam, sus principales espadachines, en una habitación privada dentro de los acantilados, establecida para el uso de Tarkas. Estaban aquí porque tuvo que cambiar los emparejamientos de la competencia debido a la repentina partida de Orba.
— Entonces, ¿por qué se decidió que Orba se tenía que retirar de repente? Aunque ese niño puede ser un buen espadachín, era la llamada punta de lanza de los juegos en la celebración de la boda. Si simplemente quisiera comprar a Orba por sus habilidades, creo que lo hubieran hecho participar en las peleas.
— También me gustaría saber, ¡ese mierda!— Dijo Tarkas—. A pesar de que fue comprado por un noble, al menos podría haberse ofrecido para la última pelea como un favor. ¡Ese hijo de puta!
— Tal vez es porque se supone que debemos matarnos. Seguramente celebraré su nueva vida, pero no puedo acostumbrarme a este sentimiento, y me molesta que se haya ido sin decir una sola palabra.
— Oh, Gilliam. ¿Incluso un hombre como tú se siente solo cuando uno de sus conocidos se va?
— ¡Cállate, Shique! ¡Solo lamento no haber arreglado las cosas con ese tipo!
— Bueno, no se puede evitar que él no esté aquí. Consideremos hacer algunas combinaciones emocionantes— dijo Gowen para calmar a todos.
Naturalmente, también se sentía un poco extraño últimamente.
No tuvo tiempo de descubrir lo que había sucedido. Tenía que echar un vistazo a la condición de los recién llegados que Tarkas había comprado, y ya que esto era diferente del procedimiento habitual, también tenía que revisar a cada espadachín.
Sin embargo, algo que pesaba levemente en la mente de Gowen era si Orba, que había estado esperando un futuro incluso cuando su mente y cuerpo eran golpeados, ahora vivía en ese mismo futuro.
Mientras la gente estaba ocupada moviéndose a su alrededor, prácticamente solo, el ex gladiador Orba parecía tener tiempo de sobra. Ser un doble estaba bien, pero no podía hablar a menos que Fedom le susurrara las palabras, como ventriloquia.
Es extraño...
Estos nobles le habían arrebatado a su hermano para convertirlo en soldado. No solo habían abandonado su aldea, sino que la nobleza había apuntado sus espadas a sus propios ciudadanos y se había llevado a Alice, lo habían hecho caer en una vida de esclavitud y obligado a usar esa máscara.
Puede ser por un capricho del destino, pero nada menos que uno de esos nobles mephianos sacó de repente a Orba de su vida de esclavitud y le ordenó convertirse en el sustituto de una de las figuras principales de la familia imperial.
Robo, extorsión y comercio ilegal de armas. Habiendo vivido bebiendo agua del desagüe, no pudo evitar pensar que era el hazmerreír del príncipe heredero. Aunque el hecho de que todavía no sabía lo que podría traer el mañana era similar a ser un esclavo.
Sin embargo, al estar del otro lado de esas calles enyesadas negras, tal vez ahora podría esperar encontrar un sitio, sí, solo un sitio de luz. Como el doble del príncipe, por supuesto que tendría la oportunidad de entrar en contacto con figuras destacadas, aparte de Fedom. No sería tan extraño encontrar entre ellos al que quemó su pueblo, el general Oubary.
Aunque Orba había recibido un golpe en la cabeza y solo lo había visto por un momento con la mirada aturdida, durante los dos años que había sido esclavo gladiador, no había olvidado su rostro ni siquiera por un día. Incluso ahora lo vio vívidamente en su mente.
— Gil-sama.
Si nos encontramos nuevamente
Me pregunto qué debería hacer entonces.
El chico espadachín, a quien le habían quitado la máscara, siguió hundiéndose en pensamientos incesantes. Pensaría en una forma de darle a ese tipo la muerte más miserable posible, siempre que fuera concebible en este mundo. Además, si podía encontrarse con Oubary, podía rastrear las líneas hasta el momento en que se separó de Alice y su madre. Además, aunque él mismo no esperaba demasiado de eso, ya que no podía desear lo inimaginable una y otra vez y prácticamente esperaba un milagro, si encontraba a otras personas reclutadas como soldados por Oubary, podrían saber algo sobre su el paradero del hermano Roan.
— Gil-sama, Príncipe. ¡Príncipe Gil!
— ¿Eh?
Cuando le hablaron con una voz tan firme, Orba miró a su lado.
La princesa Vileena estaba sentada a una distancia no muy lejana de él. Ella estaba frente al altar, en el lugar donde el valle era más profundo, mirando la zona. Solo Vileena y Orba estaban sentados en sillas, con un grupo de soldados incondicionales rodeándolos, mientras que en la parte delantera del altar, los sacerdotes cantaban himnos de oración y bendición.
— ¿Qué es lo que estás pensando?
— Nada— respondió Orba cortante.
No era posible que Fedom estuviera con él durante la ceremonia, por lo que le había dicho que mientras tanto “no dijera nada”. Girando su rostro hacia adelante, fingió concentrarse en la ceremonia.
— Eso es mentira— decidió Vileena, también de una manera cortante.
¿Qué? ¿Una mentira?
El momento fue tan excelente que Orba no pudo ignorarlo, y nuevamente le dio una mirada a la princesa del Reino de Garbera.
Estaba otra vez con un vestido, pero diferente de la fiesta de ayer, y llevaba una tiara informal en la cabeza. Así de cerca, lo sorprendió. A pesar de que parecía solo una niña la primera vez que se encontraron cara a cara, cuando volteaba con una mirada seria de vez en cuando, parecía realmente madura.
Se preguntó si era por sus facciones bien definidas, aunque Orba pensó que su rostro se parecía mucho al de una muñeca. Por el momento, a excepción de ser de un nacimiento diferente, parecía casi igual que Orba. Solo se mueve cuando se lo dicen, y solo habla cuando alguien más lo dice.
De hecho, cuando lo pensó, de eso se trataba la boda. A pesar de que solo tenía catorce años, en contraste con sus verdaderos deseos, tenía que convertirse en la esposa de un hombre al que conoció ayer y para empezar, era de un país que anteriormente era enemigo. Aunque no podía llegar a sentir simpatía por alguien como ella, que nació en una familia real, parecía tener también sus propias dificultades.
Por lo tanto, es lo mismo para todos.
De repente recordó esa voz.
“Nadie sabe qué tipo de persona será. Todos anhelan un mundo que no conocen y buscan un significado en la vida para el que han nacido, incluso si es un sacerdote o un miembro de la realeza”.
Es justo como dijo Roan, Orba gimió profundamente en su interior.
— Realmente estás perdido en tus pensamientos.
Cuando ella volvió a hablarle súbitamente, Orba respondió imprudentemente con las palabras:
— ¿Y qué?
Vileena se rió entre dientes.
— Por un tiempo, pensé que a veces tenías ojos aterradores, pero ahora pareces sonreír, pensando en algo agradable. Por favor, dime, tú que estás a punto de convertirte en mi esposo: ¿qué es lo que te preocupa en un día tan hermoso, y qué demonios es este asunto que no puedes evitar recordar?
La ceremonia continuó. Habían asado a la parrilla un dragón que acababan de matar esta mañana, y mientras diseminaban los huesos por la parte baja del valle, los sacerdotes cantaban sus oraciones. Pidieron a las almas de los dragones que una vez gobernaron este planeta que protegieran la prosperidad del país.
— ¿Podría ser que los Ryuujin, si vuelven, no necesariamente den a este lugar sus bendiciones?
Cuando la humanidad aterrizó en este planeta, los dragones solo deambulaban por los campos y no pensaban en nada más que en llenar sus estómagos, en resumen, habían degenerado a estar al mismo nivel que las bestias.
Sin embargo, excavaron las ruinas de enormes ciudades y artefactos de propósito desconocido por todo el planeta, y también parecían haber rastros de una civilización mágica que posiblemente usó alguna forma de éter. La humanidad pudo utilizar su primera “magia”, Zodias, después de un tiempo, y se dijo que esta bendición de la sabiduría había sido obtenida de las ruinas de estos dragones. Se creía que los antiguos dragones formaban el cuerpo inteligente que una vez gobernó este planeta, probablemente miles de años antes de que finalmente llegara la humanidad.
La costumbre de llamar a esos dragones antiguos “Dioses del Dragón” o “Ryuujin” era particularmente mephiana, y hubo un tiempo en que había sido la fe religiosa en todo el país. Aunque ahora era una mera sombra de lo que fue, para rituales importantes como estos, el sacerdote que presidía la ceremonia era seleccionado y convocado de una de las tribus de nómadas que vivían en el área cerca de la frontera mephiana, donde yacían las raíces de la Fe Ryuujin.
— Como dije, no es nada.
Nuevamente, Orba terminó la conversación brevemente.
Había recibido una breve explicación del paje, Dinn, sobre la historia de la Fe Ryuujin, pero, naturalmente, no tenía demasiada confianza en ella. Entonces, no fue capaz de decir si Vileena había estado bromeando o no.
