LOS CAZADORES DE SUEÑOS Y LA AUTO-MEMORIES DOLL
Lo más probable es que todos
los continentes tuvieran una ciudad así.
Una ciudad a la que se
dirigían las chicas solitarias que no tenían dónde ir y los chicos que no
tenían más que grandes sueños después de escaparse de sus casas, llevando sólo
un poco de equipaje y dinero para el viaje. Un lugar en el que apostarían toda
su vida para emprender una batalla al subir al tren nocturno. Tanto las
personas que conocían dicha tierra como las que no la conocían, aconsejaban a
los demás ir a ella si tenían un sueño que querían realizar.
Les decían que fueran a
Alfine, la ciudad de los cazadores de sueños.
Situada al oeste del
continente, dicha ciudad se presentaba resplandeciente. Aunque estaba en el
lado oeste, era el territorio y la capital de la República de Fine, un país
neutral que no había participado en la Guerra Continental. Alfine fue
originalmente una ciudad de artesanos, así como el lugar donde vivían los
ingenieros empleados por la familia real de Fine en la época prerrepublicana.
Hogar de todo tipo de artesanos imaginables, que fabricaban desde artesanía
hasta armas, la ciudad destacaba incluso dentro de todo el continente, y desde
la antigüedad, había hasta un refrán que predicaba: "Pregúntale a
Alfine si esto se puede o no se puede hacer".
Así fueron los orígenes de Alfine. Con el tiempo, la ciudad de los artesanos se había convertido en una ciudad de comerciantes.
Aunque quisieran, los artesanos cualificados nunca podrían liberarse de su relación con los mercaderes que vendían sus productos a precios elevados. Que una persona tuviera talento no garantizaba que pudiera sacar provecho de él. Al fin y al cabo, los que podían hacerlo todo por sí solos eran pocos. Además, sacar provecho de la gente es un talento en sí mismo, y los mercaderes destacaban en ese campo. Gracias a la unión de sus artesanos y comerciantes, Alfine había logrado convertirse en una metrópolis comercial, con un surtido de mercancías que ningún otro lugar podía comparar. El mercado del centro de la ciudad, que se abría al público a diario, era tan vibrante como lo había sido desde la antigüedad.
Justo después del final de la
Guerra Continental, que había dejado al continente con una enorme cicatriz,
Alfine se las arregló para conseguir un campo aún más avanzado. Si había algún
campo que atrajera más atención que nunca, como resultado de la gente herida
por la guerra que buscaba una nueva era cuando ésta terminara, sería el campo
de la "expresión artística". Como en el teatro, las novelas, las
pinturas, la música. Lo que significa que muchas formas de "expresión
artística" hicieron retumbar sus nombres por todo el mundo a través de la
ayuda prestada por los comerciantes. Más que ser un simple entretenimiento,
tenía el poder de conmover a la gente. La ciudad de los sueños, Alfine, podía
llamarse ya literalmente una floreciente flor.
Sin embargo, donde hay puntos
soleados, también los hay con sombra. Precisamente por ser una ciudad de los
sueños, se podía distinguir claramente la disparidad entre los que habían
cumplido sus sueños y los que no, con sólo mirar.
La ciudad de Alfine era
circular y estaba rodeada de altos muros. Estaba dividida en tres grandes
secciones: Primer Distrito, Segundo Distrito y Tercer Distrito.
El Primer Distrito era,
sencillamente, el de los ricos. Casas separadas con jardines abarrotaban la
zona. Sólo las personas influyentes podían vivir en él. Sin embargo, las
residencias quedaban a menudo desocupadas, por lo que el lugar permitía
comprender la lógica de que incluso los prósperos se deterioraban
inevitablemente. Los que obtenían una gloria constante no eran en realidad
tantos.
El Segundo Distrito era el
centro de la ciudad, donde las tiendas formaban filas. Una serie de tiendas de
especialidades artesanales alineadas en filas, un mercado que abría a las 5 de
la mañana, un teatro, una librería, tiendas de ropa y restaurantes. Si uno
venía a la ciudad a hacer turismo, seguro que quería pasar por este barrio.
Como estaba frente a la estación de tren, podía considerarse la puerta de
entrada a Alfine.
Y luego estaba el Tercer
Distrito. Si el Primer y el Segundo distrito eran lugares a los que llegaba la
luz del sol, el Tercer Distrito era un lugar oscuro. Era el más alejado de la
entrada de la ciudad, la estación de tren.
No es que todas las secciones
estuvieran limpiamente separadas, pero uno podía saber en qué distrito se
encontraba mirando los edificios. Cuanto más se acercaba uno al Tercer
Distrito, los bellos exteriores de las construcciones se desvanecían poco a
poco, y las casas viejas de años de construcción indeterminados aumentaban en
número. Había pocas residencias separadas, casas de apartamentos pegadas unas a
otras como si lanzaran su amenaza, y se podía ver una vista plebeya, que tenía
una sensación de vida cotidiana.
Los nuevos edificios, las
renovaciones y las construcciones se extendían por todas partes en Alfine y su
complicada estructura la hacía parecer una ciudad laberíntica, por lo que era
el tipo de ciudad en la que uno se pierde pronto, incluso si sólo se limita a
transitar por ella. El Tercer Distrito era el único de esta compleja ciudad con
una configuración tan mezquina. No contaba con deliciosos jardines, ni con
elegantes cafés, ni siquiera con hoteles en los que los porteros dieran la
bienvenida a los huéspedes.
Un lugar perfumado por todas
partes con el olor de la cena de hoy. Donde todo -el bostezo de los gatos, el
aullido de los perros y la risa de los niños- se podía escuchar. Ese era el
Tercer Distrito.
Una joven salió de cierto
complejo de apartamentos en el mencionado distrito. La refinada muchacha iba
vestida con una noble capa azul. Su forma de caminar tenía la columna vertebral
erguida.
El complejo de apartamentos
era un edificio antiguo con enredaderas muertas que cubrían sus paredes. Quizás
los residentes eran maleducados, pues en el momento en que la chica salió al
exterior, tropezó con algo que alguien había dejado sobre el camino y casi se
cayó. Esquivando los jarrones desconocidos y las plantas decorativas dejadas
allí por los residentes originales, así como un caballo de juguete que algún
bebé solía montar en el pasado, bajó la escalera de hierro negro, con sus
tacones haciendo chasquidos.
Afuera había llegado el
principio del invierno, pero debido a que el de este año era cálido, aún no
nevaba. Tal vez por haber sido expulsada de su casa o por no querer volver a
ella, había gente distraída fumando aquí y allá o sentada en un banco dispuesto
por alguien y dando de comer a los pájaros. La chica los saludó alegremente.
―¿Dama,
va a trabajar ahora? Estoy a punto de irme a dormir. Buena suerte con tu
trabajo.
La hermosa joven, que
seguramente trabajaba de noche, respondió mientras agitaba la mano con una
sonrisa.
―Dama,
¿qué te parece si esta vez pasas la noche conmigo? No tengo una mujer que
duerma a mi lado esta noche.
Siempre daba un codazo en el
flanco de un gigoló al que nunca le faltaban mujeres y echaba a correr.
Mientras corría, su pelo rubio oscuro se balanceaba como si estuviese
ondulando.
Probablemente tenía dieciséis
años. Saliendo sola del complejo de apartamentos, se dirigía a trabajar a esta
gran ciudad. Con el auge de las mujeres independientes, esto no era raro
últimamente, pero como sus rasgos faciales aún conservaban el carácter
infantil, la gente le hablaba incidentalmente por preocupación.
La llamada dama era ese tipo
de chica.
Sus grandes ojos caídos y su
pequeña nariz eran adorables. Esas eran sus características más destacadas, si
es que podían considerarse como tales. Desde el punto de vista de un adulto,
era una chica que podía encontrarse en cualquier parte. Una que no parecía
tener nada especial y a la que la gente aconsejaba: "Deberías pensar en
tu futuro antes de nada" o "¿Qué tal si te casas?",
por mucho que ella trabajara en algo.
Era un tipo de chica
corriente.
"Dama" era un
apelativo común para referirse a las muchachas en Alfine, incluso por parte de
alguien a quien no conocían. En esta ciudad que mostraba y vendía sueños, el
recambio de personas era incesante. Sin embargo, incluso las personas que
residían en ella permanentemente se abstenían de llamar a los nuevos residentes
por sus nombres, y en su lugar les daban alias, como si concedieran papeles a
personajes de ficción. Las jóvenes eran "damas", los jóvenes eran
"chicos" y todos eran "soñadores". Ella también se había
presentado a los residentes. Sin embargo, no la habían tenido en cuenta. Al ser
llamada "dama" tantas veces, había decidido aceptar esta costumbre y
contentarse con ser una de las "damas" de Alfine.
Al pasear por la ciudad, se
podían ver por todas partes montones de nombres de cantantes, escritores y
actores famosos en grandes carteles. En este lugar, había que ser consumado
para que la gente los llamara por su nombre.
La chica de pelo rubio oscuro,
que aún era sólo una "dama", dejaba atrás el Tercer Distrito y se
dirigía al Segundo. Aunque todavía era de día, era desconcertante para una
chica caminar sola por el Tercer Distrito. El hombre coqueto de antes era un
asunto trivial: había varias personas mucho más sombrías alrededor. Por eso, la
dama siguió con el trote.
Aunque había gente servicial y
gente que la saludaba de pasada, también había quienes se obsesionaban con
patear a los demás y tratarlos con malicia. Eran especialmente notables en esta
ciudad, donde la gente competía por una oportunidad de cumplir sus sueños. En
Alfine, las disputas eran tan habituales como el trinar de los pájaros por la
mañana. Por eso, aunque un hombre chocara a propósito con la dama mientras ésta
se apresuraba con una zancada, no era una situación muy sorprendente en Alfine.
―Ouch-
Golpeada por la barriga de un
hombre gordo, la dama cayó sobre su trasero en el acto. Fue cuando estaba a
punto de entrar en el último pasaje del Tercer al Segundo Distrito. El hecho de
que el hombre viniera de frente había sido visible para ella, por lo que la
dama se había girado hacia un lado para ceder el paso.
Había charcos en el camino,
probablemente porque había llovido el día anterior, por lo que si la gente no
cedía el paso, sus zapatos y calcetines se estropearían. Como la dama llevaba
zapatos nuevos, era una situación que quería evitar. Si el hombre hubiera
pasado primero, podrían haber pasado cómodamente. Sin embargo, el hombre chocó
deliberadamente con la dama que se había movido de lado en el estrecho camino.
Mientras pisaba el charco. Había una clara malicia.
―¡No
vengas corriendo hacia mí de esa manera! Chocaste conmigo a propósito, ¿no es
así?
Encima, el hombre hizo tales
afirmaciones. La dama se quedó por un momento aturdida por el barro que le
había salpicado la cara, la ropa y los flamantes zapatos.
―¡Eres
tú quien hizo eso! Te había evitado como es debido.
―No,
tú eres la que chocó conmigo hace un momento. ¡¿Qué vas a hacer con esto?! ¡Mi
brazo se torció por eso! ¡Tendrás que pagar mi día de trabajo de hoy!
Una rabia latente surgió del
estómago de la dama. Por supuesto, no había golpeado el brazo del hombre. El
vientre del hombre la había mandado a volar, así que su brazo no tenía nada que
ver. La que se cayó y se lastimó la muñeca fue la dama. Tuvo que rechazarlo con
una postura firme. La charla tenía que ser cortante. Tenía que demostrar que no
iba a ceder ante un hombre que creía que se saldría con la suya sólo con hablar
en voz alta.
―Yo...
Eso fue lo que pensó.
―¡¿Qué
vas a hacer?! ¡No te calles! ¡Vas a pagar! ¡Vamos, muéstrame tu cartera! Si no
pagas, supongo que llamaré a mis amigos y te venderé a algún sitio.
El hombre gritó enfadado,
pisando el suelo. Cada vez que lo hacía, el agua fangosa salpicaba la cara y la
ropa de la dama, pero la ira de la otra persona, cercana a la locura, era tan
tremenda que ya no podía preocuparse por eso.
―No
tenía ninguna intención de... ―la voz que salió de la boca de la dama sonó como
algo distinto a la determinación. Aquellos que no estuvieran acostumbrados a la
violencia serían incapaces de actuar como se habían imaginado cuando se
producía una situación así―. ¡Yo...! ―Al entrar su cuerpo en contacto con las
emociones y la amenaza que la otra persona le estaba lanzando, así como con el
miedo por la agresividad que le golpeaba desmedidamente, se volvió incapaz de
moverse―. Yo no... tengo dinero... Además, yo... había esquivado...
Por muy inteligente que fuera
una persona, los engranajes de su cabeza se paralizaban, haciéndola incapaz de
hablar articuladamente. Había un dicho que decía "más vale hablar que
callar", pero este era un caso en el que hacer eso había llevado las cosas
a la dirección equivocada. No había ninguna lógica detrás de ello. En cualquier
caso, quien hablara más alto acabaría ganando.
―¡Cállate,
cierra la boca! ¡Vamos, dame el dinero! Si no lo haces, te partiré la cara.
Ahora la situación no era más
que un chantaje sobre una falsa acusación.
La dama miró a su alrededor
como si buscara ayuda. Había curiosos que la observaban desde las ventanas de
los edificios a ambos lados de la calle, pero en cuanto sus ojos se encontraban
con los de ella, cerraban las ventanas. Había gente detrás de ella, pero se
dieron la vuelta porque no querían meterse en líos. Tampoco había rastro de la
policía militar que daba vueltas día y noche para proteger el orden público del
Tercer Distrito.
―¡No
te quedes callada! Si no pagas...
Lo único que le quedaba por
hacer a una dama que vivía sola en esta gran ciudad era rezar.
-Que alguien me ayude.
Cualquiera lo haría.
-Dios.
Ella no tenía idea de dónde
podía estar Él, y sin embargo...
-Ayúdame. Estoy tan asustada
que no puedo mover las piernas. Así que por favor.
―Sólo
haz lo que te digo, o si no...
--¡Ayuda!
―...¡Te
voy a enseñar lo que te va a pasar!
El hombre levantó el brazo que
había dicho que estaba herido. Claramente lo balanceó hacia abajo para golpear
los ojos y la nariz de la dama, pero no llegó a impactar. El cuerpo del hombre
hizo un amplio retroceso como si fuera succionado por algo, y cuando se dio
cuenta, le habían sacado los pies por detrás, le habían golpeado las rodillas y
había caído al suelo.
Durante el breve momento en
que el hombre caía, el campo de visión frontal de la dama se abrió y pudo ver a
una persona. Era una mujer demasiado despampanante y hermosa para presentarse
ante alguien en tales circunstancias. Su pelo dorado se balanceaba con soltura
y sus ojos azules parecían brillar de forma llamativa como si emergieran de su
rostro blanco. Con un chirrido de sus botas, la que había dominado al hombre
dio un paso adelante. Jadeando, el hombre se dirigió a la plaza de la fuente
donde la gente comía y bebía alegremente las cosas que había comprado en el
mercado.
Como todo parecía estar bien
ahora, la dama se detuvo frente a su salvador.
―Ah, ah...
La respiración de la otra no
se vio alterada en lo más mínimo.
―Disculpe,
yo...
Ahora que lo pienso, la
dama recordó de repente que era la primera vez que decía su nombre a otra
persona en mucho tiempo. Por la razón que sea, decir su nombre en esta ciudad
era extremadamente incómodo. Después de todo, no tenía ni idea de si podía
llegar a ser algo. Sin embargo, no quería ser el tipo de persona que no se
presentara adecuadamente y mostrara gratitud en este tipo de situaciones.
―Mi
nombre es Leticia... Leticia Aster... Gracias por salvarme... Si quieres... por
favor, déjame recompensarte por ello. ¿Cómo te llamas...?
En ese momento, tal vez porque
era el momento de que comenzara la función de arte acuático de la fuente, la
gente rompió en una ovación. La mayoría de la gente en aquella plaza,
generalmente abarrotada, tenía los ojos robados por los gráciles movimientos de
la cascada. Sin embargo, la dama -no, Leticia- estaba clavada en la persona que
tenía delante.
―Es
Violet... Violet Evergarden.
Esta preciosa mujer, de
aspecto y voz radiantes, era una persona con un encanto extremadamente
caprichoso. Llevaba un traje impresionante que parecía salido de una obra de
ópera. Su figura era tan pulcra como la de una muñeca. Incluso en esta ciudad,
que reunía a hombres y mujeres hermosos de todo el mundo, Violet Evergarden
tenía una presencia distintiva.
Mientras cierto coronel del
ejército esperaba una respuesta a su carta, que nunca llegaría, ella permanecía
en esta ciudad debido a que recibió una solicitud de trabajo a largo plazo de
un cliente que vivía allí. Dicho cliente era un conocido compositor masculino.
La solicitud era para un trabajo de escritura de partituras, algo que ella, tan
apasionada por el estudio, había aprendido recientemente.
El contenido de la petición
era que ella tenía que convivir con el compositor y, cada vez que éste se
pusiera a cantar, anotar las melodías y hacer transcripciones perfectas de las
mismas en partituras. En un principio, esta función se llevaba a cabo entre los
discípulos y familiares del compositor, pero, quizá debido a su peculiar
personalidad, todos habían renunciado a ella.
Encargado de la banda sonora
de una determinada obra como trabajo, el compositor se vio finalmente obligado
a contratar a alguien, por lo que este trabajo fue contratado por indicación de
un novelista. Era una misión de paciencia, pero eso era algo de lo que Violet
Evergarden no tenía que preocuparse.
Si la gente tenía que hacer un
examen por su perseverancia, ella tenía la disposición para conseguir la máxima
puntuación.
Para realizar esta tarea,
Violet no regresó al Servicio Postal CH en Leidenschaftlich durante un tiempo. Naturalmente,
no había recibido las cartas de Gilbert, ya que ambos vivían con dolor y se
cruzaban. Tras llegar al último día de su trabajo, después de despedirse del
compositor y ser despedida por él, emprendió el camino de vuelta a casa. Tras
unos cuantos traslados de Alfine a Leidenschaftlich, podría volver allí.
Sin embargo, allí acababa de
ocurrir un incidente.
―Por
eso estaba aquí... pero acabo de perder todo el dinero que tenía, así que me
has salvado ―dijo Violet, consumiendo con buenos modales el pan y el té con el
que Leticia la había agasajado en un café, como agradecimiento por haberla
ayudado.
Leticia dijo después de
parpadear repetidamente:
―Así
que eres una Auto-Memories Doll que estaba trabajando aquí, y estás de vuelta
de tu trabajo...
―Sí.
―Y
mientras paseabas por el Segundo Distrito, te perdiste en el Tercer Distrito,
luego te encontraste con que me estaban atacando y me ayudaste.
―Sí.
―Y no
tienes dinero.
―Sí,
ni un céntimo.
―Eh,
¿se te cayó la cartera? Ah, ¿o fue un carterista? Hay muchos por aquí...
―Lo
último. Pronto me di cuenta de que mi cartera había desaparecido, así que
localicé, identifiqué y atrapé al culpable, pero...
―'Pero'...
Su inexpresividad se desmoronó
sólo un poco, Violet bajó las cejas.
―El
otro era... un niño aún en su tierna edad... El lugar donde lo capturé era su
residencia, pero allí no había nadie más que niños como él... Descubrí que, al
parecer, todos son huérfanos que viven solos...
Con cara de sospecha, Leticia
preguntó:
―¿No
será que simpatizaste con ellos y les dejaste el dinero?
―No,
no les di todo. Algunos de los niños que estaban dentro de la casa estaban
evidentemente enfermos, así que tuve que llevarlos a un hospital para que los
trataran... y la mitad de mi dinero desapareció.
―Vaya...
Eres una persona tan buena...
―Pensaban
ir a un orfanato, y una vez que les di la cantidad mínima para los gastos de
transporte, el peso de mi cartera casi desapareció.
Engullendo el pan que había
comprado para ella, Leticia miró fijamente a la hermosa mujer. Parecía alguien
que llamaba a la gente por su nombre, no "dama", incluso en este tipo
de ciudad. Sin embargo, pensó Leticia, era abrumadoramente inadecuada para esta
ciudad.
―Señorita
Violet... no estoy segura, hum... y no lo digo por ser mala contigo, pero ya
sabes... puede que te hayan engañado.
Los movimientos de Violet se
detuvieron.
―Sé
que hay huérfanos que viven cerca en esta ciudad. Pero esos niños son como
criados por la ciudad, por así decirlo... Nadie los reclama, pero al parecer,
se ganan la vida a diario con la ayuda de los adultos que los rodean, y parece
que los turistas son los únicos a los que persiguen para robarles.
Silencio.
―A mí
también me robaron los niños la primera vez que vine a esta ciudad.
No es que estuviera reprobando
las acciones de Violet, pero Leticia quería darle un consejo basado en su
propia experiencia.
―Si vas
a recuperarla ahora, todavía debería haber algo en la cartera...
Sin embargo, Violet negó
tranquilamente con la cabeza.
―Es
posible que anteriormente haya sido así. Puede que se las arreglaran a base de
juntarse unos con otros. Sin embargo... realmente estaban acostados por las
enfermedades. ¿Los adultos que les rodean llegan a proporcionarles medicinas?
Los medicamentos son caros.
―Bueno,
en efecto... puede que no haya nadie lo suficientemente bondadoso como para
llegar a darles medicinas... así que no tendrían más remedio que confiar en
alguien locamente rico... Me pregunto si habrá alguien tan amable en el Primer
Distrito... ―Al decir esto, Leticia se arrepintió.
Este era un lugar donde la
victoria y la derrota eran claramente visibles, y la gente que vivía aquí era
consciente de ello.
―Siempre
que pido ayuda... tampoco puedo saber si sucederá o no. No es la misma suma que
invitar a alguien a desayunar...
Si uno buscaba un buen trato y
una buena vida, tenía que luchar por ello. Esto se imponía en esa ciudad. Una
ciudad donde todo era para los exitosos. Una ciudad que no era amable con
nadie. No era especialmente amable con los huérfanos que habían nacido allí, y
por tanto no conocían otra cosa ni cómo debían vivir.
―Aunque
sea como dices, señorita Leticia, no pasa nada.
Luchar por algo que no se
podía evitar que fuera doloroso. No había salvación en ello.
―Y
aunque fuera una falsa enfermedad... creo que lo mejor es que sepan a dónde
pueden acudir siempre que tengan problemas de verdad... ―susurró Violet,
bajando sus pestañas doradas y dando un roce al broche que llevaba en el pecho―.
Incluso los animales salvajes buscan rebaños. Creo que pedir ayuda... y no rechazar
esa petición cuando te la piden... es algo necesario precisamente para los que
no conocen refugio... Eso es lo que pienso. Esto también puede... abrir
caminos.
―¿De
verdad?
―Sí,
pero es sólo mi opinión. Como dices, señorita Leticia, yo...
―No,
eso es... ―Incapaz de reunir las palabras por alguna razón, Leticia apartó la
vista de ella, mirando el té mientras se balanceaba en su taza de cerámica―.
Perdón... por eso, olvida lo que dije antes...
El color del té era claro.
Casi como las palabras de Violet.
Ella también había estado
buscando protección hace un momento. Se podría decir que se había visto
acorralada. Quería pedir ayuda, pero todos la habían ignorado, como si la
hubieran abandonado. Lo más probable es que ella hubiera hecho lo mismo si se
enfrentara a la misma situación. Sin embargo, la que estaba frente a ella
acudió en su ayuda sin siquiera oírla decir "ayúdame". Aunque
hipotéticamente, le había dicho a dicha persona que podría haber sido engañada,
lo cual no era...
--...no es bueno.
Esa fue una mala declaración.
Al ser tan inexpresiva,
Leticia no podía especular muy bien sus emociones, pero si hubiera hecho lo
mismo que Violet y le hubieran dicho lo mismo que a ella, se habría sentido
herida. Al recibir la protección desinteresada de Violet, Leticia pudo sentir
aún más el peso de sus palabras.
―Violet,
¿buscas ayuda ahora mismo?
Por lo tanto, Leticia se armó
de valor para preguntar.
―No
sé, me lo pregunto. Tengo algo de monedas, pero no me alcanzan para volver a
Leidenschaftlich... a donde quiero volver, así que estoy buscando un trabajo
más que una ayuda directa. Hasta ahora sólo he tenido dos ocupaciones, así que
lo mejor sería que hubiera algún trabajo similar a ellos...
El rostro de Leticia se
transformó en una brillante sonrisa.
―¡Entonces,
te voy a introducir en uno! ―Se inclinó hacia delante sobre la mesa, acercando
su rostro al de Violet.
―Introducir...
¿es escritura fantasma? Si hubiera eso... o un trabajo tipo guardaespaldas...
―El
primero está bien ya que te escuché mencionarlo antes, pero ¿el segundo no es
raro? No es ese tipo de trabajo. Pero es un trabajo por días, ¡así que puedes
conseguir el dinero pronto! Vamos una vez que terminemos de comer esto. Nunca
hay suficiente gente, así que debería estar bien. Te contratarán en poco
tiempo. El trabajo se parece a los trabajos ocasionales, supongo. Como ser
camarera, pasear perros...
―'Pasear
perros'.
―La
gente rica deja hasta pasear a sus perros a otra persona. Extraño, ¿no? Pero es
divertido. ¡Quédate en mi casa hasta que ahorres suficiente dinero! También
cocinaré para ti. Incluso si usas el ferrocarril, se necesitan tres días para
ir de aquí a Leidenschaftlich, ¿verdad? Si trabajas durante una semana,
deberías poder ganar tanto como los gastos del viaje de vuelta a casa.
―Ya
veo que me estás dando cobijo.
―¿Eso
es... un no? Me has salvado, así que tómalo como una retribución...
―¿Está
bien que reciba ese refugio?
Precisamente porque Leticia ya
tenía la respuesta en la punta de la lengua, contestó:
―Saber
que hay un lugar al que puedes acudir cuando tienes problemas no es algo
malo... ¿o sí?
Violet parpadeó sorprendida y
al decir "acepto tu ayuda" tras un momento de silencio, las dos
jóvenes decidieron quedarse reunidas un rato en la gran ciudad.
El eje temporal se desplazó un
poco desde el mismo momento en que Violet y Leticia se conocieron. El escenario
de la historia se trasladó a un país del sur: Leidenschaftlich.
En la capital, Leiden, un
hombre llegó a la Compañía Postal CH empapado de sudor, a pesar de ser
invierno. Habiendo llegado por el ferrocarril transcontinental después de
largas horas, tenía una expresión de amargura, por razones distintas a la
fatiga de su tiempo de embarque. Era Gilbert Bougainvillea, un coronel del
ejército que tenía un rostro melancólico.
Gilbert abrió las puertas con
la suficiente violencia como para que la campana de aviso de visitas sonara
estridentemente. Era un gesto tosco impropio de él. Mostraba claramente su
estado mental actual.
―Si lo
que busca es el mostrador de recepción de correo, es por aquí...
Cuando una empleada le dirigió
la palabra, a pesar de su asombro, quizá dándose cuenta por fin de que no había
compostura en sus actos, se aclaró la garganta y le pidió que llamara al
presidente. Afortunadamente, en lugar de la empleada que le puso cara de
sospecha, la que se hizo cargo fue la secretaria del presidente, Lux Sibyl, con
la que había interactuado, por lo que se apresuró inmediatamente a intermediar
por él. Gilbert se reunió con su mejor amigo sin esperar mucho.
―¡Gilbert!
¡Estabas vivo!
Mientras pensaba que había
escuchado esta frase antes en alguna parte, Gilbert levantó una mano en señal
de saludo. Lux sirvió el té y los aperitivos en la sala de recepción a la que
le habían permitido entrar. Gilbert, que tenía dignidad independientemente de
lo que hiciera, tenía algo en él que obligaba a la gente a hacer todo lo
posible.
―Presidente,
no tenemos buenos dulces... Voy a comprar algunos ahora mismo... ―Lux se
apresuró frenéticamente hacia Hodgins. La diferencia de altura les hacía
parecer padre e hija.
―Eh,
está bien. Es Gilbert.
―¡¿No
querría servir buenos manjares exactamente porque es el Sr. Gilbert?!
Presidente, ¡¿olvidó que le debe por ese incidente de hace un tiempo?!
Hodgins se sintió un poco
presionado por la feroz idolatría de su subordinada hacia su mejor amigo.
―Lo
siento... pero creo que tampoco está de humor para tomar el té con
tranquilidad.
―Pero...
―Está
bien, está bien... Ahora, Gilbert.
Hodgins se rio mientras miraba
a su mejor amigo más joven, al que veía por primera vez en mucho tiempo. La
verdad es que le hacía gracia. Era raro que Gilbert estuviera en ese estado.
―Siempre
llevas el flequillo peinado hacia atrás de forma tan pulcra y sin embargo se te
está cayendo.
Al decírselo de forma burlona,
Gilbert se peinó el flequillo hacia arriba con una cara incómoda. Probablemente
sólo hacía esas expresiones faciales delante de su amigo.
―No
pude conseguir un carruaje, así que vine corriendo hasta aquí. Hodgins...
―Se
trata de Pequeña Violet, ¿no es así?
―No he
dicho nada todavía, pero... sí.
―No
podía ser otra cosa, ¿verdad? Cuando dejas todo de lado y pasas a la acción...
Lo entiendo todo, Gilbert-boy. Pequeña Lux, ¿cuál es el horario de Pequeña
Violet?
Al preguntarle, Lux sacó
agitadamente su cuaderno. El cuaderno que siempre tenía en la mano estaba
densamente lleno de notas. Tal vez su vista había empeorado, ya que Lux leía el
cuaderno con la cara cerca a pesar de llevar gafas.
―Viaje
de negocios de escritora fantasma a Alfine... Huuum... Originalmente estaba
previsto que regresara ya a la oficina central, pero aún no lo ha hecho. Es
posible que su periodo de contratación se haya prolongado allí.
―¿Cuáles
son sus planes después de volver de Alfine?
―Dijo que
quería dejarla descansar por el momento, así que se va a tomar un descanso
durante un tiempo. Hace unos meses que no tiene ninguno.
―Entonces
no causará ningún problema a otros clientes, así que podría haber aceptado una
prórroga. Cuando se trata de Pequeña Violet, dejo las prórrogas y esas cosas a
su propia discreción... ¿Cuándo se suponía que debía volver?
―Hace
cinco días.
―Entonces,
no sería raro que se pusiera en contacto con nosotros. Pequeña Lux, ve a
comprobar las cartas exprés del correo interno; es eso o un telegrama... El
correo interno se está acumulando últimamente, así que podría haber algún aviso
de ella.
―¡Iré
a mirar ahora mismo! ―dijo Lux a Gilbert en lugar de a Hodgins como si
estuviera haciendo una proclamación, luego puso rápidamente su pequeño cuerpo
en movimiento y salió de la habitación.
Sintiendo que la situación se
había agravado por su culpa, Gilbert se quedó mirando en la dirección en la que
se había ido Lux, con cara de disculpa.
―¿Está
bien que no vaya con ella? Llegué aquí de repente y, sin embargo, lo único que
hago es darle problemas... Seguramente ella también tiene otros deberes.
Hodgins le indicó a Gilbert
que se sentara en una de las sillas de la sala de recepción, y luego se sentó
él mismo. Después de confirmar que Gilbert estaba sentado, habló:
―Está
bien, está bien. Cuando Pequeña Lux se lesionó, le organizaste un hospital y un
alojamiento, ¿verdad? Ella estaba muy agradecida por eso, así que quiere ser de
ayuda. Mi secretaria es una buena chica. Que haga lo que quiera.
―Sobre
eso... Violet es normalmente la que está bajo tu cuidado... así que quería
pagarte por ello. Ahora voy a tener que pagar un precio mayor...
―De
eso se tratan los vínculos y los favores, ¿no es así...? Por cierto, has vuelto
antes de lo previsto, pero ¿es sólo por un tiempo?
―Así
es.
―¿Por
Pequeña Violet?
―Bueno,
por los dos... nosotros.
―Aunque
no vuelves cuando es por mí... ―Dijo Hodgins como si estuviera enfurruñado, a
lo que Gilbert contestó consternado.
―Intenta
contar las cosas que he hecho por ti. ¿Crees que cualquier otro tipo podría
hacerlo?
Silencio.
Una cosa que se le ocurrió de
inmediato fue que Gilbert había borrado los documentos que Hodgins se vio
obligado a firmar por otra empresa. Habían estado juntos desde que eran
estudiantes, así que no pudo decir nada cuando le dijeron eso. Hodgins fingió
ignorancia silbando con sus hermosos labios coloreados.
―Las
cosas que has hecho por mí, además, no las puede hacer cualquiera. Soy
consciente de ello. Si no ponerlo en palabras te hace sentir inseguro, ¿debo
decirte que te quiero?
Casi dejó caer al suelo la
taza de té que tenía en la mano. Los temblores recorrieron el cuerpo de
Hodgins. Como para librarse de ellos, gritó:
―¡Gilbert!
Tú... Tú pequeño... Di eso sólo a Pequeña Violet.
El que le había provocado los
temblores tenía un rostro imperturbable.
―Yo
tampoco quiero decirlo. Entonces no te enfades más.
―¿Qué
te pasa...? Seguro que a veces me dices cosas increíbles a pesar de que sueles
ser tan frío, ¿eh? Eso es malo para el corazón cuando estás acostumbrado al
trato frío, ¿sabes? Me hizo recordar nuestros días en el ejército... cuando
tuvimos que marchar sumergidos en un río helado... Mi corazón se apretó tanto.
―Sí
que eres egoísta... ¿Quieres que me preocupe por ti o no...?
―Quiero
que te preocupes por mí de la manera apropiada; hazlo bien.
―Hodgins...
si vas a llamarme 'chico', ¿no puedes actuar un poco más como mi mayor? Y lo
que es más importante... ella ha vuelto ―dijo Gilbert, confirmando que había
alguien detrás de Lux mientras entraba al trote. Un joven rubio y hermoso que
se parecía a Violet, sólo que con otros tonos.
Se trataba de Benedict Blue,
que había pasado magníficamente de repartidor a presidente de una empresa
filial.
El aire que le rodeaba y su
aspecto habían cambiado un poco con respecto a antes. Los tacones que le
gustaban llevar eran los mismos de siempre, emparejados con una esbelta
chaqueta y unos pantalones a juego, el pelo más corto y un pendiente añadido en
una de sus orejas. Su belleza andrógina ya estaba ahí antes, pero rezumaba un
sex-appeal adulto adecuado a su cargo.
―Benedict,
¿qué pasa?
Benedict miró brevemente a
Gilbert, pero luego volvió a mirar a Hodgins sin decirle nada.
―Estaba
cerca y me pasé por aquí. Tenía algo de lo que quería hablar antes de la
próxima reunión ordinaria. Por cierto, no acumules el correo interno. ¿Por qué
no lo hace otra persona si no lo hago yo?
