PELIGRO
—Changyi, ¿cómo es que nunca me has preguntado cómo regresé?
Preguntó suavemente Ji Yunhe mientras apoyaba la cabeza en su brazo.
—Tengo miedo de que me despierte de este sueño.
Ji Yunhe se sentó y le acarició la cara luego sacudió su brazo.
—¿Esto es un sueño?
—Se siente como un sueño.
Ji Yunhe sonrió y dijo:
—Si esto fuera hace unos meses, nunca habría soñado que el pez de cola grande sería tan amable conmigo algún día.
Changyi le tomó la mano.
—No hace falta que mencionemos el pasado —En su mente, todo el drama que había ocurrido entre ellos ya no importaba—. Una nueva vida significa un nuevo comienzo.
—Sí, pero quiero ser clara con este asunto. Fui salvada por Lin Haoqing.
— ¿Lin Haoqing?
—Cuando fui refinada en demonio, formé una perla interior. La sacó de mi cadáver y me hizo crecer un nuevo cuerpo demoníaco.
Changyi reflexionó un momento.
—¿Por qué hizo eso?
—Quizá por los viejos tiempos —dijo Ji Yunhe—. Por qué me salvó no es importante, lo que quiere hacer ahora sí.
Changyi se sentó.
—Después de salvarme, Lin Haoqing me obligó a salir yo sola. Me hizo aprender el arte de la transformación, y me dijo que nunca mostrara mi verdadero rostro, y que nunca fuera al norte o a la capital. Probablemente es porque no quiere que me involucre con lo que sea que esté planeando hacer. Dijo que iba a la capital a ocuparse de algunos asuntos pendientes.
—¿Qué quiere hacer?
Ji Yunhe sacudió la cabeza.
—Solía pensar que era la mejor prediciendo sus movimientos, pero desde que lideró a los maestros demonio en su expedición al norte, ya no pude descifrarlo. La princesa Shunde no es una maestra en estrategia. Aparte de su temperamento despiadado y tóxico, no hay nada que temer de ella. Ella quería hacer frente al norte y estaban cortos de hombres, por lo que envió a Lin Haoqing y sus hombres. Ese fue un método estúpido y directo. Era lógico desde el punto de vista de la Princesa Shunde, pero ¿por qué Lin Haoqing aceptaría la orden? Es curioso.
Changyi asintió.
—Cuando Qing Ji capturó a Lin Haoqing en su campamento, también parecía demasiado fácil.
—Y entonces su ejército vino atacando, lo que hizo posible que los convenciera de cambiar de bando —Ji Yunhe entrecerró los ojos—. ¿No parece esto como si él estuviera... entregándonos a propósito a sus hombres? —Ji Yunhe reflexionó un poco más—. Pero no puedo averiguar qué está planeando ahora.
—Podemos preocuparnos de ello mañana después de volver —Changyi se levantó—. ¿Tienes hambre? Subiré a traerte algo de comida. ¿Qué quieres comer?
—Algo dulce. Ya sufrí demasiado, ahora sólo quiero cosas dulces. (La traducción china de "sufrir" es literalmente "comer amargo").
—Bueno. ¿Cuál de las frutas que traje era la más dulce?
Ji Yunhe sonrió y contestó:
—Tú eres el más dulce.
Las orejas de él se le pusieron rojas.
—Volveré pronto.
...
Cuando saltó al acantilado sobre la orilla, Luo Jinsang y Qu Xiaoxing se habían aburrido tanto que estaban lanzando dados tallados en guijarros.
Al ver que Changyi había vuelto a salir del mar con pescado, Qu Xiaoxing se acobardó inconscientemente.
—Ya asé pescado durante dos días seguidos, no quiero hacerlo hoy.
—¿Quién más va a hacerlo? —Luo Jinsang lo empujó y no tuvo más remedio que asumir de nuevo la tarea. Luego procedió a hacerle a Changyi su pregunta diaria—: ¿Cómo le va a Yunhe ahí abajo?
—Bastante bien —Changyi se adentró en el bosque.
Qu Xiaoxing se volteó hacia Luo Jinsang y comentó:
—Parece que hoy está de muy buen humor.
—¿No suele ser así?
Qu Xiaoxing dijo sin rodeos:
—¿Suele molestarse en contestarte?
Luo Jinsang hizo un mohín y, de repente, una luz verde brilló sobre sus cabezas. Le resultó familiar y levantó la vista con una sonrisa.
—¡Ha venido Qing Ji! Huh... —Entrecerró los ojos un poco más—. Eso es...
Un par de alas verdes gigantes pasaron volando por el cielo, pero tenían un aspecto muy extraño. No eran las hermosas que Luo Jinsang había visto antes, sino que eran dentadas y desiguales, y volaban torpemente en el aire.
