Rakuin ni Minshou Volumen 7 - Capítulo 4

EL SECRETO DE LAS DAMAS


Mirando a Gowen mientras regresaba a su habitación en el cuartel, Ran preguntó,

—¿Llegó la princesa?

Por supuesto, le habían informado que Gowen recibió la tarea de escoltar a Vileena. Su pregunta era sólo para confirmarlo.

—Sí —contestó Gowen con una expresión algo sombría. Ran inclinó la cabeza hacia un lado,

—No tienes buen aspecto. ¿Te preparo un poco de té medicinal?

—No —con un golpe, Gowen se dejó caer en una silla de madera. Cuando era el supervisor de los esclavos, nadie lo habría visto tan cansado. Ran sin embargo, pareció encontrarlo familiar.

—Tu expresión es la misma que esa vez.

Puede que tengas razón, pensó Gowen, pero no lo dijo en voz alta.

—Maestro Gowen, bienvenido —el chico que actuaba como su chambelán apareció en ese momento.

Ordenó enérgicamente los trozos de armadura que Gowen se había quitado y ya había preparado una muda de ropa para él.

—Reeno, ¿podrías traerme agua caliente?

—Por supuesto —se inclinó el chico, sus adorables rasgos tenían una expresión demasiado seria.

Gowen se sintió aún más exhausto y suspiró. En verdad, su cuerpo y su mente estaban desgastados por una amenaza distinta a cualquier otra que hubiese experimentado en el campo de batalla o en la arena de los gladiadores.

Durante el viaje, cuando actuaba como escolta de la Princesa, sintió repetidas veces una mirada sobre él. La princesa Vileena lo observaba desde la ventana de su carruaje.

Esto podría significar problemas, Gowen se había preparado todo el tiempo. Sintió el mismo malestar cuando escuchó por primera vez que la Princesa informó al Emperador que deseaba ir a Nedain. La personalidad de la Princesa no era de las que se ahogan en el dolor. Como la muerte del Príncipe fue tan repentina, se preguntaba si ella iba a verificar la verdad.

Gowen, por supuesto, conocía la "verdad". Era natural, ya que el príncipe Gil Mephius -o mejor dicho, Orba, haciéndose pasar por el príncipe- le contó su plan en persona.

Cuando Orba se lo explicó, Gowen no interrumpió para decir ni una sola palabra.

—¿Está bien? —Fue lo único que preguntó, controlando el impulso de decir mucho más.

Él sabía que no tenían mucho tiempo. Estaban regresando de proporcionar refuerzos a Garbera, y la Fortaleza Apta ya estaba tan cerca que casi se podía ver. Orba asintió con la cabeza.

Gowen respondió también con un gesto de asentimiento.

—Entiendo. Te ayudaré.

—Te daré problemas hasta el final, Supervisor.

Seguro, Gowen respondió y luego no dijo nada más. Orba no era el único que se sentía aturdido por los constantes cambios en el entorno. Había muchas cosas que Gowen era incapaz de entender en estos últimos meses.

—¿Se lo has dicho a Ran?

—Planeo hacerlo más tarde.

Cuando escuchó eso, algo debió aparecer en la expresión de Gowen a pesar de su intención de controlarlo, ya que Orba inmediatamente frunció el ceño con disgusto.

—¿Es algo extraño?

—No.

Considerando cómo había sido hasta entonces, era inusual que Orba confiara en alguien que no estuviera directamente involucrado en un plan. Gowen podía entender el sentimiento de Orba de querer posponer esa conversación. Y Orba, que se dio cuenta rápidamente y que por supuesto también lo sabía, se irritó con ello.

Después, regresaron a Apta. Una vez terminados los preparativos, Gowen se dirigió a una habitación del cuartel. Fue a visitar a Shique, quien también había completado sus arreglos. Era de noche, pero como estaba nublado, la habitación ya estaba sumida en la oscuridad.

Pensando en ello, la suya era una relación extraña. Estaban entre los pocos en todo Mephius que conocían el terrible secreto de que el Príncipe Heredero había sido reemplazado por un doble.

—No ha dicho nada todavía, pero... —dijo Shique mientras observaba el río Yunos fluyendo muy por debajo de ellos—: Pienso ir con él. Aunque como en este momento se opondrá cuando se lo diga, lo haré en contra de su voluntad.

—Lo mismo pensé.

—¿Y tú, Gowen?

—Yo... Sí. A mi edad, soy demasiado viejo para empezar de nuevo. Me quedaré en Mephius. Junto a Ran... bueno, eso si ella quiere.

—Cuídate —dijo Shique mientras se volteaba hacia él, y luego se rió alegremente.

Gowen entendió la razón de esa risa. Un gladiador y un supervisor. Era imposible que intercambiaran "preocupaciones" en la despedida. Gowen sólo pudo sonreír irónicamente al ver como eso demostraba lo maravilloso y anormal que había sido su destino en esos últimos meses.



Al final, Shique dijo:

—Ya sabes, sobre Orba... Aquella noche, cuando llegó por primera vez al Grupo de Tarkas, lo atacaste como un martillo de hierro. No parabas de decir que lo matarías. Sí, este chico, lo hará. Lo hará, pero tarde o temprano, se encontrará con alguien que le ganará en ese combate y acabará muerto. Con su personalidad, estoy seguro de que no vivirá mucho, eso pensaba.

Con esa charla, que en realidad no se podrían llamar "recuerdos felices", salieron de la habitación.

El plan se puso en marcha de inmediato. Esa noche, Orba se precipitó al río Yunos acompañado de disparos. Gowen y Shique fueron los primeros en abandonar la fortaleza, llevando a la Guardia Imperial a buscarlo. Shique consiguió un pequeño barco para sacar a Orba y, sin encender ni una sola antorcha, se dirigieron a la orilla opuesta. Para distraer la atención, Gowen, por el contrario, tenía cada vez más antorchas en alto y fingió seguir buscando a lo largo del río.

Desde entonces, fue igual que en los recuerdos de Pashir.

Gowen suspiró aliviado en ese momento, ya que el plan se desarrolló como era de esperar; pero desde entonces, se encontraba en un aprieto que le obligaba a maldecir amargamente a Orba.

Tanto es así que, pase lo que pase a partir de ahora, no pensó que volvería a tener un resentimiento tan fuerte con alguien más.

Sobre todas las cosas, Orba no le contó a Hou Ran sobre el plan.

—Lo sabías, ¿verdad? ¿Gowen? —Se encogió cuando ella lo presionó al respecto. Aunque su expresión era la misma de siempre... no, por eso, la pálida luz que brillaba en sus ojos fue aún más aterradora—. ¿Por qué no me informaron? ¿Pensó que iba a revelar el secreto? ¿Tenía tan poca fe en mí?