Si la relación entre el príncipe real y esta chica se vuelve incómoda después de esto, no me haré responsable de ello, Fedom-sama.
Por otro lado, Vileena finalmente dio un suspiro, perdiéndose en sus propios pensamientos. Para Garbera, los dragones que tenían una civilización igual o mayor que la de los humanos en el pasado, eran vistos como nada más que una leyenda del “dios del dragón”. Por lo tanto, no podía experimentar esta ceremonia como algo sagrado. Y a pesar de que se había aburrido completamente, cuando miró a la persona que estaba a su lado, el Príncipe Gil, el que se convertiría en su esposo cuando esta ceremonia finalmente terminara, no pudo evitar estar distraída. Entonces, para evitar un poco su aburrimiento, trató de molestarlo un poco. Pero, posiblemente revelando su “verdadero carácter”, aunque hizo todo lo posible para parecerse a una dama, el príncipe fue genuinamente directo. No solo eso, su breve forma de hablar realmente la puso de los nervios.
Se preguntó si era porque estaba avergonzado. Durante la fiesta de la noche anterior, ella tampoco sintió que su comportamiento fuera porque tuviera resentimiento contra las mujeres. Pero cuando pensó que él podría ser un poco como Ryucown, Vileena se sintió ofendida con ella misma. No había forma de que el general más valiente de Garbera se pareciera a alguien que se rumoreaba que era un completo “retrasado” aquí en Mephius.
En cualquier caso, esto es lo mismo que la guerra. Para engañar al enemigo, tengo que mantener el ritmo en este lugar.
Vileena mantuvo su sonrisa, fingiendo no ofenderse. Sería mejor si el príncipe se enamora perdidamente de ella. Sin embargo, ella no sabía si funcionaría de esa manera si es que ya hubiera tenido una aventura amorosa con otra chica. De todos modos, no sería un problema si ella siguiera sonriendo.
El abuelo también me dijo que amaba mi rostro sonriente. Entonces, en ese caso, no debería estar equivocado.
Las oraciones tediosas de los sacerdotes terminarían pronto, y entonces finalmente tendrían lugar las batallas de los gladiadores.
Se dijo que era parte de la ceremonia que, cuando los huesos del dragón se conviertan en cenizas y se viertan sobre el suelo, se les da el alma de los hombres. Sin embargo, lo que hicieron no fue diferente de las batallas de gladiadores diarias. La única diferencia es que las observaciones introductorias fueron un poco más formales de lo habitual. La arena, un terreno nivelado en el fondo del valle con solo algunos pilares clavados en la tierra, era incluso más simple de lo usual.
Allí, los gladiadores estaban parados en filas hacia el este y el oeste. Orba reconoció a Tarkas, Gowen y muchas otras caras que conocía, y una sonrisa inusualmente juvenil apareció en su rostro.
Dudo que esos tipos se imaginen que estoy aquí mismo.
Aunque Tarkas probablemente estaba furioso porque se había ido tan repentinamente, exactamente porque sucedió tan rápido, no se le ocurriría que estaba mirando hacia abajo desde una posición tan alta.
Vileena, por otro lado, a pesar de haber sido informada de esto antes, estaba mirando con pensamientos sombríos sobre esclavos que tienen que matarse entre sí a partir de ahora. No había esclavitud en Garbera, que era la razón principal por la que hablaban mal de Mephius como un país de bárbaros.
Insatisfechos con la guerra, ¿se han burlado deliberadamente al menospreciar a los esclavos y obligarlos a matarse unos a otros?
Cuando terminó la adivinación, el primer grupo de personas dio un paso al frente. Los movimientos de los gladiadores fueron un tanto incómodos, pero tal vez era debido al ambiente desconocido hasta el final de la primera ronda, es decir, hasta que el perdedor se convirtió en un cadáver tumbado en el suelo.
En Garbera y Ende, con restricciones a las compañías esclavas activas en la industria del entretenimiento, no habían tenido la oportunidad de ver una pelea de gladiadores. Así, aunque los enviados habían tenido prejuicios al principio, y parecía que se podrían enfurecer mientras el sonido de las espadas chocando resonaba, en poco tiempo, terminaron inclinándose sobre las gradas, apretando sus puños cerrados, dando vivas junto con la gente de Mephius, y comenzaron a brindar sus aplausos.
Vileena pronto se cansó de eso. Luego, pensando en Su Señoría, de nuevo se asomó a su lado. Cuando vio una enorme y complacida sonrisa en su rostro, Vileena volvió a sentir una nueva decepción. No importa cómo lo mirara, claramente disfrutaba verlos matarse desde el fondo de su corazón. Ella había supuesto que le gustaría, pero no en esta medida.
De repente, ya no pudo contener sus sentimientos. Los sentimientos antes desdeñosos hacia su pareja se habían convertido en disgusto emocional. Todo sucedió tan repentinamente, y ella misma estaba muy confundida. Volvió a recordar cómo ella, hasta ahora, tenía que intentar constantemente dominar sus emociones. A pesar de que ella era la princesa de un país al cual había dicho que le daría prioridad antes que a ella, solo tenía catorce años.
¡No puedo, no puedo!
Vileena fuertemente apretó sus puños en su regazo.
Esto, también, es una batalla. Esto también es una prueba, Vileena. Mi cuerpo recibió un empujón en la espalda y fue enviado hacia adelante. No puedo dejar que mi espíritu pierda su fuerza de esta manera.
Shique avanzó hacia la arena. Los vítores se concentraron en este gladiador solitario, con una cara decadente pintada de blanco. Sin embargo, mirando a su oponente... Orba arqueó las cejas.
Él es…
Por alguna razón, era uno de los recién llegados que Tarkas había contratado estando de buen humor. Teniendo en cuenta las habilidades de Shique, era obvio que este oponente no estaba a la altura. Incluso si Shique podía animar la batalla, Tarkas había hecho un mal negocio. Esto terminaría en un instante.
Shique preparó sus espadas gemelas características. Ambas eran espadas de una sola hoja de longitud media. El recién llegado estaba nerviosamente preparado en el otro lado. Esto terminaría en un abrir y cerrar de ojos, o eso pensó Orba en ese momento.
Pero mientras pensaba esto, escuchó un fuerte ruido en el suelo, que prácticamente tembló violentamente bajo sus pies. Durante ese lapso de tiempo, una densa nube de polvo se elevó en el otro lado de la arena.
Esos soldados que levantaron la vista hacia el polvo, hacia lo que fuera, fueron los primeros en caer víctimas. Aunque se habían reunido alrededor de la arena llevando lanzas y pistolas, tampoco habían esperado una situación tan repentina, y fueron aplastados hasta morir bajo las patas delanteras de un dragón. Tan pronto como los coágulos de sangre pintaron el suelo de un rojo brillante, un dragón escamoso, soltando con baba por todos lados, emergió de la nube de polvo. La masa enorme estaba avanzando.
Era un dragón de gran tamaño, un Sozos. Se suponía que las cadenas estaban atadas a sus pies y, naturalmente, también debería haber estado encerrado en una jaula, pero el dragón se había convertido en una criatura libre, y aparecían aún más al mismo tiempo.
— ¡¿Qué-qué?
Un soldado, aturdido por la muerte de sus colegas, disparó su arma preparada. En el momento en que lo quitó de su mira, una garra afilada alrededor de tres veces su altura se hundió en su cuerpo e inmediatamente salpicó en un montón de carne al suelo. Luego los otros soldados que estaban cerca de él chillaron como mujeres, soltaron sus armas y comenzaron a huir. Sus gritos y lamentos comenzaron a sonar como los ruidos en el suelo.
— ¿Q-qué, qué está pasando?
— ¿Por qué están los dragones enloquecidos?
Una gran cantidad de personas comenzaron a gritarse debajo de sus tiendas. Los dragones que iban a ser usados por los gladiadores habían roto sus jaulas y estaban como locos. Hubo algunas personas que cogieron espadas y armas y se dirigieron a los guardias, algunos que corrieron tan rápido como pudieron y algunos que daban instrucciones a sus subordinados: se mezclaron con muchas otras personas.
Orba se levantó de su silla. Por un momento no pudo ver la silueta de Shique dentro de la nube de polvo. Entonces uno de los gladiadores, el que era el siguiente en ir, fue pateado con fuerza por un Baian. Y otro, alguien del Grupo de Tarkas que trató de atacar imprudentemente su vientre, fue pisoteado por un Sozos.
Entonces, vio una silueta pequeña y única entre esos dragones. Era Hou Ran. Probablemente estaba corriendo llorando tratando de detener a los dragones. Hubo varias ocasiones en que apenas escapó de ser pateada por las piernas de los dragones.
Denme un arma.
Orba estuvo a punto de gritar esas palabras y tomar un rifle de uno de los guardias. Sin embargo, fue interrumpido cuando de repente sintió un dolor agudo en un cierto lugar en su frente.