Al mirar más de cerca, Luo Jinsang vio a la persona entre las alas. No era Qing Ji, sino una mujer vestida de rojo. Ella y Qu Xiaoxing nunca habían visto a la Princesa Shunde, pero su intuición les decía que esa mujer no era una amiga.
Levantaron sus defensas cuando la mujer aterrizó en lo alto del acantilado.
Ahora cara a cara, Luo Jinsang pudo ver claramente que las alas eran en realidad gas verde condensado en forma de alas. Parecidas a las nueve colas detrás de Ji Yunhe, pero mucho más horribles.
La Princesa Shunde dio un paso adelante sobre sus pies descalzos y su aura verde se disipó. Las cicatrices de su rostro no habían desaparecido del todo, lo que le daba un aspecto inquietante y amenazador. Luo Jinsang y Qu Xiaoxing no pudieron evitar retroceder para mantener las distancias con ella.
—¿Me dijeron que el jiaoren trajo a Ji Yunhe aquí para curarla? —Su voz era mucho más ronca que de costumbre—. ¿Dónde están?
Luo Jinsang y Qu Xiaoxing se miraron. Sólo conocían a una persona en este mundo a la que le gustara vestir de rojo y que tuviera la cara desfigurada. Al adivinar su identidad, ambos se sintieron conmocionados y horrorizados.
Todos sabían que la princesa Shunde era una maestra demonio y discípula personal del Gran Maestro. ¿Cómo acabó con ese aspecto? ¿Y qué pasa con esas alas? Esta aura demoníaca parecía similar a la de Qing Ji...
¿Y cómo supo que Ji Yunhe aún estaba viva? ¿Y vino tan rápido?
—No sabemos de qué estás hablando —levantó la voz Qu Xiaoxing y dijo—. Aquí sólo estamos nosotros dos, no he visto a nadie más.
—Entonces es inútil mantenerlos con vida.
Antes de que Luo Jinsang y Qu Xiaoxing pudieran ver cómo se movía, su cuerpo se convirtió en un borrón mientras se acercaba a Qu Xiaoxing y le alcanzaba el cuello. Cuando sus afiladas uñas estaban a punto de tocar su piel, un carámbano voló desde un lado, apuntando a su palma. No tuvo más remedio que retroceder unos pasos. La princesa Shunde miró en la dirección de donde procedía el carámbano.
Cabello plateado y ojos azules. Aquel que había deseado durante tanto tiempo, pero que nunca pudo conseguir.
El que había creado todo el caos en su mundo.
La princesa Shunde entrecerró los ojos y lo miró con maldad.
Y Changyi aún sostenía unas jugosas frutas en la mano. Las puso suavemente en el suelo usando una hoja como almohadilla, y luego miró a Shunde. Al ver el aura demoníaca verde alrededor de su cuerpo, apretó las cejas.
—Jiaoren, tú y yo tenemos muchas cuentas pendientes, pero no estoy aquí para matarte —Los ojos de Shunde eran fríos, y su voz estaba llena de odio—. ¿Dónde está Ji Yunhe?
Changyi no necesitó oír más. Una espada de hielo tomó forma en su mano y sólo dijo una palabra a Luo Jinsang y Qu Xiaoxing:
—Muévanse —Con eso, la espada de hielo rompió el aire y se abalanzó sobre Shunde.
Luo Jinsang dudó y Qu Xiaoxing fue a tirar de ella.
—¡Vamos! ¡No te interpongas en su camino!
La espada de hielo de Changyi aterrizó sobre un ala formada por gas verde. La fuerza del impacto destrozó la hierba y los árboles circundantes y empujó a Luo Jinsang y Qu Xiaoxing tres pasos hacia atrás.
Luo Jinsang tuvo que admitir que la batalla entre Changyi y la princesa Shunde era algo en lo que no podía ayudar.
No dudó de nuevo y corrió hacia lo profundo del bosque junto con Qu Xiaoxing.
Luo Jinsang miró hacia atrás y observó la intensa batalla. No sólo el Mar Helado estaba alterado, incluso el viento y las nubes habían cambiado de color. Pero entonces se dio cuenta de que la mano de Changyi se estaba escarchando, casi como si se fusionara con la espada...
—He oído que el pez se esforzó demasiado durante la erupción de lava y sufrió una grave pérdida de energía, ¿estará... estará bien?
Qu Xiaoxing también miró con preocupación.
—Vuelve al norte y busca ayuda, yo intentaré encontrar a Yunhe...
Otra ráfaga de viento sopló y los hizo tambalearse. La fuerza de esta batalla podría ser equivalente a la de Changyi luchando contra el mismísimo Gran Maestro. Sin tiempo para preguntarse por qué Shunde se había vuelto tan poderosa de repente, Qu Xiaoxing empujó a Luo Jinsang ansiosamente:
—¡Vamos!
Dentro del bosque, dos sombras tomaron inmediatamente caminos separados.
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