— ¿La princesa no está ahí?
— De hecho—. explicaba Theresia, la sirvienta principal, con la mirada lo más amarga posible—. Hasta hace un momento, ella estaba tomando té con nosotros en el jardín central. Luego, de repente, declaró que quería ver el castillo a la luz del sol poniente desde los tejados del Palacio Shikou.
— El palacio Shikou... hablando de eso, ¿¡no es allí donde está el punto de partida de la aeronave!?— Gritó consternado el jefe de la guardia del palacio occidental.
— ¡Oh!— Theresia hizo una mueca como si acabara de darse cuenta—. ¿Qué debemos hacer? La princesa está entre los mejores pilotos de nuestro país. En la última carrera, aunque ganó el subcampeonato, se enfureció, como si no tuviera sentido si no terminara en primer lugar. Estaba a punto de tirar el trofeo, y estábamos desesperados por detenerla.
— ¿Es así? N-No... no deberíamos hablar de eso en este momento.
Mientras el capitán comenzaba a ponerse nervioso, sus subordinados detrás de él se miraron aprehensivamente.
— ¿Qué podría estar haciendo?
— Supongo que está planeando dar una vuelta casual por la capital en la aeronave. Debe sentirse renuente a irse.
— No, es esa princesa. Estoy seguro de que de repente cambió de opinión sobre el matrimonio y decidió escapar.
— Incluso a mí no me gusta. Es indignante que nuestra Vileena, la tercera hija de Su Alteza Real y princesa de Garbera, un país en el que nos enorgullecemos de nuestra caballerosidad, ¡tenga que consentir un matrimonio con ese mono de Mephius!
Algunos resoplaron por la nariz y patearon el suelo.
— No, ella es una princesa y no haría cosas egoístas como esa. Todos sabemos lo traviesa e increíblemente llena de vida que es la princesa Vileena. Pero escúchenme, amigos míos; ella también es alguien que ama a este país, a su gente y a su entorno más que nadie. Ella no anularía un contrato con Mephius debido a su disgusto.
Mientras que otros reprocharon con calma a sus camaradas.
— Esto es porque no tenemos carácter.
— Sí. La Guerra de los Diez Años con Mephius, ¿y si hubiéramos podido terminar con la victoria de nuestro lado? Si hubiéramos puesto la bandera nacional de Garbera en el palacio de Mephius, algo... algo como esto...
Sacudiendo la cabeza con frustración, algunos terminaron siendo conmovidos hasta las lágrimas y la tristeza.
Todo esto era prueba de que debían amarla, o eso pensaba Theresia. La tercera princesa de Garbera es la princesa Vileena. Solo tenía catorce años y, después de esta semana, se casaría en el Imperio Mephius [1] limítrofe al país por el noroeste. ([1] NTI: El nombre oficial del país es La Dinastía Imperial de Mephius, de acuerdo al kanji, pero el autor usa la lectura para “imperio”. Así que se estará usando Imperio Mephius y solo se usará el nombre oficial cuando el contexto sea adecuado)
Aunque Theresia estaría acompañando a la princesa para cuidarla, por supuesto, para muchas personas en Garbera, esto sería el adiós. Todos los que hasta ahora se encontraron con la princesa, aunque la felicitaron por su matrimonio, no pudieron ocultar la soledad, la ira y el dolor en sus caras cuando lo hicieron.
Theresia estaba parada en un pasillo techado que daba al jardín a su derecha. En un costado de un pilar cercano, un garabato podía apreciarse débilmente, había sido dibujado por la princesa a una edad más temprana. Theresia apoyó suavemente la mano en el dibujo que la representaba de una manera diabólica; la princesa debe haberla dibujado justo después de haber sido regañada por ella.
Este es tu último acto de egoísmo, ¿de acuerdo, princesa?
Mientras se aferraba al capitán de la guardia, pidiendo una búsqueda honesta y desesperada por la princesa, Theresia interiormente expresó sus verdaderos pensamientos.