— ¡Ah!
Guiado por el impulso y no por la razón, Orba rápidamente ocultó su cuerpo debajo de la mesa. Algo volaba por encima, en lo alto del cielo, a gran velocidad. Alguien con la intención de matar. Mientras tomaba forma, tuvo la sensación de que apuntaba al suelo.
¡Un francotirador!
Mezclado con el sonido de los pies del dragón, los elevados gritos de la gente y las voces airadas, era definitivamente el sonido del disparo de un rifle lo que sacudió sus tímpanos.
PARTE 2
En un abrir y cerrar de ojos, la arena de abajo estaba cubierta por una nube de polvo. Al ver la agitación frente a ella, que era como un campo de batalla, Vileena saltó de su asiento.
Capaz de ver a los dragones enloquecidos y a la gran cantidad de personas que caían víctimas de ellos, sus ojos estaban tratando cuidadosamente de buscar una aeronave. Si pudiera ir desde el cielo, podría llamar la atención de los dragones. Ciertamente tenía que haber una nave de exploración del viejo tipo entre la cantidad de embarcaciones en la fuerza de defensa Mephiana.
— ¡Oye, tú, no te acerques más!
— Qué rudo, entre toda la gente que vino aquí, quién... ¡wahh!
Se produjo un altercado entre los guardias que estaban parados en una línea organizada. No fue por la situación de los dragones. Había un hombre que huía, apuntando directamente hacia ellos, y aunque dos soldados trataron de detenerlo, fueron cortados en un santiamén.
¿¡Quién-!?
Quería hablar, pero un trozo de saliva quedó atrapado en su garganta. Echando un vistazo a la espada ensangrentada, ella lo reconoció como el hombre que debería haber estado luchando en la arena en este momento. La princesa Garberana apenas esquivó un golpe que fue lanzado desde un costado. Sin embargo, tropezando con el dobladillo de su vestido largo, cayó.
Los otros guardias, distraídos por los dragones enloquecidos, se movían por todos lados. Vileena se revolvió ágilmente en el suelo y arrebató un arma de la cintura de un soldado que había sido derribado. Sparks saltó frente a ella. La hoja de acero se había cavado en el suelo, pero, en un corto intervalo, la bajó de nuevo.
La visión de Vileena estaba fija en la punta de la espada, como si acabara de caer al borde de la sombra oscura de la muerte. Entonces, de repente, una espada cayó desde un lado, deteniendo el golpe.
— Tu oponente soy yo.
Las palabras vinieron detrás del hombre: era el gladiador que había estado luchando contra él hace un tiempo. Sus labios rojos formaron una misteriosa sonrisa.
— Tan pronto como aparecieron los dragones, te dirigiste directamente aquí. ¿Quién eres?
— ¡Bastardo!
El hombre gritó con voz ronca, sin soltar su agarre, giró su cuerpo y sacó una daga de su cintura. Con un movimiento lo suficientemente rápido como para mover el viento, apuntó al pecho del gladiador. Sin embargo, ese gladiador, Shique, inclinó los hombros. Apartó la daga con su otra espada y clavó su primera espada en el pecho del hombre.
Cuando el hombre se derrumbó frente a ella con una mirada de sorpresa en sus ojos, Vileena dejó escapar un suspiro.
Un asesino...
Sentía como si unas frías manos le hubieran sujetado el corazón. Y luego, de repente al darse cuenta de la situación, miró en dirección del Príncipe Gil. Estaba mezclado con otras personas, escondiéndose debajo de una mesa. Solo su rostro se asomaba, silenciosamente observando el estado de su entorno. Aunque su seguridad era definitivamente importante, no podía evitarse que su sensación de desilusión de él solo creciera. Cuando su prometida había sido atacada justo ahora, este hombre había estado temblando.
Entonces Vileena accidentalmente se sobresaltó, porque Gil miró en su dirección. No había ni rastro de miedo en sus ojos, más bien...
— Princesa, ven aquí y recuéstate— dijo Gil, aunque, por supuesto en realidad era Orba.
Medio forzosamente tomó el brazo de la desconcertada Vileena y, después de hacerla recostarse sobre su estómago como él, gritó el nombre de Shique. El gladiador se congeló con genuina sorpresa. Al verlo tan estupefacto, Orba tuvo el impulso de hacer una broma, a pesar de la situación actual.
— Soy un fan tuyo— dijo. Luego inmediatamente le dio una mirada seria— Los dragones son solo una distracción. Debe haber un francotirador apuntándonos. Averigua dónde está.
— Ja, jaja...
De repente, el príncipe de su país le habló en persona, aunque básicamente le dio una orden, incluso Shique se desconcertó. Orba, sin embargo, continuó sin preocupación.
— También informa a Gowen que permita que cualquiera que pueda luchar eche una mano.
Shique comenzó a correr, rápido para entrar en acción, aunque giraba la cabeza de vez en cuando. Empezó a correr más allá de los dragones que se enloquecían de sangre y devoraban a varias personas. Mientras se aseguraba de proteger su espalda, Orba se asomó por debajo de la mesa. E inmediatamente volvía a entrar. Repitió el movimiento varias veces, hasta que un disparo también llegó a los oídos de Vileena por primera vez.
¿Un señuelo?
Ella se dio cuenta de eso como un fogonazo. Había expuesto a propósito su cuerpo de esa manera para invitar a los disparos del enemigo, para que el gladiador llamado Shique pudiera conocer la posición del enemigo. Este príncipe, ¿cuál era su verdadero rostro?
Un Sozos subió por el caos en el valle y se acercaba a su ubicación.
— ¡Su Alteza, Princesa! ¡Por aquí!
Dos hombres entraron corriendo entre los guardias. Finalmente, alguien que actuaba de acuerdo con la situación había venido por ellos. Orba también decidió que era un buen momento para irse. Se levantó y llevó a Vileena de la mano. Ella no fue en su contra y siguió su ejemplo.
Orba estaba corriendo. Tal vez había esperado que sucediera algo como esto, porque tenía que actuar como un doble. Pero en este momento, no tenía tiempo de pensar en eso. Aunque estaba preocupado por la seguridad de los gladiadores, Orba decidió que, considerando que los disparos habían cesado, probablemente estaban bien.
Orba y Vileena, cogidos de la mano, miraron por encima de sus hombros varias veces, mientras se precipitaban a una cueva bajo los acantilados, guiados por los soldados.
— Por ahora, entre en este pasaje oculto. Lleva al otro lado de los acantilados.
Cuando el soldado golpeó con el puño uno de los pilares de la cueva, el lado de la pared del acantilado giró, abriendo un espacio donde solo podía pasar una persona.
— Vaya, rápido— instaron a la princesa.
En el momento en que el cuerpo de Vileena fue empujado adentro, la pared de alguna manera giró nuevamente detrás de ella.
— ¿Huh?
Alzó la voz y volteó la espalda cuando solo había oscuridad frente a ella. No había una sola lámpara dentro de la cueva, y aunque buscó un interruptor, no pudo encontrarlo en el pasaje oculto. Además, escuchó voces al otro lado de la pared en una especie de discusión.
¿Seguramente el enemigo no había planeado una emboscada? - ella pensó.
— ¡Princesa Vileena!
Una voz la llamó desde atrás. Nuevamente había dos soldados con armadura, y vinieron desde el otro lado del pasillo llevando lámparas. Sin embargo, no estaban vestidos con ropa mephiana.
— Princesa, dese prisa por aquí. Una nave viene a recogerla.
— ¿Nave? ¿Qué quieres decir con nave?
— Es una nave que ha venido para llevarla lejos de estas tierras salvajes, a un lugar más adecuado para alguien de su noble linaje.
— Ustedes…
Mientras que la princesa Vileena era golpeada por cierta sensación de premonición, algo así como un disparo rugió desde el otro lado de la gruesa pared.
Fue en el instante en que Vileena entró en el pasaje oculto.
— ¿¡Oigan, qué pasa!?
Varios soldados que parecían estar protegiendo el interior de los acantilados venían en su dirección. Entonces uno de los soldados que había guiado a Orba golpeó rápidamente el pilar de nuevo, dejando a Vileena sola en el pasillo en el que había entrado.
— No lo sabemos tampoco. Pero está yendo bien.
Mientras hablaba, sacó y disparó un arma de su espalda.
Casi al mismo tiempo que el guardia del frente colapsó con una lluvia de sangre, el otro soldado estuvo a punto de lanzarse sobre sus flancos con una espada desenvainada. Sin tener tiempo para aceptar el desafío repentino, un soldado, y otro más, fueron cortados.
Orba estaba parado de espaldas contra la pared, vigilando este repentino y desconcertante desarrollo. Esto no parecía una discordia interna. Con la idea de que Vileena estaba sola en el pasadizo oculto, era probable que los soldados que habían guiado a Orba estuvieran involucrados con el ataque de los dragones y los disparos.
Orba se inclinó suavemente y tomó una espada de un soldado caído. La ocultó detrás de su espalda por el momento, mientras la batalla ante él terminaba.