―Vaya~,
qué vergüenza... la coordinación para suplir las cosas que tú hacías aún no se
ha puesto en marcha. Al final nacerán dos o tres como tú.
―Eso
es un poco asqueroso, así que déjalo. Sólo soy yo... Además, esto es todo, ¿no?
El nombre del remitente
escrito en la carta que les tendía bruscamente era "Violet
Evergarden". Al parecer, lo había sacado del correo de la empresa, que se
había paralizado debido a los cambios de personal dentro de la corporación. Lo
más probable es que, incapaz de ignorar a la menuda Lux mientras casi se caía
en el buzón, la hubiera ayudado. La mano que sostenía la carta estaba justo
entre Hodgins y Gilbert, pero Benedict la retiró ampliamente hacia un lado en
el momento en que Gilbert la buscó.
Silencio.
Como para burlarse de la
silenciosa irritación de Gilbert, Benedict dijo:
―Señor
soldado, esto es correspondencia interna. ¿Entiende lo que significa? Confidencial.
―Parece
que me odias bastante.
―No se
trata de odiar o agradar. No importa si sales con V o lo que sea; simplemente
no puedo perdonar a nadie que la haga sentir mal. Tú eres mucho mayor que V y
sin embargo no tienes ningún reparo, ¿verdad? ―Lux golpeó en silencio el flanco
de Benedict, pero continuó hablando―: Probablemente nunca podré digerir las
cosas que has hecho y vas a hacer con ella. Porque me parece que le estás
tomando el pelo a V.
El ataque de Lux se había
convertido ahora en una serie de puñetazos utilizando ambos brazos, pero
lamentablemente, al ser ella ligera y delicada, no funcionó con Benedict.
―Violet
y yo no existimos para complacer a nadie. Ese es sólo nuestro problema.
―Nooope,
ella ya no es sólo tu chica soldado. Era tu subordinada, ¿sí? Si es así, es mi
figura de hermana menor, es básicamente la hija del Viejo y es la mejor amiga
de Lux. Además, es una impresionante Auto-Memories Doll para los clientes que
conoció. Ya no te pertenece sólo a ti.
Extrañamente, Hodgins miraba a
Benedict con una mirada levemente alentadora. Al principio, mostró signos de
que iba a intentar detener a Benedict, pero ahora ya no. Después de todo,
Hodgins sabía que, si Benedict estuviera siendo hostil de verdad, no lo dejaría
así.
―Pero
V está enamorada de ti.
Este fue el tiro de gracia de
Benedict.
―Si
tú... nos la arrebatas...
Así como su última concesión.
―...o
la haces infeliz...
Y, muy probablemente, el
perdón.
―¿Son
esas tus condiciones para mostrarme la carta?
―Así
es. Porque es confidencial. Pueden ser novios o lo que sea, pero no tenemos
ninguna obligación de decirte dónde está nuestra empleada y qué está haciendo
en este momento. Pero ella ha estado triste últimamente...
Silencio.
―Eso probablemente
también es culpa tuya.
―Yo...
―Escucha;
tienes que lidiar con las cosas que has hecho tú solo. Haz que V sea capaz de
sonreír la próxima vez que la vea.
Por fin, Gilbert dirigió
correctamente la mirada que había desviado hacia Benedict. Al mirarlo de cerca,
se parecía un poco a Violet. Pelo dorado y ojos hermosos. Esos ojos transmitían
la verdad de que ese hombre se preocupaba por la mujer que Gilbert amaba como
si fuera su verdadera hermana.
―Ella
rara vez sonríe. Es muy difícil... Asegúrate de hacerlo a cambio de recibir
esto.
Tenía una actitud ruda, pero
no había mentira en su afecto.
―Entendido,
Sr. Blue. Pero Violet ha estado sonriendo a mi alrededor más a menudo
últimamente.
―¡Tú!
No tenías que decir eso, ¿verdad? ¿No puedes comprometerte conmigo un poco más?
Hodgins resopló sin pensar. La
charla entre Benedict y Gilbert era casi como las que solían tener en su
juventud. Hodgins y Gilbert también habían chocado al principio.
Hodgins se interpuso entre los
dos hombres que discutían por culpa de una mujer.
―¿Qué
tal si dejamos la discusión como está y nos limitamos a abrir la carta para
mirar el contenido? Yo también tengo curiosidad... Pequeña Lux, préstame un
cortapapeles.
Lux ya lo tenía en la mano
antes de que Hodgins se lo pidiera. Era un cortapapeles especial de la Compañía
Postal CH. Abrió cuidadosamente la carta. Dentro había un mensaje de Violet
para la Compañía Postal CH. Sólo tenía unas pocas líneas de palabras sencillas
escritas con una caligrafía muy cuidada.
―Eeerm...
Voy a leerlo. "Debido a la pérdida de todo el dinero en mi poder, no tengo
ninguna perspectiva de volver a partir de ahora. Afortunadamente, me encontré
con una persona que me apoyó y me presentó un trabajo a través del cual puedo
asegurar los gastos de transporte. La fecha prevista para mi regreso ya pasó,
pero las reservas actuales para mí son un poco más adelante, así que
agradecería que trataran esto como unas vacaciones... Por ahora, enumeraré aquí
la dirección del primer lugar donde me hospedaré. Violet Evergarden"...
Por un momento, un pesado
silencio se extendió entre los cuatro reunidos. Aunque sus sentimientos eran
algo diferentes, todos tenían una cosa en común. Violet Evergarden nunca les
pedía ayuda en tales circunstancias. Esta era su resignación al respecto.
Lux abrió la boca después de
que todos suspiraran:
―Eso
es muy propio de Violet, ¿eh? ―Era un comentario reflexivo a su manera. Si
Gilbert no estuviera presente, habría dicho: "¡Violet, tonta! ¿Por qué
no nos pides ayuda?"
―¿Se
le cayó la cartera...? ¿Pasó algo...? Debería elegir una. Sería estupendo que
hubiera escrito 'vengan a recogerme' o algo así, pero decirnos que tratemos los
días que no va a volver como si fueran las vacaciones que tenía programadas es
simplemente...
Benedict estaba exasperado en
este punto. Era su querida figura de hermana menor, pero no le gustaba esa parte
de ella. Si ella estuviera allí, le habría cortado la cabeza con la mano.
―Realmente...
¿por qué tomó esa decisión...? Si hubiera pedido a alguien que fuera a
recogerla en esa carta, podría entenderlo.
―Es
contundente con las cosas más raras, y sin embargo es toda una reservada en
momentos así.
Gilbert, que había convivido y
educado a Violet durante cuatro años, escuchó la conversación entre ellos con
oídos doloridos.
-Debe ser culpa mía.
No pudo evitar pensar que la
naturaleza de su relación y el hecho de que ella solía ser un arma fueron
factores importantes para que ella terminara teniendo ese tipo de personalidad.
―Ah~,
hey... ―Como si se diera cuenta de lo que Gilbert estaba pensando, Hodgins
habló para cambiar de tema―, Bueno, ese también es un lado adorable de Pequeña
Violet. Lo más importante es que tenemos que decidir si realmente debemos
esperar su regreso. Aunque probablemente volverá sin que tengamos que
preocuparnos...
―Así
es. Si es Violet, creo que definitivamente volverá a casa sin importar los
medios, pero...
―No
esperaré a que vuelva. Iré a buscarla yo mismo.
Hodgins levantó una voz de
duda ante la conmovedora afirmación de Gilbert:
―Gilbert,
¿estará bien tu trabajo? Pequeña Violet está en Alfine. Ya sea en ferrocarril o
en coche... o incluso si alguien del servicio de correos como yo acelerara por
las rutas más cortas que conozco, tardaría un día y medio en llegar.
―Esta
charla estaba conduciendo allí para empezar. Vine aquí después de dejar mi
trabajo a los subordinados que ascendí y de tomarme un descanso de una semana
para quedarme.
―¿No
se cruzarán aunque vayas allí...?
―Tal
vez. Aun así... voy a ir.
Dos emociones, una con
respecto a su "mejor amigo Gilbert" y otra con respecto a su
"ser el guardián de Violet Evergarden", luchaban entre sí dentro de
Hodgins, haciendo que se preocupara por cada cosa.
--¡Por qué todas las personas
que me gustan son tipos imprudentes a los que no se puede dejar solos!
Hodgins había llegado a la
conclusión de que el hecho de que Gilbert se tomara la molestia de hacer una
pausa en el trabajo para venir a su casa significaba que la relación entre los
dos estaba a punto de derrumbarse, hasta el punto de tener que arreglarla en
persona.
-Deberías esforzarte más por
ir en la dirección de vivir felizmente. Mi corazón no durará.
Siendo tan altruista, se
encontró pensando en los problemas de los demás como si fueran suyos.
―Nos
vemos, Hodgins.
―No,
espera.
―Me
voy.
―Espera,
voy a comprobar si hay algo que pueda hacer.
―Te
debo una.
―Te
estoy diciendo que esperes... ¡espera, cabeza de chorlito! Me las arreglaré con
mis contactos y haré que alguien busque a Pequeña Violet en Alfine.
Gilbert asintió, pero no se
quitó la capa que se había vuelto a poner.
―Ya
veo. Entonces me pondré en camino mientras tanto ―Al parecer, no pensaba ceder
en su decisión de ir a buscarla, aunque fuera por terquedad.
―¡Caramba~!
¿No deberíamos esperar el resultado de eso antes de salir? ¡¿Qué vas a hacer si
Pequeña Violet vuelve mañana?!
Gilbert se quedó en silencio
por un momento. Las preocupaciones de Hodgins eran comprensibles para él. No
era un niño. Era un hombre adulto con una posición que mantener. En lugar de
buscarla y actuar al azar, debía buscar algo más seguro. Esa era, sin duda, la
forma de actuar ideal para un adulto.
―Si es
así, será un alivio que ella esté a salvo. Incluso si nos cruzamos, me parece
bien mientras su seguridad esté garantizada.
Sin embargo, no trabajar en
formas lógicas es lo que las emociones son.
―Hodgins...
En efecto, probablemente esté bien. Yo también lo creo.
El llamado
"enamoramiento"...
―Pero
que yo vaya a buscar a la persona que amo es un asunto totalmente diferente.
Esté bien o no, voy a ir allí para protegerla. Nunca escatimaría cuando se
trata de ella.
...era un efecto del
"amor".
Ante las palabras de Gilbert,
Lux apretó naturalmente las manos contra su pecho mientras Benedict se ponía
rojo hasta las orejas, con la cara crispada.
―Coronel,
yo... aunque la gente se oponga a su relación, los apoyaré pase lo que pase.
―Tú...
seguro... puedes decir... algo así... delante de los demás, ¿eh?
Su interlocutor ponía cara de
despreocupación ante las diferentes reacciones de cada uno de ellos.
―Puedes
decir lo que quieras. La quiero más de lo que crees. Y seguro que lo he dejado
claro antes, pero... si se trata de ser un perro guardián, yo salgo ganando.
El siguiente insulto que
Benedict quiso decir se le atascó en la garganta ante las palabras de Gilbert.
―¿Hablas
en serio?
―No sé
a qué te refieres, pero cuando se trata de Violet, siempre hablo en serio.
―¿En
serio?
Benedict le había preguntado
si hablaba en serio tanto por Violet como por él mismo. Lo más probable es que
a partir de ahora también haya ojos interrogantes que lo miren de la misma
manera que Benedict.
―Hodgins,
no importa cuántas veces me detengas, me voy.
Y Gilbert Bougainvillea
seguiría amando a Violet Evergarden, aunque tuviera que apartarlos. Benedict
finalmente comprendió ahora que esta era la clase de hombre que era.
―¡Aah,
caramba...! ¡Gilbert, eres un tipo tan impaciente! ¡Lo entiendo, lo entiendo!
Llamaré a las líneas telefónicas que se comunican con Alfine y trataré de
conectarme con ella, así que cuando llegues... huuum... ¡Pequeña Lux, dame algo
para escribir!
En el cuaderno de Lux, Hodgins
anotó frenéticamente el nombre de una licorería de Alfine con la que su casa,
que era un comercio, hacía negocios. Gilbert lo dobló cuidadosamente y lo
guardó en el bolsillo de su capa. Cuando intentó marcharse de nuevo con un
"hasta luego", le tiraron del brazo.
Mordiéndose el labio y poniendo
cara de estar reteniendo algo, Benedict dijo en voz baja:
―Espera...
―¿Pasa
algo?
―¿Sabes?,
puedes... ir a Alfine desde la estación de tren de Leidenschaftlich, pero es
más rápido pasar el puente con un coche e ir desde la estación de la siguiente
ciudad.
―Ya
veo. Gracias por esta útil información, Sr. Blue.
―No he
terminado de hablar. De todos modos... me he convertido en director general,
así que he venido aquí en mi coche nuevo... No es por presumir, pero es
bastante rápido.
Silencio.
―Eres
un tipo rico, así que probablemente pedirás un carruaje o un coche a alguien.
Si quieres ir allí lo más rápido posible, sube a mi querido coche. Si nos damos
prisa ahora, habrá un tren para que subas. ¿Qué vas a hacer...?
Su actitud era brusca y ni siquiera
como adulación podía considerarse amistosa su forma de hablar.
―Si no
quieres ir en mi coche, haz lo que quieras.
Sin embargo, incluso alguien
como Gilbert, que no era para nada cercano a él, podía entender que ese era su
mejor intento de amabilidad. Viendo su expresión tímida, con cara de estar
soportando algo, cualquiera sería capaz.
―Tiene
mi gratitud, Sr. Blue.
―Deja
de llamarme así.
―Sr.
Benedict.
―Para,
para-sólo 'Benedict' está bien. Tampoco usaré títulos contigo.
―Te lo
agradezco de verdad, Benedict.
Cuando Benedict chasqueó la
lengua y dijo:
―Tienes
una deuda conmigo, Bougainvillea ―Gilbert se rio delante de él por primera vez.
La historia de dos jovencitas
apiñadas se desarrollaba con Alfine como escenario. Tal era la rutina diaria
que Leticia Aster solía hacer sola.
Después de levantarse por la
mañana, mojaba en sopa el pan duro que había comprado en la panadería el día
anterior y se lo comía. Y luego, iba a hacer un trabajo asalariado primero.
Eran trabajos breves que no duraban más de tres horas.
Cuando terminaba su tiempo de
trabajo desde la mañana hasta el mediodía y podía comer, se dirigía al
siguiente lugar. Iba del segundo al primer distrito para pasear a los grandes
perros blancos que adoraba una popular actriz. Eran tres en total, por lo que
la cuesta que tenía que subir mientras era arrastrada por ellos era,
literalmente, el camino del infierno.
Después de devolver los perros
a su casa, tenía un breve descanso hasta su trabajo nocturno. Se quedaba
mirando los preciosos vestidos alineados en el escaparate de una tienda de ropa
que ella admiraba. Costaban una suma que ella nunca podría permitirse, así que,
de hecho, sólo podía mirarlos. Su agitado día solía ser una batalla individual.
―¿Te
gusta ese vestido?
―Me
gusta.
Sin embargo, ahora tenía a su
lado a una compañera de habitación por tiempo limitado, a la que no podía
llamar amiga ni conocida.
Dicha compañera era una chica
muy excéntrica, que a primera vista parecía dócil y frágil, dando la impresión
de no haber levantado nada pesado en su vida, pero en realidad no era así. En
todo caso, se movía mucho y trabajaba bien.
Mientras Leticia lavaba tres
platos, ella ya había lavado veinte; mientras Leticia era arrastrada en
círculos y perdía el aliento por un solo perro, Violet se pavoneaba y cargaba
bajo sus brazos a los perros que se habían cansado de pasear (cosa que Leticia
le aconsejó que dejara de hacer, pues eso no podía considerarse llevarlos de
paseo).
Mientras realizaba
impecablemente y sin expresión el doble de trabajo que una persona normal, su
figura era casi la de una muñeca mecánica. Era la primera vez que Leticia se
encontraba con una Auto-Memories Doll, así que no tenía ni idea, pero era
imposible que todas funcionaran como Violet. Simplemente tenía la disposición
de una trabajadora. A pesar de que acababa de empezar en esos trabajos, Leticia
era la que aprendía observándola la mayor parte del tiempo, lo que hacía que
esta última se impresionara a menudo.
En los ojos azules de Violet
se reflejaba un vestido blanco puro de pétalos de lirio dispersos, el que
Leticia había dicho que le gustaba.
―Parece
que te sentaría mejor que a mí ―dijo Leticia con seriedad.
Sin embargo, Violet sacudió
inmediatamente la cabeza en señal de desacuerdo.
―Este
tipo de cosas no me quedan bien. Después de todo, tengo prótesis.
Como ya llevaba unos días
conviviendo con ella, Leticia ya sabía lo que había detrás del crujido de las
manos de Violet. Así como el tacto tan frío y duro que tenían.
―También
tienen unos maravillosos vestidos de manga larga y guantes largos. ¿Y ese?
Sin embargo, no era raro ver
amputados, incluso en Alfine. Aunque la Gran Guerra había terminado, la época
de la gente que la había vivido no había terminado. Incluso ahora, todos
seguían luchando contra las secuelas de una guerra que debería haber terminado.
―Los
que tienen capa también son lindos, ¿eh?
Como Leticia era todavía una
niña, no sabía qué hacer cuando se encontraba con alguien que tenía una
historia que ella desconocía.
―Leticia,
ahora que lo pienso, el precio de la etiqueta se ha... abaratado.
―¡No
puede ser! Es verdad... ya veo. Seguro que tienen pensado cambiar este
escaparate. Eh, pero aunque sea más barato, sigue siendo caro... Si yo tuviera
un vestido así... también podría...
