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Bueno, después de 7 años terminamos Gamers!, hace poco también terminamos Sevens. Con esto nos quedamos solo con Monogatari Series como seri...

Violet Evergarden Ever After - Capítulo 5 (FINAL)

 LOS CAZADORES DE SUEÑOS Y LA AUTO-MEMORIES DOLL

 

Lo más probable es que todos los continentes tuvieran una ciudad así.

Una ciudad a la que se dirigían las chicas solitarias que no tenían dónde ir y los chicos que no tenían más que grandes sueños después de escaparse de sus casas, llevando sólo un poco de equipaje y dinero para el viaje. Un lugar en el que apostarían toda su vida para emprender una batalla al subir al tren nocturno. Tanto las personas que conocían dicha tierra como las que no la conocían, aconsejaban a los demás ir a ella si tenían un sueño que querían realizar.

Les decían que fueran a Alfine, la ciudad de los cazadores de sueños.

Situada al oeste del continente, dicha ciudad se presentaba resplandeciente. Aunque estaba en el lado oeste, era el territorio y la capital de la República de Fine, un país neutral que no había participado en la Guerra Continental. Alfine fue originalmente una ciudad de artesanos, así como el lugar donde vivían los ingenieros empleados por la familia real de Fine en la época prerrepublicana. Hogar de todo tipo de artesanos imaginables, que fabricaban desde artesanía hasta armas, la ciudad destacaba incluso dentro de todo el continente, y desde la antigüedad, había hasta un refrán que predicaba: "Pregúntale a Alfine si esto se puede o no se puede hacer".

Así fueron los orígenes de Alfine. Con el tiempo, la ciudad de los artesanos se había convertido en una ciudad de comerciantes.

Aunque quisieran, los artesanos cualificados nunca podrían liberarse de su relación con los mercaderes que vendían sus productos a precios elevados. Que una persona tuviera talento no garantizaba que pudiera sacar provecho de él. Al fin y al cabo, los que podían hacerlo todo por sí solos eran pocos. Además, sacar provecho de la gente es un talento en sí mismo, y los mercaderes destacaban en ese campo. Gracias a la unión de sus artesanos y comerciantes, Alfine había logrado convertirse en una metrópolis comercial, con un surtido de mercancías que ningún otro lugar podía comparar. El mercado del centro de la ciudad, que se abría al público a diario, era tan vibrante como lo había sido desde la antigüedad.

Justo después del final de la Guerra Continental, que había dejado al continente con una enorme cicatriz, Alfine se las arregló para conseguir un campo aún más avanzado. Si había algún campo que atrajera más atención que nunca, como resultado de la gente herida por la guerra que buscaba una nueva era cuando ésta terminara, sería el campo de la "expresión artística". Como en el teatro, las novelas, las pinturas, la música. Lo que significa que muchas formas de "expresión artística" hicieron retumbar sus nombres por todo el mundo a través de la ayuda prestada por los comerciantes. Más que ser un simple entretenimiento, tenía el poder de conmover a la gente. La ciudad de los sueños, Alfine, podía llamarse ya literalmente una floreciente flor.

Sin embargo, donde hay puntos soleados, también los hay con sombra. Precisamente por ser una ciudad de los sueños, se podía distinguir claramente la disparidad entre los que habían cumplido sus sueños y los que no, con sólo mirar.

La ciudad de Alfine era circular y estaba rodeada de altos muros. Estaba dividida en tres grandes secciones: Primer Distrito, Segundo Distrito y Tercer Distrito.

El Primer Distrito era, sencillamente, el de los ricos. Casas separadas con jardines abarrotaban la zona. Sólo las personas influyentes podían vivir en él. Sin embargo, las residencias quedaban a menudo desocupadas, por lo que el lugar permitía comprender la lógica de que incluso los prósperos se deterioraban inevitablemente. Los que obtenían una gloria constante no eran en realidad tantos.

El Segundo Distrito era el centro de la ciudad, donde las tiendas formaban filas. Una serie de tiendas de especialidades artesanales alineadas en filas, un mercado que abría a las 5 de la mañana, un teatro, una librería, tiendas de ropa y restaurantes. Si uno venía a la ciudad a hacer turismo, seguro que quería pasar por este barrio. Como estaba frente a la estación de tren, podía considerarse la puerta de entrada a Alfine.

Y luego estaba el Tercer Distrito. Si el Primer y el Segundo distrito eran lugares a los que llegaba la luz del sol, el Tercer Distrito era un lugar oscuro. Era el más alejado de la entrada de la ciudad, la estación de tren.

No es que todas las secciones estuvieran limpiamente separadas, pero uno podía saber en qué distrito se encontraba mirando los edificios. Cuanto más se acercaba uno al Tercer Distrito, los bellos exteriores de las construcciones se desvanecían poco a poco, y las casas viejas de años de construcción indeterminados aumentaban en número. Había pocas residencias separadas, casas de apartamentos pegadas unas a otras como si lanzaran su amenaza, y se podía ver una vista plebeya, que tenía una sensación de vida cotidiana.

Los nuevos edificios, las renovaciones y las construcciones se extendían por todas partes en Alfine y su complicada estructura la hacía parecer una ciudad laberíntica, por lo que era el tipo de ciudad en la que uno se pierde pronto, incluso si sólo se limita a transitar por ella. El Tercer Distrito era el único de esta compleja ciudad con una configuración tan mezquina. No contaba con deliciosos jardines, ni con elegantes cafés, ni siquiera con hoteles en los que los porteros dieran la bienvenida a los huéspedes.

Un lugar perfumado por todas partes con el olor de la cena de hoy. Donde todo -el bostezo de los gatos, el aullido de los perros y la risa de los niños- se podía escuchar. Ese era el Tercer Distrito.

Una joven salió de cierto complejo de apartamentos en el mencionado distrito. La refinada muchacha iba vestida con una noble capa azul. Su forma de caminar tenía la columna vertebral erguida.

El complejo de apartamentos era un edificio antiguo con enredaderas muertas que cubrían sus paredes. Quizás los residentes eran maleducados, pues en el momento en que la chica salió al exterior, tropezó con algo que alguien había dejado sobre el camino y casi se cayó. Esquivando los jarrones desconocidos y las plantas decorativas dejadas allí por los residentes originales, así como un caballo de juguete que algún bebé solía montar en el pasado, bajó la escalera de hierro negro, con sus tacones haciendo chasquidos.

Afuera había llegado el principio del invierno, pero debido a que el de este año era cálido, aún no nevaba. Tal vez por haber sido expulsada de su casa o por no querer volver a ella, había gente distraída fumando aquí y allá o sentada en un banco dispuesto por alguien y dando de comer a los pájaros. La chica los saludó alegremente.

―¿Dama, va a trabajar ahora? Estoy a punto de irme a dormir. Buena suerte con tu trabajo.

La hermosa joven, que seguramente trabajaba de noche, respondió mientras agitaba la mano con una sonrisa.

―Dama, ¿qué te parece si esta vez pasas la noche conmigo? No tengo una mujer que duerma a mi lado esta noche.

Siempre daba un codazo en el flanco de un gigoló al que nunca le faltaban mujeres y echaba a correr. Mientras corría, su pelo rubio oscuro se balanceaba como si estuviese ondulando.

Probablemente tenía dieciséis años. Saliendo sola del complejo de apartamentos, se dirigía a trabajar a esta gran ciudad. Con el auge de las mujeres independientes, esto no era raro últimamente, pero como sus rasgos faciales aún conservaban el carácter infantil, la gente le hablaba incidentalmente por preocupación.

La llamada dama era ese tipo de chica.

Sus grandes ojos caídos y su pequeña nariz eran adorables. Esas eran sus características más destacadas, si es que podían considerarse como tales. Desde el punto de vista de un adulto, era una chica que podía encontrarse en cualquier parte. Una que no parecía tener nada especial y a la que la gente aconsejaba: "Deberías pensar en tu futuro antes de nada" o "¿Qué tal si te casas?", por mucho que ella trabajara en algo.

Era un tipo de chica corriente.

"Dama" era un apelativo común para referirse a las muchachas en Alfine, incluso por parte de alguien a quien no conocían. En esta ciudad que mostraba y vendía sueños, el recambio de personas era incesante. Sin embargo, incluso las personas que residían en ella permanentemente se abstenían de llamar a los nuevos residentes por sus nombres, y en su lugar les daban alias, como si concedieran papeles a personajes de ficción. Las jóvenes eran "damas", los jóvenes eran "chicos" y todos eran "soñadores". Ella también se había presentado a los residentes. Sin embargo, no la habían tenido en cuenta. Al ser llamada "dama" tantas veces, había decidido aceptar esta costumbre y contentarse con ser una de las "damas" de Alfine.

Al pasear por la ciudad, se podían ver por todas partes montones de nombres de cantantes, escritores y actores famosos en grandes carteles. En este lugar, había que ser consumado para que la gente los llamara por su nombre.

La chica de pelo rubio oscuro, que aún era sólo una "dama", dejaba atrás el Tercer Distrito y se dirigía al Segundo. Aunque todavía era de día, era desconcertante para una chica caminar sola por el Tercer Distrito. El hombre coqueto de antes era un asunto trivial: había varias personas mucho más sombrías alrededor. Por eso, la dama siguió con el trote.

Aunque había gente servicial y gente que la saludaba de pasada, también había quienes se obsesionaban con patear a los demás y tratarlos con malicia. Eran especialmente notables en esta ciudad, donde la gente competía por una oportunidad de cumplir sus sueños. En Alfine, las disputas eran tan habituales como el trinar de los pájaros por la mañana. Por eso, aunque un hombre chocara a propósito con la dama mientras ésta se apresuraba con una zancada, no era una situación muy sorprendente en Alfine.

―Ouch-

Golpeada por la barriga de un hombre gordo, la dama cayó sobre su trasero en el acto. Fue cuando estaba a punto de entrar en el último pasaje del Tercer al Segundo Distrito. El hecho de que el hombre viniera de frente había sido visible para ella, por lo que la dama se había girado hacia un lado para ceder el paso.

Había charcos en el camino, probablemente porque había llovido el día anterior, por lo que si la gente no cedía el paso, sus zapatos y calcetines se estropearían. Como la dama llevaba zapatos nuevos, era una situación que quería evitar. Si el hombre hubiera pasado primero, podrían haber pasado cómodamente. Sin embargo, el hombre chocó deliberadamente con la dama que se había movido de lado en el estrecho camino. Mientras pisaba el charco. Había una clara malicia.

―¡No vengas corriendo hacia mí de esa manera! Chocaste conmigo a propósito, ¿no es así?

Encima, el hombre hizo tales afirmaciones. La dama se quedó por un momento aturdida por el barro que le había salpicado la cara, la ropa y los flamantes zapatos.

―¡Eres tú quien hizo eso! Te había evitado como es debido.

―No, tú eres la que chocó conmigo hace un momento. ¡¿Qué vas a hacer con esto?! ¡Mi brazo se torció por eso! ¡Tendrás que pagar mi día de trabajo de hoy!

Una rabia latente surgió del estómago de la dama. Por supuesto, no había golpeado el brazo del hombre. El vientre del hombre la había mandado a volar, así que su brazo no tenía nada que ver. La que se cayó y se lastimó la muñeca fue la dama. Tuvo que rechazarlo con una postura firme. La charla tenía que ser cortante. Tenía que demostrar que no iba a ceder ante un hombre que creía que se saldría con la suya sólo con hablar en voz alta.

―Yo...

Eso fue lo que pensó.

―¡¿Qué vas a hacer?! ¡No te calles! ¡Vas a pagar! ¡Vamos, muéstrame tu cartera! Si no pagas, supongo que llamaré a mis amigos y te venderé a algún sitio.

El hombre gritó enfadado, pisando el suelo. Cada vez que lo hacía, el agua fangosa salpicaba la cara y la ropa de la dama, pero la ira de la otra persona, cercana a la locura, era tan tremenda que ya no podía preocuparse por eso.

―No tenía ninguna intención de... ―la voz que salió de la boca de la dama sonó como algo distinto a la determinación. Aquellos que no estuvieran acostumbrados a la violencia serían incapaces de actuar como se habían imaginado cuando se producía una situación así―. ¡Yo...! ―Al entrar su cuerpo en contacto con las emociones y la amenaza que la otra persona le estaba lanzando, así como con el miedo por la agresividad que le golpeaba desmedidamente, se volvió incapaz de moverse―. Yo no... tengo dinero... Además, yo... había esquivado...

Por muy inteligente que fuera una persona, los engranajes de su cabeza se paralizaban, haciéndola incapaz de hablar articuladamente. Había un dicho que decía "más vale hablar que callar", pero este era un caso en el que hacer eso había llevado las cosas a la dirección equivocada. No había ninguna lógica detrás de ello. En cualquier caso, quien hablara más alto acabaría ganando.

―¡Cállate, cierra la boca! ¡Vamos, dame el dinero! Si no lo haces, te partiré la cara.

Ahora la situación no era más que un chantaje sobre una falsa acusación.

La dama miró a su alrededor como si buscara ayuda. Había curiosos que la observaban desde las ventanas de los edificios a ambos lados de la calle, pero en cuanto sus ojos se encontraban con los de ella, cerraban las ventanas. Había gente detrás de ella, pero se dieron la vuelta porque no querían meterse en líos. Tampoco había rastro de la policía militar que daba vueltas día y noche para proteger el orden público del Tercer Distrito.

―¡No te quedes callada! Si no pagas...

Lo único que le quedaba por hacer a una dama que vivía sola en esta gran ciudad era rezar.

-Que alguien me ayude.

Cualquiera lo haría.

-Dios.       

Ella no tenía idea de dónde podía estar Él, y sin embargo...

-Ayúdame. Estoy tan asustada que no puedo mover las piernas. Así que por favor.

―Sólo haz lo que te digo, o si no...

--¡Ayuda!

―...¡Te voy a enseñar lo que te va a pasar!

El hombre levantó el brazo que había dicho que estaba herido. Claramente lo balanceó hacia abajo para golpear los ojos y la nariz de la dama, pero no llegó a impactar. El cuerpo del hombre hizo un amplio retroceso como si fuera succionado por algo, y cuando se dio cuenta, le habían sacado los pies por detrás, le habían golpeado las rodillas y había caído al suelo.

Durante el breve momento en que el hombre caía, el campo de visión frontal de la dama se abrió y pudo ver a una persona. Era una mujer demasiado despampanante y hermosa para presentarse ante alguien en tales circunstancias. Su pelo dorado se balanceaba con soltura y sus ojos azules parecían brillar de forma llamativa como si emergieran de su rostro blanco. Con un chirrido de sus botas, la que había dominado al hombre dio un paso adelante. Jadeando, el hombre se dirigió a la plaza de la fuente donde la gente comía y bebía alegremente las cosas que había comprado en el mercado.

Como todo parecía estar bien ahora, la dama se detuvo frente a su salvador.

―Ah, ah...

La respiración de la otra no se vio alterada en lo más mínimo.

―Disculpe, yo...

Ahora que lo pienso, la dama recordó de repente que era la primera vez que decía su nombre a otra persona en mucho tiempo. Por la razón que sea, decir su nombre en esta ciudad era extremadamente incómodo. Después de todo, no tenía ni idea de si podía llegar a ser algo. Sin embargo, no quería ser el tipo de persona que no se presentara adecuadamente y mostrara gratitud en este tipo de situaciones.

―Mi nombre es Leticia... Leticia Aster... Gracias por salvarme... Si quieres... por favor, déjame recompensarte por ello. ¿Cómo te llamas...?

En ese momento, tal vez porque era el momento de que comenzara la función de arte acuático de la fuente, la gente rompió en una ovación. La mayoría de la gente en aquella plaza, generalmente abarrotada, tenía los ojos robados por los gráciles movimientos de la cascada. Sin embargo, la dama -no, Leticia- estaba clavada en la persona que tenía delante.

―Es Violet... Violet Evergarden.

Esta preciosa mujer, de aspecto y voz radiantes, era una persona con un encanto extremadamente caprichoso. Llevaba un traje impresionante que parecía salido de una obra de ópera. Su figura era tan pulcra como la de una muñeca. Incluso en esta ciudad, que reunía a hombres y mujeres hermosos de todo el mundo, Violet Evergarden tenía una presencia distintiva.

Mientras cierto coronel del ejército esperaba una respuesta a su carta, que nunca llegaría, ella permanecía en esta ciudad debido a que recibió una solicitud de trabajo a largo plazo de un cliente que vivía allí. Dicho cliente era un conocido compositor masculino. La solicitud era para un trabajo de escritura de partituras, algo que ella, tan apasionada por el estudio, había aprendido recientemente.

El contenido de la petición era que ella tenía que convivir con el compositor y, cada vez que éste se pusiera a cantar, anotar las melodías y hacer transcripciones perfectas de las mismas en partituras. En un principio, esta función se llevaba a cabo entre los discípulos y familiares del compositor, pero, quizá debido a su peculiar personalidad, todos habían renunciado a ella.

