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Bueno, después de 7 años terminamos Gamers!, hace poco también terminamos Sevens. Con esto nos quedamos solo con Monogatari Series como seri...

Red Data Girl Volumen 4 - Capítulo 3

 BUENO, OTRA VEZ, AQUÍ FALTA EL PRIMER TERCIO DE LA PARTE 1 DEL CAPÍTULO 3, CORRESPONDIENTE A LA SEMANA 15. ASÍ QUE COMENZAREMOS CON EL SEGUNDO TERCIO.

 

CAPÍTULO 3

MANIFESTACIÓN

 

PARTE 1

(Segundo Tercio)

Cuando se abrieron las puertas de la sala de conferencias, los modelos comenzaron a susurrar entre ellos.

En la sala, los asientos se habían dispuesto de manera que rodeaban a los presentadores por seis lados. Había muchos estudiantes sentados en el piso y otros de pie. Otros estudiantes que tenían invitación para entrar al centro caminaban y observaban lo que hacían los manifestantes.

Hayakawa, vestido de dorado de pies a cabeza, fue el primero en atravesar la puerta de la sala. Su aparición provocó un fuerte murmullo entre el público, que giró la cabeza para mirarlo. Una chica cercana soltó un grito agudo y emocionado.

Izumiko fue una de las últimas cuatro en salir al salón, pero esto le dio la oportunidad de buscar a Hodaka Murakami. Lo encontró de pie frente a ella, a unos metros de distancia. El hombre no estaba en el círculo de presentadores, mostrando a los estudiantes cómo ponerse un kimono. Estaba de pie cerca de las puertas, cerca de donde esperaban los modelos.

Miyuki estaba de pie junto a él, casi como si se hubieran reunido para hablar.

Miyuki podía considerarse alto, pero era un poco más bajo que Hodaka. Sin embargo, no era solo la diferencia de altura. De pie junto al refinado estudiante graduado, Miyuki parecía especialmente un estudiante de primer año. Tampoco parecía muy contento con ello. Aunque ese día llevaba un polo, seguía pareciendo dolorosamente un estudiante.

¿Por qué está Miyuki con...?

Como era de esperar, los dos no se llevaban bien. Ambos querían claramente mantener cierta distancia entre ellos, pero se acercaron lo suficiente para hablar. Sin embargo, en el momento en que los dos se dieron cuenta de la mirada de Izumiko, ambos contuvieron la respiración al mismo tiempo. Ese fue el único segundo de sincronía entre ellos.

Pero entonces, Hodaka se subió las gafas por la nariz y esbozó una media sonrisa, como diciendo: ...Vamos, vamos.

Miyuki no dijo nada. Su rostro permaneció completamente congelado.

Izumiko se dio cuenta de que era la primera vez que veía la expresión de Miyuki cuando estaba asustado.

Él no tenía la capacidad de controlar el poder espiritual. Él mismo le había explicado que no fue educado con ese conocimiento. Pero, teniendo eso en cuenta, nunca antes lo había visto asustado, ni siquiera cuando las cosas a su alrededor estaban fuera de control. Era una persona muy sensata y su valentía era uno de sus puntos fuertes.

Sin embargo, en ese momento era fácil darse cuenta de que estaba temblando. Izumiko vio que estaba aterrorizado hasta lo más profundo de su ser.

Estaba aterrorizado por la aparición de la diosa.

Su expresión era la que tendrías si vieras a un monstruo. No mira a la diosa de esa manera, ¿verdad?

Le dolía el pecho, pero al mismo tiempo, una nota de ira brotó en su interior. Empezaba a darse cuenta de lo peligroso que era lo que estaba haciendo y eso la ponía más nerviosa que nunca.

Giró la cabeza para mirar a Miyuki y le susurró:

—No tienes que preocuparte. Nada va a ocupar mi lugar. No me convertiré en ella delante de toda esta gente.

En ese momento, la voz autoritaria de Origuchi resonó en el sistema de sonido. Estaban a punto de presentar a los últimas modelos, así que no había tiempo para discusiones. Todas las miradas se dirigieron hacia ellos. Decidida, Izumiko se abrió paso hasta la parte delantera, detrás de Uesugi Kenshin.

En un momento de la demostración, Hayakawa, vestido con su armadura dorada, consiguió arrebatarle el micrófono a Origuchi y hacer una pequeña actuación por su cuenta, pero, por suerte, ninguno de los demás modelos intentó hacer algo parecido. Hacia el final, los estudiantes de secundaria y bachillerato se dividieron en dos secciones para que los profesores pudieran dar sus comentarios finales y los estudiantes pudieran hacer preguntas. Izumiko se encontró completamente rodeada de estudiantes de secundaria.

El uniforme de secundaria estaba diseñado en colores diferentes al de los estudiantes de preparatoria, por lo que, aunque alguno de los estudiantes de secundaria fuera más alto o pareciera más maduro que sus compañeros, no se le confundiría con un estudiante de preparatoria.

Los estudiantes, apretujados hombro con hombro alrededor de Izumiko, vestían polos y blusas blancas de manga corta. Sus pantalones y faldas eran de cuadros azul marino y gris. La chaqueta que llevaban como parte de su uniforme de invierno también era azul marino. Casi todos vestían hoy sus uniformes. Izumiko supuso que a los estudiantes de secundaria les dijeron que no podían asistir al evento con su ropa deportiva holgada.

Varios estudiantes sostenían teléfonos celulares y cámaras de colores.

Como la demostración se celebraba en un día festivo, los teléfonos celulares, que normalmente estaban prohibidos, estaban permitidos ese día. En cuanto se reunieron a su alrededor, comenzaron a tomar fotos. Los brillantes flashes hicieron que Izumiko sintiera como si estuviera parpadeando una y otra vez, ya que eran incesantes. No podía ver nada delante de ella.

—¿Quién es esa?

—No lo sé.

—¿En serio? Me pregunto quién será.

Izumiko cerró los ojos. Las conversaciones eran frustrantes, pero aún podía oírlas a su alrededor.

Todos los estudiantes conocían a Mayura Souda, pero Izumiko se unió a la Academia Houjou en la preparatoria y nadie la conocía. Parecía que su llegada pasó desapercibida.

Pero ahora incluso las personas que no conozco reconocerán mi rostro. ¿Por qué me metí en esto?…

Mayura le dijo que se preparara para las fotos, pero Izumiko pensó que solo se refería a los estudiantes con cámaras profesionales. Había olvidado que hoy en día cualquiera puede tomar fotos. Izumiko veía menos personas sin cámaras que con ellas. Sintió una opresión en el pecho por la incomodidad.

Está bien. Pensó rápidamente. Puedo protegerme. Ahora sé cómo usar los sutras de protección.

El encantamiento que eligió era el más utilizado por cualquiera que quisiera protegerse bloqueando el peligro de su camino. Izumiko aún no entendía del todo el significado de las palabras que pronunciaba, pero seguía creyendo en el poder de defensa que le podían aportar.

Después de eso, lo único que podía hacer era dedicarse a ser un maniquí y esperar a que terminara el programa. La gruesa capa de maquillaje que cubría su rostro le ayudaba a mantener una expresión dura e inexpresiva. Era capaz de fijar la mirada en un punto lejano frente a ella y mantenerla allí.  

Se quedó quieta, soportando la situación mientras las charlas de los estudiantes y profesores pasaban desapercibidas. Pero entonces, una pequeña voz lejana pronunció su nombre.

—Izumiko.

Cuando miró hacia atrás, vio que Mizuhiko Ryougoku había empujado su corpulento cuerpo entre los estudiantes de secundaria y estaba allí, sonriendo. Llevaba una cámara mucho más grande que las que llevaban las personas que lo rodeaban.

