Rakuin no Monshou Volumen 1 Capítulo 3

UNA NUEVA MÁSCARA





1

Estos últimos días, Tarkas había estado más ocupado de lo normal, rebosante por todas partes. Y cuanto más ocupado se volvía ese hombre, más animado se ponía también. Tan ligero de pies como si le hubieran crecido alas, les mostraba el auge de su orgullo.

Si se tratara de construir un estadio exclusivamente para el uso del Grupo de Gladiadores de Tarkas, o de planear comprar una docena de nuevas especies de dragones, Tarkas tenía planes a gran escala para el futuro de sus espadachines. Como de costumbre, Orba no era de la misma opinión.

— Si puedes obtener un llamado frente a las familias imperiales, podría pensar en recompensarte, Orba. El oponente también estará excepcionalmente preparado. Que sea una buena pelea. Mira, si no puedes emocionarte, solo tienes que hacer lo que siempre haces.

Aunque le golpeó el hombro con una sonrisa de oreja a oreja, honestamente esto tenía un sabor extraño. Gowen, que lo escuchó todo, también sonrió irónicamente, pero inmediatamente lo convirtió en una mirada seria.

— No tengo dudas de que el Grupo de Gladiadores de Tarkas es una empresa importante en esta industria. Aun así, nunca supe que Tarkas tuviera conexiones con la familia imperial y otros altos mandos. Solo ha trabajado con nobles como Fedom, el Señor de Birac y el director del Gremio de Gladiadores. Aunque Tarkas aparentemente solo lo ha visto cara a cara durante las reuniones. Sin embargo, hasta ahora, nunca había recibido un solo empleo directo de Fedom. Pero creo que esto es un trabajo enorme. Constantemente le dije que es mejor solicitar la cooperación de otros lugares, pero Tarkas los ha rechazado a todos.

— Eres propenso a preocuparte, viejo—. Dijo Shique, encogiéndose de hombros—. ¿No está bien? Incluso si obtenemos su desaprobación, no serán nuestras cabezas las que rodarán. Solo significa que tendremos que encontrar otro lugar para luchar como gladiadores.


Orba también compartía el mismo sentimiento. Poco importaba dónde estaba. La única forma en que un gladiador podía asegurar su vida era ganar oro. Y si eso significaba que su camino a la libertad estaba un paso más cerca, continuaría luchando donde sea. Eso era todo lo que había al respecto.





Varios días más pasaron después de eso, y los preparativos para su partida al Valle de Seirin finalmente habían comenzado. Cargaron sus armas y armaduras en carros y realizaron la ardua tarea de sacar a los dragones de sus jaulas.

Dentro de la espaciosa morada del dragón, Orba observaba sin palabras a Hou Ran guiando a los dragones. Aunque había visto varios entrenadores de animales aquí, no conocía a otro ser humano que pudiera manejar a los dragones así.

Había uno de esos entrenadores expertos que podía “hacer bailar a tres Sozos al son de la música” usando una flauta, los alimentaba todos los días a una hora determinada, cepillaba suavemente sus hocicos y seguía haciendo eso como rutina diaria. Fue asesinado fácilmente, comido en un capricho de los Sozos.

Esa era principalmente la naturaleza de un dragón.

Un humano demostrando afecto y entrenándolos, podría lograr resultados hasta cierto punto, pero nunca hubo algo así como la certeza completa. Incluso los dragones que habían sido domesticados durante mucho tiempo albergaban esa naturaleza dentro de ellos. En realidad, no estaban tan seguros de su inteligencia, después de haber sido engañados por los humanos que han establecido trampas elaboradas, como por ejemplo, escollos o paredes que se derrumban.

Pero hasta donde él sabía, entre estos dragones, Orba nunca había visto un momento en que las órdenes de Ran no parecieran efectivas. Y ella no usaba látigo ni los atraía con cebos. Ran solo hacía sonar un silbido y se ponían en línea como soldados ordenados, llevando sus enormes cuerpos uno por uno en la dirección de la mano de Ran.

Pero, parecía haber diferencias individuales entre ellos.

— Orba. Ayúdame, no solo te quedes mirando.

Con palabras ligeramente irritadas, Ran cruzó sus brazos cerca de un dragón Baian de tamaño mediano. Después de haber dejado caer su cintura en la esquina de la jaula, parecía no querer moverse en absoluto. Aunque Orba no creía que fuera su lugar culparlo por ignorar las órdenes de Ran, cuando dobló hacia la esquina, parecía que el dragón no iba a moverse al otro lado sin importar lo que sucediera.

— ¿Qué debería hacer? ¿Atar una cadena alrededor de su cuello?

Una pistola tranquilizante casi no tenía ningún efecto sobre un Baian. Sin embargo, se necesitaba mucha mano de obra para tirar de él con las cadenas. El Baian de tamaño mediano era bastante pequeño en comparación de un Sozos, pero sus hombros aún tenían la misma altura que la cabeza de un hombre adulto. Tenía unos tres metros de largo, y el cuero rugoso de su cuerpo era como una armadura al tacto. Pequeñas escamas angulosas en forma de peine surgían en una línea, dándole la apariencia de un lagarto atroz.

— Deberías subirte, Orba.

— ¿Qué quieres decir?

Orba fue tomado por sorpresa. No era como si no hubiera juegos de gladiadores en los que cabalgaban encima de Baians, pero costaba mucho trabajo poner a alguien que no estaba familiarizado con él en la espalda de uno. En resumen, no sabías cuándo el dragón se sacudiría y te pisaría, y mientras tanto tenías que intentar matar a tu oponente. Tenía la intención de entretener a la audiencia con la emoción de la situación, pero, sin magia o la eficacia de las drogas, era imposible manejar un pesado tanque como el Baian.

— Los dragones son diferentes de las bestias. Incluso si están degenerados, los dragones tienen el intelecto de un dragón. Los humanos simplemente no pueden entenderlo. Pero estarás bien, Orba. Ellos seguramente han abierto sus corazones.

Cuando los labios de la chica comenzaron a separarse, ella habló como si estuviera cantando. Sin embargo, su contenido prácticamente ordenaba a Orba que “muriera”, era incomprensible incluso para un gladiador. Pero, como se mencionó anteriormente, la verdad es que nunca había visto a alguien más hábil en el manejo de dragones que ella. Además, si él veía su característica sonrisa indefensa, por alguna misteriosa razón, estaba dispuesto a creer cualquier cosa aberrante que ella dijera.

Orba se acercó lentamente al Baian. El dragón comenzó a patear con sus patas traseras en el suelo, levantando un solo gruñido y moviendo su lengua, que estaba dividida en dos, adentro y afuera sin descanso, mientras miraba a Orba con ojos similares a cuencas de vidrio.

Orba al instante reunió su coraje. Cuando se movía a un lado, lo transmitió a sus piernas y saltó hacia su espalda. En un instante, aterrizó en la parte trasera del dragón. Para evitar ser arrojado, Orba posicionó ambos brazos alrededor del grueso cuello. Aunque inesperadamente, parecía como si la sangre caliente del dragón se transmitiera cuando la tocó, y Orba naturalmente no sabía si había o no un cambio en la mentalidad del dragón. Sin embargo, el Baian lentamente se puso de pie y comenzó a caminar hacia el lugar guiado por la joven.

