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Bueno, después de 7 años terminamos Gamers!, hace poco también terminamos Sevens. Con esto nos quedamos solo con Monogatari Series como seri...

Etsusa Bridge Historias Cortas - Capítulo 4


Labios x Labios 



El caso de Jun Sahara - 1 

La oficina del parque temático en el Distrito Este. 

—¿Qué es lo que le falta al Distrito Este? ¡Amor! 

Un grito de romance resonó en el solitario parque temático. 

—...¿No están de acuerdo, amigos? Creo que esta es la oportunidad perfecta para una confesión colectiva. ¡Vamos a empezar! 

La sugerencia -acompañada de un aplauso- vino del más relajado y maquinador entrometido del Distrito Este. 

Los miembros del equipo de guardia reunidos en la sala respondieron a la propuesta de su jefe con un silencio resonante. 

—Pobre jefe... finalmente ha perdido la cabeza... —Carlos finalmente habló, moviendo la cabeza. Zhang ofreció una corrección aguda. 

—Perdió la cabeza hace años. 

—¿Nos falta amor? Lo dice el tipo que anda por ahí con una chica sexy en cada brazo... 

—Jefe, recitar pi debería ayudarle a poner su mente en orden. Empecemos con 3.1415... 

—¿A quién le importan los dígitos? Tres es más que suficiente. 

—¡Imposible! 3 veces el diámetro no es un círculo, es un hexágono. Ven, te lo mostraré. ...Ahora, un hexágono es una colección de seis triángulos equiláteros con cada lado igual a la longitud del radio. ¡Así que al final, encaja perfectamente en un círculo con el mismo radio! —El hombre explicó, cuidando de dibujar diagramas en la pizarra de la oficina. Los otros miembros asintieron con la cabeza. 


—Ya veo. Así que por eso Pi es más grande que 3. 

—¡Ajá! 

—¿Quién es el idiota que dijo que 3 era suficiente? Ni siquiera necesitas aprender los dígitos, ¡podemos llamarlo π! 

Mientras la conversación degeneraba, el hombre a la cabeza del grupo frunció el ceño. 

—¿Ejem.... Equipo? ¿Por qué están más absortos en pi que en mis opiniones? 

— No te pongas nervioso. Fingiremos que no oímos nada de tu estupidez. —Dijo el Gran Zhang, el campeón de lucha profesional clandestino. Se tronó las articulaciones amenazadoramente mientras se ponía de pie lentamente. 

—Los punks locales han estado desapareciendo o siendo maltratados recientemente. Y de todas las cosas, ¿estás diciendo que nos falta amor? 

—...Uh... Bueno... 

—Vigilancia, ¿estoy en lo cierto? Ibas a decir que nos falta vigilancia. Mis oídos han estado mal recientemente, jefe. Me pareció oírte decir que nos faltaba amor. Casi te rompo los pómulos, imbécil. 

Zhang se acercó al jefe y parecía dispuesto a romperle la columna vertebral más que los pómulos. Gitarin, nervioso, apartó la mirada. 

—Cuestiono el uso de la palabra “imbécil” en la misma oración que la palabra “jefe”. Y las...uhh...imágenes vívidas de romper mis pómulos es también un punto negativo en mi libro para el factor terror. Creo que te falta amor o respeto por tu superior. 

—Jodidofanáticodelsoccer… 

—Hey, ¡¿eso es un insulto a los amantes del fútbol?! 

Zhang ahorcó a Gitarin con un Neck Hanging Tree. 

—Se supone que eres un jefe de la mafia, maldita sea, ¿qué clase de gángster anda por ahí diciendo que necesitamos más amor? 

—Todo villano que subestime el poder del amor está condenado a morir por amor. Esa es la regla tácita del mundo, ¡y no quiero morir todavía! Por lo tanto, la chusma reunida en esta isla deberían trabajar juntos por loooooooooooooooooo- Penséquemeibasasoltaresofuebastantegenial... 

—Es la gente como tú la que se convierte en dictadores que hacen la guerra por las mujeres. Así que creo que es un buen momento para que mueras. Puedes disculparte con tus futuras víctimas en la otra vida. 

—¡Grrrrrrrk!¡No puedo respirar, tío, tío! 

Las dos mujeres que supuestamente eran sus amantes vieron a su jefe ponerse azul y rieron. 

—No se queden ahí parados mirando... 

Pero el equipo de guardias ignoró la escena cotidiana y habló como siempre. 

—Vamos a trabajar. 

—Uh-oh. El Sr. Take envió un mensaje pidiendo que paguemos nuestra cuenta. 

—Nos va a lanzar su cuchillo si volvemos a entrar sin dinero. 

—...zzzz... 

—¡Jajajajajaja! ¿Sr. Gitarin? ¿Amor? ¡Jajajajajaja! ¡Eso es una locura! ¡Je je je je je jajajajajajajajajajaja! ¡Jajaajajajajajajajajajajajaja! ¡Esto es un motín! ¡Me estoy muriendo! 

—Un poco tarde para esa reacción. 

—Aparentemente, Inui se está volviendo loco de nuevo. 

—Contra un grupo de novatos del continente. Tiene esto en sus manos. 

—¿"Continentales"? Deja que los mate. 

—Eso da miedo, Sr. Gen. 

—Nada bueno viene de meterse con las pandillas del continente. 

La conversación cambió de tema, borrando lentamente las tonterías del jefe de sus recuerdos... 

—¡Lo siento, llego tarde! 

La puerta se abrió y alguien entró. 

Era una joven de aspecto dulce, con flequillo en los ojos. 

Tenía una piel blanca y clara, pero sus brazos largos y delgados no se veían particularmente frágiles. Llevaba una elegante chaqueta y pantalones de cuero y una camiseta ligera. Debido a que la chaqueta estaba abierta, los indicios de sus atractivas curvas estaban expuestos al mundo. 

—¡Ah, Jun! ¡Justo a tiempo! 

El ojo de Gitarin brillaba como si hubiera sido rescatado por un ángel. Se escurrió de las garras de Zhang y se escondió detrás de sus amantes antes de dirigirse a la mujer con los ojos ocultos: la capitana del equipo de guardia. 

—¡Escucha, Jun! Esta gente ha estado terrible hoy. ¡Me rodearon y sacaron a un puñado de bichos! ¡Intentaron meterlos en las cuencas de mis ojos y que explotaran! ¡¿Puedes creerlo?! 

—¡¿Qué?! ¡Chicos! —Jun jadeó con un estremecimiento. 

—¡No lo hicimos! —Contestó Zhang, mirando a Gitarin. —Hijo de una anémona de tres patas. Basta de tus tonterías. 

—¿Hijo de una anémona de tres patas? ...de todos modos. 

Gitarín recuperó la compostura, aunque permaneció al abrigo de sus amantes. Con una expresión y voz relajada, se volvió hacia Jun. 

—¡Necesito que te hagas responsable, Jun! ¡Como capitana del equipo de guardias! 

—¿Y-yo? —Jun tartamudeó. 

Lo que vino después dejó caer sus ya confusos pensamientos directamente en un torbellino de caos. 

—¡La respuesta es el amor! ¡Necesito que empieces a amar! 

—¿A-amor"? ¿Qué...? 

—¡I love you! ¡Wo ai ni'! ¡Anata wo aishiteiru! Ahora que lo pienso, ¡el sonido “ai” está en la frase en los tres idiomas! ¡Eso es increíble! Por eso es por lo que deberías confesarte. ¡Perfecto! 

—¿C-confesarme...? 

Signos de interrogación aparecieron sobre su cabeza en rápida sucesión y desaparecieron. 

Fue entonces cuando su jefe hizo una sugerencia absurda. 

—He llamado a Inui, así que confiésale tu amor. 





El Caso de los Hermanos Detectives - 1 

The Private Eye Lizard, una agencia de detectives del Distrito Oeste. 

La oficina estaba en un hotel abandonado en el Distrito Oeste. 

En la puerta de cierta habitación de hotel había un letrero que representaba a un lagarto regordete que parecía un tsuchinoko con adorables ojos redondos. No encajaba bien en la isla artificial, donde criminales y forajidos vagaban libres. Por otra parte, la propia agencia -una habitación de hotel renovada a la fuerza- no era mejor que el mundo que la rodeaba. 

Una agencia de detectives. 

La habitación del hotel tenía todos los sellos de una agencia de detectives, y algo más. 

Ante la ventana de una de las paredes había un viejo escritorio de madera y un sillón de cuero. Frente a él había un sofá para los clientes y una mesa de café de cristal, con cenicero. En el escritorio había un gran lío de documentos, pero la mayoría de los papeles eran volantes sospechosos repartidos en la isla o folletos que anunciaban a grupos religiosos extraños. 

La habitación fue prácticamente construida para que un detective dedujera su camino a través de la isla. 

Pero desafortunadamente, la dueña de la habitación apenas calificaba como detective. 

—¿Escuchaste la transmisión de radio, Sherlock Liverpool? ¡Una televisión comunitaria! ¡Huelo un caso! 

Una lágrima corrió por la cara de Sherlock. 

—¡Eek! ¡¿Qué pasa, Sherlock Liverpool?! —gritó Charlotte Liverpool, la autoproclamada mejor detective. 

Mientras Charlotte estaba preocupaba, su hermano menor enjugó su lágrima con una mirada iluminada. 

—El hecho de que tu proceso de pensamiento se haya convertido en un completo Non sequitur... me hizo llorar. Lo siento, Charlotte. Creí que te conocía bien. Lo siento mucho. 

—¿Me estás pidiendo disculpas, Sherlock Liverpool? ¡Ahora esto es un misterio! Déjame intentarlo y ponerlo en el decálogo de Knox. ...Pero esto no es bueno. ¡Hay tantos chinos en esta isla que no conseguiremos una novela de misterio como ésta que se mantenga fiel a Knox! ...Y ahora que lo pienso, el Decálogo de Knox tiene derechos de autor, así que te meterás en problemas por reproducirlo sin permiso. ¡Huelo un caso! 

El Decálogo de Knox, escrito por Ronald Knox, era una lista de reglas a seguir al escribir una novela de misterio. Una de las reglas prohibía la aparición de un "chino", que supuestamente era una broma de su parte que suponía que el pueblo chino tenía poderes mágicos. 

Pero, naturalmente, el decálogo no tuvo nada que ver con la televisión comunitaria ni con las lágrimas de Sherlock. 

—Espera un segundo. No estoy tratando de escribir una novela de misterio, ¿verdad? ¿Y de dónde saqué a Knox? ¡Esto es un misterio! 

—No tienes remedio, Charlotte. Nunca lo has tenido y nunca lo tendrás. 

Después de varios minutos secándose las lágrimas, Sherlock se volvió hacia su hermana con su mirada iluminada. 

—...Entonces, ¿por qué hueles un caso con la televisión comunitaria? No estarás confundiendo el olor del polvo con el misterio, ¿verdad? 

—Siempre el comediante, Sherlock Liverpool. El polvo no huele como...espera, ¿el polvo huele? 

—¿Qué es esto de un caso? —Sherlock dijo con una sonrisa angelical, renunciando a señalar las contradicciones de Charlotte. 

—Umm... ¡Oh! ¡La televisión comunitaria! ¡En Japón, se supone que fue popular después de la Segunda Guerra Mundial! ¡La era Showa! La era Showa no está lejos de la era Taisho. ¡Y cuando piensas en Taisho, piensas en el novelista Ranpo Edogawa... y en Kogoro Akechi, el detective estrella! ¡En otras palabras, huelo un caso en la era Taisho! ¡La humanidad está en peligro! 

—La era Taisho debe ser una era oscura para la humanidad en tu imaginación, Charlotte... 

—Y cuando piensas en “televisión comunitaria”, lo primero que te viene a la mente debe ser “lucha libre”... Dicen que un hombre llamado el Destructor está explorando los límites de la destrucción. ¡Un destructor en serie entra en la isla! ¡Esto requiere un detective! 

—En realidad, creo que se necesita más a la policía. 