—Probablemente fue difícil —mientras respondía a Gowen, parecía tan aterrorizado que cualquiera que lo conociera pensaría que era una persona diferente—. Ya que tenían una relación cercana, el hecho de tener que decir adiós debió ser difícil. Puedes entenderlo, ¿verdad?

Fue una suerte para Gowen que justo después de eso, ya era la temporada en que ella cuidaba de los dragones mientras ponían sus huevos. Durante un tiempo, Ran les dedicó toda su energía. Al poco tiempo, se calmó.

—Gowen. Soy más o menos capaz de 'juzgar' —había dicho. Levantó un poco la barbilla y sonrió, mostrando que se sentía altiva. Viviendo juntos, Gowen había llegado a entender los pequeños cambios de expresión de su hija adoptiva.

—¿Sobre qué?

—El vínculo entre esos niños y Orba, que también significa el vínculo entre Orba y yo, es inquebrantable.

¿Oh? nunca había oído que Ran tuviera un poder misterioso, o que ser excepcionalmente hábil en domar dragones condujera a la precognición o a ser capaz de adivinar el futuro. Pero de todos modos, Gowen sentía que ella estaría satisfecha si él se dejaba convencer.

Con eso, Gowen pensó que esta amenaza desconocida había pasado, pero....

—Tu expresión es la misma que en ese entonces.

Tal como Ran señaló, cuando escoltaba a Vileena, el ex supervisor de esclavos experimentó el regreso de aquellos días con su hija adoptiva.

La mirada de la princesa daba la impresión de querer preguntar algo. De hecho, Gowen se preparó para un aluvión de preguntas. No te des la vuelta sin importar lo que te pregunten; él preparó todo tipo de respuestas con anticipación.

Pero Vileena dijo poco. Cuando sus ojos se encontraron con los de Gowen, le hizo un pequeño saludo con la cabeza. Por alguna razón, sintió siniestros escalofríos.

Justo cuando pensaba que se preocupaba por nada, sólo una vez y de repente, como por capricho, la princesa se le acercó cuando se detuvieron a comer.

—Debe ser duro para ti también, Gowen —había sonreído.

Fue tan abrupto y él estaba tan inseguro de lo que ella quería decir que Gowen se quedó desconcertado e incapaz de dar una sola de las respuestas que había preparado. Con 'duro', ¿se refería a su deber de escolta o a otra cosa?

Esa princesa, ¿vino a Nedain por algo?

Una y otra vez se quedaba asombrado por la capacidad de Vileena para actuar. Ella también tenía agallas. Incluso Orba se quedó atónito cuando escuchó que durante la batalla de Apta, cuando los soldados de la nave que habían sido atacados y fueron golpeados por el terror, ella intervino e indujo a que se quedaran.

Gowen se giró para mirar a su hija adoptiva.

—La Princesa podría venir a hablar contigo. Ten cuidado.

—No soy buena mintiendo —dijo Ran—. Pero no debería hablar de la verdad. Lo sé.

Gowen y Ran vivían juntos en esos apartamentos dentro del cuartel. Esa era otra relación extraña. Después de todo, casi nunca habían hablado en sus días con el grupo de gladiadores. Debido a que Ran odiaba la estricta disciplina dentro de los cuarteles de la Guardia Imperial, una vez que Gowen fue nombrado como su comandante y recibió una casa independiente en la que vivir, la adoptó. En ese momento, se les habían proporcionado esclavos para que se ocuparan de sus necesidades cotidianas, pero en la actualidad, sólo tenían al chico llamado Reeno para que lo hiciera. Este Reeno no era un paje nombrado por el General Saian. Gowen conocía al chico desde hacía algún tiempo y lo contrató por su cuenta.

Ran se pasaba todo el día cuidando a los dragones. En Solon y en Apta, ella cuidaba minuciosamente a los que estaban adscritos a la Guardia Imperial, entre los que se encontraba una especie de dragón llamado Yunion, que fue obsequiado cuando la paz se cerró con Taúlia.

Sólo usaba los apartamentos cuando comía o cuando dormía, aunque Ran también cocinaba ocasionalmente. Era una muchacha originaria de una tribu de nómadas occidentales, así que había muchas cosas que dejaron a Gowen asombrado, pero su plato de insectos Jiji fritos - que era originalmente una especie de comida que preparaba para los dragones - iba bien con especias fuertes y él disfrutaba comiéndolo como bocadillo.

Aunque cuando invitó una vez a Rogue Saian, parecía que no le gustaron y sólo bebió alcohol continuamente.

Al día siguiente.

Ese día también, Ran fue temprano al redil de los dragones, pero había alguien que llegó incluso antes que ella.

—Ha pasado mucho tiempo.

Vileena Owell.

Por algún motivo, vestía una larga falda de campesina y una gruesa blusa.

Tan levemente que no te darías cuenta a menos que miraras cuidadosamente, Ran juntó sus cejas.



PARTE 2

—Déjame ayudarte —dijo Vileena, estaba llena de entusiasmo. Llevaba botas altas y parecía una niña con mucha energía cuyos ojos brillaban al pensar en probar algo nuevo.

—Deberías parar —Ran, sin embargo, y a pesar de ser su primer encuentro en mucho tiempo, no fue muy amable desde el principio—. Te lastimarás. Si haces las cosas mal, tan pronto como te quite los ojos de encima, terminarás en el estómago de un dragón, Vileena.

Vileena se quedó momentáneamente sin palabras. Sin embargo, la personalidad de la Princesa no era la de una persona que huía de las amenazas. Tampoco Hou Ran hizo nada más para detenerla. Comenzaron a trabajar.

Primero, Ran limpió los corrales de los dragones. En su interior había jaulas en las que se mantenía un número fijo de dragones, separados por especies. Cuando Ran entró sin vacilar en las jaulas, tomó cubos de agua que los esclavos sacaron y los vertió mientras removía el estiércol de dragón y el heno rancio.

Aunque los dragones, guiados por Ran, se apartaban del camino, no salían de sus jaulas. Y Vileena, que estaba aprendiendo por observación mientras trabajaba, perdió inadvertidamente el sentido de la precaución.

Como los corrales eran, por supuesto, lo suficientemente grandes como para albergar a varios dragones, se trataba de un trabajo de gran intensidad en términos de mano de obra. Con toda honestidad, hasta Vileena, que estaba bastante segura de su resistencia física, podía darse cuenta de que su mente y su cuerpo se desgastarían si tuviera que hacer el trabajo y al mismo tiempo permanecer atenta a la presencia de los dragones. Además, el hedor era feroz. Incluso los manejadores que someten a los dragones a sus ejercicios militares suelen dejar este tipo de trabajo a los esclavos o subordinados.

