Violet Evergarden - Booklet 2

 


Yo quería esa estrella. Quería ser la persona que atravesara esa estrella.

 

 

 

LEON STEPHANOTIS Y LA PRIMERA ESTRELLA

 

 

 

Una vez vi un cometa que sólo aparece cada doscientos años junto a una chica.

Ocurrió hace años. Fue una noche preciosa. Incluso ahora, puedo recordar vívidamente el parpadeo de las estrellas que observamos aquel día mientras nuestros cuerpos temblaban por el frío del viento nocturno. Como si fueran joyas esparcidas sobre un dosel oscuro, el cielo estrellado era suficiente para que uno se olvidara hasta de respirar. Al pasar, dibujando su blanca cola, el meteoro parecía un hada en vuelo con las escamas de los insectos desparramadas por sus alas.

Cada vez que miraba el hermoso cielo nocturno, pensaba muchas veces: "Ahora que he grabado este momento en mi corazón, no me arrepentiré si alguien me quita la vida". Si perdía la vida, quería que fuera en una noche estrellada como aquella. Quería morir con el recuerdo de haber presenciado algo impresionante.

"Que el cielo nocturno sea un hermoso cielo estrellado el día de mi muerte", deseé.

Pero esa noche fue un poco diferente. Tal vez porque tenía a alguien que miraba las estrellas conmigo. Tal vez porque era mi primer amor.

Era una persona preciosa. Incluso más que las estrellas. Su pelo parecía el Sol cuando brillaba bajo la luz de la luna y sus ojos azules eran como piedras preciosas creadas a partir de una mezcla del mar y el cielo. Con su piel de porcelana y su voz de alondra, su forma de caminar era como la de una doncella bien preparada.  En realidad, era una ex soldado huérfana, además de una Auto-Memories Doll de un lejano país del sur, por lo que el dicho "no juzgues un libro por su portada" era pertinente cuando se trataba de ella.

Lo más probable es que se trate de una persona única en la vida, a la que no puedes saber si llegarás a conocer.

Mi pecho palpitaba incluso ante el suspiro que se escapaba de ella cuando miraba el telescopio. Cuando miró hacia mí y sonrió débilmente, experimenté un impacto como si me hubieran golpeado en la cabeza, rindiéndome a un amor que me hizo sentir que todo mi cuerpo se derretiría y se desmoronaría.

"Maestro, las observaciones astronómicas son algo maravilloso".

Si, por casualidad, mi cuerpo fuera aplastado por una estrella en ese momento, sólo ese día quería seguir mirando algo, aunque fuera un segundo más. Quería seguir mirándola. Por siempre y para siempre, deseé. Eso fue lo que pensé.

Este encuentro había cambiado mi vida y decidido mi destino. No me importaba que la gente se riera de eso, llamándome romántico. Yo, León Stephanotis, cuyo destino había sido alterado, lo recordaré siempre.

El día en que había contemplado las estrellas con Violet Evergarden.

 

 

Había un mar de oro en su tierra ―¿quién fue el que cantó las alabanzas de un desierto como éste?

―Estoy agotado.

Cuando los ratones de biblioteca leen demasiado, la capacidad de su cabeza sobrepasa el límite, por lo que automáticamente olvidan las cosas que han leído en sus primeras etapas. Yo confiaba en mi capacidad de memorización y, sin embargo, no podía recordar esto, así que seguramente era un pasaje de una novela de aventuras que había leído en mi infancia o algo por el estilo.

-Qué hermosa comparación.

Cuando realmente me encontraba en medio de un desierto, mis impresiones se centraban en las temperaturas, la luz del sol y otras cosas similares relacionadas con el entorno, así que esta expresión poética no se me había pasado por la cabeza. En los destinos de mis viajes, a menudo recordaba a cierta persona que estaba en algún lugar de este mundo, así como las cosas que ella, que pronunciaba palabras tan bellas como ésa, solía decir, como si las tomara prestadas.

―Tan bonito...

Me gustaba el color del oro. Podía observar los granos de arena moviéndose suavemente por toda la eternidad.

―Todo el mundo, lo hicieron bien; los libros que excavamos serán traídos por otro grupo. Lo que significa que nosotros, los de la alineación inicial, finalmente estamos libres por primera vez en meses.

Como estaba distraído, no escuché muy bien las palabras del comandante. Sólo miraba al suelo, perdiéndome todo. Cuando levanté la cabeza, me aparecieron las caras de felicidad de mis compañeros, barbudos y algo sucios. Lo único que entendí de inmediato fue que tendríamos vacaciones.

―Cuando tengamos veinte días de descanso, nos reagruparemos en Iustitia, en el cuartel general de Shaher. Después, iremos a ese lugar del sur donde se envió el equipo de reconocimiento. Luego será nuestro turno de traer el equipaje. No dejen que sus cuerpos se debiliten.

―Entendido ―Una vez que todos dieron una respuesta afirmativa al unísono, nos dispersamos del lugar.

Iustitia, la sede de Shaher. La oficina principal de mi ocupación. Antes estaba en una sección llamada departamento de códices, dedicándome a descifrar documentos y a copiar manuscritos, pero ahora me habían trasladado a una sección completamente diferente. Sonaba bien cuando nos llamaban los protagonistas, pero en realidad se trataba de un grupo de bribones aventureros apestados, el departamento de recopilación de literatura.

Puse mi pesado saco de equipaje en el suelo y respiré con fuerza. Limpiando la ropa folclórica blanca que me habían proporcionado en el lugar, le quité el polvo de la arena. Esta ropa, llamada dola -una larga túnica sujeta por un cinturón-, parecía a primera vista frágil e inflexible, pero era sorprendentemente fácil de mover. Estaba hecha de un material de seda bastante aterciopelado, por lo que normalmente no se le pegaría tanta arena, pero como hasta hace un momento estaba atrapado en una tormenta de arena, no había forma de evitarlo.

Habíamos regresado de una búsqueda exhaustiva en las ruinas de un castillo abandonado, que en su día fue el dominio de un clan real cuyo nombre fue eminente en el pasado. En esta tierra se había producido un movimiento de quema de libros en un momento dado, pero habíamos recibido información de que un erudito de aquellos tiempos, por miedo a la situación, había escondido libros valiosos en el palacio abandonado. La información al parecer era correcta, así que después de vagar por todo el castillo abandonado, encontramos docenas de libros. Los libros que serían llevados al cuartel general de Shaher debían ser convertidos en copias escritas y difundidas por el mundo.

La colección de literatura de Shaher, hecha con fines de protección, era también muy reputada en otros países. Fue difícil negociar con los responsables del castillo abandonado, pero esta vez también se nos permitió la entrada gracias a nuestros logros hasta el momento. Así, la historia, los estudios y los sentimientos de alguien, que se suponía que habían desaparecido, volverían a respirar. Los libros que habíamos estado buscando serían entregados a otras personas y las reconfortarían durante las largas noches.

--Qué cosa tan maravillosa.

El ambiente de trabajo era horrible, pero yo estaba orgulloso de mi labor.

Me senté sobre mi equipaje y contemplé el paisaje urbano mientras bebía agua de mi cantimplora. En esta ciudad de la zona desértica, la ropa de todo el mundo parecía armonizada sin importar el color que llevara.

―Superior León, ¿qué vas a hacer en tus días libres?

Cuando un subalterno que aún no había abandonado el lugar me llamó, fruncí el ceño y lo miré a la cara. Era un joven de rasgos faciales masculinos, lo cual era envidiable para alguien con cara de niño como yo.

―Hola, señor.

Una rareza entre los miembros de nuestra unidad, el hombre no había nacido en Iustitia. Si no me equivocaba, era un niño rico que había nacido en un país del sur y había entrado en Shaher a través de conexiones con los ejecutivos de la fundación.

Conseguir un puesto de trabajo en el Observatorio de Shaher era una tarea ardua incluso para los que habían estudiado astronomía. Era difícil conseguirlo sin aprender en un buen ambiente desde una edad temprana. Dado que Iustitia, la capital de la observación de las estrellas, era el mejor lugar para estudiar, era natural que los contratados fueran en su mayoría los locales.

-Bueno, este tipo tenía contactos, así que esto no tiene nada que ver con él.

Medité una respuesta.

―Nada en particular ―Por el momento, decidí ser frío, actuando tan despreocupado como siempre.

Y esto también fue lo mismo de siempre, pero el joven no se ofendió por mi cruda respuesta, sino que se rio de mí, pareciendo feliz.

―Entonces eso significa que no tienes planes. Estaba pensando en ir a casa. Si quieres, ¿qué tal si vamos juntos? Tenemos una villa junto al lago... Si voy ahora, el horario permitirá que mi familia se una.

―No, porque yo...

―La última vez que tuvimos un descanso, les conté a mis hermanas pequeñas tu genial historia de aventuras y no se callaron lo mucho que querían conocerte. Oye, oye, ¿qué te parece?

Estaba desconcertado. No tenía ni idea de lo que le gustaba de mí a este joven, pero extrañamente acudía a mí. La razón por la que no le había contado mis planes de inmediato era que sentía que me seguiría si lo hacía. Sinceramente, era una molestia. Hasta ahora habíamos actuado en grupo. Quería estar solo aunque fuera un segundo antes.

―No voy a ir.

―De ninguna manera... ¡Mi familia son todos chicos y chicas bonitos! Señor, a usted le gustan las cosas bonitas, ¿no?

―¿Se parecen a ti?

―Se parecen.

―Entonces pueden ser bonitos, pero no serán mi tipo.

―¡Señor! ¡Es usted horrible!

―Tan ruidoso. Si tu familia te está esperando, date prisa y vete.

Mientras hacía un gesto con la mano como si espantara a un perro, el joven puso una cara triste como la de un cachorro. Aunque tenía un cuerpo grande, era simpático y su despliegue de emociones era más rico que el de la mayoría de la gente, lo que le hacía parecer todavía más un perro.

―Entonces, si alguna vez te animas a venir a verme durante tu descanso...

―No lo haré.

―...¿podrías contactar con un hotel llamado Varona en Leidenschaftlich?

―Yo gané... ¿Eh?

―Es un alojamiento de primera clase. Está bajo la administración de mi tío, así que puedes conseguir una estancia allí inmediatamente, y yo puedo recogerte en cuanto des mi nombre. Oh, estás poniendo cara de interés, ¿eh? ¿Quieres venir conmigo ahora mismo?

Lo que despertó mi interés fue la palabra "Leidenschaftlich", eso fue todo.

-Ahí es donde está la Compañía Postal CH.

Y también era donde trabaja mi primer amor.

―¿Eres de Leidenschaftlich...?

―Así es. Lo dije en mi presentación cuando me incorporé al departamento.

―Bueno, yo no escucho a la gente que no me interesa...

Como era de esperar, mi subalterno esbozó una sonrisa de felicidad en toda la cara.

―Señor, me gusta que sea igual de antipático con todo el mundo. La gente sólo se acerca a mí por mi título... y la posición social de mi familia... pero Señor, usted es frío, y eso se siente bien.

―Tus acciones asfixiantes son una molestia para mí. Además, hum...

―¿Qué pasa, señor?

―Hum, digamos... ¿es conocida la Compañía Postal CH?

"¿Conoces a Violet Evergarden?" - la razón por la que no podía preguntar esto era una encarnación literal de lo mucho que me faltaban las agallas, pensé.

Con un "aah", mi subalterno puso inmediatamente una cara como si el nombre le sonara.

―Los conozco. Es la empresa de ese empresario, Claudia Hodgins, ¿no? Son muy populares. Es impactante que el nombre de una empresa venga de ti.

―Soy un adulto, después de todo. Por lo menos conozco el nombre de una o dos empresas de renombre.

―Eso es mentira, ¿no? Ya sé que no te interesa nada más que las estrellas. Erm... si no me equivoco, todas las empresas de correos de Leiden fueron absorbidas. También tuvieron éxito en la división de empresas. Su presidente también es una celebridad. La serie del periódico en la que habla con otros empresarios es una tendencia... Se adaptó en un libro hace poco. Hay un capítulo en la edición extra en el que habla con su secretaria y el presidente de una empresa afiliada, y es muy divertido. El libro está en mi habitación de la central, así que puedes llevártelo y leerlo todo lo que quieras.

―¿No hay nada sobre negocios en ese libro? Como, por ejemplo, sobre el campo de las Auto-Memories Doll... Hum, según mi investigación, debe haber una Auto-Memories Doll bastante famosa en eso... Aunque no sé si todavía está allí.

Intenté preguntar tímidamente, pero parecía que mi subalterno no conocía los detalles. Eso era de esperar. El número de personas que podían contratar Auto-Memories Dolls era limitado, así que casi nadie sabría ni siquiera el nombre de una famosa Doll a menos que fuera alguien marginalmente conocido.

―No sé. Sé que por lo visto tienen una verdadera belleza de Doll. Pero también tengo una cara bonita... así que no acepto bellezas de aquí y de allá.

―Entiendo. Gracias por la información. Y por la agradable conversación. Vete a casa.

―¡Señor...! Si te aburres de estar solo, ¡por favor, acuérdate de mí!

Dejando atrás a mi pegajoso subalterno, me fui de aquel lugar. Me pavoneé con una mano en el bolsillo.

Mi subalterno no era un mal tipo. Tenía una personalidad prepotente pero entraba en la categoría de buena persona. Debió de hablarme así porque conocía mis antecedentes como huérfano que había perdido a sus padres y había conseguido un trabajo en el observatorio astronómico gracias a la ayuda de Shaher. Eso significa que estaba preocupado por su superior, que pasaría sus vacaciones solo, sin amante ni familia. La razón por la que me había invitado a una casa donde estaría su familia era probablemente que estaba exponiendo sus intenciones a su manera.

-Pero al diablo con eso.

Quería estar solo. Afirmar que las personas que pensaban que yo era lamentable eran los verdaderos lamentables era mi esencia. De todos modos, siempre me había gustado observar las estrellas a solas, y también me gustaban los libros sobre las estrellas. La lectura de libros no estaba pensada para hacerla con dos personas, ¿verdad? Me gustaba estar solo. Esto también se debía a que había vivido una vida de aceptación de la soledad durante mucho tiempo, pero si algo me costaba era asentarme cuando estaba en compañía de alguien.

Cuando doblé la esquina de la calle y confirmé que por fin ya no me seguía, dejé escapar un suspiro de alivio.

-Por fin solo. Tiempo y espacio sólo para mí.

Los momentos en los que estaba solo de esta manera eran en los que me sentía más cómodo, y aunque tenía algunas cosas sobre las que reflexionar en ese sentido, por desgracia, no tenía una familia que me fastidiara por tener hijos, a diferencia del resto de la sociedad. Porque estaba solo.

-Entiendo que no es algo bueno.

Había cosas a las que no te podías acostumbrar o cambiar, a pesar de entender por qué debías hacerlo. Yo era tan obstinado como me sentía inferior a los que tenían familia. Sólo una persona me había hecho desear estar con ella un poco más cuando estaba en su compañía.

-Sólo una.

Nuestras circunstancias eran similares y también nos parecíamos en que estábamos agobiados por la soledad, pero no era que me gustara por la similitud. Era porque daba la impresión de que estaría bien aunque estuviera sola, así que deseé quedarme a su lado. Acercarme a ella. Me "gustaba" en ese sentido. No es que quisiera que hiciera algo por mí. Era yo quien quería hacer algo por ella. Era ese tipo de " gustar ".

Había sucedido hace mucho tiempo.

Después de pasar un tiempo juntos, se fue. Cuando nos estábamos despidiendo, la detuve y le confesé.

" Violet ".

Le dije que estaba enamorado de ella. No le pregunté: "Me gustas, ¿qué quieres hacer?". - Simplemente le dije que me gustaba.

"Estoy... estoy... en el departamento de códices ahora, pero... en realidad quería estar en el departamento de colección de literatura como mi padre".

Me dio esta respuesta: la forma en que me apreciaba era diferente.

"Tenía la esperanza de que tal vez mi madre volviera a casa algún día si yo esperaba aquí, trayendo a mi padre con ella... así que me encerré hasta esta edad, sin salir nunca al mundo exterior. Eso era posible en este lugar y yo mismo lo quería. Pero... justo ahora..."

Pero si alguna vez nos encontramos de nuevo, ella quería pasar tiempo conmigo.

"Acabo de decidirme. Daré la vuelta al mundo como tú".

En ese momento, la mujer que había dicho que no podía sentir emociones...

"Podría enfrentarme al peligro. Puede que pierda mi vida sin que nadie encuentre mi cuerpo, como mis padres. Pero... pero eso está bien. Estoy pensando en elegir ese camino".

...me sonrió como una chica normal, pareciendo feliz, y me dijo algo.

."Si lo hago, estoy seguro de que podremos encontrarnos algún día, en algún lugar, bajo un cielo estrellado. Los dos somos gitanos. Y si eso sucede, ¿quieres..."

--...volver a mirar las estrellas conmigo?

"Sí, Maestro".

Ella me dijo eso. Lo dijo. Sólo esto ya era suficiente para mí. Sólo esto me dio el valor para salir del mundo en el que me había estado recluyendo. Aunque mi amor no fuera correspondido, aunque no volviéramos a vernos nunca más, era tan feliz.

Ella.

Violet.

Violet Evergarden.

Sólo eso -sólo el hecho de que ella hubiera prometido mirar las estrellas conmigo- me había hecho feliz hasta el punto de cambiar mi vida.

Seguí haciendo peticiones de traslado desde ese día, finalmente me gané la aprobación y me aventuré en el mundo exterior. El mundo que vi por primera vez, aparte de Iustitia, estaba repleto de una vertiginosa variedad de cosas, lo que me hizo arrepentirme de haberme recluido. Pero seguramente, si no la hubiera conocido, habría tardado mucho más en salir al exterior. No, para empezar, puede que nunca hubiera salido de aquella jaula de pájaros.

Ese entorno en el que se me permitía regodearme era terriblemente indulgente. Al fin y al cabo, todo el mundo era tremendamente amable conmigo por no poder levantarme, sólo porque estaba triste.

No me limité a pensar que sin duda conseguiría verla al menos una vez. La probabilidad de que un astrónomo y una Auto-Memories Doll, que habían pasado tiempo juntos en el trabajo, se encontraran aunque fuera una vez era seguramente la misma que la del meteorito que habíamos visto aquel día: una vez cada doscientos años.

Estaba haciendo el ridículo. Si realmente quería verla, debería ir a visitar su empresa postal en Leiden. La razón por la que no lo hice fue que tenía miedo. Que tal vez sus palabras fueron sólo por amistad, y que, si nos encontrábamos, ni siquiera se acordaría de mí y me rechazaría. Además de estar aterrorizado por esto, también tuve un sueño.

Que, si alguna vez nos reunimos, quería que nos encontráramos de verdad por casualidad, bajo un cielo estrellado.

Si algo así ocurriera realmente, ¿qué haría? ¿Sonreiría? ¿Llorar? ¿O pedir su amor de nuevo?

Asentí a un transeúnte que casi había chocado conmigo y empecé a caminar de nuevo. No tenía ningún destino concreto.

También podía volver al cuartel general sin más y ser un ratón de biblioteca ocioso en mi habitación, pero hacer turismo por esta ciudad al menos un rato también era bueno.

--No podré ver a Violet si me quedo en ese lugar.

No tenía tiempo libre para gastar dinero, así que podía permitirme el lujo de alojarme en un hotel medianamente bonito. Una vez decidido, me dirigí a la calle principal y comencé a buscar alojamiento en la capital del desierto.

 

 

 

Los idiomas locales eran, sinceramente, mi punto débil. A pesar de ser un idioma común, era difícil de captar debido a los numerosos dialectos. Cuando hablaba con los ancianos, estaba perdido.

Sin embargo, pude entender perfectamente que el dueño de la posada, un señor mayor, me hubiera tratado como a una "señorita". Por supuesto, le dije que se equivocaba, pero no me escuchó. Me condujo a mi habitación con una mano alrededor de mis caderas.

La habitación era de clase alta, así que lo dejé pasar. Si se tratara de mi antiguo yo, habría estado tan furioso como un fuego arrasador.

Pero había crecido. Conteniendo mi ira, conseguiría pasar la noche en una cama de verdad, donde no parecía que fueran a aparecer bichos, así que convertirme en adulto era lo mejor. Aunque mi autoestima disminuyera un poco.

Mientras me relajaba en la habitación y escribía mi diario, el sol se puso en un abrir y cerrar de ojos y se hizo tarde por la noche.

 

 

 

―Heave-ho.

Era de noche. Me puse ropa abrigada y me preparé para salir.

Quería observar el cielo estrellado del desierto a mis anchas. Como nuestras actividades se habían limitado a las horas del día desde que llegamos aquí, ahora por fin podía hacer las cosas que realmente me apetecían. Lo había observado junto con todos los demás desde las ventanas de la posada barata en la que se había alojado el personal del departamento de recopilación de literatura, pero, como era de esperar, quería verlo desde un lugar espacioso, sin ruidos ni nada por el estilo. Como erudito nacido en la llamada "capital de la observación de las estrellas", era obvio que iba a tener mi dosis de cielo nocturno del desierto.

Incapaz de contener mis sentimientos de emoción, salí de la habitación después de que mis labios se relajaran un poco. Por si acaso, saludé al posadero y le dije que iba a ver las estrellas. Cuando lo hice, puso una cara de preocupación.

Al parecer, en estas tierras las mujeres tenían prohibido salir a la calle por la noche. No podía impedirme salir, ya que no era de aquí, pero me advirtió que no me acercara demasiado a los hombres. No es que hubiera muchos rufianes entre la gente que andaba por la noche, sino que simplemente esta ciudad tenía este tipo de cultura, así que si los hombres veían de repente a una mujer, podían pensar mal. Yo me había criado en una residencia de hombres viendo a un grupo de idiotas, así que entendí lo que intentaba decir.

Le mostré el bastón retráctil que tenía en la mano y, de paso, le demostré que de la punta también salía una hoja. No servía para matar a nadie, pero sí para hacer retroceder a la otra persona y retenerla.

Recibiendo el aplauso del posadero por detrás, me aventuré a salir al exterior.

Las diferencias de temperatura entre la noche y el día son extremas en el desierto. Al haberme criado en un observatorio astronómico en la cima de una montaña, estaba acostumbrado a las zonas en las que había una discrepancia de temperaturas entre el día y la noche, pero incluso entonces me atrevía a considerarlo cómodo debido a las diferencias de humedad. En cuanto salí al exterior, me estremecí con un "brr".

Sin embargo, olvidé el frío en cuanto vi el espectáculo que se extendía por encima de mí. Seguramente, a Dios se le debe haber caído el joyero. El cielo estrellado se desplegaba de una manera que hizo que incluso alguien como yo se inventara un dicho tan poético.

Debido a que era de noche, había poca gente fuera, pero no era como si nadie estuviera deambulando por la ciudad. Tal y como había dicho el posadero, parecía que alguien con aspecto de mujer (aunque yo no lo era en absoluto) caminando por ahí sí que llamaba la atención de la gente, ya que me llamaron innumerables veces. Me puse en guardia en cada una de esas ocasiones, y todos se retiraron con la misma precaución que el posadero.

No dejar que las mujeres anduvieran por ahí a altas horas de la noche era también para protegerlas.

Escuché que había un lugar para la observación de las estrellas dirigido a los turistas en algún lugar un poco alejado de la ciudad, así que me dirigí allí, también por seguridad. Alrededor de la escasa zona verde se habían levantado varias tiendas de campaña. Además de las tiendas de campaña construidas por particulares, también había tiendas de comerciantes que vendían bebidas y comida.

Tras mirar los carteles con los precios del alcohol y las sopas calientes que la gente de esta región consumía y conocía, elegí el alcohol. Ahora era un adulto y estaba de vacaciones, así que me dije que estaba bien beber hoy y me di permiso.

Me decanté por una bebida alcohólica de color turbio cocinada a fuego lento en una gran olla llamada caldero de bruja. Era caliente y dulce, con un regusto ligeramente picante. Te calentaba el cuerpo al beberla y era el mejor manjar para saborear en tiempo de frío.

Algunas personas me invitaron a entrar en sus tiendas, pero me negué y comencé a instalarme ordenando los instrumentos de observación astronómica que había preparado. Monté un telescopio astronómico desarmable sobre las sábanas.

Aunque se decía que éste era un lugar para observar las estrellas, no todos parecían ser fanáticos de la astronomía como en Iustitia: la mayoría estaba tumbada en el suelo, disfrutando de una conversación con sus compañeros mientras disfrutaba de las joyas de la noche. Todos, excepto yo, tenían simples telescopios de mano, así que algunos lugareños empezaron a aparecer con disimulo a mi alrededor, con cara de gran interés. En todo caso, no había sólo turistas.

Un joven padre que llevaba un niño se acercó tímidamente a preguntarme:

―¿Cuánto cuesta que nos deje mirar? ―Al parecer, me había confundido con un comerciante.

―No acepto dinero por ello. Es algo para que me divierta.

El joven padre puso cara de desconcierto ante mi contundente respuesta, pero se puso nervioso delante del niño y le dijo:

―Está bien, aunque sea un ratito, ¿no podría dejar que este niño mirara?

―Claro, está bien.

También se sorprendió de que yo estuviera dispuesto a aceptar. Cuando me preguntó una vez más si realmente no iba a cobrar por ello, declaré que no, jurando por el dios de esta tierra.

Le hice una seña al niño. Nuestras alturas no coincidían porque era demasiado pequeño, así que lo levanté por las caderas.

―¿Puedes verlas?

―Sólo un poco más arriba.

―¿Así o más?

―Increíble.

Ante la mirada encantada del niño, el padre y yo cruzamos miradas y nos reímos. Entonces, otras personas que nos habían rodeado a distancia se acercaron una tras otra, pidiéndome que les dejara ver a continuación. Cada vez que les decía que no cobraba nada, me preguntaban:

―¿Eres un santo o qué?

En una tierra en la que se podían ver estrellas tan hermosas, los telescopios astronómicos no estaban muy extendidos entre los lugareños y sólo los disfrutaban los turistas y los forasteros. Probablemente era así. Para ellos, se trataba de un artículo caro traído por forasteros. Las estrellas eran lo suficientemente hermosas a simple vista, así que si tuviera que decirlo, los telescopios no eran necesarios. Pero si había algo que les ayudara a ver mejor, obviamente habría gente que diría que quiere mirar.

-Seguro que voy a contactar con los donantes de Shaher e indicar este lugar como un posible sitio de donación.

Si esto le gusta a tanta gente, tal vez sería bueno tener un telescopio en el que todos pudieran mirar, al igual que había bancos en los que todos podían sentarse a lo largo de las calles. Me gustaban las estrellas, así que me hacía feliz incluso si sólo una persona más se enamoraba de ellas.

―¿Se están divirtiendo?

―¡Lo estamos haciendo! ¡Qué generoso eres!

La figura de un anciano mucho mayor que yo que sonreía como un niño, con aspecto extremadamente feliz, me impactó bastante. No es que quisiera juntarme con nadie o que tuviera preferencia por llevarme bien con todo el mundo. No era el caso para nada.

―Esta cosa es cara, ¿no? ¿Te parece bien que la gente lo toque sin miramientos?

―No está hecho para decorar; es algo para observar.

Pero este tipo de momentos eran agradables.

--Muy agradables.

Si estos encuentros de una vez en la vida aumentaran la proporción de observación de las estrellas en la vida de alguien, nada podría hacerme más feliz.

-Cuando sea viejo, supongo que pondré un telescopio de alquiler o algo así en algún sitio.

Decidí dar unos pasos atrás y dejar que todos disfrutaran.

Esa sensación de que la alegría del ambiente era cada vez más contagiosa. Esa sensación de que la gente se reunía allí sólo por curiosidad y espíritu aventurero, no por afán de lucro. No parecía propio de mí, pero algo así también era concebible de vez en cuando.

Sin nada que hacer, naturalmente me puse a mirar a mi alrededor. Una noche maravillosa, un ambiente maravilloso.

La figura de alguien inmóvil entre todo aquello entró en mi campo de visión incluso sin que yo lo quisiera. Todos los demás tenían un acompañante.

La persona estaba vestida con dola como yo y tenía un velo cubriendo su rostro. Por su físico, pude presumir de algún modo que posiblemente era una mujer.

Esperando que ningún bicho raro fuera a hablar con ella, me preocupé y vigilé a la mujer, como la gente había hecho conmigo. Si se dejaba atrapar por alguien, ¿debía intervenir?

Solía odiar a las mujeres, pero aquí estaba, preocupándome por una. Puede que tenga un sentido erróneo de la justicia, pero al menos debía preocuparme.

Me quedé mirándola un rato simplemente por esa razón, pero en el instante en que el viento sopló con fuerza, todos mis nervios se tornaron cautivos de ella. Su velo se desprendió. Se desprendió ligeramente y pude ver su rostro.

Su cabello dorado ondeaba con indulgencia. Su perfil torneado quedó expuesto bajo el cielo estrellado. Esta belleza que se podía distinguir incluso en la oscuridad nocturna era impresionante.

En realidad, fueron sólo unos segundos y ella volvió a colocarse el velo con fuerza, pero yo ya la había visto, así que lo supe. Lo sabía.

Sabía quién era.

Al alejarme del telescopio, caminé inseguro hacia ella. Como los bichos alados que se agrupan ante la luz. Esta persona brillaba literalmente como una linterna en mi vida. Era un fuego que no desaparecía, por mucho que pasara el tiempo. El tiempo sólo reforzaba el vigor de la llama.

Por eso, aah, yo... yo...

―Violet Evergarden... ¿eres tú?

Por eso la llamé en ese momento, con voz chillona. Cuando me miró, sus ojos se entreabrieron lentamente, las comisuras de sus labios se elevaron y me sonrió.

Me dieron ganas de llorar ante eso.

―Ha pasado mucho tiempo, maestro.



Había soñado con esto.

―¿Eres realmente tú?

Había soñado con este día.

―Sí, Maestro.

Siempre lo había sido.

―Estúpida, ya no soy tu maestro... Yo también tengo un nombre... Seguramente lo has olvidado, pero yo... Me llamo...

Había soñado con este día y siempre había estado pensando en qué decir si alguna vez nos encontrábamos de nuevo.

―Sr. Leon Stephanotis. ¿Está bien el "Sr. León"?

Si fuera bajo un cielo estrellado sin una sola nube, podríamos hablar de su belleza desnuda. Si fuera en un día lluvioso, podríamos hablar de la mitología relacionada con las constelaciones.

―¿Me equivoqué? Confío en mi capacidad de memorización, pero...

Si fuera una noche en la que pasara un meteoro de los que pasan una vez cada dos siglos, podríamos compartir historias del pasado en las que hubiéramos observado el cielo juntos.

―No... lo has acertado. Lo has... Sólo 'León' está bien... Violet, el tiempo que pasaste conmigo fue hace tanto tiempo, y sin embargo, seguro que... conseguiste...

Había soñado con esto. No tenías ni idea, ¿verdad, Violet Evergarden?

―Seguro que te las arreglaste para recordar.

Fuiste mi primer amor. La primera persona de la que me enamoré. Ese día fue la primera vez que me confesé con alguien.

―Leon, ¿recuerdas la promesa que hicimos?

Abrí la puerta del coraje. La abrí pensando que estaría bien aunque me hicieran daño. Pero en lugar de herirme, lo aceptaste. Rompiste mi amor en pedazos, pero aún así lo reconociste.

―Sí.

Había soñado con esto. Con este momento. No tenías que recordarlo. Podías haber olvidado lo que me habías dicho. Pero si no hay otra cosa, quería tener una mirada más de ti antes de morir.

―Has memorizado...

Una vez más.

―...los nombres de algunas estrellas?

Quería verte una vez más.

Violet Evergarden. Yo, el Leon Stephanotis de dieciséis años, estaba enamorado de ti.

Estaba enamorado de ti. También lo está mi yo actual. Ahora que estás frente a mí, puedo decirlo, aunque no quiera.

La llama dentro de mi pecho decía: "Esta mujer es la que inició el fuego". Me decía que tú eras la mujer que me había quemado. Me habías quemado, y lo seguías haciendo. Derretiste todo lo que había encerrado en el hielo. Me dijo que eras la mujer de mi destino.

Violet asintió sin palabras. Asintió como una niña. Se alegró de que recordara lo que me había dicho -lo noté por la expresión de su rostro-.

-Solías ser tan inexpresiva y parecida a una muñeca -¿quién fue el que te cambió tanto?

Ahora ya no eres una muñeca. Más bien eres una chica que tiene el amor de alguien. Sin embargo, desde que estabas conmigo no parecías nada más que eso a mis ojos. Pero ahora, seguramente tienes a alguien. Ese alguien te ha cambiado hasta ese punto, ¿verdad?

―Violet ―dije, reprimiendo el dolor de mi pecho sofocado―. Si tienes algo de tiempo, ¿no lo pasarías conmigo? ―pregunté.

Intentaba abrir de nuevo la puerta del valor. Sin importar lo que me esperara más allá de ella, aunque me arrepintiera de haberla abierto. Sin embargo, lo pregunté.

Tú me cambiaste. Me hiciste ser quien soy. Probablemente no lo sepas. No tienes por qué saberlo.

―Sí, por supuesto.

Y esta hermosa mujer frente a mí, también.

―Había estado esperando que llegara el día en que te informara de los frutos de mis estudios.

Seguramente, ella también había sido creada por alguien.

―Si alguna vez nos encontramos, había querido informarte de ellos, aunque no te acordaras.

La envidia, el afecto y el apego recorrieron mi cuerpo.

―Eso es lo que estaba pensando.

Mi yo de dieciséis años gritaba. "Estaba enamorado de ti. Estaba enamorado de ti. Estaba enamorado de ti. Estoy enamorado de ti. Incluso ahora, me sigues gustando", gritaba.

Ya no tenía nada de la juventud y la imprudencia de aquellos días. Sin embargo, en lo que respecta a mi amor por ella, el yo de entonces, cuando me confesé con ella, sigue aquí.

―Estoy seguro de que lo que voy a decir ahora te molestará. Pero, ¿me escucharás?

Todavía está aquí. Esa versión de mí todavía está dentro de mí.

Violet Evergarden, tú...

―Puedes reírte si quieres; ya ves... ...para mí, tú... una mujer como tú fue... Fuiste mi primer amor.

Violet Evergarden, tú...

―Todavía me gustas. Perdóname.

Para mí, eres una mujer de las estrellas.




ANTERIOR -- PRINCIPAL -- SIGUIENTE





1 comentario:

  1. Que bonito, lloré ����. Como siempre un gran trabajo de traducción por parte de ustedes, espero con ansias los demás booklets ����

    ResponderBorrar