Sherlock sonrió gratamente a su hermana, habiendo dejado atrás su cordura más allá de un proverbial campo de flores. Charlotte le miró con preocupación. 

—¿Qué estás diciendo, Sherlock Liverpool? La policía nunca vendría a la isla. Espero que no hayas sido reemplazado de nuevo por un impostor... 

—Argh....no es justo, Charlotte. ¿Tienes que sacar a relucir esa parte de mi vida y dar una respuesta inteligente al mismo tiempo? 

Venas aparecieron sobre la sonrisa santa de Sherlock, amenazando con hacer su semblante totalmente demoníaco. 

—Oh. Umm....lo siento, Sherlock Liverpool. ¿Fue algo que dije? 

—Sigue disculpándote inconscientemente y mi presión sanguínea se disparará. Tee, hee, hee. —Dijo Sherlock con sarcasmo. Charlotte sintió un escalofrío correr por su columna vertebral. 

Pero en ese momento, el teléfono sonó. 

Un sonido distintivo llegó desde el antiguo teléfono rotatorio. 

El teléfono era en realidad un objeto de broma con botones reales y una pantalla LCD en el receptor, pero desde que los hermanos se apoderaron de él, Charlotte había estado disfrutando aún más de su "auténtica" vida de detective al máximo. 

El teléfono también era una especie de accesorio para su papel, pero la visión del teléfono a menudo hacía que los clientes dudaran de ella más que de nada. 

—¿Sí, hola? ¡Gracias por llamar a Private Eye Lizard! 

Había algo incómodo en el saludo, pero el cliente del otro lado explicó su situación de todos modos. 

Charlotte asintió afablemente. Pero a Sherlock le dio un escalofrío repentino. 

Lo único que la animaría tanto era un nuevo caso. 

No mucha gente acudía a su dudosa y pequeña oficina de detectives, especialmente porque el dinero era crucial para sobrevivir en la isla. Así que aunque un nuevo trabajo debería ser motivo de celebración, sólo hizo que Sherlock se pusiera ansioso. 

Hacer trabajo de detective en la isla significaba exponerse al peligro. 

En el pasado, hacer una investigación hacía que su corazón se sintiera como si fuera a explotar. Pero después de un cierto incidente hace varios meses, había llegado a confiar en su hermana hasta cierto punto. 

Pero eso no significaba que sus miedos estuvieran completamente borrados. 

Sherlock se preguntaba en qué conmoción se verían envueltos hoy. Charlotte, rebosante de esperanza y orgullo, colgó. 

—¡Je je je je je...lo he hecho! ¡Esto es increíble, Sherlock Liverpool! ¡Era un cliente! ¡Un trabajo! 

—Wow. Genial. —Sherlock asintió sarcásticamente, pero por dentro estaba confundido y entrando en pánico por el contenido de la petición. 

Charlotte dio vueltas ante su hermano y mantuvo la cabeza alta. 

—¡Y es de un ejecutivo del Distrito Oeste! ¿Puedes creerlo? 

—¿Qué? 

—Los misteriosos habitantes del continente que causan estragos en la isla deben ser parte de una organización criminal! ¡Debemos investigarlos y revelar su identidad al público! ¡Esa es nuestra misión! 





El caso de Lihuang Ei - 1 

Un restaurante chino en el distrito oeste. 

<¿Cómo va la investigación, Taifei?> 

La llamada vino de Lihuang, el jefe del Distrito Oeste. Taifei contestó con el teléfono atascado entre su hombro y su cara, continuando comiendo mientras respondía. 

—Munch....bastante bien. Estamos un poco escasos de información in situ, pero si fuera en persona, me cortarían en pedazos y se los venderían a un carnicero. Me encanta comer, pero no me entusiasma que me coman. Eso dolería, y estar herido me daría hambre. ...Munch... 

Escuchó un asombrado suspiro desde el teléfono, pero Taifei continuó sin preocuparse. 

—De todos modos, he tomado algunas medidas. ¿Sabes que hay algunos detectives en nuestro distrito? Les envié solicitudes para que investigaran los casos. 

<¿...Detectives...?> 

Por alguna razón, la voz del teléfono sonaba nerviosa. 

—Munch... sé que no te gusta depender de partes externas, pero dije que era una petición personal. No dije nada sobre el grupo. Un buen oficial de inteligencia sabe cuando confiar en los corredores... Munch... Aunque es molesto tratar de filtrar toda la información. 

<¿A qué detectives contrataron?> 

—¿Hm? Bueno, había algo así como cuatro de ellos... Ah. Yo también la contraté. ¿Recuerdas a la chica blanca que se quedó atrapada en el lío de Ginga Kanashima hace medio año? Se ha estado llevando bien con Lilei últimamente. 

<…> 

—Este pato de Pekín con curry es para morirse. Pensé que era una combinación inusual, pero no se puede juzgar un libro por su portada. ...Hm? ¿Hola? ¿Hola? 

Lihuang había colgado hacía tiempo. Taifei frunció el ceño. 

Pero rápidamente se distrajo con las nuevas comidas servidas en su mesa. Volvió a comer sin pensarlo dos veces. 

¿Se dio cuenta Taifei de lo mucho que había puesto nervioso al jefe del Distrito Oeste? Era imposible saberlo por la sonrisa que tenía al sumergirse en su comida. 





El caso de Nazuna Yukimura - 1 

Hace un día, en un dojo de artes marciales en el Distrito Este. 

Había un edificio en una esquina del Distrito Este que originalmente fue construido como un complejo deportivo todo en uno. 

¿Por qué una isla artificial necesita un complejo deportivo? Nadie lo sabía, pero tal vez estaba destinado a servir de accesorio al pequeño puerto deportivo de la isla. 

En una esquina del complejo deportivo había un dojo de artes marciales, con tatami tradicional y pisos de madera. 

Incluso ahora, cuando la isla estaba en ruinas, el dojo y sus filas de habitaciones estaban limpias y ordenadas. No había ni una mancha de moho en las alfombras de tatami. 

El sol brilló a través de la ventana y golpeó las paredes de tabla, llenando el dojo con una luz cálida pero tensa. 

Aunque era sólo una parte del complejo deportivo, el dojo era realmente un hogar de artes marciales y era uno de los pocos lugares tranquilos de la isla. 

Fue entonces cuando un hombre vestido de blanco y salpicado de sangre humana apareció con una sonrisa incómoda. 

—Hola. Ha pasado un tiempo. 

Cuando el hombre hizo un gesto torpe, la mujer que estaba ante él -Nazuna Yukimura- suspiró y sonrió. 

—Vamos, nos vimos anteayer. 

Tenía el pelo negro, corto y brillante. Había una katana a su lado. 

Sólo eso la hacía perfecta para el dojo. 

Nazuna era miembro del Equipo de Guardia del Distrito Este, pero pasaba la mayor parte de su tiempo libre aquí. Había estado entrenando sola en el dojo hoy después del trabajo, cuando apareció el hombre de blanco Yakumo Amagiri- 

En términos de apariencia no tenían nada en común. Pero no parecía que les desagradara ni que se sintieran incómodos el uno con el otro. 

Yakumo se preguntó que debía hacer, antes de caer al suelo en una esquina del dojo. 

—Umm... no te preocupes por mí. Sigue adelante. 

—¿Estás seguro? ¿No te aburrirás? 

Nazuna había estado practicando iaido durante algún tiempo. Le preocupaba que Yakumo se aburriese viendo a alguien tan inexperto como ella repetir los mismos movimientos una y otra vez, pero Yakumo agitó la cabeza rítmicamente y sonrió. 

—En absoluto. Tus movimientos... son realmente increíbles. 

—Los halagos no te llevarán a ninguna parte. —Nazuna se rió del vergonzoso comentario. 

—No necesito llegar a ninguna parte. Aun así soy feliz. 

Nazuna asintió a Yakumo, que estaba bastante alejado de la realidad, y volvió a su entrenamiento. 

Ella giró elegantemente su espada, una y otra vez. El pálido joven miró inocentemente. 

Era silencioso y tranquilo. 

Viendo a Nazuna bajo el sol de la tarde, Yakumo elevó la velocidad de su reloj hasta su límite con la esperanza de que el momento pudiera durar para siempre. 

Fue entonces cuando fuertes pasos comenzaron a retumbar en la distancia. Varias figuras aparecieron en la esquina de su visión. Decepcionado, Yakumo lentamente volvió a la normalidad. 

—¡Oh! ¡Es Yakumo! 

—¡Ha vuelto! 

Entró en la habitación un grupo de cinco o seis chicas. Algunas eran de edad de preescolar, mientras que otras podían mezclarse con niños mayores de la primaria. Cuando vieron a Yakumo y Nazuna, corrieron con ojos brillantes. 

—¡Oh, eres tan cariñoso! 

—Deberías casarte. 

—¡Invítala a salir! ¡Confiésatele! 

—¡Beso! ¡Beso! 

—¡Haz algo sexy! 

Mientras las niñas gritaban y parloteaban, Nazuna envainó su espada con una irónica sonrisa. 

—Aún no nos vamos a besar. Y Yakumo ya me lo ha confesado. 

—¡¿Estás contando eso?! 

—Pero aún no tengo una respuesta. Todavía no nos conocemos muy bien. 

Las pálidas mejillas de Yakumo se volvieron rojas como la remolacha. Rodó por el suelo avergonzado. 

Las chicas parecían divertirse con sus acciones. Lo rodearon y comenzaron a bombardearlo con peticiones: 

—¡Baila, Yakumo! ¡Baila! 

—¡Muéstranos el baile del robot! 

Esta vez, Nazuna sonrió cálidamente. 

No había sonreído así con regularidad hasta hace unos meses, cuando Yakumo había empezado a visitarla. 

Las niñas del dojo eran huérfanas al cuidado de Nazuna. 

Al principio habían sido cautelosas con Yakumo. Pero después de mostrarles algunos de sus movimientos de baile, rápidamente se acostumbraron a él. 

Ni siquiera yo esperaba que fuera tan buen bailarín. 

Pero, ¿es realmente normal ser amigo de un hombre cubierto de sangre? 

Por un lado, Nazuna se preocupaba por la influencia potencial de Yakumo en las niñas. Pero recordó que ella misma ya estaba en buenos términos con él, y se recordó a sí misma que no tenía derecho a preocuparse por los moralidad de las niñas. 

Mientras pensaba, las huérfanas charlaban con Yakumo. 

—Hey Yakumo, ¿no vas a dar a Nazuna ningún regalo? 

—Regalo... 

Yakumo se calló, y luego levantó la vista, sorprendido. 

—Ahora que lo pienso, ¿cuándo es tu cumpleaños, Srta. Nazuna? 

Yakumo se despreciaba a si mismo por no haber hecho antes una pregunta tan importante, pero hizo todo lo que pudo para que no se notase. 

Pero la respuesta de Nazuna le sorprendió. 

—No tengo uno. 

—¿Qué? 

—Bueno, verás... yo también soy huérfana. La persona que me crió no era exactamente el tutor más responsable. Así que no tengo un cumpleaños. 

El tono de Nazuna era indiferente, pero el contenido de sus palabras justificaba 10 segundos completos de pensamiento para Yakumo. Fue un tiempo corto para la mayoría, pero más de varios minutos para él. 

Era imposible saber en qué había meditado y con qué densidad, pero después de enseñar a las niñas unos cuantos movimientos de baile, lentamente se dirigió hacia las puertas. 

—Me voy a ir ahora. ¿Puedo volver a visitarte alguna vez? —Preguntó tímidamente. La respuesta de Nazuna fue tranquila. 

—Claro. Pero no hagas algo mientras estoy fuera de servicio y traigas a Jun o Zhang al dojo como la última vez. Entonces estaría obligada a capturarte. 

—No te preocupes. Me aseguraré de perderlos antes de entrar —respondió Yakumo, perdiendo el punto de Nazuna-. Se dio la vuelta. 

En vez de corregirlo, Nazuna sonrió amargamente y lo despidió. 

Una vez que Yakumo se fue, las chicas se acercaron a Nazuna con malicia en los ojos. 