— Inútil— dijo el soldado que había disparado el arma y se giró para mirar a Orba— ¿Qué deberíamos hacer con el príncipe aquí?
— Vamos a mantenerlo como rehén. ¡Ven aquí, tú!
El soldado que sostenía la espada tendió su mano. Era la misma mano que pertenecía a aquel que, debido al elemento de sorpresa, había matado a seis soldados en un instante. No llevaba casco, su rostro irradiaba arrogancia.
— ¿Q-Quiénes... son ustedes?
Temblando, Orba se inclinó hacia un lado con la espalda contra la pared. Los dos tenían caras desdeñosas, cubiertos con la sangre de sus víctimas.
— Hmph, no sabía que el príncipe de la Gran Dinastía Imperial era tan patético. Después de todo, no puede hacer nada sin todos sus criados al lado.
— ¿Un tipo como este se convertiría en el esposo de Vileena-sama? Ridículo. Mancharía la prestigiosa sangre de Garbera. ¡Ahora, Príncipe Halfwit de Mephius, ven!
Orba gritó y se escapó del brazo extendido del hombre.
— No tengo tiempo para jugar. Ahora, si no vienes rápido.
Mientras el soldado lo perseguía con una risa burlona, Orba rápidamente se giró y lo cortó por el frente con la espada que había estado escondiendo. Dejando un rastro de sangre y el grito que lo acompañaba, saltó sobre su oponente caído y rápidamente apuñaló el hombro del nervioso hombre que sostenía el arma.
— B-Bastardo.
Descargó la empuñadura de su espada contra la cara del hombre, quien colapsó sobre sus rodillas y se desmayó.
Luego, desde el lado opuesto de la cueva, aparecieron otros guardias de Mephius. Probablemente habían captado los sonidos de la reyerta. Orba les explicó rápidamente las circunstancias y les ordenó que ataran a los enemigos inconscientes. Después de eso, les instó a abrir el pasadizo oculto, pero le tomó bastante tiempo y esfuerzo porque el soldado a cargo no estaba allí.
Odio a los enemigos que permanecen ocultos y reúnen conocimiento.
El tiempo era precioso. Sin saber completamente la razón de su impaciencia, Orba chasqueó su lengua.
Varios minutos después de que Vileena había desaparecido en el pasaje oculto, finalmente abrieron la puerta.
Lo primero que escuchó Orba fue el sonido de hombres y una mujer forcejeando entre sí.
Como era de esperar, si pudiera decirlo, los hombres sujetaban a Vileena por ambos lados e intentaban arrastrarla por el estrecho pasaje de la cueva.
— ¡Suéltenme, insolentes!
La voz de Vileena dejó un eco en toda la estrecha cueva. Los guardias Mephianos se pusieron delante de Orba.
— ¿Quién está ahí? ¿A dónde llevan a la princesa?
— ¡Estúpidos salvajes Mephianos! ¿¡No lo entienden!?
Cuando el soldado enemigo respondió, sacó una pistola. El soldado Mephiano estaba a punto de contraatacar, pero,
— ¡Espera, le darás a la princesa!
Orba tomó el mando mientras intentaba agacharse. En ese instante, de repente algo increíble ocurrió.
Después de soltarse del agarre de un lado del hombre que sostenía el arma, Vileena se levantó de un salto y levantó un pie de su vestido. Tomando el peso de la fuerza de su pie, el arma cayó de la mano del soldado. Rápidamente recuperándose de su sorpresa inicial, Orba tomó una decisión rápida.
— ¡Ahora-! ¡No usen pistolas, carguen!
En respuesta a las órdenes de Orba, los soldados se armaron con espadas y lanzas y se precipitaron hacia el enemigo.
Aunque uno de ellos mostró signos de lucha, en un abrir y cerrar de ojos se sintió abrumado por la fuerza Mephiana.
— ¡Retrocedan, retrocedan!
Finalmente, comenzaron su escape, dejando a la princesa donde estaba.
Los soldados mephianos alzaron gritos de guerra y los persiguieron, pero después de todo era una cueva estrecha. Un soldado Garberano se detuvo y comenzó a dispararles rápidamente, haciéndoles perder el esfuerzo conjunto, ya que tenían que ponerse a cubierto. Proporcionando así cobertura para sus aliados, cuando sus balas inevitablemente se agotaron, sacó un cuchillo de su bolsillo, se lo clavó en su cuello y se suicidó.
Orba no había sido testigo de estos detalles hasta el final. El resto era un problema entre Mephius y Garbera, donde él mismo no estaba relacionado. Aparte de eso, la seguridad de las personas que conocía pesaba en su mente y siguió el camino a través de la cueva.
Cuando regresó, el disturbio se había calmado un poco. Los dragones yacían con sus largos cuellos en el suelo, o apoyados contra las enormes laderas del valle, arrojando sangre. Se habían hundido bajo los disparos de los gladiadores, incluido Gowen, y la artillería que habían traído los soldados mephianos. Habiendo jugado un papel bastante activo, las espadas de Gilliam y Shique estaban mojadas con grandes cantidades de sangre, y sus músculos se agitaban junto con respiraciones.
Sin embargo, la tensión en la mirada no les abandonó la cara, más bien, sus miradas estaban preparadas para la muerte. Esto no era sorprendente, porque las armas que los soldados mephianos habían colocado apuntaban en la dirección de los espadachines.
— ¡¿Cuál es el significado de esto, Tarkas?!— un Fedom de rostro colorado reprendió a Tarkas.
Los dragones que de repente habían enloquecido. Fueron traídos por el Grupo Tarkas, y varias personas habían visto a algunos de los espadachines apuntando con sus espadas hacia Gil y Vileena. Aunque Tarkas tenía una cara pálida y desesperadamente le dijo que “tampoco sabía”, Fedom no tenía los escrúpulos para escucharlo. Si hubiera tenido un arma en sus manos, probablemente lo habría usado para disparar a Tarkas en el acto.
La mayoría de los espadachines se vieron obligados a tirar sus armas, y tuvieron que cruzar ambos brazos sobre sus cabezas. Sin embargo, había confusión en las caras incluso de los guardias apuntando sus armas. Después de todo, los que habían luchado contra los dragones primero no eran otros que esos esclavos.
Todavía envueltos en polvo, el olor a tierra y disparos abundantes, había confusión en el aire.
— ¡Esperen!
Orba dio un paso al frente. Los soldados sorprendidos sosteniendo las pistolas abrieron camino. Fedom miró a Orba y torció las comisuras de su boca.
— ¿Qué? Cuando te entrometes así-
— ¿Con quién crees que estás hablando? ¿No me reconoces, Fedom?
Cerrando la boca sobresaltado, Fedom lo miró descontento. Al ver tal situación por primera vez, Tarkas rió disimuladamente.
— Este hombre puede estar involucrado en una conspiración en todo el país. Quizás alguien se aprovechó de él, ¿verdad? Creo que los mephianos que contrataron a estas personas sin saber nada también son responsables. Pero no podemos decir quién. Si veo que no asume su responsabilidad y ejecuta incluso a uno de estos espadachines sin permiso, tendré su cabeza, ¡la tomaré con mi- nuestra espada!
— Estoy de acuerdo.
Dando media vuelta, Orba alzó las cejas con sorpresa. Vileena se acercó a ellos. Parecía vacilar un poco, pero si se tomaba en cuenta el caos de hace un momento, se podía decir que se portaba con bastante firmeza.
— ¡Ah, princesa!
Su doncella, Theresia, corrió hacia ella, probablemente habiendo estado preocupada por ella todo este tiempo, y Vileena la saludó con una leve sonrisa.
— A pesar de que fue un gladiador el que tenía mi vida como objetivo, el que me rescató fue el gladiador de allí. No podremos llegar a una conclusión simple con las circunstancias actuales, ¿verdad?
Aunque su vestido estaba cubierto de arena, su rostro tenía innumerables gotas de sudor, y su cabello trenzado se había deshecho, sus pupilas estaban llenas de un claro propósito.
Justo después de tanta conmoción...
En lugar de entrar en pánico, estaba analizando las cosas con calma. Hasta hace un tiempo, él solo había visto a esta chica como una marioneta, pero fue solo después de que ella fue herida y golpeada, que despertó su carne y su sangre, y Orba realmente sintió que era una persona con las mismas creencias que él tenía.
— Además— la princesa extranjera de repente bajó los ojos y rechinó los dientes— Probablemente fueron los subordinados de nuestro General de Garbera, Ryucown.
Esa noche, Orba estaba en una habitación individual en el interior de los acantilados. Era la misma habitación en la que había pasado su tiempo ayer, ya que era apropiada para que se aloje la familia imperial.
Mientras que él no captó la historia completa detrás de la situación, habían juzgado demasiado peligroso volver a una ciudad en el territorio Mephiano. Con su poder militar actualmente formando una línea de defensa en el valle, estaban esperando que llagaran refuerzos de la ciudad.
Por supuesto, varias personas de Garbera, incluyendo Vileena, y la delegación de Ende se estaban confinados en el valle también. En cualquier caso, la atmósfera se había vuelto complicada.
En el momento en que los soldados Mephianos, que habían perseguido al enemigo por el pasadizo oculto, salieron al valle en el otro lado, habían presenciado una nave de Dragonstone volando en el aire. Era un crucero de alta velocidad que podía llevar aproximadamente a diez personas, y probablemente había estado esperando al otro lado de los acantilados hasta hace un tiempo. ¿Entonces podrían haber planeado llevarse Vileena?
Vileena había dicho que estas eran “las acciones de Ryucown”.
Ryucown era un gran guerrero de Garbera. Incluso Orba sabía su nombre. Parecía obvio que Garbera había planeado esta cadena de disturbios.
Sin embargo…
Orba comenzó a pensarlo. Si eso había sido obra de Garbera, había demasiados aspectos antinaturales.
— ¿Gil-sama? ¡Gil-sama!
Tardó un poco en reaccionar ante la voz que lo llamaba. El paje, Dinn, acababa de colocar varias botellas de vino y tres vasos sobre la mesa. Fueron estos objetos los que le dijeron a Orba todo.
— Todavía tardas un poco en darte cuenta, ¿verdad?
— Nunca me han llamado con ese nombre, ¿sabes?— Dijo Orba, encogiéndose de hombros— Nombres aparte, el “sama” tampoco sienta bien. Es incómodo. No tienes que exagerar cuando no hay nadie más alrededor.
— No. Cualquiera puede estar atento, y nunca se sabe quién está escuchando. Además, tampoco soy una persona tan habilidosa. Así que no estoy seguro de poder cambiar mi comportamiento cuando realmente importa si no sigo llamándote Prince Gil. Igualmente. Si no te acostumbras, si no te comportas constantemente como debería hacerlo un príncipe, podrías exponerte cuando sea necesario.
Contestó el chico de todavía doce o trece años, hinchándose con el orgullo de un noble.
— Acostúmbrarse a eso, ¿eh?— Dijo Orba, al notar la gran ventana que llegaba desde el piso hasta el techo.
Debido a que las cortinas estaban corridas, no podía mirar el valle. Mientras que el balcón estaba lleno de soldados en guardia, ya que el balcón sobresalía directamente del acantilado, no tenía que preocuparse de que pudieran escuchar su conversación.
Fue entonces cuando recordó, y Orba sonrió, pensando en ello. Cuando Tarkas había sido acusado por Fedom, había ofrecido alguna ayuda oportuna, y después, Tarkas se había inclinado ante él en gratitud muchas veces. Nunca olvidaría ese rostro desventurado y lleno de lágrimas por el resto de su vida.
— Viendo la cantidad de vasos, ¿Quiénes son los invitados que van a venir?
Justo cuando estaba a punto de responder, el soldado que vigilaba el otro lado de la puerta les informó que tenía visitas.
— Déjales entrar.
Al estar flanqueados por dos soldados a izquierda y derecha, llegaron dos personas que Orba había ordenado llamar hace algún tiempo.
Entrando bastante tímidamente, probablemente debido a la sorpresa y el nerviosismo, estaba la persona a cargo de entrenar a los espadachines, Gowen, y al gladiador, Shique.
PARTE 3
— Gracias por venir.
Hablando primero, Orba reconoció a los dos cuando entraron en la habitación. A pesar de que mostraba una pequeña sonrisa principesca, naturalmente, en su corazón, no podía evitar que el comportamiento inusualmente avergonzado de los gladiadores fuera divertido. El normalmente intrépido Gowen murmuró palabras de agradecimiento que apenas podía oír, y Shique siguió mirando la habitación con asombro.
Se dio cuenta de que, probablemente, habían estado así desde que recibieron una “invitación del príncipe”, y Orba tuvo dificultades para resistir el impulso de echarse a reír.
Dinn también estaba igualmente sorprendido. Había pensado que entraría Fedom u otra figura mephiana prominente.
— Espera, ¿cuál es el significado de esto? No puedo invitar a gladiadores sin permiso. Si Fedom-sama se entera...
— Soy el príncipe, ¿verdad? ¿No puedo hacer lo que quiero? ¿O no puedo hablar con alguien sin tu aprobación?
Cuando volvió a mencionar su conversación anterior sobre comportarse como un príncipe en todo momento, Dinn no pudo dar una respuesta. Por orden de Orba, vertió impotente vino en sus copas e invitó a los dos visitantes a tomar una copa.
— Estos tipos han trabajado bien como gladiadores. Si no fuera por sus esfuerzos, podría no haber sido capaz de levantar esta copa. ¡Deberíamos saludarlos como héroes nacionales!
Levantó la mano para juntar los vasos, los dos nerviosamente se unieron. Mientras disfrutaba de las reacciones de sus compañeros, Orba sorbió ligeramente su bebida. En esencia, no fue tan fuerte.
“El Príncipe Gil” no parecía abordar el tema principal, a pesar de que sus invitados se sentían más incómodos, por lo que Shique finalmente rompió el hielo. Parecía que inesperadamente tenía más agallas que Gowen en este tipo de situación.
— Aunque pensé que era extraño que me hablase en aquel entonces, ¿cómo es que está familiarizado con nuestros nombres?
— Dijo que era un fanático— dijo Gowen— P-Pero yo no he peleado en la arena estos últimos años. Incluso cuando era gladiador, no recuerdo haber tenido ninguna pelea para dejar tal huella. Entonces, realmente, donde Su Alteza aprendió el nombre de alguien como yo...
— De verdad, los conozco— dijo Orba, haciendo una mueca a propósito— ¿Es algo tan inconveniente que sepa sus nombres? ¿O es algo escandaloso, un príncipe que se complace con las peleas de gladiadores, va en contra de tu conciencia?
— ¡N-No, nunca!
— No importa. Déjalo. Daré las instrucciones más tarde.
Aunque no sabía cuáles eran estas instrucciones, la cara de Gowen se puso rígida y Shique frenéticamente dio un paso al frente.
— Por favor perdónenos, Su Alteza. Solo somos humildes gladiadores. No estamos acostumbrados a un lugar como este, y mucho menos sabemos la etiqueta adecuada cuando hablamos con personas de la realeza. Apenas si conocemos el idioma... si de alguna manera lo hemos ofendido...
Orba siguió mirando fijamente a Shique con ojos fríos, pero luego,
— Kuh...
Finalmente, no pudo soportarlo más y farfulló una carcajada. Tomó otro trago, y luego Orba comenzó a agarrarse el estómago, riendo a carcajadas. Los dos lo miraron inexpresivamente.
Dinn palideció y siguió reprendiéndolo, diciendo “¡Príncipe, Príncipe!”. Sin embargo, Orba dijo: “¿Quién es este príncipe?”, Limpiándose las lágrimas de la cara y riéndose una vez más.
— ¿Todavía no lo has averiguado, Gowen? ¡Esto es tan diferente a ti! ¿Entonces eres más rápido con la espada que con las palabras?
Tomando una pequeña espada colgada en la pared, la empujó justo en frente de los ojos de Gowen.
— Aunque no la he usado en la arena muchas veces, fuiste tú quien me enseñó los conceptos básicos del uso de una espada pequeña. Demuestra refinamiento en tu postura, tensa tus brazos, pero mantenlos flexibles desde el codo hacia abajo, ¿no es así?
Empujó ligeramente la punta de su espada en un baile, realizando sus pasos alrededor de Gowen. Shique luego levantó la voz con sorpresa. Orba le guiñó un ojo, con una sonrisa en su rostro.
— Podría ser, no, pero aunque su voz es bastante similar... n-no, pero...
Orba dio un paso adelante, apuntando a Shique, quien parecía no poder tomar una decisión. Shique fácilmente alejó su cara de la punta de la espada, balanceándose en el aire. Dio un paso atrás en reflejo.
— ¿Me permitirás que te haga una cicatriz en la cara? ¿Entonces se convertirá en un vínculo entre tú y yo?— Dijo Orba, sonriendo. En lugar de Shique, que estaba moviendo su garganta blanca, tragando saliva, Gowen alzó la voz.
— ¿¡Orba!?— Gritó imprudentemente.
Los dos se sentaron a la mesa, asimilando la sorpresa, y parecía que no todas las dudas habían desaparecido por completo. Escucharon con asombro mientras Orba explicaba cómo habían salido las cosas de esta manera. Nadie lo interrumpió mientras lo hacía, y Dinn continuó sirviendo a los tres en la mesa con una actitud medio malhumorada.
— Hrm— gruñó Gowen— He estado vivo por muchos años y no he escuchado algo tan extraño. Pero, sin la máscara, tu cara realmente se parece a la del príncipe. Honestamente, ya pensaba que era bastante joven, pero no creía que lo fuera tanto.