Encargado de la banda sonora de una determinada obra como trabajo, el compositor se vio finalmente obligado a contratar a alguien, por lo que este trabajo fue contratado por indicación de un novelista. Era una misión de paciencia, pero eso era algo de lo que Violet Evergarden no tenía que preocuparse.

Si la gente tenía que hacer un examen por su perseverancia, ella tenía la disposición para conseguir la máxima puntuación.

Para realizar esta tarea, Violet no regresó al Servicio Postal CH en Leidenschaftlich durante un tiempo. Naturalmente, no había recibido las cartas de Gilbert, ya que ambos vivían con dolor y se cruzaban. Tras llegar al último día de su trabajo, después de despedirse del compositor y ser despedida por él, emprendió el camino de vuelta a casa. Tras unos cuantos traslados de Alfine a Leidenschaftlich, podría volver allí.

Sin embargo, allí acababa de ocurrir un incidente.

 

 

 

―Por eso estaba aquí... pero acabo de perder todo el dinero que tenía, así que me has salvado ―dijo Violet, consumiendo con buenos modales el pan y el té con el que Leticia la había agasajado en un café, como agradecimiento por haberla ayudado.

Leticia dijo después de parpadear repetidamente:

―Así que eres una Auto-Memories Doll que estaba trabajando aquí, y estás de vuelta de tu trabajo...

―Sí.

―Y mientras paseabas por el Segundo Distrito, te perdiste en el Tercer Distrito, luego te encontraste con que me estaban atacando y me ayudaste.

―Sí.

―Y no tienes dinero.

―Sí, ni un céntimo.

―Eh, ¿se te cayó la cartera? Ah, ¿o fue un carterista? Hay muchos por aquí...

―Lo último. Pronto me di cuenta de que mi cartera había desaparecido, así que localicé, identifiqué y atrapé al culpable, pero...

―'Pero'...

Su inexpresividad se desmoronó sólo un poco, Violet bajó las cejas.

―El otro era... un niño aún en su tierna edad... El lugar donde lo capturé era su residencia, pero allí no había nadie más que niños como él... Descubrí que, al parecer, todos son huérfanos que viven solos...

Con cara de sospecha, Leticia preguntó:

―¿No será que simpatizaste con ellos y les dejaste el dinero?

―No, no les di todo. Algunos de los niños que estaban dentro de la casa estaban evidentemente enfermos, así que tuve que llevarlos a un hospital para que los trataran... y la mitad de mi dinero desapareció.

―Vaya... Eres una persona tan buena...

―Pensaban ir a un orfanato, y una vez que les di la cantidad mínima para los gastos de transporte, el peso de mi cartera casi desapareció.

Engullendo el pan que había comprado para ella, Leticia miró fijamente a la hermosa mujer. Parecía alguien que llamaba a la gente por su nombre, no "dama", incluso en este tipo de ciudad. Sin embargo, pensó Leticia, era abrumadoramente inadecuada para esta ciudad.

―Señorita Violet... no estoy segura, hum... y no lo digo por ser mala contigo, pero ya sabes... puede que te hayan engañado.

Los movimientos de Violet se detuvieron.

―Sé que hay huérfanos que viven cerca en esta ciudad. Pero esos niños son como criados por la ciudad, por así decirlo... Nadie los reclama, pero al parecer, se ganan la vida a diario con la ayuda de los adultos que los rodean, y parece que los turistas son los únicos a los que persiguen para robarles.

Silencio.

―A mí también me robaron los niños la primera vez que vine a esta ciudad.

No es que estuviera reprobando las acciones de Violet, pero Leticia quería darle un consejo basado en su propia experiencia.

―Si vas a recuperarla ahora, todavía debería haber algo en la cartera...

Sin embargo, Violet negó tranquilamente con la cabeza.

―Es posible que anteriormente haya sido así. Puede que se las arreglaran a base de juntarse unos con otros. Sin embargo... realmente estaban acostados por las enfermedades. ¿Los adultos que les rodean llegan a proporcionarles medicinas? Los medicamentos son caros.

―Bueno, en efecto... puede que no haya nadie lo suficientemente bondadoso como para llegar a darles medicinas... así que no tendrían más remedio que confiar en alguien locamente rico... Me pregunto si habrá alguien tan amable en el Primer Distrito... ―Al decir esto, Leticia se arrepintió.

Este era un lugar donde la victoria y la derrota eran claramente visibles, y la gente que vivía aquí era consciente de ello.

―Siempre que pido ayuda... tampoco puedo saber si sucederá o no. No es la misma suma que invitar a alguien a desayunar...

Si uno buscaba un buen trato y una buena vida, tenía que luchar por ello. Esto se imponía en esa ciudad. Una ciudad donde todo era para los exitosos. Una ciudad que no era amable con nadie. No era especialmente amable con los huérfanos que habían nacido allí, y por tanto no conocían otra cosa ni cómo debían vivir.

―Aunque sea como dices, señorita Leticia, no pasa nada.

Luchar por algo que no se podía evitar que fuera doloroso. No había salvación en ello.

―Y aunque fuera una falsa enfermedad... creo que lo mejor es que sepan a dónde pueden acudir siempre que tengan problemas de verdad... ―susurró Violet, bajando sus pestañas doradas y dando un roce al broche que llevaba en el pecho―. Incluso los animales salvajes buscan rebaños. Creo que pedir ayuda... y no rechazar esa petición cuando te la piden... es algo necesario precisamente para los que no conocen refugio... Eso es lo que pienso. Esto también puede... abrir caminos.

―¿De verdad?

―Sí, pero es sólo mi opinión. Como dices, señorita Leticia, yo...

―No, eso es... ―Incapaz de reunir las palabras por alguna razón, Leticia apartó la vista de ella, mirando el té mientras se balanceaba en su taza de cerámica―. Perdón... por eso, olvida lo que dije antes...

El color del té era claro. Casi como las palabras de Violet.

Ella también había estado buscando protección hace un momento. Se podría decir que se había visto acorralada. Quería pedir ayuda, pero todos la habían ignorado, como si la hubieran abandonado. Lo más probable es que ella hubiera hecho lo mismo si se enfrentara a la misma situación. Sin embargo, la que estaba frente a ella acudió en su ayuda sin siquiera oírla decir "ayúdame". Aunque hipotéticamente, le había dicho a dicha persona que podría haber sido engañada, lo cual no era...

--...no es bueno.

Esa fue una mala declaración.

Al ser tan inexpresiva, Leticia no podía especular muy bien sus emociones, pero si hubiera hecho lo mismo que Violet y le hubieran dicho lo mismo que a ella, se habría sentido herida. Al recibir la protección desinteresada de Violet, Leticia pudo sentir aún más el peso de sus palabras.

―Violet, ¿buscas ayuda ahora mismo?

Por lo tanto, Leticia se armó de valor para preguntar.

―No sé, me lo pregunto. Tengo algo de monedas, pero no me alcanzan para volver a Leidenschaftlich... a donde quiero volver, así que estoy buscando un trabajo más que una ayuda directa. Hasta ahora sólo he tenido dos ocupaciones, así que lo mejor sería que hubiera algún trabajo similar a ellos...

El rostro de Leticia se transformó en una brillante sonrisa.

―¡Entonces, te voy a introducir en uno! ―Se inclinó hacia delante sobre la mesa, acercando su rostro al de Violet.

―Introducir... ¿es escritura fantasma? Si hubiera eso... o un trabajo tipo guardaespaldas...

―El primero está bien ya que te escuché mencionarlo antes, pero ¿el segundo no es raro? No es ese tipo de trabajo. Pero es un trabajo por días, ¡así que puedes conseguir el dinero pronto! Vamos una vez que terminemos de comer esto. Nunca hay suficiente gente, así que debería estar bien. Te contratarán en poco tiempo. El trabajo se parece a los trabajos ocasionales, supongo. Como ser camarera, pasear perros...

―'Pasear perros'.

―La gente rica deja hasta pasear a sus perros a otra persona. Extraño, ¿no? Pero es divertido. ¡Quédate en mi casa hasta que ahorres suficiente dinero! También cocinaré para ti. Incluso si usas el ferrocarril, se necesitan tres días para ir de aquí a Leidenschaftlich, ¿verdad? Si trabajas durante una semana, deberías poder ganar tanto como los gastos del viaje de vuelta a casa.

―Ya veo que me estás dando cobijo.

―¿Eso es... un no? Me has salvado, así que tómalo como una retribución...

―¿Está bien que reciba ese refugio?

Precisamente porque Leticia ya tenía la respuesta en la punta de la lengua, contestó:

―Saber que hay un lugar al que puedes acudir cuando tienes problemas no es algo malo... ¿o sí?

Violet parpadeó sorprendida y al decir "acepto tu ayuda" tras un momento de silencio, las dos jóvenes decidieron quedarse reunidas un rato en la gran ciudad.

 

 

 

El eje temporal se desplazó un poco desde el mismo momento en que Violet y Leticia se conocieron. El escenario de la historia se trasladó a un país del sur: Leidenschaftlich.

En la capital, Leiden, un hombre llegó a la Compañía Postal CH empapado de sudor, a pesar de ser invierno. Habiendo llegado por el ferrocarril transcontinental después de largas horas, tenía una expresión de amargura, por razones distintas a la fatiga de su tiempo de embarque. Era Gilbert Bougainvillea, un coronel del ejército que tenía un rostro melancólico.

Gilbert abrió las puertas con la suficiente violencia como para que la campana de aviso de visitas sonara estridentemente. Era un gesto tosco impropio de él. Mostraba claramente su estado mental actual.

―Si lo que busca es el mostrador de recepción de correo, es por aquí...

Cuando una empleada le dirigió la palabra, a pesar de su asombro, quizá dándose cuenta por fin de que no había compostura en sus actos, se aclaró la garganta y le pidió que llamara al presidente. Afortunadamente, en lugar de la empleada que le puso cara de sospecha, la que se hizo cargo fue la secretaria del presidente, Lux Sibyl, con la que había interactuado, por lo que se apresuró inmediatamente a intermediar por él. Gilbert se reunió con su mejor amigo sin esperar mucho.

―¡Gilbert! ¡Estabas vivo!

Mientras pensaba que había escuchado esta frase antes en alguna parte, Gilbert levantó una mano en señal de saludo. Lux sirvió el té y los aperitivos en la sala de recepción a la que le habían permitido entrar. Gilbert, que tenía dignidad independientemente de lo que hiciera, tenía algo en él que obligaba a la gente a hacer todo lo posible.

―Presidente, no tenemos buenos dulces... Voy a comprar algunos ahora mismo... ―Lux se apresuró frenéticamente hacia Hodgins. La diferencia de altura les hacía parecer padre e hija.

―Eh, está bien. Es Gilbert.

―¡¿No querría servir buenos manjares exactamente porque es el Sr. Gilbert?! Presidente, ¡¿olvidó que le debe por ese incidente de hace un tiempo?!

Hodgins se sintió un poco presionado por la feroz idolatría de su subordinada hacia su mejor amigo.

―Lo siento... pero creo que tampoco está de humor para tomar el té con tranquilidad.

―Pero...

―Está bien, está bien... Ahora, Gilbert.

Hodgins se rio mientras miraba a su mejor amigo más joven, al que veía por primera vez en mucho tiempo. La verdad es que le hacía gracia. Era raro que Gilbert estuviera en ese estado.

―Siempre llevas el flequillo peinado hacia atrás de forma tan pulcra y sin embargo se te está cayendo.

Al decírselo de forma burlona, Gilbert se peinó el flequillo hacia arriba con una cara incómoda. Probablemente sólo hacía esas expresiones faciales delante de su amigo.

―No pude conseguir un carruaje, así que vine corriendo hasta aquí. Hodgins...

―Se trata de Pequeña Violet, ¿no es así?

―No he dicho nada todavía, pero... sí.

―No podía ser otra cosa, ¿verdad? Cuando dejas todo de lado y pasas a la acción... Lo entiendo todo, Gilbert-boy. Pequeña Lux, ¿cuál es el horario de Pequeña Violet?

Al preguntarle, Lux sacó agitadamente su cuaderno. El cuaderno que siempre tenía en la mano estaba densamente lleno de notas. Tal vez su vista había empeorado, ya que Lux leía el cuaderno con la cara cerca a pesar de llevar gafas.

―Viaje de negocios de escritora fantasma a Alfine... Huuum... Originalmente estaba previsto que regresara ya a la oficina central, pero aún no lo ha hecho. Es posible que su periodo de contratación se haya prolongado allí.

―¿Cuáles son sus planes después de volver de Alfine?

―Dijo que quería dejarla descansar por el momento, así que se va a tomar un descanso durante un tiempo. Hace unos meses que no tiene ninguno.

―Entonces no causará ningún problema a otros clientes, así que podría haber aceptado una prórroga. Cuando se trata de Pequeña Violet, dejo las prórrogas y esas cosas a su propia discreción... ¿Cuándo se suponía que debía volver?

―Hace cinco días.

―Entonces, no sería raro que se pusiera en contacto con nosotros. Pequeña Lux, ve a comprobar las cartas exprés del correo interno; es eso o un telegrama... El correo interno se está acumulando últimamente, así que podría haber algún aviso de ella.

―¡Iré a mirar ahora mismo! ―dijo Lux a Gilbert en lugar de a Hodgins como si estuviera haciendo una proclamación, luego puso rápidamente su pequeño cuerpo en movimiento y salió de la habitación.

Sintiendo que la situación se había agravado por su culpa, Gilbert se quedó mirando en la dirección en la que se había ido Lux, con cara de disculpa.

―¿Está bien que no vaya con ella? Llegué aquí de repente y, sin embargo, lo único que hago es darle problemas... Seguramente ella también tiene otros deberes.

Hodgins le indicó a Gilbert que se sentara en una de las sillas de la sala de recepción, y luego se sentó él mismo. Después de confirmar que Gilbert estaba sentado, habló:

―Está bien, está bien. Cuando Pequeña Lux se lesionó, le organizaste un hospital y un alojamiento, ¿verdad? Ella estaba muy agradecida por eso, así que quiere ser de ayuda. Mi secretaria es una buena chica. Que haga lo que quiera.

―Sobre eso... Violet es normalmente la que está bajo tu cuidado... así que quería pagarte por ello. Ahora voy a tener que pagar un precio mayor...

―De eso se tratan los vínculos y los favores, ¿no es así...? Por cierto, has vuelto antes de lo previsto, pero ¿es sólo por un tiempo?

―Así es.

―¿Por Pequeña Violet?

―Bueno, por los dos... nosotros.

―Aunque no vuelves cuando es por mí... ―Dijo Hodgins como si estuviera enfurruñado, a lo que Gilbert contestó consternado.

―Intenta contar las cosas que he hecho por ti. ¿Crees que cualquier otro tipo podría hacerlo?

Silencio.

Una cosa que se le ocurrió de inmediato fue que Gilbert había borrado los documentos que Hodgins se vio obligado a firmar por otra empresa. Habían estado juntos desde que eran estudiantes, así que no pudo decir nada cuando le dijeron eso. Hodgins fingió ignorancia silbando con sus hermosos labios coloreados.

―Las cosas que has hecho por mí, además, no las puede hacer cualquiera. Soy consciente de ello. Si no ponerlo en palabras te hace sentir inseguro, ¿debo decirte que te quiero?

Casi dejó caer al suelo la taza de té que tenía en la mano. Los temblores recorrieron el cuerpo de Hodgins. Como para librarse de ellos, gritó:

―¡Gilbert! Tú... Tú pequeño... Di eso sólo a Pequeña Violet.

El que le había provocado los temblores tenía un rostro imperturbable.

―Yo tampoco quiero decirlo. Entonces no te enfades más.

―¿Qué te pasa...? Seguro que a veces me dices cosas increíbles a pesar de que sueles ser tan frío, ¿eh? Eso es malo para el corazón cuando estás acostumbrado al trato frío, ¿sabes? Me hizo recordar nuestros días en el ejército... cuando tuvimos que marchar sumergidos en un río helado... Mi corazón se apretó tanto.

―Sí que eres egoísta... ¿Quieres que me preocupe por ti o no...?

―Quiero que te preocupes por mí de la manera apropiada; hazlo bien.

―Hodgins... si vas a llamarme 'chico', ¿no puedes actuar un poco más como mi mayor? Y lo que es más importante... ella ha vuelto ―dijo Gilbert, confirmando que había alguien detrás de Lux mientras entraba al trote. Un joven rubio y hermoso que se parecía a Violet, sólo que con otros tonos.

Se trataba de Benedict Blue, que había pasado magníficamente de repartidor a presidente de una empresa filial.

El aire que le rodeaba y su aspecto habían cambiado un poco con respecto a antes. Los tacones que le gustaban llevar eran los mismos de siempre, emparejados con una esbelta chaqueta y unos pantalones a juego, el pelo más corto y un pendiente añadido en una de sus orejas. Su belleza andrógina ya estaba ahí antes, pero rezumaba un sex-appeal adulto adecuado a su cargo.

―Benedict, ¿qué pasa?

Benedict miró brevemente a Gilbert, pero luego volvió a mirar a Hodgins sin decirle nada.