―¿Debo
añadir mi dinero a eso? Quizás sea suficiente si lo hago.
―Pero
entonces, Violet, no podrás ir a casa. Estás poniendo el carro delante de los
bueyes... Aun así, gracias.
Violet puso una cara
ligeramente arrepentida.
―Sería
estupendo que hubiera mejores trabajos...
―De
verdad... Es suficiente para vivir, pero no para comprar las cosas que
queremos, ¿no?
Lo más probable es que esto
fuera algo que la gente de todo el mundo pensara al menos una vez. Desde que se
inventó el dinero, la gente se dejaba llevar por él.
―Cómo
mis padres y todos los demás eran tan ricos es... nada más que un misterio para
mí ahora.
―¿Tu
familia es rica?
―Sí...
pero me he ido de casa, así que no tiene nada que ver conmigo.
Con cara de desgana, Leticia
apartó los ojos de los vestidos y comenzó a alejarse, Violet la persiguió
retrasada. Había tiempo de sobra hasta su trabajo nocturno, así que las dos
estuvieron deambulando, pues no tenían nada que hacer en el Segundo Distrito.
Violet, que no era la más indicada para actuar sin rumbo, sólo podía seguirla.
Mientras caminaban en silencio durante un rato, la campana de la torre del
reloj situada en el centro del Segundo Distrito sonó estridentemente. El dúo se
detuvo involuntariamente. La torre del reloj comenzó entonces a tocar una
canción que servía para informar de la hora. Era un sonido dulce y suave,
similar a la melodía de una caja de música.
―Hoy
es 'Estrella del Amanecer' ―Disipado su aspecto melancólico de antes, Leticia
se volteó hacia Violet con una sonrisa.
Ésta se dirigió a ella
ladeando el cuello.
―¿Qué
sería 'Estrella del Alba'...?
―¿No
la conoces? ¿Nunca la cantaste de pequeña?
―No
recuerdo que me hayan enseñado esa canción. No habría servido de nada enseñarme
muchas canciones de pequeña, así que apoyo la decisión de no hacerlo.
―¿Es
así...? Sin embargo, es una canción infantil bastante conocida... Esta torre de
reloj toca una canción diferente cada vez que da la hora. La 'Estrella del Amanecer'
dice así... ―Tras tomar aire, Leticia comenzó a cantar con una hermosa voz que
reverberaba fuerte y clara, lo que no se esperaba por su aspecto.
"Dominando los cielos del
este, la Estrella del Alba brilla en el cielo antes del amanecer
Si estás llorando, mírala esta
belleza hará cesar tus lágrimas
Tú, que una vez estuviste en
los brazos de tu madre, y que ahora lloras por no poder levantarte
Siempre estás mirando lo mismo
Contemplando los cielos del
este, la Estrella del Amanecer brilla en el cielo antes del amanecer
Siempre te está mirando
El lucero del alba observa tu
vida a medida que avanza
Mirando los cielos de oriente,
incluso si cierras los ojos
El lucero del alba brilla
sobre el mundo entero
Contemplando los cielos
orientales,
Incluso si mueres, justo antes
de cerrar los ojos
Contemplando los cielos
orientales,
La estrella del amanecer
brilla"
Al terminar la música, con
rasgos faciales que aún conservaban lo infantil, Leticia sonrió y dijo:
―Así
es la canción.
Silencio.
Estupefacta, Violet movió las
manos como si estuviera siendo manipulada y aplaudió en automático. Leticia
había cantado para Violet, pero la gente de su entorno también daba pequeñas
palmadas.
―M-M-Muchas
gracias.
Incluso en medio de la ciudad,
muchos artistas se ganaban monedas con su arte en el Segundo Distrito, por lo
que la gente podría haber pensado que este era su caso. Cuando un transeúnte
comentó:
―Tienes
una buena voz ―ella respondió tímidamente con gratitud.
―Eres
buena cantando ―dijo Violet como si estuviera asombrada, lo que hizo que en el
fondo del pecho de Leticia brotara aún más alegría y timidez.
-Si es ahora...
Leticia miró a Violet a los
ojos.
-Si es ahora, tal vez pueda
decirlo.
Aquellos ojos azules eran tan
transparentes como el cristal, reflejando a la persona que tenía enfrente.
―Espero
convertirme en cantante.
Después de decirlo, Leticia
pensó: "Lo he dicho de verdad", e inmediatamente se
arrepintió. Cada vez que le decía a alguien que aspiraba a ser cantante, la
reacción que recibía a cambio ya era obvia: era un apático "hazlo lo mejor
que puedas" o le decían " en lugar de eso, vive una vida
decente".
Esto no se limitaba sólo a los
que querían ser cantantes en particular. Hablar de los sueños de uno era, de
hecho, una idea muy sencilla, pero a veces se trataba como si fuera un
problema. Esas experiencias eran la razón por la que a Leticia le pesaba tanto
la boca.
Además, Leticia era una simple
"dama" en esta ciudad. La "dama" Leticia no tenía nada, y
sin embargo hablaba de sus sueños. Esto ya estaba registrado en su mente como
una acción vergonzosa.
―'Cantante'
―murmuró Violet lo que le habían dicho como para confirmarlo.
―Sí...
cantante ―murmuró Leticia de la misma manera.
Una vez que lo dijo, el hecho
de que eso fuera efectivamente cierto incluso para ella misma la atravesó. Le
atravesó el pecho con bastante fuerza. Cada vez que se lo decía a alguien, las
palabras cobraban fuerza.
-Ah, yo...
Siempre fue así.
-Yo... Yo...
Sin embargo, hablar de ello
con alguien de la misma generación que ella fue lo que puso el clavo en el
ataúd.
-Realmente deseo ser cantante.
Era una cazadora de sueños.
―¿Te
vas a reír?
Seguía siendo una cazadora de
sueños, que no quería que nadie ridiculizara su confesión.
Violet Evergarden tardó un
rato en decidir cómo responder a la pregunta. Los pasos ligeros de los niños
corriendo por la ciudad invernal. Los ruidos de las suelas de los zapatos de
alguien que camina con firmeza y con unos tacones tan altos que parece que sus
piernas se van a desmoronar en cualquier momento. Los ruidos de las palomas que
vuelan de un árbol al borde del camino a otro. Pasó tanto tiempo en medio de la
quietud creada entre ambas que todas estas cosas se oían con bastante claridad.
¿Tan difícil era la pregunta?
Poco a poco, Leticia fue incapaz de soportarlo, agachando la cabeza para mirar
al suelo. Cuando Leticia cerró los ojos, una voz desprovista de su habitual
timbre de dignidad, de la que pudo sentir la vacilación, surgió finalmente.
―No me
burlaré de ti ―Violet dio una respuesta extremadamente sincera. Hablaba con
tanta normalidad que se convirtió en una conversación cotidiana. Para Leticia,
este tema era esencial en su vida.
-Bueno, Violet no tiene nada
que ver, así que supongo que no se puede evitar.
Sin embargo, tal vez atascada
en algo, Violet continuó con una pregunta:
―Mis
disculpas por tardar en responder. Estaba pensando... Leticia, ¿por qué me
dijiste eso esperando que me riera de ti...?
Silencio.
―Sentí
que era una pregunta muy importante. Por eso, me tomé un tiempo, reflexioné sobre
ella y contesté con mis sinceros sentimientos, pero ¿te herí con eso?
―No.
―Me
alegro.
Silencio.
―A
pesar de todo, no entendí por qué asumiste que me reiría.
―Erm...
sobre eso...
-Esta chica es una persona
reveladora.
En ese momento, por alguna
razón, eso fue lo que pensó Leticia. Estar con Violet la hacía sentir así a
veces. Era como asomarse a la imagen de sí misma reflejada en una superficie de
agua, como verse reflejada en un espejo mientras sostiene otro espejo, y también
como descubrir su propia tumba. Así la hacía sentir Violet.
―Eso
es... Bueno, ya ves...
Pero esta no era una forma
desagradable de ser expuesta. Al fin y al cabo, aunque desenterrara una tumba
que no quisiera exponer y se enfrentara directamente a una realidad
desagradable, su compañera no huiría de ella, sino que se quedaría allí por
ella. Y entonces, en silencio, le haría preguntas. Pensaría en la otra persona
y la escucharía debidamente. Al hacerlo, Leticia se encontró con ganas de
hablar a pesar de su vergüenza y timidez.
Acabó preguntando con los
labios temblorosos:
―Quiero
decir... ¿no es incómodo?
Sí, como era de esperar,
cuanto más explicaba el asunto con detalle, más embarazoso resultaba por alguna
razón.
―Ya es
un negocio que ha crecido tan rápidamente después de la guerra.
Después de todo, ella no había
logrado nada todavía.
―Y sin
embargo, aunque digamos que es una forma de arte, la mayoría de los adultos nos
dicen que es sólo para divertirse.
Luego intentaba protegerse
enumerando todo tipo de razones.
―Que
este tipo de cosas... es sólo gente joven haciendo tonterías y sin mirar la
realidad... y cosas... así.
Sería estupendo que tuviera
más confianza al hablar del tema.
―Dicen
que debemos encontrar trabajos que sean útiles para la gente y se burlan de
nosotros...
Simplemente le gustaba cantar.
Disfrutaba mucho, mucho y sólo quería que los demás la escucharan. Eso era lo
que quería hacer con su vida, y deseaba tener más confianza al decirlo.
―No
soy nadie, así que cuando hablo de ello, todo el mundo me dice estas cosas,
como si quisieran hacerme despertar de una fiebre... Cuando esto se repite, te
vuelves incapaz de decir... con confianza... que eres una aspirante a cantante.
―¿Te
han dicho eso?
―Unas
cien veces ya...
―¿Se
lo has preguntado a cien personas?
―No,
no tantas... H-Hum... por eso, Violet... quería preguntar... si tú también...
si incluso tú... te ibas a burlar del hecho de que... alguien como yo aspire a
ser cantante. Eso es todo... Lo siento, he hecho una pregunta un poco complicada,
¿no?
Hubo una breve pausa.
Probablemente Violet había descubierto un punto en común entre la respuesta de
Leticia y su propio autocuestionamiento.
―Leticia
―Violet se mostró golpeando una de sus manos protésicas enguantadas sobre la
otra―. Soy una ex-soldado. Me las pegaron al cuerpo después de que me hirieran.
―Ya
veo...
―Cuando
era soldado, esto era necesario.
―Ya
veo.
―Después
de la guerra, tras mi ocupación como soldado, cambié de trabajo a Auto-Memories
Doll. Todavía no lo entendía en ese momento, pero el presidente de mi empresa
tiene una excelente previsión, y después de la guerra, las llamadas empresas
postales... las llamadas Auto-Memories Doll eran una necesidad. Porque muchas
personas no pueden escribir por varias razones, pero finalmente pudieron
permitirse un tiempo libre para desear entregar sus sentimientos. Por supuesto,
también eran necesarias en tiempos de guerra... pero no bastaban... ―Violet
miró de nuevo a Leticia con ojos más decididos que antes―. Si este negocio
creció después de la guerra, significa que ahora es necesario. También lo es mi
trabajo de escritora fantasma. Ahora es necesario ―Sus ojos brillantes
reflejaban a Leticia, que aún no era nadie, mientras la aceptaba―. Entonces...
no eres una vergüenza. Aunque algún día... ya no seas necesaria, como yo misma
cuando era soldado...
Las palabras de Violet sonaban
casi como si se las dijera a sí misma.
―¿Es
así?
Después de decir esto, asintió
y susurró una vez más:
―Incluso
entonces, no serás una vergüenza.
―Violet,
¿también tienes momentos en los que te consideras vergonzosa?
Silencio.
―Lo
siento; no tienes que contestar si no quieres.
Violet movió la mano para
tocar el broche de su pecho. Sin embargo, se detuvo a mitad de camino, con la
mano flotando en el aire, casi cerrándose en un puño. Entonces dio una
respuesta que Leticia nunca hubiera podido predecir.
―Cuando
pienso en... la persona de la que estoy enamorada, me da vergüenza.
Leticia se quedó sorprendida.
A lo largo de las cuatro estaciones, le habían pasado muchas cosas también en
este año, mientras vivía su vida aspirando a ser cantante, pero este invierno
fue cuando escuchó lo más sorprendente de todo el año. Como que la joven con
aspecto de muñeca que tenía delante estaba enamorada.
―¿Tienes
un novio? ―Parecía ridículo, pero tanto las manos como la voz le temblaban.
―Sí.
La impresión que tenía al
mirar a Violet cambió drásticamente respecto a hace un segundo.
―Eh,
no puede ser. ¿Es así...? Eeh... ¿es verdad...? T-Tú eres una adulta...
Hasta hace un momento, tenía
la impresión de que Violet no tenía humanidad y se movía tan hábilmente como
una muñeca, pero ahora su humanidad se había multiplicado por cien.
―Violet,
eres tan adulta...
―Acabo
de darme cuenta.
―¿Te
has dado cuenta de qué?
―De
que no tengo confianza... Cuando se trata de mi amado, pierdo la confianza.
Leticia, yo pensaba que a ti no te tienen que importar las cosas de las que
hablabas. Pero si me dijeran lo mismo, no me parece que pudiera disipar esa
sensación... Si nos falta confianza, los sueños también se convierten en una
vergüenza ―Violet murmuró entonces poco a poco―: Así que la vergüenza está
ligada a la falta de confianza. Siempre que estoy con el objeto de mis afectos,
siento que yo -que mi existencia- es demasiado inadecuada para él... Eso es
vergonzoso... No tengo confianza ―Su voz sonaba terriblemente solitaria.
―Violet,
está bien.
Ella no sabía qué estaba bien.
Sin embargo, Leticia habló. Extendió una mano hacia las duras prótesis de
Violet y las agarró como para calentarlas.
―Está bien,
así que...
Mientras lo decía, ella misma
pensaba en lo irresponsable y sin sentido que era esta frase. Sin embargo, esta
chica le respondía con tanta inocencia. Simpatizaba con Leticia. Por lo tanto,
Leticia quería decir algo que desechara los "miedos" abstractos que
las aquejaban a las dos. Aunque Leticia no tenía ningún dios, quería rezar por
el bien de Violet.
―¿Es...?
No afecta a mis actividades de la vida diaria ―respondió Violet de forma
totalmente inesperada, ladeando la cabeza.
Como para tranquilizarla,
Leticia repitió:
―No
pasa nada.
-Así que Violet está igual.
Aunque se sintiera mal por
ella, de alguna manera u otra, Leticia había recibido coraje de ese hecho.
-Todo el mundo tiene algo que
le avergüenza.
Esa soledad, esa vergüenza y
esa agonía no eran sólo algo suyo, sino también de la persona que tenía
delante, se dio cuenta una vez más. Todo el mundo tenía algo terriblemente
frágil en el fondo de su corazón, aunque no lo mostrara.
―Es
cierto; querer ser cantante y tener un sueño no es una vergüenza.
Que les pinchen les haría
sentir dolor y derramar lágrimas. Si lo calentaran les daría felicidad, pero
incluso entonces, derramarían lágrimas. Todos tenían algo así.
―Sí,
Leticia, tu sueño no es vergonzoso.
Por lo tanto, perseguir un
sueño no era vergonzoso.
―Sí.
―Gracias...
pero... hay otra cosa que me parece vergonzosa... Es que no se me puede
considerar con talento tal y como soy. Hay mucha gente que lo hace mejor que
yo.
―¿De
verdad?
Violet era inocente.
Precisamente por eso Leticia le hablaba con la misma inocencia.
―Sí,
no tengo talento ―dijo mientras le dolía mucho el pecho―. Hay mucha gente que
sabe cantar como yo y esta ciudad está llena de ellos, así que el hecho de
poder cantar un poco bien... no se puede llamar tener un talento.
Los ojos de Leticia reflejaban
las innumerables personas que, como ella, vivían en esta ciudad y perseguían
sus sueños en el Segundo Distrito.
Después de esto, ese mismo día
fueron a trabajar como ayudantes en un pequeño teatro-restaurante.
La configuración del
establecimiento sería extraña en otros lugares, pero en Alfine había varios. La
gente disfrutaba de los espectáculos mientras disfrutaba de la comida y la
conversación. Las actuaciones principales eran obras de teatro y bailes, y
Violet y Leticia se encargaban de arreglar el atrezzo y de ayudar a los
protagonistas de dichos espectáculos a cambiarse de ropa.
Tal vez no se podía evitar que
Leticia afirmara que no tenía talento. El nivel de exigencia era alto para todo
en Alfine. Todas las personas que participaban en el espectáculo dominaban las
artes y, desde el punto de vista de los que carecían de ellas, mostraban sin
esfuerzo una actuación artística digna de elogio. Cualquiera que hubiera
escuchado la voz de Leticia sabría que tenía algo especial, pero si se le
preguntara si era sobresaliente o no, no podría decirlo.
Esta ciudad tenía tantas gemas
como pudiera haber.
Al principio, Violet fue
reprendida por la falta de energía en sus saludos, el dueño del restaurante
decepcionado porque "ha llegado una inútil", pero con el tiempo y el
esfuerzo, esas impresiones se borraron. No era simpática, pero le bastaba una
sola vez para memorizar lo que le decían y, una vez memorizado, lo hacía todo
antes de que alguien dijera algo. También sabía llevar la contabilidad y era
educada.
Aunque no era simpática, la
gente empezó a encontrar esto adorable en ella. Entre los cantantes y
bailarines del espectáculo, se referían a ella y la registraban no como
"dama" o "soñadora", sino como "Muñequita".
