ÉL NO VENDRÁ
Qin Shiyue era una persona que se trataba a sí misma como una reina pasara lo que pasara. Por eso, incluso después de que Shi Yan le cerrara la puerta de un portazo, siguió esperando feliz la cena preparada especialmente para la gente de las suites del hotel.
Pronto estaba bebiendo vino blanco y comiendo ostras. Como ella también acababa de volver de un balneario, ver películas sola en la habitación y disfrutar de la comida era realmente muy cómodo.
Sin embargo, las represalias incontroladas siempre llegaban en los peores momentos.
A las dos o tres de la madrugada, justo después de terminar de ver una película y decidirse a dormir, sintió de repente un débil dolor en el estómago.
El dolor de estómago de vez en cuando ya era algo habitual hasta entonces, así que no le dio importancia y se fue a la cama después de beber un poco de agua caliente.
Sin embargo, después de revolcarse inquieta en la cama durante casi dos horas, una capa de sudor ya había empapado las sábanas.
Qin Shiyue abrió los ojos aturdida y sacó el teléfono de debajo de la almohada para mirar la hora.
Las cuatro y cuarenta y cinco de la madrugada.
El periodo anterior al amanecer era el más oscuro; no había ni un ápice de luz fuera de la ventana.
Qin Shiyue se obligó a cerrar los ojos de nuevo, pero su estómago se sentía cada vez más incómodo y el dolor se magnificaba con la noche.
Unos minutos después, Qin Shiyue hizo un gran esfuerzo para sentarse erguida y, tras pensarlo, llamó a Shi Yan.
Inesperadamente, la otra persona contestó rápidamente.
—Tío, ¿todavía estás despierto?
Shi Yan no respondió a su pregunta.
—¿Quieres algo?
Qin Shiyue estaba agotada por la tortura y no tenía tiempo para pensar en otra cosa. Su débil voz sonaba como si estuviera a punto de morir:
—Me duele el estómago...
El hombre del otro lado dijo impaciente:
—Ponte la ropa.
Qin Shiyue no escuchó claramente,
—¿Eh? ¿Qué?
—Vístete, te llevaré al hospital.
Tras colgar el teléfono, sonó el timbre de la puerta en cuanto Qin Shiyue terminó de cambiarse.
Se agarró el estómago y se acercó a abrir la puerta. Shi Yan estaba vestido pulcramente, con lo mismo que llevaba durante el día.
—Tío, ¿todavía no has dormido?
Shi Yan seguía sin responder a su pregunta. Echó un vistazo a su pálido rostro, frunció el ceño y preguntó:
—¿Puedes caminar sola?
Qin Shiyue bajó la mirada y asintió:
—Creo que sí.
Shi Yan la miró, suspiró, se dio la vuelta y se agachó ligeramente,
—Sube.
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El hotel, ya entrada la noche, estaba lo bastante silencioso como para oír el viento de fuera.
Qin Shiyue se tumbó en la espalda de Shi Yan, y a esta corta distancia, pudo oler el débil olor a vino del cuerpo de Shi Yan.
—Tío, ¿estabas bebiendo? ¿Con quién?
Shi Yan la ignoró, sólo podía sentir que sus ropas estaban siendo fuertemente sujetadas por ella.
Estaba sufriendo mucho por el dolor, sin embargo Qin Shiyue seguía pensando, aunque normalmente parece frío, no es una persona realmente de corazón frío.
No sólo eso, sino que los que estaban cerca de él saben que se preocupa mucho por los demás.
Desde la perspectiva de una ética moral extrema, quizá este rasgo suyo no fuera muy destacable.
Pero para las mujeres, éste era un rasgo que no podían rechazar.
Por lo tanto, ninguna mujer podría rechazar a su tío, ¡ninguna!
—Tío, ¿a qué te referías durante la tarde?
En este momento, Qin Shiyue todavía no se olvidaba de preocuparse por el evento más importante en la vida de su tío.
—Nada.
— A ver, déjame decirte que lo que las mujeres dicen y lo que piensan es muy diferente —la voz de Qin Shiyue se hizo cada vez más débil, casi apretaba los dientes mientras hablaba—. Un hombre como tú, mientras tengas un poco de iniciativa, ninguna mujer podría resistirse a tu encanto. Puede que no sea muy buena en todo lo demás, pero confío en mis conocimientos en esta materia. Esfuérzate un poco más y el mundo será tuyo.
—Cállate.
—Oh......
Cuando llegaron al hospital, el médico de guardia revisó a Qin Shiyue y no encontró ningún problema grave.
Durante el Festival de Primavera, había todo tipo de encuentros y reuniones. Como ya bebió más vino de lo habitual, además de las ostras que comió antes de dormir, este tipo de gastritis aguda estaba dentro de lo esperable.
Después de ver al médico y saber que no era nada grave, Qin Shiyue se sintió mucho mejor al instante. Cuando volvió al coche, incluso se pasó un rato por Weibo.
Tras terminar el asunto en el hospital, el cielo ya había empezado a iluminarse cuando salieron.
Las ramas primaverales brotaban en la bruma matinal, y los conserjes públicos ya habían empezado a limpiar la calzada con sus escobas.
Hoy debería ser un día soleado.
Qin Shiyue bostezó y planeó volver al hotel para recuperar el sueño perdido. Después, iría a Central Park* a pasear. (NT: * A diferencia de Estados Unidos, en China hay muchos Central Park, básicamente son parques normales pero se les llama Central Park)
Pensando en ello, quiso preguntar a Shi Yan por sus planes.
Al girar la cabeza, lo vio recostado en la silla con los ojos cerrados, tan tranquilo que parecía dormido.
Pero Qin Shiyue sabía que no estaba dormido y que sólo estaba de mal humor.
Teniendo que ir al hospital en mitad de la noche, cualquiera que tuviera que hacerlo no estaría de buen humor. Así que Qin Shiyue supo cerrar la boca y no hablar.
Después de mucho tiempo, cuando Qin Shiyue estaba a punto de dormirse, la persona que estaba a su lado habló de repente.
—Ve a hacer las maletas, vamos a volver.
—¿Qué? —Qin Shiyue se despertó de repente—. Sólo vinimos ayer, ¿ya nos vamos a casa?
Shi Yan abrió lentamente los ojos, se quitó las gafas y se frotó las cejas.
—Estás enferma.
—En realidad yo... —Qin Shiyue se tocó el estómago—: No es tan grave.
Esta gastritis había sido algo común, también iba y venía bastante rápido. Todo lo que tenía que hacer era tomar alguna medicina y descansar un rato, entonces estaría bien.
Pero Shi Yan no le pidió su opinión.
Qin Shiyue mostró una expresión triste y miró por la ventana ante la idea de tener que volver al trabajo después de volver a casa.
—¿Por qué las vacaciones siempre pasan tan rápido? Tengo que volver a trabajar otra vez.
—Entonces no tienes que ir.
Al oír la voz fría de Shi Yan, Qin Shiyue dijo inmediatamente:
—Nono, no es que no quiera ir, me encanta trabajar, puedo aprender muchas cosas trabajando...
Shi Yan se puso las gafas, sonrió ligeramente y continuó con su tono frío.
—No vayas si no quieres. Quédate en casa y trata tu enfermedad.
Al oírle decir eso, Qin Shiyue sintió inmediatamente que valdría la pena aunque tuviera cáncer de estómago.
—De acuerdo, tío, tienes razón. No me he sentido bien últimamente, tengo que descansar en casa.
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Temprano por la mañana, Wang Meiru se apresuró al supermercado para comprar las verduras más frescas. Aún no eran las nueve cuando volvió a casa.
Llamó habitualmente a la puerta de la habitación de Zheng Shuyi y la abrió de un empujón al no recibir respuesta.
—¡El sol ya está alto en lo alto! Es hora de levantarse.
Cuando terminó de hablar, vio que Zheng Shuyi estaba sentada en el ventanal con los brazos rodeando sus piernas.
Wang Meiru dijo enigmáticamente:
—Jo, ¿ha salido hoy el sol por el oeste?
Con el pelo suelto, Zheng Shuyi le devolvió la mirada y respondió en voz baja.
—¿Qué pasó? —Wang Meirui la escrutó y preguntó—: ¿De mal humor?
—No —Zheng Shuyi le hizo un gesto con la mano—, Mamá sal un momento, necesito cambiarme.
Wang Meiru apretó los labios y cerró ligeramente la puerta. Inmediatamente se puso a hablar con Zheng Su.
—¿Por qué no vas a cuidar de tu hija un rato? ¿Por qué se despertó tan temprano durante las vacaciones? Hay algo extraño.
