Escribir cartas era similar a interpretar melodías.
—Encantado de conocerlo. Me apresuro a cualquier lugar que mis clientes deseen. Soy del servicio de Auto-Memories Doll, Cattleya Baudelaire.
Esa era la teoría favorita de cierta Auto-Memories Doll, y ella realmente pensaba de esa manera.
—Bueno, voy a empezar, ¿ok?
El canto requería que la gente armara un escenario en sus cabezas, y por lo tanto, también era similar a la pintura.
—Mert, ¿te ha ido bien? Gracias por la carta. Tus cartas son un estímulo para mí.
En el momento en que tomaba un respiro para empezar a escribir era cuando empezaba a cantar.
—Vaya, me equivoqué. Hagámoslo de nuevo.
Una vez que el destinatario recibiera la carta, ¿cómo reaccionaría? ¿Cómo se sentirían con esas palabras?
—Es natural que quieras decirle que estudie mucho... ...pero si eso ocupa la mayor parte de la carta, será agotador. Tu hermano menor fue enviado a un internado, ¿verdad? No parece que se divierta mucho allí, así que creo que es mejor decirle que crezca como tú y que se liberará de casa si se esfuerza en sus estudios. Pero si escribimos sobre ti elogiándote demasiado, se volverá aburrido, así que seamos moderados. Sobre todo si quieres recibir una respuesta.
Se lo imaginaba en su cabeza.
—Bueno, entonces, desde donde nos detuvimos.
Había un principio y un final en las melodías. La forma en que podían diferir de ser extraordinarias o de ser ligeramente alegres dependía de la canción que estaba tocando, pero desde el principio hasta la mitad, las cosas se volvían gradualmente más emocionantes.
El ruido de la máquina de escribir era el piano. El crujido de la pluma fuente era el violín. Por último, llegaría el estruendo del platillo, poniéndole fin.
—¿Cómo está?
La carta terminada se convertía en un ser vivo. Cada sonido de cada palabra bailaba alrededor, y la vitalidad humana se podía sentir en el olor de la tinta. La carta se había convertido en una historia.
Cattleya Baudelaire realizaba su escritura fantasma de esa manera.
Auto-Memories Dolls y sus clientes cooperaban en la construcción del mundo para crear los relatos, la música y las imágenes llamadas "cartas". Cuanto más tiempo pasaban juntos y cuanto más rico era el contenido de las cartas, más cerca estaban sus corazones el uno del otro. Sin embargo, había personas que alcanzaban ese nivel de inmediato, incluso en un lapso inusualmente corto.
—¿Aceptarías... salir conmigo?
Como este cliente...
CATTLEYA BAUDELAIRE
Últimamente, cierto establecimiento era popular en Leiden, la capital de Leidenschaftlich.
El dueño del edificio, que solía ser un salón de recepción, lo había reformado en un espacio donde la gente podía disfrutar de dulces y música - "Café Magnolia". Los ciudadanos de Leiden admiraban el lugar, en el que finalmente sólo se permitía entrar después de esperar un mes tras haber hecho una reservación. Era un lugar deseado donde se le ponían los ojos llorosos a la gente por la decoración del maravilloso interior y se podía disfrutar de la música de los pianistas que permanecían allí constantemente.
Los músicos cambiaban según el día y la hora. Tal vez porque un lugar donde los jóvenes músicos actuaban era también un lugar para buscar patrocinadores, el rango de edad de los visitantes era amplio.
Mientras dejaban escapar suspiros emotivos, parecía que Cattleya y la que estaba sentada con ella eran las más jóvenes de la tienda. Tal y como se rumoreaba, los precios del menú que se les entregó eran altos, pero al ver los platos ofrecidos, entendieron el valor de la inversión. El dinero difícilmente podía comprar la emoción instigada por un atril de pasteles de tres niveles.
Ella y su acompañante decidieron elegir los artículos que les gustaban uno a uno. En primer lugar, después de mucha indecisión, eligió el pastel de manzana. Acercando con emoción el plato de tarta de manzana que estaba a su lado, clavó su tenedor en él. Al probar un bocado, se dio cuenta de que era lo que quería. Comer algo dulce dentro de una tienda calentita era el verdadero placer del invierno.
Lux Sibyl, que estaba sentada a su lado, no podía poner su mano sobre un pastel de chocolate aunque estuviera delante de ella. Se veía extremadamente delicioso. Cattleya quería comerlo.
Como el camarero había traído los pasteles en medio de la conversación, el tema se cortó completamente en la parte buena.
—Cattleya, ¿y luego qué?
—Esto es lo mejor... Ah~, de verdad~, ¡gracias por pasar el rato conmigo, Lux! ¿No es este lugar muy caro? Además, no puedes completar un atril de tres niveles si no te gustan los dulces. Todo el mundo me dijo que no, pero ¿no es eso estúpido? Tendrías que ser bastante tonto para no comer esto, ¿verdad?
—Sí, creo que es una tienda maravillosa. Bueno, entonces, Cattleya...
Como queriendo interrumpir a Lux cuando por fin pronunció esas palabras, Cattleya continuó,
—Por cierto, ¿has escuchado? ¿No compró el Presidente algunas tierras? Como la que convirtió en una base para nuestra fábrica de producción. Dicen que hay una legendaria cascada cerca de ese pueblo. Si traes a casa una piedra del fondo del agua, tus sueños se hacen realidad... ¿Qué tal si vamos juntas la próxima vez?
—Este tipo de leyenda no sirve si vas con alguien, ¿verdad? Pero no es así, Cattleya. Quiero volver al tema anterior.
Poniendo un terrón de azúcar procesada con forma de estrella en su té y mezclándolo, Cattleya respondió,
—Ah, la charla sobre que me invitaron a salir, ¿no? Sí, me negué.
—¿QUÉ~~~~~~~?
Cattleya pensó en cosas extrañas, como que el azúcar debe sentirse bien si se derrite en ese tipo de té. Podría ser que su cabeza estuviera aturdida por la repentina ingestión de una cantidad demasiado grande de azúcar. ¿O es que en el problema del que hablaban las dos era en realidad la culpable?
—Es porque me dijo que era con la condición de casarse.
No era la primera vez que a Cattleya Baudelaire le proponían una relación romántica, pero desde que nació, fue la primera persona que la hizo consciente del matrimonio.
—¿QUÉÉ~~~~~~~~~?
—Lux, haces mucho ruido.
Como su voz era muy fuerte, Lux puso ambas manos sobre sus labios después de escudriñar inquietamente su entorno.
—¿Es él la persona que pasó por la compañía?
—Sí. La persona que pasó por la compañía es él.
—Tengo la sensación de que es un tipo genial... Es un poco mayor que tú, pero también es encantador, por así decirlo.
Cuando Cattleya le dijo que comiera, Lux finalmente llevó el pastel a su boca. Mientras masticaba sin expresar sus impresiones, esperaba las siguientes palabras de Cattleya.
—Lux, seguro que disfrutas escuchando los asuntos amorosos de los demás aunque tú misma no tengas una relación, ¿eh?
—Sí. Quiero decir, aún es pronto para que me interesen esas cosas, así que es como un encuentro con lo desconocido...
Lux Sibyl tenía el título de secretaria del presidente, pero su figura, mientras pasaba su tiempo tan tranquilamente, era la de una niña pequeña. Además, vivió la mayor parte de su vida bajo el control de una organización sectaria, por lo que era sin duda una novata en todo. No había duda de que el de Cattleya era uno de los problemas en el libro de texto del romance entre mujeres y hombres.