— Este niño nació hace solo medio año—. dijo Hou Ran mientras conducía a la bestia—. Incluso después de medio año, su cuerpo ya es tan grande como un adulto. Sin embargo, todavía son niños de corazón. Aun así, entre los entrenadores de animales, hay quienes no pueden ver la diferencia.

Los cuatro Baians fueron puestos en una nueva jaula con una polea. Esa jaula podría ser tirada por dos Sozos o un solo Houban. Pero, debido a que los Sozos eran considerados impredecibles pasarían el viaje en una jaula, aunque Hou Ran decía que los dragones Baian eran en realidad la variedad más caprichosa porque era imposible someter a uno por completo.

Así que, como todos estaban presionados por la prisa en los preparativos, cuando solo faltaba una hora para la partida, dragones de tamaño pequeño se precipitaron de repente al patio de armas.

Eran tres Tengos seguidos. Eran incluso más pequeños que los Baians y, debido a su maniobrabilidad en giros cerrados, a menudo se utilizan en el campo de batalla en lugar de caballos. Sus grandes cabezas se asemejaban a las de un pájaro, su largo cuello casi doblado hasta suelo rebotaba cuando corrían sobre dos patas delgadas.

Cuando los dragones se detuvieron de repente, el jinete principal de los dragones, casi salió volando por la fuerza, se desplomó.

— M-Mierda, es por eso que los dragones-

El hombre, escupiendo arena que parecía haber entrado en su boca, tenía su cuerpo regordete envuelto con una túnica púrpura. A juzgar por su apariencia, tenía la facha de un mercader rico que ganaba dinero fácil. Las dos figuras detrás de él, también sentadas en sus respectivos dragones, rápidamente se bajaron y le dieron una mano al que parecía ser su empleador cuando Hou Ran corrió hacia su posición.

El Tengo del frente había doblado sus piernas y estaba agachado. Probablemente lo habían sobrecargado de trabajo, ya que vómito blanco provenía de su boca. Ran estaba a punto de acariciar la parte posterior de su cuello cuando:

— ¡No te acerques más a Su Excelencia, esclava!

Hubo un solo golpe de látigo. Aunque Ran trató inmediatamente de saltar hacia atrás, se cayó y el látigo le rozó el tobillo. Sin embargo, Ran no corrió, sino que miró al soldado armado justo en frente de ella. Todavía era un soldado joven, cuando notó el cabello y la piel de Ran, se puso aún más furioso.

— La tribu adoradora del Dios Dragón, ¿eh? Malditos salvajes impertinentes.

La tendencia a despreciar a los nómadas como un pueblo incivilizado, los cuales no tenían un territorio fijo, era fuerte en todas las tierras. En ese sentido, como era lo mismo para el caso de Orba, Tarkas era completamente pragmático.

El soldado una vez más blandió su látigo.

Pero poco después, lanzó un gemido bajo y se puso rígido. La mano de Orba llegó por un costado, agarró su muñeca y la giró hacia arriba. Mientras se retorcía de dolor, doblando su espina dorsal, fue pateado hacia adelante.

— No sé dónde está tu “Excelencia”, pero aquí tenemos nuestras maneras. Si dices que odias tener que mezclarte con gente como los esclavos, no deberías haber puesto un pie voluntariamente en una guarida de esclavos. Por favor, retírate.

Le arrebató el látigo al soldado y lo tiró al suelo.

— ¿Conoces tu maldito lugar?

El soldado estaba a punto de ponerse de pie y desenvainar la espada en su cadera cuando:

— ¡Espera! ¡Espera, Orba!

Tarkas corría hacia ellos. Necesitó toda su fuerza para estimular su robusto cuerpo, que estaba igualado con el del hombre de la túnica.

— ¡Tú, completo idiota! De hecho, ni siquiera se supone que hables cuando no se te indique. ¡Date prisa y vuelve a tus preparativos! ... Oh, Fedom-sama, si ha habido alguna descortesía, humildemente pido perdón. Especialmente teniendo en cuenta que ha venido a visitar un lugar tan sórdido como este, creo-

— Ahh, tranquilo. No tienes que inclinarte, Tarkas—. Dijo el hombre de la túnica, mientras se frotaba las manos y procedía a darle la mano al traficante de esclavos—. Tengo asuntos con este hombre de aquí. ¿Orba? Sí, era Orba. Tú.

Señaló con el dedo la máscara que Orba estaba usando, quien estaba a punto de irse apoyando el hombro de Ran.

Naturalmente, Tarkas fue tomado por sorpresa, pero también lo fue Orba. En primer lugar, era bastante raro que una persona del mundo exterior se refiriera a un espadachín por su nombre.

Orba se detuvo en seco. Cuando trató de recordar dónde había escuchado antes el nombre de Fedom, la cara de este último se volvió extrañamente distorsionada, ya que no se parecía al rostro de ninguna persona que Orba hubiera visto hasta ahora. Sólo mucho más tarde se dio cuenta de que era una sonrisa, sofocando el desprecio habitual por los esclavos, como para adivinar su estado de ánimo general.

En ese momento, olvidó esa extraña expresión, porque Fendom comenzó a decir unas inesperadas palabras dirigidas a Orba.

— ¿Me recuerdas? No, puede que no lo recuerdes. En ese momento, apenas estabas consciente. Soy miembro del consejo de la Dinastía Imperial de Mephius, el Señor de Birac. También estoy actuando como jefe del Gremio de los Gladiadores y yo soy el que te hizo usar esa máscara.





Era la primera vez que entraba en la oficina de Tarkas sin que el propietario estuviera presente. Pero, por supuesto, a él no le importaba algo así. Sobre todo, los intensos ojos de Orba miraban fijamente al hombre que tenía delante, el que se hacía llamar Fedom, un líder aristócrata mephiano.

— ¿Qué pasa con esos ojos? Parece que si tuvieras una espada inmediatamente la sacarías y me cortarías la cabeza.

Incluso podría estrangularte hasta la muerte con las manos, pensó Orba, pero por supuesto no dijo esas palabras en voz alta. Al lado de Fedom había un chico, un joven escudero y un soldado que era el único armado. Sería realmente descuidado hacer eso.

— Incluso si me guardas rencor, es como si estuvieras ladrando al árbol equivocado. No fue a causa de mí que fueras encarcelado, sino por tus propios crímenes.

— Entonces…

Fue la primera vez que Orba abrió la boca ya que este hombre había dicho su nombre.



— ¿Por qué me hiciste usar esta máscara? ¿Es esto lo que ustedes, los nobles, llaman diversión? ¿No importa cuánto sufro, porque solo soy un esclavo?

— ¡Cuidado con tus palabras!— Gritó el soldado enojado.

Pero Fedom dijo: 

— No me importa. No tengo la libertad de jugar con esclavos que no están seguros de su porvenir—. Continuó—. Sin embargo... solo porque tu porvenir era incierto, sí, qué admirable es que hayas sobrevivido hasta el día de hoy. En ese entonces, no eras más que un niño. Habiendo sobrevivido como gladiador durante dos años... ¿se puede llamar suerte? No. En lugar de algo como la suerte, esto es, como lo explicaste tan bien, el significado dorado del destino, que dice que se decidió que todos los humanos viven desde el instante de la creación del universo, ¿verdad?

Volteó su cabeza hacia el joven detrás de él. El joven sonrió levemente y acarició levemente su barbilla. Aunque, en cierto sentido, era más irrespetuoso que la actitud de Orba entre la nobleza mephiana, Fedom no mostró señales de que le molestara.