―Estaba cerca y me pasé por aquí. Tenía algo de lo que quería hablar antes de la próxima reunión ordinaria. Por cierto, no acumules el correo interno. ¿Por qué no lo hace otra persona si no lo hago yo?

―Vaya~, qué vergüenza... la coordinación para suplir las cosas que tú hacías aún no se ha puesto en marcha. Al final nacerán dos o tres como tú.

―Eso es un poco asqueroso, así que déjalo. Sólo soy yo... Además, esto es todo, ¿no?

El nombre del remitente escrito en la carta que les tendía bruscamente era "Violet Evergarden". Al parecer, lo había sacado del correo de la empresa, que se había paralizado debido a los cambios de personal dentro de la corporación. Lo más probable es que, incapaz de ignorar a la menuda Lux mientras casi se caía en el buzón, la hubiera ayudado. La mano que sostenía la carta estaba justo entre Hodgins y Gilbert, pero Benedict la retiró ampliamente hacia un lado en el momento en que Gilbert la buscó.

Silencio.

Como para burlarse de la silenciosa irritación de Gilbert, Benedict dijo:

―Señor soldado, esto es correspondencia interna. ¿Entiende lo que significa? Confidencial.

―Parece que me odias bastante.

―No se trata de odiar o agradar. No importa si sales con V o lo que sea; simplemente no puedo perdonar a nadie que la haga sentir mal. Tú eres mucho mayor que V y sin embargo no tienes ningún reparo, ¿verdad? ―Lux golpeó en silencio el flanco de Benedict, pero continuó hablando―: Probablemente nunca podré digerir las cosas que has hecho y vas a hacer con ella. Porque me parece que le estás tomando el pelo a V.

El ataque de Lux se había convertido ahora en una serie de puñetazos utilizando ambos brazos, pero lamentablemente, al ser ella ligera y delicada, no funcionó con Benedict.

―Violet y yo no existimos para complacer a nadie. Ese es sólo nuestro problema.

―Nooope, ella ya no es sólo tu chica soldado. Era tu subordinada, ¿sí? Si es así, es mi figura de hermana menor, es básicamente la hija del Viejo y es la mejor amiga de Lux. Además, es una impresionante Auto-Memories Doll para los clientes que conoció. Ya no te pertenece sólo a ti.

Extrañamente, Hodgins miraba a Benedict con una mirada levemente alentadora. Al principio, mostró signos de que iba a intentar detener a Benedict, pero ahora ya no. Después de todo, Hodgins sabía que, si Benedict estuviera siendo hostil de verdad, no lo dejaría así.

―Pero V está enamorada de ti.

Este fue el tiro de gracia de Benedict.

―Si tú... nos la arrebatas...

Así como su última concesión.

―...o la haces infeliz...

Y, muy probablemente, el perdón.

―¿Son esas tus condiciones para mostrarme la carta?

―Así es. Porque es confidencial. Pueden ser novios o lo que sea, pero no tenemos ninguna obligación de decirte dónde está nuestra empleada y qué está haciendo en este momento. Pero ella ha estado triste últimamente...

Silencio.

―Eso probablemente también es culpa tuya.

―Yo...

―Escucha; tienes que lidiar con las cosas que has hecho tú solo. Haz que V sea capaz de sonreír la próxima vez que la vea.

Por fin, Gilbert dirigió correctamente la mirada que había desviado hacia Benedict. Al mirarlo de cerca, se parecía un poco a Violet. Pelo dorado y ojos hermosos. Esos ojos transmitían la verdad de que ese hombre se preocupaba por la mujer que Gilbert amaba como si fuera su verdadera hermana.

―Ella rara vez sonríe. Es muy difícil... Asegúrate de hacerlo a cambio de recibir esto.

Tenía una actitud ruda, pero no había mentira en su afecto.

―Entendido, Sr. Blue. Pero Violet ha estado sonriendo a mi alrededor más a menudo últimamente.

―¡Tú! No tenías que decir eso, ¿verdad? ¿No puedes comprometerte conmigo un poco más?

Hodgins resopló sin pensar. La charla entre Benedict y Gilbert era casi como las que solían tener en su juventud. Hodgins y Gilbert también habían chocado al principio.

Hodgins se interpuso entre los dos hombres que discutían por culpa de una mujer.

―¿Qué tal si dejamos la discusión como está y nos limitamos a abrir la carta para mirar el contenido? Yo también tengo curiosidad... Pequeña Lux, préstame un cortapapeles.

Lux ya lo tenía en la mano antes de que Hodgins se lo pidiera. Era un cortapapeles especial de la Compañía Postal CH. Abrió cuidadosamente la carta. Dentro había un mensaje de Violet para la Compañía Postal CH. Sólo tenía unas pocas líneas de palabras sencillas escritas con una caligrafía muy cuidada.

―Eeerm... Voy a leerlo. "Debido a la pérdida de todo el dinero en mi poder, no tengo ninguna perspectiva de volver a partir de ahora. Afortunadamente, me encontré con una persona que me apoyó y me presentó un trabajo a través del cual puedo asegurar los gastos de transporte. La fecha prevista para mi regreso ya pasó, pero las reservas actuales para mí son un poco más adelante, así que agradecería que trataran esto como unas vacaciones... Por ahora, enumeraré aquí la dirección del primer lugar donde me hospedaré. Violet Evergarden"...

Por un momento, un pesado silencio se extendió entre los cuatro reunidos. Aunque sus sentimientos eran algo diferentes, todos tenían una cosa en común. Violet Evergarden nunca les pedía ayuda en tales circunstancias. Esta era su resignación al respecto.

Lux abrió la boca después de que todos suspiraran:

―Eso es muy propio de Violet, ¿eh? ―Era un comentario reflexivo a su manera. Si Gilbert no estuviera presente, habría dicho: "¡Violet, tonta! ¿Por qué no nos pides ayuda?"

―¿Se le cayó la cartera...? ¿Pasó algo...? Debería elegir una. Sería estupendo que hubiera escrito 'vengan a recogerme' o algo así, pero decirnos que tratemos los días que no va a volver como si fueran las vacaciones que tenía programadas es simplemente...

Benedict estaba exasperado en este punto. Era su querida figura de hermana menor, pero no le gustaba esa parte de ella. Si ella estuviera allí, le habría cortado la cabeza con la mano.

―Realmente... ¿por qué tomó esa decisión...? Si hubiera pedido a alguien que fuera a recogerla en esa carta, podría entenderlo.

―Es contundente con las cosas más raras, y sin embargo es toda una reservada en momentos así.

Gilbert, que había convivido y educado a Violet durante cuatro años, escuchó la conversación entre ellos con oídos doloridos.

-Debe ser culpa mía.

No pudo evitar pensar que la naturaleza de su relación y el hecho de que ella solía ser un arma fueron factores importantes para que ella terminara teniendo ese tipo de personalidad.

―Ah~, hey... ―Como si se diera cuenta de lo que Gilbert estaba pensando, Hodgins habló para cambiar de tema―, Bueno, ese también es un lado adorable de Pequeña Violet. Lo más importante es que tenemos que decidir si realmente debemos esperar su regreso. Aunque probablemente volverá sin que tengamos que preocuparnos...

―Así es. Si es Violet, creo que definitivamente volverá a casa sin importar los medios, pero...

―No esperaré a que vuelva. Iré a buscarla yo mismo.

Hodgins levantó una voz de duda ante la conmovedora afirmación de Gilbert:

―Gilbert, ¿estará bien tu trabajo? Pequeña Violet está en Alfine. Ya sea en ferrocarril o en coche... o incluso si alguien del servicio de correos como yo acelerara por las rutas más cortas que conozco, tardaría un día y medio en llegar.

―Esta charla estaba conduciendo allí para empezar. Vine aquí después de dejar mi trabajo a los subordinados que ascendí y de tomarme un descanso de una semana para quedarme.

―¿No se cruzarán aunque vayas allí...?

―Tal vez. Aun así... voy a ir.

Dos emociones, una con respecto a su "mejor amigo Gilbert" y otra con respecto a su "ser el guardián de Violet Evergarden", luchaban entre sí dentro de Hodgins, haciendo que se preocupara por cada cosa.

--¡Por qué todas las personas que me gustan son tipos imprudentes a los que no se puede dejar solos!

Hodgins había llegado a la conclusión de que el hecho de que Gilbert se tomara la molestia de hacer una pausa en el trabajo para venir a su casa significaba que la relación entre los dos estaba a punto de derrumbarse, hasta el punto de tener que arreglarla en persona.

-Deberías esforzarte más por ir en la dirección de vivir felizmente. Mi corazón no durará.

Siendo tan altruista, se encontró pensando en los problemas de los demás como si fueran suyos.

―Nos vemos, Hodgins.

―No, espera.

―Me voy.

―Espera, voy a comprobar si hay algo que pueda hacer.

―Te debo una.

―Te estoy diciendo que esperes... ¡espera, cabeza de chorlito! Me las arreglaré con mis contactos y haré que alguien busque a Pequeña Violet en Alfine.

Gilbert asintió, pero no se quitó la capa que se había vuelto a poner.

―Ya veo. Entonces me pondré en camino mientras tanto ―Al parecer, no pensaba ceder en su decisión de ir a buscarla, aunque fuera por terquedad.

―¡Caramba~! ¿No deberíamos esperar el resultado de eso antes de salir? ¡¿Qué vas a hacer si Pequeña Violet vuelve mañana?!

Gilbert se quedó en silencio por un momento. Las preocupaciones de Hodgins eran comprensibles para él. No era un niño. Era un hombre adulto con una posición que mantener. En lugar de buscarla y actuar al azar, debía buscar algo más seguro. Esa era, sin duda, la forma de actuar ideal para un adulto.

―Si es así, será un alivio que ella esté a salvo. Incluso si nos cruzamos, me parece bien mientras su seguridad esté garantizada.

Sin embargo, no trabajar en formas lógicas es lo que las emociones son.

―Hodgins... En efecto, probablemente esté bien. Yo también lo creo.

El llamado "enamoramiento"...

―Pero que yo vaya a buscar a la persona que amo es un asunto totalmente diferente. Esté bien o no, voy a ir allí para protegerla. Nunca escatimaría cuando se trata de ella.

...era un efecto del "amor".

Ante las palabras de Gilbert, Lux apretó naturalmente las manos contra su pecho mientras Benedict se ponía rojo hasta las orejas, con la cara crispada.

―Coronel, yo... aunque la gente se oponga a su relación, los apoyaré pase lo que pase.

―Tú... seguro... puedes decir... algo así... delante de los demás, ¿eh?

Su interlocutor ponía cara de despreocupación ante las diferentes reacciones de cada uno de ellos.

―Puedes decir lo que quieras. La quiero más de lo que crees. Y seguro que lo he dejado claro antes, pero... si se trata de ser un perro guardián, yo salgo ganando.

El siguiente insulto que Benedict quiso decir se le atascó en la garganta ante las palabras de Gilbert.

―¿Hablas en serio?

―No sé a qué te refieres, pero cuando se trata de Violet, siempre hablo en serio.

―¿En serio?

Benedict le había preguntado si hablaba en serio tanto por Violet como por él mismo. Lo más probable es que a partir de ahora también haya ojos interrogantes que lo miren de la misma manera que Benedict.

―Hodgins, no importa cuántas veces me detengas, me voy.

Y Gilbert Bougainvillea seguiría amando a Violet Evergarden, aunque tuviera que apartarlos. Benedict finalmente comprendió ahora que esta era la clase de hombre que era.

―¡Aah, caramba...! ¡Gilbert, eres un tipo tan impaciente! ¡Lo entiendo, lo entiendo! Llamaré a las líneas telefónicas que se comunican con Alfine y trataré de conectarme con ella, así que cuando llegues... huuum... ¡Pequeña Lux, dame algo para escribir!

En el cuaderno de Lux, Hodgins anotó frenéticamente el nombre de una licorería de Alfine con la que su casa, que era un comercio, hacía negocios. Gilbert lo dobló cuidadosamente y lo guardó en el bolsillo de su capa. Cuando intentó marcharse de nuevo con un "hasta luego", le tiraron del brazo.

Mordiéndose el labio y poniendo cara de estar reteniendo algo, Benedict dijo en voz baja:

―Espera...

―¿Pasa algo?

―¿Sabes?, puedes... ir a Alfine desde la estación de tren de Leidenschaftlich, pero es más rápido pasar el puente con un coche e ir desde la estación de la siguiente ciudad.

―Ya veo. Gracias por esta útil información, Sr. Blue.

―No he terminado de hablar. De todos modos... me he convertido en director general, así que he venido aquí en mi coche nuevo... No es por presumir, pero es bastante rápido.

Silencio.

―Eres un tipo rico, así que probablemente pedirás un carruaje o un coche a alguien. Si quieres ir allí lo más rápido posible, sube a mi querido coche. Si nos damos prisa ahora, habrá un tren para que subas. ¿Qué vas a hacer...?

Su actitud era brusca y ni siquiera como adulación podía considerarse amistosa su forma de hablar.

―Si no quieres ir en mi coche, haz lo que quieras.

Sin embargo, incluso alguien como Gilbert, que no era para nada cercano a él, podía entender que ese era su mejor intento de amabilidad. Viendo su expresión tímida, con cara de estar soportando algo, cualquiera sería capaz.

―Tiene mi gratitud, Sr. Blue.

―Deja de llamarme así.

―Sr. Benedict.

―Para, para-sólo 'Benedict' está bien. Tampoco usaré títulos contigo.

―Te lo agradezco de verdad, Benedict.

Cuando Benedict chasqueó la lengua y dijo:

―Tienes una deuda conmigo, Bougainvillea ―Gilbert se rio delante de él por primera vez.

 

 

 

La historia de dos jovencitas apiñadas se desarrollaba con Alfine como escenario. Tal era la rutina diaria que Leticia Aster solía hacer sola.

Después de levantarse por la mañana, mojaba en sopa el pan duro que había comprado en la panadería el día anterior y se lo comía. Y luego, iba a hacer un trabajo asalariado primero. Eran trabajos breves que no duraban más de tres horas.

Cuando terminaba su tiempo de trabajo desde la mañana hasta el mediodía y podía comer, se dirigía al siguiente lugar. Iba del segundo al primer distrito para pasear a los grandes perros blancos que adoraba una popular actriz. Eran tres en total, por lo que la cuesta que tenía que subir mientras era arrastrada por ellos era, literalmente, el camino del infierno.

Después de devolver los perros a su casa, tenía un breve descanso hasta su trabajo nocturno. Se quedaba mirando los preciosos vestidos alineados en el escaparate de una tienda de ropa que ella admiraba. Costaban una suma que ella nunca podría permitirse, así que, de hecho, sólo podía mirarlos. Su agitado día solía ser una batalla individual.

―¿Te gusta ese vestido?

―Me gusta.

Sin embargo, ahora tenía a su lado a una compañera de habitación por tiempo limitado, a la que no podía llamar amiga ni conocida.

Dicha compañera era una chica muy excéntrica, que a primera vista parecía dócil y frágil, dando la impresión de no haber levantado nada pesado en su vida, pero en realidad no era así. En todo caso, se movía mucho y trabajaba bien.

Mientras Leticia lavaba tres platos, ella ya había lavado veinte; mientras Leticia era arrastrada en círculos y perdía el aliento por un solo perro, Violet se pavoneaba y cargaba bajo sus brazos a los perros que se habían cansado de pasear (cosa que Leticia le aconsejó que dejara de hacer, pues eso no podía considerarse llevarlos de paseo).

Mientras realizaba impecablemente y sin expresión el doble de trabajo que una persona normal, su figura era casi la de una muñeca mecánica. Era la primera vez que Leticia se encontraba con una Auto-Memories Doll, así que no tenía ni idea, pero era imposible que todas funcionaran como Violet. Simplemente tenía la disposición de una trabajadora. A pesar de que acababa de empezar en esos trabajos, Leticia era la que aprendía observándola la mayor parte del tiempo, lo que hacía que esta última se impresionara a menudo.

En los ojos azules de Violet se reflejaba un vestido blanco puro de pétalos de lirio dispersos, el que Leticia había dicho que le gustaba.

―Parece que te sentaría mejor que a mí ―dijo Leticia con seriedad.

Sin embargo, Violet sacudió inmediatamente la cabeza en señal de desacuerdo.

―Este tipo de cosas no me quedan bien. Después de todo, tengo prótesis.

Como ya llevaba unos días conviviendo con ella, Leticia ya sabía lo que había detrás del crujido de las manos de Violet. Así como el tacto tan frío y duro que tenían.

―También tienen unos maravillosos vestidos de manga larga y guantes largos. ¿Y ese?

Sin embargo, no era raro ver amputados, incluso en Alfine. Aunque la Gran Guerra había terminado, la época de la gente que la había vivido no había terminado. Incluso ahora, todos seguían luchando contra las secuelas de una guerra que debería haber terminado.

―Los que tienen capa también son lindos, ¿eh?

Como Leticia era todavía una niña, no sabía qué hacer cuando se encontraba con alguien que tenía una historia que ella desconocía.

―Leticia, ahora que lo pienso, el precio de la etiqueta se ha... abaratado.

