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Bueno, después de 7 años terminamos Gamers!, hace poco también terminamos Sevens. Con esto nos quedamos solo con Monogatari Series como seri...

Sayonara Piano Sonata Volumen 4 - Capítulo 11

 CONTRALUZ, LA SEGUNDA CAMPANA

 

Hundiendo mi cuerpo en el asiento del tren, recorrí toda la línea Yamanote, que había tomado por error, dos veces, antes de finalmente cambiar a la línea correcta para volver a casa.

Al salir de la estación, agarré mi teléfono para mirar la hora. Eran las cinco de la tarde, no me extraña que ya estuviera tan oscuro. Tenía varias llamadas perdidas: seis de Chiaki y una de Senpai. El estrés difuso e irreal que había sentido detrás de las orejas todo el tiempo se apoderó de repente de mis hombros.

Justo cuando estaba a punto de guardar el teléfono en el bolsillo, sonó.

—¡Por fin contestas! ¿Has vuelto? ¿Has visto a Mafuyu?

—¿Eh? Ah, m-mmm.

La voz aguda de Chiaki me tranquilizó. Ya no sabía dónde estaba mi corazón.

—La vi. Eh... Fui a la sala de ensayos de la orquesta. Yuri, Ebichiri y Mafuyu estaban allí.

—... ¿Pasó algo? Tú...

La voz de Chiaki se apagó de repente y recordé los gritos de dolor de Mafuyu. No puedo contárselo a Chiaki y a Senpai.

Pasé el celular a la mano izquierda, tragué saliva y me senté en las escaleras de la estación, donde no había mucha gente.

—Eh... No es nada grave. Bueno, ya sabes que hace un tiempo Mafuyu fue perseguida por los periodistas, ¿no? Parece que los paparazzi vuelven a estar tras ella.

Lo dije lo más despacio posible para evitar que mi voz se quebrara o subiera de tono.

—La persiguieron hasta su casa, así que ahora se esconde en un hotel de Tokio. Creo que querían que Tetsurou les ayudara, pero no pudieron contactar con ese idiota, así que le pidieron a Yuri que me llamara.

Increíble, estoy mintiendo descaradamente sin siquiera intentarlo. Mientras hablaba con Chiaki, mi voz y mi corazón comenzaron a estabilizarse. No sabía que tenía un talento tan inútil como este. Soy de lo peor.

—Malinterpreté las cosas y fui hasta Shinagawa. Qué idiota soy.

—¿Es... así? Menos mal...

Cuando escuché la voz cálida y suave de Chiaki, me dolió el pecho como si me lo atravesara un taladro. Ella me creyó, realmente me creyó. Pero supongo que es razonable, ya que yo soy el único que notó que algo andaba mal con la mano derecha de Mafuyu al escuchar el concierto de violín; supongo que era de esperarse.

—¿Por qué no me llamó? ¡Qué cruel! ¡Senpai también está preocupada!

—S-Sí. —Intenté inventarme una excusa, pero era como si estuviera escurriendo una toalla seca—. Porque los periodistas también estaban investigando a la banda, y Mafuyu dijo que no quería molestarlas. Y si hubieran sabido dónde estaba, quizá se habrían colado en su casa para verse con ella.

—¡Nao es el única idiota que haría algo así!

Tienes razón. Soy el único idiota que haría eso.

—¿Y entonces? ¿Volverá mañana?

—¿Eh? Ah, bueno, no estoy muy seguro, pero probablemente no tardará mucho.

¿Y ahora qué? ¿Cuánto tiempo piensa Mafuyu mantener esto en secreto? Es imposible que lo haga para siempre. ¿Por qué estoy mintiendo tal y como me pidió?

—Entonces, trabajemos en nuestros trajes, ¿de acuerdo? Tengo una idea muy interesante, así que mañana traeré la muestra.

—Mmm, entendido. Urm, ¿puedes explicárselo todo a Kagurazaka-senpai por mí?

—Nao, deberías decírselo tú mismo...

—No, me regañaría si se lo dijera yo.

Chiaki soltó una risita.

—Bueno, entendido. Le daré el mensaje por ti. ¿Vas a volver a la escuela más tarde?

—Ah... —Cierto, dejé el abrigo y la mochila en la escuela—. Mmm, estaré allí más tarde.

Colgué y guardé el teléfono en el bolsillo. Sentía como si mis manos hubieran entrado en contacto con algún tipo de aceite maloliente o algo así.

La razón por la que le pedí a Chiaki que le pasara el mensaje era porque, si se lo hubiera dicho yo mismo a Senpai, ella habría descubierto mis mentiras al instante. Pero aún tenía que volver a la escuela. Me sentía muy mal y ni siquiera podía levantarme, pero si me iba directamente a casa, Chiaki me llevaría mis cosas y eso haría que las cosas se pusieran incómodas.

Me senté en la esquina de las escaleras y escondí la cabeza entre las piernas durante unos diez minutos, hasta que el frío me caló el cuerpo. Me costó mucho levantarme, incluso con la ayuda de la barandilla.

 

 

Al día siguiente, Mafuyu volvió a faltar al ensayo matutino.

—¿Mafuyu tampoco viene hoy? Pero si ya le hice una camiseta nueva.

Dijo Chiaki sin entusiasmo, mientras ajustaba el pedal del bombo mientras afinábamos.

—Hmm, yo tampoco estoy muy seguro.

La llamé varias veces ayer por la noche, pero nunca contestó.

Después de afinar su instrumento con cuidado, Kagurazaka-senpai habló.

—Joven, tienes algo que decirme, ¿verdad? Si quieres, podemos ir a algún sitio donde estemos solos.

Un escalofrío me recorrió la espalda. Senpai lo dijo medio en broma, pero no había ni rastro de picardía en sus ojos.

¿Senpai sabe algo? Quiero decir, estamos hablando de ella. Es posible que, durante estos dos últimos días en los que he estado deprimido, haya descubierto el paradero de Mafuyu y lo que le pasó a su mano derecha.

No, es imposible que se quedara callada si lo supiera.

Porque...

feketerigó nunca volverá a volar.

—Da igual lo que diga, Senpai siempre me ignora, ¿no? Así que ya me rendí.

Continué con mi mentira e incluso esbocé una sonrisa. ¿Por qué estoy haciendo esto? Yo mismo no estaba muy seguro. Pero era imposible mirarla a los ojos, unos ojos que lo veían todo, así que suspiré aliviado cuando ella centró su atención en Chiaki.

—Es poco probable que estemos de acuerdo con tu diseño, pero veamos la ropa que creaste esta vez, camarada Aihara.

—¡Eso es muy cruel, Senpai! Estoy planeando darle una gran sorpresa a Mafuyu, así que lo mantendré en secreto un poco más.

Escuché su tranquilizadora conversación desde lejos y fingí pasar la mayor parte del tiempo afinando mi bajo. La campana sonó poco después.

Mafuyu tampoco estaba en el aula y no apareció ni después de que terminara la tutoría ni después de que comenzaran las clases. Ya era el cuarto día y mis compañeros, incluida Terada, me bombardeaban con preguntas como

—Nuestra princesa tampoco está hoy en la escuela, ¿sabes por qué, Nao?

¿Qué está pasando? ¿Sigue pasando revisiones médicas? ¿O Ebichiri la encerró en casa? Es muy posible, a juzgar por lo que dijo ayer antes de despedirnos. Dijo que definitivamente participaría en la actuación de Navidad. ¿En qué demonios está pensando? Es posible que ni siquiera pueda mover la mano derecha.

No volaría a Estados Unidos sin avisarnos, ¿verdad? No, Ebichiri debe de estar ocupado preparando su interpretación de la Novena de Beethoven.

Pero no debería haber ningún problema para que ella asistiera a la escuela, ¿no? Tenía muchas ganas de ver a Mafuyu.

Quería verla.

Pasé el resto de las clases de la mañana agarrándome con fuerza al pupitre, soportando los inquietantes pensamientos que se arremolinaban en mi interior.

 

 

No tenía apetito durante la pausa para comer, así que le pasé mi fiambrera a Chiaki y me dirigí a la oficina para recoger las llaves de la sala de ensayo.

—Oh, Nao. Qué oportuno.

Alguien me interceptó en la entrada de la oficina. Era la señorita Maki, la profesora de música y asesora del Club de Investigación de Música Folk. Se le veía visiblemente cansada. Era una pena para su rostro joven y hermoso, perfecto para engañar a los estudiantes varones de nuestra escuela.

—Mafuyu está aquí, en la sala de preparación musical.

Susurró. Di un respingo y miré a la cara de la señorita Maki.

—El maestro Ebisawa me contó los detalles. En cualquier caso, deberías ir allí ahora mismo. Yo tengo que pasar por la oficina de administración.

Asentí con la cabeza rígidamente.

—No les has contado a Kagurazaka ni a Aihara lo de la mano de Mafuyu, ¿verdad? —preguntó la señorita Maki en voz baja.

—... No, Mafuyu me dijo que no se los contara.

—Aun así, es imposible mantenerlo en secreto para siempre.

La señorita Maki tenía razón. Pero lo único que podía hacer era mantener la boca cerrada.

—Piensa en lo que puedes hacer.

Me dio una palmada en la espalda mientras yo corría hacia las escaleras.

En la cuarta planta del edificio escolar, había una puerta corrediza situada a la derecha de la puerta metálica de la sala de música. Esa era la entrada a la sala de preparación musical, un lugar al que ningún estudiante entraría en circunstancias normales. El territorio de la señorita Maki, para ser exactos.

Cuando abrí la puerta, mis ojos se encontraron con los rayos del sol del mediodía invernal. Las cortinas de la sala estaban abiertas y el cabello color granate esperaba al otro lado del piano, que ocupaba la mitad del espacio de la pequeña sala.

Mafuyu se levantó frente a la luz de fondo y abrió mucho los ojos mientras echaba la silla hacia atrás. Su cabello se agitaba y las partituras que tenía en la mano cayeron al suelo.

Esperaba que me insultara, pero lo único que hizo fue bajar la mirada y volver a sentarse en la silla.

Entré en la habitación y cerré la puerta, luego me apoyé contra la pared de la izquierda para evitar la luz del sol que entraba por la ventana.

Los dos permanecimos en silencio durante un buen rato. Casi podía oír cómo el sol se desplazaba lentamente por el cielo.

—...Lo siento.

Mafuyu finalmente habló.

—Por lo que pasó ayer.

Negué con la cabeza. Ella se disculpó primero. Y eso me llenó de culpa.

—Yuri... él no está... enfadado, ¿verdad?

—No lo estaba, pero lloró.

En aquel momento, Yuri rechazó mi oferta de acompañarlo a casa y salió corriendo de la sala de recepción. Después de que se marchara, me desplomé en el sofá, impotente, y fui incapaz de moverme durante un rato.

—Yuri... él no tiene la culpa.

Mafuyu desvió la mirada hacia su mano derecha abierta y murmuró.

—Esto no es culpa de Yuri. Se me ocurrirá algo.

—¿Se te ocurrirá algo?

—Solo tengo que aguantar hasta que termine la actuación de Navidad.

—¿Sigues diciendo tonterías como esa? —Me acerqué al piano inconscientemente—. Ahora no es momento de pensar en el concierto, ¿verdad? ¡Puede que nunca vuelvas a tocar el piano!

—¿Por qué importa el piano...?

Mafuyu dijo eso inconscientemente y, por reflejo, se agarró el brazo con la mano derecha. Luego se tragó sus palabras.

—S-sé que es muy tonto por mi parte pensar así, pero...

—Si ese es el caso, entonces...

—¡Pero quiero participar en el concierto! ¡No quiero quedarme sin poder tocar la guitarra!

—Por eso te digo que no te esfuerces demasiado. ¿Y si te rompes la mano de verdad?

—¡No importa aunque me la rompa!

Las palabras de Mafuyu me atravesaron el corazón.

Con la mano derecha presionando la zona sobre el corazón y los ojos llenos de lágrimas, Mafuyu continuó.

—Porque lo hago todo por Naomi...

—¿Por mí...?

—Eso se aplica tanto al piano como a la guitarra. Toco por Naomi. Mi mano estaría prácticamente rota si no pudiera actuar en el mismo escenario que tú. No puedo aceptar que Chiaki y Kyouko puedan actuar contigo, pero yo no.

Me topé con un muro de hielo.

—¿Por qué... estás dispuesta a llegar tan lejos?

¿Qué demonios estoy preguntando? ¿Soy idiota? Sentí como si una persona tranquila en mi cabeza me diera una fuerte patada en el cráneo. La cara de Mafuyu parecía derretirse.

—¿Por qué? ¿Me preguntas por qué? ¿No tienes ni la más mínima idea?

Eso fue suficiente para destrozarme, ya estaba lleno de grietas por todas partes.

—Espera, Mafuyu. Lo siento...

—¡No digas nada más!

Mafuyu se tapó los oídos y gritó.

—¡No necesito tu preocupación! ¡No quiero oír eso de ti!

—Entonces, ¿qué debo hacer?

—¡No lo sé! ¡No lo sé!

Mafuyu se abrazó la cabeza y se desplomó sobre la silla del piano. Sus hombros temblaban violentamente.

De repente, el mundo se volvió ligero. Las paredes, las estanterías, el piano y la silla volaban a mi alrededor. ¿Qué está pasando? Miré a mi alrededor desconcertado y me di cuenta de que me había desplomado en el suelo. Me apoyé en la pared y estiré las piernas.

Sentía como si el suelo helado me hubiera quitado hasta la última gota de fuerza.

¿Por qué salieron así las cosas?

¿Es porque no sé expresarme bien? ¿Sabe Mafuyu lo de la confesión de Kagurazaka-senpai, así como mi incapacidad para rechazarla de forma decisiva? ¿Y que he estado posponiendo cada vez más la resolución de ese asunto?

Aunque no supiera nada de eso, Mafuyu celebró su cumpleaños conmigo a pesar de la inquietud que sentía por mis excusas para no dar un paso adelante.

Hizo todo lo posible por estar conmigo en el mismo escenario en Navidad.

Soy de lo peor.

No hay nada que pueda decir ahora que ayude a la mano derecha de Mafuyu. Nuestra Navidad ya está totalmente arruinada. No hay forma de salvarla.

Aun así, enderecé las rodillas y me levanté, apoyándome en el borde de la cubierta del piano.

—Mafuyu.

Sus frágiles hombros se estremecieron.

—Mafuyu...

Las palabras que siguieron se quedaron atascadas en mi boca, sin saber muy bien adónde ir. Entonces, llegaron a un lugar congelado.

—El cuerpo de Mafuyu es mucho más importante. El concierto de Navidad se celebrará todos los años, pero la mano derecha de Mafuyu es irremplazable. Tienes que tratarte.

¿Qué demonios fue eso? No tenía intención de sermonearla. Debía haber algo más que quería decir. Mafuyu sacudió su cabello granate.

—Lo sé. Por favor, no digas lo mismo que dijo papá.

No pude ni siquiera tocar sus hombros a pesar de estar tan cerca de ella. Me quedé paralizado en el sitio.

—Lo sé. Por supuesto que lo sé. Pero Naomi podría no estar aquí la próxima Navidad.

—¿Cómo puede ser eso...?

Me tragué mis palabras.

Yo soy la causa de la inquietud irracional que siente, ¿no es así?

Me quedé sin palabras. Y Mafuyu se limitó a abrazarse los hombros y acurrucarse.

 

 

Un largo silencio se prolongó entre nosotros durante quién sabe cuánto tiempo. Cuando Mafuyu finalmente se levantó, el sol seguía acechando en algún lugar alrededor del techo del complejo deportivo. No se había movido ni un centímetro.

—¿A dónde... vas?

Me vi obligado a hacer esa pregunta cuando vi a Mafuyu pasar por el estrecho hueco entre el piano y la pared, dirigiéndose hacia la puerta.

—A la sala de ensayo.

Una respuesta fría.

—Pero... no puedes tocar la guitarra, ¿verdad?

Con la mano apoyada en la puerta, Mafuyu asintió con la espalda aún vuelta hacia mí.

—Papá me confiscó mi Stratocaster.

—Entonces, ¿qué piensas hacer? ¿Cuánto tiempo piensas ocultárselo a Senpai y Chiaki...?

—¡Ya lo sé!

Mafuyu salió de la habitación. Y yo la seguí apresuradamente.

Kagurazaka-senpai ya estaba en la sala de ensayo cuando llegamos; y cuando entramos, tiró las partituras que tenía en la mano sobre el sintetizador, se levantó y le dio a Mafuyu un abrazo repentino y fuerte.

—Mmmmmm...

Mafuyu agitó los brazos con dolor mientras su cara se hundía a la fuerza en el abrigo de Senpai.

—¡Vaya... S-Senpai!

Intenté separarlas, pero Senpai abrazó a Mafuyu y esquivó mi intento.

—No puedes tener a la camarada Ebisawa solo para ti, joven.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Me... duele. Por favor, suéltame, Kyouko.

—No podré llenar la soledad que he sufrido en los últimos tres días si no hago esto.

Mafuyu, que planeaba empujar a Kyouko, dejó caer los brazos débilmente a los lados.

—No hay necesidad de palabras ahora mismo. Solo necesito una confirmación.

Senpai le susurró al oído a Mafuyu. Ah, ella sabía que algo estaba pasando, eso era lo que yo había notado antes. Me retiré a un rincón, me senté en el suelo y observé como un idiota mientras las dos chicas seguían abrazándose.

—...Lo siento.

Mafuyu murmuró, con la punta de la nariz hundida en el pecho de Senpai. Senpai acarició el cabello de Mafuyu en silencio antes de soltarla finalmente y permitirle sentarse.

—No trajiste tu guitarra, ¿verdad?

La pregunta de Senpai hizo que Mafuyu se estremeciera. Era su confirmación silenciosa.

—Ya veo.

Senpai también se quedó sin palabras, lo cual era sorprendente, dado que era una experta con las palabras.

De repente, se oyó un crujido y entró aire frío en la habitación. Los tres miramos al mismo tiempo en dirección a la puerta.

—¡Mafuyu! ¡Si estabas en la escuela, deberías haber venido a clase! ¡Estaba muy preocupada por ti!

Chiaki se abalanzó sobre Mafuyu y le rodeó el cuello con los brazos.

—M-Mmm...

Una expresión de inquietud apareció en el rostro de Mafuyu. Apretó la mejilla contra el brazo de Chiaki, y fue entonces cuando Chiaki se dio cuenta del ambiente tenso que se respiraba en la habitación. Primero miró a Senpai y luego dirigió la mirada hacia mí, como si acabara de darse cuenta de mi presencia en la habitación.

—...¿Pasó algo?

Finalmente, Chiaki miró a Mafuyu. Mafuyu negó con la cabeza.

—No ha pasado nada. ¡Todos están esperando a que la camarada Aihara anime el ambiente!

Mintió Senpai, con una sonrisa forzada en el rostro. Era imposible que Chiaki no se diera cuenta de que algo andaba mal, pero inclinó la cabeza y dijo:

—Bueno, entonces... —y sacó una bolsa de papel de debajo de la mesa. Probablemente planea hacer justo lo que dijo Senpai—. ¡Esta... es la nueva camiseta de feketerigó! Aunque por ahora solo hay una, ya que cuesta bastante trabajo hacerla.

Chiaki sacó una camiseta de manga larga brillante de color verde amarillento de la bolsa de papel y nos la mostró a todos. Los bordes del cuello y las mangas eran rojos.

—Mmm, rechazada. Aunque supongo que podemos venderla como merchandising para fans.

La respuesta de Senpai fue instantánea.

—¡Qué cruel! ¡Me costó mucho esfuerzo hacerla! Mira, esta es la insignia de <Lonely Hearts Club Band>, y también incluí el brazalete.

Mafuyu y yo nos quedamos impactados por esa camiseta tan llamativa.

Es cierto. La insignia estaba impresa justo ahí, en el pecho, y el brazalete rojo y amarillo en forma de V estaba impreso en la manga.

—Esto está escaneado de la portada de <Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band>, que me dio Nao. Es del mismo tamaño que el del disco. Es precioso, ¿verdad?

—¿...Naomi... te lo dio? —preguntó Mafuyu con voz temblorosa—. ¿...Los Beatles?

Chiaki asintió con la cabeza y su expresión se ensombreció. Oí algo romperse dentro de Mafuyu. Cuando se dio la vuelta, su mirada estaba desprovista de cualquier calor.

—¿Por qué? ¿También se lo diste a Chiaki?

Mi mente se quedó en blanco. Cuando asentí con la cabeza, sentí un espasmo de dolor en mi garganta seca. No intenté detener a Mafuyu cuando se dispuso a marcharse después de dar una patada a su silla.

—¿Espera, Mafuyu? ¿Qué pasa?

Chiaki corrió hacia Mafuyu y la agarró del hombro, pero Mafuyu se dio la vuelta y le apartó la mano de un manotazo. Chiaki se apoyó contra la pared, con el rostro tan pálido que parecía casi transparente.

—¿Tanto te disgusta esta camiseta? Bueno, no tienes por qué ponértela en el escenario si no quieres.

Mafuyu cerró los ojos con fuerza y sacudió su cabello castaño con todas sus fuerzas.

—De todos modos, no volveré a subir al escenario nunca más.

—...¿Eh?

—Ya no puedo tocar la guitarra. Durante los últimos dos días, he estado haciéndome revisiones en el hospital. El médico dijo que mi muñeca no podría soportar el estrés si seguía tocando la guitarra como lo hago. ¡Y por eso!

Para. Quería gritar. Pero el aire se me había escapado de la garganta y no podía emitir ningún sonido. Ni siquiera podía levantarme. Debía de haber una forma mejor de resolver la situación... Pero Mafuyu se vio acorralada por mi culpa. Es culpa mía.

—¡Mafuyu!

Mafuyu salió corriendo de la habitación justo cuando Chiaki estaba a punto de acercarse a ella. Probablemente abrió la puerta de una patada al salir, ya que el edificio tembló ligeramente. El aire frío entró de nuevo en la sala de ensayo y se llevó el calor que aún envolvía mi cuerpo.

Me levanté. Tenía que ir tras Mafuyu. Pero Chiaki me agarró por el cuello.

—¿Qué? ¿Qué fue eso? Oye, ¿qué quiso decir Mafuyu con eso de también se lo diste a Chiaki?

Mi culpa y el mareo que me produjo levantarme demasiado rápido se mezclaron en una mancha rojo oscuro en mi mente. Quería vomitar, pero soporté las náuseas pellizcándome el costado y respondí:

—...Era el regalo de cumpleaños que le iba a dar a Mafuyu. El disco de vinilo de <Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band>.

El mismo regalo que le di a Chiaki. Soy un idiota. Un idiota sin remedio. *¡Pa!* De repente, una fuerza poderosa me hizo girar el cuello y un dolor punzante se extendió por toda mi mejilla. Chiaki me había abofeteado.

—¡Idiota! ¡No nos persigas! ¡Iré yo en tu lugar!

Chiaki salió corriendo de la habitación y la puerta de la sala de ensayos se cerró de nuevo. La presión del aire al cerrarse la puerta me hizo caer hacia atrás, pero algo blando detrás de mí me sujetó y evitó que cayera al suelo.

Levanté la vista y vi el rostro impasible de Kagurazaka-senpai.

Me estaba sujetando con los brazos colocados debajo de mis axilas.

—... Lo siento.

Quería levantarme y alejarme de Senpai, pero ella se negó a soltarme. Me rodeó el pecho con sus manos.

Mi cuerpo se estaba enfriando.

Era como si toda la sangre de mi interior se estuviera escapando por mis oídos.

 

 

Chiaki y Mafuyu no regresaron, ni siquiera después de que sonara la campana que indicaba el final de la pausa para comer. Después de que Mafuyu y Chiaki se marcharan, me quedé sentado en silencio en una silla, abrazando la camiseta de feketerigó de Chiaki contra mi pecho. En cuanto a Kagurazaka-senpai, estaba frente al escritorio con la guitarra apoyada en los muslos, garabateando sin parar en los pentagramas. Al escuchar las frases que tocaba de vez en cuando, me di cuenta de que estaba reordenando la pieza para una sola guitarra.

Al mismo tiempo que sonó la campana de preparación, Senpai cerró su cuaderno y guardó la guitarra en su estuche.

—Joven.

Por fin se rompió el silencio.

—¿Sí?

—¿Sabes?, hice algo realmente despreciable. ¿Sabes por qué decidí confesarte mi amor en ese momento?

¿Por qué?

¿Había alguna razón para ello?

—Fue una maldición.

Me quedé atónito. Mis ojos miraban fijamente a Senpai.

—Confesarme contigo significaba destruir el equilibrio de nuestra relación. Y al negarme a escuchar tu respuesta, joven, te impedí hacerle a Mafuyu lo que yo te hice a ti. Una maldición.

—¿Qué...?

—Porque te deseaba con todas mis fuerzas. Aunque hubiera un noventa y nueve por ciento de posibilidades de fracasar... Aunque tuviera que huir o me viera obligada a avanzar a gatas... Aun así, quería apostarlo todo por esa mínima posibilidad. No me avergüenzo de las cosas despreciables que hice, pero...

Senpai cerró la hebilla de resorte de la funda de su guitarra y la apoyó contra la pared.

—Como alguien que no supo ver un final como este, me considero la peor. Me repugno a mí misma.

¿De qué está hablando?

Senpai no es la culpable aquí. Todo es culpa mía.

Justo cuando estaba a punto de hundirme en un oscuro lodazal, sin tener mucho en cuenta mis sentimientos, Senpai me sacó a la fuerza.

—Joven, nunca volveré a sonreír delante de ti.

—¿...... Eh......?

—He perdido el interés en esta batalla sin enemigos. Ni siquiera vale la pena usar todos mis despreciables trucos. Mi amor por ti quedará congelado a partir de ahora.

Senpai salió de la habitación sin siquiera voltearse para mirarme.

—La próxima vez que te muestre mi sonrisa será el día en que regrese la camarada Ebisawa.

La puerta se cerró de golpe. Me deslice por la pared y me acurruqué en el suelo.

Solo en aquella habitación llena de polvo, oí sonar la segunda campana.



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