— Además, eras prácticamente un niño en ese momento, pero tu físico también se ha vuelto mucho más adulto en estos dos años. No serías la misma persona si no fuera por la máscara... Hmph, sin embargo, el momento está un poco fuera de lugar. Dale otro año y tu cuerpo se habrá desarrollado más y más, pero también podría haber terminado mal.

Por supuesto, Orba no tenía absolutamente ninguna idea de lo que estaba hablando este hombre. Fedom estaba hablando como si se hubiera encontrado con un viejo amigo al que había extrañado, mientras que para Orba, por así decirlo, había sido una maldición, debido a que la máscara siempre separaba con hierro a su rostro y al exterior durante estos dos años, en los cuales, por un período de tiempo, había continuado ardiendo ferozmente en su rostro.

Había forcejeado, se había manchado de sangre porque trataba de quitarse la máscara con las uñas, y se rompió los tobillos donde la cadena se conectaba sus pies debido a sus forcejeos. Y cada vez, Orba había maldecido todo, por el destino que había perdido y el destino que había obtenido a cambio.

De hecho, durante dos años esa máscara había estado con Orba, que aún no había aceptado los sufrimientos y las muertes, y se había convertido en el verdadero símbolo de su determinación para recuperar de lo que había sido despojado, de la misma mano que le arrebató a su madre, hermano y Alice.

Y de repente, un noble desconocido se presentó ante él, diciendo que él fue quien lo hizo usarla. Era como dijo Fedom. Si hubiera tenido una espada a mano... no, podría ser una espada o una daga, o simplemente un jarrón muy pesado: cualquier cosa cercana que pueda usarse para matar. En el instante en que Fedom hubiera mostrado una abertura, se habría levantado de un salto y estrellado contra la cara del hombre. Por supuesto, incluso ahora, todavía no era demasiado tarde para eso.

Pero, ya sea que Fedom supiera o no sobre el posible doble suicidio de Orba, el hombre continuó hablando.

— Muy bien, Orba. Te quitaré esa máscara, aquí, en este lugar.

— ¿Qué?

— Y eso no es todo. De ahora en adelante, también serás liberado de tu condición de esclavo. Ya no es necesario que sostengas una espada y mates. Sin embargo, esto no significa que serás un hombre libre. Es sencillo. Estas son las condiciones. Dentro de poco tiempo, Tarkas te dejará bajo mi custodia. Pero no es más que eso.

— Espera.

— Y durante ese tiempo, no vas a ir contra mis palabras y harás lo que digo. No hay necesidad de tener miedo. Es mucho más fácil que estar entre esclavos y matarse unos a otros. Solo me obedecerás como una marioneta. Sin embargo-

— ¡Espera!

Orba involuntariamente dejó escapar un grito de su boca. Sacudió la cabeza con irritación ante el parlanchín Fendom en frente a él.

— Si tú eres el que me hizo usar esta máscara, ¿por qué de repente vienes a quitarla? ¿Y por qué me liberarías de la esclavitud si todavía tengo que seguir tus órdenes? ¡¿Qué clase de broma es esta?! ¿Cuál es la razón por la que de repente quieres quitarme la máscara aquí y ahora? ¿Cómo es que me hiciste usarla en primer lugar? Ustedes bastardos manipularon tan fácilmente el destino de una persona a sus propias y caprichosas satisfacciones. ¡¿Cuánto más entretenimiento buscas?!

Aunque no estaba interesado en las palabras en sí, probablemente porque no podía comprender la angustia que se había incluido en ese período de dos años, Fedom se encogió, sorprendido. Cambió de lugar con el soldado, que se adelantó para proteger a su amo. Orba miraba ferozmente la figura de Fedom por encima del hombro del soldado, mientras un destello agudo se iluminaba en sus ojos detrás de la máscara.

— ¿Qué piensas hacer quitándome la máscara, liberándome de ser un esclavo y comprándome? ¿Estás criando algún tipo de jóvenes asesinos?

— E-Espera. Espera, te lo diré—. Esta vez le tocó a Fedom tomar el control. Oculto detrás de la espalda del soldado, se secó el sudor de la frente—. Entiendo. Sin embargo, no tenemos suficiente tiempo y este no es el lugar adecuado. ¿Sería mejor si te dijera que morirás si no sigues mis órdenes?

— Entonces será mejor que te des prisa y empieces a hablar. Acerca de lo que piensas hacer conmigo.

La manzana de Adán del soldado se balanceaba arriba y abajo. A pesar de que era solo una persona desarmada frente a él, parecía que estaba frente a un animal carnívoro con esos brillantes ojos dorados mirándolo.

Noble y esclavo. Básicamente, ni siquiera se suponía que los dos se vieran cara a cara, pero el aire de intimidación que invertía estas posiciones entre ellos ocupaba gradualmente la habitación. Entonces:

— Bien, solo espera un poco.

Un joven que parecía estudiante interrumpió la conversación. Dio un paso adelante, interponiéndose entre Orba y Fedom.

— Esta no es una historia extremadamente complicada. Pero explicarlo desde el principio, sin duda toma tiempo precioso. ¿Qué debo hacer para tratar de convencerlo primero? ¿Puedo comenzar quitando la máscara?

— Una vez que se remueve, no se puede usar de nuevo—. dijo Fedom con tristeza—. Si este tipo dice que no obedecerá más adelante, desaparece toda ventaja salvo matarlo.

— Hay muchas formas de hacer esto. Me gustaría que tengas fe en mí.

Mientras escuchaba el extraño intercambio entre los dos, Orba se dio cuenta de que el hombre, que parecía un joven, en realidad tenía una edad considerable. Tenía una voz algo ronca, y su cabello estaba mezclado con blanco.

— Lo entiendo, Hermann. Adelante.

Al recibir el permiso de Fedom, el hombre llamado Hermann se dirigió al lado de Orba. Orba retrocedió por reflejo y se sorprendió cuando sintió que los dedos del hombre se fijaban en su máscara.

Orba podía determinar la distancia de su propia espada y lanza, y también al instante medir el rango de ataque de su oponente. Ese era el talento que Orba tenía dos años atrás, y lo que lo hizo vivir por tanto tiempo.

Y sin embargo, Hermann había podido arrastrarse lenta y fácilmente hasta su pecho.

— No tengas miedo—. dijo Hermann con una sonrisa. Después de poner sus dedos en la máscara, se acercó aún más a su rostro.

— Esta máscara no se puede quitar incluso con fuerza sobrehumana. Además, no existe una llave para quitarla. Pero supongo que lo sabes mejor que nadie después de estos dos años, ¿verdad?

Orba dudaba de si el que llevaba una máscara era Hermann. ¿Era porque parecía que había pegado piel humana a su cara y de hecho estaba ocultando su verdadero rostro detrás de ella? La piel era extrañamente rígida y, dependiendo del ángulo de luz, tal vez no se viera como un hombre joven después de todo.

Pero, sobre todo, eran esos dos ojos que miraban en su dirección. A diferencia de su expresión facial, solo los ojos daban una luz aguda similar a la de una espada. El hombre no se parecía a ninguno de los oponentes formidables con los que Orba se había enfrentado, pero le sobrecogió un miedo que sobrepasó al que hubiera sentido hacia esos oponentes.

— No me toques—. dijo Orba temblando, no quería admitir que había perdido sus colmillos—. Además, si no tienes una llave, ¿cómo vas a quitar la máscara?

