Se podría decir que sólo el exterior sabe lo que le espera al huevo al final, sin embargo...
Al principio, no tenía ni idea de lo que hablaban en las noticias.
—Ah, uhm, está... ¡está pasando otra vez! Es una repetición de ese incidente! —El locutor, que debería haber estado leyendo su guión, estaba dando tumbos .
—¿Qué demonios...?
Honami Akiko, que estaba agazapada en el interior de su cueva, estaba irritada. La mala recepción ya dificultaba por sí sola el seguimiento, pero a ello se sumaba la incoherencia de los detalles de la emisión.
Aun así, escuchando con atención, comprendió que se estaba produciendo un incidente en un lugar llamado Esfera, un centro comercial de moda situado frente a la estación, junto a la oficina de la prefectura. El hecho de que el suceso estuviera relacionado con un edificio concreto le hizo recordar inmediatamente un episodio ocurrido en febrero. Las circunstancias parecían realmente similares.
En resumen, las puertas cortafuegos se cerraron automáticamente y el gas lacrimógeno, viniera de donde viniera, se esparció por todas partes. Pero había una diferencia: esta vez estaba ocurriendo en un edificio ordinario y las salidas de emergencia seguían abiertas, por lo que, al parecer, la gente de dentro salía tambaleándose y tosiendo. La policía ya se había apresurado a llegar al lugar de los hechos, pero las entradas eran estrechas y debían tener cuidado. Los generadores externos ya se habían cortado, así que era cuestión de tiempo que las instalaciones interiores se detuvieran. Como tal, parecía que la policía estaba en estado de alerta, rodeando el edificio.
Al igual que antes, nadie había reivindicado la autoría del crimen, por lo que sus motivos seguían sin estar claros.
[...Es él,] informó Embryo, apoyándose en el pecho. [Es Takashiro Tooru. Te apuesto lo que quieras a que es él quien ha montado este numerito. Quiere un enfrentamiento con Fortissimo].
—¿C-cómo haría algo a esa escala?
[Con la Organización Towa involucrada, todo es posible.]
—.........
Akiko contuvo la respiración.
Embryo se lo había contado, pero aún no podía creerlo. Había predicho que, dado que Takashiro Tooru se puso en contacto con Fortissimo -que iba tras Embryo- y había sobrevivido, era posible que los dos se enzarzaran en una batalla una vez más, y que se convirtiera en un incidente noticioso que involucrara a transeúntes.
El difunto Sidewinder le contó a Embryo el tipo de persona que era Fortissimo y el rango que tenía dentro del sistema. Que tenía una obsesión anormal por la batalla. Debía de tener muchas razones para estar obsesionado con Takashiro Tooru, que se le había escapado de las manos. Y dado que una persona inocente se había visto involucrada, Tooru probablemente también quería pelea. En busca de venganza, tal vez. Fortissimo no sabia donde estaba, asi que si Tooru queria atraerlo, tendria que montar algo grande...
Estrictamente hablando, esta prediccion no era del todo acertada, ya que el incidente en si no era para atraer a Fortissimo, sino algo que Takashiro Tooru planeó con otro proposito. Sin embargo, ellos no debían saberlo. Tampoco este detalle tenía ninguna relación con su situación, por lo que su predicción era esencialmente correcta.
—Tooru-san...
[El tipo tampoco ha perdido la cabeza. Parece que los transeúntes están logrando escapar]
—Este “Fortissimo”... ¿Crees que aparecerá pronto?
[Eso creo.]
—¡Entonces, tenemos que ir allí ahora mismo...!
Agarrando el dispositivo portátil de juego doméstico en el que residía Embryo, se apresuró a bajar y salir de la cueva.
Aún no tenía ni idea de lo que le esperaría allí. Resultaría ser una extraña “reunión”.
* * * * *
El gas que había llenado la zona se estaba dispersando rápidamente. No se suponía que fuera muy fuerte ni duradero. El hombre que colocó las trampas esparcidas por Esfera lo había hecho como prueba. No era más que una comprobación para determinar si su instalación sería descubierta o no. Comparadas con el producto final, estas trampas eran extremadamente burdas. Y se había preparado otra gran trampa igual de tosca, una bastante más cercana a su propósito. Pero el hombre decidió favorecer métodos más confiables, por lo que al final abandonó esta idea.
Cuando el gas de niebla empezó a disiparse, dos figuras avanzaron. No... Al examinarlas más de cerca, se vio que la más grande era en realidad dos personas. Una figura pequeña llevaba a otra a la espalda.
Los tres atravesaron a salvo el espacio supuestamente lleno de gas.
—...¿Cómo es que el gas no nos alcanza? —preguntó Honami Hiroshi, que llevaba a su hermana a la espalda, a Fortissimo frente a él. Su hermana era de hecho Pearl, pero él no lo sabía.
—Porque estoy cortando el espacio entre ellos, antes de que el gas nos alcance —declaró Fortissimo con naturalidad.
—...No lo entiendo —refunfuñó Hiroshi.
Aunque Fortissimo había mostrado su verdadera cara e incapacitado a su hermana, por alguna razón Hiroshi no podía sentirse frustrado por la traición. Para ser un tipo tan desconfiado, Hiroshi no había sentido mucha reticencia a acompañarlo todo este tiempo. De hecho, era un miedoso, así que le resultaba un poco extraño, la verdad.
—.........
Con su hermana inmóvil a cuestas, siguió a Fortissimo. Vinieron en coche desde su escondite en el hotel, así que tuvo que cargar con ella desde el estacionamiento subterráneo hasta aquí, pero no se sentía especialmente agotado ni llevaba una carga pesada. De hecho, no pesaba nada. Su hermana era extrañamente ligera. Era como si fuera una niña pequeña, incluso más joven que él. Su hermana era más alta que él, así que pensó que pesarían más o menos lo mismo. Desconcertado, siguió caminando, preguntándose si en realidad las chicas eran mucho más ligeras de lo que parecían.
—Aunque... ¿cuándo exactamente vas a devolver a Nee-chan a la normalidad? —preguntó Hiroshi.
—Eso depende de Takashiro Tooru —se rió Fortissimo—. ¿Qué tipo de reacción tendrá cuando vea a nuestra “Honami Akiko”? Eso es más o menos lo que me gustaría saber.
—...Querrá salvarla, obviamente.
—¿No sería divertido?
—¡Lo será!