A unos veinte kilómetros al sureste de la ciudad Phozon, capital del Reino de Garbera.
En una extensión de suaves colinas, había un palacio con vista a un gran lago. Durante la rebelión que tuvo lugar hace cinco años, la región casi se convirtió en el centro de la guerra. Pero ahora era muy parecido a su clima templado, en paz, con el tiempo fluyendo relajado.
Sin embargo, fue justo antes de que el sol estuviera a punto de ponerse cuando de repente se volvió muy animado.
— ¡Tercera flota de defensa aérea, ascienda!— Gritó el comandante de la fuerza aérea, a horcajadas sobre su propia aeronave—. La primera y segunda protejan todos los lados del palacio real. La cuarta apresúrese a la Capital Phozon.
Hace solo cinco minutos, se había levantado una señal de bengala desde la torre de vigilancia. Era una señal que significaba que unidades aéreas no identificadas se aproximaban. Y justo ahora, había confirmación visual de una sola aeronave.
Cuando el cielo empezó a mezclarse con el mismo color de la superficie, la fuerza de defensa aérea se elevó en el aire.
Con una base de metal hecha de Dragonstone, acero, plata, latón y similares, las aeronaves monoplaza tipo ornitóptero de Garbera fueron diseñadas en base a las grandes águilas marinas que habitan la Madre Tierra. Desde el pico hasta la punta de la cola, tenían aproximadamente tres metros de largo y la envergadura total de sus alas batiendo a toda velocidad era de unos siete metros. Los pilotos tenían sus asientos construidos donde estarían las garras del águila mientras giraban hacia el cielo.
Sin embargo, dudo que una sola unidad ataque.
Mientras el comandante de la fuerza aérea mantenía sus sospechas, una forma negra y profunda se aproximaba desde el otro lado de la ladera. Era del tipo que dejaba al piloto recostarse sobre su vientre directamente sobre el casco durante el vuelo, y no era un ornitóptero, sino que tenía una hélice trasera y un timón que controlaba su dirección mientras avanzaba con propulsión. Era un tipo de dirigible construido principalmente para la velocidad.
¿No es eso de nuestro país?
El jefe lo miró con los ojos entrecerrados. Garbera sobresalía en el arte de purificar los fósiles de dragón en un metal sin peso, las llamadas Dragonstone, y el desarrollo de pequeñas aeronaves en el país no tenía paralelo en otros países. También había muchas variaciones.
— ¡Detente!
— ¡No sigas!
Aunque los hombres en las naves de la defensa aérea gritaron al mismo tiempo, la unidad que se acercaba no mostró ningún signo de disminuir la velocidad. Pasó rozando la aeronave del capitán de la tercera flota y, el área de repente se puso tensa cuando la aeronave estaba a punto de perder el balance debido al inminente choque.
— ¡Dijimos que pararas!
— ¡Dispararemos si no haces caso a nuestra advertencia!
Una embarcación bloqueó el curso de la unidad que se aproximaba en línea recta, el resto subió y tomó posiciones para disparar desde la izquierda y la derecha. El comandante mismo estaba a punto de colocar un dedo en el gatillo que estaba conectado directamente a una ametralladora, cuando:
— Gracias por cumplir con su deber.
De repente, una voz llegó a él. Era la voz de una mujer... o más precisamente, la de una chica. Levantó el dedo del gatillo.
Sus aeronaves estaban a punto de cruzarse, y ella dejó un rastro platino. Cuando se dio cuenta del cabello largo del piloto ondeando al viento,
— ¿¡Princesa!?— el comandante no pudo evitar levantar la voz.
— Lo siento, tengo prisa.
Las rápidas palabras provenían de la misma voz, y luego ella se fue.
Todos en la tercera flota de defensa aérea se desconcertaron con expresiones igualmente atónitas. Al poco tiempo, aparecieron las alas deslizándose de la aeronave cerca de las pequeñas tablas junto al asiento, y el comandante se las arregló para ver que la princesa estaba descendiendo firmemente.
— ¿Comandante?