—Quiero intentarlo algún día también, pero ahora mismo, quiero escuchar las historias de otras personas. Bien, adelante —Los ojos heterocromáticos de Lux estaban llenos de curiosidad.
—Dirige una perfumería aquí en Leiden. Es un perfumista. Su nombre es Chris. Pasé por su tienda hace un tiempo y parece que le va bien. También parece un buen hombre; su cara no está mal y tiene un comportamiento amable. Así es, parece que sería un buen marido si se casara. Es un hombre con el que las mujeres se encariñan.
—Cattleya, ¿no te gusta?
Al preguntárselo, Cattleya estaba muy pensativa. Entre elegir si era su tipo o no, ella diría que lo era. Sin embargo...
—No sé... No lo sé realmente. Se siente diferente de lo que me suele gustar.
...el rostro de una persona apareció en su mente.
—La que me gusta no es una persona que se enamoraría de mí, aah —Apoyó su barbilla en su mano y suspiró.
—Aah, Presidente Hodgins. De hecho, creo que es imposible con él. No porque seas tú, Cattleya, o algo por el estilo. Es porque el Presidente juega con fuego donde no dañe a la compañía, así que con sus colegas, eso es... Es el tipo de persona que experimenta el romance de una forma apropiadamente lógica. Le gustan las relaciones románticas y las mujeres, así que no se enamora.
Como era de esperar de alguien que siempre está junto a él de la mañana a la noche, Lux, que normalmente daba respuestas gentiles y modestas respecto a otras personas, describió a la persona llamada Claudia Hodgins a través de su lado despiadado.
—Hmm~. Así es. Presidente Hodgins. Después de todo, él transmite ese sentimiento, ¿no es así?
—Lo hace. Creo que el Presidente Hodgins seguramente está esperando a esa persona predestinada. Parece que no se casará con nadie si esa persona no aparece... Pero una mujer por la que el Presidente Hodgins lo tiraría todo por la borda y se consagraría es...
—¿Qué pasa con Violet?
Como se mencionó el nombre de la amiga que ambas tenían en común, Lux hizo una X con sus brazos.
—Eh~, Violet ya es su familia. Además, Violet tiene... a ese hombre.
—¿Es así? Ya veo. No puede ser ella.
—Bien, no puede ser ella. Por eso le dije que creo que no existe semejante persona en el mundo.
—¿Qué dijo el Presidente Hodgins?
—Me dijo: 'Pequeña Lux, eso es horrible; lo descontaré de tu paga'. Y fingió estar llorando.
Cattleya pudo imaginarlo y se echó a reír. Lux tampoco pudo contenerse y se rió haciendo:
—Jujuju
Mientras la conversación se animaba, llegó una segunda ronda de té negro. La siguiente tarta que escogió fue una decorada con frutas y figuras de caramelo. Se esperaba que fuera deliciosa. Quería que Violet, que había salido en la conversación, lo probara también. Hacía tiempo que no veía a esta última.
Violet era la Auto-Memories Doll más solicitada. Ella estaba ahora mismo en algún lugar del continente. Hubiera sido genial si ella estuviera presente.
—Sabes, diré esto porque terminamos hablando de ello... Decliné salir con él, pero acepté ir juntos a comer... con el Señor Chris.
Si Violet Evergarden estuviera en ese lugar, ¿qué habría dicho en respuesta al comentario de Cattleya?
—¿Te has hecho su amiga?
--Sí, siento que preguntaría algo tan fuera de lugar como eso.
Aunque no era Violet, a su manera, Lux tuvo una buena reacción. Movió su silla con un golpe, inclinándose hacia adelante. El atril de tres niveles de pasteles interfería con la distancia entre las caras del dúo.
—¿P-Por qué? ¿Este es el comienzo de una relación divertida? Cattleya, ¿haces ese tipo de cosas?
Como fue todo un malentendido, Cattleya negó con impresionante vigor,
—¡No, no! Puedo parecer así, pero soy de corazón puro cuando se trata de un romance, ¿sabes? Lo que dije cuando lo rechacé fue que no podía tener citas bajo la premisa de casarme con alguien que no conocía muy bien... así que la charla se convirtió en "entonces por favor, conóceme"... y además era un cliente, por lo que no podía rechazarlo categóricamente.
—Eh~, qué raro. ¿No es típico de Cattleya decir firmemente a la gente que no te gusta que no la quieres? ¿Te sentías enferma?
—Oh, señorita Lux. Eso es hablar mal de la gente, ¿no?
—Sería hablar mal si hiciera una crítica, pero como amiga, me gusta ese lado inquebrantable de ti. Además, creo que eso es esencial para las Auto-Memories Dolls. ¿No son las Auto-Memories Dolls femeninas cortejadas todo el tiempo por los clientes? Por ejemplo, ¿has oído los rumores sobre esa chica de la Compañía Guardian?
—El de cómo iba a caer en manos de un político de renombre, pero su novio cartero apareció subiendo por la pendiente, ¡lo ahuyentó y al final se le confesó a ella! ¡Lo sé! ¡Esa historia realmente hace que mi corazón se acelere!
—Te entiendo. Para colmo, dicen que esos dos eran amigos de la infancia. Vaya, honestamente. ¿No está eso al nivel de una novela romántica?
—Me gusta mucho el clímax en el que él dice: 'Ella es mía'. De ese libro que me prestaste, quiero decir.
—¿Las Crónicas de la Orden de los Caballeros Estelares? ¿La parte en que la protagonista ofrece su cuerpo al gran maestro? ¿Capítulo tres del segundo volumen?
—¡Eso! Es muy similar a lo que pasó. Eh, ¿no nos estamos desviando del tema?
—Sí. Lo siento, fui yo quien se desvió de ello... Ah, este pastel es delicioso.
Como el flujo de la conversación entre las dos mujeres se convirtió en algo común, decidieron calmarse por un momento.
Cattleya se sirvió una tercera taza de té. La tetera quedó vacía, así que pidieron una segunda ronda a una camarera atractiva.
Los clientes que pedían el atril de tres niveles tenían segundas raciones gratis de té negro o café. Cattleya lo consideró un buen trato. Esa consideración era importante. Ya estaba empezando a pensar con quién vendría en su próxima visita al lugar.
—Cattleya, ¿está bien si me como el bollo?
—Seguro. Sin embargo, es simple, pero, ¿está sabroso?
—Me gusta mucho. Quizás me guste más que la tarta. Así es, a la continuación. ¿Cuándo es tu cita?
—Es mañana.
—¿QUÉ~~~~~~~~~?
—Lux, eres ruidosa.
—Eso es porque... —Lux protestó, su cara roja—.Oye, oye, si... si terminas pensando después de esta cita que salir con el Señor Chris no sería tan malo, sería una cita con la premisa para ser novios, ¿no?
—Lo haría por él, pero yo...
—Cattleya, si no tienes esa intención, estaría bien que no fueras, ¿verdad? Irás, ¿verdad?
—Yo...
—Entonces, dime los resultados, ¿ok?
Al preguntársele con una sonrisa, Cattleya respondió:
—Si tengo ganas.
Lux le dio una mirada hosca.
Cattleya apartó la vista de la demandante Lux, mirando el paisaje por la ventana. Los árboles del camino que hubiesen estado llenos de verdor vivo si fuese verano, sus ramas desprovistas de hojas y completamente desnudas, así como los exteriores donde soplaban vientos fríos, parecían algo tristes. La gente que caminaba por las calles tenía la espalda arqueada, sosteniendo los cuellos de sus abrigos.
También podía ver las figuras de los carteros conduciendo sus motocicletas. A pesar de no pensar que era él, Cattleya terminó inclinando su cuerpo sobre la ventana para echar un vistazo. En realidad no era él. Él no era rubio, e incluso desde lejos, se dio cuenta inmediatamente de que tenía una cara y un cuerpo completamente diferentes. Resulta que también era cartero.
—¿Qué pasa?
Cattleya había exagerado con un simple cartero. Cuando Lux le hizo la pregunta, respondió: "nada", su voz sonaba como si su corazón no estuviera allí. Se sentó bien erguida en su asiento.
—Oye, de verdad, ¿qué ha pasado?
—Pensé que podría ser él.
—¿Hm? ¿Qué? —Lux preguntó de nuevo, tal vez no la haya escuchado bien.
Frunciendo los labios, Cattleya respondió:
—Benedict —Su tono era áspero.
Con un "ah", Lux pronto entendió lo que había estado intentando no decir. Inclinando un poco su cuello, Lux se rió,
—Se siente como si hubiera pasado mucho tiempo desde que se fue, eh... Cada vez que veo a alguien en la ciudad doblar la esquina en una motocicleta, también pienso que podría ser Benedict. Todo el mundo me pregunta si todavía no hay correspondencia de él como si fuera algo de todos los días.
—¿No hay cartas o postales de él?
—Nada... Hey... Cattleya, hoy es la primera vez que preguntas por eso, ¿verdad? Desde que Benedict informó de un permiso por ausencia.
Casi como un niño regañado por un adulto, Cattleya dejó caer su mirada.
—¿No puedo...? ¡Solía pelearme mucho con él, pero hemos sido amigos desde los días de la inauguración!
—No he dicho que no puedas, Cattleya.
—Es realmente despiadado. ¡Le dijo al Presidente y a Violet que se alejaría de la compañía!
—Sip.
—¡Aunque... aunque yo también estaba allí desde el principio...!
—Sí. Te hace sentir sola, ¿eh?
La honestidad de Lux describió con precisión el sentimiento que Cattleya había estado tratando de ocultar. Ella estaba sola. Excepto que, si fuera capaz de decirlo, no estaría arrugando sus labios y expresando quejas.
—¡No quiero decir que estoy sola aunque se me parta la boca!
Cattleya Baudelaire no es ese tipo de mujer.
Pinchó un pastel con su tenedor y se lo metió a la fuerza en la boca. Lo masticó, lo bajó de inmediato con el té, y volvió a perforar violentamente el pastel. Puede ser que pensara en el pastel como si fuera Benedict.
—Ya han pasado tres meses. El invierno está terminando y parece que la primavera está a punto de llegar, eh... Sin embargo, el Presidente no deja que nadie toque la motocicleta de Benedict... Tampoco lo he eliminado del registro de nombres de empleados.
Escuchando las palabras de Lux casi como un consuelo para ella, Cattleya infló sus mejillas.
—¡No estoy sola!
—Hm-hm.
—El Presidente también está siendo él mismo. Simplemente deja que un empleado se vaya cuando lo pide sin saber cuándo volverá.
-Soy una persona repugnante.
Aunque la verdad era que no quería difamarlo, detestaba que sus sentimientos fueran expuestos.
—Aunque vuelva sin más, no hablaré con él. Porque se fue sin hablar conmigo —escupió sus emociones negativas para distraerse. Se deleitó con la amabilidad de Lux, que se reía como si le preocupara oír eso.
Había estado pensando en alguien que escuchara lo que tenía que decir hoy en este lugar. Eligió a Lux.
Lux dijo gentilmente, para tranquilizarla:
—Aunque me alegraría que volviera...
Era casi como si representara los pensamientos internos de Cattleya.
—Soy alguien que empezó a trabajar allí ya cuando había comenzado, pero creo que es una buena persona, aunque tiene una boca sucia. Después de que Violet me trajo y me contrató para trabajar para el Presidente Hodgins... el que venía a hablar conmigo de vez en y casi parecía preocupado era Benedict. Es amable con las chicas más jóvenes que él. Además, pensando en la gestión de la empresa como secretaria del presidente, se le necesita. Nunca hay suficiente gente entre el personal de los carteros. Muchos de ellos renuncian pronto después de ser reclutados y empleados, así que gente como Benedict, que deambulan mucho aun quejándose y tienen habilidades de liderazgo, son personal realmente importante. Él debería estar involucrado con la administración de la compañía en el futuro. Como portavoz de los empleados, es decir. Estoy segura de que nuestro administrador, el Presidente, también se siente así. Además, Cattleya, es imposible que supieras. Quiero decir, estabas lejos por tu trabajo como Auto-Memories Doll. Podría ser que Benedict hubiera querido decírtelo pero no pudo. No, seguramente quería que el número de personas de las que tenía que despedirse fuera pequeño. Parece que algo realmente terrible le sucedió. Pero Violet y el Presidente no me dicen nada. Pero los dos dijeron que volvería, y el propio Benedict también tiene esa intención, así que tal vez no lo dijo a propósito. ¿No es el tipo de persona que odia las cosas sentimentales, ese chico? Esperemos a nuestro egoísta Benedict. Yo también soy una de las personas a las que no les dijo nada.
Susurrando lentamente con una voz tranquila y encantadora, la prolongada declaración penetró directamente en su pecho. En lugar del contenido de lo que dijo Lux, Cattleya se sorprendió por la excesiva amplitud de sus puntos de vista y la amplitud de la capacidad de su corazón. Lux es una chica más joven que ella, pero casi podría ser considerada como su madre.
—¿Por qué tienes que ser tan buena chica...?
Terminó sintiéndose miserable por lo inmadura que era a pesar de ser la mayor en su reunión de té de la tarde.
Después de eso, dejaron todo tipo de cosas de lado, tonteando y dando un paseo por primera vez en un tiempo. Pasaron por librerías y adorables comercios, así como por boutiques de moda de sus respectivos gustos. Cada vez que los dependientes preguntaban,
—¿Son hermanas? —se reían y respondían:
—Somos colegas y amigas.
Al atardecer, se dirigieron a la oficina, con varias bolsas de compras. Cattleya se unió a la diligente Lux, quien afirmó que quería terminar con al menos un poco del trabajo que dejó sin hacer el día anterior.
Sin nada que hacer, Cattleya fue a la habitación del presidente. Hodgins no estaba, un cactus y pequeñas plantas en maceta estaban sobre el escritorio del presidente con una extraña sensación de desplazamiento hacia ellos, así como una nota que las usaba como pisapapeles.
—Negocios y cena. Volveré por la noche —decía. Mientras se lo mostraba a Lux, ésta lo descifró,
—Esto significa salir a cenar con la mujer con la que se está relacionando últimamente —con una cara de disgusto. Parecía que, de hecho, volvería por la noche. Eso era un hecho, ya que tenía su residencia en la empresa.
Después las dos cenaron y se separaron. Como habían hablado tanto, aunque se despidió alegremente, Cattleya se sintió sola después de dar tres pasos.
Ella también estaría de vacaciones al día siguiente. Aunque estaba desanimada y sola por haber dejado a alguien a pesar de que sabía que se volverían a ver pronto, se fue a casa. Vio un gato callejero en el camino y lo persiguió, pero no logró acariciarlo.
—Estoy en casa.
Una vez que se sentó en la cama ligeramente polvorienta de la residencia a la que no volvía muy a menudo, inmediatamente después de llegar, se acostó de forma natural. Entonces se agitó y dijo
—No debería hacer eso, no debería hacer eso —y se limpió el maquillaje.
Con sus impresionantes rasgos faciales, la gente pensaba frecuentemente que el maquillaje de Cattleya era demasiado denso, pero en realidad no había mucha diferencia entre antes y después de que se lo aplicara. Como cada parte de su rostro tenía una estructura distinta, ella simplemente se veía un poco más joven.
Después de tomar un baño caliente, sacó de su armario un negligee que había comprado pero nunca usó y se cambió. Preguntándose en qué fase estaba la Luna esa noche, miró por la ventana, pero no era visible. En cambio, sólo pudo ver el parpadeo de unas pocas estrellas. Vestida con su negligee y cepillándose el pelo, Cattleya miró las luces de cada casa. Le recordaron que, a diferencia de ella misma, que vivía sola, había gente viviendo en compañía de otros.
--las parejas casadas son realmente increíbles, ¿eh?
Esa forma de amor, que podría considerarse como un contrato llevado a cabo en todo el mundo, no podría concebirse sin otra persona. Probablemente lo haría algún día. O eso creía cuando era niña, pero todavía no conocía a un hombre con el que quisiera casarse después de haber alcanzado la mayoría de edad. Tal vez nunca lo haría.
--Estar con alguien toda la vida sin estar enamorada de él sería imposible para mí.
Como esa era su situación en lo que respecta al matrimonio, era aún menos capaz de imaginarse tener un hijo. Después de todo, Cattleya pensaba que ella misma era como una niña. Sin embargo, como las tendencias de la sociedad se conformaban de una manera que la incitaban, tenía un vago sentido de la obligación de hacerlo.
Ese sentido de obligación le causaba un sabor amargo parecido al del café. No era en absoluto agradable.
-Me pregunto si hay otras chicas por ahí que van a dormir con los mismos sentimientos que yo.
Sería mejor si no, pero se encontró deseando que las hubiera. Esperaba que esas chicas tuvieran amigas que les dijeran que todo estaba bien.
-Me alegro de tener un trabajo.
El trabajo le permitía distanciarse un poco de las exigencias que tenía como mujer para cumplir con tal obligación. Mientras pensaba en la palabra "obligación", le traspasó el corazón indirectamente.
--Benedict no tenía ninguna obligación de decirme nada.
Él había estado atrapado en su mente todo el tiempo. Como un pequeño corte, le dolía.
A Cattleya no se le permitía entrar en la vida de Benedict, simple y llanamente. Cualquier cosa que hiciera él era asunto suyo. Eso era todo. No tenía ningún compromiso de informarle nada a ella.
Sin embargo, Cattleya tenía la intención de llevarse bien con él. Peleaban a menudo, pero de una forma u otra, tenía la sensación de que era él con quien se llevaba mejor. Eso había sido un malentendido por su parte.
-Yo... siempre soy así.
En la vida de Cattleya, no fue una o dos veces que ella había malinterpretado llevarse bien con alguien cuando en realidad no era el caso.
-Porque soy una idiota.
Podría ser que todos estuvieran tolerando estar cerca de ella.
-Yo... definitivamente...
Tal vez ella era el tipo de persona que nunca podría convertirse en la pareja de alguien.
Pensar en ello le causó ansiedad y tristeza, lágrimas salieron de sus ojos, y entonces rodó en la cama, cubriéndose con sus mantas hasta taparse la cabeza. Bloquear el mundo exterior la alivió un poco. Suplicó que la mañana no llegara. Sus preocupaciones y penas se desvanecerían una vez que se durmiera, como el azúcar en su té negro.
--... sola.
Pensar que la ausencia de Benedict Blue la haría tan débil.
"Ríndete", otro lado de ella se deleitaba en su cabeza.
Cierto. No tenía otra opción que rendirse. Él no la quería y ella ya no tenía espacio para entrar en su vida.
-Me siento sola.
Rodando como un feto, Cattleya se durmió.
Como si la frialdad del día anterior hubiera sido una mentira, a la mañana siguiente hacía calor. El invierno estaba realmente a punto de terminar.
Cattleya miró afuera por el alféizar de la ventana por un rato, pero comenzó a vestirse como si quisiera sacudirse algo. Había decidido qué se pondría desde el día anterior. Con la cara de la persona con la que se iba a encontrar en mente, eligió de entre sus varios trajes de colores un cache-cœur blanco. Estaba ligeramente abierto en el pecho, pero no tanto como de costumbre.
Cuando las personas con pechos prominentes se vestían con ropas que no se ajustaban a las curvas de sus cuerpos, parecía que habían engordado y su forma se expandía en un ancho diferente al que sugería el traje, casi como si estuvieran vestidas con papel maché. Podría decirse que su atuendo era el mejor para mostrar por primera vez a aparte de su ropa personal.
Había pensado en ponerse un abrigo de capas negras, pero como la temperatura había subido, optó por un abrigo más ligero beige-rose. Alineando sus zapatos de nueve centímetros y cinco centímetros de tacón, eligió uno de cinco centímetros. Probablemente sólo iban a comer, pero si salían a caminar, los tacones de nueve centímetros le quitarían tiempo y harían que le dolieran los pies. Después de sacar un bolso en el que sólo cabían su cartera y su lápiz labial, estaba lista.
Mientras salía, el propietario de la casa alquilada que ocupaba estaba sentado en un banco al borde de la calle. Ella lo saludó mientras pasaba a su lado.
En el distrito residencial donde vivía Cattleya, había muchas personas mayores que vivían solas, así como hogares familiares. Después de haber estado aislados en sus casas por el frío durante el invierno, los ancianos se paseaban por ahí. Atrapada en su lenta forma de caminar al observarlos, su rápido ritmo se redujo.
Bajando por el callejón que llevaba a la parte central de la ciudad, podía oír el sonido de un piano desde algún lugar. El que lo tocaba era probablemente un niño, pero seguramente ya había practicado bastante con las ventanas cerradas en invierno. La ejecución era más hábil que lo que ella había escuchado en otoño. Le dio una sensación muy real de que la gente estaba echando raíces y viviendo sus vidas. En sus continuas comisiones, tenía prisa cada día, ignorando esos paisajes y sonidos.
—Supongo que... dejaré de ser una Auto-Memories Doll en el futuro.
Se encontró deseando llevar una rutina diaria inalterable en esa misma ciudad. En ese sentido, alguien que trabajaba en una tienda fija dentro de los límites de la ciudad podría ser el mejor compañero para una relación.
Cuando se acercó a la parte delantera del restaurante en el que se suponía que se encontrarían, sin importar que fuera un poco antes de la hora acordada, la persona en cuestión estaba de pie allí. Era un hombre de pelo castaño quemado, de contextura delgada pero de gran estatura. Llevaba una gabardina sobre una chaqueta y una camisa. Era el perfumista que dirigía una popular perfumería en Leiden.
—Señor Chris.
Un cache-cœur fue la elección correcta, pensó Cattleya. El restaurante no apuntaba a los abrigos de vestir sino a la ropa que ella había elegido. Adecuado para una capital portuaria como Leiden, el restaurante servía unos deliciosos mariscos.
—Señorita Cattleya. Gracias por venir. Hoy hace calor, ¿verdad?
—Sí, la primavera llegó de golpe, ¿eh?
Él casualmente extendió su antebrazo y la guió hasta el restaurante. En lugar del dulce aroma que Hodgins tendría, de algo parecido a las zarzas dentro de la vainilla dulce, él olía a un refrescante verdor.
-Prefiero el aroma del Presidente Hodgins.
Le gustaba el hambre que sentía al olerlo de cerca. Estar envuelta por el olor de algo azucarado le daba una sensación de alegría. Hoy, también, quería comer pastel desde la mañana.
--¿A qué olía?
Un hombre rubio que tenía dificultades con las palabras cruzó su mente. Ponerse colonia no era de su gusto. Probablemente no olía a nada. Un día u otro, estaría cubierto con el olor de la lluvia o el hedor del sudor - era el tipo de hombre que usaba su propio olor.
—¿Qué tal si elegimos nuestras bebidas?
Después de que le mostraran su asiento, examinó el menú. Por seguridad, eligió un vino afrutado como bebida. Al reflexionar sobre qué comer, se le informó que ya se había preparado un plato de comida previamente determinado. Se habían librado de tener que evaluar para decidir.
-Está acostumbrado a esto, ¿eh?
Él sonreía siempre que se miraban a los ojos, y por lo tanto ella naturalmente terminaba sonriendo también.
—A propósito, recibí una respuesta de mi hermano menor a esa carta.
—Ah, ¿cómo estuvo?
—Más sincero que de costumbre. Todo gracias a que tú eres la que la escribió. Estamos muy separados por la edad, así que... aunque lo encuentro tan lindo que no puedo evitarlo, está en una fase muy rebelde. Ha sido difícil comunicar mis intenciones.
Comenzando con los aperitivos, los dos comieron sucesivamente cada plato que se les sirvió cuando los traían.
—Aah... entiendo. Estoy en el lado opuesto. Soy la hija menor, y aparte de mí, hay nueve... hermanos mayores.
—¿Nueve? Es increíble.
La conversación no resultó desagradable. Cuando fue contratada por él, desde el principio sintió que era alguien con quien era fácil interactuar. Nunca se había alterado inexplicablemente ni se había enfadado con ella. Como lo haría cierta persona.
—Mi hermano mayor tiene más de diez años más que yo, y para una hija más joven con un hermano mayor así, el hijo mayor es alguien irritante, porque lo alaban con sólo aparecer en nuestra casa mientras a mí siempre me regañan.
—Ya veo. Pero también he tenido un momento difícil en el proceso de mi crecimiento.
Podía ver que él intentaba que ella disfrutara de la conversación. Tenía una actitud adulta.
—Además, señor Chris, creemos que no podemos compararnos con gente como tú, que reina sobre los demás hermanos como alguien que trabaja duro y tiene éxito, y nos tratan como inferiores sin importar lo que hagamos, así que es aún más complicado.
—Me pregunto si eso es lo que siento hacia mi padre. Es un comerciante, y no soy rival para él en absoluto.
—¿Aunque tengas una tienda tan popular?
—Todavía tengo que ganarme la aprobación de mi padre.
--¿Me invitaste a salir porque conseguí los requisitos para ser tu pareja matrimonial?
Ella usó el marisco para empujar las palabras que parecían estar a punto de salir de su garganta.
—En mi familia, es costumbre que cada uno tenga su propio barco. ¿Quieres ir a dar un paseo cuando haga más calor?
—Ese barco probablemente no es como el que tengo en mente, ¿verdad?
—¿Qué estabas imaginando?
Cuando se lo preguntaron, respondió honestamente:
—Una barcaza.
Era un pequeño barco que se movía de orilla a orilla. Riéndose entre dientes, él respondió:
—Es un poco más grande que esos.
Por la forma en que se rió, ella supuso que probablemente era un barco enorme.
Cattleya miró al hombre llamado Chris una vez más. Le gustaban los suaves ojos que se asomaban por debajo de su pelo color madera quemada y su manera lenta de hablar, reflexionó. No le faltaba nada. Al contrario, ella era la que estaba llena de defectos, lo que le hizo querer cuestionarse por qué la había elegido como acompañante para hoy.
Intentó preguntar francamente,
—¿Por qué... me pediste salir?
Chris mostró su sorpresa por el hecho de que intentara llegar al meollo del asunto, pero respondió de forma sincera sin pasar por alto las cosas:
—A menudo tengo que ser cauteloso en el trabajo, señorita Cattleya, así que me gustan las mujeres despreocupadas como tú. Es divertido, como algo normal. Estar contigo, eso es.
—¿No estás siendo súper cuidadoso ahora mismo?
—No es así. Quiero decir, claro, estoy haciendo un esfuerzo para que te diviertas. Pero hay una ventaja. Probablemente no te decepcionarías mucho si te mostrara un lado desagradable de mí en esta cita, ¿verdad?
—¿Lado desagradable?
—Como mancharme la camisa con salsa de pasta. O permitir que las monedas caigan de mi billetera al pagar la cuenta.
—Yo también hago cosas así. Preguntaría, 'qué estás haciendo~', pero te ayudaría.
—Eso es todo; tanta despreocupación es simplemente genial. Los clientes que visitan mi tienda tienen un sistema de demérito, así que no hay duda de que necesitamos que realicen sus compras de una manera hermosa y con un sentido de refinamiento. Solía pensar que las Auto-Memories Dolls también eran así, pero tú eres completamente diferente. En el momento en que nos conocimos, me saludaste con un alegre "¡Hola!". También fue muy fácil recibir consejos para la escritura fantasma. Nos acabábamos de conocer, pero me sentí como si estuviera pasando el rato con una chica que vivía en mi barrio.
—Nuestra Doll más demandada trata con los clientes de una manera elegante, a diferencia de mí. Yo... no soy buena. Además, señor Chris, hay muchas chicas así. ¿No hay algunas de ellas entre las chicas que frecuentan tu tienda?
—No hay mujeres hermosas que sean tan desenvueltas y agradables como tú.
—¿Es por mi cara?
—Eres bonita.
—Yo…
—Además, eres linda. Probablemente eres muy competitiva, pero yo quiero tenerte, eso es lo que pensé. Esa es mi razón.
Cuando le dijeron eso, a pesar de su vergüenza, el pecho de Cattleya se llenó de felicidad. Se preguntaba cómo alguien que podía dar tal sensación de certeza estaba soltero. No podía dejar de sospechar que tenía algún tipo de hábito sospechoso.
—Señor Chris, ¿podría ser que hayas estado casado una vez y tengas un hijo o algo así?
—Aún no he tomado a nadie como mi prometida.
—¿Vagabundeas por ahí noche tras noche como un hobby o algo así?
—Tengo la costumbre de dormirme en cuanto termino de comer. Duermo antes de la medianoche.
—¿Por qué estás soltero?
—Tú también, ¿por qué estás soltera?
—Yo…
—Para empezar, ¿por qué se casa la gente?
Mientras su entonación cambiaba, Cattleya lo miró fijamente.
—Hay muchos motivos, como la conexión de un hogar, la continuación de un linaje, la ayuda financiera y el romance, pero ¿no crees que está bien no estar encadenado por el contrato llamado matrimonio?
—¿Me pediste salir sobre la base de casarte conmigo, y sin embargo dices algo así?
—Lo siento, lo siento —Con una mirada abatida, Chris susurró—: ¿Cómo puedo decirlo? —Limpió las gotas de su copa de champán vacía con el dedo—. La gente de mi edad es tratada como anormalidades si no están casados... pero cuando no tienes la oportunidad de casarte, terminas pensando en muchas cosas. Como, '¿De qué se trata el matrimonio?'. O, "¿De qué se trata enamorarse de alguien?". Verás, siempre que mis padres vienen a mi casa, dicen, "Vaya, hay tanta vajilla aunque vives solo". Resulta que compro mucha porque llego a casa cansado y no lavo los platos durante días. No es para otra persona. ¿Cuál es el punto de casarse cuando estoy viviendo por mi propio bien...? Pienso... y pienso...
--El punto de estar en una relación romántica mientras vivo por mi propio bien...
—Puedo llevar una vida por mí mismo, y mi afición es hacer perfumes, así que paso mi tiempo libre recluido en mi taller. Me siento muy feliz cuando me cruzo con mujeres de la ciudad que usan mis perfumes. Creo que sería aún más feliz si tuviera pareja, pero entonces el tiempo que tengo para hacer perfumes se reduciría. También creo que, de ser así, sería razonable encontrar una buena persona, casarnos y mudarnos juntos. Pero, ¿se puede considerar esto como amor genuino?
--Ser aceptado por los demás mientras sigues adelante con tu propia vida. Esto y el corazón puro no son compatibles.
—Yo... creo que eres una persona maravillosa. Quiero intentar enamorarme de ti. Pero cuando... impurezas como tener que casarse contigo irrumpen en ello, inmediatamente termino encontrándolo viciado. Aunque te pedí salir como requisito previo para casarme contigo.
—Como. Dije. ¿Por qué me dices esto?
Ante la ligeramente harta Cattleya, Chris levantó las dos manos.
—Esta es la razón por la que no puedo casarme —Con el ceño fruncido, se frotó el hombro—. Sueño con el romance a menudo. Si voy a tener una relación, quiero hacerlo con el amor como único punto de partida. Lo mismo ocurre con el matrimonio. Me gustas, así que no querer que te lleve otra persona es una razón suficiente. Pero cuando se trata de casarse, los pros y los contras se mezclan. También me quedo desconcertado cuando veo los beneficios que la otra persona obtendría al cazarme. Aunque salga con alguien, se me acaban las fuerzas antes de llegar al final. Pero, si es contigo... tal vez hasta un tipo serio como yo, que sigue pensando que el amor tiene que hacerse de cierta manera, puede envejecer contigo casi como si fuéramos amigos... No es que no quiera enamorarme. Es porque no va a salir bien —Mientras hablaba, quizás porque se le había hecho difícil, Chris apoyó una mano en su flequillo delantero, ocultando su cara—.Para los amigos, no importa mucho dónde vives o en qué crees, ¿verdad? Es divertido estar con el otro, y estar juntos por esa razón es lo que hacen los amigos. Creo que puedo tener este tipo de relación contigo... Te estoy pidiendo que salgas con la premisa de casarte, así que he tratado... de decirlo honestamente —Silencio—. ¿Es eso raro?
—No es... raro.
--No es raro. No es raro en absoluto.
—Incluso si... alguien dice que es raro, yo no lo haré.
--No, no puedo decirlo.
Después de todo, ella es igual.
"Mujer estúpida".
Había una voz en su cabeza. Una voz que aún no podía olvidar resonó.
"Cattleya".
Sólo la había llamado unas pocas veces.
"Tú, ¿qué estás haciendo sola? ¿Ah? ¿El Viejo te dejó atrás?"
--si voy a estar en una relación, entonces que sea por el único motivo de estar enamorada.
"He~y, estamos recibiendo quejas. ¿Has vuelto a estrechar demasiado la mano del cliente?"
--Porque me gustas.
"¡Viejo! ¿Por qué la dejaste beber? ¡Fue un dolor en el culo llevarla a casa!"
--Porque me gustas. Porque me gustas. Porque me gustas.
La sensación de "me gustas" se propagó rápidamente, casi como una linterna giratoria. Sus sentimientos por Benedict Blue eran como una corriente eléctrica.
--¿Por qué me gusta?
Era impactante y vibrante.
--La persona frente a mí definitivamente es mejor.
La revelación fue diferente a cualquier otra.
---pero, no puedo con él.
Fue como si lo hubieran arrojado a su cara.
--porque el amor...
...no se impulsaba con electricidad.
--No importa en qué país estés, el amor...
...no se escribe con el verbo "obligar" sino con "gustar".
-Si todavía tengo a alguien que me gusta, no puedo estar en una relación por interés propio.
La persona de la que Cattleya se ha enamorado no es esta.
—Señor Chris... yo... entiendo.
Podía decir por qué no podía enamorarse del hombre llamado Chris en ese momento.
—Lo entiendo muy, muy bien.
Podría decir por qué no debería meterse en su vida.
—Yo... entiendo.
Va en contra de las reglas de amor de Cattleya Baudelaire. Después de todo, está enamorada de Benedict Blue. Había tenido un malestar todo el tiempo debido a la imposición de dichas reglas.
--Es... culpa de ese idiota.
Se había controlado para dejar de estar enamorada a la fuerza. Había hecho un esfuerzo por olvidarlo. Normalmente, no se relacionaba con sus clientes. Sin embargo, terminó pensando que debía hacerlo. Porque no tenía a nadie.
Uno no puede tener una relación por sí solo.
—Yo... te entiendo, así que definitivamente es mejor... si no salimos...
No obstante, si no se enamorara, seguramente se quedaría atrapada en ese sentimiento para siempre.
—Señor Chris, sólo estás eligiendo a alguien que se parece a ti. Yo también soy así. Si voy a tener una relación...
De acuerdo con las reglas de amor de Cattleya Baudelaire...
—...Si voy a estar en una relación, ¡también necesito el sentimiento de estar enamorada!
...uno debe ir tras el otro y confesarse.
La gente dentro del restaurante contemplaba en silencio las voces de la exaltada pareja. Giraron sus miradas hacia los dos, pero cuando Cattleya se sentó después de haberse levantado con excesivo vigor, cada uno volvió a sus respectivas conversaciones.
Atónito, Chris abrió la boca:
—¿Me lo estás diciendo ahora?
Con tendencia a reírse, respondió después de un momento,
—Me pediste salir con la premisa de casarte conmigo, así que también hablé honestamente.
Chris se pasó las manos por el pelo. Luego dijo de manera intermitente,
—Podríamos ser realmente parecidos... —Dejó escapar un gemido y cayó postrado sobre la mesa.
—Creo que sí. Además, si fuéramos amigos, probablemente nos llevaríamos muy bien. Aunque parece que también nos pelearíamos.
—¿Porque nos parecemos?
—¡Porque nos parecemos!
Quizás encontrando su amarga sonrisa realmente entretenida, Chris resopló y se echó a reír.
—Lo siento.
—Está bien, de todos modos yo soy el que te persiguió a la fuerza...
Llamó al camarero después de eso. Ella pensó a ciencia cierta que iba a pedir la cuenta, pero se levantó y eligió una bebida fuerte del menú. Invitó a Cattleya a beber algo también.
—Eh, ¿está bien si yo también bebo?
—Por supuesto. Más bien, por favor no vayas a casa. Si te fueras ahora, las cosas serían aún más difíciles. Me abandonaste más rápido de todas las citas que he tenido hasta ahora, pero el postre no ha llegado todavía y no quiero ir a casa. Quiero que lo comamos juntos. Es difícil para un tipo que supuestamente fue abandonado comer un postre para dos él solo. Soy goloso.
Cuando le dijeron eso, Cattleya respondió alegremente:
—¡Yo también! Pero no te he abandonado. Nada comenzó.
—De hecho... se siente como si se hubiera interrumpido antes de empezar.
Por extraño que parezca, la conversación que tuvieron después se desarrolló sin problemas.
—Además, en lugar del comienzo de un amor que podría terminar a la mitad, señor Chris, ¿no es el comienzo de una amistad en la que parece que nos llevaremos muy bien y es justo lo que necesitas? Al final, en lugar de enamorarte de mí, estás eligiendo personalmente a alguien para satisfacer tus sueños e intereses, ¿verdad?
—No... Bueno... sí.
—El interés propio no es realmente bueno. Estar enamorado es importante.
—Aunque me gustas, ¿sabes?
—Ríndete conmigo. Estoy segura de que esto también habría resultado no ser genuino. Además, en realidad tengo a alguien que me gusta.
Como Cattleya lo dijo, Chris finalmente tomó la decisión de rendirse. Y encima de eso, le dio un duro y abierto consejo. A pesar de que no se había molestado al ser rechazado repentinamente, perdió los estribos.
—Tú, si tienes una persona que te gusta, no deberías haber aceptado venir a comer conmigo, ¿verdad?
—Lo-lo siento. No me sentía muy bien...
—Así que aunque hubieras salido conmigo, habrías terminado a la mitad, ¿no? Eso es grosero para mí.
—Lo siento mucho.
—Por favor, discúlpate más; estoy solicitando una disculpa formal. Odio este tipo de cosas más que nada.
—Lo siento mucho. La próxima vez, te invitaré unos dulces. ¿Irías conmigo al Café Magnolia?
—Eh, ¿ese lugar que tiene un mes de espera? —Su actitud se mitigó abruptamente.
—Ayer, probé ir con una amiga y fue muy bueno, ¡y mi amiga y yo terminamos un atril de pasteles de tres niveles!
—Un atril de pasteles de tres niveles...
—También tienes segunda porción de té negro gratis.
—Eso es tentador...
—En serio, parece que ese contenido de azúcar te da un golpe mortal, y es lo mejor. La tienda en sí también es maravillosa. Es difícil para un hombre ir allí solo, ¿verdad?
Al deshacerse de la parte de ellos que estaba siendo cautelosa con el otro, hablaron bastante. Chris no podía negar la sensación de estar completamente angustiado, pero fue un caballero hasta el final.
Comieron el postre, tomaron un té para la sobremesa, y después pasaron por la tienda de Chris, donde creó una prueba de perfume para Cattleya desde cero. La tienda tenía un buen ambiente, hasta el punto de que ella quería todos los productos que estaban alineados. Tal vez podría haber tenido un futuro trabajando allí, pero la que lo había aplastado era la propia Cattleya.
Haciendo los arreglos para que al día siguiente se encontraran, se separaron al anochecer.
—Gerente, ¿lo abandonaron de nuevo? ¿Por qué se hizo amigo de la chica que lo rechazó?
—Cállate.
Escuchando la conversación entre Chris y un empleado antes de que se cerrara la puerta de la tienda, Cattleya dejó escapar una risa.
Mientras el cielo azul se fusionaba con el atardecer, Cattleya cruzaba un puente que se dice que es el más antiguo de Leiden. Con una amplia vista de la ciudad y el mar, el lugar ofrecía la mejor vista. Las parejas se inclinaban sobre los hombros del otro y disfrutaban del paisaje desde el puente. También había una pareja de ancianos paseando un perro viejo. Entre ellos, sólo Cattleya se paseaba con un espíritu elevado y orgulloso.
--Mañana, le daré al Presidente Hodgins una notificación de permiso.
Caminando con tacones de cinco centímetros, sus pies producían sonidos de pisadas más ligeros que esa mañana.
-Aunque ese tipo haga un escándalo, le preguntaré la razón por la que no me lo dijo.
Se sentía como si se hubiera liberado de todo.
-Lo buscaré, lo encontraré y le diré que me gusta.
No le importaba ser rechazada. Se supone que ese hombre al menos debe dejarla decirlo.
—Me gustas —mientras intentaba decirlo en voz baja, se sentía feliz—.. Me gustas —Alejándose de la gente que pasaba a su lado, no se avergonzaba de hablar consigo misma—. Me gustas. Me... gustas.
Sólo carruajes y coches pasaban por su lado.
—Benedict, me...
Su propia sombra se paseaba como con pasos de baile.
—...gustas.
Esas eran las únicas cosas que se suponía que estaban a su lado.
—Tú, ¿qué estás haciendo?
De repente, una motocicleta que iba a su lado entró en su campo de visión. Como una mezcolanza de basura, la motocicleta tenía una estructura extraña. No era algo de ese continente.
Cattleya movió su mirada aletargada. Ligeramente quemado por el sol, el pelo rubio y arenoso era visible. También lo eran los rasgos faciales andróginos. Excepto que se sentían algo más masculinos que antes.
—Ah~... por cierto, cuánto tiempo sin vernos. ¿Has estado bien? —Su voz era áspera y un poco malhumorada, pero de fuerte voluntad—. Estaba volviendo ahora mismo. Pensé que podrías ser tú y te seguí después, pero...
Cattleya, sin decir nada, se quedó parada muy derecha. Su cara estaba completamente roja.
—¿Qué... fue eso... justo ahora?
Una vez que vio su tímida expresión al rascarse la mejilla con un dedo, llegó a su límite. Se olvidó de su determinación de ir a su encuentro y confesarse. Todo se fue al traste y ella se fue corriendo del lugar a toda velocidad.
—¡Eh, eh! ¡Eh, mujer estúpida!
--¡Esto es lo peor, esto es lo peor, esto es lo peor!
Los tacones de cinco centímetros habían sido la elección correcta. Si hubiera estado con los de nueve centímetros, habría sido la muerte de sus pies.
--¡¿Qué hago?! ¡¿Dónde debo suicidarme?!
Su cabeza ardía por la vergüenza.
--¿Debería matarlo? ¿Sería más rápido?
Podía oír el sonido de la motocicleta que la perseguía. Aunque ella quería correr más rápido, el cache-cœurone se enrollaba alrededor de su cuerpo, haciendo que la resistencia al viento fuera agotadora.
—¡Cattleya!
Tampoco había manera de que un ser humano pudiera ganar contra una motocicleta, así que parecía que su brazo iba a ser sujetado en el momento en que la alcanzara. No queriendo ser atrapada sin importar lo que pasara, Cattleya cambió su curso y se dirigió al pasamanos del puente.
—¡Oye, oye, oye, oye, oye!
Tiró su bolso de mano. También se quitó los zapatos. Sin preocuparse de que sus largas piernas se vieran por debajo del dobladillo de su vestido, se subió a la barandilla. Agazapada, se giró hacia él.
—¡Te mataré si vienes aquí!
—¡Tú eres la que va a morir!
Esa fue su primera conversación después de su reencuentro. Siendo él mismo, Benedict también pareció perder la compostura, aunque extendió sus brazos para recibirla. Viendo eso, Cattleya se mordió el labio.
-Aah, qué feliz me harían esos brazos si esta fuera una situación diferente.
Ahora no eran más que un obstáculo que impedía su intento de suicidio.
—Cálmate; deja de intentar morir y de matarme.
Cattleya sacudió la cabeza como para decir que no estaba dispuesta.
—¿Oíste lo que dije antes?
—Lo oí.
—Espera, vamos a repetir esto. Cuando te pregunte si lo escuchaste... dime que no lo hiciste... por favor.
—Entiendo. Pregunta una vez más.
—¿Oíste lo que dije antes?
—La parte donde dijiste que te gusto, ¿verdad?
—¡GEEZ~~~~~~~~!
Él la atrapó mientras ella agitaba sus brazos. Si fuera una chica normal, la habría sujetado y habría terminado ahí.
—Estás en el aire.
Pero Cattleya Baudelaire no lo era.
—¡Ay, ay, ay, ay, ay!
—¡Suél... ta...me!
Cattleya era la más fuerte físicamente. Dobló la parte interna del brazo que había sido agarrado y comenzó a golpear con un giro.
—¡Mujer estúpida! ¡Mujer estúpidamente fuerte!
—¡Sé que lo soy!
—¿Por qué huyes? ¡No lo entiendo! Te gus...
—¡No me gustas, no me gustas, no me gustas!
—¡Ya entendí! ¡Para! ¡Ya entendí! Lo dejaré así por ahora, así que en serio, ¡deja de hacer fuerza por un momento!
Sus movimientos cesaron completamente. Cuando Benedict la soltó, Cattleya no se bajó de la barandilla sino que se sentó de nuevo.
—No mires, no mires —Sus ojos se clavaron en los ojos llorosos de Cattleya.
Benedict pudo finalmente mirar directamente a la colega que no había visto en mucho tiempo.
Estaba vestida de tal manera que podía ver instantáneamente que no estaba de servicio. Más adulta que de costumbre, su brillo se intensificó notablemente. Llevaba una fragancia que tenía el aroma de la vegetación, que le había sido dada por Chris. Era obvio que había vuelto de una cita.
Sea lo que sea que Benedict pensara, estalló en risa,
—Jajaja, tú... realmente no te entiendo.
—¿Qué pasa con eso...?
—Oye, ya lo entiendo. Hablemos en paz un rato. ¿Cómo estuvo la compañía mientras estuve fuera? ¿No hubo ningún incidente extraño o algo así? ¿Cómo están el viejo y V?
Cattleya respondió con los labios fruncidos,
—En realidad no. Todos están bien. El presidente Hodgins y Violet también.
—¿Y tú?
—Estoy bien.
—¿Es así? Creo que has adelgazado —Como en realidad había perdido peso, Cattleya se sorprendió—. Oye, ¿te sientes sola, aunque sea un poco? —Silencio—. Sabes, ni siquiera un animal salvaje brillaría así.
—¡Definitivamente no quiero decirle que me sentía sola al tipo que no me dijo nada! —Intentó darle una patada con el pie desnudo, pero falló.
Benedict se subió a la barandilla y se sentó en ella como si fuera para ponerse a la altura de Cattleya.
--Huele a tierra.
Ella podía sentir su olor, que cambiaba dependiendo del día.
—Terminé volviendo porque me sentía solo —susurró Benedict con una voz falsamente enérgica—. Fui a buscar a alguien durante un tiempo. Pero en serio no tengo pistas, así que realmente fui en círculos. También usé la mayor parte del dinero que había ganado en la compañía y ahora casi no tengo ni un centavo. Aunque es un continente en el que solía vivir, no tengo casi ningún conocido allí... así que comencé a pensar que quería volver rápido a casa y cosas así...
Como nunca había visto ese lado suyo, Cattleya estaba en trance, olvidándose de cerrar la boca.
—Al final, aunque los lugares a los que fui no sirvieron, pude reunir un poco de información, así que estoy pensando en ir allí de nuevo cuando ahorre más dinero. Bueno, también es un misterio si ella está o no en ese continente... —Silencio—. Ah, es mi hermana menor. La estoy buscando. Por cierto, di algo.
—¿Tienes una hermana menor?
—Oh, sí. Definitivamente sí.
—¿Se escapó de casa? Yo también lo hice, aunque...
—No, es más bien como si viviéramos separados. Tú, ¿está bien que no regreses? Tus padres deben estar preocupados.
—Imposible. Soy yo, así que... es difícil. Basta de mis asuntos. Así que, ¿vas a volver a la empresa?
—Sí. No tengo ningún otro lugar al que volver.
-Ya veo, pensó Cattleya.
Benedict volverá. Sólo eso la hizo increíblemente feliz.
—¿Es así? Eso evita el problema.
Estaba muy contenta. Dejando a un lado el hecho de que estaba en una situación embarazosa, estaba honestamente feliz por eso.
—Bienvenido a casa —terminó diciendo, sonriendo con naturalidad—. No te vayas de repente nunca más, ¿está bien?
--Después de todo, me gustas.
Tal vez ese sentimiento suyo...
—Porque estaba a punto de intentar buscarte.
...se había filtrado.
Un viento ligeramente fuerte sopló, su largo y oscuro pelo cubrió su cara.
—Has terminado haciendo un tonto número de escape, pero ¿no es hora de bajar del pasamanos? —eso sugería la serenidad del frío viento.
—Oye —Estaba a punto de decir: "¿Deberíamos bajar?" pero lo vio levantando la mano. Más allá de eso, también vio una cara que nunca había visto en Benedict.
Su cabello oscuro estaba atrapado en las yemas de los dedos de él. Mientras se abría paso, la palma de su mano se acercó a ella. Ni siquiera un segundo después sus rostros se conectaron.
--Su mano se está moviendo, pero...
Ella no se atrevió a huir, a alejarlo ni nada de eso. Mientras sus caras se frotaban, ella sintió algo húmedo. En lugar de pensar "¿Por qué haces algo así?", lo que pensaba era "¿Por qué lloras?".
—Si desapareciera... ¿me buscarías? —Su cara se había distanciado de la de ella, pero la mano que se había acercado a su mejilla se extendió firmemente a su espalda y ella fue incapaz de salir corriendo—. Oye, ¿de verdad podrías? —Su voz áspera y ligeramente molesta, pero de fuerte voluntad, se había convertido en una voz que sonaba como si estuviera tan solitaria que ella se había vuelto incapaz de soportarla y se estaba conteniendo para no sollozar.
—Me llevó tres meses reunir la determinación para ello, pero si esto vuelve a suceder, iré a buscarte.
El viaje de tres meses de Benedict Blue pudo haber sido algo mucho más arduo de lo que ella había pensado, Cattleya finalmente lo percibió. Estaba realmente tan, tan solo. Por lo tanto, regresó a la ciudad que ya se había convertido en su tierra natal y a la gente en ella.
—¿Aunque no supieras a dónde voy a ir?
Por el momento, ella dejaría de lado lo que él le había hecho. Podría haber sido un problema para ella, pero no lo tomó como una crueldad.
—Eres un idiota, así que creo que definitivamente dejarías pistas en algún lugar.
En este momento, era seguro que ella debía escuchar lo que él tenía que decir.
—¿Y si yo... y si…? ya sabes, ¿estuviera viviendo la vida olvidándome de ti?
—Eh, lloraría...
—¿Llorarías?
—Lo haría. Como de costumbre. Pero si pudiera traerte de vuelta, lo haría. Quiero decir, el Presidente estaría triste también.
—Yo... me pregunto si me echa de menos. Estaba poniendo una cara de aprobación cuando me despidió.
—Un cactus más apareció en la habitación del Presidente mientras no estabas, y lo llamó Benedict. Se siente tan solo que parece que un día de estos va a comprarse un perro con el nombre de Benedict o algo así.
—No mientas...
—No es mentira. Vamos a la compañía ahora. Te digo que hay un cactus en su escritorio. Todo el mundo lo ha visto diciendo cuando lo riega: "Benedict, crece".
—Kuku. Es mentira, ¿no?
—Hey, vamos. Vámonos. Pensaba irme a casa, pero ya que estás aquí, quiero ir a la oficina.
—Hn~, sólo un poco más —La fuerza del brazo que sostenía a Cattleya se volvió aún más firme.
Si pensara en sacudírselo, podría hacerlo, pero por lo que parece, se convertía en una niña cuando estaba frente a este hombre. Se preguntaba si aún tenía algo que decir sobre que él le hiciera esas cosas. No lo tenía, pero incluso si lo tuviera, querría matarlo.
--Bueno, supongo... que puede ser después de que este calor se enfríe un poco más.
La misma Cattleya también quería quedarse así un poco más.
— Oye.
—¿Hm?
—Dije 'bienvenido a casa'.
—Sí.
—No me digas 'sí'.
—He vuelto.
—Bien hecho.
-Si voy a tener una relación, que sea con el hecho de que me gustes como la única razón para ello.
—Benedict, ¿sabes? yo...
Sólo eso es suficiente.
-Si no es sólo por eso, entonces no lo quiero.
Me encanto, gracias por traducirlo.
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