—Hey Nazuna, ¿te gusta Yakumo? 

Era una pregunta sencilla -quizás demasiado-, pero a Nazuna no parecía importarle. 

—Hm....no lo sé. No puedo asegurarlo todavía. 

—Pero casi nunca eres tan amigable con un chico. 

—Es cierto que no me desagrada, —admitió Nazuna. Las chicas gritaron. 

—¡Vaya! ¿Qué te gusta de él? Nunca antes te había gustado ningún chico. ¿En qué es diferente? 

—¿Qué es lo que me gusta de él? ...es una pregunta difícil de responder. 

¿Qué es lo que me gusta de él? 

Hasta el incidente de hace medio año, simplemente había sido su enemigo. 

Pero llegó a entenderlo en el transcurso del incidente, y finalmente pasó de ser `enemigo' a `amigo'. 

A veces escuchaba que la gente rechazaba las confesiones de amor pidiendo ser amigos. Pero cuando Nazuna dijo lo mismo, lo dijo con optimismo. 

Sin embargo, no podía precisar exactamente qué era lo que le gustaba de él. 

Decir que me gusta... podría ser un poco malo para Yakumo. 

—¡Vamos, Nazuna! Dinos. 

Las chicas se negaron a echarse atrás. Nazuna pensó seriamente durante algún tiempo. 

Y finalmente dio una respuesta. 

—...su cara, ¿tal vez? 

Fue una respuesta torpemente realista. 

Pero “torpe” era la palabra perfecta para representar el estado de su relación. 





El caso de Yakumo Amagiri - 1 

Después de deliberar, llego a una conclusión. 

Le daré un regalo. 

Mañana le daré un regalo de cumpleaños. 

Entonces diré esto. 

Te doy el regalo de un cumpleaños. Hoy es tu cumpleaños. Enhorabuena. Feliz cumpleaños. Feliz cumpleaños. Mayday. Mayday. 

...¡Perfecto! 

...Espera, ¿qué significa 'mayday'? 

Estoy bastante seguro de que lo dices para felicitar a alguien. 

Ahora, le voy a dar el regalo de un cumpleaños para mostrarle mi amor, pero ¿qué debería darle como regalo de cumpleaños? 

¿Qué le das normalmente a alguien en su cumpleaños? 

Ropa, tal vez. Pero toda la ropa en esta isla es casi la misma. 

En caso de duda, pregúntele a alguien. 

Podría consultar a mi amiga de la siesta, Lilei, pero perdió a un amigo hace unos días. Sería descortés preguntarle algo así mientras está de luto. 

Ahora que lo pienso, la razón por la que me apresuré a ver a la Srta. Nazuna fue porque oí que Fei fue asesinada. Tenía miedo por la Srta. Nazuna. 

La Srta. Nazuna es fuerte, pero por si acaso. 

Puede que yo sea el Demonio Asesino, pero me agarró una sensación de pérdida cuando me enfrenté a la muerte de alguien que conocía, incluso si no la conocía desde hacía mucho tiempo. 

Tenía miedo de lo que podría pasar si la Srta. Nazuna se veía en la misma situación. 

Estaba aterrorizado. 

Y me acordé de esto: 

Amo a la Srta. Nazuna. Esto es una realidad, una verdad y un hecho, todo en uno. 

Así que quiero elegir su regalo de cumpleaños con el mayor cuidado. ¿A quién puedo pedir ayuda? 

Pienso para mí mientras me bajo de mi lugar para dormir la siesta. Entonces veo a un hombre extraño merodeando frente al edificio. También veo a los niños de Iizuka huyendo. Parece como si hubieran traído al hombre aquí. 

Está tratando de encontrar a Lilei, dice. Parece que es relativamente nuevo en la isla. 

Perfecto. 

Alguien que todavía piensa como un continental podría saber qué clase de regalo debería darle a una chica. Así que pregunté, y... 

—Supongo que podrías ir por el clásico. ...¿Quizás chocolate hecho a mano? 

… 

Chocolate artesanal. 

¿Qué significa eso? 

Chocolates. Es el día de San Valentín. Pensé que era cuando las mujeres daban chocolates a los hombres para confesar sus sentimientos. Pero espera... ahora que lo pienso, cuando yo era niño, hubo un evento en el que los hombres tenían que dar chocolates a las mujeres a cambio de lo que recibían el Día de San Valentín. Día de San Valentín.... ahora que lo pienso, creo que conseguí unos 50 chocolates el año que gané ese concurso de baile. Estaban deliciosos. 

...Espera. Me estoy saliendo del camino otra vez. ¿Por qué este hombre sugirió dar chocolate como regalo de cumpleaños? Hay un misterio aquí, puedo olerlo. Maldita sea. Si Charlotte estuviera aquí, deduciría el caso con facilidad. 

Pero dijo que le gusto. Si le pido ayuda, puede que se haga una idea equivocada. ...y podría terminar enamorándome de ella también. No puedo hacer eso. Soy devoto de la Srta. Nazuna. Incluso si ella no está completamente segura de mí. 

Me estoy saliendo del camino otra vez. 

Um.... ¿Dónde estaba...? ¡Cierto! Día de San Valentín. 

Día de San Valentín. Tratemos de recordar el significado de la fiesta. 

Sé que es el día en que alguien llamado San Valentín murió. San Valentín ignoró las órdenes del rey y bendijo los matrimonios, y fue ejecutado como resultado. ...Qué rey más horrible. ¿Matar a alguien por bendecir un matrimonio? Tal vez este rey era más asesino que yo. ¿Qué más hay de San Valentín? ...Espera. Tengo la sensación de que Valentín fue ejecutado por hacer milagros en la cárcel o algo así. Sanar los ojos de alguien... ¿Así que por hacer milagros también te ejecutan? Eso no es sólo horrible, es aterrador. ¿Así que esto es una caza de brujas? En otras palabras, ¿el rey trató a San Valentín como a una bruja? Pero Valentín era un santo. ¿Quién se cree el rey que es, llamando bruja a un santo? ...Cierto. Un rey. Pero espera. ¿Era Valentín un hombre o una mujer? Recuerdo que enviaron una carta a la última persona cuyos ojos sanaron... ¿Por qué puedo recordar episodios triviales como éste y no el género del santo? Me pregunto si San Valentín me perdonaría. 

Whoops. Otra tangente. 

Así que...bien. Una carta. 

San Valentín envió una carta. 

Una carta de amor. 

Por supuesto. Una carta de amor es el primer regalo. El comienzo de una relación romántica. 

Le agradezco al hombre y lo olvido. 

¿De todos modos, qué quiere con Lilei? Dijo algo sobre una hermana perdida hace mucho tiempo. Me pregunto si estaba diciendo la verdad. 

Oh bien. Lilei se puede cuidar de un hombre así muy fácil. 

Ahora.... debería pensar qué clase de carta de amor haría más feliz a la Srta. Nazuna. 

¿Y qué debo adjuntar como regalo? ...Esto va a ser un desafío. 





El caso de Jun Sahara - 2 

La oficina del parque temático en el Distrito Este. 

—¿Qué? 

Jun se quedó sin palabras, aturdida y confundida. 

Los miembros del equipo de guardia que entendieron lo que el jefe había dicho contenían la respiración, una variedad de expresiones en sus rostros. 

Todos los miembros del equipo de guardia sabían que Jun admiraba a Hayato Inui. 

Pero todo el mundo sabía que no debía mencionarlo delante de su tímida capitana. No sólo eso, no había una conexión personal entre Jun e Inui. 

En otras palabras, Jun llegó a admirar a Inui después de verlo desde lejos o mientras escuchaba las emisiones de radio de la isla. Al menos, eso es lo que el equipo de guardias creía. 

—¿ ...Huh? ¿Qu-qué? ¿Perdón? — Cuando el entendimiento se extendió, Jun se las arregló para sonrojarse y palidecer al mismo tiempo. —¿Quiere decir que el Sr. Inui vendrá aquí? ¿Y se supone que debo confesarme? ¿Qu-Qué? ¡No lo entiendo, jefe! ¿Qué quieres decir con eso? 

—¡He estado esperando esas palabras! Los conejos mueren de soledad. Los hombres mueren sin amor. Estos hechos no pueden ser probados científicamente, pero pueden ser representados artísticamente, dice San Jororogis III. Eso es lo que quiero decir. 

—¿Qué? ...Umm... —Jun contempló por un momento. Luego: —No... no entiendo, jefe. 

Carlos sonrió. 

—¿Quién diablos es Saint Jororogis III? 

—¡¿Quieres decir que no lo sabes?! ¡Dios mío! ¡Y te llamas a ti mismo un miembro de mi equipo de guardia! —Gitarin suspiró dramáticamente, con la cabeza en las manos. Carlos ni siquiera parpadeó. 

—¿Alguien tiene una respuesta para mí? 

Al notar que casi todos en la sala sacudían la cabeza, Carlos se volvió hacia su jefe con una mirada de burla angustiada. 

—Lo siento jefe, parece que ninguno de nosotros califica para ser parte del equipo de guardia. Vamos a salir ahora mismo. 

—Oh. Lo siento. Lo siento mucho. Mentí. Dije una mentirita. Lo siento. "San Jororogis III" es un apodo mío. 

—¿Añadiste un santo a tu propio apodo? 

—Espera, ¿eso es lo que te molesta? De todos modos, perdóname. Lo siento. —El jefe se arrastró. Jun levantó la voz. 

—¡De todos modos! ¿Por qué viene el Sr. Inui? 

—Porque yo lo llamé. 

—¿Por qué? —Preguntó Jun, casi listo para llorar. Gitarín volvió la mirada al aire y bajó la voz. 

—Porque quiero verte superar tu nerviosismo mientras te confiesas tranquilamente a Inui....¿o no es una respuesta lo suficientemente buena? 

—¡No es sólo que no sea lo suficientemente buena! ¡Es completamente poco convincente, jefe! —Jun levantó la voz en una rara muestra de ira. 

Los otros miembros del Equipo de Guardia comenzaron a susurrarse unos a otros, viendo las señales de entretenimiento que estaban a punto de comenzar. 

—Oh, ¿ así que Jun está realmente embobada con Inui? 

—¿De qué siglo sacaste esa palabra? 

—Supongo que lo entiendo. Quiero decir, incluso tiene un póster de él en la pared del Distrito Oeste. 

—Oh, ¿el que el jefe garabateó? 

—¿Pero Jun y ese fenómeno de pelo arco iris? 

—¡Jajajajajajajaja! ¡Esto es graciosísimo! 

—No seas estúpido, Mii. No está bien burlarse de la gente enamorada. 

—Pero sabes, Jun tuvo muchas oportunidades de conocerlo. ¿Por qué no se confesó antes? 

—Si eso fuera físicamente posible para Jun, no estaría agonizando frente a nosotros ahora. 

—Entonces, Carlos anda por ahí ligando chicas en español porque suena exótico. 

—Podría cambiar a japonés si quieres. 

—Oye. Olvídate de este mujeriego. 

Mientras los miembros charlaban, Jun fue golpeada por un mareo. Se tambaleó fuera de la oficina. 

—¿Adónde vas, Jun? 

—Necesito lavarme la cara... 

Pálida, Jun se dirigió al baño al final del pasillo. Quizás estaba demasiado confundida como para enfadarse. 

Lavándose la cara con agua fría en el fregadero, Jun decidió que debía refrescarse y calmarse. 

Miró fijamente su reflejo mientras pensaba en cómo la conversación había llegado a ese punto. 

—Veamos... 

Primero, tenía que poner en orden sus propios sentimientos. 

¿Qué le parecía Hayato Inui? 

Se conocieron hace varios años. 

En ese entonces, la isla todavía tenía Distritos Norte y Sur, y Jun aún no era la capitana del Equipo de Guardia. Fue entonces cuando Gitarin advirtió al equipo que desconfiara de un individuo en particular. 

—Es sólo un contacto de negocios. Pero para ser honesto con ustedes, es un poco como una bala perdida. Tengan cuidado con él. 