— ¡En descanso!
El comandante de la fuerza aérea ya tenía cuarenta y tantos años y tenía una hija que recientemente había cumplido catorce años. La misma edad que la tercera princesa de Garbera, Vileena. Catorce años.
Para él, parecía que no había pasado mucho tiempo desde que había visto los pasos tambaleantes de su hija pequeña. Pero el mundo ya la veía como un miembro adulto de la sociedad, e incluso si se casaba y tenía hijos a esta edad, nadie lo consideraría extraño.
— Llama de regreso a la cuarta flota de defensa aérea. Tengo que volver a mi puesto y escribir mi diario de navegación: hoy, no hemos visto nada más que un cielo pacífico.
Estaba mirando fijamente la luna por la ventana.
Sentado en la cama, aunque sus facciones, expuestas por la pálida luz, se acercaban a los límites de la edad, la gracia y austeridad que parecía poseer naturalmente seguían siendo fuertes.
— Pensé que estaba extrañamente ruidoso esta noche, pero supongo que eras tú.
Pronunció las palabras mientras miraba a la luna.
— Sí, soy yo.
La respuesta vino de un lado.
Una sombra se introdujo por la entrada de la habitación. Con cada paso que se adelantaba, la luz de la luna reveló gradualmente su figura, dejando al descubierto la apariencia de una niña.
— Mi hijo no hará la vista gorda si te ve así. En cierto sentido, es un hombre mayor que yo.
El anciano se echó a reír, mientras miraba a la figura que se acercaba, vestida con un equipo para pilotear aeronaves. Aunque todavía era más niña que mujer, el atuendo se ceñía a la perfección alrededor de su cuerpo, y las curvas, cada vez más peligrosas, parecían madurar día tras día.
La chica dejó que una sonrisa apareciera en su rostro, como una flor en plena floración.
— Efectivamente. Es por eso que cuando participé en la carrera, se opuso hasta el final. Aunque estuvo de acuerdo en que era bueno para el ánimo de la gente, entre otras cosas dijo que así no, que debería usar ropa más adecuada para un miembro de la familia real de Garbera. No había forma de hacerlo, con el dobladillo de una falda larga entorpeciéndome. Es por eso que tuve que conformarme con el segundo lugar.
— Esa tampoco no fue una mala apariencia—. Dijo el anterior Rey de Garbera, Jeorg Owell, mientras le sonreía a su nieta—. Aunque, ya que terminaste a un punto de distancia de la victoria, sufrí una gran pérdida.
— ¿Apostaste a mi favor?
Jeorg se rió con alegría al ver que los ojos de la chica se abrían de par en par.
— Con el secretario de asuntos financieros, Wallace. Ese tipo... quería mi caballo favorito desde hace mucho tiempo. Pero mientras él trabaja en el palacio real, a mí no me informaron que estabas participando con una falda. Si lo hubiera sabido, habría reprendido a ese hijo mío implacablemente por permitirte competir así en público.
— Entonces, ¿qué es lo que el abuelo quería del secretario Wallace?
— Jajaja... bueno, ¿qué era?
— El secretario Wallace es bastante famoso por su colección de licores, ¿no es así?
— También está eso. Hmm... ese tipo también tiene un gusto excelente en las mujeres.
— ¿Oh?
— Cuando fuimos a visitar la mansión de Wallace, la hija del chambelán que trabaja allí, bueno, aunque ella es su hija, había regresado con sus padres a la edad de treinta años. Pero ella es toda una belleza. Pensé, si consigo que la jovencita trabaje en este hogar apartado mío, es probable que mi vida sea un poco más digna de vivir.
— Oh, abuelo.
La tercera princesa de Garbera, Vileena, hinchó sus mejillas, y aunque se aseguró de darle a su abuelo una mirada de reproche, los dos se echaron a reír de inmediato.
Los costados de las cortinas, llenos de la pálida luz de la luna, revoloteaban ligeramente con el viento casi inexistente. De repente, Vileena se agachó cerca de la cama y agarró firmemente la mano de su abuelo. Presionó su rostro contra el de él, sus pequeños hombros temblando.