—Vaya. Al principio no sabía quién eras. Le pregunté a Mayura y vine enseguida. Qué público tan afortunado. No solo tienen a Mayura, sino también a ti.

Al ver una cara conocida frente a ella, Izumiko se sintió mejor y se relajó un poco.

—No tienen suerte. Tuve que hacerlo.

—Entonces yo sí tengo suerte. ¿Te importa si te tomo una foto?

Izumiko asintió, pensando que era un poco tarde para hacer esa pregunta.

—Pero toma más fotos de Mayura que de mí, por favor.

—Por supuesto que lo haré. Pero quería tomarte una foto más —dijo Ryougoku alegremente mientras jugaba con el gran lente de su cámara—. Los lentes SLR pueden tomar fotos que se acercan más a la realidad que cualquier otro tipo de lente. La Izumiko que veo en el visor parece una persona completamente diferente a la de siempre, es una locura. Tengo esa sensación incluso ahora mientras hablo contigo.

Izumiko se sorprendió un poco por sus palabras, pero supuso que era algo bueno, ya que también tomaba fotos de otras personas. Ryougoku es un chico de buen corazón e, incluso sabiendo que está realmente interesado en Mayura, Izumiko no se preocupaba demasiado por él.

—Creo que salió bien. Izumiko, hoy estás muy bonita.

Al escuchar sus sinceras y directas palabras, el resto de la tensión de Izumiko se disipó. Supuso que era porque la llamaron bonita con una voz inesperadamente suave. De repente, se dio cuenta de que, aunque llevaba ropa bonita, no se estaba divirtiendo. Por eso el sonido del obturador de Ryougoku no era lo más incómodo a su alrededor en ese momento.

Después de eso, todo concluyó sin incidentes. Era fácil darse cuenta de que a la gran mayoría de los estudiantes les pareció interesante la demostración de kimonos. Una vez que el maestro de ceremonias dio por concluido el evento, hubo mucha gente que quiso tomarse fotos conmemorativas con los modelos mientras aún estaban allí. De todos modos, Mayura e Izumiko se escaparon a los vestuarios mucho más rápido que los chicos con sus armaduras.  

Había un método específico para guardar los kimonos que se habían quitado los modelos. Además, también había que guardar los micrófonos y todo lo demás. Como resultado, Izumiko y los demás no terminaron en la sala de conferencias hasta que pasó al menos otra hora. Aun así, Izumiko superó la conferencia sin que pasara nada. Sintió una pequeña punzada de placer al darse cuenta de ello, como si hubiera superado una prueba importante.

Una vez que se volvió a poner el uniforme que traía puesto antes, se trenzó el cabello de nuevo. Para ella era normal llevar la blusa azul claro de manga corta, la falda verde de cuadros escoceses y el chaleco de punto blanco. Sin embargo, estar rodeada de uniformes de secundaria le hizo recordar la felicidad que sintió la primera vez que se puso el uniforme de preparatoria. Hacía tiempo que no pensaba en ello.

Mientras charlaban al salir de la sala de conferencias, Izumiko y Mayura se encontraron con Mizuhiko Ryougoku en el vestíbulo. Parecía muy satisfecho con cómo salieron las cosas.

—Escuché al grupo de la secundaria hablar sobre la conferencia de modelaje y mencionar sus nombres con muchos elogios. A partir de ahora tendrán fans en la secundaria.

—Eso es...

Izumiko se encogió. A su lado, Mayura parecía orgullosa de sí misma.

—Es natural. Nos hicimos tan famosas en la conferencia que podrían cancelar el concurso de belleza y no importaría.

—Eso nunca va a suceder —dijo Izumiko, pero Mayura ya se había girado hacia Ryougoku y continuaba con otro tema. Por lo general, Mayura no se relacionaba con el Club de Historia Japonesa, pero, aun así, su posición en la faceta secreta del club, el MSF (el Club de Fans de Mayura Souda), no había cambiado. Seguía vinculada a lo que el club hacía en las sombras.

Izumiko esperó unos minutos, pero cuando vio que la conversación no iba a terminar pronto, decidió adelantarse y salir de la sala de conferencias antes que ellos. Estaba realmente agotada.

Mientras bajaba los escalones de piedra del exterior, vio a Miyuki de pie en las sombras, a un lado de la puerta. Estaba apoyado contra la pared de hormigón del edificio.    

¿Me está esperando?

 Aunque solo fuera para regañarla por lo que pasó hoy, saber que la esperó le levantó el ánimo de forma inesperada. No vio a Hodaka Murakami. Pero eso no era extraño. Después de todo, él mismo dijo que esperaba que hoy fuera un día largo. Probablemente hubiera regresado a la ciudad en su lujoso auto plateado.

Cuando Miyuki se percató de que Izumiko salía del edificio, sus ojos se posaron en sus largas trenzas y su expresión cambió a una de sorpresa manifiesta. Al ver su rostro, Izumiko, por primera vez en su vida, tuvo la repentina y extremadamente inquietante sensación de que debía deshacerse las trenzas.

Lo hice una vez... El desfile de hoy terminó sin que nadie viera a la diosa...

AQUÍ FALTA EL ÚLTIMO TERCIO DE LA PARTE 1 DEL CAPÍTULO 3, CORRESPONDIENTE A LA SEMANA 17. ASÍ QUE COMENZAREMOS CON EL PRIMER TERCIO DE LA PARTE 2.

 

PARTE 2

Solo después de haber escapado por las puertas y bajado la pendiente que había más allá, Miyuki se detuvo y soltó la mano de la diosa.

No había nadie en la calle a su alrededor. Cuando miró hacia atrás, hacia la puerta, tampoco vio a Mayura ni a Ryougoku persiguiéndolos. Si alguien más los había visto huir, también escaparon de ellos.

Suspirando, Miyuki miró a Izumiko, que estaba a su lado. La diosa tenía el mismo aspecto que Izumiko, de pie en silencio, con el cabello recogido en sus trenzas habituales. Sin embargo, cuando soltó una risa serena, su rostro no se parecía en nada al de Izumiko. Era cierto que le tomÓ de la mano y escapó, pero eso no significaba que la diosa hubiera abandonado el cuerpo de Izumiko todavía.  

Miyuki miró su reloj y vio que eran las cuatro y media.

—Es un poco tarde para ir a la Montaña Takao, ¿de verdad quieres ir? Cuando lleguemos, ya estará todo cerrado.

Ante sus palabras, la diosa se llevó una mano a la sien y dijo:

—Aunque oscurezca, ¿no hay una cervecería al aire libre o algo así en la cima de la montaña?

Parecía como si lo estuviera poniendo a prueba.

A Miyuki le dolía mucho la cabeza.

—...Nunca nos dejarán entrar con nuestros uniformes escolares.

—No nos dejarán entrar aunque nos cambiemos. No entiendes las bromas, ¿verdad?

Después de abrir y cerrar la boca, Miyuki respiró hondo para calmarse y luego preguntó:

—¿Cuántos recuerdos de Izumiko compartes con ella?

—Solo tengo acceso a los que me interesan. Si me interesa conocerlos, ellos vienen a mí.

La diosa dio unos pasos alrededor de la zona donde se estaban.

—Ah, tengo una idea. En lugar de ir a la montaña Takao, vayamos a las ruinas del castillo de Hachioji. No habrá mucha gente allí y, al igual que tú, Izumiko también ha paseado por esa zona después del anochecer.

—Pero allí no hay teleférico ni ascensor.

—No pasa nada. Quiero caminar.

La sonrisa de la diosa cuando dijo esto era diferente a las que había mostrado antes. La expresión parecía surgir de su interior. Habría parecido relativamente natural en la propia Izumiko.

—Hace mucho tiempo que no tengo la oportunidad de pasear. Quiero volver a sentir la sensación de caminar.

Miyuki casi se sintió mal por ella. En ese momento, vio a la diosa como una joven, igual que Izumiko.

—Entonces, vamos.

Sabía que era mejor opción que ir a la montaña Takao, llena de gente. No habría mucha gente en las ruinas del castillo de Hachioji, pero eso era bueno. Significaba que tampoco habría mucha gente que los viera a él e Izumiko allí.

Comenzaron a caminar por el mismo camino que Miyuki recorrió con los miembros del gobierno estudiantil durante las vacaciones de verano.

En comparación con entonces, ahora sudaban mucho menos. Aunque aún quedaba algo del calor del verano, el clima comenzaba a refrescar rápidamente por las mañanas y las tardes. El crepúsculo se acercaba más rápido que antes y sus señales ya eran visibles en el cielo sobre ellos.

Miyuki era uno de los líderes del grupo que construía el monumento para el festival. En ese momento, estaba holgazaneando en su trabajo y no podía escapar de la culpa que sentía. Tenía mucho que hacer ese fin de semana. De hecho, tenía tanto que hacer que acabaría sucumbiendo bajo el peso de todo ello. Aun así, estaba decidido a apaciguar a la diosa lo antes posible para que Izumiko pudiera volver a ser ella misma.      

No puede quedarse así para siempre... Quiero pensar eso, pero...

Pensó en cómo todo esto era culpa suya por enseñarle a Izumiko el hechizo de autoprotección y se le encogió el pecho. Podía llamar a un Yamabushi como último recurso. Podía llamar al Sr. Nonomura o al Sr. Sengoku, pero Yukimasa no serviría. Aun así, eso era algo que no quería hacer hasta que no le quedaran otras alternativas.

—El silencio es ensordecedor. Di algo —ordenó la diosa.

—Las ruinas tienen una parte superior y otra inferior. ¿Quieres subir la montaña? Es un paseo rápido. Pero Izumiko lo sabe.

—Subiré la montaña —afirmó la diosa—. Esta vez iremos hasta las ruinas reales. La última vez, tu grupo dijo que lo haría y podría haberlo hecho, pero no lo hizo.

—Piensa en lo que estás diciendo. No trajimos luz ni nada más con nosotros.

Por suerte, pasaron por una tienda de conveniencia más adelante en el camino. La única linterna disponible para comprar era de mala calidad y no parecía muy confiable, pero era mejor que nada.

La diosa pasó mucho tiempo en la tienda, mirando esto y aquello. Como Miyuki era el único que tenía dinero en el bolsillo, este comportamiento le preocupó. Antes de que pudieran levantar las sospechas del cajero, Miyuki añadió una bebida a su compra y sacó a la diosa de la tienda a toda prisa.

—Ya has estado aquí antes. Usa los pensamientos de Izumiko. Las tiendas de conveniencia no son nada raro.

—Eso es diferente a crear mis propios recuerdos de ir a una tienda de conveniencia como yo misma.

Pensando en cómo una diosa que era adorada en montañas sagradas acababa de merodear por una tienda de conveniencia, mirando guarniciones, chocolate y helados, Miyuki suspiró.

—¿Tienes hambre? Puedo comprarte uno o dos onigiri.

—No. Solo me estaba entreteniendo —respondió la diosa con buen humor.

Después de eso, su buen humor continuó mientras observaba el paisaje durante su paseo hacia las ruinas. Su comportamiento, tono y expresión seguían siendo completamente diferentes a los de Izumiko, pero aún así actuaba como una chica normal. En general, todo era bastante extraño.

Sin embargo, la diosa era mucho más dependiente que Izumiko.

Era normal preocuparse por ella. Era de sentido común ofrecerle una mano para que se estabilizara cuando el camino se convertía en un sendero montañoso. En un momento dado, mientras la sostenía, empezó a preocuparse por si se vería obligado a ofrecerle cargarla a la espalda si se cansaba....

Si acepto cargarla, probablemente tendré que cargarla también durante todo el camino de vuelta...

Pensó en la leyenda del dios del mar que no soltaba a la gente de la espalda y en el cuento del bebé que se volvió más pesado que una roca. El ser que caminaba a su lado también era una extraña criatura no muy diferente a las de esas historias. Simplemente no sabía hasta qué punto se parecía a ellas.

Tras un largo silencio, la necesidad de decir algo se hizo demasiado fuerte como para ignorarla. Pero, al mismo tiempo, Miyuki sabía que la diosa nunca respondería a ninguna pregunta sobre sí misma de forma satisfactoria. Como ninguno de los dos tenía nada en común de lo que hablar, decidió preguntarle por Izumiko. Pero incluso entonces, no creía que ella le diera una respuesta decente.

—Cuando tú estás aquí, ¿adónde va Izumiko?

—Hmm... No me importa saberlo.

—¿Por qué le cuesta tanto a Izumiko recordar el tiempo que has poseído su cuerpo?

—Estás insistiendo mucho.

Pero entonces, la diosa respondió con más detalle.

—No me gusta hablar de otras chicas que no sean yo misma. No quiero pensar en asuntos tan triviales. ¿Cómo te sentirías si solo hablara de Yukimasa?

—Son dos cosas diferentes...

—No lo son —espetó ella—. Vine al presente para disfrutar. No obstaculices ese placer. Solo tengo una oportunidad de estar aquí. No hay una segunda vez. Ningún lugar puede volver a ser como era antes una vez que ha pasado un momento.

—¿Volver?…

Sin inmutarse por la confusión de Miyuki, la diosa continuó.

—La Academia Houjou es nueva. Las cosas que la academia ha logrado hasta ahora también son nuevas para mí. Puede que me hayan obligado a trabajar más duro que antes. Aun así, puede que todo esto sea solo una ilusión. Tengo que ser cautelosa en mi forma de actuar.

La última y extraña afirmación de la diosa fue pronunciada en un tono mucho más bajo del que solía utilizar. No parecía la voz de una joven. En ese momento, Miyuki quiso soltar su mano y dar un paso atrás. Sin embargo, se contuvo, recordándose una vez más que la persona que tenía a su lado no era muy diferente de Izumiko.

Sentió exactamente lo mismo que cuando se encontraron con Satoru Wamiya, disfrazado de niño, en la cima de la montaña Tamakura. Cuando el sello del familiar se debilitó, Miyuki se asustó tanto que se le puso la piel de gallina. No ayudó que la forma que adoptó el espíritu fuera la de un niño de su edad.

Cuando el gobierno estudiantil fue al castillo de Hachioji, Miyuki pensó en caminar hasta las ruinas reales. Quería ver los restos de la torre donde los dos sacerdotes ascéticos oraron hasta su muerte en las llamas. Hoy, cuando la diosa dijo que quería ir a las ruinas, supo que había algo que descubrir allí. Con eso en mente, le pareció que valía la pena pasar un poco más de tiempo con ella y caminar un poco más.

Quizás debido al buen clima, había dos o tres excursionistas en el sendero de la montaña. Sin embargo, cuando llegaron a los bancos de madera de las ruinas de la torre de vigilancia, no había nadie allí. Todo estaba en silencio y lo único que se movía eran los rayos crepusculares de la última luz del atardecer que se filtraban a través de los árboles.

A medida que avanzaban, tenían que moverse lentamente con la linterna extendida frente a ellos. Sabían que las posibilidades de encontrar a alguien más a partir de allí serían escasas. Además de la creciente oscuridad, el camino se había convertido en unos escalones estrechos y difíciles de recorrer.

Cuando finalmente llegaron a las ruinas del castillo, estaba mucho más oscuro de lo que habían imaginado. La zona también era mucho más pequeña de lo esperado.

En el claro se erigían, uno al lado del otro, un pequeño santuario y un pequeño monumento de piedra. Confirmaron que ese era el lugar donde se encontraban las verdaderas ruinas del castillo. Los árboles que habían crecido alrededor de las estructuras impedían ver la base de la montaña. Quizás las cosas hubieran sido diferentes cuando el castillo aún estuviera de pie, pero ahora se tenía una vista mucho mejor desde el claro de la torre de vigilancia. La zona alrededor de los bancos estaba mucho mejor cuidada.

Aquí no hay nada.

Era un lugar inquietante y silencioso, lleno de sombras. Por el momento, al menos, el ambiente no asustaba a Miyuki. Simplemente se sentía aliviado de haber llegado a su destino. Sudando profusamente, se sentó en el monumento de piedra y respiró hondo.

Aunque permaneció en silencio durante un rato, la diosa no lo presionó para que hablara. Ella también se veía cansada. Cuando se sentó a su lado, él le entregó la botella de agua. Sin decir nada, ella desenroscó el tapón.

Una vez que Miyuki recuperó el aliento, se dirigió a la diosa.

—¿Estás contenta ahora que llegamos a las ruinas?

—Eso me pregunto... —murmuró la diosa.

Se levantó y dio unos pasos hacia adelante antes de mirar al cielo sobre ellos. Al alejarse de la luz del atardecer, su rostro quedó oculto en las sombras y Miyuki no pudo distinguir su expresión. Aunque él sostenía la linterna, como era de esperar, dudó en iluminar con su haz de luz a la chica que tenía delante.

—Es como pensaba —dijo ella, casi hablando para sí misma—. Aquí no hay nada. Y si queda algo que pueda llamarse espíritu vengativo, solo soy yo.

Miyuki seguía sin poder distinguir su expresión. La única parte visible de su rostro era la tenue y pálida línea de su mandíbula, flotando en la oscuridad. En su lugar, confió en su propio poder de juicio. El sudor de su piel se enfrió rápidamente al darse cuenta de lo estúpido que fue al ir solo a ese lugar sombrío con la diosa.

—¿Eres un espíritu vengativo?

—Ni siquiera yo lo sé con certeza. Sin embargo, no me importa si alguien quiere llamarme así.

Miyuki intentó desesperadamente encontrar la definición de espíritu vengativo.

Un espíritu vengativo era alguien que murió con rencor.

—¿Eres una humana que murió?

La diosa tragó saliva y luego asintió.

—Sí.

—¿Estabas llena de remordimientos cuando moriste?

Miró a Miyuki, que seguía sentado en el monumento. Aún no podía distinguir su expresión.

—Era imposible que no muriera con remordimientos. Yo fui quien destruyó a la humanidad.

No era un tema de conversación fácil. Miyuki se encontró incapaz de responder. Sin embargo, recordó el momento en que la diosa apareció en la casa de seminarios y declaró que ella sería quien destruiría a la humanidad. Había coherencia en su historia.

—Le di la espalda a mi pueblo y ellos cayeron conmigo. Sin embargo, en el momento en que perdí mi cuerpo físico, supe que había viajado al pasado. Esa fue la primera vez que descubrí que podía abandonar mi cuerpo. Seguí el rastro de mi familia a través del tiempo. Cien años... Mil años... Las vidas de mi familia pueden ser cortas, pero están llenas de ajetreo. He vivido diligentemente miles de años una y otra vez, tratando de arreglar lo que salió mal anteriormente. Encontrar una manera de crear un futuro sin mí en él. Encontrar a alguien que me salve.

—¿Hay alguna manera... de evitar llegar al mismo futuro que antes? —En comparación con la voz de la diosa, la de Miyuki era mucho más temblorosa. Sin embargo, no había remedio. La idea de la paradoja le hacía doler la cabeza.

—A juzgar por el hecho de que ahora estoy aquí, sin duda es posible. Aun así, no sabría decir si algún otro humano aparte de mí ha intentado cambiar el futuro. Necesito ayuda y hago esta petición desde lo más profundo de mi corazón. Sigo buscando y buscando personas que puedan entenderme, no a nivel personal, sino como personas que tengan el potencial de provocar un cambio en las generaciones futuras. Es difícil encontrar a personas así. Mi búsqueda se ha prolongado durante cientos y miles de años y, sin embargo, incluso ahora sigo luchando por encontrar a esas personas.

—¿Como el fundador del ascetismo? —susurró Miyuki. Pero su voz era tan baja que la diosa no lo oyó mientras hablaba.

—Cambiar el curso de la historia es difícil cuando se trata de acontecimientos importantes. Al fin y al cabo, no es solo una persona la que se ve afectada, sino muchos grupos de personas que se han unido. Deshacer grandes nudos no es una tarea fácil de lograr. Aun así, estoy acumulando victorias una tras otra. Poco a poco voy introduciendo la cuña mientras ellos siguen ajenos a todo...

—Cuando dices que están ajenos a todo, ¿a quién le ocultas tu trabajo?

Esta vez, Miyuki pudo formular su pregunta con claridad. La diosa respondió.

—Tanto si soy capaz de cambiar la historia como si no, estoy acumulando poder. En otras palabras, los enemigos que desean detenerme están aumentando y están por todas partes. Supongo que esto es lo que se llama equilibrio.

—Ah... —La respuesta poco entusiasta de Miyuki reveló su confusión. Aun así, la diosa continuó con voz decidida.

—Después de todos mis esfuerzos durante más de mil años, volví a ser yo misma en un futuro y me convertí en parte del patrimonio mundial. Solo mi cerebro y mis ovarios se conservaron para siempre. Ahora son parte del patrimonio mundial, a la espera de ser analizados en algún futuro. Ha habido personas que apretaron el gatillo de la destrucción de la humanidad antes que yo, sin que yo pudiera impedirlo. Pero hasta mi llegada, esos esfuerzos no han dado fruto.

—¿Patrimonio de la Humanidad? —repitió Miyuki, desconcertado. Era algo que la diosa quería que él entendiera y el tema se estaba volviendo rápidamente familiar. La candidatura al patrimonio de la humanidad era por lo que Ichijo Takayanagi y Mayura Souda competían en secreto en ese momento.

Quizás la destrucción de la humanidad de la que habla la diosa no esté tan lejos en el futuro... ¿Ocurrirá mientras estemos vivos?

—He viajado a través del tiempo una vez más. La yo que está ante ti ahora ha viajado a través de miles de generaciones tres veces.

La diosa afirmó este increíble hecho como si no fuera nada. He habitado tantos cuerpos que he empezado a olvidar quién soy. Pero supongo que nadie me reprochará haber olvidado todo lo que he olvidado. Mis recuerdos anteriores están entremezclados y me resulta difícil distinguir qué fue primero y qué ha cambiado. Si lo olvido todo, lo más probable es que pierda de vista mi objetivo. Por lo tanto, no puedo repetir este ciclo por cuarta vez. Este es mi último intento».

Miyuki se mordió el labio. Mirándola profundamente a los ojos, pudo comprender un poco por qué tenía tanto miedo de olvidar a la joven que realmente era. Una persona que había visto el mundo durante miles de años tendría unos ojos que podrían hacer temblar a cualquiera. La mirada solitaria de sus ojos era oscura y lo succionó hacia el desconocido vacío negro de la derrota y la ironía.

La expresión era casi cautivadora cuando ella le dedicó una de sus elegantes sonrisas. Apenas estaba empezando a comprender una pequeña parte de quién era ella, pero aún así sabía que la diosa era muy probablemente una mujer peligrosa.

—...No sé cuál es la mejor manera de decir esto, pero ¿entonces no eres una diosa? ¿Eres solo una humana que viaja a través del linaje de la familia de Izumiko? De todo lo que has dicho, eso es lo único que entendí. Aunque esté bien. Me preguntaba a qué tipo de diosa protejen los Yamabushi...

La diosa interrumpió sus sinceras palabras.

—Quizás. Pero no tienes pruebas de que realmente no sea una diosa. ¿Qué es un dios?

Esta vez, Miyuki no pudo dar una definición de inmediato. Mientras pensaba, la diosa habló.

—Desde hace mucho tiempo, la gente de este país celebra conmemoraciones por sus antepasados. Antiguamente, la gente creía que los espíritus ancestrales se reunían en las cimas de las montañas y se convertían en dioses. Si eso es lo que son muchos de los dioses locales de este país, ¿no me convertiría eso a mí, que he vivido miles de años, en una especie de diosa? Sin duda, es algo que una persona normal no puede decir de sí misma.

La diosa se acercó a Miyuki y se inclinó hacia adelante como para mirarle a los ojos. Su proximidad le permitió ver que ella se reía casi como si estuviera a punto de contar un chiste.

—Tengo la capacidad de destruir a la humanidad. ¿Soy realmente humana? Me temían en el pasado y me temerán en el futuro. El poder que poseo es extraordinario y, por eso, me mataron durante mi segundo viaje al futuro. Me consideraban demasiado valiosa y me tomaron como espécimen sin que se produjera la destrucción. Me trataron como a un virus mortal.

—Es una historia aterradora.

Miyuki intentó alejar ese sentimiento, pero en el momento en que habló, se estremeció. La idea de conocer un futuro en el que se convertía en un espécimen le helaba la sangre.

—Mi poder proviene de la ayuda de seres que no son humanos. Proviene de las almas que sostienen este planeta. Estoy buscando personas que puedan entender esto y detener a mis benefactores. Personas que puedan cambiar mi opinión y sofocar la llamada del futuro —dijo la diosa con su voz cantarina.

Impotente, Miyuki no podía apartar la mirada de sus ojos oscuros. Encendió la linterna. La mirada de la diosa brilló, más hermosa que nunca.

—¿Es eso por lo que Yukimasa, Yukariko y todos los Yamabushi han estado trabajando?…

—Exactamente.

—¿Y eso es lo que quieres que haga yo también?

La diosa soltó una leve risa. La luz de sus ojos se redujo.

—¿Por qué tengo que decirlo tan explícitamente?

—Si quieres involucrarme en esto, ¿puedo tener un poco más de tiempo para pensar en mi respuesta? —preguntó Miyuki con tono tranquilo. Sus miradas permanecieron fijas. Pensó en qué decir a continuación.

—...Si no te importa, me gustaría que devolvieras a Izumiko pronto mientras caminamos. Creo que es hora de regresar.

—¿Regresar? ¿A dónde? —preguntó la diosa como si realmente no lo supiera. Miyuki tuvo que responder.

—Por favor, no bromees. ¿Vas a seguir actuando así?

—Si dices que soy Izumiko, entonces soy Izumiko.

—Te estoy pidiendo a la Izumiko que no ha vivido durante miles de años.

La diosa lo miró con incomprensión.

—No me digas lo que tengo que hacer y lo que no. Tú eres quien me va a obedecer. Para eso estás tú, Wamiya.

—Soy Sagara —dijo Miyuki con enfado. Sería frustrante descubrir que la diosa era realmente una deidad auténtica—. Por favor, no me llames por un nombre equivocado. Estabas intentando llamarme por mi nombre, ¿verdad?

—Tú también eres Wamiya. ¿No puedes sentirlo? Se convirtieron en uno en Togakushi, ¿no es así?

Miyuki contuvo el aliento y la miró. Quería decirle que era imposible, pero no le salían las palabras.

De repente, recordó a Izumiko señalando las alas que utilizó para protegerla de la serpiente gigante conocida como el Dios Dragón de Nueve Cabezas en Togakushi. Pero en ese momento pensó que eso solo era posible porque se encontraban en una dimensión alternativa.

No importaba cuánto lo pensara, era imposible refutar la verdad ahora. Se había sentido diferente últimamente, pero se decía a sí mismo que la sensación era diferente de la posesión de Wamiya.

—Sí, no hay duda —dijo la diosa en un tono complacido mientras Miyuki se quedaba allí, sin palabras—. Wamiya siempre está a mi lado . Él ha estado conmigo desde hace mucho tiempo, tanto tiempo de hecho que lo olvido. Él ha estado conmigo fielmente.

Inclinó la cabeza un centímetro.

—Aún así, es inusual que Wamiya posea a otro humano. Yo también quiero saber por qué elegió conectarse contigo. Esta es una de sus nuevas inclinaciones. No recuerdo que haya hecho esto antes.

—Estás bromeando —dijo Miyuki, finalmente logrando sacar palabras de su boca—. Qué fasttidio. ¿Por qué tuvo que elegirme a mí?

—Puedo quitártelo, si quieres. Pero entonces se convertirá en un cuervo por el momento.

La diosa se enderezó y casualmente levantó su mano derecha.

Miyuki escuchó instantáneamente el sonido de alas detrás de él. Jadeando, casi se le cae la linterna. El pequeño santuario estaba a su espalda y apenas había espacio entre él y éste. No debería haber nada más allí. Sin embargo, un pájaro de color oscuro se elevó alegremente desde el espacio. Después de rodear la cabeza de la diosa varias veces, aterrizó ligeramente en la palma de su mano. Por la cuidadosa forma en que se instaló allí, era fácil ver que planeaba quedarse un rato.

La diosa comenzó a hablar con el pájaro.

—Miyuki Sagara te llamó un fastidio. ¿Qué piensas de eso?

—No me molesta. No puedo soportarlo —El cuervo habló uniformemente con la voz de Wamiya. Su tono era remilgado—. Es particularmente un bueno para nada. Solo decidí hacerme uno con él porque su inutilidad me daba ganas de llorar.

—Tú —interrumpió Miyuki enojado, pero no podía pensar en nada de lo que quería decir.

Al mismo tiempo, la diosa le preguntó a Wamiya con inquietud:

—Así que ahora te estás entrometiendo en los asuntos de los humanos. ¿Por qué?

—No pasa nada. Puede que hayas olvidado los detalles, pero lo recuerdo. Yo trabajo para llevar tus deseos a cabo. Por eso hice esto.

Al escuchar las palabras del cuervo, la diosa se iluminó un poco.    

—Yo soy ¿cómo lo dirías con las palabras de hoy —Wamiya continuó—, Oh, sí. Te estoy dando la atención requerida que necesitas, al igual que lo harías con una persona mayor. ¿No dirías eso?

—En verdad, ella también está actuando un poco como una —agregó Miyuki.

Wamiya podría ser sido familiar de la diosa, pero no se contuvo cuando habló con su ama.

—Suficiente. Regresa —dijo la diosa, claramente molesta.

El cuervo negro desapareció instantáneamente.

Miyuki se mostró reacio a pensar en dónde había desaparecido, pero el asunto apremiante en este momento era volver a bajar la montaña. Esto sería un problema menor para él que para la diosa que estaba cerca. Había habido muchos problemas con los que tenían que lidiar uno a la vez hoy.

Tomó una respiración profunda y dijo,

—Te conozco mejor de lo que lo hacía antes. Pero debido a eso, también sé que tú e Izumiko son muy diferentes. Si vamos a caer, no puedes mantener el control del cuerpo de Izumiko.

—Supongo que tienes razón.

La diosa asintió. Miyuki se relajó.

—Por favor, devuelve a Izumiko. Si haces eso, pensaré en lo que dijiste hoy sobre mí siendo Wamiya.

La diosa le mostró una bonita sonrisa.

—Es imposible despedirme si no quiero irme, ya sabes. Después de todo, ya estoy bajo la protección que le enseñaste a Izumiko.

La diosa se inclinó hacia Miyuki de nuevo hasta que sus rostros estaban a solo unos centímetros de distancia.

—¿No estás satisfecho con el hecho de que tú y yo estemos juntos aquí?

Miyuki no tuvo más remedio que mirarla a los ojos.

Había algo en su mirada negra que contenía conocimiento y dolor que ninguna mirada humana podría jamás. Sin embargo, completamente separado de eso, el aliento proveniente de los suaves labios de la diosa, tan cerca del propio Miyuki, lo hizo consciente de una sensación de ardor en algún lugar dentro de él. Se sentía como si perdiera el control de sí mismo. Este sentimiento cálido era su carta de triunfo y ella la usó con él.

Él comenzó a cantar en voz baja, decidido a no caer bajo su hechizo. Sabía que él fue quien le enseñó a Izumiko el amuleto de protección. Sin embargo, no le enseñó el encanto de liberar esa protección.

Después de eso, lo único que quedaba por hacer era terminar. No tenía báculo ni amuletos de papel.

Parado frente a ella, extendió la mano y sostuvo a la diosa con fuerza por ambos brazos. Luego, en voz alta, llamó:

—Izumiko.

El cuerpo rígido de la diosa dio un estremecimiento. El movimiento también viajó a través de Miyuki. Volvió a llamar.

—Izumiko. Regresa. No te olvides de ti misma.

Oyó que alguien la llamaba por su nombre.

Como si despertara de un sueño, recuperó lentamente la conciencia.

Todavía no tenía el control total de su mente ni había nada dentro de ella. Al igual que un bebé, solo podía experimentar el mundo de forma indirecta a través de influencias externas.

Alguien estaba de pie cerca de ella. Había una tela presionando su rostro. La piel debajo de ella era más cálida que la suya. Podía oír y sentir los rápidos latidos de un corazón. Sus pechos subían y bajaban al ritmo sincronizado de su respiración. Unos brazos la rodeaban con fuerza por los hombros. No podía moverse ni un centímetro. Aun así, se sentía completamente segura.

Esto no está bien. Ella no debería estar en mi vida. Aún no he hecho nada...

Cuando Izumiko volvió a ser ella misma, abrió los ojos.

¿Quién es esta?

Ambos levantaron la cabeza rápidamente, sorprendidos. Inmediatamente, la persona que estaba cerca de ella retiró apresuradamente los brazos y dio un paso atrás. Izumiko se sintió desconcertada al encontrarse en la oscuridad. Además, estaba allí de pie con Miyuki.

—¿Miyu... Sagara?

Nada tenía sentido. La hora del día y la compañía con la que se encontraba sumieron a Izumiko en una repentina confusión.  

—¿Qué... qué está pasando?

—Gracias a Dios...

Miyuki soltó un profundo suspiro. Hasta ese momento, Izumiko nunca lo había oído hablar con tanta emoción genuina. Se dejó caer en cuclillas donde estaba. A sus pies había una pequeña linterna caída con el haz de luz aún encendido.

—No sabía qué iba a pasar...

Estaba tan aliviado que perdió las fuerzas para mantenerse de pie. Aún incapaz de moverse, Izumiko lo miró sin comprender.

—¿Qué hice? ¿Dónde estamos?

Sin levantar la vista, Miyuki respondió con voz apagada.

—Tú eras la diosa. Estamos en las ruinas del castillo de Hachioji.

—¡No! ¡Eso es imposible! —exclamó Izumiko.

Sabía que los recuerdos de esa noche volverían tarde o temprano, pero no tan pronto.

—¡Pero era yo misma hasta el final de la demostración! ¡Me cambié y me volví a trenzar el cabello! Puedo recordar lo que pasó hasta que salí de la sala de conferencias. Hasta que te vi.

—Ella apareció después de eso. Te convertiste en la diosa incluso con el cabello trenzado.

—¡No! ¡Eso es el sello!

—Eso es lo que iba a decir.

La voz de Miyuki adquirió un tono extraño. Se dispuso a recoger la linterna, pero la volvió a soltar. Retiró la mano y maldijo en voz baja.

—Mierda. Sigo temblando... Cállate un momento.

En ese momento, callarse era una orden imposible de cumplir para Izumiko. Tenía preguntas que necesitaba hacer.

—Sagara, ¿qué pasó? ¿Qué hizo la diosa?

—Te dije que esperaras un momento.

Finalmente, tomó la linterna y se sentó al lado del santuario. Luego dijo en voz baja:

—¿Recuerdas cuando dijiste que esas figuras negras que viste por primera vez en el viaje escolar te asustaron tanto que te sacudiste? Acabo de tener mi propia experiencia como esa. La diosa es aterradora.

Izumiko miró al cielo. Las estrellas brillaban. Aún era de noche, pero probablemente eran alrededor de las siete. Cuando miró a su alrededor, vio lo oscuras que eran las sombras que proyectaban los árboles cercanos. Era un lugar solitario y poco acogedor. Los únicos ruidos que podía oír eran el susurro de las hojas invisibles y los chirridos de los insectos. A pesar de la pequeña capilla y el monumento de piedra que se alzaban allí, la zona tenía un aire desolado y miserable. A pesar de esas sensaciones, Izumiko sintió de repente lástima por él.

Era la primera vez que la diosa tomaba el control durante tanto tiempo. A Izumiko le preocupaba lo que la diosa hubiera hecho mientras ella no se daba cuenta. Al igual que Miyuki, pensar en la apariencia de la diosa la hacía temblar. Sus trenzas ya no le transmitían una sensación de seguridad.

—¿Estuviste con la diosa todo el tiempo? ¿Alguien más aparte de ti...?

—Lo único que hicimos fue venir aquí. No te preocupes. Y ella solo estuvo conmigo. Nadie más vio a la diosa. —La voz de Miyuki se estaba volviendo más fuerte. Por fin había recuperado su tono normal—. Hice todo lo posible para asegurarme de ello. Pero ella tenía el control absoluto y por eso vinimos hasta aquí.

Si eso era lo que decía Miyuki, Izumiko le creía. Dejó escapar un suspiro de alivio. Escuchar que Miyuki y la diosa vinieron a un lugar como este era una noticia mucho mejor que lo que sucedió durante las apariciones anteriores de la diosa.

Mientras permanecía allí de pie y reflexionaba en silencio, comenzó a sentirse mucho más ella misma. Aún no podía moverse, pero estaba empezando a recuperar el control de su cuerpo. Toda la situación era mucho más difícil de manejar de lo que había pensado.

—...Antes...

Aunque eso fue todo lo que pudo decir, Miyuki respondió rápidamente, como si le diera una explicación.

—Era todo o nada. Una vez que me di cuenta de que la diosa y Wamiya pensaban que estaba bajo su control, tuve que intentar hacer algo inesperado. Me alegro de que funcionara. Ni siquiera quiero pensar en lo que habría pasado si no hubiera funcionado.  

—¿También viste a Wamiya?

—Sí. Aunque era un cuervo.

—¿Qué dijo?

De repente, Miyuki se irritó.

—Ese tipo nos atacó cuando estaba en su forma humana.

Izumiko se quedó en silencio. Quería seguir allí de pie y hacer preguntas, pero no recordaba lo suficiente como para saber qué preguntar en ese momento. Sabía que estaba en estado de shock. Aun así, no sabía si estaba lo suficientemente conmocionada dadas las circunstancias. ¿Debería haber tenido una reacción más fuerte?

Finalmente, se le ocurrió algo.

—Sagara, antes... ¿estabas llamándome por mi nombre, verdad?

—Eso es porque la diosa también se hacía llamar Izumiko.

—¿Eh?

Miyuki abrió la boca, pero luego se detuvo como si estuviera reconsiderando sus palabras. Finalmente, dijo: —Deberíamos sentarnos aquí un rato y hablar de esto, pero realmente tenemos que bajar de la montaña. De todos modos, te lleva tiempo recordar lo que pasó cuando aparece la diosa. No pasa nada si esperamos hasta entonces para hablar de lo que pasó.

Se puso de pie con torpeza. Izumiko no estaba contenta con la decisión, pero sabía que Miyuki pensaba lo mismo.

—¿Qué estuviste haciendo mientras estabas con la diosa?

—Solo caminamos hasta aquí —dijo Miyuki con irritación. Sus hombros se movieron con la profunda inspiración que tomó. Luego bajó la voz y dijo—: Lo sabrás cuando recuperes la memoria. Eso es realmente todo lo que hicimos. Pero hoy la diosa habló mucho... Sobre cosas que todavía no puedo entender por más que lo piense. Tampoco sé cuánto saben Yukimasa y los demás sobre el tema. Sigo muy confundido. Así que no hables con nadie más sobre esto y, tan pronto como recuerdes lo que pasó, dime lo que piensas.

Una sensación de inquietud flotaba en el aire entre los dos.

Para Izumiko, la exigencia de Miyuki de que no hiciera preguntas era como si se hubiera negado a hablar con ella. En ese momento, Izumiko estaba segura de que él estaba poniendo excusas para ignorarla. No sabía nada de lo que acababa de pasar y eso la hacía sentir tremendamente desconcertada. Sin embargo, Miyuki no mostraba ningún interés en consolarla ni siquiera en ser considerado.

Izumiko apretó los puños.

—Es horrible.

—¿Qué es horrible? —Miyuki la miró con recelo, con la linterna en la mano. No parecía entender cómo se sentía ella.

—¡El hecho de que no me digas qué pasó cuando yo no sé lo que acabo de hacer! —respondió Izumiko, con tono enfadado.

—¿Por qué estás molesta? —preguntó él con cansancio—. No estoy ocultando nada. Tú viste y oíste todo lo que pasó. Lo que te diga ahora solo será mi versión de la historia. Solo digo que esperemos hasta que tú también lo recuerdes.

—No sé qué pensar de eso.

La ira de Miyuki aumentó al ver que Izumiko le daba la espalda enfadada.

—¡Piensa en lo que tuve que pasar hoy! ¡Todo fue culpa tuya!

—No fui yo.

—Siéntete libre de estar enojada. Pero no te conviertas en la diosa.

—No sé si puedo prometerlo.

Tras su discusión, descendieron juntos la montaña con la pequeña linterna. Ninguno de los dos se sentía mejor con respecto al otro. Aun así, cuando se acercaron al fondo, Miyuki le tendió la mano sin discutir.

—Ten cuidado aquí. No vemos muy bien por dónde pisamos.

No hubo vacilación en su mano extendida. Esto era un comportamiento inusual a los ojos de Izumiko. Inmediatamente comenzó a preguntarse qué sucedió cuando Miyuki y la diosa habían subido juntos a la montaña. Todo esto la inquietaba cada vez más.

—Estoy bien. Puedo bajar por el camino sola —rechazó con firmeza. Miyuki retiró la mano.

Sin embargo, era cierto que, en comparación con la última vez que habían estado allí, el terreno era mucho menos visible. Izumiko tropezó y se cayó varias veces. Al final, la mano de Miyuki empezó a parecerle bastante tentadora. Aun así, cada vez que se le pasaba por la cabeza, rápidamente apartaba esa idea de su mente.

Por su parte, Miyuki perdió rápidamente su enfado y se concentró en mantenerse de pie.

Su pánico y confusión durante el descenso no eran inesperados. Era muy consciente de la oscuridad y de que los dos estaban solos, sin nadie en kilómetros a la redonda. Se dio cuenta de que esto sería así cuando estaba guiando a la diosa montaña arriba, con su mano entre las suyas. Ahora lo lamentaba... Tampoco ayudaba el hecho de que no hubiera podido ver a la diosa cuando dijo e hizo todas esas cosas extrañas. Una vez más, eso fue culpa de la oscuridad. Ahora, simplemente no tenía energía para seguir enojado.

Posiblemente sintiendo lo mismo que Miyuki, Izumiko también habló lo mínimo durante el descenso. Después de un rato, le resultó imposible mantener su malhumor e incluso cuando llegaron a terreno llano, los sentimientos no regresaron. Los dos regresaron a la escuela, cubiertos de sudor.

 

AQUÍ TERMINA LA PARTE 2 DEL CAPÍTULO 3. LAMENTABLEMENTE LA PRIMERA MITAD DE LA PARTE 3 DEL CAPÍTULO 3, correspondiente a la semana 21, NO ESTÁ DISPONIBLE, POR LO QUE CONTINUAREMOS CON LA SEGUNDA MITAD DE LA PARTE 3

 

PARTE 3

En la clase 1-A, Mayura le susurró al oído a Miyuki, invitándolo a salir al pasillo.

Sus compañeros de clase no le dieron mucha importancia al hecho de que las dos estuvieran hablando. Dicho esto, ambas eran populares y, como resultado, no las ignoraban por completo. Sin embargo, dado que era justo antes del festival escolar, los demás se habían acostumbrado a verlas juntas a todas horas del día, trabajando en algo para el gobierno estudiantil.

Mayura y Miyuki también eran conscientes de lo que sus compañeros pensaban de ellos. Una vez en el pasillo y tras asegurarse de que no había nadie cerca que pudiera oírlos, Mayura se giró rápidamente hacia el chico que tenía a su lado y le dijo con franqueza:

—¿Qué haces, atrapando a una chica inocente en tu red de esta manera?

La expresión de Miyuki no cambió. Sin embargo, era evidente que estaba haciendo todo lo posible por no retroceder.

—Hablaste con Izumiko.

—Sí. Hablamos. Y estoy empezando a darme cuenta de que todos siguen ocultándome secretos.

—Hubo un tiempo en el que tuvimos que hacerlo. Pero últimamente he estado pensando que ya es hora de contártelo —dijo él, con tono resignado. No era un ataque sorpresa. Ella lo estaba poniendo a prueba. —Pero nunca nos diste una razón para hacerlo. No sabíamos cómo lo tomarías. Soy el único que tiene el poder de devolverle la cordura a Izumiko.

—De acuerdo. Voy a repetirlo. Tienes a una chica inocente. Envuelta. Enredada. Y no estás haciendo lo que deberías, teniendo en cuenta la situación. ¿Por qué? Tienes una responsabilidad con ella, ¿no?

Mayura se puso las manos en las caderas y continuó.

—Te ha estado siguiendo demasiado. Hasta ahora, nunca había caminado con un chico y tú lo sabes. ¡Por supuesto que está llorando! ¡Izumiko cree que estás enamorado de la diosa y que quieres salir con ella mientras descuidas a la propia Izumiko!

Por primera vez, Miyuki dio un paso atrás.

—¿Lloró?

—Sí. Por ti.

—Yo… —Miyuki se calló. Entonces su actitud cambió—. Está claro que no hay nada que pueda decir para que cambies de opinión sobre mí. Pero vamos a escuchar lo que viniste a decirme. ¿Qué quieres decir?

La pregunta de Mayura fue directa al grano.

—¿Qué sientes por Izumiko?

—Por supuesto que es entre Izumiko y yo.

—Oye. Tienes una responsabilidad con ella. Si no te importa lo suficiente como para decir nada, entonces deberías alejarte de ella. Deberías dejar que tenga una oportunidad con un novio en el que pueda confiar pase lo que pase. ¿Entiendes lo que te digo?

—¿Un novio?

—Así es. Un novio para Izumiko. Si solo te interesa la diosa que hay dentro de Izumiko, tienes que decírselo para que ella lo sepa. La estás dejando en la incertidumbre y eso la confunde.

Miyuki se quedó callado por un momento. Luego dijo:

—Si me alejara de ella, todos saldrían lastimados. No tengo intención de dejarla sola. Yo también estoy sufriendo. No descuido a Izumiko. Ella es la que se enfadó de repente y dejó de hablarme.

Mayura lo miró sorprendida.

—Eres tan torpe. Tú eres el que la hizo enojar.

—¿Ese novio del que hablaste antes es Wamiya? —le espetó Miyuki.

Ella lo miró con recelo.

—¿Quién es Wamiya? ¿En qué grado está?

Al oír su pregunta, Miyuki se animó rápidamente. El alivio era evidente en su rostro.

—¿Eh?… Entonces no le contaste todo a Izumiko.

Él sabía que era una jugada arriesgada, pero la determinación de Mayura era más fuerte que nunca.

—Escuché todo lo importante. Y creo que descubrí tu debilidad.

La actitud de Miyuki cambió visiblemente. Su confusión sobre cómo manejar la situación desapareció, sustituida por una determinación tan fuerte como la de Mayura.

—Es obvio que sabes el secreto sobre la diosa. Eso significa que has llegado a un nuevo acuerdo con Izumiko. Aun así, deja de entrometerte en los asuntos de Izumiko y míos. Todavía hay muchas cosas que no sabes.

—Entonces dime lo que no sé —dijo Mayura con una frustración poco habitual en ella, frunciendo sus cejas rectas—. Izumiko confía en mí más que en nadie.

—Probablemente sea cierto. Ella no ve lo malo en las personas. Si eres amable con ella, se convertirá en tu amiga.

Miyuki ya había superado el punto de estar simplemente enojado.

—Dijiste que conoces mi debilidad, pero tu truco fue no decir cuál es. No quería mencionarlo si no era necesario, pero cuando fuimos a Togakushi y sucedió todo eso... Creo que también sé cuál es tu debilidad.

Mayura lo miró fijamente, con los ojos muy abiertos. No podía ocultar su sorpresa.

—¿De qué estás hablando?

Miyuki la miró con calma. Sus palabras no habían sido solo una respuesta. Estaba realmente convencido de que sabía la verdad.

—No quiero decirlo. Pero tú eres la que ahuyentó a Manatsu. Tuvo que correr hasta esa puerta de piedra para alejarse de ti.

Durante un largo rato, Mayura se quedó allí inmóvil sin decir nada.

El sol de la tarde otoñal brillaba a través de una ventana cercana. Las sombras de los dos estudiantes se reflejaban largas en el suelo. Un grupo de estudiantes se dirigía por un pasillo transversal. Miraron con curiosidad a la seria pareja, pero pasaron de largo sin hacer ningún comentario.

Finalmente, Mayura se movió.

—Somos bastante patéticos... ¿Dirías que hemos llegado a un empate?

—Algo así.

—Eres difícil de tratar, Sagara.

—Tú también —dijo Miyuki.

Su tono cambió—. Pero no puedo negar que nuestras situaciones están más conectadas que nunca. Si sabes el secreto de Izumiko, entonces tienes que estar involucrada. Si proteges ese secreto, no diré nada sobre el tuyo y te ayudaremos contra Takayanagi. Ese era nuestro acuerdo antes, pero ahora es más necesario que nunca. Si lo entiendes, te contaré más».  

Mayura cruzó los brazos.

—Así que estás diciendo que somos aliados estrechamente conectados que guardamos los secretos del otro... o algo así. Me parece una amenaza y no me gusta, pero supongo que no tengo forma de rechazar la oferta.

Miyuki asintió.

—No le diré tu secreto a Izumiko. Soy el único que lo ha descubierto.

—Sé que Izumiko no lo sabe. Si se hubiera dado cuenta, ya se lo habría contado. ¿De verdad no se lo dirás? ¿Al menos hasta que encuentre el valor para decírselo yo misma? —La voz de Mayura tembló ligeramente.

Miyuki miró el rostro fruncido de Mayura con un toque de sorpresa.

—No me había dado cuenta de lo mucho que te importa la opinión que Izumiko tiene de ti...

—Di lo que quieras. De todos modos, me estás menospreciando.

—Eso no es cierto. Nunca he tenido malas intenciones hacia ti ni hacia Manatsu. —Desvió ligeramente la mirada y luego continuó—. —Yo fui quien tuvo que demostrar sus habilidades de repente en Togakushi. Y cuando no cumplí con tus expectativas, mi vida corrió peligro. Pero no te guardo rencor por eso.

—¿No demuestra el hecho de que lo menciones ahora que sí me guardas rencor?

—En absoluto. Solo digo que, incluso después de eso, sigo dispuesto a trabajar contigo. He dejado todo eso atrás para que podamos centrarnos en Ichijo Takayanagi. Queremos lo mismo».

Mayura reflexionó sobre las palabras de Miyuki.

—Las habilidades de Izumiko... Estoy bastante segura de que tiene el poder suficiente para ganar esta competición que se está celebrando en la escuela, pero... Aun así, ¿lo utilizará para ayudarme?

—No podemos dejar que gane. No podemos dejar que la diosa salga. Quiero poner toda mi energía en asegurarme de que eso no suceda. Queremos que te conviertas en la Candidata al Patrimonio de la Humanidad. Eso es porque... —Miyuki se detuvo.

Tras un momento de silencio, continuó, pero no con su pensamiento anterior.

—La diosa ya se ha convertido en Candidata al Patrimonio de la Humanidad. Sé que ese futuro ya sucedió y que fue un callejón sin salida, así que vamos a volver a intentarlo.

Mayura abrió mucho los ojos.

—¿Qué quieres decir? ¿Es eso una habilidad psíquica?

—Puedes llamarlo así. Mientras Izumiko no se convierta en la Candidata al Patrimonio de la Humanidad, nunca sabrás de qué estoy hablando, pero por el momento, es mejor que nadie más lo sepa. De cualquier manera, Izumiko no puede estar sin mí. Al igual que tú estás reuniendo aliados, yo estoy reuniendo aliados para mantener oculta a la diosa. Personas que se quedarán con Izumiko.

Mayura miró a Miyuki fijamente durante un largo rato y luego preguntó:

—¿Así que eso es lo que realmente buscas? ¿Un novio para ella?

—Después de todas las cosas importantes de las que acabamos de hablar, ¿eso es lo que te viene a la mente? —preguntó Miyuki, atónito.

Mayura se encogió de hombros.

—Sí, ¿y qué? Yo también tengo cosas que no quiero que se vuelvan a mencionar. Ahora voy a volver al salón de clases, pero tú deberías recordar esto. Ten cuidado con los hechos que pasas por alto.

Y con eso, Mayura se despidió de él.



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