Escuchaba las interminables charlas de los desagradables invitados, y cuando
los hombres borrachos se colaban en los bastidores, ella les retorcía el brazo
y los sacaba antes de que llegara el guardia.
―Muñequita,
dama, nos vemos. Los bocadillos que les dimos no durarán mucho, así que
asegúrense de comerlos hoy.
―Sí;
buenas noches.
―Buenas
noches.
Lo que le gustaba a Leticia de
este trabajo nocturno era que la gente que había realizado sus sueños como
artistas de un gran teatro a veces trataban a alguien como ella, una joven que
todavía era una soñadora, a veces de forma estricta pero casi siempre con
amabilidad. Como los cazadores de sueños vivían una rutina diaria muy pobre
hasta que se ganaban los cimientos de su vida a través de las artes escénicas,
a menudo se les daba comida. Como Violet también estaba allí, la ingesta se
había duplicado.
―¿Qué
clase de bocadillos te dieron?
―¿Qué
son, en efecto...? Caramelos y... dulces horneados.
―Tengo
una combinación de galletas. Increíble; podríamos hacer una fiesta de té con
eso, ¿no?
―¿No
se nos acabó el té?
―Uhuhu...
Traje un poco a escondidas del teatro, así que tenemos. Hagamos una fiesta de
té nocturna, Violet.
―No
deberías hacer eso...
―Pagaré
la deuda algún día cuando alcance el éxito.
Al volver a casa de Leticia,
las dos celebraron una pequeña fiesta de té. En el complejo de apartamentos,
cuyas habitaciones no podían decirse que fueran buenas ni siquiera como halago,
la temperatura era ciertamente gélida, a pesar de que no soplaba ningún viento
frío. Ambas hirvieron agua y se cubrieron con mantas, merendando el té y los
dulces mientras dejaban las cortinas ligeramente abiertas para contemplar la
vista nocturna que se extendía desde el Tercer hasta el Primer Distrito. El
terreno se hacía un poco más alto al pasar del Primer al Tercer Distrito, por
lo que naturalmente podían verlo desde arriba.
―Siento
que la habitación esté así. Hace frío, ¿verdad?
―Suelo
acampar cuando voy a regiones inexploradas para trabajar como escritora
fantasma, así que me parece bien.
―Violet,
¿la gente debe ser tan fuerte como tú para trabajar como Auto-Memories Doll?
Debido a que las dos acababan
de hablar sobre los sueños, sus conversaciones eran más animadas que antes,
pero como Violet se quedaba callada si la dejaban sola, Leticia era la que
principalmente hablaba. En el trabajo, la función de Leticia era principalmente
escuchar las órdenes e instrucciones de la gente, así como oír las quejas, por
lo que la presencia de alguien que escuchara lo que tenía que decir la hacía
ser habladora.
―Ya
veo... Entonces, Violet, eres huérfana, pero ahora tienes una familia que te
acogió...
―Sí.
No es exagerado decir que allí me enseñaron todo sobre la etiqueta de las
damas.
―Si te
enseñaron algo así, deben ser muy ricos. Violet, ¿no estaría bien que no
trabajaras?
―Los
dos me hablan a menudo de esto, pero a mí me enseñaron el significado de hacer
este trabajo muchas personas. No tengo la opción de dejar de trabajar. Además,
ya no soy una niña, así que puedo alimentarme sola. Para mí, vaya donde vaya,
hay gente que me acogerá cuando regrese a casa... Sólo eso es suficiente.
Estas palabras apuñalaron a
Leticia. Acercó los extremos de la frazada en la que estaba envuelta,
intentando calentar suavemente su corazón que latía con fuerza.
―Yo...
Definitivamente, este dolor
era algo que no iba a desaparecer.
―¿Sabes?
Nunca hubo ningún inconveniente para mí, pero me fui de casa.
A menos que ella hablara de
ello.
Leticia Aster era
originalmente la hija de una buena familia. Fue una niña que no nació en la gran
ciudad, sino en una región remota que encajaba con su paisaje idílico, en un
hogar de agricultores ricos.
Nunca se la menospreció sólo
por ser de una familia de granjeros. Criada por su padre, que había sentado
sólidamente las bases como figura destacada en toda la zona, Leticia era una
joven ama hasta la médula, a la que la gente de su entorno llamaba desde
pequeña "señorita esto", "señorita lo otro". Ella misma
aceptaba esta situación con total naturalidad.
A Leticia le habían enseñado a
una edad mucho más temprana la etiqueta que Violet aprendió en la casa
Evergarden. Si hubiera que definir a Leticia, sería "alguien que ha nacido
en un entorno extremadamente bendecido".
Sus padres decidieron que
viviera sin ningún tipo de inconveniente incluso en el futuro.
Cuando Leticia tenía ocho
años, sus padres ya discutían a qué edad se casaría con su prometido y dónde se
celebraría la ceremonia, dejando a las personas en cuestión fuera de la
conversación. Su pareja iba a ser el hijo mayor de un comerciante que su padre
siempre había querido incorporar a la administración de su negocio. Sus padres,
que eran amigos, decidieron todo de común acuerdo para los dos, ya que nacieron
el mismo año.
Sin embargo, Leticia también
aceptó estas circunstancias con total naturalidad. Estaba deseando casarse con
esa persona, tener hijos con ella y envejecer rodeada de dichos hijos.
El otro siempre fue amable con
ella delante de sus padres, y todos los que la rodeaban esperaban que
desempeñara su papel de "joven ama", así que corresponder a ello era
lo que debía hacer. Era todo lo que podía hacer por la gente que la rodeaba.
Eso era lo que solía pensar.
―Pero,
verás, me sorprendió. Un día, esa persona... me dijo algo. Que no le gustaba lo
más mínimo.
Ocurrió de repente en un día
determinado.
Su boda aún estaba lejos, pero
cada vez que sus familiares se reunían, los dos eran tratados como un conjunto
sin ningún tipo de cuestionamiento. Ese día, como siempre, Leticia y su
prometido estaban juntos en la reunión de sus familiares. Cuando lo hacían,
recibían muchos "comentarios de agradecimiento" de los adultos. Como
por ejemplo: "Después de casarte, es mejor tener un niño y una niña"
o "Cuando te incorpores como miembro de la administración, te dejaré hacer
este tipo de trabajos".
Leticia sonreía al escucharlo,
pero su prometido gritó de repente:
―¡Cállense...!
Lo más probable es que no
hubiera gritado en su vida. Claramente había exagerado: era casi un aullido,
como si herir a otras personas le hubiera dolido a él también. Y así, dejando
atrás a la gente asombrada, huyó del lugar.
―Fui
tras él. Lo perseguí y le pregunté por qué había hecho eso.
Leticia concebía a su
prometido como alguien que siempre sonreía amablemente. Era la persona que se
metía en un estanque para recuperar su sombrero cuando salía volando, sin
importarle mojarse hasta las rodillas. La persona que, en caso de que hubiera
algún festival cercano, priorizaría a Leticia por encima de jugar con sus
amigos y la acompañaba a él. Nadie envidiaría su matrimonio con él, eso era lo
que ella creía.
―Le
pregunté. Y entonces, él... me gritó.
Ella nunca había imaginado que
habría un día en el que él le gritaría furiosamente.
―'Porque
eres... Porque eres una idiota' ―dijo.
La persona a la que había
perseguido no era el prometido que Leticia conocía. Era sólo un chico
terriblemente alterado y berreante. Incluso visto de reojo, estaba sumido en el
caos y fuera de sí, por lo que lo que le dijo en ese momento fue algo así como
una mala palabra que se entregó a sus emociones, pero incluso ahora, Leticia lo
recordaba palabra por palabra.
―"Nunca
me has gustado como chica y no quiero casarme contigo. ¿Cómo te has vuelto tan
sumisa? ¿Cómo puedes quedarte callada cuando te dicen cosas como ésa una y otra
vez? ¿Por qué no piensas? Algo está mal en tu cabeza. Tú y todos los demás son
unos idiotas. Una panda de idiotas que han dejado de pensar" ―dijo.
Bajo la sombra de un molino de
viento en el campo, contrario al bucólico paisaje, le gritó a Leticia con
furia.
―Lo
dijo muchas veces. Que definitivamente no lo quería. Que tenía que haber otra
cosa que quisiera hacer. 'Sólo se vive una vez, pero tú y todos los demás no lo
entienden. ¿Por qué tenemos que hacer lo que nuestros padres nos dicen? Tú y
todos ellos están locos', me decía una y otra vez...
En ese momento, sintió que el
hecho de que él estuviera llorando la impactó más que el hecho de que ella
estuviera herida. Era así de amable y sonriente en todo momento.
―No
pude hacer nada más que agarrar el dobladillo de mi flamante vestido y temblar.
Tristemente, Leticia nunca
había pensado realmente que no quería casarse con él.
―En
ese momento, me di cuenta de que mi vida, mi paz, estaba hecha de la
restricción de otra persona.
Aceptando su destino, Leticia
amaba su vida a su manera, sin pensar en nada. Habiendo nacido como una joven
rica en una campiña remota, fue precisamente debido a que Leticia fue bendecida
que "pensar" nunca había sido ampliamente necesario para ella, por lo
que nunca lo había practicado.
Nunca le había disgustado.
Tampoco se había cuestionado nunca por ello. Pero siempre había estado
pensando. En esa dulce tierra que se sentía como el fin del mundo, siempre
había estado pensando en ella, el fondo de su corazón nublado en humo.
Y así, como resultado de esto,
se disgustó de todo lo que le rodeaba, incluso de sí mismo, que tenía el papel
de mediador, y lo destruyó todo. Junto con el corazón de una "joven"
llamada Leticia Aster.
―Después
de que me lo dijeran, me fui a casa llorando. Lloré mucho. 'Ah, todo en lo que
creía era mentira', pensé. Ser amable conmigo y celebrar mi cumpleaños sin
falta eran obligaciones para él y no le gustaba. Eso me puso muy triste...
Verás, ese fue mi primer desamor... Pero, después de llorar tanto, me di cuenta
de algo. Había reunido el valor para hacer eso porque quería elegir su vida por
sí mismo.
Así, la historia volvió a la
actual "dama" Leticia Aster.
Cubierta con una manta como si
llevara un velo de novia, Violet la miraba. Sus ojos parecían algo preocupados.
Incluso ahora, Leticia podía decir que había pasado la página, pero se había
recuperado, lo suficiente como para poder hablar de ello. Por lo tanto, mostró
una sonrisa, como para decirle a Violet que no se preocupara.
―Entonces,
esta fue la primera vez que pensé en mi vida. Lo decía una y otra vez. 'Sólo se
vive una vez. Tú y todos los demás no lo entienden. Por qué tenemos que hacer
lo que nos dicen si sólo tenemos una oportunidad en la vida'... Me dolió, pero
esto me impactó mucho. Y entonces, recordé que, antes de que mis padres me
dijeran que tenía un prometido y cosas así, yo era una niña a la que le gustaba
cantar... Lo había olvidado, o mejor dicho... pasó la Guerra Continental, y
aunque mi ciudad natal estaba bastante alejada del fuego bélico, me dijeron que
era imprudente andar cantando, así que no había cantado en todo ese tiempo.
Pero entonces empecé a cantar bajo el cielo estrellado cuando no había nadie
más. Y así, el hecho de cantar creció rápidamente en mí... No es algo que
sustituya a esa persona, pero así, me volví adicta al canto, casi como si me
hubiera enamorado. Y antes de darme cuenta, había dejado mi casa y llegado
aquí. Una vez que lo hice, me reí. Hay muchas otras chicas como yo. Chicas
soñadoras... No, no sólo chicas; también hay muchos chicos en este mundo. Pensé
que había tenido una vida tan turbulenta, pero sólo era una chica normal y
corriente...
Era una forma un poco
solitaria de decirlo, pero reflejado en los ojos de Violet, algo de Leticia
brillaba con fuerza. Estaba hablando de sus sueños en un rincón de una gran ciudad,
dentro de una habitación que ni siquiera tenía suficiente iluminación. Aunque
le faltara energía, la figura de esta cazadora de sueños viviente brillaba
incluso en la oscuridad más absoluta.
―Pero,
ya sabes, está bien... Sólo tengo una oportunidad en la vida y soy la
protagonista de ella, así que para mí... soy especial... Por eso está bien...
Silencio.
―Lo
siento, como que siempre he estado viviendo sola, así que... parece que en
realidad había muchas cosas que quería contarle a alguien. El té... se ha
enfriado, ¿eh?
Mientras Leticia decía esto,
Violet le contestó que sin querer se había quedado absorta escuchándola. Era la
primera vez que a Leticia le decían algo así, por lo que se mostró bastante
tímida.
―Me
halagas. Sólo soy una cazadora de sueños que puedes encontrar en cualquier
sitio.
―¿Así
que las personas que persiguen sus sueños se llaman 'cazadoras de sueños'?
―Así
es. Esta ciudad está llena de gente así. Es raro que alguien no lo sea.
―Yo no
lo soy...
―Violet,
¿no tienes sueños? Como algo que quieras hacer en el futuro...
Silencio.
―Como
tienes un novio, vivir con él algún día... y cosas así... también es un sueño.
En cuanto a mí... mi sueño de casarme con alguien que creyera que es mi amor se
destruyó... y se hizo pedazos al final, así que... Violet, quiero que seas
feliz...
―Lo
pensaré. Por favor, espera un momento.
―Huhu...
―Leticia.
―¿Has
terminado de pensar?
―No,
este hombre... ¿no se alegrará de saber que persigues tus sueños? ¿Quizás
podrías... hablar con él una vez más o contarle tu situación actual a través de
una carta...?
Por lo que parece, mientras
analizaba su propio sueño, Violet también pensaba en Leticia. A pesar de
sonreír, a Leticia le dolió el pecho de forma punzante.
―Eso...
no va a pasar, supongo. Él dejó nuestra patria antes que yo... y antes de que
se fuera, le dije que yo también iba a intentar hacer lo que quería. Cuando lo
hice, me dijo: 'Alguien como tú nunca podrá ser nada' y se fue.
Silencio.
―Siempre
había hecho lo que me decían mis padres y nunca había decidido nada por mi
cuenta, así que no podía tomar grandes decisiones yo sola... Debería seguir
viviendo con seguridad mientras me protegían otras personas, es lo que me dijo.
Puede que esa fuera su forma
de mostrarse amable. Sin embargo, esto acabó grabándose profundamente en la
mente de Leticia. Sin relación con su extraordinaria voz, su principio de
acción para no mostrarla a la gente fue notado por otra persona antes de que
ella misma pudiera notarlo.
―Eso
me molestó, así que me fui de casa como para rebelarme contra ello... Así que,
bueno, que me lo dijeran podría haberme servido...
―Yo
creo que no.
Esta vez, Leticia estalló en
carcajadas ante la serena réplica de Violet. "Pero, si no fuera por esas
palabras, probablemente no habría salido de casa, así que..."
―Las
palabras tienen poder.
―¿Hm...?
―Creo
que las palabras que restringen a la gente así... pueden llegar a convertirse
en algo parecido a una maldición.
―Nunca
pensé que una palabra así saldría de ti...
―He
sido una Auto-Memories Doll durante varios años. He visto casos en los que las
palabras atan a la gente, otros en los que les dan brillo, tanto otorgándoles
poder como robándoselo.
Tal vez fuera cierto, pensó
Leticia. Tuvo la sensación de que, a partir de ahora, seguramente recordaría
sus palabras a la hora de tomar alguna decisión importante. "Alguien como
tú nunca podrá ser nada". Asustada, Leticia sacudió la cabeza como para
dejar de pensar en ello.
―Violet,
¿has terminado de pensar?
―Si
hablara cuando mis pensamientos aún no están en orden... Esa persona no tendría
ninguna ganancia por estar conmigo... Deseo su felicidad, pero si hay algo que
consideraría como mi propia felicidad, es estar a su lado... Sin embargo, si
pensara en su felicidad, lo mejor sería que estuviera lejos de él...
―Espera;
eso es demasiado duro.
―Lo
es. ¿Los cazadores de sueños nunca renuncian a perseguir sus sueños? O, si
tienen ganas de rendirse, ¿qué deben hacer?
―Los
cazadores de sueños viven y corren a lo largo de sus sueños. No podemos
soportar no perseguir un sueño. No importa cuánto nos pisoteen o ridiculicen,
seguimos persiguiendo nuestros sueños...
―Incluso
entonces, persiguen sus sueños.
―Sí.
Nos avergonzamos y tratamos de abandonar a mitad de camino... pero al final,
antes de darnos cuenta, estamos persiguiéndolos de nuevo. Hoy... me has
escuchado, Violet, así que tengo mucha energía para perseguir mis sueños.
―Sólo
estaba escuchando.
―Me
prestaste atención. No te burlaste de mí. Estas cosas... no son habituales.
Sólo eso ya es un talento maravilloso.
―¿Un
talento maravilloso?
―Violet,
si tienes dudas... ¿no sería mejor que escucharas bien lo que tu novio tiene
que decir...? Tengo la sensación personal de que escuchar es sumamente
importante.
―Leticia,
cuando te miro, me encuentro pensando... que sería genial que yo también
tuviera un sueño... Los cazadores de sueños tienen algo así como una fuerza de
atracción hacia ellos.
―¿Es
así...? Ehehe. Aunque no tengas nada que quieras ser, podría estar bien si es
un lugar al que quieras ir o algo que quieras comer.
Mientras Leticia lo decía,
Violet abrió la boca como si se le acabara de ocurrir una idea:
―Los
colores otoñales de Roswell son preciosos y el paisaje urbano de Drossel rebosa
de flores.
―¿Hm?