— Vileena, esto... ¿qué pasa? Estás actuando como una niña.
— No. No, no…
Cerró los párpados firmemente, repitiendo, frenéticamente tratando de resistir las emociones que brotaban en su interior y estaban carcomiendo su mente.
Se ha vuelto tan pequeño
Pensó, mientras apoyaba la cara en su mano delgada e indefensa.
Su abuelo era conocido por su valentía en su juventud. Sometiendo a los clanes locales más fuertes uno por uno, había empujado a este país llamado Garbera hasta el punto en que no perdería ante las otras potencias. En el pasado, sus territorios habían sido invadidos por las naciones más antiguas como Ende o Mephius una y otra vez, y su gente había probado las dificultades y el exilio bajo su gobierno. Ahora, todos elogiaban la valentía de Jeorg Owell, a pesar de su corta historia, por crear un país unido que ya no era inferior a esas naciones extranjeras.
Desde que era pequeña, Vileena se había apegado a su abuelo. Aún tenía una fuerte influencia, incluso después de retirarse del trono, y aunque su hijo, el padre de Vileena, pensaba que era una existencia trivial y problemática de la que, sin embargo, no podía evitar confiar. Para Vileena, no era nadie más que un amable abuelo.
Muchas veces había venido a visitarlo en su finca, yendo al río a pescar o nadar juntos, y cuando los días se oscurecían, pasando toda la noche simulando campañas de guerra en la mesa del tablero.
A diferencia de su padre, su abuelo no se enojaba cuando Vileena jugaba con una espada y un escudo de madera, le permitía pelear con niños para jugar, la dejaba montar a caballo y cultivar su interés en las aeronaves. En lugar de reprenderla, él la instruyó cuidadosamente sobre estas cosas en detalle.
Pero sobre todo, durante el invierno, su abuelo se sentaba cerca de la chimenea, la sentaba en sus rodillas y le contaba historias sobre la guerra, sobre cómo negociar con otros países, sobre los muchos clanes poderosos en Garbera y sobre cómo evitar que las chispas de la disputa estallaran en el país y provocaran una guerra civil - Vileena se hizo adicta a estas historias.
Y cada noche escuchaba una historia así, cuando Vileena se acostaba, siempre tenía un sueño.
Vestida con brillante armadura, parada allí en la parte superior de una aeronave, con vista a los valientes caballeros organizados delante de ella, dándoles órdenes. Su corazón joven estaba lleno de emoción cuando se imaginó a sí misma algún día de pie en el campo de batalla, luchando al lado de su abuelo.
Sin embargo, desde el invierno, la salud de su abuelo, una vez robusta, se deterioró y se quedó en cama.
Cada vez que Vileena lo visitaba, tenía una sonrisa en la cara que no era diferente a la de antes, pero ya no eran capaces de montar a caballo o volar juntos en aeronaves. Y luego, hace cinco años, sucedió algo que le había dado a su abuelo el golpe final.
— Levanta tu cabeza.
Impulsada por las palabras de su abuelo, una sorprendida Vileena hizo lo que le dijeron. Tratando de contener las lágrimas, sus ojos brillaban intensamente a la luz de la luna. La cara de Jeorg se arrugó.
— Ya veo. Yo también estoy envejeciendo ¿No eres la chica elástica y poco femenina que se va a casar en la semana? ¿La misma chica que necesitaba tan poco tiempo para pisotear mi jardín y destruir mi valiosa floresta como un dragón malvado e indómito?
— A-abuelo...
— Pero estaba aún más sorprendido por aquel entonces. Creo que debes estar harta de esta historia, pero se esparció por todo el país. Hace cinco años, cuando los rebeldes usurparon esta misma finca, ni siquiera retrocediste un paso y trataste magníficamente de luchar contra ellos para protegerme, mientras yo estaba herido en la cama. Todo el mundo aquí dijo si solo eras una niña. Sin embargo, no lo creo. Eres una bella dama, el orgullo de Garbera. Ningún campeón, ningún dragón, nada que se pueda comprar con oro se puede comparar contigo. Eres mi orgullo—. Jeorg sujetó suavemente las mejillas ruborizadas de Vileena con ambas manos—. Esta nieta está a punto de casarse. Me pregunto ¿Qué tipo de niño dará a luz? Intento no lamentarme en esta vida mía, y es algo de lo que me enorgullezco profundamente. Pero si tengo un arrepentimiento, es solo uno: que no podré verte sosteniendo a un bebé con mis propios ojos.
— ¿Qué estás diciendo? Esta noche no tiene por qué ser una despedida—. dijo Vileena, forzando un tono brillante y una sonrisa.
Sin embargo, ella ya sabía la verdad. Su abuelo había estado postrado en cama durante mucho tiempo, y ya no abandonaba su finca. Dentro de algunos días, ella se iría del país, por lo que en realidad había venido aquí para decir su último adiós.
Su sonrisa inmediatamente se desmoronó, y Vileena volvió a bajar la cara. Bajando las cejas, la ira nubló su hermoso rostro.
— Abuelo. No quiero ir a convertirme en la esposa de alguien. No quiero dejar tu lado abuelo, lo odio. Pero aun así... ¿Por qué de todos los lugares tiene que ser Mephius?
Por un momento, el rostro de la princesa marimacho, amada por todo el país, se parecía a la de una muchacha común de campo que estaba a punto de casarse, con un toque de sincera tristeza. Sin embargo,
— Ese país de bárbaros. Es obvio que la rebelión que llevó al abuelo a ser herido por esos traidores fue realizada por Mephius. ¡Si tan solo mi padre tuviera la determinación de permitirlo, en la noche de bodas, abriría fácilmente la cabeza durmiente de mi esposo!
— Oh, hey, calma...
Incluso el impávido Jeorg reflexivamente tuvo un ataque de tos áspera. Si bien también resultó en una personalidad lo bastante brusca como para visitar a su abuelo de esta manera, en algún punto de su manera de pensar, durante todo este tiempo había sido influenciada por la antigua y pasada de moda educación de su abuelo.
— No siempre sacas sangre durante las batallas. Y la victoria no solo se gana sobre el cadáver del oponente. Tienes un corazón amable, así que te has dado cuenta desde hace mucho tiempo. Incluso la gente común libra batallas constantes en su vida cotidiana. Aunque puede parecer nada en comparación con los majestuosos días de antaño, traernos un tiempo de paz también cuenta como una victoria.
— ...
— Mephius es un país antiguo, mucho más viejo que el de tu padre, y puede parecer un poco estricto, pero si eres tú, estarás bien. Porque, estés donde estés, eres mi Vileena.
— Entiendo.
Cuando Vileena levantó la cabeza por segunda vez, las lágrimas habían desaparecido. La luna iluminó suavemente los contornos de su rostro sonriente e invitó a su abuelo a sonreír.
— En efecto. Esta batalla aún no ha terminado. No todos los soldados tienen espadas y lanzas. Yo también, soy uno de esos soldados, ¿verdad?— Los ojos de su nieta brillaban, y sintió la insinuación de algo desagradable—. Entiendo. No derramaré sangre, ni le pediré a la gente de Garbera que haga lo irracional. Para esta nueva batalla, yo - Vileena - aceptaré el desafío. Sondaré el verdadero estado de las cosas en Mephius, descubriré sus debilidades; utilizaré todos los medios necesarios, ¡así que espera a que traiga las buenas nuevas de la victoria!
Su nieta de catorce años se paró en un instante, dejando a Jeorg boquiabierto.
De una joven inocente que pronto se casaría, antes de darse cuenta se había convertido en un caballero en el campo de batalla. Mientras miraba cómo ahora estaba hirviendo de emoción, sus mejillas se sonrojaron y su sangre se incendió, pensó que, en cierto sentido, así era realmente como conocía a su nieta.
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