Con eso, les mostró una fotografía de cierto joven, tomada desde una gran distancia. 

Aunque sus rasgos no eran claros, su cabello color arco iris era fácil de identificar. 

—¿Está haciendo negocios con alguien tan peligroso, jefe? —El hombre que había sido el capitán del equipo de guardia en ese momento preguntó. 

En respuesta, Gitarin les hizo una sonrisa irónica. 

—Sólo estamos intercambiando información. Este hombre esencialmente unificó todas las Fosas bajo su mando. Y después de hablar con él, leí un poco sobre él. Es el mismo tipo de hombre que el Sr. Gen. 

—¿Llamaste? —Un hombre de mediana edad con gafas de sol respondió desde un rincón de la habitación. 

El hombre estaba jugando con una granada en la mano derecha y sostenía una botella en la izquierda. 

—...Cierto. 

Escuchando el intercambio, Jun supuso que este Inui debía ser un individuo aterrador. 

Jun apreciaba a Gen como miembro del Equipo de la Guardia, pero sabía muy bien que era imposible controlarlo. 

Supuestamente solo le había llevado unos pocos años a Inui poner a los forajidos de las Fosas bajo su control. 

Debe ser alguien aterrador, pensó ella. 

Y si él era tan incontrolable como Gen, era natural que el Equipo de Guardia desconfiara de él. 

Jun puso el nombre de 'Inui' y su pelo de siete colores en su “lista mental de cosas para evitar'. Decidió vigilarlo, con la determinación de que lo destruiría si decidía actuar contra el Distrito Este o la isla. 

Esa noche, con esa determinación fresca en su mente, salió a saciar su hambre. 

Entró en la tienda de ramen debajo de su apartamento y estaba sorbiendo su pedido de ramen de Etsusa Naval Warfare -el artículo más caro del menú- cuando tuvo lugar un cierto encuentro. 

Fue una reunión repentina e inesperada, y además absurdamente improbable. 

—Hola Sr. Take. 

Jun era la única clienta de la tienda con sólo dos asientos. 

Fue entonces cuando un segundo cliente apareció y se sentó en el otro asiento, saludando alegremente al propietario. 

Jun acababa de llevarse fideos a la boca. Se agachó un poco para no molestar al otro cliente, sin mirar en su dirección. 

Pero nunca esperó la respuesta del Sr. Take al nuevo cliente. 

—Vete. 

—¡¿…?! 

—Vas a hacer que el ramen de la dama sepa rancio. Ve a esperar afuera hasta que termine. 

—¡Whoa! ¡Eso es cruel, Sr. Take! —El hombre suspiró, golpeándose la frente. 

Jun miró al señor Take confundida, pero no pudo leer su estoica expresión. 

Fue entonces cuando el otro cliente habló. 

—Vamos, nena. Apóyame. Tu ramen va a saber muy bien aunque yo esté cerca, ¿verdad? 

—¡Oh, sí! No me importa en… 

Jun miró hacia atrás instintivamente mientras respondía- 

—¡AAAAAHHHH! 

-Gritó, se inclinó hacia atrás y terminó cayéndose de la silla. 

Era natural -después de todo, ella acababa de encontrarse cara a cara -casi literalmente- con el hombre de la fotografía en toda su gloria de pelo arco iris. 

—¡Pah! ¿Qué te he dicho? ¡La asustaste! 

—¡Uh, espera! ¡Mierda! ¡Imposible! Yo...umm...lo siento, ¿te asusté? Curioso....pensé que el arco iris sería un éxito con las chicas...me hace parecer un hada o algo así. 

—¿Quieres ser popular con las chicas que adoran a las hadas de pelo arco iris? —El Sr. Take gruñó. El hombre de pelo arco iris levantó la cabeza con orgullo. 

—Claro, ¿por qué no? ¡La vida es lo suficientemente larga para todo tipo de experiencias divertidas! 

—Por la forma en que te comportas, diría que es probable que consigas un boleto de ida a la muerte antes de que acabe el día. 

—Bueno, ¿sabes qué? Dos horas es más que suficiente para una película. Siempre y cuando sea lo suficientemente denso, se podría decir que es mucho tiempo, —dijo el hombre con una sonrisa infantil, y luego le tendió una mano a Jun. 

—¿Estás bien, cariño? Siento haberte asustado. Mientras me perdonas, ¿por qué no te conviertes en la heroína de la película de mi vida? Lulz. 

—Ah… 

Jun tomó su mano y comenzó a responder- 

—¡Basta de bromas, sal de aquí antes de que la dama salga corriendo llorando! 

—Tch. Bien. Volveré antes de la hora de cerrar. 

Antes de que Jun pudiera decir una palabra, el hombre se había ido. 

Sin tener la menor idea de cuánto sabía sobre su posición, el primer encuentro de Jun con Hayato Inui terminó en un minuto. 



El tiempo había pasado desde entonces. Ahora eran plenamente conscientes de las posiciones de los demás, pero nunca habían tenido la oportunidad de conversar adecuadamente. Parte de ello se debió a la ausencia de Inui de la isla durante un año. 

Incluso ahora, Jun no tenía sus sentimientos completamente en orden. 

Admiro al Sr. Inui. Sí. Por lo menos eso... lo sé. 

Durante un cierto incidente en la isla, Inui había sido incriminado y se había convertido en un hombre buscado en todos los distritos. 

Pero cuando Jun escuchó la verdad sobre el incidente por parte de Gitarin, cómo Inui no sólo aceptó la culpa, sino que también tuvo la audacia de usarla a su favor, se conmovió. Esa audacia era algo que le faltaba. 

Pero la admiración no era necesariamente amor. 

Cuando consultó a su amiga Misaki, que trabajaba en el casino, Misaki le había respondido, 

—¡No! ¡Él sólo se está buscando problemas, Jun! ¡Ya estás en suficiente peligro! 

Carlos, que por casualidad estaba allí, se rió entre dientes: 

—Vaya, parece que alguien está celosa. 

—N-no! ¡No estoy celosa! Sr. Carlos, idiota... ¡Ah! ¡EEEEEK! ¡Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento! ¡Mentí! ¡No es un idiota, Sr. Carlos! ¡Yo soy la idiota! 

La conversación había terminado allí con las disculpas aterradas de Misaki, y Jun nunca recibió su respuesta. 

Pero todos en el Equipo de Guardia -con la obvia inclusión de Gitarin- parecían reconocer que había un tema ambiguo entre Jun e Inui que necesitaba ser tratado. 

Cierto. Tengo que aclarar las cosas. 

Voy a encontrarme con el Sr. Inui... y averiguar si me gusta o no. 

Confesarse puede ser demasiado. Pero....tengo que seguir adelante... 

Siendo una persona de tan buen carácter, Jun decidió tratar la oportunidad como un regalo de Gitarin. 

Se preguntó por un momento si debía dejarse llevar por el rugido de sus motosierras, pero se decidió a no hacerlo; sería más significativo confesarse en pleno control de sus facultades. 

Limpiándose la cara con un pañuelo, Jun se fortaleció y regresó ansiosamente a la oficina donde los demás la esperaban, con un corazón agradecido, como la persona gentil que era. 

Gracias, jefe. Gracias por darme la oportunidad de ser honesta con... 

—¡Uno, dos! 

—Lalalalala-lalalalalalalalalala-lalala- 

—Bam-ba-bam-ba-ba-bam- 

—Dadadadadadatsktsksii-tsktsksii- 

—Nananananananananananananananana-nanana-nanana-nananana-nananana- 

Un extraño coro de voces la saludó cuando regresó a la oficina. 

Gitarin estaba sacando provecho de un bastón de mando, y el Equipo de Guardias hacía sonidos rítmicos como un grupo de instrumentos humanos. 

Era un espectáculo espeluznante. 

Lo que más la aturdió fue el hecho de que el ruido casi sonaba como una pieza musical coherente. 

—Umm...¿qué estás haciendo, jefe? 

—Ah, has vuelto. 

Gitarin bajó las manos, y el Equipo de la Guardia se quedó en silencio al unísono. 

Mientras Jun miraba nerviosa, Gitarin levantó la cabeza. 

—¿Qué más? Preparando el BGM. 

—¿Qué? 

—No hay mucho ambiente sin música. Perdona que te lo diga tan de repente, pero necesitamos que aceptes el poder del amor colectivo del equipo y te conviertas en una gran esquiadora con un ranking de 700 millones en la escala sobrehumana. 

—¿Escala S-sobrehumana? ¡¿Una esquiadora?! ¿Yo...umm...no se suponía que tenía que...uh...encontrarme con el Sr. Inui a solas? —Preguntó Jun, consiguiendo formar una pregunta en medio de su confusión. 

—¡¿QUÉ?! 

Gitarin estaba totalmente desconcertado. 

Jun miró nerviosamente a su alrededor. Los miembros del Equipo de Guardia intercambiaron miradas. 

Entonces le levantaron los pulgares al unísono.. 

—¡No lo entiendo! ¿Y dónde está el Sr. Zhang? 

Zhang solía ser la que ponía fin a estrafalarios planes como este, pero cuando Jun se dio cuenta de que no estaba en ninguna parte, se asustó aún más. 

—Dijo que había terminado con esto y se fue a comer. 

—¡Imposible! ¿...Huh? 

En ese momento, Jun se dio cuenta de los folletos rosados que los otros miembros del Equipo de Guardia estaban sosteniendo. 

—...¿Qué son esos? 

—Folletos. El jefe acaba de repartirlos. 

—¿Folletos para qué? —Jun se preguntó, tomando prestada una copia de un miembro cercano y hojeando el título. 

Cayó de rodillas. 

¡La operación cariñosa de Jun Sahara! ~El rugido de las máquinas resuena a través del vapor de las aguas termales. El aroma de la muerte en la motosierra del amor. 

Mientras dejaba caer el folleto, Jun cayó al suelo y gritó fuerte e internamente. 

Ella miró a Gitarín, pero él ya estaba sosteniendo una cámara de video y tarareando. 

—Hm-hmhmhmhm~ ¿Luces, cámara, acción? 

—¿Qué? 

Llevaba en la mano una cámara de vídeo de tierra firme. Era el último modelo del mercado. 

—¡Espera! ¡No grabes! ¡¿Por qué tiene una cámara de vídeo funcionando, jefe?! —Jun se quejó, casi llorando. Gitarin mostró una sonrisa de confianza. 

—¡Ja, ja, ja, ja! Estás forzando mi mano, Jun. Revisa el reverso del folleto. 

—¿La parte de atrás? 

Jun se apresuró a recoger el folleto caído y escaneó la contraportada. 

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—...Um...¿qué está pasando aquí? 

—La población del Distrito Oeste ha aumentado recientemente gracias a la policía voluntaria y a Kuzuhara, y porque Yili está jugando limpio. Todavía cobran tasas de protección, pero ni siquiera es la principal fuente de ingresos del Distrito Oeste, así que no debería ser un problema. 

—...Cierto. 

—Pero la cosa es que si invitamos a gente rica del continente a nuestro casino, todo lo que verán en el lado este es un distrito desierto. Y además de eso, tenemos un montón de esqueletos sucios y no tan sucios en nuestro armario. 

Era inusual que Gitarin fuera tan serio sobre su posición como jefe. Jun estaba confundida, pero siguió escuchando. 

—¡Y así, tuve una idea! ¿Qué es lo que le falta al Distrito Este? ¡Amor! 

Los miembros del Equipo de Guardia miraron fijamente a Gitarín, quien acababa de hablar de la política de la organización. Jun, abrumada por su energía, susurró "Amor..." en voz baja. 

—¡Por eso quiero anunciar a la isla a través de la radio y la nueva televisión comunitaria en la fuente...que el Distrito Este es el hogar de una chica inocente y adorable como tú, y de tu amor! 

—¡Pero jefe! ¡No soy adorable! Y yo no soy... 

—El Distrito Este = ¡Amor! Voy a necesitar que te conviertas en la ídolo de la isla y atraigas todos los ojos de la ciudad —Gitarin deliró, sin siquiera esperar a que Jun respondiera—. Según mi horario, tres minutos después de tu confesión, tú e Inui se besarán. 