―Las
noches en Iustitia, la capital de la observación astronómica, parecen casi como
si hubiera piedras preciosas esparcidas por el cielo, y los regalos de la
naturaleza del río Jacaranda de la región de D'Arthur son algo digno de
contemplar.
―¿H-Hm?
―Quiero
mostrar estas cosas a la persona de la que estoy enamorada algún día.
Seguramente, las mirará con los ojos entornados. Es el tipo de persona que
monta a caballo en sus días libres y disfruta de la naturaleza.
Sí, fue entonces cuando
Leticia entendió por fin los comentarios de Violet.
―Si se
me permite tener un sueño, me gustaría compartir con esa persona las hermosas
vistas... que he contemplado.
Este era su sueño. Qué sueño
tan modesto era. Sin embargo, tanto sus ojos como su forma de hablar eran
serios.
―Eso
es maravilloso ―Por alguna razón, Leticia se puso muy contenta, sin pensar en
burlarse de ella por ello―. Realmente maravilloso.
Sonriendo con toda su cara,
Leticia reafirmó el sueño de Violet. Y entonces, antes de irse a dormir, las
dos decidieron cantar sólo un rato. Con voces bajas, como si estuvieran
contando secretos. Leticia también cantaba canciones de amor para Violet. Como
dos alondras acurrucadas una junto a la otra, llegaron a un entendimiento
mutuo, y así amaneció.
La noche en la que hablaron de
sus sueños se convirtió en un pequeño punto de inflexión para Leticia.
Gracias a que otra persona
escuchó su historia, Leticia se empeñó aún más en perseguir sus sueños,
decidiendo cantar en la calle en lugar de hacer audiciones en los teatros. Era
difícil cuando no había público, pero con Violet acompañándola, pudo armarse de
valor.
La flexibilidad del tiempo era
lo único que la cazadora de sueños Leticia tenía a su favor, y así, mientras se
aseguraba de cantar en un lugar fijo muchas veces al día, su voz resonaba con
tanta fuerza que uno no creería que salía de su pequeño cuerpo. Había gente que
se acercaba a hablar con ella y a invitarla a audiciones, pero como ella acudía
de buen grado a las invitaciones, se encontraba con situaciones poco
razonables, como reuniones de explicación para productos sospechosos y
peticiones para que fuera modelo de cuadros, para lo cual su canto era
innecesario. En el caso de la modelo, un hombre sospechoso le ofreció una gran
suma en el lugar de la reunión, así como otras cosas que el pensamiento de Leticia
no podía concebir.
―¡VIOLEEET!
En esas ocasiones, se
aseguraba de llamar a Violet, que estaría esperando fuera.
―¡Violet,
me alegro tanto de que estés conmigo! ¡Estoy tan contenta de que estés conmigo!
Mientras Leticia decía esto
mientras lloraba, Violet no podía hacer otra cosa que acariciar el hombro de
Leticia.
―No
tengo ojo para la gente... ni para la suerte.
Esto era Alfine. La ciudad de
los cazadores de sueños. Muchos jóvenes se reunían en ella para perseguir sus
sueños, pero eso no era todo. Había otros tantos adultos que se aprovechaban de
esos jóvenes.
Aun así, como cazadora de
sueños, Leticia cantó en la calle al día siguiente de ser engañada.
Por su cuenta, a Violet se le
pasó por la cabeza cierta idea, por lo que fue a visitar al compositor del
Primer Distrito. El compositor se quedó sorprendido. Por supuesto, se
sorprendería de que le visitara la persona que había contratado y que creía que
ya había abandonado la ciudad. Sin embargo, tras escuchar la historia de la
situación actual de Violet, se ofreció inmediatamente a colaborar. El
compositor también tenía la intención de pedirle a Violet un trabajo adicional
mientras estaban en ello.
Esta visita traería más tarde
grandes conexiones.
Mientras la vida cotidiana de
Violet en Alfine transcurría con agitación, Gilbert y Benedict se encontraban
en el coche de este último, discutiendo sobre quién de los dos era más cercano
a Hodgins. Despedido por Benedict tras estrecharle tímidamente la mano en su
despedida, Gilbert subió al tren-cama. Lo único que le quedaba por hacer era
preocuparse por Violet. Esta agonía silenciosa roía el cuerpo y la mente de
Gilbert, pero como todavía era sano y joven a pesar de estar en la treintena,
sólo consiguió debilitar su estómago y sus tripas.
Con todas y cada una de las
personas que se movían así, uno no podía dejar de admitir que los seres humanos
eran unos seres vivos tan ocupados. Todos pensaban en alguien. Una persona se
preocupaba por otra, y una marea convocaba a la otra, haciendo que el destino
se moviera en direcciones inimaginables. En cualquier caso, se trataba de
pruebas y buenas noticias concedidas a las personas que se ponían en acción.
Mientras recibían la prueba, no sabían si habría buenas noticias. Sin embargo,
una vez llegadas las buenas noticias, habría un momento en el que todo saldría
a la luz, como si la niebla que obstaculizaba su campo de visión se despejara.
Si había alguna deidad del
destino, era inequívocamente aficionada a las travesuras.
―¿Violet...?
Si una renombrada
Auto-Memories Doll se reuniera en cierta ciudad, en la que se encontraba por
circunstancias imprevistas, con un famoso novelista que había conocido en días
lejanos, durante una época en la que las hojas de arce de otoño flotaban en la
superficie del agua, entonces dicho novelista escribiría en uno de sus libros
que se trataba de una travesura del dios del destino.
―Maestro...
Para Violet, era uno de los
muchos maestros, pero para él no era así. Pelo rojo rebelde, gafas de montura
negra de cristales gruesos y, aunque su atuendo desprendía un aire más pulido,
su sensibilidad al frío no había cambiado.
―Violet,
así que realmente seguías en esta ciudad... Me he enterado. Crowley te está
haciendo trabajar hasta el cansancio, ¿no es así? Ah, espera un momento, no me
reconoces, ¿verdad? Te contraté hace mucho tiempo, después de todo... Soy...
―Lord
Oscar, que vive en Roswell.
Al contestarle con tanta
seguridad, los rasgos de Oscar, que ahora volvía a ser popular como dramaturgo,
se desmoronaron lentamente.
―Sí.
En algún lugar de su interior,
Óscar tenía la expectativa de que, si se trataba de Violet, ella se acordaría
de él. Ella lo hizo realidad magníficamente.
―Así
es. Soy yo, Oscar. Violet, me alegro mucho de que parezcas estar bien.
Su reencuentro fue realmente
feliz para él. Los ojos de Violet se arrugaron ante la sonrisa de Oscar.
―Has
sonreído ―susurró Oscar sorprendido.
―Esta
es la función que se llama 'sonreír'.
―No es
una broma cuando eres tú quien lo dice. Me alegro de que parezcas estar bien...
Me alegro mucho de verte.
―Sí,
yo también... Esperaba que hubiera un día en que nos viéramos de nuevo. Señor
Oscar... ―Tras una rara muestra de ligera inquietud, Violet volvió a abrir la
boca―: Su paraguas.
―¿Hm?
―Siempre
voy por ahí con el paraguas que me regaló.
―Aah...
eso me hace feliz. Gracias.
―No
soy una Auto-Memories Doll en este momento, así que no lo tengo conmigo... pero
siempre... lo llevo conmigo. Es un producto muy bueno, así que puedo usarlo sin
importar a dónde vaya.
―Sí...
es un producto muy bueno, adecuado para ti.
―Había
planeado presentarme con él la próxima vez que nos viéramos, pero...
―Eh,
espera. Accidentalmente dejé pasar un comentario... ¿Dejaste de ser una
Auto-Memories Doll? Pero, ¿por qué?
Violet miró a Leticia, que
cantaba entre una multitud. Hoy también estaba cantando. Quizá al darse cuenta
de que Violet no la había mirado, cantó mientras le lanzaba una mirada del tipo
"¿Quién es ese tipo?".
―Si
tuviera que explicarlo... me llevaría... un rato.
―Está
bien; tengo tanta curiosidad que no podría vivir de otra manera. Cuéntame.
―¿No
es una exageración...? No lo he dejado, pero necesito dinero, así que estoy
haciendo otros trabajos. Es un secreto... pero hay algo que deseo comprar, así
que acepté un trabajo adicional del compositor Lord Crowley. Lord Oscar, ¿ha
venido a ver a Lord Crowley?
―Estoy
encargando mi próximo trabajo a Crowley, así que vine a tener una reunión con
él. Cuando estaba contigo, nunca hubiera imaginado que un recluido como yo
vendría a Alfine desde Roswell... Hum, ya sabes... si quieres, ¿podemos hablar
un poco más? Quiero disculparme por haberte presentado a ese obstinado Crowley,
así que ¿qué tal una comida rápida...? Además, si me dices cuál es tu situación
en este momento, puede que haya algo en lo que pueda ayudarte... Ah, no lo digo
de forma extraña. No es eso en absoluto.
De reojo, las palabras de
Oscar debieron sonar como si estuviera cortejando a una mujer. Sin embargo, en
su corazón, sólo deseaba saborear su reencuentro con alguien a quien veía por
primera vez en mucho tiempo, que le había ayudado a cumplir una promesa a su
difunta hija. Incluso después de tanto tiempo, su sentimiento de que su hija
habría sido como ella si estuviera viva no había cambiado. Tampoco lo había
hecho el hecho de que quería que ella hubiera vivido.
―Sí;
después de todo, hoy no tengo que trabajar.
Como Violet lo aceptó de
inmediato, Óscar tuvo que calmar su pecho a base de masajes. Aunque su
personalidad no era fundamentalmente alegre, le dedicó una brillante sonrisa de
forma natural.
―Aah,
pero espera un momento. ¿Podemos ir después de que me digas el nombre de esa
chica? Mi próximo trabajo es también un guión para una obra de teatro y los
actores ya están decididos, pero vamos a crear un tema musical y venderlo.
Tiene una buena voz, así que si no pertenece ya a otro sitio, me gustaría
hacerle una propuesta.
―¿Con
"esa chica" se refiere a la que está en medio de esta multitud que
nos rodea ahora mismo?
―Sí.
Me pregunto si ya pertenece a algún grupo... No, probablemente sí...
―No
pertenece.
―¿Cómo
sabes eso, Violet?
―Lord
Oscar, ella es una cazadora de sueños, actualmente persiguiendo sus sueños.
―Violet,
¿por qué vienes a mí con tanta presión...?
―Tengo
información que es extremadamente valiosa para ambos. Por favor, espere hasta
que ella termine de cantar.
―Entendido.
Esperaré. Violet... erm, estoy feliz y todo, pero me duele mucho cuando
sostienes mi brazo de esa manera...
Por lo que se ve, Violet se
había vuelto inusualmente emotiva debido a las extrañas conexiones que podían
provocar las personas. Así que no soltó la mano de Óscar hasta que terminó de
presentarlos a él y a Leticia. Una vez terminada la canción, Violet se apresuró
a reunirlos. Leticia se quedó sorprendida cuando Violet se dirigió hacia ella
mientras iba de la mano con alguien.
--Eh, ¿es su novio?
Lo había entendido
completamente mal, pero cuando terminaron de saludarse, el malentendido se
resolvió. Y entonces, una vez más, recibió de Violet su mayor sorpresa del año.
No había nadie en Alfine que
no conociera al dramaturgo Óscar.
―Leticia,
él ve buenas perspectivas en tu canto.
―Creo
que tienes una buena voz, Leticia. ¿Está bien si te llamo Leticia?
Era un personaje tan
importante que sólo con hablarle uno se ponía a bailar. Ella había escuchado a
través de rumores que era una persona bastante temperamental, pero el que
estaba al lado de Violet parecía un hombre adulto de buen corazón.
―N-No...
No soy digna...
―Si
quieres, ¿por qué no te unes a una audición que no esté abierta al público? Soy
del personal y estoy buscando participantes individuales, pero no he encontrado
muchos. Estoy considerando recomendarte.
La cara de Leticia se
convulsionó ante los repentinos acontecimientos. Estaba feliz. Tan contenta que
no pudo evitarlo, y sin embargo le dolía el corazón, como si le estuvieran
dando una paliza. Los ruidos que entraban en sus oídos sonaban imprecisos. Se
le secó la garganta y le dolieron los ojos de tanto abrirlos.
―¿Qué
puedes cantar? ¿También puedes usar una voz más aguda? ¿O te especializas en un
tono más bajo?
Violet parecía inusualmente
feliz. Leticia tenía que agradecerle el haber propiciado este encuentro. Sin
embargo, no le salió la voz.
―Leticia
es buena en todo.
-No digas eso. No lo soy. Es
decir, aún no...
Después de todo, Leticia...
―Bueno,
¿qué te parece, Leticia?
...seguía siendo una
"dama".
-Ah.
Fue entonces cuando Leticia se
dio cuenta. Lo entendió. Seguramente, se había conformado una vez más.
Había llegado a esta ciudad
persiguiendo sus sueños. Sabía cómo era la realidad, pero había hecho lo
posible por no ceder ante ella. Pero el sentimiento de querer volver algún día
a su ciudad natal existía en algún lugar dentro de ella.
Al fin y al cabo, si sus
sueños se hicieran realidad y se convirtiera en alguien con otro nombre que no
fuera "dama"...
--...ya no podría culpar a
nadie de nada.
De repente, el rostro de su
prometido cruzó su mente.
Hasta ahora, le había guardado
cierto rencor a su prometido por haberla herido. Pero, ¿hasta qué punto había
sido mimada por él para que esas palabras aparecieran en su mente?
-Esta es mi vida.
En el momento en que los
engranajes empezaron a girar, se asustó y sintió ganas de tirarlo todo por la
borda. Porque huir era definitivamente más fácil. Abandonar era sencillo y
afrontarlo era un problema. Dependiendo de cada persona, tomar decisiones podía
ser una gran carga. Y era precisamente en momentos como estos cuando el trauma
de la persona la atacaba sin piedad.
"Alguien como tú nunca
podrá ser nada".
―Lo
siento, pero la carga es demasiado pesada para mí ―Antes de darse cuenta,
Leticia había soltado unas palabras que contradecían por completo sus
sentimientos.
Después de eso, su memoria se
cortó. Si no se equivocaba, tenía la impresión de haber recorrido el camino de
vuelta a casa. Violet la había llamado innumerables veces desde atrás, pero
ella no se volteó.
Al recordar lo que había
hecho, a Leticia le ardió la cara de vergüenza y luego palideció.
-Tengo que disculparme.
Con Violet y con Oscar. Con
los dos. Intentaron hacerle un favor y, sin embargo, fue grosera con ellos.
Se levantó frenéticamente,
pero sus piernas no tenían fuerza, por lo que se cayó en su habitación. Pudo
confirmar que estaba en su habitación, pero Violet no estaba allí.
Se puso un abrigo y, al salir
al pasillo exterior del complejo de apartamentos, se topó con una compañera de
residencia. Era ya de noche y estaba a punto de salir a ganar dinero en el
mundo de la noche.
―Ah,
dama.
Como siempre, se refirió a
ella como "dama". Aunque hubiera podido llegar a ser alguien, lo
había desechado ella sola. A pesar de que le había hablado tanto a Violet sobre
cómo eran los cazadores de sueños, cuando se le presentó la oportunidad, huyó.
Al final, hasta ahí podía
llegar. De todos modos, ella no podía ser nada.
―Por
fin te despertaste... Menos mal. Ya es hora de que vayas a trabajar. Ya sabes,
esa chica rubia que ha estado viviendo contigo últimamente.
―¿Violet...?
―Sí,
ella. Dijo que si te despertabas, te quedaras en casa y no fueras a buscarla.
Silencio.
―Ella
iba a trabajar en tu lugar, dijo. Además, espera un poco... ¡Oscar!
Este era el enésimo suceso que
la tenía atónita hoy. El que la residente había llamado desde el piso de abajo
no era otro que la misma persona a la que Leticia había abandonado.
―¡Leticia
se despertó! ¡Ven aquí!
Oscar levantó una mano, subiendo
las escaleras. Leticia estaba más asustada que sorprendida.
―Eh,
¡¿cómo?!
―¿Te
refieres a Óscar? No sé. Lo conocí hace poco. Le molestó entrar en la
habitación de una chica sin permiso, así que me dijo que le llamara cuando te
despertaras. Lo acepté y le dije que estaría bien, mientras tanto que fumara.
Es todo un caballero, ¿verdad? ¿Es normal esperar fuera aunque no estuviera
fumando? Violet dijo que te desmayaste después de volver a casa, así que...
¿pasó algo importante?
Silencio.
―Está
bien si no quieres decírmelo, pero ve a darles las gracias ―Diciendo esto, la
mujer anunció que se dirigía al trabajo, sus tacones chasqueando mientras se
despedía con elegancia.
Dejada atrás, Leticia se
enfrentó a Oscar, que se encogió de hombros, con aspecto de tener frío. Tenía
que decir algo. O eso pensó, pero no fue capaz de sacar las palabras.
―Leticia.
―¡Si!
―Su voz salió alterada.
--No puedo soportar más esto.
Soy una idiota patética. Quiero morir aquí mismo.
Manteniendo la distancia con
Leticia, que parecía que iba a llorar, Óscar habló:
―Yo
soy sensible al frío; ¿y tú?
―¿E-Eh...?
―Además,
mi comida favorita es la sopa. Porque es fácil de hacer.
Oscar había comenzado a hablar
con profusión sobre sí mismo de repente. En general, esta información no era
gran cosa. Después de escucharlo todo, ella pudo entender que era un artista
que vivía una vida un tanto descuidada.
―También...
