LA SONATA PARA PIANO DEL ADIÓS
El Junio sin Mafuyu estaba a punto de terminar.
La característica única de mis compañeros de la Clase Tres de Primer Año, era que típicamente su interés por las cosas no duraba mucho. Aun así, había gente que se me acercaba para preguntarme cosas relacionadas con Mafuyu (el incidente de que nos escapamos juntos de casa ya se había extendido por toda la escuela, lo que me hizo plantearme seriamente el traslado a otra escuela). Algunos de ellos, que parecían no saber nada de música clásica, incluso me habían pedido prestados algunos CD de Mafuyu.
Quizá fuera porque el asiento de al lado siempre estaba vacío.
Pero yo tenía una personalidad horrible, así que no traté a los novatos con ninguna indulgencia y decidí prestarles primero piezas compuestas por los compositores rusos Scriabin y Prokofiev. A pesar de ello, los compañeros que tomaron prestados los CD parecían muy contentos.
—¡Esto es genial! La foto de la portada es impresionante.
¡Vuelve y escucha el CD!
—¡En realidad hay dos guardias privados en la casa de Ebisawa! Hasta yo me sorprendí.