—¡Espera un segundo! 

—Cinco minutos después, ¡comienza la ceremonia de la boda! Aquí es donde Inui declara: "¡Nuestro amor sólo acaba de empezar!". 

—Esa frase no me sorprendería, ¡pero jefe! ¡¿Una boda?! 

La discusión entusiasta de Gitarin siguió adelante. Jun no pudo responder. Los otros miembros del equipo de guardia observaban, conteniendo la respiración, pero los más impacientes ya estaban susurrando: 

—Oye, ¿podemos conseguir un registro nupcial en la isla? 

Jun se preguntó entonces si sus primeras veces -confesión, beso e incluso matrimonio- sería ofrecida a Inui. 

¿Cuántos en el Equipo de Guardia habían notado el destello en el ojo de Gitarin? 

—Y en el momento en que se besan, las puertas se abren. 

—-No estoy listo para el ma...¿qué? 

—De las puertas emerge...yo. Sosteniendo una cruz enorme en mis manos. ¡Sí! ¡Una motosierra gigante en forma de cruz! ¡Y con esto, convierto a Inui en polvo! Je je je je je je. 

—Espera, ¿jefe? 

Gitarin recibió un paquete grande de sus amantes y sacó un objeto enorme. 

Una cruz maciza y ornamentada. 

Un lado de la cruz era una gran hoja. Era casi el doble del grosor de la motosierra de Jun. 

—¿Qué demonios es eso? —Los miembros del Equipo de Guardia gritaron de asombro. Gitarín se rió. 

Se rió. 

Se rió. 

Locamente, enfermizo. 

—Je je je je je je. ¿Qué opinas? Tengo un cliente en el continente para que me haga esto a medida. ¡Por sólo 7 millones de yenes de mi propio bolsillo! 

—Umm... ¿jefe? 

—¡Sí! La motosierra Amor-amor que huele a muerte, que es parte del título del guión. Este título fue un engaño de mi parte para hacer creer a los espectadores que la motosierra del título se refiere al arma de Jun. Pero la verdad es que mi propia motosierra es la motosierra Amor-amor en cuestión. 

Así que la motosierra Amor-amor era un nombre propio... Todos pensaron, pero todos sabían que había cosas más importantes que señalar. 

Sin embargo, el gran número de cosas que pudieron señalar impidió que cualquiera de ellos rompiera su silencio. 

—Frente a miles, obligaré a Inui a besar la suciedad y la muerte. 

—¿Jefe? ¡Despierta! —Jun gritó, sacudiendo a Gitarin por los hombros, pero colocó dramáticamente sus propias manos sobre los hombros de ella. 

—Puedo usarte como un peón de la Organización, Jun. Pero también es cierto que te quiero como si fueras mi propia hija. 

—Qué manera de ser tan franco, jefe. 

—Pero eso no es realmente un problema. 

—¡Jajajajajajajajajajaja! ¿Literalmente un peón? 

—¡Oye, tal vez sea eso! 

—Espera, ¿entonces no es “peón” como en 'casa de empeño'? ¡Jajajajaja! 

—Entonces supongo que eso me convierte en un peón muy caro. 

—¡Ve por ellos, Sr. Gen! 

—Así es...¡Soy un peón de diamantes! 

—¡Eso sólo grita nouveau riche! 

—¡Ve por ellos, Sr. Gen! 

Gitarin ignoró el parloteo del equipo de guardia y miró al aire dramáticamente. 

—Pero incluso Jun, que es como una hija para mí, algún día se casará y comenzará una nueva vida con otro. Como su tutor, deseo la felicidad de Jun. Pero pensar que tendré que entregársela al perro loco... En pocas palabras, me da celos insondables. 

—¡¿Celoso?! —Jun gritó, comenzando una ronda de críticas. 

—¡¿Esa es la razón de tu odio mezquino hacia Inui?! 

—¡Pensé que estabas siendo muy frío con Inui! ¡Asumí que tenías una razón mejor! 

—¡Jajajajajajaja! ¡El jefe es un idiota! 

—Esto es tan peligroso como el dígito veinte milésimo de pi. 

—Zzzz... 

—...puedo decir que simpatizo. 

—Es suficiente, Sr. Gen. 

Gitarin continuó ignorando completamente las voces que llenaban la habitación y continuó. 

—Como figura paterna de Jun, quiero respetar sus decisiones siempre que sea posible. ¡Así que no intentaré impedir que lo ames, Jun! ¡Todo lo que tengo que hacer es matarlo, y mis problemas estarán resueltos! 

—¡Por favor, jefe! Esto... no es como... 

Jun recordó en ese momento que ese era precisamente el tipo de hombre que era Gitarin, y se corrigió. 

—No, bueno...esto es como tú, jefe. Pero matar al Sr. Inui es sólo...quiero decir, desde una perspectiva humana... 

—¿Qué intentas decir, Jun? Si tienes una opinión, ¡habla! ¡Hee hee! —Gitarin sonrió y apretó el interruptor de su motosierra. 

BRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRMMMMMMMM. 

¿Se había olvidado en medio de su excitación? ¿O había estado planeando esto desde el principio? 

El rugido del motor despertó a cierta gatita. 

La feroz gatita que surgió como el subidón emocional de Jun. En su cuello estaba el nombre de 'Exhilaration'. 

La gatita sintió el motor extraño y empezó a arañar a Jun desde dentro. 

—...Je je.... Jajajajajajajaja... 

—¿Hm? 

Su mirada emergió de detrás de su flequillo. 

Un demonio sonriente parecía bailar locamente alrededor de Jun mientras sus brazos se elevaban como un par de juguetes cargados de resortes. 

¿Cómo las había sacado de las maletas que tenía en la espalda? Ya tenía en sus manos un par de motosierras inusuales. 

—¡...Jajajajajaja! 

Con un rugido, Jun tiró del acelerador. 

BRRRRRRRRRRRRRRRRRM. 

Y la oficina pronto se llenó con el estruendo de tres motores. 





El caso de Nazuna Yukimura - 2 

La entrada al parque temático. 

—Bien, admito que hoy he dado un gran golpe en el casino. Pero, ¿no me estás echando un par de minutos antes de tiempo? —Se quejó el hombre de pelo arco iris. Nazuna suspiró. 

—Escuché que te metiste en una pelea con un grupo sospechoso no hace mucho. No podemos tenerlos peleando en el casino y causando una escena. 

—Está bien. Son tontos; tu seguridad habitual podría darles sus culos en bandeja. 

—Preferimos evitar pelear en el casino; uno de los empleados es del tipo que atrae los disparos, desafortunadamente, —dijo Nazuna con firmeza, el extremo de su vaina contra su hombro—. Y antes de todo eso, el jefe te llamó. ... ¿Qué es lo que pasa por su mente? 

—¿Qué quiere de mí? “¿Estás empezando a ser un verdadero grano en el culo, Inui, vas a hacer que el equipo de guardias te ataque?” Espeluznante. Pero en realidad suena interesante, ahora que lo imagino. 

—Si el jefe te quisiera muerto, Carlos ya te habría metido una bala en el cráneo. 

—Whoa. Aterrador, —se rió Inui. Pero Nazuna sabía bien que siempre estaba en guardia. 

Aunque Inui parecía simplemente un joven frívolo, era una persona de interés para el Distrito Este. Una amenaza potencial que una vez gobernó las Fosas. 

Nazuna lo había traído después de su turno en el casino, pero cuando se acercaron a la oficina del parque temático escuchó algo vagamente familiar. 

¿Motores? 

Algo se retorcía en la boca de su estómago. Miró fijamente la oficina. 

El rugido de las motosierras de Jun, y otro rugido de un motor desconocido. Y los sonidos de vidrios rotos y algo siendo tallado. Nazuna e Inui lo oyeron todo. 

Se dirigieron a la entrada lateral y abrieron la puerta para ver bien la conmoción que había en el interior. 

Rodeada por el estruendo de tres motores, Jun balanceaba sus motosierras en un trance eufórico. Gitarin, que sostenía una motosierra enorme en forma de cruz, estaba ocupado tratando de evitar las estocadas bajo la protección de sus dos guardaespaldas. 

En el fondo estaba Gen con una verdadera armería de granadas a mano. Los miembros del equipo de guardia que lo rodeaban trataban desesperadamente de evitar que tirara de los alfileres. 

Tras un momento de silencio, Inui habló. 

—Parece que se están divirtiendo mucho. 

—...Umm... Sí. Parece que estarán ocupados. Creo que por hoy puedes irte a casa, —dijo Nazuna sin rodeos. Pero Inui se tambaleaba en la puerta, apretando los puños con anticipación. 

—¡Mierda! Debería haber venido antes...no tengo ni idea de lo que está pasando ahora, y eso significa que no puedo entrar de la manera más entretenida posible —Siseó. 

Nazuna suspiró, lista para decirle que se fuera. 

—¡En serio! ¿Qué Demonios? ¡Siempre he soñado con una escena como esta! ¡Es como la segunda mitad de ’From Dusk Till Dawn’! Maldita sea, ahora me muero por un poco de acción.... ¡Que alguien me diga de qué lado estoy para el factor máximo de enfriamiento! 

Inui estaba tan emocionado que incluso sacudía a Nazuna por los hombros. 

—¿Qu-qué? —Nazuna respiró, sintiendo como el estrés se acumulaba en su cabeza. 

Entre el ruido de los motores y la destrucción, se preguntaba cómo silenciar al perro loco. 

—¿Qué está pasando aquí, me pregunto? 

Otra voz se les unió por detrás, convirtiendo el aire en hielo. 

—No estarás tratando de hacerle algo terrible a la Srta. Nazuna, ¿verdad? Por ejemplo...coquetear con ella. No puedes estar tratando de hacer algo tan horrible, ¿verdad? 

Inui sintió un escalofrío correr por su espina dorsal. 

No era la excitante prisa de mirar el cañón del arma de Kugi. Era puro terror. 

Dándose cuenta de la identidad del hombre que estaba detrás de él, Inui se giró y se encogió de hombros. 

—¿Esta es tu novia? Lo siento, hombre. 

Espera, ya no da tanto miedo como antes, pensó Inui, dando interiormente un suspiro de alivio. Pero… 

—Ella es mi amiga. Empezamos como amigos. 

La sensación de alivio fue instantáneamente destrozada por la mirada del Demonio asesino. 

Sus ojos eran claros, pero infinitamente oscuros y profundos. 

Heh. Hablé demasiado pronto. 

—Está bien, está bien. Pierdo por el poder de tu amistad. ¿Sabes una cosa? Tu amistosa amistad me conmovió hasta el punto de que creo que voy a despegar como Melos, el símbolo de la amistad. ¡Aunque no voy a volver en tres días como en el show! 

Con el pulgar en alto, Inui corrió para salvar su vida. 

Una experiencia cercana a la muerte de hace varios años había pasado por sus pensamientos. 

Ahora no puedo morir tan pronto. 

Inui sonrió irónicamente cuando se dio cuenta de que estaba disfrutando incluso del terror de la muerte, y al mismo tiempo se aseguró de que la información que llevaba en el bolsillo estaba a salvo y segura. 

—Grk....quiero ir tras él, pero ahora mismo la Srta. Nazuna es lo primero. 

Cuando el perro saltó la pared del parque temático y desapareció de la vista, el Demonio Asesino se estremeció y se giró hacia Nazuna. 

—Espere, Srta. Nazuna. Sé que dije "ahora mismo", pero...mentí. En realidad... siempre... um... 

—No te preocupes por eso. ¿Qué haces aquí, de todos modos? Si Zhang te atrapa, habrá una gran conmoción. 

—S-sí. 

El Demonio Asesino-Yakumo Amagiri-evitó tímidamente su mirada y puso una oscura sonrisa. 

—Srta. Nazuna... Hoy, usted va a nacer de nuevo. Bwa Ja ja ja ja ja. 

Hubo un momento de silencio. Pasaron varios segundos antes de que Nazuna finalmente rompiera el hielo. 