También, es cierto. Me esfuerzo por utilizar el resto de mi vida... para crear
obras que hagan feliz a mi difunta familia. Supongo que eso es todo... Ahora
háblame de ti.
―¿Sobre
mí?
―Sí.
Sólo para decirlo, no me rendiré sólo por lo que pasó. Los artistas como tú
suelen ser demasiado delicados, difíciles de manejar, engreídos, ignorantes de
todo lo que no sea lo que les gusta, y tratan de desafiarse a sí mismos aunque
sean cobardes. Eso me incluye a mí. Así que no es que seas la primera persona
que huye de mí después de que le haga una invitación.
―¿Es...
así?
Qué extraño. ¿Era porque le
había hablado de su propia naturaleza? Aunque sólo un poco, el miedo que había
sentido al conocerlo por primera vez se estaba desvaneciendo. Parecía una
estupidez por su parte, pero por fin podía verlo como un ser humano de carne y
hueso.
―Primero,
quiero que sepas que no doy miedo. Y luego, si es necesario, también puedo
explicárselo todo a tus padres, y si estás insegura, incluso puedo seguir
diciéndote que no pasa nada hasta que dejes de estarlo.
Silencio.
―Verás,
los bichos raros como nosotros que persiguen sus sueños pueden ser una vergüenza,
pero ¿no quieres mostrar a la gente cosas que sólo los que son como nosotros
pueden hacer, y entretenerlos hasta altas horas de la noche?
―¿Violet...
le dijo algo?
―No,
no lo hizo. Pero tú eres el arquetipo.
Silencio.
―Eres
una cazadora de sueños común y corriente, y también el tipo de chica que sale
corriendo cuando se asusta.
Silencio.
―Pero
tu forma de cantar es increíble.
En ese momento, esas palabras
hicieron pensar a Leticia Aster.
--No quiero esto. Realmente
quiero perseguir mis sueños. No quiero huir.
Que no quería seguir siendo
una "dama".
-Tengo miedo. Mi etiqueta de
nunca decidir mi vida por mí misma está llegando a mí ahora. Pero... Pero...
esta persona alabó mi forma de cantar.
Ella misma pensó que era un
tipo tan simple. Un irresponsable y alarmante, también.
Sin embargo, él le había dado
valor.
Este novelista también era un
cazador de sueños. Aunque era un adulto consumado, se creía una persona que
daba vergüenza.
―¿De
verdad está de acuerdo en elegirme? ―Las palabras salieron bien al fin―. Yo,
hum, nunca... he tenido un historial decente hasta ahora.
―Ese
es el tipo de gente que busco esta vez, así que está bien. También planeo pulir
no a la gente famosa, sino a las joyas como tú, que aún están mezcladas entre
la multitud.
―¿Cómo
debo vestirme para ir? ¿Hay algo que deba tener? Como por ejemplo, ¿algo que
deba hacer ahora mismo?
―Nada.
Ve a ponerte un conjunto que te guste. Sólo por si acaso, tenemos que comprobar
si se verá bien en el escenario, así que un vestido sería lo mejor, pero si no
tienes uno, entonces tu ropa habitual servirá.
―¿Por
qué me eligió a mí? ¿Porque soy conocida de Violet?
―Lo
tienes en el orden equivocado. Encontré a Violet mientras te observaba. Luego
descubrí que se conocían, así que... bueno, puede que acabe favoreciéndote,
pero no soy el único que decide. Quiero que afrontes esto sin expectativas ni
entusiasmo.
―De
acuerdo.
―Pero
tengo algunas expectativas en ti.
―Sí...
Muchas gracias. Siento haberme escapado...
―Te lo
dije, ¿no? Estoy acostumbrado. Pero esa sensibilidad tuya es probablemente...
algo necesario para gente como tú, que sube al escenario...
Esa noche, cuando Violet
volvió a casa, Leticia la recibió con un abrazo y una disculpa.
―Violet-Violet,
tengo algunas cosas que quiero... contarte.
―Yo
también.
―
¿Sabes? Acabo de tener un punto de inflexión en mi vida.
―Hablemos
de ello en el orden de los acontecimientos.
El reencuentro con Oscar se
había convertido en un punto de inflexión también para Violet.
Al conocer sus circunstancias,
Óscar le había ofrecido ayuda económica. Como Violet se había negado, le pidió
que la tomara como anticipo de un trabajo de escritora fantasma. Sería para
escribir nombres y direcciones en las respuestas a las cartas de los fans. Al
parecer, las había traído consigo, con la intención de trabajar en ello siempre
que tuviera tiempo libre durante su estancia en la ciudad. Como terminó el
trabajo en menos de treinta minutos, se mire como se mire, su pago estaba muy
por encima de la cantidad apropiada.
―No
puedo aceptarlo.
―La
obra que hice contigo como protagonista fue un éxito y desde entonces no me he
quedado sin trabajo. Déjame hacer al menos esto por ti.
―No
puedo aceptarlo.
―Algún
día, cuando te contrate para que vuelvas a ser mi escritora fantasma... Cuando
llegue ese momento, podrás cocinar para mí. Me enteré después, pero parece que
eso no es parte del trabajo de una Auto-Memories Doll.
―Fue
porque usted era una persona tan problemática, Maestro...
―Dame
otra vez una alegría con eso... Violet Evergarden.
Inesperadamente, Violet pudo
ganar más que suficiente para cubrir sus gastos de viaje para volver a casa.
Los encuentros entre personas
podían provocar giros bastante importantes y, en un abrir y cerrar de ojos,
crear algo que podría considerarse de un siglo de duración. Esta vez, lo que
había ocurrido en la vida de cada individuo era un pequeño cambio, pero si no
estuvieran haciendo esfuerzos para vivir sus vidas, nada de eso habría
ocurrido.
Y si algo estaba empezando,
también significaba que otra cosa estaba llegando a su fin.
Tanto para Violet como para
Leticia se habían resuelto varios asuntos. Ya no tenían una razón para estar
juntas.
Al enterarse de que Violet se
iba a ir a la mañana siguiente, Leticia no tuvo ningún tipo de reacción
desproporcionada. Como de alguna manera ya se había dado cuenta, parecía que
iba a ser consciente de que tenían que separarse, y si lo hacía, sentía que iba
a empezar a berrear, cosa que le daba miedo hacer.
―Violet,
lo siento mucho.
―Ya lo
has dicho varias veces.
―Pero
quiero decirlo muchas veces más. Siento haber huido cuando hiciste tanto por mí
hoy. Estaba... aterrorizada... Aunque aspiraba a ello, fui lo suficientemente
estúpida como para acobardarme y huir, ¿eh?
―Yo
también estoy huyendo de la persona que me gusta... a pesar de que hace tanto
por mí... soy estúpida.
―¡Violet,
no eres estúpida! ¡Yo soy la estúpida! Lo siento...
Ese día, Leticia tenía que
tomar muchas decisiones. La última decisión había llegado ahora. O bien ofrecer
pacíficamente la posibilidad de separarse de Violet o bien intentar decir lo
que tenía en mente.
En realidad, desde la primera
noche que pasaron juntas después de conocerse, había algo que ella siempre
había deseado. Era sólo una fantasía, pero abrazar un sueño no era un crimen.
Por eso, en su última merienda nocturna, Leticia se decidió y lo dijo.
―Oye,
¿sabes?... Violet, si te parece bien... ¿qué tal si vivimos juntas para
siempre? ―preguntó, a pesar de saber que nunca se haría realidad―. Si aún no te
vas a casar con él... tal vez podrías trabajar como Auto-Memories Doll aquí o
algo así... Así es... si somos nosotras dos, ¿no crees que podríamos
divertirnos haciendo eso? Creo que definitivamente podríamos seguir llevándonos
bien incluso cuando nos convirtamos en señoras mayores. ¿Qué te parece, Violet?
Era imposible que algo así se
hiciera realidad. Aun así, ella quería intentar decirlo. También tenía el deseo
de demostrar que le gustaba Violet hasta ese punto.
―No ―Violet
negó con la cabeza.
Por supuesto. Tenía una ciudad
natal, alguien de quien estaba enamorada y un trabajo que hacer. ¿Por qué
Leticia le había hablado de tal deseo, a pesar de saber que no había nada que
hacer?
A pesar de todo, como si se
aferrara patéticamente a ella, Leticia continuó:
―Yo-yo-yo
realmente...
Por alguna razón, no podía
expresarlo adecuadamente con palabras. Aunque había tantas cosas que quería
agradecer a Violet.
-Violet.
―Estaría
bien vivir en esta pequeña habitación contigo por siempre y para siempre.
-Gracias.
―Me
gustas...
-Gracias por salvarme desde el
principio, incluso cuando no hice más que pedirte que me ayudaras.
―...hasta
el punto de pensar que sería bueno que eso sucediera.
-Y por no reírte de mí cuando
te conté mis sueños.
―Violet,
me gustas.
-Gracias por apoyar mi sueño y
atar mi destino a él. Gracias también por estar conmigo en este momento.
―Me he
enamorado de ti.
En la oscuridad de la noche,
Leticia le había contado a Violet sus sueños. Violet le había dado un empujón
en la espalda, afirmando que no era una vergüenza.
―Lo
sé. Aunque digas eso, una vez que te separes de mí, seguro que te limpias las
lágrimas y comienzas tu batalla.
¿No era suficiente? Leticia
quería pensar que sí.
Estaba acostumbrada a ser una
buena chica. No quería vomitar ningún egoísmo.
―Esa
es la clase de persona que eres. Eres incapaz de dejar de perseguir tus sueños.
No importa cuánto te pisoteen o ridiculicen, sigues persiguiéndolos. En eso
consisten los cazadores de sueños, ¿no?
―Pero,
Violet.
No debe decirlo.
―Violet,
tengo miedo.
No debía decirlo, pero no pudo
evitarlo. Estaba tan, tan aterrorizada por el futuro, que había empezado a
moverse bruscamente, y no pudo contenerse.
--Sigo queriendo ser una
"dama". Pero a la vez no. Quiero ver el futuro que viene. Pero tengo
miedo de esculpirlo yo misma.
Todas estas cosas eran
ciertas, y por eso mismo estaba asustada hasta el punto de temblar.
―Por
favor, enséñamelo. Por favor, asegúrate de mostrarme el sueño del que me
hablaste en esta habitación.
Sin poder evitarlo, Leticia se
aferró al regazo de Violet, como si se precipitara en él.
Qué miserable y vergonzoso era
el acto de aferrarse a alguien. Sin embargo, era precisamente porque esa
persona la hacía así que Leticia quería aferrarse a ella, aunque la apartaran.
―Violet...
no sé... si puedo hacerlo ―le dijo a Violet mientras se le escapaban los
sollozos.
―No,
tú eres alguien capaz de luchar, Leticia.
―¿Por
qué piensas eso...? No soy nada especial.
―Estás
en el camino de convertirte en especial. Está bien que tengas miedo. Pero no
dejes de luchar.
―Sí...
haré lo que pueda; lucharé...
―Sí,
por favor... no pierdas.
―No lo
haré... Violet... ¿Sabes?, está bien aunque sea de lejos. Mírame...
--Estoy usando a esta persona
como un reemplazo de alguien.
Un reemplazo ya sea de su
madre, de su padre, o de quien se suponía que debía sustentar su vida.
Aun así, Violet prestó su
regazo a Leticia. Después de hoy, se le pasaría esta amabilidad. Por lo tanto,
Leticia lloró, lloró y lloró, jurando no huir.
Al día siguiente, cuando
Leticia se despertó, encontró una carta encima de una gran caja.
Prácticamente se habían
despedido el día anterior, pero pensar que se iría sin decir nada... o eso
había pensado Leticia en soledad, pero una vez que leyó la carta, este
sentimiento se reconfortó.
La carta decía:
Para Leticia.
Esto es un regalo. Últimamente
me he convertido en un ser humano. Por eso, me pareció que sería difícil
separarme de ti y que acabaría llorando. Por favor, perdóname por despedirme a
través de una carta.
Violet Evergarden
Leticia no entendía muy bien
lo que decía, pero si precisamente Violet había huido por no querer llorar, eso
era lo querida que le era Leticia. El hecho de que Leticia consiguiera sentirse
tan tranquila era un misterio tan grande que no podía soportarlo. Ya no podía
ver a Violet. Sin embargo, por alguna razón, tenía el presentimiento de que
volverían a encontrarse y no podía evitarlo. Creía que Violet era el tipo de
persona que cumplía sus promesas. Le había pedido a Leticia que se lo
"demostrara".
"Alguien como tú nunca
podrá ser nada".
Si Leticia realmente llegaba a
ser capaz de "mostrarse" como cantante ante Violet, si lograba
convertirse en alguien, tenía la sensación de que Violet definitivamente
vendría a verla.
Después de volver a meter la
carta en el sobre con delicadeza, puso los ojos en la enorme caja. El sonido de
una cinta desatada suavemente resonó en la habitación, en la que brillaba la
luz del sol matutino de un día de invierno. Dentro de la caja de recuerdos
abierta había un vestido blanco. Era el vestido que habían visto en aquel
escaparate. El que ella había renunciado a comprar, por ser demasiado caro.
¿Había algo más alentador que
esto? Esa chica le había dicho que luchara. Y para su regalo de despedida,
había elegido un atuendo de batalla que le permitiría a Leticia actuar
adecuadamente como una flor que se abre paso en este mundo.
¿No había utilizado la mayor
parte del dinero que había ganado trabajando en esto? Era fácil imaginarse a
una Violet hambrienta teniendo sólo el dinero suficiente para el viaje de
vuelta a casa.
―Tengo
que asegurarme de enseñárselo, supongo...
No importa lo que pueda pasar,
los cazadores persiguen sus sueños. Aunque estuvieran solos, aunque dichos
sueños no pudieran hacerse realidad, tenían que luchar y luchar, seguir
adelante sin rendirse.
Poniéndose el vestido mientras
lloraba, Leticia hizo un juramento. Que ésta sería su última vez llorando hasta
que su sueño se hiciera realidad.
El escenario disperso acabó
convergiendo en un solo lugar.
Después de balancearse dentro
del coche de Benedict, cambiar de tren y llegar a Alfine, Gilbert hizo una
visita a la casa del comerciante con el que Hodgins se había relacionado y que
éste le había señalado. La retransmisión de la línea telefónica había ido bien
al parecer, puesto que la información ya había sido transmitida a la tienda del
comerciante, y así Gilbert pudo averiguar que alguien que se parecía a Violet
estaba trabajando en la ciudad, con un individuo que vivía en la dirección
remitida de cierta partida postal.
En primer lugar, se inclinó
por pensar que era razonable ir a dicha dirección, pero desgraciadamente, no
había nadie. A esa hora, la dueña de la residencia, Leticia Aster, estaba
haciendo una audición.
Sin más remedio, Gilbert
acudió a los lugares en los que Violet había trabajado, como si siguiera sus
pasos. Recorrió deteniéndose en muchos lugares, como un restaurante donde la
gente se afanaba en poner las mesas, la casa de un millonario que tenía perros
enormes y una taberna con un pequeño teatro que prodigaba sueños nocturnos,
pero le dijeron que "la chica dijo que iba a dejar la ciudad pronto".
--Un paso tarde, ¿eh?
Se desesperó, se fue de una
tierra del norte a Leidenschaftlich y emprendió un gran viaje desde allí. El
intento de Hodgins de detenerlo por ser un insensato se le estaba metiendo
ahora en el cuerpo.
Todo estaba bien. Todo estaba
bien mientras ella estuviera a salvo. No pudo hacer otra cosa que pensar esto y
sonreír con desprecio hacia sí mismo.
Desde el punto de vista de
otra persona, sus acciones serían ridiculizadas como un desperdicio. En
realidad lo eran. Gilbert también pensaría lo mismo de un extraño. Sin embargo,
no pudo contenerse.
Desde el momento en que
conoció a Violet. Desde el momento en que ella dijo "Mayor" por
primera vez. Desde el momento en que le dijo que la amaba. Desde el momento en
que le pidió perdón, pidiendo estar a su lado. Gilbert había ido cambiando poco
a poco, ya alejado de su infancia, en la que sólo vivía por su apellido como
Gilbert Bougainvillea.
Una sola chica fue capaz de
cambiar tanto a un hombre. Y lo mismo ocurría con Gilbert. Un solo joven fue
capaz de transformar a una bestia salvaje en una chica.
Sin embargo, como no podían
validar la grandeza de tales acciones entre ellos, el otro parecía ser siempre
el único deslumbrante. Apreciaban demasiado al otro y se encontraban pensando
que sería mejor que no estuvieran cerca.
Sin embargo, como era de
esperar, querían estar juntos.
No era nada especial: eran
emociones comunes por las que pasaban las parejas de todo el mundo desde un
pasado lejano. Uno se acostumbraba a ello cuando lo experimentaba varias veces.
Para ambos era la primera vez, y por eso mismo les dolía.
Mientras miraba el bullicio de
la multitud, Gilbert se preguntó si debía volver a casa. Si Violet no estaba en
la ciudad, entonces él ya no tenía nada que hacer en ella. Si volvía ahora, tal
vez podría ver a Violet en Leidenschaftlich, aunque sólo fuera un rato.
Si, por casualidad, lograba
verla, le pediría disculpas por haberla hecho sentir insegura. Y si ella lo
aceptaba, entonces esta vez debían hablar de lo que harían los dos a partir de
ahora. Hasta que ambos se convencieran de que todo iba a salir bien, aunque
estuvieran separados.
Pensando hasta ese punto,
Gilbert se dio cuenta de repente de un sonido que se acercaba a él. Era un
sonido que había escuchado innumerables veces. Desde que se habían reunido,
cada vez que se encontraban, sonreía al oír ese sonido.
El chasquido de las botas.
Unos pasos característicamente regulados, que dejaban entrever su personalidad
estoica. Esto, y una palabra que muy probablemente no dejaría de escuchar, sin
importar dónde estuviera o a dónde hubiera ido.
―Mayor.
La primera palabra que ella le
dijo. Una palabra mágica que hacía crecer su afecto sólo cuando era ella quien
la decía, aunque fuera un mero título y no le conviniera ahora que se había
convertido en coronel.
A Gilbert se le cortó la
respiración al darse la vuelta.
Unas cintas de color rojo
oscuro que se balanceaban. Una chaqueta azul prusiano sobre un vestido blanco
como la nieve con cintas. Unas botas largas de color marrón cacao y una maleta
con ruedas. Y brillando en su pecho estaba el broche de esmeralda que los unía.
Ya no era una niña soldado, ya
no era sólo "Violet". Ni su herramienta ni una bestia salvaje. Era
una mujer joven, que ahora vivía como una Auto-Memories Doll.
Violet Evergarden extendió una
mano hacia Gilbert.
―Violet.
―Mayor.
Tal vez sorprendida de que se
hubiera dado la vuelta de repente, Violet retrajo la mano estirada hacia su
pecho y la dejó caer. Gilbert no dejó escapar la mano que no intentaría
dirigirse hacia su dirección una vez más. La agarró de la muñeca y tiró de
ella.
―Ma...
yo... r...
Él puso la otra mano en su
mejilla, mirándola de cerca. Sus ojos azules, su pelo dorado y sus rasgos
faciales torneados eran como los de una muñeca. Era su Violet, hasta la médula.
―Violet,
¿eres tú...?
A pesar de lo incomprensible
de la pregunta, Violet respondió con seriedad:
―Sí,
soy yo, Mayor.
Tal vez incapaz de soportar su
mirada a tan corta distancia, sus mejillas comenzaron a sonrojarse.
Gilbert exhaló profundamente,
abrazando a Violet, como si quisiera arrojarla a sus brazos. Fue un abrazo un
poco brusco para un caballero como él, pero le transmitió a Violet lo mucho que
había anhelado un reencuentro.
―Hum,
me preguntaba si era una coincidencia, pero ¿podría ser que me estuviera
buscando...? Hasta hace un rato, me estaba despidiendo de las personas bajo
cuyo cuidado he estado en esta ciudad...
―He
estado buscándote. Probablemente no hay un solo día en que no te busque, pero...
aparte de eso, realmente te estaba buscando.
―Mayor,
¿no estaba usted en una base militar en el norte...?
―Me
tomé una licencia. Porque no hubo respuesta de tu parte.
Violet intentó, de alguna
manera, mover la cabeza de su posición inmóvil y mirar la cara de Gilbert, pero
no pudo hacerlo ya que su gran cuerpo la abrazaba sin ninguna apertura.
Él ya la había abrazado una
vez. Cuando se reencontraron por primera vez. Entonces se alegraron de verse,
lloraron y se aferraron mutuamente, pero eso fue todo. Era la primera vez que
la abrazaban así.
―Ma...
yor... ―Sin saber qué hacer mientras su pareja de más edad la abrazaba y no
mostraba signos de soltarla, su voz se volvió aguda. Casi como si fuera una
joven doncella―. ¿Esperaba una respuesta mía...?
Sus mejillas estaban
calientes. Estaban teñidas de rojo.
―Fue
mientras estabas en un largo viaje de negocios aquí. No es de extrañar que no
recibieras mi carta... Me puse al corriente de la situación, pero no importaba,
quería resolver el malentendido que tenías... así que acabé viniendo hasta
aquí.
Violet preguntó temerosa:
―¿Le
dolió mi carta, mayor?
―Esa
es mi frase.
―No me
ha hecho daño, mayor.
Esas palabras atravesaron el
pecho de Gilbert.
¿Por qué esta chica nunca
dudaba de él? Si al menos ella lo reprendiera en momentos como éste, él se
habría sentido mejor. Como ella no era el tipo de persona que lo hacía, era
terriblemente doloroso para él.
―No...
―Gilbert por fin soltó lentamente el cuerpo de Violet y la miró a la cara―. Sí
te he hecho daño, Violet.
A Violet se le cortó la
respiración. Después de todo, la gema esmeralda que brillaba en el rostro que
ella miraba estaba húmeda, con la tristeza profundamente grabada en sus rasgos.
Mirar esos iris hizo que las
funciones de Violet se detuvieran. No había forma de evitarlo. No pudo
evitarlo. Era algo automático.
―Violet,
nunca pensé que fueras una vergüenza.
Esa piedra preciosa había sido
"hermosa" desde que se habían conocido. Nunca dejó de fascinarla.
―No
puedo vivir sin ti.
Por mucho que la gente le
criticara o juzgara, era incapaz de rendirse.
―No
quiero nada más que a ti.
La persiguió y la persiguió.
―Por
favor. No intentes dejarme.
Perseguía, perseguía,
perseguía y perseguía.
La mirada de la persona que
más amaba, a la que por fin se le permitía estar a su lado. Su afecto era
imparable. No podía detenerlo. Al parecer, el "defecto" de Violet ya
no tenía arreglo. Seguramente, no se arreglaría por el resto de su vida.
―Mayor-Mayor-Mayor,
yo...
Por fin pudo darse cuenta.
Violet Evergarden fue completada por Gilbert Bougainvillea. El amor había
cambiado tanto a la bestia salvaje. El enamoramiento había convertido a una
muñeca en un ser humano. Por lo tanto, la bestia salvaje se enfrentó a su
señor, cuyos ojos como piedras preciosas brillaban con la alegría, la tristeza
y la belleza de toda una vida -la única, más insustituible que cualquier otra
cosa para ella-, y rugió.
―Mayor,
lo amo. No me iré de su lado mientras viva.
"¿Qué es el 'amor'?"
Por alguna razón, su antiguo
yo parecía superponerse al actual a los ojos de Gilbert. Desde el momento en
que le dijo que no había entendido su confesión. Sin embargo, esta chica ahora
había crecido y le declaraba su amor, casi como para protegerlo.
Las lágrimas brotaron como una
lluvia de su ojo esmeralda.
Esta vez, Violet extendió
correctamente una mano hacia Gilbert. Alargó la mano y le acarició la mejilla a
través del guante. Su mano artificial chirrió.
¿Cuánto mejor sería si su
palma fuera más suave? A pesar de que su mano estaba acariciando a su amado que
lloraba, era demasiado maldita. Era excesivamente fría y dura.
―Con
estas manos, Mayor, lo protegeré.
Sin embargo, esos brazos eran
fuertes. Le daban la suficiente confianza para afirmar que iba a protegerlo.
Intentando hacer algo él mismo
con las lágrimas que se desbordaban, Gilbert apretó las comisuras de sus ojos
mientras hablaba:
―Violet.
―Sí.
―No
tienes que protegerme.
―No,
lo haré.
―Te
equivocas. Soy yo quien va a protegerte.
―No me
equivoco. Yo lo protegeré. Me jugaré la vida para protegerlo.
Cada vez que el obstinado dúo
se oponía, ninguno de los dos daba un paso atrás, pero Violet solía ser la
ganadora. Eso podría ser la debilidad de haberse enamorado primero. O, tal vez,
debido a que ella era tan dócil, él se sobresaltaba cada vez que se le acercaba
con demasiada fuerza.
―Violet...
―Mayor...
Ahora mismo, lo entendí. No importa lo que sea, no importa cuántas críticas
tenga que soportar, mientras usted me quiera, eso es suficiente.
Y así, Violet Evergarden lo
dijo. La frase que ella le había dicho en el pasado.
―Lo
protegeré ―susurró de la misma manera, pero con un nivel diferente de calidez―.
Por favor, no lo dude nunca. Soy suya ―declaró con la calidez del amor―. Mayor,
lo amo.
Ella lo protegería. Eso era
todo lo que tenía en mente.
Gilbert dijo un poco aturdido:
―Tengo
la sensación de que es la primera vez que... me dices esto con propiedad.
En realidad él estaba en
shock. Ella le había dicho cosas similares antes, pero una confesión de amor
nunca había salido de su boca tan directamente.
-Por fin.
Gilbert se dio cuenta de que
algo -una emoción indescriptible- se apoderaba de él desde el interior de su
pecho.
-Por fin parece que nos hemos
convertido en una pareja normal.
Pensándolo bien, los dos
siempre habían estado en una calle de un solo sentido, o bien a espaldas del
otro o bien buscando su espalda. Gracias a que ambos se dijeron "te
amo", por fin los dos estaban en el mismo lugar.
Violet se disculpó
profundamente.
―Lo
siento mucho. Ya aprendí a decirlo. Puedo decirlo tantas veces como sea
necesario.
Su actitud prácticamente
decía: "Por favor, ordéneme hacerlo". Probablemente aún tardaría
algún tiempo en cambiar esa parte de ella.
Fijando en Violet una mirada
amable que sólo le mostraba a ella, Gilbert susurró:
―Puede
que mi corazón no sea capaz de soportarlo, así que necesito algo de práctica.
―¿Su corazón,
Mayor...?
―Eso
era una broma. Mi corazón está realmente bien.
―Qué
alivio.
―Violet...
¿entiendes... que te amo?
―Sí,
Mayor, me ama.
―¿Y
que te amo más que nada?
―Yo
también, Mayor... lo amo más que nada.
―Lo
siento. ¿Te he obligado a decir eso?
―No.
Pero como usted dijo, Mayor... seguramente... mi corazón no es capaz de
soportarlo... Hum, cuando me mira así... las palabras se me escapan de golpe...
―A mí
también me pasa.
―¿Usted
también es así, Mayor?
―Sí.
Todo lo que tenía que ver con
ella era insoportablemente querido por Gilbert. Mirarla le hacía sonreír.
Derramó lágrimas al hacerlo, pero Violet extendió una mano y las enjugó.
Mientras lo hacía, derramó sus propias lágrimas.
―Somos
defectuosos, Mayor.
―Las
lágrimas no son un defecto. Está bien llorar, Violet.
―De
acuerdo.
Los dos unieron sus manos de
forma natural. Y, acompasando el paso del otro, comenzaron a caminar
Una chica cuyos brazos eran
prótesis. Un hombre que tenía un brazo protésico y había perdido un ojo. Eran
un dúo peculiar. Sin embargo, una vez que se mezclaron con la multitud, nada de
eso importó. Podían ir a cualquier parte. No importaba que los demás los
juzgaran. Aunque nunca recibieran la aprobación.
Violet le dijo a la persona
que más quería con una voz ligeramente ansiosa:
―Mayor,
aunque... no nos hemos visto, el número de cosas que tengo que informar ha
aumentado.
―Ah...
por supuesto, cuéntame muchas cosas. Espero con ansias tus aventuras.
―Sí.
Esta vez, aprendí sobre los sueños de un cazador de sueños.
―¿Un
"cazador de sueños"?
―Sí.
Alguien que tiene sueños. Yo también, Mayor... tengo muchos lugares a los que
me gustaría ir con usted.
―Vayamos,
uno por uno.
―¿Podemos?
―Dijiste
que te jugarías la vida para protegerme hace un rato, ¿verdad? Soy el mayor (en
edad)... así que antes de que tenga que usar un bastón, hagámoslo. Está bien,
Violet. Tenemos tiempo...
―Mayor,
¿tiene algún sueño?
―Nadie
me lo ha preguntado, pero lo tengo.
―¿Puedo
preguntar cuál es ese sueño?
―Probablemente
no pueda decírselo a nadie más que a ti.
Cuando Violet preguntó:
―¿Qué
puede ser?
Gilbert respondió:
―Es
algo bastante común, pero quiero tener mi propia familia.
―Mayor,
¿estaría bien... si fuera con alguien como yo?
La pregunta hizo que la visión
del ojo esmeralda de Gilbert se nublara una vez más.
--¿Por qué eres así?
Su querida Auto-Memories Doll
siempre decía las palabras justas para hacer palpitar su corazón.
La fuerza con la que Gilbert
se aferró firmemente a la mano de Violet aumentó.
―Sólo
puedes ser tú, Violet.
Sería fácil responder con eso.
Hacía tiempo que había dejado de ocultar su amor por ella. Probablemente podría
decirlo con la misma facilidad que respirar, pero esta vez, el peso de esa
frase era diferente al de antes. Era un juramento que unía su vida a la de él.
Si iba a decirlo, quería
hacerlo después de tomar las medidas adecuadas, pensó Gilbert.
―Violet.
Había algo que siempre se
había resistido a hacer. Para una pareja normal, dicha acción era una muestra
ordinaria de amor. Era la primera vez para ellos dos, así que si iba a hacerlo,
tenía que ser ahora.
Extrañamente, Gilbert no
estaba demasiado nervioso. Estaba lleno de felicidad, hasta el punto de que ya
nada le asustaba. También era consciente de que ella no lo rechazaría.
Ahora se daba cuenta de ello.
Era sólo su mujer.
Por lo tanto, las piernas de
Gilbert se detuvieron. De repente cambió de dirección hacia Violet, que le
miraba desconcertada.
En medio de la multitud, la
besó de una manera que podría considerarse un asesinato.
―Ma...
yor...
Cuando sus rostros se
separaron, apareció la figura de su amado, tan adorablemente desorientado.
―Ma-yor...
hum, yo... hum...
―Lo
siento ―dijo Gilbert sin reparos.
―No...
hum... Está bien, hum... yo... uh... ―Violet se tambaleaba conmocionada―. Usted
es... el objeto... de mis afectos, Mayor... Por lo tanto, está bien... sí...
Sus mejillas estaban rojas.
Sus ojos eran un mar de ligeras lágrimas. El único en el mundo que podía
cambiar tanto a Violet Evergarden era Gilbert Bougainvillea.
--Estoy seguro de haber nacido
para este momento.
Gilbert ya no tenía miedo de
nada. La soledad que arrastraba desde su infancia había desaparecido. Por lo
tanto, también fue capaz de cambiar finalmente de herramienta a humano,
sonriendo como un niño.
Violet Evergarden fue quien lo
convirtió en persona.
―Violet,
eres la única para mí. ¿Puedes jurarme... que no me dejarás por el resto de
nuestras vidas?
Si estuvieran juntos,
definitivamente podrían vivir en cualquier lugar.
Bueno, las secuelas de la
historia llegan hasta este punto.
Gilbert y Violet. Ninguno de
los problemas que les rodean a él y a ella se ha resuelto todavía. Tampoco hay
un futuro claramente decidido sobre lo que les ocurrirá. Sin embargo, las
personas que han visto la historia de estos dos a través de ella podrían haber
imaginado un desenlace para la misma.
Intentemos imaginarlo un poco.
No es tan difícil. Las voces,
los olores, los colores y los movimientos transmiten las palabras. Por
supuesto, intenta desplegar las alas de tu imaginación. Imagínatelos en un lugar
tranquilo. Sólo ellos dos, en un bosque de flores y árboles de colores.
No, hagamos una corrección.
Esto seguramente nunca se
permitiría. Su mutuo benefactor de pelo carmesí nunca lo permitiría. Las
personas invitadas a ello serían inequívocamente sólo las que les hubieran dado
su bendición a él y a ella después de haber superado sus dificultades. Entre
dichas personas, habría un joven de pelo dorado similar al de ella. Así como
una mujer morena y hermosa. Y una chica de ojos heterocromáticos.
Ahora, despliega tus alas una
vez más. Reimagínalo.
Un futuro en el que los
bosques se llenan de risas. Los faroles iluminan el atardecer. Dentro de la
suave luz, envueltos en el fragante aroma de las violetas, un novio, vestido
con el atuendo ceremonial del ejército de Leidenschaftlich, y una novia, con un
vestido de novia especialmente confeccionado por el presidente de su empresa
postal, se prometen tranquilamente su amor. Este desenlace seguramente existe
en alguna parte.
Pasó de ser una bestia salvaje
a una chica. Y de chica a ser un ser humano que conoció el amor.
La historia de esta chica
finalmente termina aquí.
¿Hay alguna tristeza en eso?
Una vez que comienza, toda historia llega a su fin.
Pero puedes hacer que esta sea
eterna recordándola.
Ella está obligada a venir
siempre que la llames. Después de todo, ella misma puede ir a cualquier lugar
en cualquier momento. Ella se apresurará a ir a donde sus clientes deseen.
Si alguna vez te sientes solo,
me gustaría que la llamaras por su nombre. El nombre de esta chica, que has
visto hasta ahora.
"Violet Evergarden".
LO AME, LO AME Y LO AME
ResponderBorrarSIN DUDA ALGUNA ME LLEGÓ AL CORAZÓN
ESO QUIERE DECIR.... QUE SI SE CASARON 🤧🤧🤧🤧😍😍😍😍😍😍
Muchísimas gracias por traducir y llevar hasta el final esta gran obra 😍😭 siempre recomiendo tu blog para leer esta novela ❤
ResponderBorrarMuchas gracias ahhh estoy llorando espere tanto... Ahqbak gracias muchas gracias por traducir tremenda obra 💕💕
ResponderBorrarMuchas gracias por traducir esta obra de arte
ResponderBorrarGracias por traducir, esta maravillosa obra. Excelente trabajo 💖✨🌸
ResponderBorrarMuchas gracias por traducir esta maravillosa historia, una pregunta, escuché que habían unos llamados "booklets" que eran como unas pequeñas historias de los personajes, es eso cierto? Corríjanme si me equivoco.
ResponderBorrarMuchas gracias por traducir esta obra. En verd
ResponderBorrarMuchas gracias esto estaba esperando....
ResponderBorrar