VIEJA AMIGA
Ji Yunhe estaba de pie sobre un trozo de nube dentro del escenario familiar, pero esta vez no fue capaz de ver a la mujer de blanco.
—¿Ning Xiyu? —La llamó por su nombre y no obtuvo respuesta.
Se dio la vuelta para marcharse cuando una brisa pasó suavemente junto a su oído.
—Mi fuerza se ha agotado.
Todas las nubes circundantes se desvanecieron y Ji Yunhe se encontró de pie en el vacío.
—Su poder fue tomado por Shunde. Lo que venga después, tendrán que manejarlo ustedes solos...
El viento le alborotó el pelo y desapareció.
—Mis disculpas... —La voz se desvaneció.
Ji Yunhe perdió el equilibrio y cayó.
Abrió los ojos.
Tardó un rato en darse cuenta de que se había despertado de su sueño. Se frotó la frente, se incorporó y le dieron un vaso de agua. Ji Yunhe giró la cabeza y se quedó helada.
—Nieve... ¿Marcha Nieve?
Marcha Nieve sonrió:
—¿He estado mucho tiempo fuera de combate? ¿Te olvidaste de mí? Qué cruel.
—...
—Fue la Hermana Marcha quien los trajo de vuelta de la capital —dijo Luo Jinsang mientras se sentaba junto a la cama de Ji Yunhe—. ¡Estaba preocupadísima! Después de regresar al norte, me enteré de que Shunde capturó al pez antes de que tuviera la oportunidad de pedir ayuda. Te trajo mientras el monje y yo seguíamos ocupados haciendo planes. No pude hacer nada.
Ji Yunhe miró a Luo Jinsang.
—Bueno, este asunto aún no ha terminado, ya tendrás tu oportunidad —Luego le preguntó a Marcha Nieve—: ¿No fuiste a las islas de ultramar? ¿Por qué volviste?
—Estando allí, oí que el fénix de jade había sido capturada, así que volví para salvarla... pero llegué demasiado tarde.
Todos los presentes se quedaron en silencio.
Luo Jinsang bajó la cabeza sobre el dorso de sus manos en la mesa.
Ji Yunhe controló sus emociones.
—¿Querías salvar a Qing Ji?
Todavía recordaba cómo la cara de Marcha Nieve estaba llena de desesperación cuando vio por primera vez a Qing Ji, justo después del sacrificio de sangre de Li Shu. Pero ahora, ella regresó a propósito de las islas de ultramar para salvarla...
—Qing Ji no hizo nada malo. Li Shu la liberó y ella me sacó del Valle Demonio, prácticamente salvándome la vida. Sólo quería devolverle el favor... pero ahora tendré que estar en deuda con ella para siempre.
—Se lo debes... —La voz apagada de Luo Jinsang llegó desde la mesa—. Le debo incluso más. Todavía le debo tanto dinero del vino... —Enterró la cara entre los brazos y lloró.
Ji Yunhe no sabía cómo consolarla, sólo suspiró.
Entonces vio de repente a un hombre de pie en la esquina de la habitación, y la apariencia de ese hombre...
—¿Li Shu? —Ji Yunhe se sorprendió. Su cara y su cuerpo eran idénticos a los del demonio gato. Cerró los ojos y se frotó la frente—. ¿Seguro que esto no es un sueño...?
Marcha Nieve dijo:
—No es un sueño, es él.
Ji Yunhe entonces abrió los ojos para mirarlo bien. Este Li Shu era muy extraño. Sus ojos sólo miraban al frente y no tenían la más mínima vida. También tenía el cuerpo muy rígido, como un hombre de madera sin carne.
—Él... —Ji Yunhe dudó.
—A decir verdad no es real —terminó de decir Marcha Nieve—. Cuando estaba en el extranjero, me encontré con una planta exótica llamada shewei. Si colocas las pertenencias de alguien sobre ella y la nutres con un poco de sangre, crecerá con una forma idéntica a la de esa persona.
Ji Yunhe sonrió.
—Había oído que hay muchas plantas y hierbas raras y maravillosas en el extranjero, pero nunca imaginé algo así.
—Mhm. Puede andar y moverse, pero no puede hablar ni pensar —explicó Marcha Nieve—. Aunque no es el verdadero Li Shu, lleva mucho tiempo haciéndome compañía. A veces ya es difícil distinguir qué es real.
Ji Yunhe la miró y pensó en el Gran Maestro y la Princesa Shunde.
Él también había estado usando a Shunde como apoyo espiritual a lo largo de los años, y mira cómo acabó... Pero este Li Shu nunca se convertiría en una Shunde, ni Marcha Nieve en un Gran Maestro.
—Lo que es real y lo que es falso nunca será lo mismo. Está bien que te quedes con él si te hace feliz, pero es mejor que mantengas la claridad y sepas la diferencia.
Ji Yunhe miró entonces a su alrededor y preguntó:
—¿Dónde está Changyi?
La sala volvió a quedarse en silencio.
Al ver la vacilación en sus rostros, Ji Yunhe se puso tensa y se sentó.
—¿Qué le pasó a Changyi? Ya saben cómo soy, si tienen algo que decir, no me lo oculten.
Luo Jinsang contestó nerviosa:
—El pez no está muy bien... Calvito todavía lo está tratando...
Ji Yunhe saltó inmediatamente de la cama y salió corriendo, Luo Jinsang y Marcha Nieve la siguieron.
—No entres en pánico, su vida está a salvo por ahora... —La voz de Marcha Nieve no llegó a sus oídos.
Ji Yunhe ya se había ido con el viento.
Llegó dando tumbos hasta la habitación de Changyi y lo vio sentado en la cama. Kongming acababa de terminar su tratamiento y estaba guardando las agujas. Aunque el rostro de Changyi estaba pálido, su mente parecía alerta.
Cuando Ji Yunhe irrumpió, él y Kongming la miraron al mismo tiempo.
El monje la miró de reojo y dijo:
—Esta sí que se recupera rápido.
Ji Yunhe no estaba de humor para discutir con él. Caminó directamente hacia Changyi y le miró la cara pálida.
—¿Todavía sientes dolor en alguna parte? —le preguntó mientras le tocaba la cabeza.
Changyi seguía igual que antes, asintiendo y contestando con sinceridad:
—Todavía siento molestias en las piernas y los pies, pero deberían estar bien en unos días.
Ji Yunhe dio un suspiro de alivio, pero Kongming, sentado al otro lado, dijo:
—Si estás bien o no en unos días es todavía demasiado pronto para decirlo. Has estado abusando demasiado de tu magia. Pez, te garantizo que si hubieras lanzado un solo hechizo más, te habrían llevado de vuelta como trozos de hielo rotos. Deberías considerarte afortunado de que todavía puedas sentarte aquí y hablar ahora mismo.
Ji Yunhe se sintió muy mal por Changyi, pero antes de que pudiera decir más, alguien de fuera informó de que Lin Haoqing había llegado.
Ella y Changyi se miraron.
Changyi asintió y dijo:
—Que pase.
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