—...¿Por qué tengo la sensación de que estoy a punto de ser asesinada o encarcelada y mis manos y pies cortados? 

—...creo que la he cagado. 

—Lo sé. No te preocupes por eso, —dijo Nazuna, habiendo llegado a entender mejor la personalidad de Yakumo en los últimos meses—. Entonces, ¿qué pasa? 

Yakumo miró nerviosamente a su alrededor antes de darle un sobre. 

—Umm... Así que. Bueno.... Feliz cumpleaños, Srta. Nazuna. 

—¿Eh? 

—Te doy un regalo. Un cumpleaños. Así que tu cumpleaños es hoy.... Hmm.... ¿Quizás debería haber elegido un día especial en su lugar? Puedo esperar un día que te guste, si quieres. 

—… 

—Así que mi regalo normal es un cumpleaños. Y esa carta es tu regalo de cumpleaños... Es complicado, pero felicidades. 

Al principio, Nazuna no entendía. 

Pero recordó la conversación del otro día. Nazuna se recuperó de su sorpresa y levantó el sobre. 

—¿Puedo abrirlo? 

—Claro. 

Yakumo asintió. Nazuna sacó el contenido del sobre. Debe haber sido un trabajo bastante precipitado, ya que el sobre ni siquiera estaba sellado. 

En la carta había una simple frase escrita a mano. 

Me gustaría confesarte mi amor, así que por favor ven a la televisión en la plaza de la fuente esta noche a las 12. 

El silencio volvió a caer sobre ellos. 

Pero esta vez, significó algo diferente para Nazuna. 

Yakumo parecía nervioso, como si hubiese cruzado una línea que no debería haber cruzado. Nazuna lo miró a los ojos. 

—Un cumpleaños, eh, —susurró para romper el silencio, —¿crees que... merezco tener un día para celebrar? ¿Igual que los demás? 

—Por supuesto. 

—¿Recuerdas lo que dije antes? sobre cómo mataba a la gente por orden del jefe? 

—… 

—Las chicas del dojo parecen saber lo que he hecho. Pero ninguna de ellas lo menciona. 

Una mirada oscura apareció en la cara de Nazuna. 

Era una mirada de rendición. Una expresión tan atenuada para darse cuenta que casi parecía que se odiaba a sí misma. 

—Quiero decírtelo. ...algunas de esas chicas, yo soy la que mató... 

Pero Yakumo la cortó. 

—No. 

—¿Qué? 

—Entiendo lo que tratas de decir. Pero.... eso no es algo que debas decirme todavía. Porque no nos conocemos lo suficiente. 

Tenía una mirada inusualmente grave en sus ojos. 

Aunque Yakumo siempre era serio, su mirada nunca había sido tan fuerte. 

—Así que...estaría feliz si me lo dijeras después de empezar a salir, una vez que te entienda mejor y pueda ser tu pilar de apoyo. 

Nazuna casi se queda en silencio por tercera vez. 

Pero ella sonrió y levantó la cabeza. 

—Ya veo. Tienes razón. Siento haber intentado desahogarme, —dijo Nazuna con su habitual confianza. Y miró la carta de Yakumo con una leve sonrisa—. Pero ¿sabes?... ya te has confesado. 

—...Supongo que se podría decir eso. 

—Podrías haber dicho honestamente que querías tener una cita. 

—En realidad, quería adjuntar un regalo a la carta. Pero no se me ocurrió nada. 

Esa forma de pensar era muy parecida a la de Yakumo. Nazuna lo entendió. 

—Me estás dando tantos regalos. 

—Así que decidí que mi regalo sería yo. 

—… 

—Esta noche, voy a ir a donde tú quieras ir, y te ayudaré con todo lo que necesites. Realmente no he decidido un tiempo límite, pero supongo que hasta que estés satisfecha, Srta. Nazuna. 

Prácticamente estaba forzando su presencia sobre ella. 

Sonaba casi como lo que diría un acosador, pero Yakumo no tenía intenciones maliciosas o benevolentes. Si Nazuna se negaba, simplemente se disculparía. 

Pero Nazuna entendió su retorcido sentido de inocencia. Así que ella repitió. 

—Podrías haber dicho honestamente que querías tener una cita. 

Dejando de lado su pasado y su realidad, simplemente mostró una sonrisa a Yakumo. 

—Muy bien. Tengo mañana libre, así que podemos divertirnos hasta la mañana. 

—¡¡¡…!!! 

Yakumo sintió como si le hubiesen sacudido. 

El Demonio Asesino elevó la velocidad de su reloj hasta el límite y alargó varios segundos de tiempo hasta casi infinito. Y grabó ese momento de alegría en la eternidad en su corazón. 

Los motores seguían rugiendo en el fondo. 

En un escenario muy, muy lejos del romance, 

Un hombre encontró euforia, 

Y una mujer encontró una pequeña felicidad. 

Y el más mínimo indicio de dulzura llenaba el aire de la isla. 





El Caso de los Hermanos Detectives - 2 

La noche había caído en la isla, pero una cabeza dorada como el brillo del sol se balanceaba a lo largo de los callejones traseros del Distrito Oeste. 

Esta área en particular estaba bastante cerca de la frontera del Distrito Este, lo que significaba que la policía voluntaria no la patrullaba tanto. Supuestamente, la mafia china que gobernaba el distrito vigilaba el área, pero nunca salían a la superficie a menos que fuera necesario. 

Era un lugar aburrido y misterioso. Pero la que llevaba esa cabeza de pelo dorado le dijo con confianza al hermano de pelo negro que caminaba detrás de ella. 

—¡Ahora empezamos a seguir al sospechoso, Sherlock Liverpool! 

—Ni siquiera tenemos un sospechoso al que seguir, Charlotte. Vámonos ya a casa. 

—¿Qué? ¡Pero nuestra persecución no ha hecho más que empezar! 

—¿De dónde sacaste esa frase? 

Ya sea que haya oído o no el suspiro de su hermano, Charlotte gritaba enérgicamente. 

—No sólo eso, ¡recibimos esa llamada anónima! 

—¿Eh? ...Oh, claro. El que sigue al cliente. Terminaste con eso bastante rápido. ¿Qué dijeron? 

—¿Puedes creerlo, Sherlock Liverpool? Él simplemente dijo, “¡deja este caso si valoras tu vida!” ¡Luego colgó! 

—Muy bien. Estoy con nuestra persona que llama anónimamente —declaró Sherlock. Tomó la mano de Charlotte y se giró para irse. 

—¡Espera, Sherlock Liverpool! ¡Los casos no ocurren en casa! ¡Suceden en la escena del crimen! 

—El caso más grande de mi vida es el de lo que está pasando en tu cabeza, Charlotte. 

Pero en ese momento, los agudos sentidos de Sherlock parecieron captar algo. Se detuvo sin pensar y le tapó la boca a Charlotte. 

—¿Mmph? 

—Silencio. 

La llevó a un callejón. 

Y vio a un grupo de hombres corriendo. 

Pasaron rápidamente junto a los hermanos del Liverpool, que se quedaron de pie conteniendo la respiración. 

—¿Por dónde? 

—La plaza de la fuente. 

—Lo derribaremos. 

Sus voces y sus ojos dejaban claro que estaban listos para matar. 

Sherlock tenía ansiosamente a Charlotte contra sí misma, pero una vez que los hombres se fueron sintió un tipo diferente de ansiedad. 

—Lo siento, Charlotte. ¿Estás bien? —Preguntó, soltándola rápidamente. 

Charlotte no parecía afectada por el abrazo. Miró en la dirección en que se habían ido los hombres, tan entusiasmada como siempre. 

—¡Huelo un caso! 

—Yo también lo hago. ¡Así que salgamos de aquí! 

—¡No! Si un detective sabe que un caso va a suceder, es su deber detenerlo. Un detective no debe ser elogiado por resolver un caso si sabía de antemano que pasaría. 

El brillo de sus ojos ya se había ido corriendo tras los hombres. 

Pero Sherlock -aunque no podía evitar suspirar- intentó detenerla. 

—Mira, Charlotte. Sé que te he estado sermoneando sobre esto desde siempre, pero... ¿no hay nadie a quien ames? 

—¿De dónde salió eso, Sherlock Liverpool? Yo... lo hago a veces y a veces no... —Charlotte tartamudeó, poniéndose roja. Pero Sherlock continuó con seriedad. 

—Entonces supongamos que hay alguien que te ama tanto como tú a él. ¿Cómo crees que se sentiría si te lanzaras al peligro y murieras o te hirieran? 

Charlotte estaba callada. Por alguna razón, Sherlock sintió que la culpa pesaba en su corazón. 

Pero tenía que ser franco. No podía endulzar las cosas. Fue entonces cuando Charlotte rompió su silencio. 

—Sherlock Liverpool. 

—¿Qué...? ¿Lo entiendes? 

—Gracias por recordármelo. Cuando pensé en toda la gente que me quiere y en la gente que yo quiero... me di cuenta de que debía seguir adelante. 

—¿Por qué? 

Charlotte sonrió, un poco agridulce. Sherlock la había conocido lo suficiente como para entender cómo se sentía, pero él no quería reconocerlo. 

—Porque....amo esta isla y a la gente que vive en ella. 

Era el turno de Sherlock de guardar silencio. 

Entonces, Charlotte dio el golpe final. 

—Me preocupo por la gente de aquí tanto como tú por mí, Sherlock Liverpool. 

Charlotte

Sin un indicio de un motivo oculto, ella le cortó el corazón. 

Charlotte....eres realmente cruel. Pensó para sí mismo. 

¿Cuántas veces habían repetido este intercambio desde que llegaron a la isla? 

Treinta y cinco veces. 

El hecho de que lo recordara significaba que había estado siguiendo la pista. 

Sin embargo, cada vez, el fuego en su corazón permaneció sin cambios. 

Sherlock se recordó a sí mismo. 

Que era un tonto sin remedio, que su hermana era inocente pero cruel, 

Y que, siendo el tonto que era, amaba a su cruel hermana. 





El caso de Lihuang Ei - 2 

En un cuarto oscuro. 

Mirando la isla de noche, Lihuang Ei se perdió en el pasado. 

Había pensado que sólo se le permitía respirar un aire húmedo con el olor de la sangre. 

Desde que tiene memoria, ha sido criado como un potencial ejecutivo de la organización. Nunca había puesto un pie en una escuela, criado sólo en el mundo cerrado de la familia Ei. 

Cuando llegó a la isla, pensó que finalmente había entrado en un nuevo mundo. Pero nada había cambiado. La isla era aún más cruda que la familia Ei. El aire en sí no tenía esperanza. 

Eso es correcto. Este es el único aire que necesito. 

Se dio cuenta de ello a una edad temprana. 

No importaba lo fuerte que se volviera, mientras se criara en un mundo como este, inevitablemente terminaría lanzándose a un mundo aún más sangriento. 

Y si corría, sería perseguido como un traidor. 

Pero nunca quiso considerar esa opción. 

En ese mundo, sólo había una persona que poseía un "color" diferente. 

La mujer de ojos azules. Yili y la madre de Lilei. 

Supuestamente era una amante de su padre de Inglaterra. La habían echado de la casa inmediatamente después de dar a luz a Yili. 

Aunque los recuerdos que Lihuang tenía de ella eran confusos, recordó que en el aire de la familia Ei, solo ella era amable. Había intentado ser como una madre para Lihuang, que había perdido la suya mucho antes. 

Lihuang no podía soportar ese hecho. 

Aunque era sólo un niño, le había molestado que alguien `diferente' estuviera siendo tan amable con él. Había temido que, si se dejaba teñir por el aire que la rodeaba, se alejaría de su padre y de su mundo. 

Así que cuando la mujer desapareció, él suspiró aliviado. 

O por lo menos, pensó que lo había hecho. 

Incluso cuando se enteró varios años después de que ella había muerto, y cuando se enteró de que la hermana de Yili estaba en la isla, simplemente le molestó, y nada más. 