―¡No puede ser! Es verdad... ya veo. Seguro que tienen pensado cambiar este escaparate. Eh, pero aunque sea más barato, sigue siendo caro... Si yo tuviera un vestido así... también podría...

―¿Debo añadir mi dinero a eso? Quizás sea suficiente si lo hago.

―Pero entonces, Violet, no podrás ir a casa. Estás poniendo el carro delante de los bueyes... Aun así, gracias.

Violet puso una cara ligeramente arrepentida.

―Sería estupendo que hubiera mejores trabajos...

―De verdad... Es suficiente para vivir, pero no para comprar las cosas que queremos, ¿no?

Lo más probable es que esto fuera algo que la gente de todo el mundo pensara al menos una vez. Desde que se inventó el dinero, la gente se dejaba llevar por él.

―Cómo mis padres y todos los demás eran tan ricos es... nada más que un misterio para mí ahora.

―¿Tu familia es rica?

―Sí... pero me he ido de casa, así que no tiene nada que ver conmigo.

Con cara de desgana, Leticia apartó los ojos de los vestidos y comenzó a alejarse, Violet la persiguió retrasada. Había tiempo de sobra hasta su trabajo nocturno, así que las dos estuvieron deambulando, pues no tenían nada que hacer en el Segundo Distrito. Violet, que no era la más indicada para actuar sin rumbo, sólo podía seguirla. Mientras caminaban en silencio durante un rato, la campana de la torre del reloj situada en el centro del Segundo Distrito sonó estridentemente. El dúo se detuvo involuntariamente. La torre del reloj comenzó entonces a tocar una canción que servía para informar de la hora. Era un sonido dulce y suave, similar a la melodía de una caja de música.

―Hoy es 'Estrella del Amanecer' ―Disipado su aspecto melancólico de antes, Leticia se volteó hacia Violet con una sonrisa.

Ésta se dirigió a ella ladeando el cuello.

―¿Qué sería 'Estrella del Alba'...?

―¿No la conoces? ¿Nunca la cantaste de pequeña?

―No recuerdo que me hayan enseñado esa canción. No habría servido de nada enseñarme muchas canciones de pequeña, así que apoyo la decisión de no hacerlo.

―¿Es así...? Sin embargo, es una canción infantil bastante conocida... Esta torre de reloj toca una canción diferente cada vez que da la hora. La 'Estrella del Amanecer' dice así... ―Tras tomar aire, Leticia comenzó a cantar con una hermosa voz que reverberaba fuerte y clara, lo que no se esperaba por su aspecto.

 

"Dominando los cielos del este, la Estrella del Alba brilla en el cielo antes del amanecer

Si estás llorando, mírala esta belleza hará cesar tus lágrimas

Tú, que una vez estuviste en los brazos de tu madre, y que ahora lloras por no poder levantarte

Siempre estás mirando lo mismo

Contemplando los cielos del este, la Estrella del Amanecer brilla en el cielo antes del amanecer

Siempre te está mirando

El lucero del alba observa tu vida a medida que avanza

Mirando los cielos de oriente, incluso si cierras los ojos

El lucero del alba brilla sobre el mundo entero

Contemplando los cielos orientales,

Incluso si mueres, justo antes de cerrar los ojos

Contemplando los cielos orientales,

La estrella del amanecer brilla"

 

Al terminar la música, con rasgos faciales que aún conservaban lo infantil, Leticia sonrió y dijo:

―Así es la canción.

Silencio.

Estupefacta, Violet movió las manos como si estuviera siendo manipulada y aplaudió en automático. Leticia había cantado para Violet, pero la gente de su entorno también daba pequeñas palmadas.

―M-M-Muchas gracias.

Incluso en medio de la ciudad, muchos artistas se ganaban monedas con su arte en el Segundo Distrito, por lo que la gente podría haber pensado que este era su caso. Cuando un transeúnte comentó:

―Tienes una buena voz ―ella respondió tímidamente con gratitud.

―Eres buena cantando ―dijo Violet como si estuviera asombrada, lo que hizo que en el fondo del pecho de Leticia brotara aún más alegría y timidez.

-Si es ahora...

Leticia miró a Violet a los ojos.

-Si es ahora, tal vez pueda decirlo.

Aquellos ojos azules eran tan transparentes como el cristal, reflejando a la persona que tenía enfrente.

―Espero convertirme en cantante.

Después de decirlo, Leticia pensó: "Lo he dicho de verdad", e inmediatamente se arrepintió. Cada vez que le decía a alguien que aspiraba a ser cantante, la reacción que recibía a cambio ya era obvia: era un apático "hazlo lo mejor que puedas" o le decían " en lugar de eso, vive una vida decente".

Esto no se limitaba sólo a los que querían ser cantantes en particular. Hablar de los sueños de uno era, de hecho, una idea muy sencilla, pero a veces se trataba como si fuera un problema. Esas experiencias eran la razón por la que a Leticia le pesaba tanto la boca.

Además, Leticia era una simple "dama" en esta ciudad. La "dama" Leticia no tenía nada, y sin embargo hablaba de sus sueños. Esto ya estaba registrado en su mente como una acción vergonzosa.

―'Cantante' ―murmuró Violet lo que le habían dicho como para confirmarlo.

―Sí... cantante ―murmuró Leticia de la misma manera.

Una vez que lo dijo, el hecho de que eso fuera efectivamente cierto incluso para ella misma la atravesó. Le atravesó el pecho con bastante fuerza. Cada vez que se lo decía a alguien, las palabras cobraban fuerza.

-Ah, yo...

Siempre fue así.

-Yo... Yo...

Sin embargo, hablar de ello con alguien de la misma generación que ella fue lo que puso el clavo en el ataúd.

-Realmente deseo ser cantante.

Era una cazadora de sueños.

―¿Te vas a reír?

Seguía siendo una cazadora de sueños, que no quería que nadie ridiculizara su confesión.

Violet Evergarden tardó un rato en decidir cómo responder a la pregunta. Los pasos ligeros de los niños corriendo por la ciudad invernal. Los ruidos de las suelas de los zapatos de alguien que camina con firmeza y con unos tacones tan altos que parece que sus piernas se van a desmoronar en cualquier momento. Los ruidos de las palomas que vuelan de un árbol al borde del camino a otro. Pasó tanto tiempo en medio de la quietud creada entre ambas que todas estas cosas se oían con bastante claridad.

¿Tan difícil era la pregunta? Poco a poco, Leticia fue incapaz de soportarlo, agachando la cabeza para mirar al suelo. Cuando Leticia cerró los ojos, una voz desprovista de su habitual timbre de dignidad, de la que pudo sentir la vacilación, surgió finalmente.

―No me burlaré de ti ―Violet dio una respuesta extremadamente sincera. Hablaba con tanta normalidad que se convirtió en una conversación cotidiana. Para Leticia, este tema era esencial en su vida.

-Bueno, Violet no tiene nada que ver, así que supongo que no se puede evitar.

Sin embargo, tal vez atascada en algo, Violet continuó con una pregunta:

―Mis disculpas por tardar en responder. Estaba pensando... Leticia, ¿por qué me dijiste eso esperando que me riera de ti...?

Silencio.

―Sentí que era una pregunta muy importante. Por eso, me tomé un tiempo, reflexioné sobre ella y contesté con mis sinceros sentimientos, pero ¿te herí con eso?

―No.

―Me alegro.

Silencio.

―A pesar de todo, no entendí por qué asumiste que me reiría.

―Erm... sobre eso...

-Esta chica es una persona reveladora.

En ese momento, por alguna razón, eso fue lo que pensó Leticia. Estar con Violet la hacía sentir así a veces. Era como asomarse a la imagen de sí misma reflejada en una superficie de agua, como verse reflejada en un espejo mientras sostiene otro espejo, y también como descubrir su propia tumba. Así la hacía sentir Violet.

―Eso es... Bueno, ya ves...

Pero esta no era una forma desagradable de ser expuesta. Al fin y al cabo, aunque desenterrara una tumba que no quisiera exponer y se enfrentara directamente a una realidad desagradable, su compañera no huiría de ella, sino que se quedaría allí por ella. Y entonces, en silencio, le haría preguntas. Pensaría en la otra persona y la escucharía debidamente. Al hacerlo, Leticia se encontró con ganas de hablar a pesar de su vergüenza y timidez.

Acabó preguntando con los labios temblorosos:

―Quiero decir... ¿no es incómodo?

Sí, como era de esperar, cuanto más explicaba el asunto con detalle, más embarazoso resultaba por alguna razón.

―Ya es un negocio que ha crecido tan rápidamente después de la guerra.

Después de todo, ella no había logrado nada todavía.

―Y sin embargo, aunque digamos que es una forma de arte, la mayoría de los adultos nos dicen que es sólo para divertirse.

Luego intentaba protegerse enumerando todo tipo de razones.

―Que este tipo de cosas... es sólo gente joven haciendo tonterías y sin mirar la realidad... y cosas... así.

Sería estupendo que tuviera más confianza al hablar del tema.

―Dicen que debemos encontrar trabajos que sean útiles para la gente y se burlan de nosotros...

Simplemente le gustaba cantar. Disfrutaba mucho, mucho y sólo quería que los demás la escucharan. Eso era lo que quería hacer con su vida, y deseaba tener más confianza al decirlo.

―No soy nadie, así que cuando hablo de ello, todo el mundo me dice estas cosas, como si quisieran hacerme despertar de una fiebre... Cuando esto se repite, te vuelves incapaz de decir... con confianza... que eres una aspirante a cantante.

―¿Te han dicho eso?

―Unas cien veces ya...

―¿Se lo has preguntado a cien personas?

―No, no tantas... H-Hum... por eso, Violet... quería preguntar... si tú también... si incluso tú... te ibas a burlar del hecho de que... alguien como yo aspire a ser cantante. Eso es todo... Lo siento, he hecho una pregunta un poco complicada, ¿no?

Hubo una breve pausa. Probablemente Violet había descubierto un punto en común entre la respuesta de Leticia y su propio autocuestionamiento.

―Leticia ―Violet se mostró golpeando una de sus manos protésicas enguantadas sobre la otra―. Soy una ex-soldado. Me las pegaron al cuerpo después de que me hirieran.

―Ya veo...

―Cuando era soldado, esto era necesario.

―Ya veo.

―Después de la guerra, tras mi ocupación como soldado, cambié de trabajo a Auto-Memories Doll. Todavía no lo entendía en ese momento, pero el presidente de mi empresa tiene una excelente previsión, y después de la guerra, las llamadas empresas postales... las llamadas Auto-Memories Doll eran una necesidad. Porque muchas personas no pueden escribir por varias razones, pero finalmente pudieron permitirse un tiempo libre para desear entregar sus sentimientos. Por supuesto, también eran necesarias en tiempos de guerra... pero no bastaban... ―Violet miró de nuevo a Leticia con ojos más decididos que antes―. Si este negocio creció después de la guerra, significa que ahora es necesario. También lo es mi trabajo de escritora fantasma. Ahora es necesario ―Sus ojos brillantes reflejaban a Leticia, que aún no era nadie, mientras la aceptaba―. Entonces... no eres una vergüenza. Aunque algún día... ya no seas necesaria, como yo misma cuando era soldado...

Las palabras de Violet sonaban casi como si se las dijera a sí misma.

―¿Es así?

Después de decir esto, asintió y susurró una vez más:

―Incluso entonces, no serás una vergüenza.

―Violet, ¿también tienes momentos en los que te consideras vergonzosa?

Silencio.

―Lo siento; no tienes que contestar si no quieres.

Violet movió la mano para tocar el broche de su pecho. Sin embargo, se detuvo a mitad de camino, con la mano flotando en el aire, casi cerrándose en un puño. Entonces dio una respuesta que Leticia nunca hubiera podido predecir.

―Cuando pienso en... la persona de la que estoy enamorada, me da vergüenza.

Leticia se quedó sorprendida. A lo largo de las cuatro estaciones, le habían pasado muchas cosas también en este año, mientras vivía su vida aspirando a ser cantante, pero este invierno fue cuando escuchó lo más sorprendente de todo el año. Como que la joven con aspecto de muñeca que tenía delante estaba enamorada.

―¿Tienes un novio? ―Parecía ridículo, pero tanto las manos como la voz le temblaban.

―Sí.

La impresión que tenía al mirar a Violet cambió drásticamente respecto a hace un segundo.

―Eh, no puede ser. ¿Es así...? Eeh... ¿es verdad...? T-Tú eres una adulta...

Hasta hace un momento, tenía la impresión de que Violet no tenía humanidad y se movía tan hábilmente como una muñeca, pero ahora su humanidad se había multiplicado por cien.

―Violet, eres tan adulta...

―Acabo de darme cuenta.

―¿Te has dado cuenta de qué?

―De que no tengo confianza... Cuando se trata de mi amado, pierdo la confianza. Leticia, yo pensaba que a ti no te tienen que importar las cosas de las que hablabas. Pero si me dijeran lo mismo, no me parece que pudiera disipar esa sensación... Si nos falta confianza, los sueños también se convierten en una vergüenza ―Violet murmuró entonces poco a poco―: Así que la vergüenza está ligada a la falta de confianza. Siempre que estoy con el objeto de mis afectos, siento que yo -que mi existencia- es demasiado inadecuada para él... Eso es vergonzoso... No tengo confianza ―Su voz sonaba terriblemente solitaria.

―Violet, está bien.

Ella no sabía qué estaba bien. Sin embargo, Leticia habló. Extendió una mano hacia las duras prótesis de Violet y las agarró como para calentarlas.

―Está bien, así que...

Mientras lo decía, ella misma pensaba en lo irresponsable y sin sentido que era esta frase. Sin embargo, esta chica le respondía con tanta inocencia. Simpatizaba con Leticia. Por lo tanto, Leticia quería decir algo que desechara los "miedos" abstractos que las aquejaban a las dos. Aunque Leticia no tenía ningún dios, quería rezar por el bien de Violet.

―¿Es...? No afecta a mis actividades de la vida diaria ―respondió Violet de forma totalmente inesperada, ladeando la cabeza.

Como para tranquilizarla, Leticia repitió:

―No pasa nada.

-Así que Violet está igual.

Aunque se sintiera mal por ella, de alguna manera u otra, Leticia había recibido coraje de ese hecho.

-Todo el mundo tiene algo que le avergüenza.

Esa soledad, esa vergüenza y esa agonía no eran sólo algo suyo, sino también de la persona que tenía delante, se dio cuenta una vez más. Todo el mundo tenía algo terriblemente frágil en el fondo de su corazón, aunque no lo mostrara.

―Es cierto; querer ser cantante y tener un sueño no es una vergüenza.

Que les pinchen les haría sentir dolor y derramar lágrimas. Si lo calentaran les daría felicidad, pero incluso entonces, derramarían lágrimas. Todos tenían algo así.

―Sí, Leticia, tu sueño no es vergonzoso.

Por lo tanto, perseguir un sueño no era vergonzoso.

―Sí.

―Gracias... pero... hay otra cosa que me parece vergonzosa... Es que no se me puede considerar con talento tal y como soy. Hay mucha gente que lo hace mejor que yo.

―¿De verdad?

Violet era inocente. Precisamente por eso Leticia le hablaba con la misma inocencia.

―Sí, no tengo talento ―dijo mientras le dolía mucho el pecho―. Hay mucha gente que sabe cantar como yo y esta ciudad está llena de ellos, así que el hecho de poder cantar un poco bien... no se puede llamar tener un talento.

Los ojos de Leticia reflejaban las innumerables personas que, como ella, vivían en esta ciudad y perseguían sus sueños en el Segundo Distrito.

 

 

 

Después de esto, ese mismo día fueron a trabajar como ayudantes en un pequeño teatro-restaurante.

La configuración del establecimiento sería extraña en otros lugares, pero en Alfine había varios. La gente disfrutaba de los espectáculos mientras disfrutaba de la comida y la conversación. Las actuaciones principales eran obras de teatro y bailes, y Violet y Leticia se encargaban de arreglar el atrezzo y de ayudar a los protagonistas de dichos espectáculos a cambiarse de ropa.

Tal vez no se podía evitar que Leticia afirmara que no tenía talento. El nivel de exigencia era alto para todo en Alfine. Todas las personas que participaban en el espectáculo dominaban las artes y, desde el punto de vista de los que carecían de ellas, mostraban sin esfuerzo una actuación artística digna de elogio. Cualquiera que hubiera escuchado la voz de Leticia sabría que tenía algo especial, pero si se le preguntara si era sobresaliente o no, no podría decirlo.

Esta ciudad tenía tantas gemas como pudiera haber.

Al principio, Violet fue reprendida por la falta de energía en sus saludos, el dueño del restaurante decepcionado porque "ha llegado una inútil", pero con el tiempo y el esfuerzo, esas impresiones se borraron. No era simpática, pero le bastaba una sola vez para memorizar lo que le decían y, una vez memorizado, lo hacía todo antes de que alguien dijera algo. También sabía llevar la contabilidad y era educada.

