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Bueno, después de 7 años terminamos Gamers!, hace poco también terminamos Sevens. Con esto nos quedamos solo con Monogatari Series como seri...

The Blue Whisper - Capítulo 110

DESEO


Changyi durmió durante mucho tiempo. Después de despertarse, miró el fuego del zorro negro frente a él y se dio cuenta de lo que había pasado.

Miró a Ji Yunhe.

Había estado despierta toda la noche y tenía los ojos enrojecidos.

Se miraron en silencio. No se explicaba por qué se había desmayado de repente. Este pez de cola grande no era capaz de decir mentiras y Ji Yunhe tampoco quería forzarlo.

Finalmente ella sonrió y rompió el silencio:

—Ya casi amanece —Fingió estar tranquila y relajada—. Pez de cola grande, el tiempo que pasamos contigo siempre transcurre muy rápido.

Changyi bajó la mirada, con sus largas pestañas cubriéndole los ojos. Tomó suavemente a Ji Yunhe en sus brazos sin decir nada.

Se acurrucaron juntos bajo la luna menguante.

Hasta que el sol apareció por el horizonte, devolviéndolos a la realidad.

Ji Yunhe se separó de sus brazos y enroscó un mechón de su pelo plateado alrededor de su dedo.

—Es hora de que vuelvas a la ciudad —dijo mientras le soltaba el pelo.

Changyi asintió y se levantó.

—Volveré y hablaré con Kongming y los demás sobre la situación en la frontera. En unos días podremos encontrar algunas soluciones —Hizo una pausa y añadió—: Cuídate.

Llamó a Qu Xiaoxing, pero Ji Yunhe le gritó:

—Changyi.

Changyi se dio la vuelta, su pelo plateado reflejando el sol naciente lo hacía parecer tan hermoso como un dios celestial.

Ji Yunhe lo admiró durante un rato y luego sonrió.

—Cuando esto termine, casémonos.

Los ojos azules se abrieron ligeramente.

Qu Xiaoxing, que venía corriendo, se detuvo bruscamente al oír sus palabras. Sus ojos iban y venían entre Ji Yunhe y Changyi.

La brisa primaveral pasaba junto a ellos.

—Yo... —Changyi dudó un poco y luego dijo—: No puedo casarme contigo todavía —Bajó los ojos.

Esta respuesta fue un poco inesperada. Qu Xiaoxing se mordió nerviosamente el pulgar y miró fijamente a Ji Yunhe. Pero ella parecía tan tranquila como siempre, sin signos de alguien que acababa de ser rechazada.

—Me diste tu marca. Según las reglas del jiaoren, ya cuenta como matrimonio.

Qu Xiaoxing volvió a mirar a Changyi.

Changyi parecía ahora el rechazado. Se quedó mirando al suelo con el ceño fruncido durante largo rato, cavilando y sumido en sus pensamientos.

—No cuenta según las reglas de los humanos.

—Ya no soy humana.

—Tampoco eres un jiaoren.

—Pero eres un jiaoren, debes acatar las reglas de tu pueblo.

Las respuestas de Ji Yunhe no se hicieron esperar, y las cejas de Changyi se tensaron aún más mientras seguía pensándoselo mucho, al parecer no tenía un buen argumento contra ella.

Qu Xiaoxing sintió un poco de simpatía por el jiaoren.

Sabía muy bien que una batalla verbal contra Ji Yunhe era más o menos inútil. Su cerebro era demasiado rápido y su boca demasiado inteligente, enfrentarse a un pez simple y directo no era nada para ella.

—Yo... todavía no puedo casarme contigo.

Finalmente, la jiaoren no se molestó más en dar razones y se negó sin más.

Una negativa rotunda, brutal pero efectiva.

La lengua artera de Ji Yunhe se volvió instantáneamente inútil contra su enfoque simple y directo.

La verdad era que los tres sabían muy bien por qué Changyi se negaba a casarse con Ji Yunhe. No sabía cuánto tiempo le quedaba, así que no quería retrasarla. Pero si él no lo dejaba claro, los demás tampoco lo harían.

Ji Yunhe lo miró y él bajó la mirada, como un niño que hubiera hecho algo mal, esperando a que lo reprendieran.

—Entonces te lo volveré a preguntar la próxima vez.

Y otra vez después. Changyi, al final tendrás que aceptar.

Changyi miró a Ji Yunhe, pero ella ya se había dado la vuelta, agitó la mano y se alejó.

—Tengo que ir corriendo a la siguiente puerta para poner los cimientos de la frontera de allí. Me voy.

La luz del sol rociaba hacia abajo, proyectando un tinte dorado sobre la desvaída espalda de Ji Yunhe.

—¿Su Alteza? —Qu Xiaoxing esperó hasta que Ji Yunhe dejó de ser visible antes de preguntar—. ¿Volvemos?

—Casi digo que sí —Changyi seguía mirando en la dirección en la que ella se había marchado—. Casi...

Bajó la cabeza y miró la escarcha que cubría sus dedos, casi sellándolos. Los cerró en un puño y la escarcha se hizo añicos, cayendo al suelo como copos de nieve.

Changyi dijo:

—Vámonos.

...

—Diez días —Kongming guardó las agujas de plata en su mochila.

Por supuesto, Changyi sabía de lo que hablaba.

Su cuerpo se congelaría completamente en diez días.

La pizca de tentación que tuvo en el camino de vuelta se apagó de inmediato.

El matrimonio, tanto para un demonio como para un humano, era un acontecimiento importante en la vida. Si no fuera por estas inesperadas desgracias, ahora mismo estaría preparándose para ello. Había marcado a Ji Yunhe, y la había besado...

Pensando en esos escasos y preciosos momentos, Changyi sintió de repente que su cuerpo, cada vez más frío, se calentaba un poco.

Mirando a Changyi, Kongming no se burló de él. Se limitó a preguntar despreocupadamente:

—¿En qué estás pensando?

—En Ji Yunhe —dijo Changyi con sinceridad.

—Piensa un poco más en ella, es bueno para tu salud —dijo Kongming—. Se te ha puesto la cara un poco sonrosada hace un momento.

Changyi se aclaró la garganta.

—Hoy, antes de volver, Yunhe me pidió que me casara con ella.

Kongming se detuvo.

—¿Ahora mismo?

—Dijo que después de que todo acabe.

—No puedes esperar hasta entonces, hazlo ahora —dijo Kongming—. Establecer la frontera no puede detenerse, pero podemos conseguirle medio día libre y que vuelva. Hazlo rápido y táchalo de tu lista de deseos —Hizo una pausa y continuó—: El tiempo no espera a nadie. Si te lo pierdes ahora, puede que nunca tengas otra oportunidad —Lo que dijo mostraba claramente arrepentimiento por sus propios asuntos.

A Changyi no se le daba bien consolar a la gente, así que en silencio le tendió a Kongming una taza de té.

Kongmong rechazó el té y lo miró.

—¿Tienes cara de no querer casarte?

—No quiero retrasarla.

—Ya perdieron tantos años, dejen de ser tan indecisos —Kongming se levantó y salió—. Si fuera Ji Yunhe la que se quedara sin tiempo, ¿te casarías con ella? ¿Sentirías que te está retrasando?

Changyi se quedó helado.

Se levantó y estaba a punto de hablar cuando Ji Yunhe atravesó la puerta abierta por Kongming.

Le dijo al monje:

—Sabía que serías de gran ayuda —Ji Yunhe le dio una palmada en el hombro—. Si en el futuro tienes problemas con Luo Jinsang, te ayudaré a hablar con ella.

Kongming le lanzó una mirada.

—No he hecho esto por ti —Luego salió por la puerta y la cerró tras de sí.

Ji Yunhe miró la puerta cerrada con una sonrisa y luego se volvió hacia Changyi.

—Pez de cola grande, ya morí una vez, así que conozco el arrepentimiento que se siente en el último momento. No me culpes por usar algunas tácticas. Realmente no quiero seguir perdiendo nuestro tiempo juntos —dijo Ji Yunhe—. No quiero casarme contigo por un título, sino por una identidad. Puede que esta identidad no sea importante ahora, porque lo que es importante para mí en este momento eres tú. pero Changyi... —Hizo una pausa, sus labios todavía con una sonrisa despreocupada—. En los días sin ti, esta identidad será muy importante para mí.

En los días sin él, ella adoptaría su apellido y plasmaría su presencia en su vida y en su alma.

        —Esto no es retrasarme —dijo—. Esto es cumplir un deseo.




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