Pero la llegada de Lilei, una niña que no tenía absolutamente ningún respeto por el aire que le rodeaba, y su encuentro medio año antes con cierta mujer joven, lenta pero dramáticamente, comenzaron a cambiar su vida. 

Y como no tenía ni idea de si el cambio era positivo o negativo, Lihuang decidió aceptarlo en silencio. Hasta el día en que encontró su respuesta. 

Cuando subió al auto en el estacionamiento subterráneo del hotel junto a sus guardaespaldas, su teléfono comenzó a vibrar. 

<Oye, sobre esa pandilla de antes. Parece que están luchando contra Kugi en el Distrito Este... Munch.> 

Taifei estaba informando, tan relajado como siempre. 

—Ya veo. Estamos en camino. 

—¿En persona? ...nunca te importó ensuciarte las manos. Munch... Ahora eres el jefe, así que retírate, es lo que yo diría por principio. Pero te dejo ir porque tengo curiosidad: ¿esperas morir en la batalla? ¿Disfrutas de estas cosas como lo hacen los ancianos? ¿O no piensas en absoluto en estas cosas, como Lilei? 

—No importa. Esta isla es lo suficientemente pequeña como para que el lugar al que voy no afecte en lo más mínimo. ...¿Y te preocupas por mí? No es propio de ti, Taifei. 

<Si estuviera preocupado por ti, habría sido más amable. ...Munch... Por cierto, noté algo interesante en el video de seguridad.> 

—¿Qué? 

<La detective... Munch... Ya sabes, la rubia.> 

—¡…! Ya veo. Rezo para que no se vea atrapada en el fuego cruzado. 

<¿Hm? ¿Así que Yili tenía razón sobre ti y la chica?> 

—No me hagas reír. La presencia misma de esa mujer grita que el Distrito Oeste es hospitalario incluso para los más descerebrados de los tontos. Si la perdemos, afectaría la moral de la policía voluntaria y de los residentes. 

<Y por eso te tomaste la molestia de llamarla 'anónimamente' ahora mismo.> 

—¡…! ¡Taifei! Bastardo... 

<Recuerdo haberte enseñado cómo hacer llamadas telefónicas que no se pueden rastrear. Debes haber estado muy desesperado si lo olvidaste. Me llevaré este secreto a la tumba, por supuesto, pero creo que la gente debería ser libre de salir con quien quiera. Y ya sabes, de Yili y Lilei, esa chica es la viva imagen de su-> 

Lihuang colgó. Luchó por recuperar la compostura antes de hacer comentarios lo suficientemente fuertes como para que sus guardaespaldas los oyeran. 

—...Pidiendo una docena de restaurantes nuevos al hotel....el descaro de ese bastardo. 

Después de mentir entre dientes, Lihuang sonrió falsamente y en silencio se puso a pensar. 

Todos los guardaespaldas sabían que Lihuang mentía y que, sin darse cuenta, había empezado a obsesionarse con la chica rubia de varios meses antes. Pero permanecieron en silencio. Sin un atisbo de burla o risa, como si declararan que eran leales a su jefe sin importar sus elecciones. 

Aunque no estaba claro si era consciente de la consideración de sus subordinados, Lihuang se puso a pensar. 

Taifei... un día de estos, le voy a exprimir la grasa. 

Pero su inteligencia es demasiado crucial para perderla... No puedo ponerlo en mi contra. 

Y no sólo eso... cree que soy libre de cortejar a cualquiera. Tonterías. 

En ese momento, se le ocurrió una pregunta. 

Quizás había sentido admiración por la madre occidental de Yili y Lilei. 

Y que quizás sentía lo mismo hacia la detective de ojos azules, que también se negaba a mezclarse con el aire hostil que la rodeaba. 

Imposible. 

¿Una chica como ella? 

¿Qué importa? 

Las mujeres significan poco para mí. 

No importa a quién ame. En lo más mínimo. 

La expresión de Lihuang no se movió mientras se dirigía al campo de batalla para poner su vida en peligro. 

-Así que la sonrisa inocente que jugaba en la comisura de sus labios también se mantuvo. 





El caso de todos 

En algún lugar del Distrito Este. 

Unos 20 minutos antes de que los hermanos detectives descubrieran a los hombres sospechosos. 

—Ohh... 

Jun suspiró pesadamente mientras caminaba por el callejón en medio de la noche. 

Sólo cuando las tres motosierras se quedaron sin combustible se dio cuenta del estado de la oficina. 

Milagrosamente, Gitarín fue el único herido en el caos. Pero la habitación parecía como si un alien y un depredador se hubieran batido en duelo a través de un tifón en la oficina. 

Eso fue causa suficiente para la depresión, pero-- 

—¿Inui? Vio la conmoción aquí y se fue hace un rato. 

La explicación de Nazuna fue lo que más molestó para Jun. 

Me vio actuando como.... así. 

De todas las veces que me visitó... 

Aunque su sentido de la razón había estado intacto, había volado hacia una furia de otro mundo, e Inui lo había visto todo. El pensamiento le dio a Jun un sinfín de vergüenza. 

No le disgustaba cómo se comportaba con la motosierra en alto. Pero de todas las escenas que mostrarle a Inui, tenía que ser aquella en la que estaba moviendo sus motosierras hacia su propio jefe en la oficina. Cualquiera que la viera pensaría que es problemática. 

Con una serie de suspiros, caminaba por la isla de noche. 

Así que al final, nunca pude hablar con el Sr. Inui.... 

¿Cómo se supone que voy a enfrentarme a él? 

E incluso antes de la cuestión de la motosierra, Jun vivía en la isla artificial y amaba la isla misma. ¿Tenía derecho a salir con gente?, se preguntó Jun. 

Inui era una especie de símbolo de la isla. Tal vez por eso ella lo admiraba. 

Pero eso también era un problema en sí mismo. Jun ni siquiera sabía si se le permitía a alguien como ella sentir amor hacia un símbolo de la isla. 

Jun vagaba por las calles con un montón de odio a sí misma. 

Y fue entonces cuando sonó su teléfono. 

<¡Jajajajajajajaja! ¡Hey, Jun! ¡Es Mii! ¿Cómo estás? No te sientas deprimida, ¿de acuerdo? ¡Jajajajaja!> 

Una sonrisa se elevó a la cara de Jun al oír la voz de su sonriente y feliz subordinada. 

<Ya sabes, ¡aparentemente hay un tiroteo en el complejo de construcción en la zona de amortiguamiento cerca del Distrito Oeste! Ya sabes, con Inui y Kugi, ¡ese tipo del Oeste! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Jajajajajajaja!> > 

Jun no entendía qué era lo que Mii encontraba tan gracioso, pero ella entendía la información. 

Rápidamente cambió de marcha, corrió hacia la escena. 

Pero incluso con esta nueva mentalidad, una parte de ella estaba preocupada por la promesa de la presencia de Inui. 




Cuando su teléfono sonó, Yakumo Amagiri abrió los ojos. 

—...Yawn....Oh. ¿Ya han pasado cinco minutos? Una hora para la medianoche... debería irme. 

Levantándose como si cinco minutos de sueño fueran suficientes para él, se deslizó por el costado del edificio para no despertar a la chica que dormía en medio de la azotea. 

En el camino, el Demonio Asesino miró al cielo nocturno y pensó. 

Las estrellas son hermosas esta noche. 

Sólo mirarlas así con la Srta. Nazuna sería más que suficiente para mí. 







—...¿Llego demasiado pronto? 

Mientras tanto, Nazuna Yukimura ya estaba en la fuente. 

Nunca antes había tenido una cita (aunque en el pasado había fingido estar en una para una misión del Equipo de Guardia), así que ni siquiera sabía qué tan temprano debía llegar. 

No tenía que preocuparse por las chicas del dojo, ya que por la noche siempre las dejaba en manos de alguien en quien confiaba. 

Lo que le preocupaba, sin embargo, era adónde debía sugerir ir esa noche. 

¿Quizás podríamos encontrar un lugar tranquilo para ir a mirar las estrellas juntos? 

Yakumo podría burlarse de mí si dijera eso. 

Fue un extraño punto de consenso. Pero en ese momento, Nazuna vio algo por el rabillo del ojo. 

—¿Eh? 

Hay alguien aquí. ...Oh, es Inui. 

Cuando vio el destello del cabello del arco iris, Nazuna decidió por el momento irse. 

Parecía que Inui aún no la había notado. Y sería mejor que nunca lo hiciera. 

Si empezamos a charlar y Yakumo aparece... esta vez de verdad podría matar a Inui. 







Para cuando Jun llegó al complejo de edificios, un grupo de hombres estaba disperso en el suelo. Los hombres del Distrito Oeste vestidos de negro los estaban acorralando. 

Al darse cuenta de que sería un dolor si la vieran, Jun se cubrió en la distancia y decidió observar por el momento, cuando vio una cierta figura por el rabillo del ojo. 

El propio Demonio Asesino de la isla, cuyas ropas blancas estaban teñidas de rojo en el dobladillo. 

Sr. Amagiri. ¿Qué está haciendo aquí? 

Después de que Nazuna comenzó a contactarlo, Yakumo Amagiri había causado considerablemente menos problemas en el Distrito Este. Pero seguía siendo una persona de interés para el equipo de guardia. Todavía les preocupaba que Yakumo pudiera terminar lastimando a Nazuna o algo peor. 

¿Tiene el Sr. Amagiri algo que ver con esto? 

Aunque lo dudaba, Jun lo siguió en silencio. 





Cuando Lihuang llegó al sitio de recuperación, examinó personalmente los cuerpos que yacían en el suelo. 

—Débil. ¿Quieres decir que estos peones están enloqueciendo en la isla, haciendo lo que les da la gana? 

No se molestó en tratar de ocultar su aborrecimiento, mirando a los cuerpos. En ese momento, vio a una gatita por el rabillo del ojo. 

La gatita del Distrito Este. ¿Qué está haciendo aquí...? 

En ese momento, la capitana del equipo de guardia despegó hacia el centro de la isla. 

¿Ella tiene algo que ver con esto? 

Sospechoso, Lihuang la siguió en silencio con cuatro guardaespaldas. 





—Tal vez llegué un poco temprano. ...¿Eh? ¿Qué está pasando allí? 

Cuando Yakumo llegó a la plaza de la fuente, Inui y Kugi estaban envueltos en una pelea total. 

Ninguno de los dos estaba usando sus armas, pero ambos perros estaban apuntando a los signos vitales del otro. 

Yakumo miró con desinterés y decidió que sería una molestia si quedaba atrapado en la contienda. Se dirigió al segundo piso del centro comercial. 

—No me importa, pero espero que terminen antes de medianoche. No quisiera que nuestra cita fuera interrumpida. 

Un segundo después… 

Un grupo de recién llegados se estrelló en la escena, y un disparo resonó por toda la plaza. 





Cuando Jun llegó a la plaza mientras perseguía a Yakumo, vio a Inui y Kugi, rodeados de hombres armados. 

—¡¿…?! 

Se quedó paralizada, pero rápidamente recuperó la compostura -al fin y al cabo, era la capitana del equipo de guardia- y evaluó la situación. 

Inui parecía tan relajado como siempre. 

Para empezar, Kugi no parecía tener ninguna expresión. 

Tengo que hacer algo... 

Rápidamente, desenvainó sus motosierras. Pero se detuvo antes de poder arrancar el motor. 

Jun recordó lo que había pasado esa tarde. 

¿Estaría bien que le mostrara algo tan desagradable a Inui otra vez? 

La pregunta plagó sus pensamientos. 

Pero… 

Sólo por una décima de segundo. 

Si se negaba a actuar sólo porque tenía miedo de parecer deslucida, no tenía derecho a ser la capitana del equipo de guardia. El cuerpo de Jun, sus pensamientos y el motor de su alma lo sabían muy bien. 

Mientras se movía, otra pregunta surgió en su mente. 

¿Estaba justificada ella, la capitana del Equipo de Guardia, para interrumpir una pelea que involucraba a Inui y a este grupo desconocido? 

Pero Jun rechazó la pregunta con una simple respuesta. 

¡Ahora mismo...estoy fuera de servicio! 