Aunque no era simpática, la gente empezó a encontrar esto adorable en ella. Entre los cantantes y bailarines del espectáculo, se referían a ella y la registraban no como "dama" o "soñadora", sino como "Muñequita". Escuchaba las interminables charlas de los desagradables invitados, y cuando los hombres borrachos se colaban en los bastidores, ella les retorcía el brazo y los sacaba antes de que llegara el guardia.

―Muñequita, dama, nos vemos. Los bocadillos que les dimos no durarán mucho, así que asegúrense de comerlos hoy.

―Sí; buenas noches.

―Buenas noches.

Lo que le gustaba a Leticia de este trabajo nocturno era que la gente que había realizado sus sueños como artistas de un gran teatro a veces trataban a alguien como ella, una joven que todavía era una soñadora, a veces de forma estricta pero casi siempre con amabilidad. Como los cazadores de sueños vivían una rutina diaria muy pobre hasta que se ganaban los cimientos de su vida a través de las artes escénicas, a menudo se les daba comida. Como Violet también estaba allí, la ingesta se había duplicado.

―¿Qué clase de bocadillos te dieron?

―¿Qué son, en efecto...? Caramelos y... dulces horneados.

―Tengo una combinación de galletas. Increíble; podríamos hacer una fiesta de té con eso, ¿no?

―¿No se nos acabó el té?

―Uhuhu... Traje un poco a escondidas del teatro, así que tenemos. Hagamos una fiesta de té nocturna, Violet.

―No deberías hacer eso...

―Pagaré la deuda algún día cuando alcance el éxito.

Al volver a casa de Leticia, las dos celebraron una pequeña fiesta de té. En el complejo de apartamentos, cuyas habitaciones no podían decirse que fueran buenas ni siquiera como halago, la temperatura era ciertamente gélida, a pesar de que no soplaba ningún viento frío. Ambas hirvieron agua y se cubrieron con mantas, merendando el té y los dulces mientras dejaban las cortinas ligeramente abiertas para contemplar la vista nocturna que se extendía desde el Tercer hasta el Primer Distrito. El terreno se hacía un poco más alto al pasar del Primer al Tercer Distrito, por lo que naturalmente podían verlo desde arriba.

―Siento que la habitación esté así. Hace frío, ¿verdad?

―Suelo acampar cuando voy a regiones inexploradas para trabajar como escritora fantasma, así que me parece bien.

―Violet, ¿la gente debe ser tan fuerte como tú para trabajar como Auto-Memories Doll?

Debido a que las dos acababan de hablar sobre los sueños, sus conversaciones eran más animadas que antes, pero como Violet se quedaba callada si la dejaban sola, Leticia era la que principalmente hablaba. En el trabajo, la función de Leticia era principalmente escuchar las órdenes e instrucciones de la gente, así como oír las quejas, por lo que la presencia de alguien que escuchara lo que tenía que decir la hacía ser habladora.

―Ya veo... Entonces, Violet, eres huérfana, pero ahora tienes una familia que te acogió...

―Sí. No es exagerado decir que allí me enseñaron todo sobre la etiqueta de las damas.

―Si te enseñaron algo así, deben ser muy ricos. Violet, ¿no estaría bien que no trabajaras?

―Los dos me hablan a menudo de esto, pero a mí me enseñaron el significado de hacer este trabajo muchas personas. No tengo la opción de dejar de trabajar. Además, ya no soy una niña, así que puedo alimentarme sola. Para mí, vaya donde vaya, hay gente que me acogerá cuando regrese a casa... Sólo eso es suficiente.

Estas palabras apuñalaron a Leticia. Acercó los extremos de la frazada en la que estaba envuelta, intentando calentar suavemente su corazón que latía con fuerza.

―Yo...

Definitivamente, este dolor era algo que no iba a desaparecer.

―¿Sabes? Nunca hubo ningún inconveniente para mí, pero me fui de casa.

A menos que ella hablara de ello.

Leticia Aster era originalmente la hija de una buena familia. Fue una niña que no nació en la gran ciudad, sino en una región remota que encajaba con su paisaje idílico, en un hogar de agricultores ricos.

Nunca se la menospreció sólo por ser de una familia de granjeros. Criada por su padre, que había sentado sólidamente las bases como figura destacada en toda la zona, Leticia era una joven ama hasta la médula, a la que la gente de su entorno llamaba desde pequeña "señorita esto", "señorita lo otro". Ella misma aceptaba esta situación con total naturalidad.

A Leticia le habían enseñado a una edad mucho más temprana la etiqueta que Violet aprendió en la casa Evergarden. Si hubiera que definir a Leticia, sería "alguien que ha nacido en un entorno extremadamente bendecido".

Sus padres decidieron que viviera sin ningún tipo de inconveniente incluso en el futuro.

Cuando Leticia tenía ocho años, sus padres ya discutían a qué edad se casaría con su prometido y dónde se celebraría la ceremonia, dejando a las personas en cuestión fuera de la conversación. Su pareja iba a ser el hijo mayor de un comerciante que su padre siempre había querido incorporar a la administración de su negocio. Sus padres, que eran amigos, decidieron todo de común acuerdo para los dos, ya que nacieron el mismo año.

Sin embargo, Leticia también aceptó estas circunstancias con total naturalidad. Estaba deseando casarse con esa persona, tener hijos con ella y envejecer rodeada de dichos hijos.

El otro siempre fue amable con ella delante de sus padres, y todos los que la rodeaban esperaban que desempeñara su papel de "joven ama", así que corresponder a ello era lo que debía hacer. Era todo lo que podía hacer por la gente que la rodeaba. Eso era lo que solía pensar.

―Pero, verás, me sorprendió. Un día, esa persona... me dijo algo. Que no le gustaba lo más mínimo.

Ocurrió de repente en un día determinado.

Su boda aún estaba lejos, pero cada vez que sus familiares se reunían, los dos eran tratados como un conjunto sin ningún tipo de cuestionamiento. Ese día, como siempre, Leticia y su prometido estaban juntos en la reunión de sus familiares. Cuando lo hacían, recibían muchos "comentarios de agradecimiento" de los adultos. Como por ejemplo: "Después de casarte, es mejor tener un niño y una niña" o "Cuando te incorpores como miembro de la administración, te dejaré hacer este tipo de trabajos".

Leticia sonreía al escucharlo, pero su prometido gritó de repente:

―¡Cállense...!

Lo más probable es que no hubiera gritado en su vida. Claramente había exagerado: era casi un aullido, como si herir a otras personas le hubiera dolido a él también. Y así, dejando atrás a la gente asombrada, huyó del lugar.

―Fui tras él. Lo perseguí y le pregunté por qué había hecho eso.

Leticia concebía a su prometido como alguien que siempre sonreía amablemente. Era la persona que se metía en un estanque para recuperar su sombrero cuando salía volando, sin importarle mojarse hasta las rodillas. La persona que, en caso de que hubiera algún festival cercano, priorizaría a Leticia por encima de jugar con sus amigos y la acompañaba a él. Nadie envidiaría su matrimonio con él, eso era lo que ella creía.

―Le pregunté. Y entonces, él... me gritó.

Ella nunca había imaginado que habría un día en el que él le gritaría furiosamente.

―'Porque eres... Porque eres una idiota' ―dijo.

La persona a la que había perseguido no era el prometido que Leticia conocía. Era sólo un chico terriblemente alterado y berreante. Incluso visto de reojo, estaba sumido en el caos y fuera de sí, por lo que lo que le dijo en ese momento fue algo así como una mala palabra que se entregó a sus emociones, pero incluso ahora, Leticia lo recordaba palabra por palabra.

―"Nunca me has gustado como chica y no quiero casarme contigo. ¿Cómo te has vuelto tan sumisa? ¿Cómo puedes quedarte callada cuando te dicen cosas como ésa una y otra vez? ¿Por qué no piensas? Algo está mal en tu cabeza. Tú y todos los demás son unos idiotas. Una panda de idiotas que han dejado de pensar" ―dijo.

Bajo la sombra de un molino de viento en el campo, contrario al bucólico paisaje, le gritó a Leticia con furia.

―Lo dijo muchas veces. Que definitivamente no lo quería. Que tenía que haber otra cosa que quisiera hacer. 'Sólo se vive una vez, pero tú y todos los demás no lo entienden. ¿Por qué tenemos que hacer lo que nuestros padres nos dicen? Tú y todos ellos están locos', me decía una y otra vez...

En ese momento, sintió que el hecho de que él estuviera llorando la impactó más que el hecho de que ella estuviera herida. Era así de amable y sonriente en todo momento.

―No pude hacer nada más que agarrar el dobladillo de mi flamante vestido y temblar.

Tristemente, Leticia nunca había pensado realmente que no quería casarse con él.

―En ese momento, me di cuenta de que mi vida, mi paz, estaba hecha de la restricción de otra persona.

Aceptando su destino, Leticia amaba su vida a su manera, sin pensar en nada. Habiendo nacido como una joven rica en una campiña remota, fue precisamente debido a que Leticia fue bendecida que "pensar" nunca había sido ampliamente necesario para ella, por lo que nunca lo había practicado.

Nunca le había disgustado. Tampoco se había cuestionado nunca por ello. Pero siempre había estado pensando. En esa dulce tierra que se sentía como el fin del mundo, siempre había estado pensando en ella, el fondo de su corazón nublado en humo.

Y así, como resultado de esto, se disgustó de todo lo que le rodeaba, incluso de sí mismo, que tenía el papel de mediador, y lo destruyó todo. Junto con el corazón de una "joven" llamada Leticia Aster.

―Después de que me lo dijeran, me fui a casa llorando. Lloré mucho. 'Ah, todo en lo que creía era mentira', pensé. Ser amable conmigo y celebrar mi cumpleaños sin falta eran obligaciones para él y no le gustaba. Eso me puso muy triste... Verás, ese fue mi primer desamor... Pero, después de llorar tanto, me di cuenta de algo. Había reunido el valor para hacer eso porque quería elegir su vida por sí mismo.

Así, la historia volvió a la actual "dama" Leticia Aster.

Cubierta con una manta como si llevara un velo de novia, Violet la miraba. Sus ojos parecían algo preocupados. Incluso ahora, Leticia podía decir que había pasado la página, pero se había recuperado, lo suficiente como para poder hablar de ello. Por lo tanto, mostró una sonrisa, como para decirle a Violet que no se preocupara.

―Entonces, esta fue la primera vez que pensé en mi vida. Lo decía una y otra vez. 'Sólo se vive una vez. Tú y todos los demás no lo entienden. Por qué tenemos que hacer lo que nos dicen si sólo tenemos una oportunidad en la vida'... Me dolió, pero esto me impactó mucho. Y entonces, recordé que, antes de que mis padres me dijeran que tenía un prometido y cosas así, yo era una niña a la que le gustaba cantar... Lo había olvidado, o mejor dicho... pasó la Guerra Continental, y aunque mi ciudad natal estaba bastante alejada del fuego bélico, me dijeron que era imprudente andar cantando, así que no había cantado en todo ese tiempo. Pero entonces empecé a cantar bajo el cielo estrellado cuando no había nadie más. Y así, el hecho de cantar creció rápidamente en mí... No es algo que sustituya a esa persona, pero así, me volví adicta al canto, casi como si me hubiera enamorado. Y antes de darme cuenta, había dejado mi casa y llegado aquí. Una vez que lo hice, me reí. Hay muchas otras chicas como yo. Chicas soñadoras... No, no sólo chicas; también hay muchos chicos en este mundo. Pensé que había tenido una vida tan turbulenta, pero sólo era una chica normal y corriente...

Era una forma un poco solitaria de decirlo, pero reflejado en los ojos de Violet, algo de Leticia brillaba con fuerza. Estaba hablando de sus sueños en un rincón de una gran ciudad, dentro de una habitación que ni siquiera tenía suficiente iluminación. Aunque le faltara energía, la figura de esta cazadora de sueños viviente brillaba incluso en la oscuridad más absoluta.

―Pero, ya sabes, está bien... Sólo tengo una oportunidad en la vida y soy la protagonista de ella, así que para mí... soy especial... Por eso está bien...

Silencio.

―Lo siento, como que siempre he estado viviendo sola, así que... parece que en realidad había muchas cosas que quería contarle a alguien. El té... se ha enfriado, ¿eh?

Mientras Leticia decía esto, Violet le contestó que sin querer se había quedado absorta escuchándola. Era la primera vez que a Leticia le decían algo así, por lo que se mostró bastante tímida.

―Me halagas. Sólo soy una cazadora de sueños que puedes encontrar en cualquier sitio.

―¿Así que las personas que persiguen sus sueños se llaman 'cazadoras de sueños'?

―Así es. Esta ciudad está llena de gente así. Es raro que alguien no lo sea.

―Yo no lo soy...

―Violet, ¿no tienes sueños? Como algo que quieras hacer en el futuro...

Silencio.

―Como tienes un novio, vivir con él algún día... y cosas así... también es un sueño. En cuanto a mí... mi sueño de casarme con alguien que creyera que es mi amor se destruyó... y se hizo pedazos al final, así que... Violet, quiero que seas feliz...

―Lo pensaré. Por favor, espera un momento.

―Huhu...

―Leticia.

―¿Has terminado de pensar?

―No, este hombre... ¿no se alegrará de saber que persigues tus sueños? ¿Quizás podrías... hablar con él una vez más o contarle tu situación actual a través de una carta...?

Por lo que parece, mientras analizaba su propio sueño, Violet también pensaba en Leticia. A pesar de sonreír, a Leticia le dolió el pecho de forma punzante.

―Eso... no va a pasar, supongo. Él dejó nuestra patria antes que yo... y antes de que se fuera, le dije que yo también iba a intentar hacer lo que quería. Cuando lo hice, me dijo: 'Alguien como tú nunca podrá ser nada' y se fue.

Silencio.

―Siempre había hecho lo que me decían mis padres y nunca había decidido nada por mi cuenta, así que no podía tomar grandes decisiones yo sola... Debería seguir viviendo con seguridad mientras me protegían otras personas, es lo que me dijo.

Puede que esa fuera su forma de mostrarse amable. Sin embargo, esto acabó grabándose profundamente en la mente de Leticia. Sin relación con su extraordinaria voz, su principio de acción para no mostrarla a la gente fue notado por otra persona antes de que ella misma pudiera notarlo.

―Eso me molestó, así que me fui de casa como para rebelarme contra ello... Así que, bueno, que me lo dijeran podría haberme servido...

―Yo creo que no.

Esta vez, Leticia estalló en carcajadas ante la serena réplica de Violet. "Pero, si no fuera por esas palabras, probablemente no habría salido de casa, así que..."

―Las palabras tienen poder.

―¿Hm...?

―Creo que las palabras que restringen a la gente así... pueden llegar a convertirse en algo parecido a una maldición.

―Nunca pensé que una palabra así saldría de ti...

―He sido una Auto-Memories Doll durante varios años. He visto casos en los que las palabras atan a la gente, otros en los que les dan brillo, tanto otorgándoles poder como robándoselo.

Tal vez fuera cierto, pensó Leticia. Tuvo la sensación de que, a partir de ahora, seguramente recordaría sus palabras a la hora de tomar alguna decisión importante. "Alguien como tú nunca podrá ser nada". Asustada, Leticia sacudió la cabeza como para dejar de pensar en ello.

―Violet, ¿has terminado de pensar?

―Si hablara cuando mis pensamientos aún no están en orden... Esa persona no tendría ninguna ganancia por estar conmigo... Deseo su felicidad, pero si hay algo que consideraría como mi propia felicidad, es estar a su lado... Sin embargo, si pensara en su felicidad, lo mejor sería que estuviera lejos de él...

―Espera; eso es demasiado duro.

―Lo es. ¿Los cazadores de sueños nunca renuncian a perseguir sus sueños? O, si tienen ganas de rendirse, ¿qué deben hacer?

―Los cazadores de sueños viven y corren a lo largo de sus sueños. No podemos soportar no perseguir un sueño. No importa cuánto nos pisoteen o ridiculicen, seguimos persiguiendo nuestros sueños...

―Incluso entonces, persiguen sus sueños.

―Sí. Nos avergonzamos y tratamos de abandonar a mitad de camino... pero al final, antes de darnos cuenta, estamos persiguiéndolos de nuevo. Hoy... me has escuchado, Violet, así que tengo mucha energía para perseguir mis sueños.

―Sólo estaba escuchando.

―Me prestaste atención. No te burlaste de mí. Estas cosas... no son habituales. Sólo eso ya es un talento maravilloso.

―¿Un talento maravilloso?

―Violet, si tienes dudas... ¿no sería mejor que escucharas bien lo que tu novio tiene que decir...? Tengo la sensación personal de que escuchar es sumamente importante.

―Leticia, cuando te miro, me encuentro pensando... que sería genial que yo también tuviera un sueño... Los cazadores de sueños tienen algo así como una fuerza de atracción hacia ellos.

―¿Es así...? Ehehe. Aunque no tengas nada que quieras ser, podría estar bien si es un lugar al que quieras ir o algo que quieras comer.

Mientras Leticia lo decía, Violet abrió la boca como si se le acabara de ocurrir una idea:

―Los colores otoñales de Roswell son preciosos y el paisaje urbano de Drossel rebosa de flores.

―¿Hm?

―Las noches en Iustitia, la capital de la observación astronómica, parecen casi como si hubiera piedras preciosas esparcidas por el cielo, y los regalos de la naturaleza del río Jacaranda de la región de D'Arthur son algo digno de contemplar.

―¿H-Hm?

―Quiero mostrar estas cosas a la persona de la que estoy enamorada algún día. Seguramente, las mirará con los ojos entornados. Es el tipo de persona que monta a caballo en sus días libres y disfruta de la naturaleza.

Sí, fue entonces cuando Leticia entendió por fin los comentarios de Violet.

―Si se me permite tener un sueño, me gustaría compartir con esa persona las hermosas vistas... que he contemplado.

Este era su sueño. Qué sueño tan modesto era. Sin embargo, tanto sus ojos como su forma de hablar eran serios.

―Eso es maravilloso ―Por alguna razón, Leticia se puso muy contenta, sin pensar en burlarse de ella por ello―. Realmente maravilloso.

Sonriendo con toda su cara, Leticia reafirmó el sueño de Violet. Y entonces, antes de irse a dormir, las dos decidieron cantar sólo un rato. Con voces bajas, como si estuvieran contando secretos. Leticia también cantaba canciones de amor para Violet. Como dos alondras acurrucadas una junto a la otra, llegaron a un entendimiento mutuo, y así amaneció.

 

 

 

La noche en la que hablaron de sus sueños se convirtió en un pequeño punto de inflexión para Leticia.

Gracias a que otra persona escuchó su historia, Leticia se empeñó aún más en perseguir sus sueños, decidiendo cantar en la calle en lugar de hacer audiciones en los teatros. Era difícil cuando no había público, pero con Violet acompañándola, pudo armarse de valor.

La flexibilidad del tiempo era lo único que la cazadora de sueños Leticia tenía a su favor, y así, mientras se aseguraba de cantar en un lugar fijo muchas veces al día, su voz resonaba con tanta fuerza que uno no creería que salía de su pequeño cuerpo. Había gente que se acercaba a hablar con ella y a invitarla a audiciones, pero como ella acudía de buen grado a las invitaciones, se encontraba con situaciones poco razonables, como reuniones de explicación para productos sospechosos y peticiones para que fuera modelo de cuadros, para lo cual su canto era innecesario. En el caso de la modelo, un hombre sospechoso le ofreció una gran suma en el lugar de la reunión, así como otras cosas que el pensamiento de Leticia no podía concebir.

―¡VIOLEEET!

En esas ocasiones, se aseguraba de llamar a Violet, que estaría esperando fuera.

―¡Violet, me alegro tanto de que estés conmigo! ¡Estoy tan contenta de que estés conmigo!

Mientras Leticia decía esto mientras lloraba, Violet no podía hacer otra cosa que acariciar el hombro de Leticia.

―No tengo ojo para la gente... ni para la suerte.

Esto era Alfine. La ciudad de los cazadores de sueños. Muchos jóvenes se reunían en ella para perseguir sus sueños, pero eso no era todo. Había otros tantos adultos que se aprovechaban de esos jóvenes.

Aun así, como cazadora de sueños, Leticia cantó en la calle al día siguiente de ser engañada.

Por su cuenta, a Violet se le pasó por la cabeza cierta idea, por lo que fue a visitar al compositor del Primer Distrito. El compositor se quedó sorprendido. Por supuesto, se sorprendería de que le visitara la persona que había contratado y que creía que ya había abandonado la ciudad. Sin embargo, tras escuchar la historia de la situación actual de Violet, se ofreció inmediatamente a colaborar. El compositor también tenía la intención de pedirle a Violet un trabajo adicional mientras estaban en ello.

Esta visita traería más tarde grandes conexiones.

 

 

 

Mientras la vida cotidiana de Violet en Alfine transcurría con agitación, Gilbert y Benedict se encontraban en el coche de este último, discutiendo sobre quién de los dos era más cercano a Hodgins. Despedido por Benedict tras estrecharle tímidamente la mano en su despedida, Gilbert subió al tren-cama. Lo único que le quedaba por hacer era preocuparse por Violet. Esta agonía silenciosa roía el cuerpo y la mente de Gilbert, pero como todavía era sano y joven a pesar de estar en la treintena, sólo consiguió debilitar su estómago y sus tripas.

Con todas y cada una de las personas que se movían así, uno no podía dejar de admitir que los seres humanos eran unos seres vivos tan ocupados. Todos pensaban en alguien. Una persona se preocupaba por otra, y una marea convocaba a la otra, haciendo que el destino se moviera en direcciones inimaginables. En cualquier caso, se trataba de pruebas y buenas noticias concedidas a las personas que se ponían en acción. Mientras recibían la prueba, no sabían si habría buenas noticias. Sin embargo, una vez llegadas las buenas noticias, habría un momento en el que todo saldría a la luz, como si la niebla que obstaculizaba su campo de visión se despejara.

Si había alguna deidad del destino, era inequívocamente aficionada a las travesuras.

―¿Violet...?

Si una renombrada Auto-Memories Doll se reuniera en cierta ciudad, en la que se encontraba por circunstancias imprevistas, con un famoso novelista que había conocido en días lejanos, durante una época en la que las hojas de arce de otoño flotaban en la superficie del agua, entonces dicho novelista escribiría en uno de sus libros que se trataba de una travesura del dios del destino.

―Maestro...

Para Violet, era uno de los muchos maestros, pero para él no era así. Pelo rojo rebelde, gafas de montura negra de cristales gruesos y, aunque su atuendo desprendía un aire más pulido, su sensibilidad al frío no había cambiado.

―Violet, así que realmente seguías en esta ciudad... Me he enterado. Crowley te está haciendo trabajar hasta el cansancio, ¿no es así? Ah, espera un momento, no me reconoces, ¿verdad? Te contraté hace mucho tiempo, después de todo... Soy...

―Lord Oscar, que vive en Roswell.

Al contestarle con tanta seguridad, los rasgos de Oscar, que ahora volvía a ser popular como dramaturgo, se desmoronaron lentamente.

―Sí.

En algún lugar de su interior, Óscar tenía la expectativa de que, si se trataba de Violet, ella se acordaría de él. Ella lo hizo realidad magníficamente.

―Así es. Soy yo, Oscar. Violet, me alegro mucho de que parezcas estar bien.

Su reencuentro fue realmente feliz para él. Los ojos de Violet se arrugaron ante la sonrisa de Oscar.

―Has sonreído ―susurró Oscar sorprendido.

―Esta es la función que se llama 'sonreír'.

―No es una broma cuando eres tú quien lo dice. Me alegro de que parezcas estar bien... Me alegro mucho de verte.

―Sí, yo también... Esperaba que hubiera un día en que nos viéramos de nuevo. Señor Oscar... ―Tras una rara muestra de ligera inquietud, Violet volvió a abrir la boca―: Su paraguas.

―¿Hm?

―Siempre voy por ahí con el paraguas que me regaló.

―Aah... eso me hace feliz. Gracias.

―No soy una Auto-Memories Doll en este momento, así que no lo tengo conmigo... pero siempre... lo llevo conmigo. Es un producto muy bueno, así que puedo usarlo sin importar a dónde vaya.

―Sí... es un producto muy bueno, adecuado para ti.

―Había planeado presentarme con él la próxima vez que nos viéramos, pero...

―Eh, espera. Accidentalmente dejé pasar un comentario... ¿Dejaste de ser una Auto-Memories Doll? Pero, ¿por qué?

Violet miró a Leticia, que cantaba entre una multitud. Hoy también estaba cantando. Quizá al darse cuenta de que Violet no la había mirado, cantó mientras le lanzaba una mirada del tipo "¿Quién es ese tipo?".

―Si tuviera que explicarlo... me llevaría... un rato.

―Está bien; tengo tanta curiosidad que no podría vivir de otra manera. Cuéntame.

―¿No es una exageración...? No lo he dejado, pero necesito dinero, así que estoy haciendo otros trabajos. Es un secreto... pero hay algo que deseo comprar, así que acepté un trabajo adicional del compositor Lord Crowley. Lord Oscar, ¿ha venido a ver a Lord Crowley?

―Estoy encargando mi próximo trabajo a Crowley, así que vine a tener una reunión con él. Cuando estaba contigo, nunca hubiera imaginado que un recluido como yo vendría a Alfine desde Roswell... Hum, ya sabes... si quieres, ¿podemos hablar un poco más? Quiero disculparme por haberte presentado a ese obstinado Crowley, así que ¿qué tal una comida rápida...? Además, si me dices cuál es tu situación en este momento, puede que haya algo en lo que pueda ayudarte... Ah, no lo digo de forma extraña. No es eso en absoluto.

De reojo, las palabras de Oscar debieron sonar como si estuviera cortejando a una mujer. Sin embargo, en su corazón, sólo deseaba saborear su reencuentro con alguien a quien veía por primera vez en mucho tiempo, que le había ayudado a cumplir una promesa a su difunta hija. Incluso después de tanto tiempo, su sentimiento de que su hija habría sido como ella si estuviera viva no había cambiado. Tampoco lo había hecho el hecho de que quería que ella hubiera vivido.

―Sí; después de todo, hoy no tengo que trabajar.

Como Violet lo aceptó de inmediato, Óscar tuvo que calmar su pecho a base de masajes. Aunque su personalidad no era fundamentalmente alegre, le dedicó una brillante sonrisa de forma natural.

―Aah, pero espera un momento. ¿Podemos ir después de que me digas el nombre de esa chica? Mi próximo trabajo es también un guión para una obra de teatro y los actores ya están decididos, pero vamos a crear un tema musical y venderlo. Tiene una buena voz, así que si no pertenece ya a otro sitio, me gustaría hacerle una propuesta.

―¿Con "esa chica" se refiere a la que está en medio de esta multitud que nos rodea ahora mismo?

―Sí. Me pregunto si ya pertenece a algún grupo... No, probablemente sí...

―No pertenece.

―¿Cómo sabes eso, Violet?

―Lord Oscar, ella es una cazadora de sueños, actualmente persiguiendo sus sueños.

―Violet, ¿por qué vienes a mí con tanta presión...?

―Tengo información que es extremadamente valiosa para ambos. Por favor, espere hasta que ella termine de cantar.

―Entendido. Esperaré. Violet... erm, estoy feliz y todo, pero me duele mucho cuando sostienes mi brazo de esa manera...

Por lo que se ve, Violet se había vuelto inusualmente emotiva debido a las extrañas conexiones que podían provocar las personas. Así que no soltó la mano de Óscar hasta que terminó de presentarlos a él y a Leticia. Una vez terminada la canción, Violet se apresuró a reunirlos. Leticia se quedó sorprendida cuando Violet se dirigió hacia ella mientras iba de la mano con alguien.

--Eh, ¿es su novio?

Lo había entendido completamente mal, pero cuando terminaron de saludarse, el malentendido se resolvió. Y entonces, una vez más, recibió de Violet su mayor sorpresa del año.

No había nadie en Alfine que no conociera al dramaturgo Óscar.

―Leticia, él ve buenas perspectivas en tu canto.

―Creo que tienes una buena voz, Leticia. ¿Está bien si te llamo Leticia?

Era un personaje tan importante que sólo con hablarle uno se ponía a bailar. Ella había escuchado a través de rumores que era una persona bastante temperamental, pero el que estaba al lado de Violet parecía un hombre adulto de buen corazón.

―N-No... No soy digna...

―Si quieres, ¿por qué no te unes a una audición que no esté abierta al público? Soy del personal y estoy buscando participantes individuales, pero no he encontrado muchos. Estoy considerando recomendarte.

La cara de Leticia se convulsionó ante los repentinos acontecimientos. Estaba feliz. Tan contenta que no pudo evitarlo, y sin embargo le dolía el corazón, como si le estuvieran dando una paliza. Los ruidos que entraban en sus oídos sonaban imprecisos. Se le secó la garganta y le dolieron los ojos de tanto abrirlos.

―¿Qué puedes cantar? ¿También puedes usar una voz más aguda? ¿O te especializas en un tono más bajo?

Violet parecía inusualmente feliz. Leticia tenía que agradecerle el haber propiciado este encuentro. Sin embargo, no le salió la voz.

―Leticia es buena en todo.

-No digas eso. No lo soy. Es decir, aún no...

Después de todo, Leticia...

―Bueno, ¿qué te parece, Leticia?

...seguía siendo una "dama".

-Ah.

Fue entonces cuando Leticia se dio cuenta. Lo entendió. Seguramente, se había conformado una vez más.

Había llegado a esta ciudad persiguiendo sus sueños. Sabía cómo era la realidad, pero había hecho lo posible por no ceder ante ella. Pero el sentimiento de querer volver algún día a su ciudad natal existía en algún lugar dentro de ella.

Al fin y al cabo, si sus sueños se hicieran realidad y se convirtiera en alguien con otro nombre que no fuera "dama"...

--...ya no podría culpar a nadie de nada.

De repente, el rostro de su prometido cruzó su mente.

Hasta ahora, le había guardado cierto rencor a su prometido por haberla herido. Pero, ¿hasta qué punto había sido mimada por él para que esas palabras aparecieran en su mente?

-Esta es mi vida.

En el momento en que los engranajes empezaron a girar, se asustó y sintió ganas de tirarlo todo por la borda. Porque huir era definitivamente más fácil. Abandonar era sencillo y afrontarlo era un problema. Dependiendo de cada persona, tomar decisiones podía ser una gran carga. Y era precisamente en momentos como estos cuando el trauma de la persona la atacaba sin piedad.

"Alguien como tú nunca podrá ser nada".

―Lo siento, pero la carga es demasiado pesada para mí ―Antes de darse cuenta, Leticia había soltado unas palabras que contradecían por completo sus sentimientos.

Después de eso, su memoria se cortó. Si no se equivocaba, tenía la impresión de haber recorrido el camino de vuelta a casa. Violet la había llamado innumerables veces desde atrás, pero ella no se volteó.

Al recordar lo que había hecho, a Leticia le ardió la cara de vergüenza y luego palideció.

-Tengo que disculparme.

Con Violet y con Oscar. Con los dos. Intentaron hacerle un favor y, sin embargo, fue grosera con ellos.

Se levantó frenéticamente, pero sus piernas no tenían fuerza, por lo que se cayó en su habitación. Pudo confirmar que estaba en su habitación, pero Violet no estaba allí.

Se puso un abrigo y, al salir al pasillo exterior del complejo de apartamentos, se topó con una compañera de residencia. Era ya de noche y estaba a punto de salir a ganar dinero en el mundo de la noche.

―Ah, dama.

Como siempre, se refirió a ella como "dama". Aunque hubiera podido llegar a ser alguien, lo había desechado ella sola. A pesar de que le había hablado tanto a Violet sobre cómo eran los cazadores de sueños, cuando se le presentó la oportunidad, huyó.

Al final, hasta ahí podía llegar. De todos modos, ella no podía ser nada.

―Por fin te despertaste... Menos mal. Ya es hora de que vayas a trabajar. Ya sabes, esa chica rubia que ha estado viviendo contigo últimamente.

―¿Violet...?

―Sí, ella. Dijo que si te despertabas, te quedaras en casa y no fueras a buscarla.

Silencio.

―Ella iba a trabajar en tu lugar, dijo. Además, espera un poco... ¡Oscar!

Este era el enésimo suceso que la tenía atónita hoy. El que la residente había llamado desde el piso de abajo no era otro que la misma persona a la que Leticia había abandonado.

―¡Leticia se despertó! ¡Ven aquí!

Oscar levantó una mano, subiendo las escaleras. Leticia estaba más asustada que sorprendida.

―Eh, ¡¿cómo?!

―¿Te refieres a Óscar? No sé. Lo conocí hace poco. Le molestó entrar en la habitación de una chica sin permiso, así que me dijo que le llamara cuando te despertaras. Lo acepté y le dije que estaría bien, mientras tanto que fumara. Es todo un caballero, ¿verdad? ¿Es normal esperar fuera aunque no estuviera fumando? Violet dijo que te desmayaste después de volver a casa, así que... ¿pasó algo importante?

Silencio.

―Está bien si no quieres decírmelo, pero ve a darles las gracias ―Diciendo esto, la mujer anunció que se dirigía al trabajo, sus tacones chasqueando mientras se despedía con elegancia.

Dejada atrás, Leticia se enfrentó a Oscar, que se encogió de hombros, con aspecto de tener frío. Tenía que decir algo. O eso pensó, pero no fue capaz de sacar las palabras.

―Leticia.

―¡Si! ―Su voz salió alterada.

--No puedo soportar más esto. Soy una idiota patética. Quiero morir aquí mismo.

Manteniendo la distancia con Leticia, que parecía que iba a llorar, Óscar habló:

―Yo soy sensible al frío; ¿y tú?

―¿E-Eh...?

―Además, mi comida favorita es la sopa. Porque es fácil de hacer.

Oscar había comenzado a hablar con profusión sobre sí mismo de repente. En general, esta información no era gran cosa. Después de escucharlo todo, ella pudo entender que era un artista que vivía una vida un tanto descuidada.

―También... También, es cierto. Me esfuerzo por utilizar el resto de mi vida... para crear obras que hagan feliz a mi difunta familia. Supongo que eso es todo... Ahora háblame de ti.

―¿Sobre mí?

―Sí. Sólo para decirlo, no me rendiré sólo por lo que pasó. Los artistas como tú suelen ser demasiado delicados, difíciles de manejar, engreídos, ignorantes de todo lo que no sea lo que les gusta, y tratan de desafiarse a sí mismos aunque sean cobardes. Eso me incluye a mí. Así que no es que seas la primera persona que huye de mí después de que le haga una invitación.

―¿Es... así?

Qué extraño. ¿Era porque le había hablado de su propia naturaleza? Aunque sólo un poco, el miedo que había sentido al conocerlo por primera vez se estaba desvaneciendo. Parecía una estupidez por su parte, pero por fin podía verlo como un ser humano de carne y hueso.

―Primero, quiero que sepas que no doy miedo. Y luego, si es necesario, también puedo explicárselo todo a tus padres, y si estás insegura, incluso puedo seguir diciéndote que no pasa nada hasta que dejes de estarlo.

Silencio.

―Verás, los bichos raros como nosotros que persiguen sus sueños pueden ser una vergüenza, pero ¿no quieres mostrar a la gente cosas que sólo los que son como nosotros pueden hacer, y entretenerlos hasta altas horas de la noche?

―¿Violet... le dijo algo?

―No, no lo hizo. Pero tú eres el arquetipo.

Silencio.

―Eres una cazadora de sueños común y corriente, y también el tipo de chica que sale corriendo cuando se asusta.

Silencio.

―Pero tu forma de cantar es increíble.

En ese momento, esas palabras hicieron pensar a Leticia Aster.

--No quiero esto. Realmente quiero perseguir mis sueños. No quiero huir.

Que no quería seguir siendo una "dama".

-Tengo miedo. Mi etiqueta de nunca decidir mi vida por mí misma está llegando a mí ahora. Pero... Pero... esta persona alabó mi forma de cantar.

Ella misma pensó que era un tipo tan simple. Un irresponsable y alarmante, también.

Sin embargo, él le había dado valor.

Este novelista también era un cazador de sueños. Aunque era un adulto consumado, se creía una persona que daba vergüenza.

―¿De verdad está de acuerdo en elegirme? ―Las palabras salieron bien al fin―. Yo, hum, nunca... he tenido un historial decente hasta ahora.

―Ese es el tipo de gente que busco esta vez, así que está bien. También planeo pulir no a la gente famosa, sino a las joyas como tú, que aún están mezcladas entre la multitud.

―¿Cómo debo vestirme para ir? ¿Hay algo que deba tener? Como por ejemplo, ¿algo que deba hacer ahora mismo?

―Nada. Ve a ponerte un conjunto que te guste. Sólo por si acaso, tenemos que comprobar si se verá bien en el escenario, así que un vestido sería lo mejor, pero si no tienes uno, entonces tu ropa habitual servirá.

―¿Por qué me eligió a mí? ¿Porque soy conocida de Violet?

―Lo tienes en el orden equivocado. Encontré a Violet mientras te observaba. Luego descubrí que se conocían, así que... bueno, puede que acabe favoreciéndote, pero no soy el único que decide. Quiero que afrontes esto sin expectativas ni entusiasmo.

―De acuerdo.

―Pero tengo algunas expectativas en ti.

―Sí... Muchas gracias. Siento haberme escapado...

―Te lo dije, ¿no? Estoy acostumbrado. Pero esa sensibilidad tuya es probablemente... algo necesario para gente como tú, que sube al escenario...

 

 

 

Esa noche, cuando Violet volvió a casa, Leticia la recibió con un abrazo y una disculpa.

―Violet-Violet, tengo algunas cosas que quiero... contarte.

―Yo también.

― ¿Sabes? Acabo de tener un punto de inflexión en mi vida.

―Hablemos de ello en el orden de los acontecimientos.

El reencuentro con Oscar se había convertido en un punto de inflexión también para Violet.

Al conocer sus circunstancias, Óscar le había ofrecido ayuda económica. Como Violet se había negado, le pidió que la tomara como anticipo de un trabajo de escritora fantasma. Sería para escribir nombres y direcciones en las respuestas a las cartas de los fans. Al parecer, las había traído consigo, con la intención de trabajar en ello siempre que tuviera tiempo libre durante su estancia en la ciudad. Como terminó el trabajo en menos de treinta minutos, se mire como se mire, su pago estaba muy por encima de la cantidad apropiada.

―No puedo aceptarlo.

―La obra que hice contigo como protagonista fue un éxito y desde entonces no me he quedado sin trabajo. Déjame hacer al menos esto por ti.

―No puedo aceptarlo.

―Algún día, cuando te contrate para que vuelvas a ser mi escritora fantasma... Cuando llegue ese momento, podrás cocinar para mí. Me enteré después, pero parece que eso no es parte del trabajo de una Auto-Memories Doll.

―Fue porque usted era una persona tan problemática, Maestro...

―Dame otra vez una alegría con eso... Violet Evergarden.

Inesperadamente, Violet pudo ganar más que suficiente para cubrir sus gastos de viaje para volver a casa.

Los encuentros entre personas podían provocar giros bastante importantes y, en un abrir y cerrar de ojos, crear algo que podría considerarse de un siglo de duración. Esta vez, lo que había ocurrido en la vida de cada individuo era un pequeño cambio, pero si no estuvieran haciendo esfuerzos para vivir sus vidas, nada de eso habría ocurrido.

Y si algo estaba empezando, también significaba que otra cosa estaba llegando a su fin.

Tanto para Violet como para Leticia se habían resuelto varios asuntos. Ya no tenían una razón para estar juntas.

Al enterarse de que Violet se iba a ir a la mañana siguiente, Leticia no tuvo ningún tipo de reacción desproporcionada. Como de alguna manera ya se había dado cuenta, parecía que iba a ser consciente de que tenían que separarse, y si lo hacía, sentía que iba a empezar a berrear, cosa que le daba miedo hacer.

―Violet, lo siento mucho.

―Ya lo has dicho varias veces.

―Pero quiero decirlo muchas veces más. Siento haber huido cuando hiciste tanto por mí hoy. Estaba... aterrorizada... Aunque aspiraba a ello, fui lo suficientemente estúpida como para acobardarme y huir, ¿eh?

―Yo también estoy huyendo de la persona que me gusta... a pesar de que hace tanto por mí... soy estúpida.

―¡Violet, no eres estúpida! ¡Yo soy la estúpida! Lo siento...

Ese día, Leticia tenía que tomar muchas decisiones. La última decisión había llegado ahora. O bien ofrecer pacíficamente la posibilidad de separarse de Violet o bien intentar decir lo que tenía en mente.

En realidad, desde la primera noche que pasaron juntas después de conocerse, había algo que ella siempre había deseado. Era sólo una fantasía, pero abrazar un sueño no era un crimen. Por eso, en su última merienda nocturna, Leticia se decidió y lo dijo.

―Oye, ¿sabes?... Violet, si te parece bien... ¿qué tal si vivimos juntas para siempre? ―preguntó, a pesar de saber que nunca se haría realidad―. Si aún no te vas a casar con él... tal vez podrías trabajar como Auto-Memories Doll aquí o algo así... Así es... si somos nosotras dos, ¿no crees que podríamos divertirnos haciendo eso? Creo que definitivamente podríamos seguir llevándonos bien incluso cuando nos convirtamos en señoras mayores. ¿Qué te parece, Violet?

Era imposible que algo así se hiciera realidad. Aun así, ella quería intentar decirlo. También tenía el deseo de demostrar que le gustaba Violet hasta ese punto.

―No ―Violet negó con la cabeza.

Por supuesto. Tenía una ciudad natal, alguien de quien estaba enamorada y un trabajo que hacer. ¿Por qué Leticia le había hablado de tal deseo, a pesar de saber que no había nada que hacer?

A pesar de todo, como si se aferrara patéticamente a ella, Leticia continuó:

―Yo-yo-yo realmente...

Por alguna razón, no podía expresarlo adecuadamente con palabras. Aunque había tantas cosas que quería agradecer a Violet.

-Violet.

―Estaría bien vivir en esta pequeña habitación contigo por siempre y para siempre.

-Gracias.

―Me gustas...

-Gracias por salvarme desde el principio, incluso cuando no hice más que pedirte que me ayudaras.

―...hasta el punto de pensar que sería bueno que eso sucediera.

-Y por no reírte de mí cuando te conté mis sueños.

―Violet, me gustas.

-Gracias por apoyar mi sueño y atar mi destino a él. Gracias también por estar conmigo en este momento.

―Me he enamorado de ti.

En la oscuridad de la noche, Leticia le había contado a Violet sus sueños. Violet le había dado un empujón en la espalda, afirmando que no era una vergüenza.

―Lo sé. Aunque digas eso, una vez que te separes de mí, seguro que te limpias las lágrimas y comienzas tu batalla.

¿No era suficiente? Leticia quería pensar que sí.

Estaba acostumbrada a ser una buena chica. No quería vomitar ningún egoísmo.

―Esa es la clase de persona que eres. Eres incapaz de dejar de perseguir tus sueños. No importa cuánto te pisoteen o ridiculicen, sigues persiguiéndolos. En eso consisten los cazadores de sueños, ¿no?

―Pero, Violet.

No debe decirlo.

―Violet, tengo miedo.

No debía decirlo, pero no pudo evitarlo. Estaba tan, tan aterrorizada por el futuro, que había empezado a moverse bruscamente, y no pudo contenerse.

--Sigo queriendo ser una "dama". Pero a la vez no. Quiero ver el futuro que viene. Pero tengo miedo de esculpirlo yo misma.

Todas estas cosas eran ciertas, y por eso mismo estaba asustada hasta el punto de temblar.

―Por favor, enséñamelo. Por favor, asegúrate de mostrarme el sueño del que me hablaste en esta habitación.

Sin poder evitarlo, Leticia se aferró al regazo de Violet, como si se precipitara en él.

Qué miserable y vergonzoso era el acto de aferrarse a alguien. Sin embargo, era precisamente porque esa persona la hacía así que Leticia quería aferrarse a ella, aunque la apartaran.

―Violet... no sé... si puedo hacerlo ―le dijo a Violet mientras se le escapaban los sollozos.

―No, tú eres alguien capaz de luchar, Leticia.

―¿Por qué piensas eso...? No soy nada especial.

―Estás en el camino de convertirte en especial. Está bien que tengas miedo. Pero no dejes de luchar.

―Sí... haré lo que pueda; lucharé...

―Sí, por favor... no pierdas.

―No lo haré... Violet... ¿Sabes?, está bien aunque sea de lejos. Mírame...

--Estoy usando a esta persona como un reemplazo de alguien.

Un reemplazo ya sea de su madre, de su padre, o de quien se suponía que debía sustentar su vida.

Aun así, Violet prestó su regazo a Leticia. Después de hoy, se le pasaría esta amabilidad. Por lo tanto, Leticia lloró, lloró y lloró, jurando no huir.

 

 

Al día siguiente, cuando Leticia se despertó, encontró una carta encima de una gran caja.

Prácticamente se habían despedido el día anterior, pero pensar que se iría sin decir nada... o eso había pensado Leticia en soledad, pero una vez que leyó la carta, este sentimiento se reconfortó.

 

La carta decía:

 

Para Leticia.

Esto es un regalo. Últimamente me he convertido en un ser humano. Por eso, me pareció que sería difícil separarme de ti y que acabaría llorando. Por favor, perdóname por despedirme a través de una carta.

Violet Evergarden

 

Leticia no entendía muy bien lo que decía, pero si precisamente Violet había huido por no querer llorar, eso era lo querida que le era Leticia. El hecho de que Leticia consiguiera sentirse tan tranquila era un misterio tan grande que no podía soportarlo. Ya no podía ver a Violet. Sin embargo, por alguna razón, tenía el presentimiento de que volverían a encontrarse y no podía evitarlo. Creía que Violet era el tipo de persona que cumplía sus promesas. Le había pedido a Leticia que se lo "demostrara".

"Alguien como tú nunca podrá ser nada".

Si Leticia realmente llegaba a ser capaz de "mostrarse" como cantante ante Violet, si lograba convertirse en alguien, tenía la sensación de que Violet definitivamente vendría a verla.

Después de volver a meter la carta en el sobre con delicadeza, puso los ojos en la enorme caja. El sonido de una cinta desatada suavemente resonó en la habitación, en la que brillaba la luz del sol matutino de un día de invierno. Dentro de la caja de recuerdos abierta había un vestido blanco. Era el vestido que habían visto en aquel escaparate. El que ella había renunciado a comprar, por ser demasiado caro.

¿Había algo más alentador que esto? Esa chica le había dicho que luchara. Y para su regalo de despedida, había elegido un atuendo de batalla que le permitiría a Leticia actuar adecuadamente como una flor que se abre paso en este mundo.

¿No había utilizado la mayor parte del dinero que había ganado trabajando en esto? Era fácil imaginarse a una Violet hambrienta teniendo sólo el dinero suficiente para el viaje de vuelta a casa.

―Tengo que asegurarme de enseñárselo, supongo...

No importa lo que pueda pasar, los cazadores persiguen sus sueños. Aunque estuvieran solos, aunque dichos sueños no pudieran hacerse realidad, tenían que luchar y luchar, seguir adelante sin rendirse.

Poniéndose el vestido mientras lloraba, Leticia hizo un juramento. Que ésta sería su última vez llorando hasta que su sueño se hiciera realidad.

 

 

 

El escenario disperso acabó convergiendo en un solo lugar.

Después de balancearse dentro del coche de Benedict, cambiar de tren y llegar a Alfine, Gilbert hizo una visita a la casa del comerciante con el que Hodgins se había relacionado y que éste le había señalado. La retransmisión de la línea telefónica había ido bien al parecer, puesto que la información ya había sido transmitida a la tienda del comerciante, y así Gilbert pudo averiguar que alguien que se parecía a Violet estaba trabajando en la ciudad, con un individuo que vivía en la dirección remitida de cierta partida postal.

En primer lugar, se inclinó por pensar que era razonable ir a dicha dirección, pero desgraciadamente, no había nadie. A esa hora, la dueña de la residencia, Leticia Aster, estaba haciendo una audición.

Sin más remedio, Gilbert acudió a los lugares en los que Violet había trabajado, como si siguiera sus pasos. Recorrió deteniéndose en muchos lugares, como un restaurante donde la gente se afanaba en poner las mesas, la casa de un millonario que tenía perros enormes y una taberna con un pequeño teatro que prodigaba sueños nocturnos, pero le dijeron que "la chica dijo que iba a dejar la ciudad pronto".

--Un paso tarde, ¿eh?

Se desesperó, se fue de una tierra del norte a Leidenschaftlich y emprendió un gran viaje desde allí. El intento de Hodgins de detenerlo por ser un insensato se le estaba metiendo ahora en el cuerpo.

Todo estaba bien. Todo estaba bien mientras ella estuviera a salvo. No pudo hacer otra cosa que pensar esto y sonreír con desprecio hacia sí mismo.

Desde el punto de vista de otra persona, sus acciones serían ridiculizadas como un desperdicio. En realidad lo eran. Gilbert también pensaría lo mismo de un extraño. Sin embargo, no pudo contenerse.

Desde el momento en que conoció a Violet. Desde el momento en que ella dijo "Mayor" por primera vez. Desde el momento en que le dijo que la amaba. Desde el momento en que le pidió perdón, pidiendo estar a su lado. Gilbert había ido cambiando poco a poco, ya alejado de su infancia, en la que sólo vivía por su apellido como Gilbert Bougainvillea.

Una sola chica fue capaz de cambiar tanto a un hombre. Y lo mismo ocurría con Gilbert. Un solo joven fue capaz de transformar a una bestia salvaje en una chica.

Sin embargo, como no podían validar la grandeza de tales acciones entre ellos, el otro parecía ser siempre el único deslumbrante. Apreciaban demasiado al otro y se encontraban pensando que sería mejor que no estuvieran cerca.

Sin embargo, como era de esperar, querían estar juntos.

No era nada especial: eran emociones comunes por las que pasaban las parejas de todo el mundo desde un pasado lejano. Uno se acostumbraba a ello cuando lo experimentaba varias veces. Para ambos era la primera vez, y por eso mismo les dolía.

Mientras miraba el bullicio de la multitud, Gilbert se preguntó si debía volver a casa. Si Violet no estaba en la ciudad, entonces él ya no tenía nada que hacer en ella. Si volvía ahora, tal vez podría ver a Violet en Leidenschaftlich, aunque sólo fuera un rato.

Si, por casualidad, lograba verla, le pediría disculpas por haberla hecho sentir insegura. Y si ella lo aceptaba, entonces esta vez debían hablar de lo que harían los dos a partir de ahora. Hasta que ambos se convencieran de que todo iba a salir bien, aunque estuvieran separados.

Pensando hasta ese punto, Gilbert se dio cuenta de repente de un sonido que se acercaba a él. Era un sonido que había escuchado innumerables veces. Desde que se habían reunido, cada vez que se encontraban, sonreía al oír ese sonido.