Zheng Su estaba lavando las verduras mientras se quejaba:
—La regañas cuando se despierta tarde, y ahora no te gusta cuando se despierta temprano. Creo que te preocupas demasiado, después de que vuelva a Ciudad Jiang a trabajar pasado mañana, empezarás a extrañarla de nuevo.
Mientras la pareja discutía, Zheng Shuyi salió de la habitación.
Aunque el sol ya había salido, la temperatura no subía. Como acababa de amanecer, las plantas y la hierba del borde de la carretera aún tenían escarcha.
Zheng Shuyi se ató el pelo en una coleta poco habitual, llevaba un pañuelo alrededor del cuello, no se maquilló mucho y sólo se trazó las cejas.
Agarró su bolso y se dirigió directamente a la puerta.
—Papá, mamá, tengo algo que hacer hoy, no me esperen para cenar esta noche.
Inmediatamente después sonó el ruido de la puerta al cerrarse.
Wang Meiru y Zheng Su se congelaron en la cocina, mirándose el uno al otro.
—Definitivamente está de mal humor.
—Por supuesto, yo la crié, ¿cómo podría no darme cuenta?
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Zheng Shuyi tomó un taxi hasta la entrada del acuario.
Anoche, cuando Shi Yan le dijo que se comportara como una buena casera, el primer lugar en el que pensó fue Central Park.
Pero después de pensarlo, ¿qué tiene de divertido visitar Central Park durante un día de invierno como este? Así que le mencionó el acuario a Shi Yan.
Inesperadamente, Shi Yan aceptó de inmediato.
El acuario abría a las diez, y la hora que Zheng Shuyi y Shi Yan acordaron anoche también era las diez. Pero ella llegó temprano, a las nueve y media.
Debido a lo ocurrido anoche, apenas pudo dormir.
Incluso después de una noche de estrés, todavía no podía pensar en una manera de enfrentarse y hablar con Shi Yan de nuevo.
No sabía si Qin Shiyue le había contado todo a Shi Yan.
Si lo hizo, entonces ¿por qué están los dos tan callados hasta ahora?
Si ella no se lo dijo.
No, al final se lo dirá. Después de todo, son parientes.
La breve amistad entre Qin Shiyue y Zheng Shuyi no era suficiente para que ella sellara el secreto en absoluto.
Las nubes se habían despejado y el sol dorado brillaba sobre la plaza a la entrada del acuario.
Lucía como una soleada mañana de primavera, pero el frío viento seguía raspándole la cara como cuchillos.
Poco a poco, eran casi las diez sin que ella se diera cuenta.
Mucha gente había llegado ya a la entrada. Algunos hacían cola para comprar entradas, otros compraban artículos en la tienda de recuerdos, pero Shi Yan no estaba entre ellos.
Zheng Shuyi se puso de puntillas y se quedó mirando la entrada.
Las banderitas a lo lejos bailaban al viento sin cesar.
Cuanto más se acercaban las diez, más pánico sentía el corazón de Zheng Shuyi.
A veces, una corazonada surgía sin motivo, pero luego echaba raíces lentamente y crecía en el corazón.
Por ejemplo, en este momento, sintió débilmente que Shi Yan no vendría hoy.
Una vez que este pensamiento se produjo, el corazón de Zheng Shuyi pareció ser súbitamente apretado. Pendía de su pecho, impidiéndole respirar.
Se frotó la manga con los dedos inconscientemente, sin saber dónde colocarlos.
Esta sensación de no esperar nada trepaba lentamente por su cuerpo como una enredadera, arañándola sin piedad.
Al cabo de un rato, Zheng Shuyi se dio la vuelta y compró dos botellas de agua en una tienda cercana, paseó durante un minuto y luego siguió esperando.
Cada segundo de cada minuto parecía ralentizarse infinitamente. Cada uno de aquellos segundos parecía una tortura.
Cuando el reloj de pared del centro de la plaza señaló exactamente las diez, Zheng Shuyi sintió de pronto que caía en un abismo de agua.
Las olas eran tranquilas y no la molestaban. Sólo la dejaban hundirse lentamente, poco a poco.
En los grandes altavoces de la plaza sonaba música alegre, y grupos de niños corrían y jugaban entre risas.
Zheng Shuyi se quedó un rato mirando el reloj de pared y con la mirada perdida. Una anciana que vendía flores pasó junto a ella y la golpeó accidentalmente.