Tiró del acelerador. 

Estaba arrancando el motor con su incuestionable determinación. 

En otras palabras, la 'Jun' que estaba en medio del rugido de los motores era también, sin duda, ella misma. 

No tendría sentido recibir el amor de Inui si tuviera que ocultar ese hecho sobre sí misma. 

Y así, dejando que el trabajo se volviera personal, Jun dejó que sus motores rugieran. 





BRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRM. 

—¿Jun? 

Nazuna, que había estado observando la batalla desde las sombras, se estremeció ante el sonido de los motores, y rápidamente vio a Jun saltando a la batalla. 

—...¿estuvo siguiendo a Inui todo este tiempo? Debe gustarle mucho. 

Fue un malentendido, pero no del todo. 

Oh bien. Tengo una cita esperando. Todavía no sé si podré amar a Yakumo... pero supongo que debería ir a ayudar a Jun, ¡para la suerte! 

Y se avalanzó hacia adelante. 

Sin hacer ruido, ocultándole a todos sus pasos. 

Nazuna se convirtió en una ráfaga de viento y se lanzó a la batalla por las razones más egoístas. 





—¡¿Srta. Nazuna?! 

Yakumo, que había estado observando desde el segundo piso, gritó cuando vio a Nazuna. Y antes de que se diera cuenta, estaba corriendo. 

Dios mío.... ¿Qué hace aquí la Srta. Nazuna tan temprano? ...Espera, ¿he escrito "11" en la carta? Eso no es bueno.   

No. Esa no es la cuestión aquí. Espero que la Srta. Nazuna no se haga una idea equivocada y piense que la atraje a una trampa. ¡Pero eso es exactamente lo que parece! La invito a salir con una carta, y cuando aparece, ve a un grupo de hombres con armas.... ¡Obviamente parece una trampa! 

Oh no. Oh no. ¿Cómo resuelvo este malentendido? 

Aha. Lo entiendo. 

¡Sólo tengo que matarlos a todos! 

Pero para ser honesto... no me importa si lo entiende mal. 

Incluso si ella tiene una idea equivocada y termina matándome.... 

Tengo que proteger a la Srta. Nazuna. 

Porque la amo. 




de a
—¡Maldita sea! ¡¿Quiénes son esos monstruos?! 

Los hombres que estaban en espera fuera de la plaza empezaron a entrar en pánico. 

—Nadie nos advirtió sobre esto... ¡Esta isla está llena de monstruos! 

—...Parece que tendremos que recurrir a la gasolina, —dijo uno de los hombres. En su mano había un objeto con forma de granada. 

Parecía un arma que rociaba gas nervioso en su entorno. El hombre que iba tirar del alfiler. 

—¡Alto! 

Una orgullosa, pero poco intimidante voz gritó desde detrás de ellos. 

Cuando los hombres se volvieron, vieron a una rubia joven y enérgica que no estaba a la altura del aire de la isla. 

—¿Quién demonios eres? 

—¡El criminal está entre nosotros! 

Ella estaba fallando en leer la corriente. Los hombres intercambiaron miradas. 

—...¿Quién es esta tonta? 

—Justo a tiempo. Tal vez si la tomamos como rehén, algunos de esos monstruos se detendrán. 

Los hombres sonrieron, sacando armas de sus chaquetas. 

—Entonces, ¿quién es culpable de qué ahora? 

—Umm....¿violación de las leyes de control de armas...? 

Sherlock, que había estado observando la peligrosa escena desde las sombras, esperaba una oportunidad con un arma en la mano. Estaba oculto al otro lado de Charlotte, y escondido de los hombres. 

Había tres objetivos. 

Si no los eliminaba -con un solo disparo cada uno-, él y Charlotte estaban acabados. 

Sherlock no era un tirador muy bueno, y temía que no acertara los tiros. Pero el tiempo no lo esperó. 

De acuerdo, de acuerdo. ¡Ahora! 

En el momento en que los ojos de los hombres se centraron en su hermana, hizo que Sherlock interviniera. 

Pero su carga fue interrumpida por un hombre que pasó junto a él sin hacer ruido. 

—Tu crimen es atreverte a respirar en mi isla. 

—¿Qué...? 

Cuando la voz llegó a los oídos de los hombres, ya era demasiado tarde. 

Sus manos, aún envueltas alrededor de sus armas, cayeron pesadamente al suelo. 

La sangre empezó a brotar de sus muñecas. 

—Y tu sentencia... es la muerte. 

Antes de que los hombres pudiesen gritar, la sangre brotaba de sus cuellos. 

El hombre que era la fuente de esa violencia ni siquiera se inmutó. Su espada ancha goteando sangre, golpeó la borla contra el suelo. 

—Eres tú... 

Cuando escuchó la voz de Charlotte detrás de él, Lihuang sonrió amargamente ante sus propias acciones. 

¿Salvar a una chica como ella? Parece que aún me queda un largo camino por recorrer. 

Pero en última instancia, había cometido un asesinato ante los ojos de la chica. 

Parecía que este aire de sangre era el único que se le permitía respirar. 

Ahora, grita. 

Témeme. 

Teme a esta isla. 

En esta isla, no hay nada más apropiado para una mujer como tú que el sonido de los lamentos. 

Lentamente, se volvió para mirar a Charlotte. 

Cuando ella agarró sus manos y le mostró una sonrisa inocente. 

—¡Gracias! ¡Tú me rescataste! 

—¿Qué... 

—¡Y también llamaste a la oficina esta noche! ¡Sabía que había reconocido tu voz! ¡Intentabas mantenernos a salvo! 

Charlotte no mostró ningún indicio de miedo ante el hombre cubierto de sangre con ojos agudos. Y una vez más, ella destruyó el aire que él había acumulado a su alrededor. 

Lihuang no tenía idea de cómo debía tomar ese hecho. De hecho, fue incapaz de mirarla a los ojos. Miró torpemente hacia otro lado y escupió, 

—No me malinterpretes. No es como si estuviera haciendo esto por ti. 

Mirando todo desde atrás, Sherlock fue golpeado por cierta palabra. 

¿Tsundere...? 

Pero por miedo a su propia vida, decidió callarse. 





Una vez que estuvo razonablemente segura de que se había ocupado de la mayoría de la chusma, Nazuna salió corriendo de la plaza antes de quedar atrapada en la limpieza. 

Una cierta figura la alcanzó rápidamente como una sombra. 

Nazuna se detuvo una vez que se convirtió en un callejón y sonrió al perseguidor de blanco. 

—Viniste a ayudar. 

—¿Era eso innecesario? ...debe haberlo sido. Sé que es fuerte, Srta. Nazuna, así que sabía que no necesitabas ayuda... pero aun así quería echarte una mano. 

Yakumo sigue divagando mucho antes de concluir finalmente con "-no, eso no es lo que intentaba decir..." y caer en el autodesprecio. 

Nazuna lo miró con curiosidad, fascinada. 

—Gracias —dijo simplemente. 

Los ojos de Yakumo brillaban como si esa fuese toda la reciprocidad que necesitaba. 

La expresión de Nazuna volvió a la normalidad, y ella preguntó, 

—¿A dónde vamos? 

—Depende de ti, Srta. Nazuna. 

—...Hmm....Creo que el Sr. Iizuka del Distrito Oeste debería estar a punto de empezar su sesión de pesca nocturna— Nazuna recurrió a todo su conocimiento sobre la isla para pensar en algo, y finalmente dejó que su idea inicial brillara—. A mí también me gusta pescar de noche. No soy bueno en eso, pero tal vez podamos poner un par de postes y charlar bajo las estrellas...o tal vez eso es un poco aburrido...? 

—¡En absoluto! 

Inusualmente para Yakumo, contestó sin pensar ni un nanosegundo. 

Sorprendió a Nazuna escuchar tanta pasión de él, pero sonrió y le puso una mano en el hombro. 

—Entonces tomémonos nuestro tiempo. 

Ella puso una sonrisa traviesa. 

—Todavía tenemos media hora hasta que se supone que te me confieses. 

¿Qué clase de segunda confesión haría Yakumo? ¿Y dónde irían después? 

Esa es una historia para otro momento. 



Todos los hombres del continente habían sido incapacitados. La situación llegó a su fin en menos de tres minutos. 

¿Hm? Creo que acabo de ver al Sr. Amagiri y a Nazuna. 

¡Espera! ¡Puedo pensar en esos dos más tarde! 

¡Está aquí! ¡Justo ante mis ojos! 

¡El Sr. Inui está aquí, frente a mí! 

Los ojos de Jun brillaron cuando se dio cuenta de que Inui estaba de pie ante ella. Rápidamente se tranquilizó. 

¡Sí! ¡Tengo que decirlo! La respuesta a la propuesta que hizo el día que nos conocimos. 

Si te parece bien, seré la heroína de la película de tu vida. ¡Tú puedes hacerlo, Jun! 

—SI------, HEROÍNA---------PELÍCULA--! 

—¡¿Qué?! ¡No te oigo por encima de los motores! —Gritó Inui. Sorprendida, Jun apagó sus motosierras. 

Y… 

—Ah, así está mejor. Entonces, ¿qué estabas tratando de decir? 

—¡¿Eh?! Oh...umm...yo… 

—… 

—Umm... bueno... ¿eh...? 

Estoy tan avergonzada... 

Confesarse es bastante vergonzoso... pero ¿"Seré la heroína de la película de tu vida"? Eso es.... ¡tan incómodo! 

La euforia de Jun terminó con el rugido de los motores, y ella se quedó sin poder decir una palabra. 

—Sigues siendo tan graciosa como siempre, ¿no? —Inui se rió. 

Por un lado, Jun suspiró aliviada por el hecho de que Inui no se sintiera desanimado por su comportamiento. Pero 'gracioso' no es lo más alentador que escuchar de él. 

Pero… 

—Eso fue muy bueno. ¿Enséñame a usar una de esas motosierras alguna vez? —Se rió, aunque era difícil saber si estaba siendo completamente serio. 

—¡Sí! 

Jun asintió con firmeza, y sintió como su corazón se hinchaba. 

—¡¿Guau?! H-hey, ¿por qué estás llorando? 

—¡Ah... Ja... Jajajajaja! ¡¿Por qué estoy llorando?! 

Limpiando las lágrimas de alegría, Jun tembló de emoción. 

Quizás luchar junto a Inui, el hombre al que tanto admiraba, y ser reconocida por él, era más significativo que un beso. 

Por supuesto, ella no tenía forma de confirmarlo, ya que nunca lo había besado. 

Por lo menos, su corazón estaba lleno de alegría. 

Y la noche se hizo profunda para muchos hombres y mujeres jóvenes de la isla. 

Sin darse cuenta de que pueden estar sintiendo amor romántico, 

Aceptaron los pequeños cambios en sí mismos. 





Al día siguiente. Una instalación médica en el Distrito Este. 

—La vida no es nada sin un toque de amor, —murmuró Gitarin, acostado en la cama y cubierto de vendas. 

Después de la conmoción en la oficina, se había caído y rodado con la motosierra en forma de cruz en la mano y se había cortado ambas piernas. 

Sus guardaespaldas le habían rescatado a tiempo, y sólo sufrió heridas leves. Luego lo trasladaron a la clínica de la organización para que descansara en cama. 

Pero después, el equipo de guardias y Zhang (que había regresado después de una comida) se acercaron y lo dejaron cubierto con más vendas que una momia. 

Después de ellos había una larga fila de ejecutivos del Distrito Este que querían sermonearlo. 

Sus guardaespaldas se habían ido a comer, y los guardias estaban fuera de la puerta. Gitarin estaba solo en la quietud de su habitación del hospital. 

—...Tal vez vea una película romántica en línea, —murmuró letárgico y encendió el televisor. 

—¿Qué es lo que le falta a la gente? Amor. 

Continuó parloteando irresponsablemente mientras continuaba amando. 

Amaba su vida y todo lo relacionado con el mundo -la isla- por igual. 

Aunque retorcido, estaba lleno de amor. 

-Episodio 4 Fin














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