— Pensé lo mismo— dijo Shique, habiendo vuelto por completo a su actitud normal— Mejor aún, ¿ahora eres un hombre guapo como este?
Gowen negó con la cabeza.
— ¿Pero está bien ser tan abierto sobre esto con nosotros? ¿No es esto un secreto de estado?
— No “está bien”— dijo rápidamente Orba— Pero si finjo ser un príncipe yo solo, no tendré ningún espacio para respirar, ¿verdad? Pensé que al menos serían capaces de mantener la boca cerrada.
— ¿Ohh?
— ¿Qué pasa con esos ojos?
Al recibir una mirada de soslayo de Shique, Orba incómodamente giró la cabeza hacia un lado.
— Bueno, olvídalo. Te acostumbrarás a mi cara.
— No, no es eso. Orba, no es que la máscara haya sido eliminada. Algo en la atmósfera ha cambiado, ¿sabes?
— ¿La atmósfera?
— El gladiador en ti, de alguna manera, parece haber sido aplastado por algo “invisible” a la vista, pero tus ojos parecen estar brillando constantemente. Mientras que, entre los gladiadores que son en su mayoría rufianes, aparentemente eras visto como una especie de persona peligrosa. Les dabas escalofríos. Ahora, sin embargo, incluso si no hay ninguna razón para ello, parte de ti parece haberse aligerado por completo.
— Aunque, haciéndome pasar por el príncipe heredero, ¿parezco llevar el peso de este país sobre mi espalda? Te estás tomando a Mephius bastante a la ligera.
— Aun así— dijo Shique con una sonrisa desconcertante.
Sintiéndose como si estuviera siendo tratado como un niño, Orba comenzó a irritarse un poco.
— De todos modos— intervino Gowen— Si has sido entrenado como un doble antes de la boda, ¿eso significa que ya esperaban un ataque sorpresa como el de hoy en Mephius?
Shique también se puso serio y negó con la cabeza.
— Eso parece un poco extraño, ¿verdad? Todos los soldados Mephianos fueron tomados por sorpresa y apenas pudieron lidiar con eso. Si el príncipe... quiero decir, Orba, no hubiera dado esas órdenes, también nos hubiéramos quedado en la confusión, y tanto el príncipe como la princesa podrían haber sido asesinados por el francotirador, ¿verdad?
Como se esperaba de un espadachín con tanta experiencia, echó un buen vistazo a la situación. Orba le tendió la botella de vino a Gowen, que había bebido su copa.
— Ah.
Alzando la voz, Gowen sonrió forzadamente. Todavía estaba un poco incómodo con esta situación.
— ¿No había señales de que Tarkas supiera algo?
— N-Nah. Insiste en que él no sabía o no estaba al tanto, pero... ese hombre no es el tipo de persona que presenta un espectáculo falso. Me temo que es probable que él realmente no sepa nada en absoluto.
— Pero los que estaban a punto de matar a la Princesa Vileena, y dispararles a los dos, eran los recién llegados que Tarkas había traído. Si al menos los hubiera mantenido con vida...
Shique curvó sus labios rojos. Pero no podía haber esperado arrestar a sus oponentes en medio del enfrentamiento. Solo había un espadachín al que Orba había dejado inconsciente y atado. En este momento estaba siendo interrogado, o posiblemente en medio de tortura.
— ¿Y Hou Ran? Ella es muy buena en el manejo de los dragones, si es ella, debería saber algo sobre este alboroto.
— Dicen que la están interrogando sobre las drogas. Aunque parecía que dejaba que uno de los recién llegados se hiciera cargo de los dragones, tiene credibilidad. Pero tengo una mejor opinión de Tarkas. Debido a que proviene de una tribu de la Fe Ryuujin y, sin embargo, llegó a gustarle el manejo de los dragones, ella fue la persona número uno en quien sospechar. Y a pesar de que el consejo provincial encuentra obvio que ella aplicó las drogas, sigue defendiendo a Hou Ran.
— Entonces, cuando se trata de eso, ¿Tarkas puede ser un buen tipo?
— Según Tarkas, después de que él iba a ser el grupo de gladiadores presentador, se le acercó un comerciante que ofrecía un considerable apoyo financiero. Aparentemente, él había saltado sin pensarlo dos veces, porque el Grupo de Tarkas podría de alguna manera llevar esa carga por sí mismo. Afirma que tuvo que aceptar a esos “recién llegados” como una compensación.
— ¿Así que ese tipo está tirando de las cuerdas? Pero si tuviera que gastar mucho dinero solo para esos recién llegados, probablemente tenga una breve lista de nombres aquí en Mephius, ¿verdad?
— Eso es...— dijo Gowen, habiendo recuperado su calma habitual— Si sólo fuera así. Ya sea cierto o no, cualquier mención de esta “persona” solo viene de la boca de Tarkas. Sin embargo, se podría decir que fue una cooperación audaz, pero no hay evidencia clara para atraparlo. De todos modos, es infructuoso. Obviamente, esto no será un enemigo común. Puedes concluir que hay algo de mayor escala detrás de esto.
— Por ejemplo, ¿el Reino de Garbera?— preguntó Shique.
— Creo que no hay duda de que Garbera está involucrado.
Orba eligió sus palabras cuidadosamente.
Los soldados a los que personalmente se había enfrentado en el pasaje oculto, claramente tenían sentimientos de amor y respeto por la princesa Vileena. Sin embargo, esa fue también la razón por la que fue un problema tan desconcertante. Según Shique, era probable que no solo Orba, sino también la princesa, estuvieran a punto de ser asesinados en ese momento. No había duda de que esas personas, que habían estado planeando ayudar a la princesa a volver a casa, no intentarían que la mataran.
Gowen ladeó la cabeza pensativo.
— Tampoco es del todo improbable que Ende estuviera a punto de vengarse de Mephius y Garbera. Ellos también podrían guardar rencor por la alianza que una vez quisieron formar con Garbera. Sobre todo, si estos dos países se convierten en aliados, Ende sería el primero en entrar en peligro.
— ¿No estás sacando conclusiones ahora? Si ese es el caso, es prácticamente como darnos una justificación para atacar a Ende.
— Tienes razón— estuvo de acuerdo Orba— Especialmente si ambos miembros de la realeza mueren, el momento será terrible. Hasta ayer, Mephius y Garbera eran enemigos mutuos, pero luego se unirían para una cooperación más firme y así empujar la espada de la venganza sobre Ende.
— Oh. Tal discurso principesco, ¿eh?
— Cállate.
De repente, se volvió ruidoso cerca de la entrada de la habitación, y la atmósfera estaba a punto de tensarse.
Parecía que los guardias del palacio habían impedido que alguien entrara en la habitación. En un instante, Gowen y el resto se prepararon, como si un enemigo estuviera a punto de entrar.
— Lo siento. ¿Podrían regresar a sus habitaciones?
Al escuchar las palabras educadas de los guardias, Orba habló sin pestañear.
— Dinn, déjalos entrar.
— Príncipe. Por su propia cuenta, de nuevo...
— Está bien. Si lo deseas, puedes continuar y revelar mi estatus social.
— ¡Si lo hago, serás colgado!— Dijo en quejándose, aunque era lo mismo para todos los que estaban adentro. Dinn suspiró y obedeció sus órdenes. Y aunque Dinn se sintió triste cuando les dio permiso para entrar en la habitación, dio un paso atrás cuando la puerta se abrió.
Al observar a las que entraron, Gowen y el resto se apresuraron a sentarse derechos, y se levantaron de sus asientos. Aunque él había esperado esto, Orba también se sorprendió en su interior.
Cruzando sus manos ante de su cintura, caminando graciosamente, pero mostrando un ritmo firme, estaba la Princesa Vileena del Reino de Garbera. Detrás de ella, su principal asistente, Theresia, hizo lo mismo. Aunque ambas expresiones eran rígidas, el color de la preparación y la determinación brillaban.
— Ahh, a pesar de que se supone que nunca se debe entrar en las habitaciones del otro antes del matrimonio. Aunque entiendo que esto es un acto vergonzoso para una dama Garberana, esto de alguna manera se ha convertido en una situación imprevista. Por favor perdónenos por nuestra rudeza, Príncipe Gil.
Parecía que la primera en mostrar su determinación era Theresia.
En cualquier caso, debido a que la ceremonia había sido interrumpida a la mitad, Gil y Vileena todavía no eran oficialmente una pareja casada. Orba volvió a ponerse la máscara de un príncipe y les ofreció un asiento, pero Vileena permaneció inmóvil.
— Por favor, escucha y no prestes atención a mi descortesía.
Lo primero que dijo, Vileena lo dijo con la mirada de un soldado desafiado por la guerra. Fue por su misión, sus súbditos y, sobre todo, debido a sus expectativas. Vileena manifestó que este asunto nunca fue un incidente dirigido por su país, y que Garbera no se sentía inclinado a provocar problemas con Mephius una vez más.
— Pero— Orba interrumpió a su adversaria— ¿Este Ryucown no es alguien de Garbera?