Zheng Shuyi recobró el sentido de repente, pero no sabía qué se suponía que debía hacer. Dio unos pasos hacia un lado y luego volvió al lugar en el que había estado de pie.
Pasaron otros veinte minutos.
Parecieron durar veinte años.
En varias ocasiones, Zheng Shuyi quiso sacar su teléfono y preguntar por qué Shi Yan no había llegado aún.
Tal vez se sintió culpable, o tal vez no tuvo el valor de hacerlo. En cualquier caso, al final no se puso en contacto con él.
Porque sabía claramente que Shi Yan no llegaría tarde sin ninguna razón.
Debe haber una razón por la que no vino.
Zheng Shuyi no quería admitirlo e irrumpir en la verdad con sus propias manos.
Al cabo de un rato, se ciñó más fuerte la bufanda, sostuvo las dos botellas de agua en los brazos y se situó en los escalones junto a la taquilla.
Desde allí, podía ver claramente lo que ocurría en la entrada.
Sin embargo, a un lado de la plaza, en un lugar que ella no podía ver, había un coche estacionado desde hacía mucho tiempo.
Shi Yan llegó incluso antes que Zheng Shuyi.
A las ocho de la mañana, él y Qin Shiyue ya habían hecho las maletas y estaban listos para irse a casa.
Pero justo cuando el coche estaba a punto de salir a la autopista, Shi Yan ordenó de repente al conductor que cambiara de carril.
No sabía por qué quería venir, obviamente podía marcharse ahora mismo.
Pero ahora que estaba realmente aquí, no podía encontrar una razón para bajarse.
Cuando llegó, no había nadie. En la plaza vacía sólo había unos cuantos volantes arrastrados por el viento.
Qin Shiyue estaba sentada en el asiento del copiloto, durmiendo profundamente con el abrigo puesto.
Shi Yan se sentó tranquilamente en el coche hasta que, bajo el sol, vio llegar a Zheng Shuyi.
A decenas de metros, la coleta de Zheng Shuyi se mecía suavemente bajo la luz. Llevaba jeans, zapatillas blancas y una mochila a la espalda. Parecía una estudiante universitaria, pero Shi Yan la reconoció con sólo una mirada.
La vio dirigirse a la máquina para sacar los boletos. La vio de pie junto a las plantas, con la cabeza gacha, pateando de vez en cuando los guijarros con los pies. La vio sacar el teléfono varias veces, pero luego volver a guardarlo en el bolso.
Shi Yan cruzó las manos delante del pecho y se limitó a mirarla tranquilamente desde lejos.
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A las once en punto comenzó el primer espectáculo del acuario. Los vítores y la música se oían desde bastante lejos.
A esta hora, ya no quedaba mucha gente en la plaza.
Cuanto más animado estaba el interior, más desierto parecía el exterior.
Zheng Shuyi ya tenía la respuesta en su corazón. Después de que Shi Yan se retrasara una hora, ya no podía mentirse a sí misma.
Ni siquiera había bebido un sorbo de las dos botellas de agua. Envolvió sus brazos alrededor de sí misma y tenía las botellas de agua presionadas contra su pecho.
Pero en cuanto salió por la puerta, no pudo evitar volver la vista atrás y miró el reloj de pared de la plaza.
¿Y si...?
La esperanza que era más delgada que un mechón de cabello detuvo los pasos de Zheng Shuyi.
Volvió a la puerta y llamó a Shi Yan.
Tras sonar varias veces, se conectó al otro lado. Pero él no dijo nada, y estaba tan callado que ella ni siquiera podía oír su respiración.
Zheng Shuyi también guardó silencio durante un rato.
La llamada era tan silenciosa que Zheng Shuyi sintió que no había nadie al otro lado del teléfono.
Tras un largo rato, preguntó con cuidado:
—¿No vas a venir?
La llamada pareció fallar por un momento.
Inmediatamente después, sonó su voz.
—¿Ir para actuar contigo?
Las botellas de agua que llevaba en el brazo cayeron de repente al suelo y rodaron rápidamente a un lado de la calzada.
Zheng Shuyi se quedó inexpresiva ante la puerta, sintiendo que una repentina frialdad se extendía por su cuerpo. Sus dedos temblaban ligeramente.
Su garganta parecía estar empapada de ácido. Quería hablar, pero las palabras se atascaban y no le salían.
Unos segundos después, antes de que pudiera decir “lo siento”, el interlocutor ya había colgado.
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