El chasquido de las botas. Unos pasos característicamente regulados, que dejaban entrever su personalidad estoica. Esto, y una palabra que muy probablemente no dejaría de escuchar, sin importar dónde estuviera o a dónde hubiera ido.

―Mayor.

La primera palabra que ella le dijo. Una palabra mágica que hacía crecer su afecto sólo cuando era ella quien la decía, aunque fuera un mero título y no le conviniera ahora que se había convertido en coronel.

A Gilbert se le cortó la respiración al darse la vuelta.

Unas cintas de color rojo oscuro que se balanceaban. Una chaqueta azul prusiano sobre un vestido blanco como la nieve con cintas. Unas botas largas de color marrón cacao y una maleta con ruedas. Y brillando en su pecho estaba el broche de esmeralda que los unía.

Ya no era una niña soldado, ya no era sólo "Violet". Ni su herramienta ni una bestia salvaje. Era una mujer joven, que ahora vivía como una Auto-Memories Doll.

Violet Evergarden extendió una mano hacia Gilbert.

―Violet.

―Mayor.

Tal vez sorprendida de que se hubiera dado la vuelta de repente, Violet retrajo la mano estirada hacia su pecho y la dejó caer. Gilbert no dejó escapar la mano que no intentaría dirigirse hacia su dirección una vez más. La agarró de la muñeca y tiró de ella.

―Ma... yo... r...

Él puso la otra mano en su mejilla, mirándola de cerca. Sus ojos azules, su pelo dorado y sus rasgos faciales torneados eran como los de una muñeca. Era su Violet, hasta la médula.

―Violet, ¿eres tú...?

A pesar de lo incomprensible de la pregunta, Violet respondió con seriedad:

―Sí, soy yo, Mayor.

Tal vez incapaz de soportar su mirada a tan corta distancia, sus mejillas comenzaron a sonrojarse.

Gilbert exhaló profundamente, abrazando a Violet, como si quisiera arrojarla a sus brazos. Fue un abrazo un poco brusco para un caballero como él, pero le transmitió a Violet lo mucho que había anhelado un reencuentro.

―Hum, me preguntaba si era una coincidencia, pero ¿podría ser que me estuviera buscando...? Hasta hace un rato, me estaba despidiendo de las personas bajo cuyo cuidado he estado en esta ciudad...

―He estado buscándote. Probablemente no hay un solo día en que no te busque, pero... aparte de eso, realmente te estaba buscando.

―Mayor, ¿no estaba usted en una base militar en el norte...?

―Me tomé una licencia. Porque no hubo respuesta de tu parte.

Violet intentó, de alguna manera, mover la cabeza de su posición inmóvil y mirar la cara de Gilbert, pero no pudo hacerlo ya que su gran cuerpo la abrazaba sin ninguna apertura.

Él ya la había abrazado una vez. Cuando se reencontraron por primera vez. Entonces se alegraron de verse, lloraron y se aferraron mutuamente, pero eso fue todo. Era la primera vez que la abrazaban así.

―Ma... yor... ―Sin saber qué hacer mientras su pareja de más edad la abrazaba y no mostraba signos de soltarla, su voz se volvió aguda. Casi como si fuera una joven doncella―. ¿Esperaba una respuesta mía...?

Sus mejillas estaban calientes. Estaban teñidas de rojo.

―Fue mientras estabas en un largo viaje de negocios aquí. No es de extrañar que no recibieras mi carta... Me puse al corriente de la situación, pero no importaba, quería resolver el malentendido que tenías... así que acabé viniendo hasta aquí.

Violet preguntó temerosa:

―¿Le dolió mi carta, mayor?

―Esa es mi frase.

―No me ha hecho daño, mayor.

Esas palabras atravesaron el pecho de Gilbert.

¿Por qué esta chica nunca dudaba de él? Si al menos ella lo reprendiera en momentos como éste, él se habría sentido mejor. Como ella no era el tipo de persona que lo hacía, era terriblemente doloroso para él.

―No... ―Gilbert por fin soltó lentamente el cuerpo de Violet y la miró a la cara―. Sí te he hecho daño, Violet.

A Violet se le cortó la respiración. Después de todo, la gema esmeralda que brillaba en el rostro que ella miraba estaba húmeda, con la tristeza profundamente grabada en sus rasgos.

Mirar esos iris hizo que las funciones de Violet se detuvieran. No había forma de evitarlo. No pudo evitarlo. Era algo automático.

―Violet, nunca pensé que fueras una vergüenza.

Esa piedra preciosa había sido "hermosa" desde que se habían conocido. Nunca dejó de fascinarla.

―No puedo vivir sin ti.

Por mucho que la gente le criticara o juzgara, era incapaz de rendirse.

―No quiero nada más que a ti.

La persiguió y la persiguió.

―Por favor. No intentes dejarme.

Perseguía, perseguía, perseguía y perseguía.

La mirada de la persona que más amaba, a la que por fin se le permitía estar a su lado. Su afecto era imparable. No podía detenerlo. Al parecer, el "defecto" de Violet ya no tenía arreglo. Seguramente, no se arreglaría por el resto de su vida.

―Mayor-Mayor-Mayor, yo...

Por fin pudo darse cuenta. Violet Evergarden fue completada por Gilbert Bougainvillea. El amor había cambiado tanto a la bestia salvaje. El enamoramiento había convertido a una muñeca en un ser humano. Por lo tanto, la bestia salvaje se enfrentó a su señor, cuyos ojos como piedras preciosas brillaban con la alegría, la tristeza y la belleza de toda una vida -la única, más insustituible que cualquier otra cosa para ella-, y rugió.

―Mayor, lo amo. No me iré de su lado mientras viva.

"¿Qué es el 'amor'?"

Por alguna razón, su antiguo yo parecía superponerse al actual a los ojos de Gilbert. Desde el momento en que le dijo que no había entendido su confesión. Sin embargo, esta chica ahora había crecido y le declaraba su amor, casi como para protegerlo.

Las lágrimas brotaron como una lluvia de su ojo esmeralda.

Esta vez, Violet extendió correctamente una mano hacia Gilbert. Alargó la mano y le acarició la mejilla a través del guante. Su mano artificial chirrió.

¿Cuánto mejor sería si su palma fuera más suave? A pesar de que su mano estaba acariciando a su amado que lloraba, era demasiado maldita. Era excesivamente fría y dura.

―Con estas manos, Mayor, lo protegeré.

Sin embargo, esos brazos eran fuertes. Le daban la suficiente confianza para afirmar que iba a protegerlo.

Intentando hacer algo él mismo con las lágrimas que se desbordaban, Gilbert apretó las comisuras de sus ojos mientras hablaba:

―Violet.

―Sí.

―No tienes que protegerme.

―No, lo haré.

―Te equivocas. Soy yo quien va a protegerte.

―No me equivoco. Yo lo protegeré. Me jugaré la vida para protegerlo.

Cada vez que el obstinado dúo se oponía, ninguno de los dos daba un paso atrás, pero Violet solía ser la ganadora. Eso podría ser la debilidad de haberse enamorado primero. O, tal vez, debido a que ella era tan dócil, él se sobresaltaba cada vez que se le acercaba con demasiada fuerza.

―Violet...

―Mayor... Ahora mismo, lo entendí. No importa lo que sea, no importa cuántas críticas tenga que soportar, mientras usted me quiera, eso es suficiente.

Y así, Violet Evergarden lo dijo. La frase que ella le había dicho en el pasado.

―Lo protegeré ―susurró de la misma manera, pero con un nivel diferente de calidez―. Por favor, no lo dude nunca. Soy suya ―declaró con la calidez del amor―. Mayor, lo amo.

Ella lo protegería. Eso era todo lo que tenía en mente.

Gilbert dijo un poco aturdido:

―Tengo la sensación de que es la primera vez que... me dices esto con propiedad.

En realidad él estaba en shock. Ella le había dicho cosas similares antes, pero una confesión de amor nunca había salido de su boca tan directamente.

-Por fin.

Gilbert se dio cuenta de que algo -una emoción indescriptible- se apoderaba de él desde el interior de su pecho.

-Por fin parece que nos hemos convertido en una pareja normal.

Pensándolo bien, los dos siempre habían estado en una calle de un solo sentido, o bien a espaldas del otro o bien buscando su espalda. Gracias a que ambos se dijeron "te amo", por fin los dos estaban en el mismo lugar.

Violet se disculpó profundamente.

―Lo siento mucho. Ya aprendí a decirlo. Puedo decirlo tantas veces como sea necesario.

Su actitud prácticamente decía: "Por favor, ordéneme hacerlo". Probablemente aún tardaría algún tiempo en cambiar esa parte de ella.

Fijando en Violet una mirada amable que sólo le mostraba a ella, Gilbert susurró:

―Puede que mi corazón no sea capaz de soportarlo, así que necesito algo de práctica.

―¿Su corazón, Mayor...?

―Eso era una broma. Mi corazón está realmente bien.

―Qué alivio.

―Violet... ¿entiendes... que te amo?

―Sí, Mayor, me ama.

―¿Y que te amo más que nada?

―Yo también, Mayor... lo amo más que nada.

―Lo siento. ¿Te he obligado a decir eso?

―No. Pero como usted dijo, Mayor... seguramente... mi corazón no es capaz de soportarlo... Hum, cuando me mira así... las palabras se me escapan de golpe...

―A mí también me pasa.

―¿Usted también es así, Mayor?

―Sí.

Todo lo que tenía que ver con ella era insoportablemente querido por Gilbert. Mirarla le hacía sonreír. Derramó lágrimas al hacerlo, pero Violet extendió una mano y las enjugó. Mientras lo hacía, derramó sus propias lágrimas.

―Somos defectuosos, Mayor.

―Las lágrimas no son un defecto. Está bien llorar, Violet.

―De acuerdo.

Los dos unieron sus manos de forma natural. Y, acompasando el paso del otro, comenzaron a caminar

Una chica cuyos brazos eran prótesis. Un hombre que tenía un brazo protésico y había perdido un ojo. Eran un dúo peculiar. Sin embargo, una vez que se mezclaron con la multitud, nada de eso importó. Podían ir a cualquier parte. No importaba que los demás los juzgaran. Aunque nunca recibieran la aprobación.

Violet le dijo a la persona que más quería con una voz ligeramente ansiosa:

―Mayor, aunque... no nos hemos visto, el número de cosas que tengo que informar ha aumentado.

―Ah... por supuesto, cuéntame muchas cosas. Espero con ansias tus aventuras.

―Sí. Esta vez, aprendí sobre los sueños de un cazador de sueños.

―¿Un "cazador de sueños"?

―Sí. Alguien que tiene sueños. Yo también, Mayor... tengo muchos lugares a los que me gustaría ir con usted.

―Vayamos, uno por uno.

―¿Podemos?

―Dijiste que te jugarías la vida para protegerme hace un rato, ¿verdad? Soy el mayor (en edad)... así que antes de que tenga que usar un bastón, hagámoslo. Está bien, Violet. Tenemos tiempo...

―Mayor, ¿tiene algún sueño?

―Nadie me lo ha preguntado, pero lo tengo.

―¿Puedo preguntar cuál es ese sueño?

―Probablemente no pueda decírselo a nadie más que a ti.

Cuando Violet preguntó:

―¿Qué puede ser?

Gilbert respondió:

―Es algo bastante común, pero quiero tener mi propia familia.

―Mayor, ¿estaría bien... si fuera con alguien como yo?

La pregunta hizo que la visión del ojo esmeralda de Gilbert se nublara una vez más.

--¿Por qué eres así?

Su querida Auto-Memories Doll siempre decía las palabras justas para hacer palpitar su corazón.

La fuerza con la que Gilbert se aferró firmemente a la mano de Violet aumentó.

―Sólo puedes ser tú, Violet.

Sería fácil responder con eso. Hacía tiempo que había dejado de ocultar su amor por ella. Probablemente podría decirlo con la misma facilidad que respirar, pero esta vez, el peso de esa frase era diferente al de antes. Era un juramento que unía su vida a la de él.

Si iba a decirlo, quería hacerlo después de tomar las medidas adecuadas, pensó Gilbert.

―Violet.

Había algo que siempre se había resistido a hacer. Para una pareja normal, dicha acción era una muestra ordinaria de amor. Era la primera vez para ellos dos, así que si iba a hacerlo, tenía que ser ahora.

Extrañamente, Gilbert no estaba demasiado nervioso. Estaba lleno de felicidad, hasta el punto de que ya nada le asustaba. También era consciente de que ella no lo rechazaría.

Ahora se daba cuenta de ello. Era sólo su mujer.

Por lo tanto, las piernas de Gilbert se detuvieron. De repente cambió de dirección hacia Violet, que le miraba desconcertada.

En medio de la multitud, la besó de una manera que podría considerarse un asesinato.

―Ma... yor...

Cuando sus rostros se separaron, apareció la figura de su amado, tan adorablemente desorientado.

―Ma-yor... hum, yo... hum...

―Lo siento ―dijo Gilbert sin reparos.

―No... hum... Está bien, hum... yo... uh... ―Violet se tambaleaba conmocionada―. Usted es... el objeto... de mis afectos, Mayor... Por lo tanto, está bien... sí...

Sus mejillas estaban rojas. Sus ojos eran un mar de ligeras lágrimas. El único en el mundo que podía cambiar tanto a Violet Evergarden era Gilbert Bougainvillea.

--Estoy seguro de haber nacido para este momento.

Gilbert ya no tenía miedo de nada. La soledad que arrastraba desde su infancia había desaparecido. Por lo tanto, también fue capaz de cambiar finalmente de herramienta a humano, sonriendo como un niño.

Violet Evergarden fue quien lo convirtió en persona.

―Violet, eres la única para mí. ¿Puedes jurarme... que no me dejarás por el resto de nuestras vidas?

Si estuvieran juntos, definitivamente podrían vivir en cualquier lugar.

 

 

 

Bueno, las secuelas de la historia llegan hasta este punto.

Gilbert y Violet. Ninguno de los problemas que les rodean a él y a ella se ha resuelto todavía. Tampoco hay un futuro claramente decidido sobre lo que les ocurrirá. Sin embargo, las personas que han visto la historia de estos dos a través de ella podrían haber imaginado un desenlace para la misma.

Intentemos imaginarlo un poco.

No es tan difícil. Las voces, los olores, los colores y los movimientos transmiten las palabras. Por supuesto, intenta desplegar las alas de tu imaginación. Imagínatelos en un lugar tranquilo. Sólo ellos dos, en un bosque de flores y árboles de colores.

No, hagamos una corrección.

Esto seguramente nunca se permitiría. Su mutuo benefactor de pelo carmesí nunca lo permitiría. Las personas invitadas a ello serían inequívocamente sólo las que les hubieran dado su bendición a él y a ella después de haber superado sus dificultades. Entre dichas personas, habría un joven de pelo dorado similar al de ella. Así como una mujer morena y hermosa. Y una chica de ojos heterocromáticos.

Ahora, despliega tus alas una vez más. Reimagínalo.

Un futuro en el que los bosques se llenan de risas. Los faroles iluminan el atardecer. Dentro de la suave luz, envueltos en el fragante aroma de las violetas, un novio, vestido con el atuendo ceremonial del ejército de Leidenschaftlich, y una novia, con un vestido de novia especialmente confeccionado por el presidente de su empresa postal, se prometen tranquilamente su amor. Este desenlace seguramente existe en alguna parte.

 

 

 

 

Pasó de ser una bestia salvaje a una chica. Y de chica a ser un ser humano que conoció el amor.

La historia de esta chica finalmente termina aquí.

¿Hay alguna tristeza en eso? Una vez que comienza, toda historia llega a su fin.

Pero puedes hacer que esta sea eterna recordándola.

Ella está obligada a venir siempre que la llames. Después de todo, ella misma puede ir a cualquier lugar en cualquier momento. Ella se apresurará a ir a donde sus clientes deseen.

Si alguna vez te sientes solo, me gustaría que la llamaras por su nombre. El nombre de esta chica, que has visto hasta ahora.

"Violet Evergarden".


 








 

8 comentarios:

  1. LO AME, LO AME Y LO AME
    SIN DUDA ALGUNA ME LLEGÓ AL CORAZÓN
    ESO QUIERE DECIR.... QUE SI SE CASARON 🤧🤧🤧🤧😍😍😍😍😍😍

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  2. Muchísimas gracias por traducir y llevar hasta el final esta gran obra 😍😭 siempre recomiendo tu blog para leer esta novela ❤

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  3. Muchas gracias ahhh estoy llorando espere tanto... Ahqbak gracias muchas gracias por traducir tremenda obra 💕💕

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  4. Muchas gracias por traducir esta obra de arte

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  5. Gracias por traducir, esta maravillosa obra. Excelente trabajo 💖✨🌸

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  6. Muchas gracias por traducir esta maravillosa historia, una pregunta, escuché que habían unos llamados "booklets" que eran como unas pequeñas historias de los personajes, es eso cierto? Corríjanme si me equivoco.

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  7. Muchas gracias por traducir esta obra. En verd

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  8. Muchas gracias esto estaba esperando....

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