— La llave es algo que inventé. Te dije que no tengas miedo. Ahora, después de dos años, voy a liberarte.

Antes de que Orba pudiera replicar, había signos de dedos retorciéndose y tocando. Parecían provenir del propio cuerpo de Orba.

Un sonido feroz resonó. Cuando la máscara de Orba comenzó a moverse, se escuchaba como si el mundo mismo hubiera empezado a resquebrajarse. Cuando se dio cuenta de que perdió la sensación de estar juntos estos dos años, mientras se movía lentamente, de repente la máscara cayó. Cayó con un sonido extrañamente dulce y ruidoso en el suelo. Incapaz de moverse después de eso, Orba acarició suavemente sus mejillas.

Era una sensación deslumbrante, no emitía ningún sonido y de inmediato se cubrió los ojos con la mano. Aunque sentía que Hermann había usado algún tipo de ataque mágico, en verdad, ya sabía la respuesta. De alguna manera, esto fue más impactante para él que alguien que apuntaba a su vida a corta distancia, lo que hizo que su cuerpo se estremeciera.

Orba, ampliamente reconocido como un espadachín de primera clase que, una vez que cogía una espada, no tenía miedo a nada, se irritó consigo mismo por asustarse como un niño, y lentamente abrió los ojos.

Estaba la figura de Fedom de pie e inmóvil. No, no era solo él. El soldado presente y el chico escudero también, miraban inexpresivos con la boca abierta. No movían un solo músculo.

Entonces, de repente, el joven soldado se movió. Parecía que había vuelto a sus sentidos, cuando de repente se arrodilló en el suelo.

— ¿¡P-Príncipe heredero!?— dijo el joven con voz temblorosa—. Esto... d-discúlpeme por mi rudeza. No sabía que era el príncipe. Por favor, ¡le pido perdón!

— Imposible—. dijo Fedom. Su gordo cuerpo estaba temblando por todos lados—. ¡Es imposible! Pero... pero, Hermann. Él no se veía tan parecido antes. Incluso tomando en cuenta dos años, nunca esperé una imagen idéntica como esta.

— Es por eso que se llama hechicería—. Hermann se rió con una voz amortiguada—. ¿No te lo dije? Con suerte a tu lado, este hombre seguramente será de utilidad para el maestro.

Por un momento, todo el sonido dejó de salir de la boca de alguien.

Orba claramente había perdido la conciencia de su voz y cuerpo. Tocaba tímidamente sus mejillas de carne y hueso. No hubo ningún tacto de hierro. Esa máscara dura y fría estaba completamente ausente y reemplazada por una piel tibia y tierna. Medio atontado, Orba se preguntó si todo esto podría ser solo un sueño.

— ¿Quieres un espejo?

El único tranquilo, Hermann, descaradamente buscó a tientas en el escritorio de Tarkas, sacó un espejo de mano y se lo arrojó a Orba. Mientras lo agarraba en sus manos, Orba lo miró con la respiración contenida.

Un hombre pálido y de ojos delgados le miraba fijamente. Estos dos años, cada vez que se miraba en un espejo, solo aparecía ante él la máscara de hierro que imitaba a un tigre. Inicialmente sintió que esto definitivamente era real, pero pronto, Orba tuvo cierta sensación incómoda que obstruyó su felicidad.

Definitivamente era su cara. Y sin embargo, algo era diferente. Si bien sus ojos, nariz y boca seguramente no habían cambiado, sospechaba que ciertos ángulos sutiles habían cambiado.

Habían pasado dos años. ¿Era posible que se hubiera olvidado de su propia cara?

No... pero él no sabía la razón de esto. Después de todo, tenía la sensación de que sus ojos eran extrañamente agudos en comparación con los anteriores, sus labios se habían vuelto un poco más delgados, y su nariz parecía haber aumentado un poco.

— Bien—. Fedom rompió torpe y bruscamente el silencio que fluía hasta el momento—. Si es así, tus intenciones ya no serán un problema. Parece que se decidió hace dos años. Por algún poder de los dioses, demonios, el del Dios Dragón de antaño, o tal vez incluso una existencia de la que no sabemos el nombre. Sin eso, nunca podrías ser tan parecido.

En el momento en que Orba tenía ganas de preguntar de qué estaba hablando, Fedom hizo una declaración de inmediato.

— Ya no eres más Orba. Por supuesto, ya no eres un esclavo gladiador. Desde el momento en que se removió la máscara, naciste de nuevo como una persona diferente. Además, ni siquiera eres un hombre común que puedas encontrar en cualquier lugar. ¿Entiendes? ¡De hoy en adelante, te has convertido impecablemente en el heredero al trono de la Dinastía Imperial Mephius, Gil Mephius!





2

Fedom inmediatamente sacó a Orba de los campos de entrenamiento de esclavos de Tarkas. Debido a que se llevó a cabo tan rápido, por un tiempo, ni siquiera parecía que lo hubieran liberado de la esclavitud. Parecía que habían llegado a un acuerdo sin informar a Tarkas al respecto.

Orba no creía que su infierno como esclavo de repente terminara así, en realidad no lo sintió así. Más que eso, realmente no sabía en qué manos había terminado ni cuáles eran sus intenciones para el futuro, como siempre había sido el caso desde su infancia hasta ahora.

Fedom tenía varias mansiones alrededor del territorio Mephiano. A pesar de que trajo a Orba a una de ellas, por alguna razón había recibido instrucciones de cubrirse la cara con un manto.

Fedom condujo a Orba a una habitación con una alfombra extendida, cerró la puerta y le dijo que finalmente se le permitía quitarse el manto. El soldado y el escudero que también habían venido a los campos de entrenamiento eran los únicos en la sala. Ese mago llamado Hermann había desaparecido.

Después de quitarse el manto, todos los presentes volvieron a mirarle fijamente a la cara.

— No importa cuántas veces vea... esto. Siento que alguien está jugando con mi mente. Como si en realidad fueras el príncipe imperial de Mephius, Gil, y me pusieras a prueba.

— ¡Yo soy el que no entiende esta mierda! ¿¡El príncipe imperial de Mephius!? ¿Qué diablos estás diciendo? ¡Habla para que un gladiador como yo lo entienda!

Orba se estaba irritando considerablemente. Sin tomar ninguna ofensa por su manera insolente de hablar, Fedom asintió con la cabeza.

— Naturalmente—. Dijo, y comenzó desde el principio.

La historia se remonta a hace dos años. Desde el día en que Orba fue encarcelado.

Fedom, que era el Señor de Birac, originalmente no quiso saber nada del informe cuando Orba fue arrestado porque era solo un delincuente, pero por alguna razón recibió un mensaje urgente de los guardias de la ciudad.

Pero cuando le dio una sola mirada a la figura de Orba que yacía en su celda, no pudo evitar levantar una voz sorprendida.

— Realmente te parecías mucho al príncipe heredero de Mephius.

Fedom lo pensó por un tiempo. Incluso en el mejor de los casos, el príncipe heredero era conocido por su comportamiento excéntrico. Aunque nadie creería realmente que el príncipe apareciera en la arena como gladiador, las dudas sobre su línea de sangre podrían manchar la dignidad de la familia imperial y, como mucho, plantear un problema en un futuro lejano, lo que a su vez podría cuestionar la lealtad de Fedom.

Así que decidió ocultar la cara de Orba. Por eso le había hecho ponerse esa máscara.