Cuando se dijo su nombre, ella bajó los ojos por un momento. Se mordió el labio con fuerza y de inmediato recuperó la compostura. La mirada ceñuda que dio parecía considerar a Orba como un enemigo.
— Sí. Ahora que esto ha sucedido, es demasiado tarde. Cuando mi país sea informado de este incidente, Ryucown será despojado de su título de caballero y perderá su nacionalidad garberana.
— ¿Así que este era un plan solo de Ryucown?
— Parece lo más probable. Esos soldados que intentaron llevarme también usaron el nombre de Ryucown. Y ahora mismo, solo hay una persona en Garbera que tiene la fuerza para atacar a Mephius de esta manera.
— ¿Ryucown?
— En efecto.
— ¿Qué tipo de persona es él?
Las pupilas negras en sus brillantes y hermosos ojos se abrieron de par en par. El tono de voz de Orba era leve, y ella no había estado preparada para que él le preguntara algo tan inesperado.
— Por supuesto, él es lo suficientemente famoso como para que su nombre sea conocido incluso en nuestro Mephius, pero no sabemos nada de su verdadera naturaleza. ¿Te has encontrado con él, su alteza?
— Sí.
El linaje de Ryucown provenía de un clan poderoso de un área que recientemente se había convertido en territorio garberano y, en la generación posterior a su abuelo, se había convertido oficialmente en un partidario de la Casa de Garbera. Sin embargo, el padre de Ryucown perdió parte de su territorio debido a una escaramuza con un clan igualmente fuerte, y su familia se vio obligada a vivir prácticamente la vida de los plebeyos. La mayoría de los nobles que se habían convertido en figuras centrales en Garbera habían apoyado al país que se había construido alrededor de la familia real de Garbera como duques durante generaciones y se mantuvieron firmes contra toda influencia de los “señores externos”.
Cuando Ryucown tenía diez años, sirvió como un caballero al mando de una sola unidad. Después de obtener su primera hazaña militar a la edad de trece años, y tener muchos más éxitos hasta la edad de veinte años, dijeron que simplemente no era capaz de salir de su rango como aprendiz de caballero.
El estado de “caballero” no era un término familiar en Mephius, así que lo hizo más fácil de entender al explicarlo como un noble entre los guerreros. En Garbera, todas las personas que lideraban el ejército bajo el rey eran caballeros. Aunque no todos los nobles eran caballeros, un plebeyo nunca podría ser uno. Ryucown también, porque los duques mencionados anteriormente lo consideraban una conexión externa, no parecía capaz de convertirse en un caballero tan fácilmente.
Y luego, la historia se remonta a hace cinco años.
En ese momento, se produjo una rebelión en Garbera contra la familia real.
Habiendo esperado ser el líder entre los duques, un hombre llamado Bateaux, en cooperación con varios clanes locales que habían sido asimilados por Garbera varios años atrás, había jugado un papel central en la organización de las revueltas. Aunque se consideró que probablemente fue un complot de Mephius, Vileena se abstuvo de hablar de eso para no empeorar las cosas.
Con nueve años en ese momento, Vileena había salido a jugar en la propiedad de su abuelo Jeorg Owell, pero Bateaux no quería nada más que obtener ese palacio. A medianoche, fueron golpeados por un ataque repentino.
Aunque Jeorg, que en ese momento estaba retirado, libró una batalla encomiable con una pequeña compañía de hombres, los refuerzos que estaba esperando no parecían llegar. Como juzgó inútil aumentar el número de muertes, decidió rendirse. Con el palacio entregado a Bateaux, el propio Jeorg, Vileena y los demás fueron tomados como rehenes.
Jeorg había sido herido durante esa batalla. Incluso sin tomar en cuenta su enfermedad, la herida era grave, y desde entonces estuvo postrado en cama. Había escasez de médicos y medicamentos, y naturalmente no podían obtener ningún suministro desde el exterior. Y los soldados, que apenas habían sobrevivido a la batalla, también estaban en condiciones de que si uno no perdía la vida ayer, lo haría hoy.
En ese momento, la Princesa Vileena fue quien tomó el lugar de Jeorg representando a la monarquía en las negociaciones con Bateaux. Mientras ella tenía el cuerpo de una niña, discutió con él a gran escala. Insistió en mantenerse como rehén y le exigió que, primero, su abuelo herido y las docenas de soldados heridos, así como las mujeres, fueran liberados. Bateaux, impresionado por el coraje de la joven, cumplió liberando a la mitad de sus prisioneros, pero Jeorg permanecería entre los rehenes restantes.
Sin embargo, aunque la rebelión había sido muy efectiva en sus etapas iniciales, también contribuyó a la discordia interna entre las familias durante su lucha por el poder, y pasó un mes en el que fueron reprimidas una tras otra. Al final, solo Bateaux permaneció con sus rehenes en la finca, mientras continuaba manteniendo el fuerte. Solo quedaba un poco de agua y comida, pero Bateaux no tenía intención de soltar su espada. Parecía que estaba preparado para morir en la batalla.
Sea como fuere, su resolución hizo que la moral de su tropa cayera. Los habitantes del palacio, que se habían convertido en rehenes, encontraron colaboradores entre varios de los soldados. Aunque a varios de ellos se les asignó la tarea de vigilar de cerca las vías subterráneas del castillo, un día lograron hacer una abertura en la guardia pero durante un corto período de tiempo. Intentaron aprovechar su ventaja al liberar al menos a Jeorg y Vileena.
Sin embargo, Vileena se negó. No estaba segura si solo su abuelo herido y ella podrían escapar. E incluso si lo hicieran, Bateaux seguramente descubriría que desaparecieron, destruyendo por completo su ruta secreta dentro y fuera del castillo. Y las personas que quedaban atrás no tendrían ninguna posibilidad. Morirían de hambre con Bateaux, o podrían morir, envueltos en la lucha cuando el ejército Garberano comenzara su implacable asalto, ya que ya no tendrían que preocuparse por rescatar a la realeza.
Aunque Jeorg estaba tendido en cama, estuvo de acuerdo con su nieta y elaboraron un plan. Vileena había hecho secretamente un boceto del diseño del palacio, incluidas las posiciones de los soldados. Se lo entregó a un muchacho joven entre los rehenes y le dijo que “se uniera a las tropas de Garbera afuera, que están esperando esto”.
Después de obtener esta información, el ejército de Garbera reunió a varias manos capaces y las envió al palacio. Usaron la misma ruta a través de los cursos de agua subterráneos. Vileena los guió a los rehenes, que estaban encarcelados por separado, y los rescataron de inmediato.
Entre esta pequeña cantidad de tropas de élite estaba, por supuesto, Ryucown, de 23 años. Tan pronto como dio la señal de que los rehenes fueron liberados, el ejército de Garbera comenzó su ataque. Y, cuando las fuerzas defensoras estuvieron demasiado ocupadas con el asalto, Ryucown se precipitó en medio de ellos y personalmente trajo la cabeza cortada de Bateaux.
Wow, impresionante…
Orba honestamente admiró la historia desde el fondo. No la parte de Ryucown. Sino la de Vileena: discutiendo con un rebelde a la temprana edad de nueve años, y sin perder la esperanza usando su ingenio junto con su abuelo.
Después, cuando se reconoció el acto meritorio de Ryucown al someter a Bateaux, el rey anterior Jeorg, escribió una carta de recomendación personal para que fuera enviada directamente al rey actual, y finalmente fue nombrado oficialmente como caballero. Y, después de eso, Ryucown rápidamente saltó a la fama. Sus logros hasta ahora le dieron la autorización para comandar una compañía aérea. En términos Mephianos, era como obtener el estatus de un oficial dragón alado.
Ryucown se hizo aún más famoso en sus batallas contra Mephius, y poco después, se decidió que estaría comprometido con Vileena. Fue un intento de consolidar aún más el sentido de unidad en el país.
— Si tuviera que describir el carácter del General Ryucown en una sola palabra, sería, sí, “honesto”. Él es una persona que no puede hacer trampa. Ni siquiera para otros, y probablemente no para sí mismo.
— ¿Para sí mismo?
— Sí— asintió Vileena. Él notó que en sus labios se formaba levemente en una débil sonrisa— Por lo tanto, si es porque mi matrimonio con Mephius traerá la paz, él estará aún más en contra de eso. No es porque se anulen las posibilidades de casarse con la familia real. No me gusta que otros sospechen que este es el caso. Me niego a considerar tales críticas. Él nunca pensaría en algo así. Sus sentimientos son mucho más directos, es porque simplemente odiaría terminar la pelea con Mephius a la mitad. Él lleva el orgullo y la valentía de un caballero más que nadie. Me temo que siempre ha sido un caballero, desde el día en que nació.
— ¿No es esa la idea que todos los ciudadanos de Garbera aparentemente apoyan?
— No— mirando como si de repente se hubiera despertado de un sueño, Vileena levantó la guardia de nuevo— Por supuesto, mucha gente anhela convertirse en alguien como el General Ryucown. Cuando decidieron tener este matrimonio, también hubo muchos generales que se opusieron a la idea. Pero, eso es solo una opinión basada en el lado obstinado del hombre. Entre la corte real, no, en la mayor parte del país, todos quieren el fin de la guerra.
— ¿Es esa también la opinión de Lady Vileena?
— ¿Yo? Por supuesto.
La chica, cuyos ojos comenzaron a oscurecerse con una tristeza que no era acorde a su edad, colocó una mano sobre su pecho.
— Los soldados están cansados, y mi gente ha sido forzada a momentos difíciles por mucho tiempo. Por lo menos, para salvarlos de esos momentos difíciles, nadie podría desear que más que yo que formemos una alianza entre Mephius y Garbera con esta boda.
Vileena miró directamente a Orba, hablando sin vacilar. Fue solo dentro de esa mirada, pero por primera vez desde que la conoció, ella mostró con gracia a la verdadera persona que estaba dentro. Era el tipo de mirada que daba la impresión de que ni siquiera había lugar para que alguien dudara de sus palabras.
Y eso fue exactamente lo que despertó los nervios de Orba.
— Tu gente, ¿eh?
Esta princesa habló como si conociera a su gente, con una actitud incuestionable, como si personalmente los conociera a todos, pero estaba seguro de que no pensaría dos veces en alguien como él, que estaba en el fondo de la sociedad. Comparado con algunos de los nobles Mephianos, que trataban a su gente como si ni siquiera fuesen humanos, se sentía como si los menospreciara aún más.
— Si la familia real causó esta guerra por su propia cuenta, sin considerar los sentimientos de su pueblo, ¿cómo pueden ahora reclamar tomarlos en consideración al terminar esa misma guerra? Solo nacer en un rango diferente cambia completamente la forma en que te tratan. ¡Era mejor no comenzar una guerra en primer lugar! Si eso hubiera sucedido, no habríamos terminado con una situación en la que una princesa tiene que lanzarse a un matrimonio que ella no quiere.
— Entonces, eso significa... ¿Estás tratando de decirme que tú, el príncipe, tampoco quieres este matrimonio?
— ¿No estamos igual? Ayer, esos “cabecillas” fueron los que causaron esta batalla manchada de sangre. Hoy nos tomamos de las manos, nos casamos y hacemos las paces. Pero las personas que no quisieron pelear, o incluso aquellos que encontraron al menos algún significado, han terminado bajo una pila de cadáveres. ¿Qué tipo de paz es esa?
— Eso es-
Parecía que, en el momento en que Vileena emitió un sonido, de repente absorbió todas sus palabras. Aunque pudo haber tenido razón al echarle la culpa a la familia real, finalmente sus claras mejillas alcanzaron el tono más alto de rojo, y ella alzó la voz.
— Simplemente puedes dirigir tus palabras a los asuntos de otras personas, ¡pero fue tu familia imperial la que condujo a su gente y sus soldados a la guerra contra nosotros! En cuanto a tu fingida ignorancia, ¿no es eso nada más que traicionar a los que murieron en tu nombre? Ambos nacimos en la familia real o imperial. Es nuestro deber dedicarnos a los asuntos del país. No podemos evitarlo si es nuestro deber reprimir la alegría personal o la voluntad personal. Es de esperar que la gente elogie nuestra sangre superior y se arrodille ante nuestros seres superiores. Sin esa conciencia, no solo los usurpadores, sino también el populacho, se levantarían contra la familia real.
— ¿Sangre superior? ¿¡Seres superiores!?— Orba gritó.
Cuando llevaba una vida llena de dificultades, la idea de la realeza ni siquiera había surgido en la mente de Orba. Entonces cuando la palabra “superior” salió de la boca de Vileena, fue como si recibiera en la cara el matiz mezclado de vanidad y burla.
— Ya veo. Entonces, como alguien que nació “superior”, puedes mantener todas las vidas de tus súbditos bajo tu control. Tienes el control total de cómo viven y cómo mueren. El “orgullo” de tu reino no es más que una forma de hablar cuando ganas siempre y cuando puedas cambiar las reglas que te harán ganar. ¿Reprimes la alegría personal, dices? ¡¿Qué es lo divertido de tener cientos, miles, decenas de miles de personas, cada una con sus propios sentimientos, matándose mutuamente?!
— Tú…
Estallando en furia, Vileena dio un paso más cerca de Orba, pero Theresia, gritando:
— ¡Princesa!— Le inmovilizó los brazos a la espalda cuando estaba a mitad de camino y la detuvo.
— ¿¡Qué!? Solo tienes catorce años. ¿Cómo puedes actuar como si lo supieras todo? ¡Vamos, dime!
Orba, también, dio un paso en su dirección. Cuando Dinn llamó al “Príncipe”, con la esperanza de detenerlo, Gowen y Shique lo ayudaron rápidamente.
— ¡Suéltame, maldición! Tú…
— Cállate, Orba— le susurró Shique al oído— Otros vienen. Si se revela que eres un doble en un momento como este, la paz con Garbera habrá desaparecido por completo.
— ¿Crees que no lo sé? Gritó Orba, y Gowen continuó.
— Si sale a la luz que ceremonia de matrimonio fue hecha por un doble, no solo será Garbera, sino que la familia imperial mephiana te ahorcará para proteger su pellejo. Entonces, ¿cuál es el significado de haber sobrevivido esos dos años como gladiador? ¿Es este el tipo de futuro que tenías en mente?
— ¡Déjame ir Theresia! ¡Suéltame!
Por otro lado, también, Theresia estaba teniendo problemas con la furiosa Vileena.
— Por favor, detenga esto, princesa. ¿Qué estaba tratando de hacer? No puede engañar a mis ojos. Aunque esto puede ser algo que no le gustó, esa fue la actitud de una princesa a punto de golpear su objetivo.
— ¡Ese príncipe! ¡Está pisoteando con sus sucios pies el orgullo de la realeza de Garbera, con el rostro de un niño que no sabe nada! ¿Qué hay de malo con golpearlo? ¡Solo le estoy dando una lección!
— Princesa, está revelando sus verdaderos colores. Contrólese.
Estaban haciendo una gran conmoción, gritando y peleándose como los niños que eran llevados a ver a un dragón a los establos por primera vez.
En ese momento, alguien más apareció en la habitación. Por supuesto, los guardias habían intentado decirles, pero Orba y Vileena habían hecho oídos sordos. Esa persona miró la extraña conmoción con ojos asombrosos.
— ¡Príncipe! ¡Princesa de Garbera!— Gritó con voz enojada, atrayendo la atención hacia sí mismo.
Era Fedom Aulin.
— ¿Qué es lo que sucede en un momento como este? Lady Vileena, usted también. Una situación es una situación. Por favor, absténganse de cualquier comportamiento precipitado— Ninguno de los dos dijo nada. Se estaban mirando con odio. Fedom se aclaró la garganta.
— Muy bien, en realidad es conveniente ahora que Su Alteza y Lady Vileena estén juntos. Justo ahora, han llegado las aeronaves de nuestro país. Traían un aviso.
Fedom sacó el informe con una expresión en su rostro que sugería que él mismo había estado bastante conmocionado y sorprendido por el contenido.
— Ayer cerca del amanecer, la Fortaleza Zaim, cerca de la frontera de Ende y Garbera, fue ocupada por un ejército que se autodenominaba la “Fuerza Ryucown”. Afirman ser los verdaderos representantes de la nación garberana, y que la familia real de Garbera los apoya por completo.
— ¡Imposible!
Vileena se puso pálida y se quedó quieta como si hubiera sido golpeada por un rayo. Cuando Orba vio eso, aunque se sintió inclinado a decir que se lo tenía merecido, inmediatamente bloqueó ese pensamiento.
— El emperador Guhl Mephius ha concluido que el ataque repentino durante la ceremonia de la boda también fue hecho por Ryucown. Con respecto a este acto cruel e inhumano de aplastar la dignidad del país y la esperanza de su pueblo, nuestra dinastía imperial exige una retribución. Se enviarán tropas y, bajo el mando del príncipe heredero, Gil Mephius, subyugarán a Ryucown...
— ¿Qué?
— En una reunión apresurada con el país de Garbera, hemos obtenido permiso para cruzar sus fronteras. Sin pasar por la capital imperial, el príncipe heredero debe dirigirse inmediatamente a la ciudad fortaleza de Idoro a lo largo de la frontera oriental. Eso es lo que dice— Cuando terminó de hablar, Fedom lanzó un profundo suspiro.
Cuando el silencio cayó sobre ellos, Orba naturalmente asumió que no estaba relacionado con él al principio. Pero los ojos de Fedom le dijeron que esta sería su “primera campaña”.
Wow estuvo genial el capítulo la acción estuvo muy bueno>—< pero casi se agarran a golpes los protas jajaja que risa me dio, esperando el que sigue muchísimas gracias n_n
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