Hou Ran se movía rápidamente y con movimientos practicados. Era más alta que Vileena, pero aún así era una maravilla cómo ese delgado cuerpo podía contener tanta fuerza.

Vileena estaba empapada de sudor en un santiamén. El olor estaba empeorando y la hacía sentir como si fuera a vomitar. Pero apretando los dientes y soportándolo, se preguntaba si eventualmente se acostumbraría a ello.

En ese momento, sintió algo detrás de ella. Sintió instintivamente que no era humano. De repente, más rápido de lo que la sorprendida Vileena pudo darse la vuelta, algo la empujó con fuerza hacia atrás y cayó, deslizándose hacia delante.

Ran voló antes de que se diera cuenta de lo que había pasado. Se interpuso entre la espalda de Vileena y el dragón de tamaño medio, un baiano, que estaba empezando a inclinarse sobre ella. Al principio, el baiano parecía que iba a resistir y morder, pero Ran lo miró fijamente con los ojos como cuentas de cristal, y pronto comenzó a retroceder, emitiendo débiles lamentos a medida que lo hacía.

La sangre había desaparecido de la cara de Vileena al mirar hacia atrás. Ran miró la expresión de la princesa y dijo,

—Este niño realmente no te quiere. Es porque estabas pensando en otra cosa. Los dragones pueden leer las emociones de los humanos cercanos. Sin embargo, como no entienden en absoluto los pensamientos humanos, cuando no están pensando en ellos, terminan preguntándose si no son quizás un enemigo, y entonces se asustan. Además, este niño ha estado irritado durante mucho tiempo y su estado de ánimo es peor que nunca. Incluso yo podría ser mordida si no tengo cuidado. Entonces, déjame el resto a mí y regresa. Deberías estar en un lugar más apropiado para ti, Vileena.

Vileena permaneció en silencio. Con heno pegado a sus rodillas, se sentó firmemente y no se movió. Ran volvió a su trabajo. Después de un tiempo,

—¿Hay algo de lo que quieras hablar conmigo?

—¿Puedes leer mis emociones?

—Aunque no sea un dragón, eso no es tan difícil.

Siguiendo los movimientos de Ran con ojos apagados, Vileena asintió con la cabeza.

Después de levantarse y abandonar la jaula, Vileena mantuvo a Ran al borde de su visión, quien seguía trabajando al otro lado de las barras de hierro, y empezó a hablar de forma vacilante sobre sus sentimientos.

Ran no interrumpió. Siguió trabajando sin siquiera mirar a la princesa, hasta el punto de que dudaba si estaba escuchando, pero Vileena siguió hablando.

—Yo–

Después de regresar a Solon, pasó su tiempo sin hacer nada. No tenía energía para hacer algo y aunque se dio cuenta de que la gente que la rodeaba, empezando por Theresia, estaba preocupada por ella, hasta eso le resultaba desagradable y se metió en su caparazón. Sin embargo, cuando los enviados vinieron de Garbera, en el momento en que escuchó que le pedían que volviera a casa, se le vino a la cabeza la idea de que no podía volver así.

En ese momento, las dudas que durante mucho tiempo giraron en su interior tomaron una forma tangible y salieron a la superficie de su mente.

—Tú también lo sabes, Ran.... que el príncipe Gil se enfrentó a la División Blindada Negra del general Oubary en un pueblo cerca de Apta.



Según lo que el Príncipe explicó en su momento, en el pasado, el general Oubary arrasó varias aldeas de los alrededores de Apta. Les arrebató sus cosechas, dinero y bienes, y agredió a las mujeres; para cerrarles la boca, masacró a todos sus habitantes, ya sea que se sometieran o trataran de resistirse, antes de que finalmente prendieran fuego a las aldeas.

Gil, que se convirtió en el señor del castillo de Apta, descubrió este pasado, pero mientras recolectaba información de las distintas aldeas, Oubary desplegó sus tropas para silenciarlo. Gil se dio cuenta de ello rápidamente y le tendió una trampa en una de las aldeas.

Vileena y Ran, que fueron a buscar a Gil, estuvieron en la escena misma.

—Después escuché que los que dispararon al príncipe Gil eran soldados de la División Blindada Negra. Por venganza contra él. Pero...

Oubary, a quien se consideraba el comandante del ataque, combatió con la Guardia Imperial cerca de la frontera. Aunque fue herido, huyó a Solon, donde fue capturado.

—Cuando el Príncipe tendió una emboscada a la División Blindada Negra, el General estaba con ellos. Lo vi allí con mis propios ojos. El Príncipe debería haber lidiado con él de una forma u otra en ese momento, ¿no? Cuando dejó la aldea, el Príncipe no estaba irritado ni impaciente. Así que no puedo imaginarme que haya dejado escapar al General. Y nunca habría dejado ir a una persona que había vuelto su espada en su contra. Si el General fue capturado vivo o muerto en la lucha, contradice tanto el incidente del tiroteo posterior como su arresto.

El color volvía a la pálida piel de Vileena.

—Por los distintos rumores que he escuchado en Solon y en Nedain, parece que de una manera u otra, la batalla del Príncipe contra la División Blindada Negra se ocultó. No, ni siquiera sé si se ocultó o si nunca se denunció, pero debido a ello, considero que las cosas no son convincentes. Podría haber algo detrás de esa contradicción. Puesto que es el Príncipe. Aunque no hay la más mínima duda sobre la verdad de su "muerte", ¿qué tal si no fuera una verdad sino una especie de estratagema? ...Por supuesto, puede ser lo que tontamente deseo creer. Sin embargo, como hay lugar para la duda, no puedo aceptar simplemente su muerte. Si todas mis dudas pueden ser disipadas, y si la 'muerte' del Príncipe Gil no puede ser desacreditada, entonces la aceptaré.

—…

De repente se dio cuenta de que Ran había dejado de moverse. Estaba mirando a la princesa con una expresión inusualmente aturdida.

—¿Qué pasa? —Vileena se preguntó si había dicho algo tan extraño mientras confiaba sus pensamientos.

—Increíble.

—¿Eh?

—Lo has pensado hasta ese punto, aunque no había nada que te ofreciera una respuesta.

Bajo la mirada fija de Ran, Vileena se sintió avergonzada de hablar. Ambas sintieron la misma admiración por la otra. Ran acarició suavemente el cuerno de un dragón Yunion que por casualidad caminaba junto a ella.

—Entonces, ¿viniste aquí para comprobar eso?

—Sí —asintió Vileena—, me hubiera gustado reunirme con el general Oubary en persona; sin embargo, como era de esperar, no pude hacerlo. Pensé que tal vez tú o Gowen podrían saber algo al respecto, así que vine aquí, pero...

—¿Pero?

—Si rebusco entre las cosas, crearé problemas. De la misma manera que te los he causado a ti, Ran, tratando de engatusarte. Así que por el momento, en lugar de preguntar a otras personas, lo que realmente quiero es ir a Apta.

Ya veo, pensó después de decirlo ella misma. Hablar con otra persona le permitió darse cuenta por primera vez de lo que realmente quería.

—¿A Apta?

—En ese momento, estaba honestamente cualquier cosa menos tranquila. Así que quiero echarle un segundo vistazo. Quién sabe, tal vez encuentre una pista.

—…

Quería ir a Apta.

Aunque se trataba de un deseo que surgió repentinamente, se preguntaba si no lo había querido hacer desde que estaba en Solon.

Quizá ahora encuentre algún rastro del Príncipe. Podría ser capaz de notar si él dejó algo atrás.

Visto de otra manera, si hubiera algo importante, tal vez nunca lo hubiera notado si nunca hubiera dejado Apta. Cuanto más lo pensaba, más ansiosa estaba por ir. Quería dejar Nedain en ese mismo instante, antes de que las huellas del Príncipe se desvanecieran con el paso del tiempo y desaparecieran.

Sin embargo, esta estancia de una semana en Nedain se le permitió para concederle un capricho de última hora. Una vez que terminara, los enviados de Garbera vendrían inmediatamente a verla, también se vería presionada por los de Mephius, y se vería obligada a regresar a su país, le gustara o no.

Mordiéndose el labio inferior y tratando frenéticamente de contener la impaciencia y los deseos que brotaban en su interior, Vileena preguntó,

—¿Qué hay de ti? —Su pregunta fue mucho más suave de lo que se esperaba por sus palabras hasta el momento—. ¿Crees que el Príncipe realmente murió?

—Yo… —La boca de Ran permaneció abierta durante varios segundos—. No vi su cadáver con mis propios ojos.





Mediodía.

Una sección de la zona de aterrizaje para las aeronaves estaba bordeada de almacenes. Una esclava llamada Krau estiraba su gran cuerpo en uno de los techos y estaba durmiendo la siesta.

Ella servía al rico comerciante de Birac, Zaj Haman, piloteando naves para él, pero, por orden de su amo, se fue a trabajar para el príncipe Gil. Ahora, después de la muerte del Príncipe, recibió una recomendación de Gowen y fue empleada por el General Rogue Saian junto con la Guardia Imperial del Príncipe. Como la División Dawnlight Wings de Rogue era principalmente una fuerza aérea, era la posición ideal para Krau. Sin embargo, todo lo que se le encomendaba eran tareas como el mantenimiento de las naves, o la limpieza de las mismas o de los almacenes. A diferencia de cuando trabajaba para mercaderes o la Guardia Imperial, aquí, no dejaban el manejo de una nave a una mujer, y a alguien que era una esclava en ese momento.

El hecho de que Krau se viera obligada a realizar estas tareas hizo que su cabeza girara. Incluso para ella, al continuar con este mismo trabajo durante un año o medio, el exceso de grasa seguramente desaparecería por completo, pero era una mujer obstinada que era muy buena en los juegos de azar, y que cobraba las deudas de los trabajadores y esclavos contra los que jugaba pidiéndoles que hicieran su trabajo, abriéndose así tiempo libre para no trabajar.

Disfrutando de la cálida luz del sol con sus grandes brazos como almohadas, tenía una expresión realmente alegre.

—Así que ella está aquí —después de subir al techo, Ran se rió sin querer al ver a Krau. Se giró para mirar a Vileena, que estaba trepando detrás de ella, y se puso un dedo en los labios, diciéndole que guardara silencio.

Suave y silenciosamente, Ran se acercó a Krau y luego soltó el grito más increíble. Era un sonido como el rugido de un dragón e hizo vibrar el aire que la rodeaba.

—¡Hyeee! —Krau se levantó y casi se cae del techo—. ¡Eso fue horrible! ¡Pensé que saldría volando!

—Entonces sería perfecto. ¿No eres tú la que siempre dice: "Quiero bajar de peso, quiero bajar de peso"?

—¿Quién quiere perder peso muriendo? Honestamente, tú y..... ¿Oh? —Krau se dio cuenta de que había una chica detrás de Ran—. Bueno, esto es poco común. ¿Con quién estás? ¿Una nueva amiga?

—Ha pasado un tiempo, Krau —Vileena le devolvió la sonrisa e hizo una reverencia, y por un segundo, Krau juntó sus gruesas cejas, y luego, de repente y con una velocidad asombrosa, se inclinó.

—¡Le mostré una escena tan desagradable a la Princesa!

—No importa. Por favor, levanta la cabeza —Esta vez, Vileena sonrió y luego se inclinó para que su mirada estuviera a la altura de la de Krau—, la verdad es que Krau, tengo un favor que pedirte —Krau no dijo nada, pero su expresión se volvió rígida al tener una sensación verdaderamente horrible al respecto.





Vileena planeaba quedarse una semana en Nedain. Durante ese tiempo, fue a visitar a Rogue Saian para expresar su gratitud por su ayuda hacia Garbera.

—Yo… —Rogue estaba un poco avergonzado. Originalmente tenía la intención de ir con el Príncipe a la Fortaleza Zaim, pero el mismo Príncipe le impidió hacerlo—. Dijo que sólo él debería recibir las reprimendas de Su Majestad. Qué palabras tan amables... Pensar que algo así podría pasar... Nunca me lo hubiera imaginado...

Rogue se conmovió hasta las lágrimas mientras hablaba. Para animar a la princesa que acababa de perder a su prometido, Rogue preparó una aeronave para que la utilizara a su antojo durante su estancia en Nedain, pero fue él quien terminó siendo consolado por ella.

—No hay relación entre los sucesos de Apta y el envío de refuerzos a Garbera. General, no hay nada por lo que deba sentirse mal —Y así, pasaron cinco días desde que la princesa llegó a Nedain.

El lord local, Jairo Abigoal, la invitó a comer.

Jairo regresó a Nedain inmediatamente después de participar en la ceremonia conmemorativa de la construcción del templo de Solon. Por supuesto, le informaron de la llegada de Vileena, pero como sus verdaderos pensamientos sobre el asunto eran que ella era una huésped molesta, dijo que estaba ocupado y aún no la había visto.

Se enorgullecía de estar en una posición algo más cercana al Emperador en comparación con los otros funcionarios. Y adivinó que el Emperador no tenía intención de prolongar la alianza con Garbera.

En este punto, ¿por qué debería acompañar a esta princesa Garberana mientras se dedica a hacer turismo?

Y así, la Princesa no era más que una invitada molesta. Aún así, obviamente no podía ignorarla hasta el punto de no verla ni una sola vez, por lo que decidió invitarla a cenar. Aún así, Jairo no mostraría abiertamente esa actitud frente a la Princesa. Haría todo lo posible por crear un ambiente acogedor.

Mientras tanto.

—Princesa, esto es repetitivo de mi parte, pero... —Theresia se dirigió a la princesa justo antes de ir a comer—, no olvidará la promesa que me hizo, ¿verdad?

—Theresia, en serio —sonrió Vileena, como si quisiera añadir, definitivamente repetitivo.

La 'promesa' se refería al asunto de Raymond. El joven aristócrata que, después de consultar directamente con el emperador sobre las condiciones actuales de Nedain, provocó el disgusto de Jairo y fue arrojado a una mazmorra. Puede que fuera para servir de ejemplo, pero todavía no ha sido puesto en libertad. Theresia le recordó firmemente que no debía acosar a Jairo sobre el asunto ni criticarlo por ello.

—¿Rompería su palabra una princesa de la honorable y caballeresca Garbera? Bueno, entonces, vámonos. ¿Hay algo malo con mi pelo o mi ropa?

La joven dio una vuelta rápida. Theresia se mostró profundamente desconfiada, pero no creyó que después de mencionar el nombre de su país natal, la patriótica princesa mancharía su orgullo al mentir.

—Está bien —asintió con decisión Theresia—. No es demasiado vistoso, ni tampoco adula a Mephius ni está demasiado impregnado en el estilo de Garbera. Yo, Theresia, tengo un gusto impecable.

Al poco tiempo, Jairo y Vileena, ambos albergando sus propios pensamientos, se sentaron como estaba previsto a ambos lados de la larga mesa. Ambos se preocuparon por sus posiciones y sus modales, por lo que no hubo ningún problema en particular, aunque tampoco pasaron un tiempo especialmente agradable juntos.

Cuando el postre estaba listo y se colocó delante de ellos,

—Por cierto, Señor Abigoal —Vileena inclinó un poco la cabeza hacia un lado—, ¿cuándo tiene la intención de resolver ese asunto con Lord Raymond?

Sacó el nombre a relucir con toda naturalidad. Jairo casi escupió la fruta que acababa de meterse a la boca.

—¿Cuándo? ¿Qué quiere decir con eso? —Jairo bebió un sorbo de vino y trató de parecer sereno.

— ¿Oh, Dios mío, fingiendo ignorancia? —Vileena se rió como una niña.

Incapaz de comprender sus verdaderas intenciones, Jairo cambió de tema.

—Esta es una ciudad tan provinciana que estoy seguro de que debe estar aburrida, princesa. Si se dirige un poco hacia el norte, hay algunos lugares con unas espectaculares panorámicas. Si lo desea, mi hijo podría acompañarla a dar un paseo mañana y...

—Lord Raymond es popular entre los aldeanos, ¿no? —Vileena lo ignoró y asintió como si comprendiera algo—. Desde luego, se le puede culpar por interferir como lo hizo. Se ocupó de él con una firmeza admirable, Señor Abigoal. Sin embargo, una vez que lo perdone en un futuro próximo, la gente verá y se sentirá conmovida por su generosidad; Lord Raymond también reflexionará sobre sus faltas desde lo profundo de su corazón.

—…

—Además, su habilidad para contener una rebelión de esclavos antes de que ocurriera será elogiada por todos; Lord Abigoal, y el pueblo tendrá otra razón para alabarlo.

Vileena sonrió y volvió su brillante mirada hacia el señor de la mansión. Jairo tragó saliva, su nuez de Adán agitándose. Decir que había frenado una rebelión de esclavos sonaba bien, pero en realidad, Jairo prendió fuego a una aldea por albergar a un solo esclavo.

—Creo que Su Majestad estaba diciendo algo similar justo antes de que viniera a Nedain.

—¿Su Majestad? —Jairo Abigoal chirrió. Para calmarse, alisó su bigote, que había sido aceitado en puntos estrechos—. ¿Qué fue lo que dijo Su Majestad?

—Yo tampoco lo escuché directamente. Pero puedo imaginar lo esencial. Que si Lord Raymond fuera ejecutado, avivaría la ansiedad y el miedo de la gente, y podría causar una repetición de la tragedia de Kilro. Probablemente fue algo así —dijo Vileena vagamente, sonriendo aún más. Después de lo cual, continuó elogiando a Jairo por su habilidad.

Dos días después, el señor de Nedain anunció oficialmente que iba a conceder un indulto a Raymond por sus crímenes.

Cuando Theresia, que conocía las circunstancias, se enteró, miró al techo y emitió un gemido.





Vileena se acercaba al final de su estancia planeada en Nedain, sin embargo, el día antes de su regreso, la Princesa descubrió un problema con la nave que se suponía que la llevaría de vuelta a Solon. 

—Esa nave ni siquiera llegará a la estación de relevo —anunció a la tripulación de mantenimiento que estaba reunida.

Siendo ese el caso, se sugirió que se preparara otra nave, pero por alguna razón, Vileena fue inusualmente terca al respecto. Afirmó que le gustaba especialmente el exterior blanco de la nave que tenía previsto utilizar e insistió en regresar en ella.

Al final, se determinó que trabajarían día y noche si fuera necesario para reparar la nave. Cuando Krau y otros fueron a inspeccionar la nave, exclamó con exagerada sorpresa,

—Las boquillas de inyección de éter están rotas. Las hélices de propulsión también están en mal estado. Será mejor que me tome mi tiempo para revisar las cosas.

Naturalmente, esta corpulenta mujer tenía en sus garras todos los bienes personales que habían pertenecido a los hombres encargados del mantenimiento y reparación de las naves, pero ninguno de los que la rodeaban se daba cuenta de ello.



PARTE 3

Gowen sospechaba del comportamiento de la Princesa. Al final, desde que llegó a Nedain, no había ido ni una sola vez a visitarlo ni lo había convocado ante ella.

Pensé que seguro preguntaría por el Príncipe o por Orba. ¿Ha cambiado de opinión?

Al igual que Simon, que también se había puesto en guardia sobre la visita de la Princesa, sintió que esto era un poco anticlimático.

Habían pasado diez días desde que la princesa Garberana llegó a Nedain.

Inmediatamente después de la puesta de sol, Gowen fue citado por Rogue Saian. Poco antes, Gowen recibió la noticia de que una nave mensajera llegó de Solon. Se preguntaba si había llegado el momento de convencer a la Princesa de que volviera allí, pero -

—¿Qué? —Cuando escuchó los detalles de parte de Rogue, el antiguo capataz de los gladiadores abrió los ojos de par en par.

El desconcierto también se apoderó del rostro profundamente arrugado del General como si fuera una delgada capa de piel; sin embargo, había pasado muchos años en los campos de batalla e inmediatamente ordenó a los diversos comandantes, entre ellos Gowen, que comenzaran sus preparativos.

Después de detenerse brevemente en los cuarteles que albergaban a sus tropas -aunque no eran más que unas pocas docenas de hombres encabezados por Pashir y Miguel- para darles sus órdenes, Gowen regresó apresuradamente a sus propias habitaciones.

Sin embargo, Ran no estaba allí. Preguntó a Reeno, el chambelán, sobre ello.

—Volvió un rato por la tarde, pero... —contestó el muchacho, que parecía no menos confundido que Rogue.

Gowen pronto descubrió la razón de ello. Un plato de los habituales jijis fritos estaba colocado imponentemente en la mesa del comedor. Había suficiente para al menos diez personas.

—¿Qué demonios es esto? —Gowen tenía la misma expresión que cuando recibió las órdenes de Rogue.

Más o menos al mismo tiempo que Rogue llamó a Gowen, Vileena, que estaba comiendo con un gran número de sirvientes, se levantó de repente.

—¿Princesa?

Mirando a la joven pecosa que estaba a su lado y que acababa de hablar con voz sorprendida, Vileena se sintió un poco deprimida. Alineados en la mesa del comedor no había nada más que platos que ella había llamado "deliciosos". Pronto regresaría a Solon, y seguramente esto era todo lo que los que trabajaban en la fortaleza podían hacer para mostrar su amabilidad.

Dejando a un lado la personalidad de Lord Jairo, la gente de Nedain era sencilla y cálida. Debido a eso, su pecho se contrajo al pensar en lo que estaba a punto de hacer.

—Ya he tenido suficiente —Vileena interrumpió sus propios pensamientos. Quedaba más de la mitad de la comida.

—¿No se siente bien, princesa?

—Iré a llamar a un médico de inmediato....

—Dije que ya he tenido suficiente.

Vileena se quitó de encima a las sirvientas y abandonó el comedor que estaba reservado para uso de los aristócratas. Apenas lo había hecho, se dirigió hacia el puerto, con cara de enfado y de rabia. 

—Deseo regresar a Solon inmediatamente. No soporto pasar otra noche en esta zona rural. ¿Qué le pasa a esta ciudad? Nada que comer, salvo carne seca y patatas, ningún sitio para divertirse, y ni siquiera artistas para entretener a los invitados. ¡Cuando estaba en Garbera, nunca lo hubiera creído!

Era completamente diferente a como solía ser. Si alguien que conociera a la princesa Garberana estuviera allí para verla, habrían tenido claro lo que estaba pasando. Ah, realmente es una actriz pésima, habrían pensado. La gente de Nedain, sin embargo, no conocía la personalidad de Vileena.

Se rindió fácilmente con la nave blanca, por la cual estuvo obsesionada anteriormente, y voluntariamente preparó una diferente para su regreso a Solon. Era una nave de tamaño mediano con capacidad para unas diez personas, pero teniendo en cuenta su rango de crucero , en lugar de velocidad, podía recorrer un largo camino para su tamaño.

Krau estaba al timón. Los encargados de las otras estaciones eran la tripulación de mantenimiento que trabajaba con ella en la reparación de la otra nave. Todos ellos fueron entrenados a fondo en cómo manejar una nave por la propia Krau.

Los capitanes de puerto llegaron volando mientras Krau revisaba los motores.

—A menos que sea por algo urgente, no se puede sacar una nave que no haya sido programada para salir. Incluso tú puedes entender eso, ¿verdad?

—Pues bien. ¿La Princesa que desea regresar a Solon tan pronto como sea posible cuenta como algo urgente para usted? Yo sólo soy una esclava que recibió sus órdenes directas. ¿No sería difícil revocarlas si no fuera por algo urgente?

Los capitanes de puerto se miraron unos a otros. Krau pensó que las probabilidades de que las cosas salieran bien eran del cincuenta por ciento, pero en ese momento, sus alrededores se vieron repentinamente sacudidos. Soldados armados corrían por todas partes, y los mecánicos que Krau reconoció comenzaron a trabajar en algunas de las otras naves, haciendo lo que parecían preparativos para vuelos urgentes.

También se escuchaban fuertes voces que llamaban a los capitanes de puerto desde todos lados. Krau aprovechó la oportunidad para llegar al puente.

—Parece que algo sucedió —informó. La Princesa, por supuesto, ya estaba en el puente, al igual que Hou Ran.

Vileena dudó por un momento: 

—¿Están practicando vuelos nocturnos?

—No. Parece que lo que sea que es tampoco estaba programado, así que no puede ser así. Y en segundo lugar, el General Saian en persona es...

—¡Princesa! —Theresia apareció. Por lo visto, vino corriendo en cuanto se enteró. Su cara estaba roja debido a ello. Con los ojos brillantes, preguntó—: ¿Qué es lo que planea hacer esta vez?

—Algo escandaloso. ¿No es actuar escandalosamente algo normal para mí?

—Eso es cierto —reconoció Theresia—, Sin embargo, igualmente, no hace las cosas sin pensar, princesa.

—Eso me pregunto.

—La conozco desde hace más tiempo que nadie.

Theresia estaba, por supuesto, resentida por el hecho de que, a pesar de su advertencia, su señora planteó la cuestión de Raymond a Jairo, el señor de Nedain.

Lo que más le preocupaba era eso: está usando métodos más complejos que antes.

Vileena no cuestionó a Jairo ni lo reprendió. En ese sentido, cumplió su promesa a Theresia. Se preguntaba si eso significaba que la siempre temeraria Princesa se había vuelto un poco más sabia.

—Es inútil intentar huir. Amablemente confiéselo todo. ¿Que rayos- hic.

El final de la frase de Theresia se perdió en un hipido. No fue sólo porque estuvo corriendo que su cara estaba roja. Esa noche, Vileena le había regalado un licor que era una especialidad local en Nedain.

Krau dijo con fuerza: 

—El puente tiende a sacudirse mucho. Es peligroso si estas borracha. La cabina de la segunda cubierta es la más segura. ¡Te llevaremos!

Llamando a uno de los mecánicos, le pidió que alejara a Theresia. Se resistiría si intentaban expulsarla de la nave, así que el plan de Krau era encerrarla en la cabina. A diferencia de su señora, Theresia tenía sentido común. En tiempos como estos, seguía los consejos de aquellos que sabían de lo que estaban hablando.

—Habrá un castigo esperándola más tarde... hic.

El puerto era cada vez más ruidoso. Una tras otra, las voces llamaban a los capitanes de puerto hasta que éstos se volvieron locos.

—¿Qué debemos hacer?

Krau no podía ocultar su ansiedad mientras hablaba. Vileena se decidió. Ella también se sentía incómoda ante esta situación inesperada, pero después de haber llegado tan lejos, no podían hacer otra cosa que aprovecharla como una ocasión favorable.

—Volaremos.

—¿Eh?

—Antes de que sea demasiado tarde. Vamos Krau, por favor, date prisa.

No había actuado como ella misma y acababa de aprovechar esta oportunidad. El corazón de la joven ya hacía tiempo que había volado a Apta. Ahora sólo le quedaba a su cuerpo alcanzarlo.

—¡Vamos!

Al recibir la orden de Vileena, Krau se apoderó a regañadientes del timón de la nave. Los motores de éter rugieron, asustando a los hombres que estaban cerca de ellos y haciéndolos retroceder.

Arrastrando su pesada carrocería, el casco comenzó a elevarse.

—¿Quién es el que se está adelantando?

Se podía escuchar una voz en la distancia. La voz del general Rogue. Sintiendo remordimientos hacia el general, Vileena ya no estaba en condiciones de dar marcha atrás. La nave se elevó hacia el cielo nocturno de Nedain.

Como era de esperar, tanto Rogue como Jairus debieron recibir informes de que la Princesa y sus seguidores viajaban a bordo de esa nave y que regresaba a Solon. Como prueba de ello, no se envió ninguna aeronave para perseguirlos.

Los pensamientos de Jairo estaban en el sentido de - haciendo lo que le place. Aún así, me ahorra la molestia de despedirme de ella.

El destino de Vileena, sin embargo, no era Solon. Planeaban partir hacia el norte para que pareciera que se dirigían a la capital, y luego girar hacia el suroeste en dirección a Apta.

Normalmente, cuando se vuela de noche, dos o más naves siempre navegan juntas, lo que les permite comprobar mutuamente las posiciones con las luces de la otra. Sin embargo, Krau fue entrenada a conciencia en vuelos nocturnos en solitario desde sus largos años con Zaj Haman. Esto se debía a que se dedicaba principalmente al comercio con Occidente, algo que en su momento estaba prohibido en Mephius.

Tenía un caballete mecánico cerca del sistema de dirección y trazaba el rumbo de navegación con una brújula y un mapa. Sus conocimientos y habilidades coinciden con los de cualquier suboficial.

Habiendo partido por ahora hacia los cielos, Vileena suspiró aliviada.

Aún así, no habría forma de evitar el revuelo una vez que llegaran a Apta. Su comportamiento obstinado había ido demasiado lejos. Si el rumor llegaba a su país de origen, Garbera, era de esperar que fuera duramente criticada.

Aún así...

Aún así, no podía pisar el suelo de Garbera sin entender a satisfacción lo que ocurrió. El príncipe Gil habría hecho lo mismo. Aquel que, sin importar cuánto lo acorralaran, ni cuánto lo despreciaran sus aliados, esperaba hasta que veía su oportunidad de lograr los resultados deseados, y luego actuaba sin vacilar.

—¡Hyee! —Krau repentinamente lanzó un chillido.

Había pasado menos de una hora desde que fijaron rumbo hacia el suroeste. Krau de repente redujo su altitud. Abruptamente lanzada hacia adelante, Vileena casi se cae de su asiento.

—¿Qué pasó?

Krau tenía buena vista. El mecánico que mirabaa través de unos binoculares también se dio cuenta, aunque tardíamente.

—Naves a la vista —informó con voz tensa—. Su número... dos... tres. La central es, no hay error, ¿el buque insignia del General Saian?

—¿Nos están persiguiendo? —La expresión de Vileena también se endureció.

Debieron darse cuenta de su intención de dirigirse a Apta y vinieron a bloquear el camino. Aunque su nave sólo era de tamaño mediano, no fue construida para la velocidad. Si su oponente enviaba aeronaves, y les pedía que tomaran formación de batalla, sería difícil despistarlos.

Si el propio General está a bordo, Vileena lo consideró fugazmente. El General se encariñó con el Príncipe.... Si le explicara la situación, podría persuadirlo.

Sin embargo, Rogue ya estaba bajo un intenso escrutinio del Emperador. Naturalmente, Vileena no tenía la intención de involucrarlo más ni de deshonrarlo. Tenía que haber alguna manera de salir de esto - ella estaba esforzándose para pensar en algo cuando....

—No —murmuró Krau mientras entrecerraba los ojos—. No hay señales de que nos hayan visto y no parece que las aeronaves hayan sido enviadas a buscarnos. De alguna manera, no parecen estar persiguiéndonos. Princesa, esas deben ser las naves que se preparaban en el puerto. Parece que van en la misma dirección que nosotros.

Según la explicación de Krau, la flota bajo el mando de Rogue Saian volaba en la misma dirección que ellos. Lo que significa que...

—¿El General Saian también va a Apta? —Vileena expresó la pregunta.

Krau dijo que no había naves autorizadas para partir esa noche. Y sin embargo, Rogue puso en marcha a toda prisa tres naves. Además, su destino era Apta. La situación era evidentemente grave. Krau se giró para mirar por encima de su hombro a Vileena, su regordeta cara cubierta de sudor.

—¿Qué hacemos?

—No hay nada que hacer.

—¿Vamos a regresar? —Krau parecía aliviada.

—No. Mantente lo suficientemente lejos como para que no puedan vernos y síguelos.

Ante la orden de su señora, durante un segundo, Krau miró hacia arriba como si estuviera buscando ayuda.





Era un viaje de dos días desde Nedain.

La nave de Vileena tenía la suficiente capacidad de carga de éter para cubrir la distancia. Finalmente, cuando Apta estaba a la vista, la nave no tuvo más remedio que reducir la distancia con la flota de Rogue Saian.

—Si nos acercamos más, nos verán —gritó Krau.

—No te preocupes. No nos encontrarán, dejaremos que nos encuentren —respondió Vileena con una expresión decidida.

Le preocupaba que si permanecían detrás de la flota que se movía a una velocidad fija, su éter podría agotarse antes de llegar al puerto. Además, Apta estaba justo delante de sus ojos. Incluso si eran detectados en ese momento, no le preocupaba que les ordenaran regresar. Así lo calculó Vileena. Krau aumentó su velocidad en un estado mental frenético y se puso a la altura de las naves de Rogue Saian. Naturalmente, su nave también llevaba el escudo de Mephius, pero Rogue, sospechando su afiliación, envió una aeronave hacia ellos.

Siguiendo las instrucciones de Vileena, la recibieron a bordo sin ofrecer resistencia alguna. El joven piloto subió al puente.

—¡Princesa! —Al ver a la princesa Vileena, su voz se convirtió en un falsete.

La Princesa también recordaba su rostro. Su nombre era Neil Tonson y había sido uno de los Guardias Imperiales del Príncipe Gil. Se desempeñó como líder de la unidad de aeronaves a la que, mientras estaba destacada en Apta, Vileena dio algunas lecciones de pilotaje. Actualmente estaba afiliado al pelotón de Gowen. A diferencia del sorprendido y nervioso Neil, la expresión de Vileena era tan fría como podía serlo.

—Aterrizaremos primero. Me gustaría pedirte que nos guíes —dijo con astucia.

La cara naturalmente ruborizada de Neil se enrojeció aún más. 

—Sí, sí, sí —No tuvo más remedio que obedecer.





Con la aeronave de Neil como guía, la nave de Vileena, seguida por la flota del General Saian, aterrizó de forma consecutiva en el área de aterrizaje de Apta. Después de llegar a puerto, Rogue Saian prácticamente apartó a los otros soldados mientras corría enérgicamente hacia la Princesa, que acababa de salir de su nave.

Aún así, hubo alguien que fue aún más rápido para recibirla.

Nabarl Metti.

—Esta es una visita deliciosamente inesperada —Por supuesto, también escuchó la repentina noticia de su llegada, y fue incapaz de borrar la expresión de desagrado de su cara.

Rogue sintió que en comparación con lo normal, había algo inesperadamente diferente en el comportamiento del hombre.

—Tampoco esperaba verte en Apta. ¿No estabas en Kilro?

—Desde luego, General —se giró Nabarl y le sonrió al veterano general—. Y el General Lorgo y sus tropas se esperan para mañana. Ahora que ha sido asignado aquí, General Saian, espero aprender de su sabiduría.

—¿Qué? ¿Odyne Lorgo también?

Al parecer, Rogue se enteraba de ello por primera vez. Con dos de los doce generales reunidos, además de los soldados de Nabarl que originalmente estaban apostados allí, se estaba formando una fuerza militar considerable en Apta. Al igual que Rogue, a Vileena le parecía muy sospechoso. Miró a Nabarl.

—¿De qué se trata esto? ¿Por qué se necesitarían tantas tropas en Apta?

—Le prepararé una habitación, princesa. Por favor, considere regresar mañana.



Ignorando la pregunta de Vileena, Nabarl chasqueó los dedos. Soldados, que parecían ser sus subordinados, emergieron de detrás de él. Estaban armados con espadas y pistolas. La razón por la que esperaba en el puerto no era para dar la bienvenida a Rogue o a la princesa.

—Espera —Rogue instintivamente empezó a gritar. Pensó que Nabarl tenía la intención de usar la fuerza bruta para detener a la Princesa y enviarla de vuelta. Sin embargo...

—Entre sus tropas, General Saian, deberían estar los que solían ser la Guardia Imperial del Príncipe Heredero. Los pondré en custodia temporal.

Las inesperadas palabras de Nabarl lo sorprendieron.

—¿Qué significa esto?

—Una orden de Su Majestad.

Cuando se planteó la cuestión del Emperador, Rogue comprendió la razón del cambio de actitud de Nabarl. Pero aún así, no pudo comprender la razón de la orden.

Los soldados dirigidos por Gowen, es decir, los antiguos gladiadores como Pashir y Miguel, e incluso Neil Tonson y Hou Ran, fueron trasladados a otro lugar.

—Espera... —pero sin importar lo que intentara, Nabarl insistía en que eran órdenes del Emperador.

La expresión de Gowen era sombría, pero no se resistió. Quizás porque lo había anticipado, no parecía particularmente sorprendido de que Ran, su hija adoptiva, estuviera allí también. Hacer grandes cantidades de su comida favorita probablemente había sido la única manera de que Ran, que no sabía escribir, expresara su afecto.

—Estos son los soldados que se me confiaron. Ya que los tratas así, espero una explicación convincente de tu parte. Que por supuesto incluirá lo que viene después para ellos —Mirando a Nabarl, Rogue pronunció palabras que estaban a punto de convertirse en una amenaza.

—Por supuesto —asintió tranquilamente Nabarl.

Incapaz de comprender la situación, la Princesa permaneció allí, inmóvil, igual que cuando se llevaron a Gowen y a los demás. Mirándola, el desprecio apareció en los ojos de Nabarl.

El sol se había puesto completamente.

Vileena y Rogue estaban en el comedor de la fortaleza. Rogue acababa de salir de una reunión con Nabarl. Dudó, ya que era tarde, pero pensando que la princesa querría oír una explicación lo antes posible, fue a verla a pesar de lo tarde que era. Sin embargo, no le convenía encontrarse a solas con una mujer soltera en plena noche, por lo que insistió en que se abriera el comedor para uso de los oficiales.

Por la misma razón, un chambelán y Theresia también estaban presentes. Después de servir alcohol y té, se retiraron a una distancia a la que no podían escuchar la conversación entre ellos.

—¿Qué está pasando? —preguntó Vileena, que esperaba impaciente.

Rogue se rascó las canas.

—Me gustaría preguntarme eso a mí mismo.... Bueno, en este momento, yo tampoco lo entiendo —Tenía una expresión de desconcierto.

Poco antes de que Vileena saliera de Nedain, llegó un mensajero de Solón que llevaba estas órdenes del Emperador: 

"Equipa tres naves con armas y luego dirígete rápidamente con ellas a Apta."

Sin saber nada más, vino a toda prisa, y Nabarl le esperaba. Cuando posteriormente escuchó los detalles de él, incluso Rogue, un general con muchos años de servicio, se sorprendió.

Lo mismo, por supuesto, se aplica a Vileena. 

—No puede ser —murmuró repetidamente mientras lo escuchaba hablar.

Viendo desde lejos cómo la tez de Vileena se ponía roja y luego blanca como si estuviera en estado de shock, Theresia se preocupó de que su señora pudiera estar al borde del colapso.

En primer lugar, Nabarl fue nombrado precipitadamente como uno de los doce generales de Solon. Ocupaba el puesto que dejó vacante el rebelde Zaat Quark, pero debido a que se consideraba que la División Blue Bow que Zaat había liderado tenía un nombre poco propicio, se cambió a la "División Blue Zenith".

Y la primera misión que recibió como uno de los doce generales fue,

—Conquistar Taúlia.

Mientras que Vileena todavía estaba tambaleándose por la primera sacudida, Rogue Saian siguió con una segunda.

—Y junto con eso.... parece que Oubary Bilan fue liberado de prisión.










No hay comentarios.:

Publicar un comentario