Por supuesto, Orba creía que eso no era todo. Aunque se sorprendió al escuchar que se parecía al príncipe heredero, creía un poco exagerado solicitar la ayuda de un mago.

El dolor que parecía haberle abrasado completamente la cara con llamas. La sensación fuera de lugar que tenía de sí mismo cuando se tocó la cara después de quitarse la máscara. ¿No habían tomado todas esas cosas en cuenta desde el principio?

Con todo su cuerpo hirviendo de ira, Orba fingió estar tranquilo.

— Entiendo la razón de tener que usar la máscara. Entonces, ¿cuál es la razón para que me la quites?

— Es como dije antes.

— ¿“Conviértete en el príncipe”? ¿Pretendes hacerme un doble?

— ¿Oh? Parece que estás pensando correctamente. Así es. Si eres así de parecido al príncipe, deberías poder servir a la nación simplemente por eso. Creo que deberías estar honrado. Además, todo será a cambio de tu liberación de la esclavitud y de tu libertad. Ciertamente no hay nada más que decir que esto.

— ¿No se supone que Mephius debe firmar la paz con Garbera? ¿Está a punto de ocurrir otra guerra?

— Un doble no es alguien solo útil en el campo de batalla. Pero si conoces la paz, ¿también sabes sobre la boda del príncipe?

— Es porque yo era uno de los espadachines.

— Bueno, ahora irás al Valle de Seirin por un asunto diferente.

Fedom explicó que parecía haber muchas personas dentro y fuera del país que no estaban conformes con la boda. Podría ser posible que alguien intente interferir con la boda provocando deliberadamente una conmoción, y algunos de ellos podrían intentar asesinar al príncipe heredero o a la princesa de Garbera.

— La probabilidad de que el peligro llegue al príncipe es alta. Naturalmente, tenemos la intención de llevar una unidad de guardia impecable. Sin embargo, como queremos construir una relación de alianza lo más rápido posible, decidimos este matrimonio apresuradamente. Hemos decidido utilizarlo como un seguro si resulta ser el peor de los casos.

Orba pasó un poco de tiempo pensando. Parecía que ahora lo habían colocado en esta posición con muy poco tiempo. La boda era en tres días. Habiendo sido solo un gladiador hace un tiempo, tenía que actuar como un príncipe dentro de tres días.

¡Qué historia de mierda!

Aunque quería negarse, ya que la historia no parecía tener ningún fundamento, si era cierto que la mayoría de las circunstancias mencionadas actualmente eran secretos de estado altamente clasificados, podría ser un asunto que amenace la vida de Orba. Si él se negaba, significaba la muerte.

Anteriormente, Orba ya había bromeado con palabras amenazantes, pero su oponente no había sido disuadido. El sudor se formaba vagamente en la piel de su cara que estaba expuesta al aire por primera vez en dos años. Hasta ahora, había sido diferente de un encuentro de gladiadores. Este no era un oponente contra el que podía ganar peleando. Esa era la situación en este momento.

El príncipe de Mephius, ¿eh?

Un pensamiento fugaz apareció en su cabeza. Su corazón latía violentamente al otro lado de su grueso pecho. Orba respiró hondo, y una vez más mantuvo una apariencia tranquila mientras preguntaba:

— Si tengo que aceptar ser un doble, ¿por cuánto tiempo tendré que actuar como el príncipe? ¿Y qué hay de la parte final de la ceremonia de matrimonio?

— ¿Por qué? ¿Deseas saltar a esa parte tan rápido?— Dijo Fedom, riendo satisfactoriamente—. No hace falta decir que no tienes permitido entrar a hurtadillas a la cama de la princesa en la noche nupcial. Tendrás que seguir así hasta que juzguemos que ha sido suficiente. No será por tanto tiempo.

— Déjame preguntarte una cosa más.

— ¿Qué es? Habla.

— ¿Dónde está la garantía de que no me matarás cuando termine este asunto?

— ¿Qué?

— Si resulta que usaste un doble para una boda entre miembros de la realeza, podemos suponer que va a marcar el orgullo de Garbera y la guerra podría desencadenarse una vez más. Incluso la persona más insignificante que sepa sobre el doble puede comprometer la historia. Pero dicen que los muertos no cuentan historias, ¿verdad?

Orba les lanzó una mirada al soldado y al escudero dentro de la habitación. El chico escudero ya tenía la cara pálida, pero el soldado también mostraba signos de estar temblando. Fedom chasqueó la lengua, su buen humor dio un giro completo.

— Solo eres un esclavo, ¿y sin embargo tienes la intención de llegar a un acuerdo conmigo? No hay necesidad de preocuparse por cosas innecesarias. Pero tienes razón, alguien podría actuar como dices. Obviamente, está fuera de cuestión dejarte ir porque compartes la cara del príncipe. Sin embargo, y digo esto porque no está en contradicción con lo que dije antes, un doble no es útil solo en el momento de la ceremonia de la boda, ¿verdad? Aunque normalmente habrá algunos inconvenientes que puedan dar motivo a que te cubras la cara, tengo la intención de permitirte pasar una vida decente como persona, como mi protegido.

Orba guardó silencio por un tiempo nuevamente. Su rostro se parecía tanto al príncipe heredero que había sorprendido incluso a Fedom. Entonces seguramente eso no había sido parte de su plan original. Pero, por supuesto, eso de ninguna manera conduciría a una garantía perfecta para cualquier cosa.

— Entiendo—. dijo Orba, dando su consentimiento—. Es un trato. Esas no son malas condiciones. Sin embargo, no tengo confianza en que alguien pueda hacerme memorizar los gestos apropiados para un príncipe heredero.

— Es un trato, por lo que puedo decir. Las negociaciones están completas—. Sonriendo, Fedom dejó su asiento, como si ni siquiera hubiera venido para quedarse y mirar los frutos de su trabajo—. Ven aquí. Es por eso que traje a mi escudero Dinn, quien mientras tanto, te enseñará la etiqueta necesaria.





Momentos frenéticos pasaron para Orba en los tres días posteriores. No tenía que limpiar los alojamientos, cuidar a los dragones, practicar su espada u ocuparse de otros trabajos que desgastaran su mente y cuerpo. Al principio, asumió que la única corrección necesaria era simplemente establecer su postura recta. Sacar su pecho, enderezar su espalda y estirar su barbilla. Pero también tuvo que familiarizarse con una nueva forma de caminar.

El escudero, Dinn, no solo tenía características encantadoras, sino que también demostró sus habilidades como excelente entrenador, ya que le dio a Orba estrictas órdenes paso a paso y en seguidilla.

Utilizando partes de su mente que usualmente no usaba, honestamente se había cansado tanto que le faltaba el aliento, pero otro tipo de entrenamiento lo estaba esperando inmediatamente después.

Dinn sacó un espejo de mano. Cuando Orba preguntó qué era lo siguiente, el chico le tendió el espejo y dijo:

— Cómo reírse—. mientras le daba una sonrisa.

Ese horario atestado, en esos tres días, no parecía dedicarle tiempo a descansar su mente. Aunque Orba nunca esperó convertirse repentinamente en un príncipe heredero, se sentía como un concepto ridículo cada vez que pensaba en cómo había sido metido en esto por completo, le recordaba a Orba su tiempo como esclavo.

¿Para qué he vivido estos dos años? Me ordenaron como un perro estúpido arriesgar mi vida, matar a otras personas, y ¿para qué?

Continuó arrojando leña para mantener encendida la llama azul en la parte posterior de su corazón.

Si huyo de aquí, me matarán inmediatamente o, en el mejor de los casos, me devolverán como esclavo.

Era difícil de notar, porque todo había sucedido tan repentinamente, pero había al menos algo positivo. Incluso si solo una sola luz brillaba en su vida, para que Orba estuviera caminando y buscando a tientas en la oscuridad todo este tiempo, era inconfundiblemente un signo de progreso dentro de este cambio drástico en el ambiente.

En los últimos dos años, casi se había perdido entre la sangre, el vómito, los fluidos espinales y las entrañas, sabiendo que no podía llegar a un lugar tranquilo. Pero no había manera de que dejara de extender la mano, aunque lo que pretendía agarrar era casi lo mismo que tratar de alcanzar el cielo.

Al menos, eso era lo que Orba creía. Y así, continuó recibiendo obedientemente la educación del chico.

Cuando se puso el sol, aunque Dinn también le indicó que lo hiciera, se sumergió en una tina de agua caliente y limpió su cuerpo. Podía estirar su cuerpo tanto como quisiera, y le cortaron una gran cantidad de su cabello negro y descuidado que estaba atado a su espalda. También le afeitaban la cara con una navaja, y cuando se levantó de la bañera, le prepararon ropa interior de lino fino, una túnica de seda y pantalones de terciopelo.

Para dormir, recibió una cama tan grande que tenía espacio de sobra, incluso si extendía excesivamente sus brazos y piernas. La cama le recordó el toque de las mujeres de piel clara con las que había pasado varias veces la noche cuando aún era el líder de los chicos.

¿Dónde estoy?

Mientras vagabundeaba entre el sueño y la vigilia, Orba de repente escuchó su propia voz dentro de él.

Hermano... no puedo dormir.

Toma mi mano...

Hermano…




Valle de Seirin: la tierra donde se decía que ellos pisaron por primera vez este planeta desde la Nave Inmigrante Espacial. Era una historia de la edad mitológica, hace más de quinientos años. Cuando escuchabas el relato, de hecho parecía sagrado, aunque bastante exagerado, pero había prácticamente docenas de lugares con leyendas similares repartidas por todo el mundo.

El valle estaba en una parte alejada hacia el sur. Ahuecado en los acantilados había un pequeño palacio construido con madera y mármol. Había relieves poco profundos en las paredes de los pasillos que mostraban los muchos eventos legendarios que habían ocurrido desde el momento del “sagrado descenso" de la nave espacial hasta la fundación de Mephius. Debido a que estaban decorados con muchos tipos de joyas, las sombras se movían de un lado a otro cada vez que se iluminaban por el fuego de los braseros de hierro, haciéndolo parecer vivo y respirando.

Y, la espaciosa sala abierta que se encontraba aún más adentro había reunido a una gran multitud de damas y caballeros. A pesar de que estaba dentro del acantilado, había mucha luz, y las luces brillantes de los cristales levantados se dispersaban por todo el lugar.

Un grupo de maestros músicos se había instalado en la esquina y tocaba varias canciones, desde música antigua hasta la música popular de alto ritmo, dependiendo de la solicitud. Varias personas comenzaron a improvisar su baile, y las risas en los alrededores no cesaban.

— Príncipe—. alguien lo llamó.

— Su Alteza, felicitaciones.

— ¡Príncipe Gil!

— Enhorabuena por su boda.

Toda la gente se mezclaba, aunque lo llamaban “Su Alteza” o “Príncipe Gil”, y lo saludaban con una sonrisa. Orba hizo exactamente lo que le enseñaron cuando se encontraba con ellos, esbozó una sonrisa generosa y alzó ligeramente la mano en respuesta.

Fedom caminaba perfectamente cerca de Orba.

— Escucha, Orba—. había dicho Fedom esa mañana, cuando fue a recoger a Orba para aconsejarlo. El aire tenso de un guerrero listo para luchar una batalla a la muerte flotaba a su alrededor—. Naturalmente, no solo las personas que asisten a la fiesta por el lado Garberano, sino incluso los del lado de Mephian, no han sido informados acerca de tu verdadera identidad. Después de todo, no sé de dónde podría filtrarse esa información. Pero, el comportamiento y tal de la familia imperial no es algo que puedas dominar en tres días. No hagas nada. No pienses nada. No mires nada. Te mueves cuando te diga y hablas cuando te diga que lo hagas. Eso es todo. ¿Entiendes?

A pesar de todo, sentía que su cuerpo no estaba de ninguna manera acostumbrado a su forma de caminar. Le parecía que era difícil caminar, incluso comparado con tener los pies encadenados.

Sobre todo, era la gente, la gran cantidad de personas. Estaban vestidos con ropa tan fina que le daban vueltas los ojos, y ninguno ignoraba a Orba. Los que estaban cerca se inclinaban, expresaban su gratitud o se acercaban a él con las manos en alto. Y todos sonreían, pronunciando la palabra “felicidades”.

Los que estaban en la distancia apuntaban a Orba. Acurrucándose juntos y charlando entre ellos mientras lo miraban.

No, no era por Orba. La persona que veían en sus ojos y a la saludaban con su voz no era Orba. Él entendía eso. A pesar de que había sabido esto por no más de tres días, todavía le resultaba imposible imaginarse a sí mismo como el príncipe heredero.

De repente, Orba olvidó incluso caminar y apenas pudo devolverle el saludo a uno de sus criados. Sin embargo, lo pasaron como una vista encantadora, aparentemente pensando que la tensión se debía a que estaba a punto de tener el primer encuentro con su prometida.

— Saca tu pecho un poco más—. le susurró Fedom obstinadamente al oído—. ¿No eres un gladiador? ¿Cómo puedes tener miedo de un lugar como este?

Quería llamarlo imbécil, pero no podía, y cuanto más se daba cuenta de su forma incómoda de caminar, más su rostro continuaba frunciéndose. Lejos de tener un comportamiento de príncipe, Orba ni siquiera se había acostumbrado a su rostro real después de quitarse la máscara de hierro.

Volvió rápidamente su mirada a la mesa donde había tanta comida amontonada que, sin importar cuánta gente había en esta sala, definitivamente no podrían comerla por completo. Para empeorar las cosas, ni un solo plato quedaba vacío, porque si un plato vacío se destacaba, inmediatamente era reemplazado por uno completamente cargado con comida.

Si él extendía la mano para tomar un bocado, probablemente valdría más que la cantidad anual de comida de un esclavo. Cuando era un niño, no podía ver las brillantes frutas de colores que colgaban de las salientes, o tener el olor fragante de la carne a la parrilla estimulando su apetito, a menos que hubieran terminado un trabajo muy grande. Pero a pesar de que era solo una pequeña cantidad, incluso eso no era nada en comparación con la montaña de alimentos de alto precio amontonados ante él.

¿Los que comen estas cosas todos los días son los que quemaron mi pueblo?

Incluso pensando en eso ahora, no pudo evitar recordarlo, ya que las familias nobles mephianas estaban esculpidas en su corazón como el blanco de su odio.

Nuestra gente solo podía administrar nuestra cosecha del año, pero se llevaron la pequeña cantidad de provisiones que teníamos almacenada, la quemaron y también mataron gente...

Orba apretó con fuerza su puño debajo de las mangas largas de su ropa ceremonial.

Con caras orgullosas afirman que algo así como la cantidad desperdiciada en comer, beber, bailar y reír es la civilización y el noble estilo de vida. Están despreciando a mi gente, riéndose de nosotros.

¡Todos pueden caer muertos!

Ustedes hijos de puta son bárbaros devoradores de hombres. Voy a incendiar este lugar. ¡Por lo que a mí respecta pueden asarse en las llamas! ¡Los alabaré por su noble orgullo si todavía pueden reírse mientras sus miembros son devorados!

Una ola de ira pasó durante un tiempo, pero inmediatamente después de que la fiebre llegó a su punto máximo, solo quedó frialdad.

Aún no.

Orba luchó por poner una sonrisa en su rostro mientras se frotaba las muelas con ardor. Eventualmente los asaría y los mataría, pero ahora no era el momento ni el lugar para hacer su movimiento.

En este instante, Orba no podía hacer nada. Esta situación de Fedom usándolo aquí como el doble del príncipe sucedió tan rápido, pero algún día eventualmente encontraría una oportunidad. Hasta entonces, en cierto sentido, para conservar su fuerza y ​​como medio para obtener información, tenía que hacer lo que le había dicho Fedom.

Entonces, se hizo más ruidoso a su alrededor, y Orba, entendiendo por experiencia que la atmósfera en la sala había cambiado, también levantó la cabeza. Hasta ahora, el viento de sus miradas solo había soplado contra Orba, pero ahora había una grieta en la tapa. (NT: supongo que es algún dicho popular) 

Una chica hizo su aparición al otro lado del pasillo, y naturalmente también atrajo la mirada de Orba. Acompañada por una mujer mayor, entró elegantemente con su rostro pálido inclinado.

— La tercera princesa de Garbera—. susurró Fedom.

Aunque Orba había esperado esto, no podía ocultar su sorpresa.

¿No es todavía una niña?

Esos fueron los pensamientos honestos que tuvo Orba. Incluso los brazos que salían de las mangas eran delgados, pero aunque parecía que probablemente los rompería si los agarraba, por alguna razón no emitía una impresión frágil en absoluto. Incluso sintió la impresionante dignidad, con su espina dorsal enderezada y su largo cabello balanceándose débilmente a lo largo de su silueta mientras caminaba.

El vestido del que sostenía en el dobladillo apenas tenía bordados o decoraciones exquisitas, pero la falta de artículos no lo entorpecía ni lo hacía simple. El material de seda blanca real enfatizaba aún más la pureza de su belleza juvenil e inocente y su sensualidad femenina.

— Princesa Vileena Owell. De hecho, ella es tu prometida. Ve y salúdala pronto. No seas grosero, pero tampoco te humilles. Después de todo, eres el príncipe de Mephius.





3

Haciendo retroceder un poco el tiempo, del otro lado estaba la Tercera Princesa de Garbera, Vileena Owell.

Mientras se dirigía a lo largo del pasaje a través de los acantilados, al igual que con Orba, muchas personas diferentes dirigían sus miradas hacia ella. Hubo algunos entre ellos que dieron profundos suspiros de lamentación. Vileena, que era casi infantilmente indiferente a ellos, estaba prestando oídos a la música que los músicos tocaban mientras andaba por el camino que conducía al pasillo.

— Bueno, supongo que muestran al menos algunos signos de civilización—. dijo Theresia, caminando al lado de ella, mientras inclinaba la cabeza en señal de asentimiento.

Sintiendo lo mismo, Vileena también movió ligeramente su mandíbula y asintió levemente. Luego, agregó con una idea de último momento,

— Pero, princesa. Por favor, sea discreta con lo que dice. A lo sumo, llámelos “monos trogloditas con sabiduría” o “restos de ogros que aman matarse entre ellos”.

— Mientras Theresia esté cerca de mí— rió Vileena—, si es Mephius, un campo de nieve remoto, o en cualquier lugar, seguramente nunca me aburriré.

Theresia, que había estado cerca de ella desde que nació, siempre había actuado como su guardiana. Aunque su cabello comenzaba a mezclarse con el blanco, si estaba de buen humor, también podía usar este tipo de bromas peligrosas.

Cuando entraron en el salón, Vileena sonrió con discreción cuando varios nobles del Imperio de Mephius se acercaron para saludarla, y Theresia dio un paso atrás, acurrucada detrás de su señora.

Aunque, por supuesto, no era la primera vez que intercambiaba palabras con la nobleza mephiana, siempre había sido beligerante. Así que la manera superficial en la que se ponían a la fuerza un aire de gente culta la enfermaba. Cuando los nobles se despidieron, Vileena relajó sus hombros letárgicamente.

— Aun así, parecen querer tipos extrañamente tradicionales para sus mujeres. Cuando la primera delegación que hizo la propuesta de matrimonio mencionó mi placer de volar aeronaves, todos sus ojos se volvieron grandes y redondos. En Mephius, no se les permite montar caballos o dragones, y parece que las mujeres tampoco pueden usar ropa que no les cubra las piernas.

— Bueno, entonces estoy segura de que la princesa parece bastante varonil para ellos. Lo siento por su compañero, el Príncipe Gil de Mephius. Valoran el “orgullo y la historia” entre la familia imperial, pero deben aceptar que la princesa marimacho de Garbera, la persona que estará junto al heredero de su trono imperial, debe convertirse en emperatriz.

— Es mutuo, somos un par único—. Dijo Vileena, riendo sin alegría, mientras se arreglaba el adorno para el pelo con la mano—. Puedo ser una marimacho, pero la pareja a la que tengo que hacer compañía es el primer príncipe Gil Mephius, del Imperio Mephius. Nunca escuché ni una sola palabra buena de él. A pesar de que su delegación habló bien de él, tratando de glorificar a su príncipe con halagos frenéticos, no era más que una imagen deplorable. Porque todo lo que dijeron sonaba hipócrita a los oídos, y porque parecía que ellos no creían nada de eso.

Gil Mephius. Aunque ahora es un joven de diecisiete años, era el primer heredero del trono imperial, destinado a tomar el Imperio Mephius. Esta persona, a quien solo había visto en retratos, sería el esposo de Vileena.

Se encontrarían cara a cara por primera vez ahora. Y al día siguiente, de acuerdo con las costumbres mephianas, el ritual matrimonial se celebraría en el altar sobre el valle. Luego, en el tercer día, se dirigirían a la capital imperial de Mephius, donde se iba a celebrar una gran recepción.

No era solo el matrimonio el que se consumaría. Más importante aún, con esto, se establecería la paz y la alianza entre Mephius y Garbera. Las batallas que habían florecido en el transcurso de diez años finalmente llegarían a su fin.

Por supuesto, incluso Vileena anhelaba eso, pero no había rumores buenos sobre el príncipe imperial que sería su compañero. Decían que era un cobarde, ni siquiera cercano a su padre, el actual emperador, Guhl Mephius, que se la pasaba con sus jóvenes amigos, festejando noche tras noche y que exhibía algunos hábitos excéntricos.

— Dicen que es un tonto—. había declarado Vileena delante de su padre cuando él le había contado sobre el compromiso.

Originalmente, un hombre llamado Ryucown iba a ser su prometido. Era un general con una compañía aérea bajo su mando. Tenía coraje intrépido y se le daba crédito por realizar un servicio muy distinguido en la guerra contra Mephius. Y así, su compromiso con la tercera princesa Vileena había sido decidido durante los tiempos de guerra.

Vileena también se había encontrado con la persona en cuestión. Aunque, francamente, su primer encuentro fue algo tan dramático que incluso ahora se hablaba de él en el país, ella tenía solo nueve años en ese entonces. Cuando se volvieron a encontrar cuatro años más tarde, cuando su compromiso se había arreglado, Vileena no tenía una impresión adecuada de qué tipo de hombre se suponía que era.

Y así, cuando se encontraron nuevamente, Ryucown era una persona increíblemente tímida, en comparación con las feroces historias de éxito del campo de batalla. No podía pensar en una historia para contarle a la princesa del reino, y su sonrisa, como si se burlara de sí mismo, era incómoda. Ella no sabía si quererle u odiarle. Solo que parecía un argumento adecuado que su matrimonio sería por el bien de toda la nación.

Sin embargo, durante varios meses el frente de guerra había caído en un punto muerto. Mephius y Garbera estaban avanzando secretamente en las negociaciones de paz. Y solo dos meses atrás, decidieron desposar al Príncipe Heredero Gil y la Princesa Vileena.

Vileena tenía sentimientos encontrados sobre eso. Durante más de diez años habían peleado con Mephius, y ella sabía por experiencia cuánto había agotado a los soldados y a su gente. Algunos ciudadanos y señores locales habían pedido resistencia hasta el final pero, aunque también había algunos caballeros entre ellos, eran una minoría.

El padre de Vileena, Ainn Owell Segundo, no tenía la personalidad audaz de Guhl Mephius. Delante de su hija, se limitó a decir una sola palabra, “Por favor.” Vileena solamente había respondido con “Acepto.” Pero sabía que su madre y Theresia estaban limpiando, en silencio, sus lágrimas detrás de su espalda.

Entonces, hace unos días, sintiendo como si su mente y su cuerpo se estuvieran separando, fue a despedirse de su abuelo favorito, Jeorg Owell. La orgullosa y dominante princesa, que amaba a montar a caballo y aeronaves, a la que incluso se le permite para manejar un arma de fuego, y que nunca se había comprometido, se había convertido como una niña delante de su abuelo. Quería estar para siempre sobre su regazo y apoyar su cuerpo contra él, para poder escuchar las historias heroicas que siempre le había contado.

Sin embargo, eso había sido completamente ignorado, y ella tenía que venir a este lugar.

No, se podría decir que fue bueno que pudiera proteger los recuerdos de su abuelo de esta manera. Era por su país, por su padre y por su abuelo. Por ellos, ella había marchado a territorio enemigo con el espíritu combativo de un caballero.

Territorio enemigo.

De hecho, este era el enemigo. Hasta hace poco, este era el país con el que habían cruzado espadas. Vileena estaba dentro del territorio de ese enemigo.

Habían matado a muchas personas, algunas de las cuales incluso había conocido su cara. Y, por supuesto, el oponente pensó mucho en lo mismo, pero Vileena aún no era lo suficientemente madura como para olvidar lo pasado.

— Hemos llegado.

Cuando Theresia suavemente le susurró al oído, Vileena se calmó. Había muchas personas de la nobleza mephiana mirando en su dirección. En medio, se encontraba un hombre joven, vestido con ropas ceremoniales blancas.

— Ese es el primer príncipe de Mephius, Gil Mephius.

— Sí— dijo Vileena.



Sus mejillas eran puramente femeninas, pero todavía estaba tensa.

Su contraparte también parecía haberse dado cuenta, y el gordo noble al lado del príncipe le susurró algo al oído. Después de eso, se acercó a ellos con una expresión nerviosa en su rostro.

A primera vista, el Príncipe Gil no se parecía al hombre de mente débil que los rumores decían que era. Tenía una cara esbelta, pero parecía que la figura de su cuerpo era inesperadamente robusta. Si tan solo sacara con orgullo su pecho, se vería como un hombre valiente y sin miedo. Sin embargo.

Ese noble asistente se queda tan cerca de él, es casi como si tuviera que llevarlo de la mano. ¿Todavía es un niño?

Por supuesto, no tenía la menor idea de que él acababa de tener la misma impresión de ella. Pero para empeorar las cosas, el príncipe no parecía poder calmarse. Sus ojos vagaban por allí, sus ojos vagaban allá, como si realmente fuera un niño perdido buscando a sus padres.

Mientras Vileena usaba su tendencia de mirar a la otra persona como si lo estuviera evaluando completamente, recibió un codazo cauteloso de Theresia, y rápidamente corrigió su expresión.

El príncipe detuvo sus pies ante la presencia de Vileena. Vileena bajó la cabeza, como se esperaba por cortesía, y esperó su saludo. Sin embargo, ella escuchó notoriamente como se aclaraba la garganta, y no sonó como si viniera del príncipe. El noble gordo de antes susurró en voz baja otra vez, y sonó como si él le hubiera ordenado cómo saludarla.

En ocasiones como esta, eran los modales de la mujer fingir no darse cuenta y al menos no avergonzarlo, cuando conocía a su pareja por primera vez y no estuvieran solos.

— Encantada de conocerte, Príncipe— dijo.

Theresia abrió la boca con sorpresa. Sin preocuparse, Vileena levantó ligeramente el dobladillo de su vestido con ambas manos y se inclinó ante él.

— Soy la hija del Rey Ainn Owell Segundo de Garbera, Tercera Princesa Vileena. A partir de ahora, me encantaría conocernos mejor.

— Ah, sí.

Fue lo primero que dijo el príncipe. Y luego, vacilante y en voz baja se presentó, con sus palabras siendo más vacilantes que cualquier tipo de saludo que Vileena hubiera escuchado alguna vez.

¿Este hombre se convertirá en mi esposo?

Ella había entrenado muy fuerte su sonrisa para este día, mientras mantenía cuidadosamente la ligera inclinación de su cabeza, para ser vista como “modesta”. Una ira brotó en el corazón de Vileena.

Pero por otro lado.

Un color de emociones intensas comenzó a parpadear en sus ojos ligeramente agachados.

Si él es un hombre así, posiblemente podría ser capaz de doblegarlo a mi voluntad.

Si era capaz de manipular al príncipe heredero, eventualmente podría ser la que maneje las cuerdas en este país.

Es como dijo el abuelo. Esto también es una batalla. Sin derramar sangre y sin quitarle la vida nadie.

Si era posible lograr que él hiciera su voluntad, podría ser más provechoso para su patria, Garbera, que si hubieran ganado la guerra. Aunque esto distaba mucho de ser una lucha con aeronaves o cañones, que era su especialidad, y tendría que luchar en un campo que consideraba su punto débil, Vileena creía que, si estaba firmemente decidida a obtener la victoria, seguramente encontraría una manera.

Aunque esto demostraba que Vileena no reconocía que realmente estaría peleando una “batalla de mujeres”, al igual que no podía ver la diferencia entre esto y el intercambio de disparos, en ese momento, solo había una emoción ardiendo ferozmente dentro de ella.

En ese momento, Theresia, que había estado con ella desde que era una niña, era probablemente la única que se dio cuenta de que el significado de la sonrisa en la cara de Vileena había cambiado. Sin saber que la mujer que se convirtió en su prometida ocultaba ideas tan aterradoras dentro de ella, el Príncipe Gil de Mephius, todavía lleno de una tensa mirada, continuó hablando de cosas irrelevantes.




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