—Bueno, pronto lo sabremos. ...¿Hm?
Fortissimo se detuvo poco antes de su destino previsto. Estaban en la entrada del vestíbulo de un cine, siete pisos más arriba. Al parecer, hoy no había función y colgaron un cartel de “Prohibido el paso”. Las gruesas y pesadas puertas impedían el paso.
—E-eso es... —A Hiroshi se le escapó la voz.
—.........
Fortissimo se quedó en silencio.
Las puertas estaban cerradas. Quizá incluso estuvieran cerradas con llave. Pero habían perdido todo su sentido, porque en la pared de al lado -de unos veinte centímetros de grosor de material insonorizante- había un agujero redondo. Pero no era que alguien lo hubiera atravesado. La pared había sido rebanada, como si una perforadora se hubiera abierto paso a través del papel.
—.........
En silencio, Fortissimo observó la sección transversal. Estaba rellena de material insonorizante lanoso, pero no había el menor rastro de que hubiera sido empujado hacia dentro o sobresaliera. Era como si ese agujero hubiera estado ahí desde el principio.
—Hacer un agujero como este... Eso significa...
Justo cuando Hiroshi empezó a toser, Fortissimo agarró con firmeza el hombro del chico.
—...Eh, ustedes dos retrocedan por ahora.
—¿Eh?
— Te llamaré más tarde... Por ahora, busca un lugar donde esconderte —dijo Fortissimo en voz baja.
—¿P-pero por qué?
—He cambiado de idea. Tengo que ir a comprobar algo rápido. Todavía hay tiempo.
Las comisuras de sus labios se habían curvado ligeramente... en una sonrisa.
Ante esa escalofriante expresión, Hiroshi se vio obligado a retirarse como le dijeron. Cargando a su hermana al hombro, se refugió en el espacio que quedaba entre una hilera de máquinas expendedoras y un banco.
Fortissimo estaba solo ante las puertas del cine.
Se metió las manos en los bolsillos y, como si nada, las grandes puertas se abrieron solas con un estruendo.
Caminó hacia delante. Ante él había otra serie de puertas, que conectaban con el interior del cine. Se dirigió hacia ellas y, a escasos centímetros, ¡pum! De nuevo, las puertas se abrieron de golpe.
Filas de asientos se alineaban en el interior. El silencio era sepulcral. En circunstancias normales, el lugar estaría saturado de luces y sonidos brillantes y lleno de los vítores y aplausos del público. Pero ahora, este espacio vacío estaba desnudo en la quietud.
Y entonces ocurrió algo totalmente opuesto a lo que debería ocurrir en un lugar como éste. Normalmente, sólo se habría podido oír desde el público. Pero esta vez, resonó desde el escenario.
Aplausos.
Provenían de un par de palmas en lo alto del escenario, invitando a Fortissimo a entrar.
—Bienvenido, Fortissimo —dijo en voz baja.
Esta vez no llevaba traje de samurái. En su cinturón llevaba una tachi9, que mantenía enfundada.
Fortissimo avanzó despacio hasta que estuvieron a unos metros de distancia, se detuvo y le miró fijamente.
—Takashiro Tooru... Te lo preguntaré para estar seguro. ¿Qué haces aquí?
—...........
Tooru no contestó.
—Parece que por alguna razón has tendido trampas. Creando un espacio cerrado, esparciendo gas... ¿Pero de verdad crees que así conseguirás algo? ¿O simplemente estás desesperado?
—.........
Se quedó un rato en silencio, pero finalmente abrió la boca.
—Yo también... tengo algo que preguntarte.
—¿Hm?
—Las heridas que inflige tu poder... ¿Hay alguna forma de cerrarlas? ¿Qué puede hacer alguien para curar esas heridas?
La sospecha creció en el rostro de Fortissimo.
—No me digas... ¿De eso se trata?
—.........
—¿Quieres decir... que te esforzaste en preparar todo esto y me llamaste aquí para poder salvar la vida de tu amigo que debería estar tambaleándose al borde de la muerte? ¿Estás totalmente preparado para morir?
—Contéstame.
No se cerró en banda, al contrario, su tono era suave. La expresión de Fortissimo, en cambio, era cada vez menos complaciente.
—¡Lo admito, es un objetivo noble, pero me temo que no hay nada de eso...!
—... ¿Realmente no hay nada en absoluto?
—¡Estoy harto de esto! Para mí, la vida es como una bola de pelusa atrapada en una red de fisuras espaciales. Su vida misma fue prácticamente cortada. No es algo que alguien pueda detener o contener, ¡no a menos que alguien pueda añadir nueva vida a su cuerpo para rellenar las heridas...!
—Así que no hay cura... —Bajó ligeramente la cabeza y exhaló. Un hilillo de sangre corría por la cicatriz de su arruinado ojo derecho—. Entonces sólo queda un camino.
—¿Camino? —La voz de Fortissimo estaba teñida de ira. La ira de ver frustradas sus expectativas—. ¡¿Qué otro camino podrías tener... excepto ser masacrado aquí mismo, Takashiro Tooru?!
Su rabia fue respondida con calma.
—Has estado equivocado. Desde hace tiempo.
—¿Qué?
—Ese nombre ya no tiene ningún significado para mí.
—¿Nombre? ¿Qué nombre?
—Ahora que sé que no hay forma de salvarlo, significa aún menos.
—Como dije, ¿de qué demonios estás hablando?
—Tú fuiste quien me puso el nombre. Me dijiste... que lo único que me quedaba era ser tu oponente. Que sólo quedaba ese nombre.
Por fin, Fortissimo comprendió el significado de sus palabras.
—...Ya veo —Sacó las manos de los bolsillos—. Así que estás preparado. De acuerdo. Entonces, ¿qué tal si me muestras la medida de esta determinación tuya... Inazuma?
Dio un paso adelante. Y entonces ocurrió algo que no se había visto hasta entonces. El que tenía una tachi en la cadera... retrocedió.
Fortissimo estaba a unos cinco metros de distancia. No intentó reducir esa distancia.
De nuevo, Fortissimo dio un paso adelante.
De nuevo, retrocedió.
—...¡Ah!
De repente, Fortissimo le lanzó una mirada.
—¿Por qué retrocedes?
—Tú debes saber la respuesta mucho mejor que nadie —dijo en voz baja.
Su forma de hablar apenas se parecía a la del impulsivo Takashiro Tooru que Fortissimo conocía.
—Fortissimo, seguro que no puedes haber pensado que no había visto nada en nuestra primera batalla.
Vio, y pensó. No pensó en otra cosa más que en eso durante todo el tiempo que pasó en la celda. Había rumiado los acontecimientos de aquella batalla miles de veces dentro de su cabeza. Había analizado, predicho e imaginado, una y otra vez.
—.........
—La razón por la que no me acercaré ciegamente a ti es porque este es tu alcance efectivo. Si gano más distancia, ¿estás seguro de que podrás lanzar tus ataques con precisión?
Aunque sus palabras exponían los hechos, la expresión de Fortissimo no cambió. Sin emociones.
—.........
—Y he aquí otro aspecto de tu poder: Una vez que lo despliegas, nadie -ni siquiera tú- puede detenerlo... Por eso tus ataques deben ser precisos y sutiles, para que tú mismo no seas consumido por su abrumadora destrucción. Por eso, a primera vista, parece que te enfrentas a tus adversarios en un estado de indefensión. Pero no es porque tengas agallas, o porque tengas fe absoluta en tus habilidades... Es porque si no, no serás capaz de golpear.
—.........
Fortissimo permaneció impasible ante las palabras del tuerto.
—...¿Y qué hay con eso?
Sin embargo, ante esta simple respuesta, su oponente negó levemente con la cabeza.
—Por supuesto, no habré sido el primero en averiguar tanto —respondió con calma—. Y tampoco se trata de que tu defensa absoluta se venga abajo. Si me enfrentara a ti mil veces en un combate ordinario en igualdad de condiciones, seguramente también perdería mil veces. Sin embargo... —Puso una mano sobre su espada—. En el entorno adecuado, en circunstancias excepcionales... ganarías novecientas noventa y ocho.
—¿Estás diciendo que puedes ganar dos veces? ¿Qué, crees que esta de aquí es una de esas veces?
—.........
—¿De verdad crees que puedes ganar? ¿Contra mí? ¿Fortissimo?
—No. No ganaré... Pero tú perderás —declaró.
—.........
Ante esta intrépida declaración, Fortissimo no sonrió como hasta ahora. No sonrió. Permaneció tan serio como una máscara Noh.
—...¿Crees que me conoces? —dijo, con las palabras exprimidas en voz baja—. ¿Un perro derrotado como tú, que ha fracasado una y otra vez? Nunca he perdido, ni una sola vez. ¿Y aún así dices que me conoces?
Dio otro paso adelante.
Pero esta vez, su oponente no retrocedió. En vez de eso, se hizo a un lado. Las posiciones de su enfrentamiento habían cambiado sutilmente. Y el oponente que lo miraba fijamente, el hombre llamado Inazuma, habló suavemente.
—No te conozco. Y dudo que tú me conozcas a mí. Así que... en este sentido, estamos empatados.
—Entonces no necesitamos ninguna restricción ni piedad, ¿verdad?
Fortissimo dio una patada en el suelo y cargó. Una explosión de materia voladora retumbó a su alrededor.
* * * *
—¡......!
Honami Akiko levantó la cabeza. Le pareció oír algo que provenía de Esfera, algo que sonaba como un grito.
[¿Mm? ¿Qué pasa?] preguntó Embryo.
—...N-no, no es nada. Probablemente me lo imaginé.
Sacudió la cabeza y volvió a contemplar la escena.
La policía estaba allí. Era la brigada que enviaron para rodear el edificio. Se agruparon en una de las siete entradas para impedir que alguien saliera o intentara entrar.
Pero ni siquiera intentaron detener a Honami Akiko, que se encontraba justo delante de ellos. O mejor dicho, no pudieron.
—...P-pero esto no es... ¿Qué está pasando?
Efectivamente, por razones que ella desconocía, todos se habían desmayado y estaban tendidos de espaldas. Justo al lado, lo que parecía ser una boina de mujer yacía en el suelo, pero no se habían dado cuenta.
[[No sé qué pasa, pero reconozco una oportunidad cuando la veo]], dijo Embryo en voz baja.
—S-sí. Sí.
A un lado de la entrada, enrejada con persianas, había una pequeña salida de emergencia. Con cautela, Akiko empujó la puerta.
En el interior había un persistente y ligeramente maloliente olor a gas, pero parecía haber perdido toda su potencia y Akiko no sintió ningún efecto desagradable.
Tragó saliva y se dirigió lentamente hacia Esfera en busca de Takashiro Tooru.
Justo entonces, sus ojos se posaron en algo que estaba a sus pies. Una cucaracha.
Estaba panza arriba y se retorcía, al parecer por haber inhalado el gas. Aunque ya no era mortal para los humanos, para los insectos debía de ser como recibir una dosis de pesticida. Claramente estaba a punto de morir.
¿Eh...?
Como siempre, ella vio la «muerte» saliendo del insecto. Podía verla, pero... parecía un poco más desenfocada de lo normal. No, se estaba volviendo más borrosa, cada vez más tenue. Cuando por fin dejó de verlo, no estaba del todo segura de que fuera porque el bicho hubiera perecido del todo.
—¿Esto es...?
[¿Crees que está... empezando a desaparecer porque tu poder se está debilitando?] preguntó Embryo. [P-pero entonces eso significaría que no podrías hablar conmigo.]
Podía oír la “voz” con extrema claridad.
—...No lo sé. No lo sé, pero... —dijo Akiko, expresando sus pensamientos en voz alta—. No quiero cometer el mismo error que antes. No sé qué me está pasando, ni cómo acabaré, pero... decidí que encontraría a Tooru-san y eso es lo que voy a hacer. Eso es todo lo que importa.
Ella reanudó la marcha.
—.........
Embryo no le dijo nada.
—...¿Qué pasa contigo? —Fue el turno de Akiko para preguntar—. ¿Dónde está tu... “Bueno, bueno, ¿no es valiente de tu parte?” o uno de tus habituales jabs?
Sonrió mientras hablaba. Si Embryo hubiera sido humano, habría soltado algo parecido a un suspiro.
[...No, es sólo que... Parece que te has convertido en una chica estupenda.]
—¿Qué demonios? Ahora estás siendo espeluznante.
[No, lo digo en serio. No me preguntes de dónde vino, pero esa es la impresión que me dio justo ahora. Realmente has crecido desde aquellos días. ]
—¿Qué días? Hemos estado juntos todo el tiempo. Ese es el tipo de cosas que le dices a alguien de quien has estado separado durante años.
[...Supongo que tienes razón.]
—Gracias, sin embargo. Me da un poco de coraje, el hecho de que me elogies. Como si pudiera hacer cualquier cosa en el mundo, no importa lo difícil que sea. Je, je.
[Je je je.]
La niña y el huevo, dos seres inconscientes, disfrutaron tranquilamente de un momento de risas dentro de su espacio cerrado.
Entonces sintieron otro estruendo. Algo más fue destruido. Corrieron en dirección a su presunto origen.
* * * * *
La sangre salpicó el aire.
—...¡Ngh!
Takashiro Tooru, con la tachi en la cintura aún enfundada, ya había soportado el impacto de incontables fragmentos voladores, y estaba lleno de arañazos de pies a cabeza. A pesar de ello, sus movimientos no se vieron entorpecidos y siguió manteniendo una distancia fija con Fortissimo mientras éste avanzaba.
—¿Qué pasa, Inazuma? ¿Esa espada en tu cintura es sólo para aparentar? —desafió Fortissimo.
La mayoría de los asientos del cine ya habían sido pulverizados, y el escenario, que fue el primero en ser golpeado, había desaparecido sin dejar rastro.
—Además... ya que pareces tan empeñado en mantenerte alejado de mí, ¿cómo piensas atacar exactamente?
—.........
Aun así, Tooru se negó a mover la mano que había colocado en la empuñadura de la tachi. Tampoco apartó su único ojo de Fortissimo ni un solo instante. No había ni rastro de impaciencia o miedo en su rostro.
Este tipo... ¿Está esperando algo?
Fortissimo también detuvo brevemente su ráfaga de ataques.
Si ni siquiera está desenvainando la espada, ¿está confiando en la velocidad de su desenvaine? ¿Un movimiento Iai, para que su oponente no pueda leer la trayectoria de su espada? Pero una espada de esa longitud seguramente no podría extenderse más allá de mi rango de ataque... Incluso si algo se pusiera a mi alcance, podría destruirlo mucho antes de que me alcance. Golpe de espada, fuego de ametralladora... Cualquier cosa que me lances carece de sentido... Si él sabe eso, ¿qué es lo que pretende?
No tenía sentido, pero había algo que estaba claro: hiciera lo que hiciera, ocurriría en un instante. Y en ese momento, la batalla se decidiría.
—.........
Al ver que Fortissimo ante él había dejado de moverse, Tooru también se quedó quieto. Sólo el tiempo avanzaba a paso de tortuga.
—.........
Hubo un extraño sonido silbante, y de repente el hombro derecho de Tooru fue acuchillado, chorreando sangre. Fortissimo cortó el espacio al borde de su alcance, y el vacío resultante desgarró a Tooru.
Pero Tooru no se movió.
¡Vwoosh, vwoosh! Cada sonido consecutivo se sumaba a sus heridas. Sin embargo, permaneció completamente inmóvil, inquebrantable.
Tooru podía verlos.
En estos ataques al vacío, podía percibir claramente las “líneas”. No había recibido ninguna herida mortal, ni siquiera un daño significativo. Sólo ligeros pinchazos. Podría empezar a preocuparse por esos ataques si seguían acumulándose, pero eso era todo. No eran intentos de decidir la batalla.
Fortissimo, también, se había visto obligado a darse cuenta por la tranquila y penetrante perspicacia de Tooru que había descubierto su plan de ataque.
Sigue así y en algún momento dejarás de moverte por la pérdida de sangre. ¿O estás recibiendo los golpes a propósito para adormecerme con movimientos monótonos y tomarme desprevenido?
De acuerdo... jugaré a tu juego, pensó Fortissimo, y reanudó su asalto, sin bajar la guardia en ningún momento.
El propio Fortissimo sólo lo hacía parcialmente bien, pero no era conocido como el Más Fuerte por confiar sólo en su poder. La falta de atención era algo de lo que era instintivamente -y quizás casi a nivel fisiológico- incapaz, hecho corroborado por su historial. No era algo que hubiera fomentado mediante el entrenamiento y la experiencia; era innato. Era posible que su poder fuera un subproducto de esta naturaleza. Simplemente parte de lo que era. Aunque no era necesariamente algo que deseara.
Y así, subconscientemente sabía de la fuerza de este enemigo, Inazuma. El golpe que recibió de Taniguchi Masaki también se debió a que su oponente inmediato era Inazuma. Si se hubiera enfrentado a otra persona, se habría dado cuenta de que Masaki se acercaba. Que hubiera estado tan concentrado era probablemente porque...
—.........
Pero aún no estaba preparado para admitirlo.
No sabía por qué, pero temía que admitir ese hecho le resultara tremendamente doloroso. No era algo de lo que fuera muy consciente, sino más bien una sensación que lo corroía.
Los pensamientos se agolpaban. ¿Era posible que su fuerza no fuera la única que existía? ¿De hecho, no estaba solo?
—...Tch.
Chasqueó ligeramente la lengua, incluso mientras atacaba.
En el caso de Tooru, su poder no era algo con lo que hubiera nacido. Así que sí, bajaba la guardia, se dejaba llevar por sus emociones y cometía errores que nunca podría deshacer. Pero era por esa razón que estaba aquí y ahora. Si hubiera dejado que su instinto lo controlara, habría huido hace mucho tiempo. La fuerza que se encuentra en la naturaleza sólo se basa en cuánto tiempo puedes sobrevivir, nada más.
Pero él no era así.
Y por eso no huyó.
Por eso continuó luchando.
Luchando... quedándose quieto...
—.........
Si iba a seguir el “plan” que se le había ocurrido después de que Habara Kentarou hubiera sentado las bases, sólo le quedaba esperar un poco más. Incluso si continuaba dejando que Fortissimo atacara, sería capaz de superarlo antes de que el daño fuera demasiado grave.
Sin embargo... fue en ese momento cuando algo totalmente inesperado le ocurrió a Tooru.
—¡¿.........?!
Por primera vez, su mirada se desvió de Fortissimo.
Más allá de su enemigo, hacia la entrada del teatro, había un chico.
Honami Hiroshi.
Se acercó en secreto desde el lugar donde le habían dicho que se escondiera. Y a sus ojos, parecía como si Fortissimo estuviera jugando unilateralmente con Tooru.
—¡T-Takashiro-san! —gritó de repente.
Pero Fortissimo no se volteó hacia la voz. Tal cosa era trivial para él. No podía decirse lo mismo de Tooru. Un espectador no podía quedarse aquí, no aquí, no ahora.
Saltó. Y corrió hacia Hiroshi, sin importar el alcance de su ataque.
¡¿Qué?!
Fortissimo sólo podía interpretarlo como una retirada repentina. En ese instante, estalló. ¡¿Después de todo esto?! pensó.
—...¡Tiene que ser una PUTA BROMA! —rugió, lanzando un ataque indiscriminado en dirección a Tooru.
El suelo y el techo del cine se hicieron añicos, lanzando ondas de choque que estallaron y se dispersaron por la sala.
—...¡¿Wah?!
Hiroshi, refugiado en los brazos de Tooru, salió despedido por la fuerza de la explosión. Los dos se tensaron y rodaron por el suelo. Inmediatamente, Tooru se puso de pie.
—...¿Puedes moverte? —preguntó a Hiroshi con urgencia, directo al grano.
Hiroshi asintió con la cabeza. Efectivamente, no había sufrido ninguna herida. Tooru, sin embargo... Tenía media cara manchada de sangre. Una astilla le dio de lleno en la cabeza.
—T-Takashiro-san-
—Escúchame. ¡Tienes que salir de aquí! Este lugar está a punto de...
—¡Pero si secuestró a Nee-chan! —gritó Hiroshi, interrumpiéndolo.
—¿Qué dijiste...?
Una expresión de asombro pintó el rostro de Tooru. Justo entonces, a su espalda, se oyó el crujido de unos escombros bajo sus pies.
Los dos se giraron para ver a Fortissimo de pie, sujetando por el cuello a una chica inmóvil.
—...¿Estás hablando de ella? —dijo fríamente.
—Bastardo... ¿A qué juegas? —Tooru se vio completamente sorprendido por este repentino giro de los acontecimientos. Simplemente no podía creer que Fortissimo cayera tan bajo como para tomar prisioneros.
—¡N-Nee-chan! —gritó Hiroshi.
— Vaya panda de crédulos, ¿verdad? ¿De verdad creyeron que se trataba de Honami Akiko? —declaró al fin.
—¿Eh?
—¿Qué...?
—Vamos, ¿por qué no nos muestras tu verdadera forma... ¡ Pearl!
Su cuerpo empezó a retorcerse y a sufrir espasmos. Y entonces -y qué espectáculo fue contemplarlo- sus manos, pies y torso parecieron encogerse ante sus ojos.
Tooru estaba estupefacto.
Finalmente, alcanzó el tamaño de una niña de siete u ocho años, incluso más pequeña que Hiroshi.
Efectivamente, ésta era la verdadera forma de la humana sintética, Pearl. Su forma base había sido diseñada para ser compacta y permitirle transformarse en cualquier humano. No es difícil incorporar un mecanismo que acolche la estructura esquelética para reforzar los huesos, pero encoger realmente esos huesos era una hazaña extraordinariamente difícil. Manticore -el arquetipo en el que se basaron Pearl y todos los demás- lograba esta transformación de una forma completamente distinta, y se dice que, en última instancia, nadie más que ella fue capaz de conseguirlo. El cuerpo de Pearl, por tanto, podría considerarse una imitación pobre. Inmadura.
Su cara, también, se parecía perfectamente a la de una niña inocente. La única diferencia era su peinado, que coincidía con el de Honami Akiko. Pero incluso el color de su pelo se desvanecía ante ellos, convirtiéndose en un plateado brillante y reflectante. Cabello diseñado para que se le aplicaran todo tipo de colores.
—.........
Hiroshi se quedó con la boca abierta. No podía entender lo que acababa de presenciar. Pero, en cierto sentido, lo aceptó. Explicaría por qué era tan ligera.
—.........
El rostro de Tooru se ensombrecía por momentos.
—¡Para...! —gruñó al fin.
Fortissimo hizo lo que se le dijo y arrojó el cuerpo de Pearl a un lado.
Pearl rodó por la moqueta del vestíbulo del cine, con los labios llenos de vómito.
—¡Gahuck, gubbgh...! —se convulsionó, con los bordes de la boca llenos de espuma.
Su sistema nervioso central había sido cortado y reimplantado hasta el punto de que ya no podía mantener su disfraz, y ahora había perdido el conocimiento.
—¿Qué está pasando? —Tooru preguntó, su mirada dirigida no a Pearl pero Fortissimo.
—No pasa nada. Ella es una farsante. La verdadera Honami Akiko está escondida en algún lugar con Embryo. Ésta había estado intentando utilizarte disfrazándose de Akiko, al menos hasta que yo la encontré. Supongo que cuando me hice el tonto, pensó que podría salirse con la suya, ya que se había quedado así hasta ahora. Tal vez lo dejé pasar porque esperaba atacar en el momento en que yo bajara la guardia. Pensé que podría desafiarme un poco durante un tiempo... pero ya me cansé de eso también —dijo Fortissimo lánguidamente.
—¡Bastardo...!
Una ira como la que Tooru nunca había mostrado brillaba en sus ojos. Por mucho que se esforzara en mantener la calma, el trato cruel de su oponente hacia esta persona en forma de jovencita estaba a punto de despertar de nuevo en él emociones feroces.
Fortissimo le devolvió la mirada.
Sin embargo, el que realmente controlaba la situación en ese momento no era ninguno de los dos.
...¡Es el momento!
Aunque su cuerpo había sido casi inmovilizado, sólo la conciencia de Pearl era aguda y clara.
Por fin... ¡después de todo este tiempo! ¡Había estado esperando este momento!
Las excreciones seguían saliendo a borbotones de su boca. Cualquiera habría supuesto que se trataba de materia no digerida expulsada de sus entrañas debido a una disfunción corporal. En realidad, no era así.
Su poder -compartido por la Manticore de la que tomó el modelo- consistía en sintetizar una droga especial e increíblemente potente dentro de su cuerpo. Era algo que había estado almacenando en su interior todo el tiempo.
Y su efecto era simple y llanamente: ¡corroer, pudrir y destruir...!
Mucha de esta droga ya se había filtrado en la alfombra; no se podía ver desde arriba, pero se estaba extendiendo rápidamente bajo el suelo.
...Vamos, expón mi patética forma. Humíllame todo lo que quieras. ¡A ver si me importa!
Pearl observó a Tooru y Fortissimo por el rabillo del ojo. Los dos se miraban fijamente, sin centrar su atención en ella. Levantó ligeramente un brazo inestable.
No necesitaba fuerza para romper el suelo podrido; sólo tenía que darle un ligero golpecito con cierta frecuencia.
¡La victoria, ya lo verás, es para los que sobreviven...!
Y cuando Pearl estaba a punto de hacer ese movimiento, sus ojos se encontraron con Honami Hiroshi. Él la miraba fijamente.
Ella lanzó una sonrisa malvada a su «hermano pequeño».
—...Ahora adiós.
Por supuesto, sus roncas palabras susurradas no llegaron a oídos de nadie. Al instante siguiente, una parte del suelo sobre la que estaban Tooru y los demás cedió al instante y se derrumbó.
* * * * *
—...¡¿Q-qué fue eso?!
El sonido, que llegó hasta los oídos de Honami Akiko mientras caminaba por el pasillo, fue muchas veces más fuerte que cualquier otro hasta el momento.
Y no era sólo el sonido. Inmediatamente empezaron a extenderse grietas por el suelo a sus pies. El suelo empezó a inclinarse.
—¡Wa-waaah!
Se agarró a un pilar cercano, lo que le salvó la vida. Si hubiera seguido de pie donde estaba, el techo se le habría venido encima.
Bajo el suelo que Pearl destruyó se encontraba el punto de apoyo mecánico del edificio. Su derrumbe iniciaría una reacción en cadena, tirando de partes de Esfera hacia los lados y haciendo que se derrumbaran a su vez. Aunque los elementos estructurales se habían construido para resistir impactos verticales, no se había tenido debidamente en cuenta el plano horizontal. Pisos enteros, estratificados unos sobre otros, pronto se vendrían abajo.
—¡H-hiii...!
Parecía que algunas zonas se derrumbaban y otras no. Como una partida de dominó al azar, en la que alguna pieza quedaba en pie.
De los agujeros del techo caían cosas. Trozos de suelo, armazones de acero y -al parecer, de una tienda de ropa de arriba- incluso varios maniquíes sin extremidades y cubiertos de polvo, todos amontonados unos encima de otros. Si todo lo de arriba hubiera cedido, no habría caído tal cantidad de objetos. En efecto, la destrucción parecía esporádica.
Mientras escuchaba los sonidos de esta cascada de ruinas, Akiko se dio cuenta de algo extraño.
—...¿Eh?
La pose de uno de los maniquíes que cayó era... extraña.
Parecía un pequeño maniquí para exponer ropa infantil, pero estaba tumbado en el suelo como si estuviera durmiendo. Se adhería perfectamente al suelo, como si hubiera sido esculpido de esa manera. A menos que...
—¡Aaaiiieee! —gritó.
Era una niña de verdad. El cuerpo estaba tan cubierto de polvo que parecía ceniciento, pero el color del pelo era plateado. No se movía.
—¡¿Estás bien?!
Se apresuró a intentar levantarla. Justo entonces, su cuerpo se sacudió con un sobresalto.
Crujido, crujido. Todo su cuerpo pareció crujir. Y justo cuando pensaba que había dejado de moverse, se levantó de un salto, como si un despertador a todo volumen lo hubiera despertado de repente de un profundo letargo.
—¡.........!
La niña miró a Akiko con los ojos muy abiertos.
—Tú...
—B-bueno, pareces bastante animada...
Mientras Akiko hablaba, una amplia sonrisa creció en los labios de la niña de pelo plateado: los labios del cuerpo recuperado de Pearl.
—¡Honami Akiko! —gritó—. ¡De todos los lugares en los que podrías haber estado! Eso debe significar...
Y entonces, algo que Akiko no podría haber creído posible sucedió.
El brazo de Perla creció varias veces su longitud, y con él le arrebató la unidad de juego que tenía en el pecho.
—...¡Por fin!
Su brazo se acortó a la misma velocidad que se había extendido, Pearl empujó a Akiko a un lado y se levantó.
—¡Por fin lo tengo! Tengo El Embryo, que otorga a los dignos el “poder de luchar contra el mundo” —declaró exultante—. ¡Te lo mereces, Sidewinder! ¡Fortissimo! ¿Lo ves? Al final, soy yo quien ríe al último.
En la cima de su triunfo, echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.
—...¿Eh?
Akiko, incapaz de comprender la situación, se quedó muda.
Pearl no le prestó atención, simplemente miró a Embryo y se rió.
—¿Tengo el poder? Bueno, si no, sólo es cuestión de encontrar a alguien que lo tenga...
Mientras Pearl hablaba, algo en ella cambió. Con cara de sorpresa, se volteó para mirar fijamente a Akiko.
—...¿Qué?
Era la mirada de un humano que había sido tomado completamente desprevenido. Anonadado.
—...¿Qué es esto? ¿Qué demonios es esto? —murmuró incoherentemente.
Ahora que Akiko se daba cuenta, su mirada no estaba dirigida a Akiko. Estaba mirando algo detrás de ella.
—Tú... Pero eso es una locura... ¿Este es tu “futuro”? Pero eso es...
El color se le iba rápidamente de la cara mientras pronunciaba esas crípticas palabras. ¿Qué estaba viendo? No, al tocar a Embryo, se volvió capaz de ver algo. Entonces, ¿qué era lo que percibía?
—¡Estás... bromeando! Y una mierda me voy a meter en esto —gritó enloquecida, arrojando lejos a Embryo, al que había buscado durante tanto tiempo. Luego se giró hacia una pared y corrió hacia ella. Justo cuando parecía que iba a estrellarse contra ella, un chorro de productos químicos salió de su boca y atravesó de un puñetazo la pared debilitada. Y así desapareció.
Todo sucedió en un instante.
—.........
Akiko estaba desconcertada. Le resultaba imposible comprender lo que estaba pasando.
Pero aún así, una cosa estaba clara: la chica de pelo plateado no la miró a ella. Miraba más allá de ella. Hablando con alguien más allá. Lo que significaba...
—.........
Lenta y cautelosamente, se giró. Y he aquí que Él estaba de pie ante ella, en silencio. Ella ni siquiera lo notó aparecer.
—Nos encontramos de nuevo, Honami Akiko.
Un sombrero negro y una cara blanca. Envuelto de arriba abajo en una capa negra.
Nunca se había encontrado con un personaje tan extraño.
—¿No te acuerdas? No, supongo que no.
Sombrero Negro resopló ligeramente por la nariz y se adelantó, se deslizó junto a ella y recogió a Embryo del suelo.
—Así que éste es el “huevo” —dijo, y se lo metió rápidamente en el bolsillo.
Akiko no sabía quién era. No debería haberlo sabido. Si hubiera conocido a alguien así, seguramente lo habría recordado. Y sin embargo...
—O-ohhh...
Y, sin embargo, un miedo instintivo se apoderó de su cuerpo como una mordaza.
De repente, recordó un rumor que una de sus amigas de la escuela -quienquiera que fuese- le contó una vez.
“Escuché que aparece cuando alguien está en la cima de su belleza, para matarla y que no se vuelva más fea. Tiene un sombrero negro y una capa negra. Y su nombre es...”
Sí... Así es.
Se preguntó por qué no se había tomado la historia en serio. No le había dado importancia. Pero según recordaba, el curioso nombre que le dijeron entonces era...
—Boogiepop...
—¿Hm?
La figura se giró en respuesta. Pero al ver la palidez de su rostro, este personaje “Boogiepop” respondió.
—Parece que no te acuerdas, Honami-san. Aunque imagino que ella también lo preferiría así.
—¿Qué... qué eres?
—Preguntas como qué soy son intrascendentes —afirmó Boogiepop sin rodeos—. El problema eres tú. Me refiero a ese poder tuyo. El que aún te persigue.
—¿Eh...?
Akiko sintió como si le hubieran pinchado en el pecho.
—Por cierto, ¿dónde has estado estos últimos días? —preguntó.
—¿Eh? Oh, eh, eso es...
—No soy sólo yo quien te ha estado buscando. Kirima Nagi también ha estado buscando. Ella conoce esta ciudad a la perfección. ¿Cómo supiste de un lugar que podría eludirla?
—B-bueno...
—¿Seguro que no vas a decirme que eres más astuta que ella?
—Yo... yo...
—Ya hiciste ese tipo de cosas en el pasado. A veces necesitabas un espacio seguro y apartado. Tus recuerdos de lo que hiciste, sin embargo, han desaparecido. Entonces, ¿cómo pudiste saberlo? ¿Te lo dijo alguien? Ni siquiera tú lo sabes, ¿verdad?
Con un hábil movimiento, Boogiepop presentó algo entre las puntas de los dedos apretados.
Era un insecto. Un escarabajo. Pero estaba flácido e inmóvil, y parecía estar muerto o al borde de la muerte.
Akiko vio en él una vaga forma de “muerte”. Era igual que la otra vez... No, era aún más borrosa que antes.
—Ah...
Como si hubiera leído su expresión, Boogiepop asintió.
—Como pensaba, tu poder está casi agotado. Aunque no me sorprende, al principio sólo quedaba una fracción.
—¿Una... fracción...? —Akiko no entendía lo que le decían—. ¿De qué estás hablando? Usé este poder para salvar la vida de un moribundo y...
Al decir esto, Boogiepop resopló, como si la tomara por tonta.
—¿Usaste ese poder para hacer semejante hazaña?
—...¡¿Q-qué es tan gracioso?! —dijo Akiko, alzando la voz. Se sentía como si la hubieran tratado de forma terriblemente injusta.
—¿Creías que tenías derecho o razón para hacer con la vida lo que te viniera en gana? —La voz de Boogiepop era previsiblemente fría.
—B-bueno...
—Efectivamente, no tenías tal cosa. Al fin y al cabo, no eres más que una niña. No hay forma de que tengas un poder que, usado de la forma correcta, tenga el potencial de reescribir el mundo . Simplemente lo tomaste prestado.
Las palabras fueron duras. Era como decirle a un niño que se esfuerza por entender el concepto de la suma que no tiene remedio y que es lento.
—.........
Akiko se quedó sin palabras. Pero Boogiepop no tuvo piedad de ella.
—Todo lo que has hecho es desperdiciar lo que otros han gastado sangre, sudor y lágrimas para conseguir. Gente que hizo todo lo posible por aprovecharlo. “Pero es demasiado difícil”, gimoteas. ¿No maldijiste ese poder cuando lo descubriste por primera vez? Aunque tu angustia fue seguramente trivial comparada con las luchas de quien lo poseyó originalmente.
—.........
—Ese poder... No sirve para salvar vidas. Todo lo contrario. Lo entendiste al revés: Es el poder de controlar la muerte . Su dueña original, mi enemiga Minahoshi Suiko, lo llamó “Días Extraños”. Tú no lo entenderías. La acompañó desde que tenía memoria. Tú, por otro lado, lo has tenido durante unos pocos días como mucho. Así que dime, ¿no te parece presuntuosa esta “angustia” tuya?.
A pesar de que Akiko era incapaz de entender nada de esto, no podía ocultar la creciente inquietud que se agitaba en su interior.
—Ella te estaba utilizando, en el pasado. No, quizá no era consciente de que te utilizaba. Dudo que tú también pensaras que te estaba utilizando, cuando eras la miko, ya que ambas formaban un solo cuerpo. En aquel entonces, se utilizaban mutuamente, sin que ninguna de las dos tomara el mando, para alcanzar ese “sueño interminable”.
Boogiepop suspiró.
—Bueno, no es que alguien se acuerde a estas alturas. Todos esos recuerdos se los llevó a la tumba.
—Yo... te conozco de antes... ¿no? —dijo Akiko, con la voz temblorosa—. Mi... Este poder era... Pertenecía a la persona que era tu enemigo, y... Yo también era una de tus enemigas, ¿no?
Sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas mientras hablaba. Era curioso. No sabía por qué lloraba, pero por alguna razón las lágrimas no dejaban de caer.
Sintió que debía ser algo muy, muy importante. Pero ahora, ya no estaba dentro de ella. Sólo de eso podía estar segura. Si lo había olvidado, sólo tenía que recordarlo. Pero su subconsciente comprendió que ya no estaba allí.
—Bueno, considérate afortunada —dijo Boogiepop sin rodeos, indiferente a sus sollozos—. Si hubiera quedado un fragmento de ese poder, tarde o temprano habría crecido dentro de ti, y el peso de su potencial te habría aplastado hasta la muerte. Es mejor que te haya abandonado ahora, cuando aún es inmaduro. Tienes que agradecérselo al «huevo» que extrajo el poder.
—¡......Ah!
Akiko volvió en sí. Así es. Ahora mismo había algo más importante para ella que sus recuerdos perdidos.
—¿Qué... qué vas a hacer con Embryo?
La razón por la que se había dirigido a aquel lugar era para conseguir el huevo, al parecer.
—Ya veo. Se llama Embryo, ¿verdad? ¿Qué haré con él? —sonrió—. ¿Lo trato como un objeto peligroso y lo destruyo? ¿O debo usarlo para sacar a la fuerza las posibilidades de todo tipo de personas y desplumar a mis posibles enemigos antes de que tengan la oportunidad de florecer?
Era una actitud maliciosa y sin escrúpulos. Estaba claro que se divertía. Pero Akiko no tuvo tiempo de enfadarse. Con las mejillas aún húmedas por las lágrimas, gritó,
—¡Por favor, no lo mates!
Boogiepop enarcó una ceja.
—Resulta que matar cosas es mi trabajo —dijo fríamente.
—¡Pero... pero Embryo no ha hecho nada malo!
—Algunos de los que he matado en el pasado no eran especialmente malos. Simplemente no eran compatibles con este mundo. En el caso de Embryo... me pregunto.
—E-eso es...
Embryo albergaba algo extremadamente peligroso. Esto ya se había demostrado en los últimos días con Countdown. Pero aún así...
—Si ese es tu argumento, ¿hay algo en este mundo que sea completamente inofensivo? ¿No hay nadie ni nada capaz de hacer del mundo un lugar peligroso si da el paso equivocado?
Pensó que estaba yendo demasiado lejos, pero era la verdad. Puede que fuera algo prestado, pero si alguien como ella poseía un poder capaz de reunir toda la vida del mundo y convertirla en una sola cosa, seguro que cualquiera corría el mismo riesgo.
—¿Hablas por experiencia propia? —le preguntó con sorna.
Naturalmente, la había descubierto. Pero Akiko no vaciló.
—Es cierto. Después de todo, soy “sólo una chica”... ¡Y mira en lo que me he convertido...! ¿No significa eso que le puede pasar a cualquiera? Eso significa... ¡Eso significa que no puedes decir que Embryo es el culpable...!
Intentaba frenéticamente proyectar su voz, pero las palabras le salían rasposas y débiles. Ni siquiera se planteó por qué se esforzaba tanto en defender a Embryo. El propio Embryo aprovechaba cualquier oportunidad para decirle que “lo matara”. Entonces, ¿por qué luchaba tanto por salvarlo? Ni siquiera ella lo sabía.
—¿Entonces de quién crees que es el culpa?
Mientras Akiko tanteaba sus palabras, Boogiepop permanecía tan impasible como siempre.
—B-bueno...
—¿Vas a decir que no es culpa de nadie?
—¡Es... es culpa mía! —gritó Akiko, casi chillando.
* * * *
....san.
....kashiro-san, ¡Takashiro-san...!
En el momento en que Takashiro Tooru fue vagamente consciente de la voz que se repetía en su oído, se levantó de un salto, despierto.
—¡Ja!
Había una montaña de escombros a su alrededor. Parecía que había caído varios pisos abajo como consecuencia del “derrumbe”. Fortissimo y la falsa Honami Akiko habían desaparecido. Debían de haber caído en un lugar distinto. Tooru se giró hacia Honami Hiroshi, que había caído junto con él.
—¡Takashiro-san! Estás bien. Me alegro tanto...
Hiroshi, que había sobrevivido ileso a la caída gracias a que Tooru lo acunaba, parecía al borde de las lágrimas.
—¡¿Cuánto tiempo?! —Bramó Tooru, ignorando su estado.
—¿Eh?
—¡¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?!
—U-uhm, unos veinte segundos —¡Todavía podría quedar tiempo...!
Tooru agarró el brazo de Hiroshi y se levantó.
—¡Hiroshi, tienes que correr!
—¿Eh? P-pero Nee-chan... Oh, espera...
Confundido como estaba, recordó entonces que su hermana era una farsante.
Tooru echó a correr, arrastrando a Hiroshi con él. Dejándose arrastrar, Hiroshi corrió también. A pesar de todas las persianas bajadas y de la posibilidad de perderse, Tooru no se detuvo ni una sola vez. Era como si le dibujaran una línea a lo largo del camino predeterminado que debía seguir.
—¡Wah, wa-waah...!
Avanzaban a tal velocidad que Hiroshi estuvo a punto de tropezar varias veces, pero cada vez el brazo que lo sujetaba se mantenía tan firme en su sitio que simplemente lo volvía a levantar y no se caía. Nunca antes le había ocurrido, pero se imaginó que así debía de ser ser arrastrado por un caballo al que le habían soltado las riendas.
Llegaron a una larga escalera mecánica -que ahora era sólo una escalera- que se extendía a lo lejos. Tooru se detuvo y soltó el brazo de Hiroshi.
—A partir de aquí, ve tú solo. Bajando las escaleras, hay una gran entrada justo delante de ti. Toma la salida de emergencia al costado y saldrás. ¿Entendido?
—...¿Eh? —Hiroshi levantó la vista, todavía jadeando y sin aliento—. ¿Y tú?
—Todavía hay algo que tengo que hacer.
Se ajustó la tachi a la cintura. Seguía... viéndolo claro.
—...¡¿No puedes hablar en serio?!
—Si no huyes pronto, algo muy malo ocurrirá en este edificio. Así que ¡vete ya!
—P-pero...
—¡Si algo te pasara, nunca sería capaz de enfrentarme a Akiko-san! Deja de perder el tiempo! —rugió Tooru.
Hiroshi se estremeció. Para cuando abrió los ojos, Tooru ya estaba corriendo de vuelta al otro lado del edificio.
—.........
Hiroshi sólo pudo verlo marchar. Justo entonces, una extraña sensación tembló en lo más profundo de su corazón.
¿Qué era eso?
Realmente no lo entendía, pero tal como lo sentía, era como... Como si nada estuviera yendo muy bien todavía.
Así era. Porque lo más importante en este lugar había sido desatendido.
¿Pero qué era?
¿Por qué estaba pensando en esto? ¿No tenía que salir de este lugar antes de que -como dijo Tooru- ocurriera «algo muy malo»?
—¿Nghhh...?
Hiroshi tenía que decidir, y rápido.
Si alguien quiere hacer una donación:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario