La Torre Negra que dominaba el corazón de Solón, capital imperial de Mephius, estaba bañada por la luz de la luna.
No había señales de vida humana en el subsuelo. Hasta hace unos días, había mucha gente trabajando allí incluso en mitad de la noche, pero ahora que el santuario de los Dioses Dragón había terminado de trasladarse, no había ninguna persona a la que se pudiera ver.
La ceremonia de inauguración de este nuevo templo, al que se había trasladado el santuario, se celebraría en dos días. En cuanto a este lugar, una vez fue la cripta en la que la familia imperial caminaba con reverencia y temor para celebrar cada uno de sus rituales, ahora solo había vacío entre las paredes de piedra, y no había nada más que escombros esparcidos alrededor.
Una parte del techo se retiró durante las obras, por lo que la luz brillaba a través de él. En este espacio donde no había una sola persona, ni siquiera un solo sonido, sólo quedaba la pálida y suave luz de la luna para consolar al antiguo santuario.
Entonces fue cuando -
Las pisadas de alguien resonaron en la sala subterránea, que había estado tan silenciosa y quieta como la muerte.
Dando un paso, luego otro, envuelto en una gruesa capa con la capucha escondiendo su cara, una forma apareció bajo la luz de la luna. A juzgar por su figura, es probable que fuera una mujer.
Entretejiendo su camino alrededor de los montones de escombros, la mujer se detuvo en un punto que una vez estuvo decorado con un mural del Dios Dragón Mephius y extendió suavemente su mano. Parecía una devota creyente que lloraba por los vestigios del santuario, o quizás era una dama de alta alcurnia que venía a una cita escandalosa con un hombre.
Llegó el sonido de más pasos.
Cuando la mujer se dio la vuelta, la figura de un hombre apareció a la luz de la luna.
Un anciano de piel oscura, vestido sólo con una tela sin brillo que tenía una cortada desde el hombro hasta la cintura. Moviendo sus ojos que parecían estar a punto de salir de su cabeza, se acercó a la mujer. Su boca se abrió de par en par, y una baba espumosa se asomó al borde de sus labios.
Una mujer joven normalmente temería por su seguridad, pero esta mujer dobló sus rodillas e hizo una profunda reverencia llena de respeto, como si estuviese ante la realeza.
—Estoy profundamente agradecida por las molestias que se ha tomado al venir aquí.
Si alguien hubiera estado presente, espiando la escena, sus ojos se habrían abierto con asombro.
La voz de la mujer era un sonido familiar en el palacio de Solón, y aunque su presencia en este lugar ya era inusual, su actitud hacia el viejo era otra anomalía.
El hombre mayor, revelado a la luz de la luna, se llamaba Wu On, y era uno de los ancianos.
Estos ancianos eran zerdianos que habitaban originalmente en las montañas al oeste de Mephius, adoraban a los dioses dragón desde hacía mucho tiempo, y transmitían su fe de generación en generación. Cuando se fundó Mephius, la fe de los dioses dragón era la religión de estado y a los antepasados de estos ancianos se les concedió la posición de sacerdotes, pero luego un emperador, hace muchas generaciones, había cambiado abruptamente los mitos. "El Rey Fundador no recibió poder del Dios Dragón Mephius, sino que heredó la misma sangre de Mephius", dijo. En otras palabras, todos los emperadores de Mephius eran descendientes de un dios dragón. Declaró que servir y obedecer al emperador era honrar a los dioses dragón, por lo que ya no tenía sentido seguir creencias y costumbres anticuadas.
Había coincidido con el momento en que los ancianos estaban comenzando a ejercer un poder real sobre la política mephiana. Era una forma diplomática de expulsarlos; sin embargo, poco después, la hambruna arrasó con Mephius y ese mismo emperador murió de una enfermedad. Sus sucesores continuaron distanciándose de la fe de los dioses dragón; pero, temiendo las maldiciones y el castigo divino, invitaban regularmente a los ancianos a las ceremonias importantes y les dejaban la realización de los rituales.
Hace algunos meses, sin embargo, la situación volvió a cambiar y varios de los ancianos vinieron a vivir permanentemente en Solón. El que estaba detrás de eso era, no hace falta decir, el Emperador Guhl Mephius. Tras decidir construir repentinamente un templo para los dioses dragón, Guhl pidió a los ancianos su opinión sobre todo lo relacionado con él, incluyendo el estilo, la artesanía y los pequeños detalles de la distribución.
Es muy probable que tenga la intención de colocar gradualmente a los ancianos en todas las posiciones importantes del templo - fue la forma en que la mayoría de los funcionarios evaluaron la situación. Después de todo, por alguna razón, Guhl estaba renovando e intensificando su relación con los ancianos en estos últimos años.
Wu On era uno de esos ancianos, y él también estuvo presente con frecuencia durante la construcción del templo.
—¿Dijiste que querías probar mis “adivinaciones”? —dijo el anciano sin saludar.
Su cabeza seguía inclinada, la mujer asintió ligeramente.
—He oído que las “adivinaciones” del Maestro Wu On son las más exactas de todas.
—Entonces levántate.
La mujer se puso de pie, como se le había indicado, y cogió el dobladillo de su capa. Su pálida piel parecía brillar como un satén blanco. Levantó su ropa al mismo tiempo que su capa, dejando su abdomen desnudo. Sin previo aviso, el anciano se agachó y pareció aferrarse a los pies de la mujer.
La barbilla de la mujer se levantó instantáneamente. Al estirar la lengua, el viejo comenzó a lamerle la piel desnuda.
Por un corto tiempo, una atmósfera obscena fluyó a través de la habitación subterránea que estaba bañada por la luz de la luna.
El rostro del anciano se fue elevando lentamente hasta que se detuvo repentinamente cuando llegó al vientre de la mujer. Inapropiado para su delicada figura, su estómago sobresalía extrañamente.
El anciano se acercó a él con la cara y frotó con amor sus mejillas contra él.
—Ooh, ohh, ooohhhh —el viejo parecía canturrear, sus ojos brillando con una lujuria que contradecía su edad—, respira. Incluso en el vientre, siente mi presencia, responde a mi llamada. Tal como lo vio el sabio Samara, es sin duda un niño. Un niño que sostendrá a Mephius.
—De verdad... ¿Es eso cierto?
La voz de la mujer era ronca. ¿Fue el asco o la alegría lo que hizo que los rizos dorados que caían desde debajo de su capucha temblaran tan incesantemente?
—Todo esto se debe a que moviste el curso de los acontecimientos de acuerdo con nuestra guía. Esta vez también, todo irá bien, ¿no?
—Sí. No habrá demora.
—En ese caso, no habrá problemas para el futuro del joven Lord. Aunque...
—¿Aunque?
Wu On cambió ligeramente el ángulo de su cara y la mujer volvió a curvar su cuello con un tembloroso jadeo.
—Es innegable que es el recipiente de un rey, pero la sombra de la confusión le rodea. Bueno, no hay necesidad de preocuparse demasiado. Ascender los escalones al trono nunca es un proceso fácil. Pero...
Una vez más, el viejo interrumpió sus palabras. Moviendo la cabeza hacia atrás, miró hacia la mujer. Ya no había ningún deseo en sus ojos. En vez de eso, se parecían a los ojos de un reptil que se retorcía, tan vacíos de expresión que te hacían estremecer.
—Hay uno entre ellos que proyecta una sombra particularmente profunda sobre el trono.
—¿Q-Quién? ¿Quién es? —preguntó la mujer con prisa.
—Una chica joven —concluyó brevemente el viejo—. Muy cerca, por cierto. En cuanto a la magnitud de la amenaza... No puedo decirlo con exactitud hasta que llegue el momento. Si se puede convertir en un obstáculo, entonces eliminarla antes de que sea demasiado tarde es una forma de lidiar con las cosas
El viejo se mojó los labios una vez y de repente cayó hacia atrás como si hubiera perdido todas sus fuerzas. Su espalda tembló cuando comenzó a toser violentamente. Su cuerpo temblaba con lo que parecía la reacción violenta de haber realizado su "adivinación", pero la mujer no le prestó atención mientras miraba a la luna que brillaba una vez más desde más allá del techo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario